lunes, 24 de marzo de 2014

Un Balzac desconocido.

  

Un advenedizo llamado Balzac.

por  Carlos Yusti.

El escritor que imitaría sin contemplación alguna y el cual, de algún modo, constituiría, en mi museo personal de mitos, un ideal, una inagotable fuente de inspiración, podría ser Honoré de Balzac. Si bien no el Balzac perseverante, obstinado, incansable y disciplinado escribiendo ( bajo el reclamo de deudas, acreedores y editores) una obra literaria profusa, y, que en muchas de sus páginas logró alcanzar, con indiscutible genialidad, una enorme versatilidad literaria y una grandilocuencia más realista que metafórica. No. Mi inclinación es por ese otro Balzac, quien a causa de un ansioso apetito se hizo de una adiposa contextura, de ese Balzac preocupado en ser un dandy, y, que debido a ello gastaba fortunas en llamativos trajes o lujos extravagantes e innecesarios; de ese Balzac que anhela por encima de todo tener éxito financiero, ser un burgués menos imbécil e insoportable que los burgueses caligrafiados en sus novelas o de la vida real, con los que se codeo siempre a distancia, debido a su origen plebeyo.
(Mesa de trabajo de Balzac)
 
El ansia de riqueza y triunfo en Balzac fue una obsesión, por tal circunstancia se convirtió en una máquina de la creación literaria, en un empresario vital y derrochador para acceder al círculo de ricachones de los salones parisinos. Fue a todas luces un advenedizo jalonado entre el romanticismo y su profesión de escritor. Sus amores con damas distinguidas, bellas, ingeniosas y algo excedidas en edad fueron para el escritor peldaños en su paranoica carrera hacia la cúspide social. La vida amorosa e intelectual de Balzac, intensa y siempre al borde de los ensueños, fue azarosa y caótica. Su obra, escrita con altibajos y en la madrugada bajos los efectos de muchas taza de café, constituye una metáfora estética, un pase de factura, de la sociedad de su tiempo.
Los primeros tanteos de su carrera como escritor fueron en extremo complicados. Su familia al enterarse sobre la intenciones del joven Balzac de consagrarse a la escritura desaprueba desproporcionada insensatez. No obstante ante la impetuosidad del joven le conceden un plazo para que demuestre si tiene aptitudes para la literatura.
El joven Balzac se muda a una buhardilla en París, con las privaciones de rigor dirige su energía juvenil y soñadora a escribir dramas. Piensa que el teatro es un medio fácil para hacerse de un nombre y por ende de algo de dinero. Se equivoca, su primer drama Cronwell, ( un mamotreto conformado por quinientas páginas y en cinco actos) resultó un aparatoso revés. En alguna crítica de la prensa de ese entonces se aseguraba que el autor debía dedicar sus esfuerzos a otros menesteres, menos a la literatura. Por suerte Balzac se desentiende de las críticas adversas, tanto públicas como familiares, y para no contrariar más a su familia vuelve al hogar, no esta ni desilusionado, ni se siente fracasado.
En un segundo aliento retoma de nuevo la escritura, sólo que esta vez se inclina por la novela. Para ese momento la novela de moda en el gusto de la gente es aquella que narra historias truculentas y de horror, con veladas insinuaciones sexuales que oscilan entre lo patológico y esotérico. Balzac con ese olfato de advenedizo que siempre lo caracterizó redacta varias noveletas en ese estilo. Claro esta que dichas narraciones, publicadas bajo el seudónimo de Horace de Saint Aubin eran un tanto infames y descosidas en cuanto al estilo. A la par de escribir malas novelas y ansiar con pasión el éxito, realiza su primera conquista amorosa: Madame de Berny, a la que nuestro enamorado escritor denominará «La dilecta», mujer casada, y algo pasada en años, le va a proporcionar al novel escritor el aplomo necesario para que no desista en su empeño de «colearse» en los círculos sociales de prestigio. Hastiado de escribir novelas populares que no rinden la liquidez monetaria esperada, Balzac (ya tiene veintisiete años) adquiere una imprenta y comienza un trabajo anárquico de editar libros. Sus deseos de hacerse rico parecen aumentar con la edad. Cree con firmeza en lo que hace y por ese motivo se esfuerza con tremendo ahínco por convertirse en un editor de prestigio. Se esmera arduamente, pero fracasa: los libros se venden escasamente y como editor no puede cubrir los gastos que produce la empresa impresora. La deuda con los acreedores asciende a una cantidad aproximada de sesenta mil francos. Balzac imperturbable, a pesar de los apremios financieros, se concentra en escribir. Trabaja con un frenesí poco común y da punto final a lo que será su primera novela, «Los Chuanes», que firmará con su nombre. Esta primera obra, que ya contiene algunos elementos característicos del estilo a rajatabla de Balzac, es una crónica belicista con tintes románticos. El relato se va a vertebrar a partir de la sublevación de Bretaña y Normandía durante los años de la RevoluciónFrancesa. El éxito comienza a tocar al impetuoso y envolvente escritor. Puede relacionarse a sus anchas con el zoo de nobles y burgueses en los salones parisinos.
Para poder asistir a dichos salones debe endeudarse con los sastre. Todo lo que ha ganado, o piensa ganar, ya lo debe. Viste con gran pompa: usa guantes amarillos, bastones con empuñaduras de oro y marfil, camisas de seda. Su conversación locuaz e inteligente le gana rápida admiración y hace olvidar a sus contertulios su estirpe bizarra y su gordura poco elegante. Si para estos ricachos de salón Balzac resulta un tipejo peculiar, para él ellos representan especímenes ideales para sus novelas. Más que compartir con ellos el escritor los estudia, se los aprende de memoria y luego los traspapelas en sus narraciones con un virtuosismo/verismo implacable. La vida social de Balzac es intensa, cuestión que en lo absoluto no le impide publicar novelas cortas con relativa frecuencia para distintos periódicos de la ciudad. Escribe de noche sin descanso y en 1813 obtiene un éxito indiscutible con «La Piel de Zapa», novela corta donde lo fantástico se interacciona con una sarta de reflexiones filosóficas. Esta novela le proporciona algún dinero, que ya adeuda como era de esperarse, y un gran nuevo número de lectores.
Su vida amorosa también sufre algunos vaivenes. La «dilecta» es sustituida por la duquesa de Abrantes, otra dama algo ajada por los años, pero que le introduce por la puerta de enfrente de los salones más importantes de un París mortalmente frívolo y donde el gusto era por esos días chirriante y fachoso. Esa capacidad de conversación libresca, combinada con su atuendo ostentoso y de rebuscado lujo, del que todavía no ha pagado ni la primera cuota, permite a Balzac desenvolverse bien en un mundo de persona con títulos dinásticos y altamente creída. En uno de estos lujosos salones conoce a la condesa Eveline Hanska, la cual con el transcurrir de los años se convertirá una ferviente protectora. Así mismo tiene lances sentimentales con Sarah Frances Lowell, Hane Disby y Lady Ellenbaroug. Subrayamos estos primeros tanteos amorosos del escritor para recalcar su nítido sentido del negocio del arribismo. No obstante tan vital y desprejuiciado como era sintió por estas mujeres de edad un sincero amor. Al final de los días de Balzac la Condesa Hanska consintió en casarse con él por lastima. Le sobrevivió treinta y dos años. Pagó las innumerables deudas que el escritor no pudo cancelar.
Esta conducta amoral de Balzac esta plenamente justificada si se toma en consideración que el hombre era un personaje del montón, un tipejo pedestre, vulgar y su prosa era un poco como su personalidad, es decir carente de toda elegancia, algo tosca y con más imperfecciones sintácticas y estilísticas de lo que se cree. Su falta de refinamiento, su carencia de una sintaxis educada se perciben en su trabajo literario. Sin embargo todo ello no fue obstáculo para que su arrebatada y verbosa fecundidad expresara con talento un buen número de sentencias y apotegmas que crecen en sus novelas como la mala hierba. Balzac pregonaba: «El protagonista de mi obra es la sociedad francesa, y yo no actúo sino como secretario».
Oscar Wilde dijo: «La muerte de Lucien de Rubempré es el gran drama de mi vida». Rubempré es la imagen contraria a ese incomparable e inescrupuloso arribista como lo es Eugenio de Rastignac. La clave de todo la ha escrito estupendamente William Somerset Maugham: «Balzac tenía una notable preferencia por Rastignac. Le proporcionó un origen de noble cuna, buen aspecto, encanto e ingenio; y además lo hizo intensamente atractivo para las mujeres. ¿Sería caprichoso sugerir que tuvo en Rastignac al hombre por el que hubiera dado todo por ser, salvo su fama? Balzac adoraba el éxito. Es posible que Rastignac fuera un bribón, pero había logrado hacerse de una posición. Es cierto que su fortuna fue `producto de la ruina de otros, pero fueron tontos al dejarse embaucar por él, y Balzac no tenía poco estima por los tontos. Lucien de Rubempré, otro de los aventureros de Balzac, fracasó porque era débil;…».
Rastignac era un poco Balzac, o al menos el personaje tenían bastante de su personalidad. Ser un arribista social y buen escritor son cuestiones que nunca se dan juntas, sin embargo en Balzac se complementaron con equilibrado estilo. Luego en la literatura han aparecido muchos advenedizos. Ninguno con la capacidad creadora de Balzac
 

domingo, 23 de marzo de 2014

Antonio Lobo Antunes

 

Por Moisés Elías Fuentes

Lobo Antunes, el otro merecedor del Nobel de la literatura portuguesa, ha pasado discretamente al lado del boom de Saramago. Sin embargo, estamos ante un autor de corte faulkneriano, de un público más selecto, pero de una obra que entusiasma. Es siempre una aventura. No hace mucho que salió su última novela y Moisés Elías Fuentes ahonda en ella con rigor.
 
 

 
Nunca supe por qué los relojes se contradecían
en los escaparates de las casas de empeño, tantas
horas diferentes todas seguras de sí mismas, tantos
segundos que se desmienten y acusan...
La obra literaria de Antonio Lobo Antunes (Lisboa, Portugal, 1942) está signada por la aventura del individuo que no ha logrado crearse y recrearse en su propia multiplicidad, y ha debido crearse y recrearse en la multiplicidad de los otros, aun a costa de su miedo, o su odio, a éstos. En la novelística de Lobo Antunes el protagonista diluye su existencia en la existencia del antagonista. Desde su primera novela, Memoria de elefante , editada en 1979, el autor portugués ha procurado no la reconstrucción de mundos, ya sociales o sicológicos, sino la deconstrucción de mundos interiores que se irrealizan en el mundo exterior.
La evolución prosística de Lobo Antunes se dirigió, desde temprano, hacia el desmontaje del discurso narrativo, hasta centrarse en la yuxtaposición tensa y contenida de monólogos interiores, desdoblamientos del ser e incluso escritura inmediata –auténticos guiños de ojo del médico siquiatra que también es el portugués- que invaden todos los ámbitos. De la seguridad de la prosa lineal el novelista ha saltado a las fragilidades del discurso poético y del sueño, que en su caso, irónicamente, parecieran estar aferrados a un realismo violento, exasperado cuanto más se le envuelve en las nebulosas de los sentimientos encontrados y en los discursos superpuestos, como se hace patente en Tratado de las pasiones del alma y en Manual de inquisidores –nótese la insistencia en los títulos racionalistas, en contraste con los contenidos oníricos y denodadamente emotivos-. La realidad deriva del sueño; el logos , de la poesía.
El lector de Lobo Antunes debe seguir los contradictorios procesos mentales de seres desconcertados de sí mismos, para comprender el desarrollo de las historias narradas, porque el mundo de afuera, en la obra del portugués, se observa siempre desde adentro, un adentro marginal, pero no inmóvil. Al ser manifestaciones desesperadas de defensa ante la feroz certidumbre de la realidad real, los procesos mentales de los personajes devienen en una visión paradójica, mezcla de alucinación y lucidez ante lo vivido.
Una mirada superficial a la obra de Lobo Antunes podría hacer pensar en una novelística de anécdotas deshilvanadas y de un lenguaje pretenciosamente anárquico. Sin embargo, la lectura atenta revela historias simétricas que se cohesionan con los conflictos íntimos de los personajes. La visita que hace un hombre, convencido de que Gardel no murió en el accidente de aviación, a su hijo heroinómano en estado de coma, es la base sobre la que se estructura y desestructura la antiheroica peregrinación de La muerte de Carlos Gardel , publicada originalmente en 1994 ( A morte de Carlos Gardel . Traducción de Mario Merlino. Ediciones Siruela. Madrid, 2001); la eliminación de un contrabandista de diamantes en la Angola en guerra de independencia es el hilo conductor del delirante viaje que ocupa Buenas tardes a las cosas de aquí abajo , decimosexta novela del autor, lanzada en el 2003 ( Boa Tarde as Coisas Aquí em Baixo . Traducción de Mario Merlino. Random House Mondadori. Argentina, 2004).
En la obra del portugués, el hombre y la mujer están sesgados por un entorno que los controla y los reprime, en un acto que retoma con violencia los planteamientos del materialismo dialéctico –el ser interior determinado por la influencia de las fuerzas exteriores que conducen al ser social-. Las vidas de Miguéis y Marina en Buenas tardes a las cosas de aquí abajo están marcadas por la presencia de un pecado original que los disecciona de inicio y los deriva en seres a medias. El pecado de Miguéis, de Marina, de Seabra o de Anabela está en la raíz de sus personas: la negritud, la soledad, el mestizaje, la tristeza, la mediocridad económica, el incesto, la prostitución, son pecados porque subrayan a la otredad, insertan desavenencias en el mundo de lo normal, y se vuelven inadmisibles por su carácter autónomo y decididamente individual. La otredad es excéntrica, y todo lo periférico está condenado a morir: Una tarea sencilla, Seabra, la más sencilla que le hayan encargado alguna vez, se encuentra a sí mismo y se mata . Sólo el otro puede matarse a sí mismo, porque la condición excéntrica le da una cruel conciencia de su existir.
Como apuntara antes, lo que domina en Lobo Antunes es el discurso poético. La poesía como antiescritura que desequilibra la naturaleza dual de la novela, que reúne en su esencia a la congruencia racionalista con el desbordamiento imaginativo. En un intento por aprehender el caos y el orden de la Angola en guerra y del Portugal decadente, el oscuro y prescindible agente del Servicio secreto Seabra -¿o Miguéis, o Marina, o tal vez todos sin saberlo?- escribe en la misma hoja todos los reportes, todas las observaciones, todas las reflexiones de las actividades de espionaje y cacería humana que cumple para una entidad no menos oscura, el Gobierno, que se vislumbra como una amenaza confusa, suerte de región del olvido en la que todo erosiona y se borra. Seabra quiere expresarse en una escritura que es todas las escrituras y que por su imposibilidad de concretarse en la realidad, se vuelve indispensable para comprenderla.
Pero si la escritura múltiple y simultánea es imposible, sí es posible la polifonía poética, las voces que se desdicen, se niegan y al tiempo se develan y se complementan. La voz del otro se continúa en mi voz, y el otro es mi yo desconocido. Buenas tardes a las cosas de aquí abajo puede bien leerse como el pentagrama novelado de una sucesión de voces armonizadas por una búsqueda común, aunque estrictamente personal: enmascararse, ocultarse, simularse.
En Buenas tardes a las cosas de aquí abajo Lobo Antunes retorna a un tema básico para su vida, la guerra colonial de Portugal en Angola, en la que participó como médico del ejército, lo que propició su posterior vocación literaria. En aquella guerra el autor ha visto el drama de Angola, consumida por el atraso y el divisionismo de los independentistas, más preocupados por alcanzar el poder que por encontrar su diversidad nacional, y el drama de Portugal, que se ve de golpe limitado a sus fronteras, encerrado en su realidad. A pesar de que mucho hay de biográfico en el texto, Lobo Antunes lo que explora es el pensar y el sentir de un puñado de personajes dispersos, fragmentarios, orillados a la paradoja de ser actores marginales de su propia extinción.
Como Angola y Portugal, los personajes deben destruirse y construirse –deconstruirse- en la intimidad de la incertidumbre individual. Como ambos países, la novela se puebla de hijos sin padres y padres sin hijos, en una anagnórisis irresuelta: sé quién eres, si procedo de ti o procedes de mí, pero ya no puedo reconocerte, porque ya no me reconozco. Nadie sabe de dónde procede, de quiénes desciende, y las presencias del incesto y los licaones es la única irónicamente cierta. El incesto como expresión exasperada de un poder enclaustrado que se devora y se degrada; los licaones, animales de la imaginería supersticiosa pero también perros salvajes, como expresión de las furias oscuras que resurgen en el caos. Incesto y licaones: antropofagias morales y físicas.
Tal vez por esto la novela se advierte impregnada por una secreta y violenta sed de subversión contra el yo íntimo: los protagonistas se sublevan contra lo que son y terminan en inadaptados; la prosa se subleva y se troca en poesía; el novelista se subleva contra la tiranía del logos y se depreda a sí mismo – Fíjese en cómo se puede contar una historia en un minuto, aprenda -; las historias minúsculas se sublevan contra la Historia mayúscula; el lector se subleva contra lo leído y prefiere lo sentido, lo tocado. Me deshago de mí para rehacerme, refundarme.
Sólo en la deconstrucción el individuo puede reencontrar lo que se había negado a ser. Sólo en la deconstrucción del discurso encuentra el escritor sus demonios interiores, su agresiva subjetividad que revisa y reinventa a la objetividad. Sólo en la deconstrucción de la lectura llega el lector a alejarse de la objetividad para revisar y reinventar su oculta subjetividad. La novela como deconstrucción de dos individuos, el escritor y el lector, que únicamente pueden comunicarse desde sus soledades. Buenas tardes a las cosas de aquí abajo quiere hacer emerger un lenguaje razonado del mundo de las experiencias interiores, por naturaleza ilógicas y arbitrarias. Pero si no emerge lo racional, lo ordenado, emerge algo distinto, no menos intenso y veraz, el silencio, igualmente comunicativo, igualmente crítico del mundo exterior, de las cosas reales de aquí abajo, de lo que soy y lo que he sido sin entenderlo, sin entenderme. El silencio pleno de voces como otra forma de la literatura, tal es la propuesta de Antonio Lobo Antunes.

sábado, 22 de marzo de 2014

Manuel Mujica Laínez. Genial, provocador, de fino humor y sobre todo aristócrata de las letras.

 

Mujica Laínez, a los 100. Música secreta

Manuel Mujica Laínez, (Buenos Aires, 1910-Córdoba, Argentina, 1984), genial creador de Bomarzo o Los ídolos, hubiese cumplido 100 años.Un siglo de genio, provocación y literatura sin el que apenas podemos entender a Cortázar, Sábato, Vargas Llosa o Roberto Bolaño.

LUIS ANTONIO DE VILLENA - | Edición impresa
 
Manuel Mújica Láinez
Resulta un punto raro estar en el centenario de un gran escritor al que uno trató (y con mucha amistad) algo más de diez años, pero que murió en abril de 1984, con setenta y tres y apariencia de más, porque Manuel Mujica Láinez, para casi todos "Manucho", nacido en Buenos Aires en 1910, de una familia patricia venida a menos, como le gustaba recordar, siempre aparentó, con su aire distinguido y elegantísimo, más edad de la que tenía. Con su monóculo, su sello de oro y su escarabajo final, parecía un viejo lord de otro tiempo, cosa que no le gustaba que le dijeran cuando estuvo por última vez en España (primavera de 1982) porque era cuando la guerra de las Malvinas y él era un argentino patriota, que en ese momento debía estar (y estaba) contra su querida Inglaterra.

Mujica Láinez era un escritor que se formó en el modernismo simbolista y en los gustos un tanto decadentes del fin de siècle (su padre fue muy amigo de Enrique Larreta, escritor al que admiró de joven) pero que luego fue adentrándose en la necesaria modernidad, de la mano de Proust y de Virginia Woolf de quienes hay claros trazos -pero muy personalizados- en su obra. Claro que a él no le gustaba que se olvidara que había sido periodista (en el diario La Nación) desde 1932, y que también debía mucho a esa profesión que te lleva a viajar, a ser especialista en arte moderno, pero también a medir la longitud de las líneas y a no irte por las ramas innecesariamente. Yo creo que las primeras grandes novelas de Manucho son la cuatrilogía que se abre con Los Idolos (1952) y se cierra con Invitados en El Paraíso (1957), cuatro espléndidas novelas sobre la crisis final de la vieja oligarquía cosmopolita porteña, que desgraciadamente no son su obra más conocida en España, pero que sin duda cuenta (recuerdo La Casa, que narra cómo la van echando abajo, con tantos recuerdos dentro) entre lo mejor que escribió. Pero cuando esos libros vieron la primera luz, era poco o nada conocido en España.

Aquí triunfó sobre todo -y en medio mundo- con una gran novela histórica sobre un duque jorobado en el Renacimiento italiano, que curiosamente no está falta de íntimos rasgos autobiográficos. Hablo de Bomarzo (sin duda su obra más conocida y plurieditada) que se publicó en 1962, el mismo año que Rayuela de Julio Cortázar. Ambas novelas tuvieron un premio internacional conjunto y Julio le escribió a Manucho proponiéndole (puro humor cortazariano, que al otro lo divirtió) editar juntos los dos tomazos con el título -a elegir- de Boyuela o Ramarzo… Manucho escribió otras novelas históricas, hasta El Escarabajo de 1982, que yo presenté en Madrid con él, pero ninguna cosechó el éxito de Bomarzo, ya un clásico.

Para otros, Mujica Láinez era, ante todo un cuentista extraordinario y mago, que a menudo sabía enhebrar distintas historias como en Aquí vivieron (1949), historia de una quinta en San Isidro, cerca de Buenos Aires, donde los relatos independientes ocurren a lo largo de la historia en el mismo lugar y se van engarzando uno con otro. Espléndida es su última colección (aparecida poco antes de su muerte). Un novelista en el Museo del Prado -1984- donde no sólo demuestra el gran conocimiento que tenía de nuestra gran pinacoteca, sino que se permite sacar a los personajes de los cuadros célebres en la noche y hacer que se hablen, se enamoren o se confundan, como cuando los cortesanos y divertidos pastores de Watteau se meten, sin darse cuenta, en la barca de La laguna Estigia de Patinir, y cuando se percatan ya parece tarde…

Gran viajero a la antigua (cuando yo lo conocí en 1974, llevaba casi un año de viaje, con un joven amigo, fuera de una Argentina turbulenta que en ese momento no le gustaba), Manucho llevaba bien algunas contradicciones: Casado y padre de familia, conservador de clara estirpe liberal, era homosexual y al fin no lo ocultaba, yendo siempre con un amigo bastante más joven al que llevaba a todas partes, desde reuniones literarias a cenas con la infanta Margarita y su esposo, que fueron amigos suyos. Manucho (siguiendo sus orígenes culturales y sus gustos) prefirió siempre, pese a su vastísima cultura, ser tenido mejor por un "artista" que por un "intelectual". En los tiempos que vivió, ésa no era una buena elección porque su lado aparentemente frívolo o mundano, tapaba su vertiente más seria. Pero él aceptó ese envite, y probablemente algo perdió en la apuesta.

Como Borges (con quien se llevaba muy bien, el ciego le dedicó un magnífico poema) descreía de la política y era antiperonista, cosas ambas que le otorgaron un sello de conservador que tampoco lo definía, en absoluto. Su casa en la serranía de la Córdoba argentina es ahora un museo. Era un hombre serio, divertido, esnob y un conversador maravilloso. Además, el autor de Bomarzo y permítaseme recordarlo, también de Los Idolos. Un grande, seguro.
Bio-bibliografía

1910, 11 de septiembre. Nace Manuel Mujica Laínez en Buenos Aires, en una familia descendiente del fundador de la ciudad, Juan de Garay.

1923-26. Viaja a Europa. Estudia en la Ecole Descartes, de París. Regresa a Argentina.

1927. Empieza a colaborar en "La Nación".

1928. Completa los estudios secundarios en el Colegio Nacional de San Isidro. Ingresa en la facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

1936. Se casa con Ana de Alvear. Publica Glosas castellanas.

1938. Viaja a Bolivia, en misión periodística. Lanza su primera novela, Don Galaz de Buenos Aires.

1943. Estampas de Buenos Aires.

1947. Vida de Anastasio el Pollo.

1949. Aquí vivieron, cuentos.

1952. Los ídolos, novela.

1954. La casa, novela.

1956. Es elegido miembro de la Academia Argentina de Letras.

1957. Viaja a Ecuador. Gran premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores y II premio Nacional de Literatura. Invitados en el Paraíso.

1959. Miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes.

1962. Publica Bomarzo.

1963. Premio Nacional de Literatura.

1965. Publica El Unicornio.

1968. Viaja a Estados Unidos para asistir al estreno de Bomarzo en Nueva York. De milagros y de melancolías, novela.

1978. Aparece el primer tomo de las Obras Completas.

1982. Publica El escarabajo. Recibe la Legión de Honor del gobierno de Francia.

1984. Muere en "El Paraíso", en Córdoba (Argentina) el 21 de abril.


viernes, 21 de marzo de 2014

(BURGESS – KUBRICK)

 


 
LA NARANJA MECÁNICA

(BURGESS – KUBRICK)
 
O BÁSICO + FRASES+ CURIOSIDADES
+ CRÍTICA FILOSÓFICA

La naranja mecánica (cuyo título original es A Clockwork Orange) es una novela de Anthony Burgess, publicada en 1962 y adaptada por Stanley Kubrick en la película homónima aparecida en 1971. Se la considera parte de la tradición de las novelas DISTÓPICAS británicas, sucesora de trabajos como 1984 de George Orwell y Un mundo feliz de Aldous Huxley.
Kubrick fue uno de los cineastas más exigentes de la historia del cine. Controla todo el proceso de producción de sus trabajos, supervisaba el doblaje de sus películas a otros idiomas, y salvo ocasiones excepcionales, nunca permite que se proyecten por televisión. Murió durante el rodaje de su última película Eyes Wide Shut en 1999.



IDEA
La violencia por la violencia, la sociedad corrosiva, la reinserción en una sociedad corrupta.

Origen del título




Burgess mencionó que el título se deriva de una vieja expresión cockney (As queer as a clockwork orange, que podría traducirse como "tan raro como una naranja de relojería" (no sentido, "máis raro ca un can verde"), pero descubrió que otras personas encontraban nuevas interpretaciones para el título. Por ejemplo, hubo gente que creyó ver referencias a un antropoide (más precisamente a un orangután, pues la palabra orang es de origen malayo) mecánico. Hubo rumores de que Burgess tuvo la intención de titular su libro originalmente como "A Clockwork Orang" y que tras una ultracorrección terminó con el título con el que lo conocemos hoy. EN SU ENSAYO "CLOCKWORK ORANGES", BURGESS MENCIONA QUE "ESTE TÍTULO SERÍA IDEAL PARA UNA HISTORIA ACERCA DE LA APLICACIÓN DE LOS PRINCIPIOS PAVLOVIANOS O MECÁNICOS A UN ORGANISMO QUE, COMO UNA FRUTA, CUENTA CON COLOR Y DULZURA". EL TÍTULO ALUDE A LAS RESPUESTAS CONDICIONADAS DEL PROTAGONISTA A LAS SENSACIONES DE MALDAD, RESPUESTAS QUE COARTAN SU LIBRE ALBEDRÍO.
Nadsat




- La novela de Anthony Burgess (1917-1993) está escrita en nadsat, un inglés futurista mezclado con el ruso. Burgess argumenta que utilizó este artificio lingüístico para disfrazar el alto contenido pornográfico y violento de la novela.
- El atentado que sufre el escritor en la novela es un desagradable episodio autobiográfico.
La naranja mecánica nació de dos experiencias personales del autor. En 1944, mientras Anthony Burgess servía en Gibraltar, su esposa embarazada fue atacada, golpeada y robada por cuatro desertores del ejército americano (2ª Guerra Mundial), a resultas de lo cual perdió el embarazo. Nunca habría otro, y el autor siempre sintió que el alcoholismo y la temprana muerte de su mujer fueron consecuencia directa de esa experiencia.
El otro episodio fue inmediatamente anterior a la redacción de la novela. En 1960 se le diagnosticó a Anthony Burgess un tumor cerebral, y se le dio un año de vida. Decidido a asegurar el futuro de su mujer mediante los derechos de autor, escribió cinco novelas y media en un año, al cabo del cual se encontró todavía con su vida en sus manos. Burgess viviría otros 33 años, ya que el diagnóstico era erróneo!!, y la media novela, completada, se convertiría eventualmente en La naranja mecánica.
EL LIBRO, NARRADO POR ALEX, ESTÁ ESCRITO CON ABUNDANCIA DE EXPRESIONES NADSAT, UNA FICTICIA JERGA ADOLESCENTE, MEZCLA DE PALABRAS BASADAS EN EL IDIOMA RUSO, CIERTAS VOCES DE LA JERGA RIMADA COCKNEY Y PALABRAS INVENTADAS POR EL PROPIO AUTOR. EN LA SEGUNDA PARTE DEL LIBRO (CAPÍTULO 6), UNO DE LOS MÉDICOS DE ALEX, EL DOCTOR BRANOM, DESCRIBE ASÍ EL NADSAT: "FRAGMENTOS DE UNA VIEJA JERGA. ALGUNAS PALABRAS GITANAS. PERO LA MAYORÍA DE LAS RAÍCES SON ESLAVAS". BURGESS ESCRIBIÓ QUE SU LIBRO, LEÍDO DE FORMA SISTEMÁTICA, ERA COMO "UN CURSO DE RUSO CUIDADOSAMENTE PROGRAMADO".
La película






La película de Stanley Kubrick se caracteriza por extremas y perspectivas audacias de experimentación formal: acelera o ralentiza el tiempo narrativo, utiliza la composición en friso durante la escena en que la pandilla actúa como conductores suicidas, utiliza a veces la cámara manual, recurre al collage con fragmentos de películas antiguas, en algunas ocasiones anticipando la técnica del videoclip, engendra el género de las películas ultraviolentas, que tanto juego daría posteriormente, y utiliza la innovadora música electrónica en el recién creado sintetizador Moog del compositor Walter Carlos, ahora Wendy Carlos tras su cambio de sexo. La estética de la película, asimismo, es rompedora en el lenguaje y en el ímpetu desmitificador y cínico que trasluce. EL MENSAJE MORAL QUE DEJA ES QUE ES MEJOR SER MALO POR VOLUNTAD, A SER BUENO POR OBLIGACIÓN (TAL COMO LO DICE EL PÁRROCO). (EU CREO QUE É MOITO, MOITO MÁIS COMPLEXO CA ISTO).
 
El guion, sin embargo, se inspira en la edición estadounidense de la novela que carecía del último capítulo en que el protagonista se regenera. LA PELÍCULA HA CAUSADO GRAN IMPACTO DESDE SU ESTRENO, SOBRE TODO PORQUE CUENTA CON ESCENAS DE VIOLENCIA EXPLÍCITA, Y PARTICULARMENTE CRUEL EN ALGUNAS ESCENAS. COMO SE EXPLICA EN EL DOCUMENTAL STANLEY KUBRICK: UNA VIDA EN IMÁGENES DE WARNER BROS., PUBLICADO EN 2001, EN SU ESTRENO TUVO TANTA REPERCUSIÓN QUE, EN INGLATERRA, SE SUCEDIERON UNA SERIE DE CRÍMENES PERPETRADOS POR JÓVENES QUE SUPUESTAMENTE SE VEÍAN INSPIRADOS POR LA PELÍCULA. STANLEY KUBRICK SE ENCONTRÓ BAJO UNA GRAN PRESIÓN, YA QUE ALGUNOS MEDIOS LE APUNTABAN A ÉL COMO CULPABLE DE LO SUCEDIDO. KUBRICK SE VIO SERIAMENTE AFECTADO, NO SÓLO PORQUE RESIDIERA EN INGLATERRA, SINO POR SABER QUE NO TODOS HABÍAN INTERPRETADO CORRECTAMENTE LOS MENSAJES QUE SUBYACEN TRAS LA VIOLENCIA QUE MUESTRA EN SU OBRA. ANTE ESTA SITUACIÓN, KUBRICK FORZÓ A LA WARNER A QUE RETIRARA POR COMPLETO LA DISTRIBUCIÓN DE LA PELÍCULA DE GRAN BRETAÑA, TRAS SESENTA Y UNA SEMANAS EN CARTEL!!!. ESTO MUESTRA LA GRAN LIBERTAD DE LA QUE GOZABA EL DIRECTOR (AL SER CAPAZ DE IMPONER UNA DECISIÓN PERSONAL A UNOS GRANDES ESTUDIOS), ASÍ COMO SU GRAN DETERMINACIÓN. LA NARANJA MECÁNICA NO PUDO SER VISTA EN GRAN BRETAÑA HASTA DESPUÉS DE LA MUERTE DE STANLEY KUBRICK, EN 1999!!!. (Hai quen comenta que tardou en verse en televisión por culpa da nai de Kubrick, quen despois de ver a película lle dixo a seu fillo que era un indecente e un "guarro" (¡!!). O caso é que Kubrick, pola súa nai ou por propia decisión debida á incomprensión allea e á culpabilidade propia, á decepción, decidiu quitar as copias da película dos cines, e tamén as de televisión, dicindo que só permitiría que fosen vistas despois da súa morte.)
La Técnica de Ludovico




LA TÉCNICA DE LUDOVICO (COMO ES PRESENTADA EN LA VERSIÓN CINEMATOGRÁFICA) ES UN TRATAMIENTO BASADO EN EL CONDICIONAMIENTO CLÁSICO. CONSISTE EN EMPAREJAR UN ESTÍMULO INCONDICIONADO (UNA DROGA QUE PRODUCE VÓMITOS) CON UN ESTÍMULO CONDICIONADO (IMÁGENES SEXUALES Y DE ULTRAVIOLENCIA) CON EL PROPÓSITO DE QUE A TRAVÉS DE LA REPETICIÓN DE DICHO PAR (PRESENTACIÓN SIMULTÁNEA DE LA DROGA CON LAS IMÁGENES) EL INDIVIDUO TERMINE RESPONDIENDO A LAS IMÁGENES DE LA MISMA FORMA EN LA QUE RESPONDE A LA DROGA (CON MALESTAR FÍSICO). FINALMENTE, LA PRESENTACIÓN DEL ESTÍMULO CONDICIONADO, LAS IMÁGENES, Y LAMENTABLEMENTE LA MÚSICA ASOCIADA A ELLAS, PROVOCA LA RESPUESTA CONDICIONADA DE MALESTAR FÍSICO. NA NOVELA: ALEX CONSIGUE CURARSE DEL TRATAMIENTO POR UN PROCESO LLAMADO INUNDACIÓN (FLOODING): AL PRESENTARSE LA MÚSICA CLÁSICA CONSISTENTEMENTE SIN LA DROGA, LA RESPUESTA DE MALESTAR FÍSICO SE EXTINGUE. (INTERPRETACIÓN BASADA EN EXPLICACIÓN DEL CONDICIONAMIENTO CLÁSICO)
ALGUNHAS FRASES DE INTERESE



ESTA É A FRASE FINAL DA PELÍCULA: "I was cured, all right"
"SIN LUGAR A DUDAS, ME HABÍA CURADO" ??????
"¿Qué mosca os ha picado? Hemos estudiado el problema, llevamos estudiándolo casi un jodido siglo pero no lo sacamos adelante. Aquí tienes un buen hogar, tus padres te quieren, no eres demasiado estúpido. ¿Qué te ocurre? ¿Se te ha metido el demonio dentro?."
(O seu titor de conduta)

E estas, algunhas conversacións fundamentais:
Cando Álex fala no cárcere co cura para que o meta na técnica Ludovico:

-ALEX: ¿Podría usted apuntarme a ese tratamiento, padre?
- CURA: Creo que te estás refiriendo a la técnica Ludovico.
-ÁLEX: No sé cómo se llama, padre...(...)
-CURA: Se haya aún en fase de experimentación...
- ÁLEX: Pero se aplica, padre (...) Sólo quiero ser bueno. Sólo quiero que el resto de mi vida sea un acto de bondad.
- CURA: LA CUESTIÓN ES SABER SI ESA TÉCNICA HACE BUENO DE VERDAD AL HOMBRE. LA BONDAD Y LA MALDAD NACEN CON NOSOTROS. LA BONDAD SE ESCOJE. SI EL HOMBRE NO ESCOJE DEJA DE SER HOMBRE. (¡¡¡¡¡)M


Conversación do Ministro do Interior co gobernador da prisión ao chegar ao cárcere para escoller alguén para o novo experimento:

-MINISTRO DO INTERIOR: "Se mete criminales juntos, ¿y qué se consigue?: Delincuencia concentrada. El crimen se alimenta con el castigo.
- GOBERNADOR: "Es cierto, señor. Hacen falta más cárceles y más dinero".
-MINISTRO: "¡Ni hablar, querido amigo! El gobierno ya no está para teorías penales pasadas de moda. Pronto vamos a necesitar más espacio para presos políticos. Los comunes, como estos, tienen un remedio científico: se les mata el reflejo criminal y ya está"
O que lle di o gobernador da prisión a Álex antes de permitirlle someterse á proba:
    • GOBERNADOR: "¡Ojo por ojo, digo yo! Si te pegan, ¿tú devuelves el golpe, no? ¿Por qué el estado cuando le atacan gamberros sin escrúpulos como tú no ha de poder contestar?
Comentario do doutor Brodsky cando lle comeza a facer efecto a droga a Álex no experimento condutista:

-BRODSKY: "DENTRO DE POCO, LA DROGA PRODUCIRÁ EN EL INDIVIDUO UNA PARÁLISIS APARENTEMENTE MORTAL UNIDA A UN PROFUNDO SENTIMIENTO DE TERROR Y DESAMPARO. UNO DE LOS PRIMEROS EN SOMETERSE A ESTA PRUEBA LA DESCRIBIÓ COMO ALGO PARECIDO A LA MUERTE, UNA ESPECIE DE AHOGO. HEMOS COMPROBADO QUE ES A LO LARGO DE ESTA FASE CUANDO EL INDIVIDUO ASOCIA DE MODO MÁS PROVECHOSO LA VIOLENCIA QUE CONTEMPLA CON SU PROPIO ENTORNO TRAUMÁTICO" (Está claro, non? CONDUCTISMO!!!! PAVLOV - SKINNER!!!)

Acaba a demostración do bo funcionamento da técnica. O ministro do interior pregunta se alguén ten algunha dúbida. ATENCIÓN M :
    • CURA: ¡EL LIBRE ALBEDRÍO!! ¡ESTE JOVEN NO TIENE DERECHO, OPCIÓN ALGUNA. SU PROPIO BENEFICIO, EL HORROR ANTE EL SUFRIMIENTO FÍSICO ES LO QUE HA OBLIGADO A ESTE MUCHACHO A PARTICIPAR EN ESTE ACTO GROTESCO DE HUMILLACIÓN!! (...) ¡¡DEJA DE SER UN CRIMINAL PERO TAMBIÉN DEJA DE SER UNA CRIATURA CAPAZ DE OPCIÓN MORAL!! (Na novela: ¡EL LIBRE ALBEDRÍO! SI LE QUITAMOS AL HOMBRE LA CAPACIDAD DE DECIDIR COMO QUIERE ACTUAR, ¿SIGUE SIENDO UN HOMBRE? ¿ES LÍCITO SUPRIMIR LA CAPACIDAD DE DECISIÓN DE UNA PERSONA AUNQUE ESTA ELIJA EL CAMINO DEL MAL? ¿AUNQUE MATE Y HAGA UN PROFUNDO DAÑO A LA SOCIEDAD? DIOS PREFIERE AL HOMBRE QUE ELIGE HACER EL MAL, ANTES QUE AL HOMBRE QUE ES OBLIGADO A HACER EL BIEN).
- MINISTRO INTERIOR: ¡PADRE, ESO SON SUTILEZAS. LOS MOTIVOS ÉTICOS NO NOS ATAÑEN. NUESTRA META ES SUPRIMIR LA CRIMINALIDAD... (ESCÓITANSE MOITOS APLAUSOS) Y ALIVIAR LA TREMENDA CONGESTIÓN QUE HAY EN NUESTRAS CÁRCELES!! NUESTRO JOVEN SERÁ UN BUEN CRISTIANO, DISPUESTO A PONER LA OTRA MEJILLA, A SER CRUCIFICADO ANTES QUE A CRUCIFICAR, LLENO DE ANGUSTIA ANTE LA SOLA IDEA DE MATAR UNA MOSCA. COMPLETAMENTE REGENERADO PARA MAYOR GLORIA DE DIOS. Y LO QUE IMPORTA ES QUE EL EXPERIMENTO HA RESULTADO.
 

CURIOSIDADES

Antes de rodar la escena de la violación a la mujer del escritor, McDowell estaba preparándose en el set y comenzó a cantar Singin' in the rain. Kubrick lo escuchó y le dijo que la cantara mientras realizaba la escena (Por regla general, el director no aceptaba jamás modificaciones en el guión). Otra versión menciona que fue Kubrick quien le pidió que tarareara alguna canción mientras se hacía la escena. En cuanto escuchó la canción, suspendió el rodaje y realizó llamadas para comprar los derechos de Singin' in the rain.
Durante la escena del tratamiento, Malcolm McDowell se rayó una córnea y estuvo temporalmente ciego. El doctor que estaba a su lado en la escena colocando solución salina en los ojos forzadamente abiertos de Alex no sólo estaba allí por motivos argumentales, sino que era un doctor real que prevenía que los ojos de McDowell se secaran. McDowell también sufrió de costillas fracturadas durante la humillación en el escenario, y casi se ahoga mientras se rodaba la escena en la que se le sumerge bajo el agua.
La película fue candidata a cuatro premios de la Academia (perdiendo contra The French Connection) y revitalizó las ventas de la Novena Sinfonía de Beethoven. También causó controversia y no fue permitida su exhibición en el Reino Unido. Para el tiempo de su re-estreno en el 2000, ya había ganado una reputación de película de culto. Muchos críticos y aficionados la consideran como una de las mejores películas jamás hechas.
La película ha sido criticada por su violencia excesiva y la falta de aparente humanidad, por grupos moralistas y religiosos, pregonando que sirve como un pésimo ejemplo de ideal de comportamiento para la actual juventud ávida de referentes en que basarse. En Hispanoamérica la película fue estrenada en 1977, calificada para mayores de 21 años, y fue recibida con una mezcla de críticas, por un lado, alabando la visión futurista de Kubrick, y por otro lado la violencia frontal y extrema exhibida calificándose por algunos grupos conservadores como un mal ejemplo de comportamiento social para las jóvenes generaciones.
La película fue calificada X en su estreno original en los Estados Unidos. Más tarde, Kubrick cortó, voluntariamente, 30 segundos de la película para su re-estreno, entonces se calificó como R y estrenada en los Estados Unidos en 1973.
En el Reino Unido, la violencia sexual de la película fue considerada extrema. Más adelante, se dijo que había inspirado imitaciones. La prensa culpó la influencia de la película en un ataque a un indigente y de una violación en la cual los atacantes cantaron Singin' in the Rain (Cantando bajo la Lluvia). Kubrick pidió a la Warner Brothers retirar la película del Reino Unido, pues en un momento dado se encontró bajo mucha presión llegando incluso a recibir amenazas de muerte.
Otras curiosidades que podemos mencionar:
-Cuando Alex entra a la tienda de música y se para delante de un mostrador, podemos observar que, entre otros discos, allí se encuentra la banda sonora de "2001: una odisea del espacio", dirigida anteriormente por Stanley Kubrick en 1968.
-El título del disco de Arctic Monkeys "Suck it and see", lanzado oficialmente el 6 de junio del año 2011, procede de una escena de la película La naranja mecánica, en la que aparece esta frase pintada en una pared del edificio donde vive el protagonista Alex DeLarge.
-El guardaespaldas de Frank Alexander fue interpretado por el culturista profesional David Prowse. Aun así, estuvo al límite del agotamiento después de repetidas tomas de él bajando por las escaleras a Frank Alexander en su silla de ruedas.
-El libro que está escribiendo Frank Alexander cuando Alex y sus "drugos" irrumpen en su casa se titula La naranja mecánica (A Clockwork Orange)".
-Los derechos de la película fueron vendidos por unos pocos centenares de dólares, pero después fue revendida por una suma mucho más grande.
-Antes que el director Stanley Kubrick llegase a estar envuelto en la película, fueron considerados varios repartos para Alex y sus "drugos", como chicas en minifalda, jubilados y hasta los Rolling Stones.
 
 

HAY DIFERENCIAS NOTABLES ENTRE LA PELÍCULA Y EL LIBRO:
La edad de la chica que intenta violar Billyboy en el casino, en la novela es de 10 años y en la película es ya una adolescente.
La edad de Alex en la novela es de 15 años mientras que en la película es de 18. Malcolm McDowell tenía 27 años cuando hizo la película. Pete, uno de sus drugos, tiene 17 años en el libro, mientras que el actor que lo interpreta, Michael Tarn, tenía 19 años.
En el libro, Alex mata a un preso durante su periodo en la cárcel.
El gusto musical de Alex en la película es más reducido, limitándose a Ludwig Van Beethoven, mientras que en el libro también alaba a otros grandes compositores como Félix Mendelssohn, Mozart, Johann Sebastian Bach, etc.
En el libro, el número de Alex en la prisión es 6655321, mientras que en la película se omite un 6 (655321).
En el libro, Alex lleva a su casa a dos niñas de 10 años (Marty y Sonietta) y las viola, después de conocerlas en una tienda de discos. En la película las chicas son mayores de edad y el encuentro sexual es consentido.
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En el libro Alex lleva pintada en la cara una araña , sin embargo en la película es una pestaña postiza.
 
 
Burgess tuvo sentimientos encontrados respecto a la adaptación fílmica de su novela. Públicamente, amó a Malcolm McDowell y Michael Bates, y al uso de la música; catalogó la película de «brillante», aún como una película tan brillante que podría ser peligrosa. Su reacción original a la película fue entusiasta, insistiendo en que la única cosa que le molestaba era la omisión del último capítulo de la historia, por lo cual culpó al editor americano y no a Kubrick.
 
De acuerdo a su autobiografía, Burgess se entendió muy bien con Kubrick. Ambos sostenían filosofías y opiniones políticas similares. Sin embargo, las cosas se pusieron mal cuando Kubrick le dejó a Burgess la defensa de la película frente a acusaciones de que magnificaba la violencia. Un devoto cristiano, Burgess trató varias veces de explicar el punto moralmente cristiano de la historia a enfurecidas organizaciones cristianas quienes sentían una influencia satánica en la película; Burgess incluso recibió premios por Kubrick.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
REFERENCIAS EN LOS DIBUJOS DE "LOS SIMPSONS"
 



-Homer el Smithers (Homer the Smithers): Al final del episodio, cuando Burns se cura, Smithers piensa en él como Alex al final de La naranja mecánica.
-El perro de la muerte (Dog of Death): Cuando Santa (el perro de los Simpsons), se escapa de casa, el señor Burns lo coge, y le hace el mismo "Tratamiento Ludovico" que a Alex, en la recuperación, obligado a ver películas de perros asesinos.
-Un tranvía llamado Marge (A Streetcar Named Marge): Marge interpreta la versión musical de "Un tranvía llamado deseo", interpretando a Stella. La noche antes de la obra, Marge habla con el tono de su personaje, Bart con el tono de Alex, y le pregunta a Homer: "me puedo saltar la escuela mañana?".
-La noche de Halloowen III (Treehouse of Horror III): Los simpsons tienen una noche de terror con tres historias. Durante la fiesta, Bart está vestido como Alex. Al final del episodio, Bart dice con acento de Malcolm McDowell: "fiesta estúpida."
-Sin Duff (Duffless): Después que Bart arruine el experimento científico a Lisa, esta crea un nuevo experimento: "Es bart más estúpido que un hamster?". Usando "electroshocks" en pasteles (para Bart), y comida (para el hámster), Lisa encuentra su respuesta. Después de más de un tratamiento, Bart tiene dos pasteles delante, y revive la escena de Alex del "Tratamiento Ludovico".
 




UNHA BOA CRÍTICA FILOSÓFICA




SEVERO Y PLENO RETRATO HACE KUBRICK DE LA SOCIEDAD YANQUI CONTEMPORÁNEA DE ENTONCES, retratando poderosamente, primero el ambiente familiar, a los elementos de control familiar, los padres, como individuos que toman pastillas para dormir, además de la madre, que trabaja en una fábrica, viven en una casa de grandes agrupaciones de viviendas en edificios, en una clara alegoría al capitalismo yanqui, su sistema, sus fisuras que son desnudadas y expuestas, llevando al máximo ridículo el retrato de esa sociedad, con sus estrafalarios y coloridos decorados hogareños, chillonas combinaciones cromáticas, un lunático ambiente es el que nos describe Kubrick de la Norteamérica de entonces, elocuentes sus imágenes para el retrato de la enajenación capitalista yanqui de esos días. Pero evidentemente el filme va más lejos, retrata la sociedad completa, sus carencias, su sistema penitenciario, su anquilosada burocracia, la reducción de un ser humano a un mero conjunto de números, quedando esto cómicamente representado cuando Alex sale de prisión, momento ambientado con melodía de graduación, como si un estadío educacional se estuviera terminando, el mordaz sarcasmo está servido. No terminará el sórdido desfile de demencia, la reducción humana continúa, pues el gobernador es un individuo extremadamente maquiavélico, utiliza a Alex como una herramienta, como un elemento para cimentar y mejorar su imagen gubernamental, símil intención que tuvo el literero antes agraviado, las máscaras políticas, es pues una actitud de gobierno que siempre estuvo, sigue estando, y siempre estará presente en la realidad, que supera a la ficción. Otras figuras del bosquejo social por Kubrick pintado, y que se distinguen del texto, son por ejemplo, el viejo literato, viudo ya, que convive con un fornido levanta pesas; otra imagen, la del doctor fornicando plácidamente con su enfermera cuando Alex sale del amplio letargo, figuras elocuentes con las que el realizador norteamericano termina de diagramarnos su personal concepto de la enajenada sociedad de entonces. Esta sociedad tiene su máximo producto en los drugos, el fruto máximo de esa putrefacta sociedad, Alex y sus sórdidos camaradas que se divierten bailando y cantando por la ciudad, que es su parque de diversiones, donde practican sus bizarras aventuras, dando rienda suelta a los lascivos y destructores impulsos, siendo dos de ellos incluso luego policías, los agentes de control y justicia. Es ese el
dibujo general yanqui que Kubrick nos presenta.





Se retrata asimismo el tema principal de la obra literaria, el tema controversial, el meollo del asunto, y es la severa disyuntiva moral y ética que se desprende del tratamiento aplicado, el tratamiento Ludovico, que ciertamente elimina la violencia del comportamiento del individuo tratado, pero a un alto costo, al costo de su humanidad. La máxima libertad humana, la libertad de elección, el libre albedrío, queda suprimida, el individuo en efecto no puede realizar actos malvados ni violentos, pero no por su elección, sino por una respuesta obligada de repulsión a la violencia, quedando pues servida la controversia de si es aceptable realizar y aplicar el método, en pro de mejorar el ambiente social, de reducir los niveles de delincuencia y criminalidad, pero a un alto costo, de convertir a los miembros de esa sociedad en elementos privados de su voluntad, es el principal postulado y debate propuesto por la obra, que se respeta perfectamente en el filme.

 
 
 

 
Compilación: Manuel Seixas, Maio 2013

jueves, 20 de marzo de 2014

Czeslaw Milosz

 
Czeslaw Milosz (1911-2004) - Lo pronunciado se fortalece
Por Seamus Heaney
Sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, disidente del comunismo, exiliado más de una vez, lector en ruso, francés e inglés, nacido en Lituania de familia católica polaca, Milosz encarna el ideal europeo del hombre culto y el testigo privilegiado. Narrador, memorialista y crítico, su destino de autor se cifra, sin embargo, en la poesía, su primera y última vocación. Su lector y amigo Seamus Heaney, Premio Nobel como él, escribe este sentido cenotafio
Octubre 2004 | Tags:
Entrevista
Ensayo
literatura
Hace ya buen rato que quienes conocieron de cerca a Czeslaw Milosz no podían dejar de preguntarse cómo sería su ausencia. Mientras tanto, él se mantenía más firme que nunca, escribiendo allá en Cracovia, nonagenario ya, en un apartamento donde tuve el privilegio de visitarlo dos veces. En la primera ocasión, estaba en cama, demasiado indispuesto para asistir a una serie de conferencias organizadas en su honor; y en la segunda, se hallaba a buen resguardo en su sala, cara a cara con un busto de bronce tamaño natural de su segunda esposa, Carol, unos treinta años menor que él, que había muerto víctima de un cáncer rápido y cruel en el 2002: ahí sentado a un costado de aquella habitación, frente a la escultura de bronce, el viejo poeta parecía estar contemplándolo todo desde otra orilla. Por entonces se hallaba al cuidado de su nuera, merced a cuyas oscilantes atenciones, así como a su propia apariencia algo transfigurada, uno pensaba en el anciano Edipo y en las hijas ocupándose de su bienestar en el bosquecillo de Colono: aquel vetusto rey había llegado al sitio donde sabía que moriría. Colono no era su lugar de nacimiento, pero sí el lugar donde había vuelto a casa a encontrarse con su persona, con el mundo y con el otro mundo: lo mismo se podía decir de Milosz en Cracovia.
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"El niño que vive dentro de nosotros confía en que en alguna parte existan hombres sabios que posean la verdad": según sus propias palabras y para sus muchos amigos, Milosz encarnaba a uno de esos hombres sabios. Sus frases célebres se citaban a diestra y siniestra, incluso cuando se trataba más de agudezas que de sabiduría. Unos días antes de su muerte, recibí una carta de Robert Pinsky en la que me contaba su visita, el mes anterior, al hospital en que estaba internado Czeslaw. "¿Cómo estás?", le preguntó Robert. "Consciente —fue la respuesta—. Tengo la cabeza llena de chucherías." Ésta fue la primera vez que detecté una nota de temor en su discurso. Un par de años antes, por ejemplo, un cuestionamiento semejante por parte de Robert Hass, colega traductor de Pinsky, había obtenido como contestación: "Sobrevivo por encantamiento", que sonaba más a su persona. Su vida y obra se basaban en la fe en "una palabra que han despertado labios que mueren". Este primordial principio artístico se relacionaba claramente con el último evangelio de la Misa, el In principio de San Juan: "En el principio era el Verbo." Inexorablemente, entonces, a lo largo de toda una vida en busca de una vocación poética, de un estudio cuidadoso de lo que esa búsqueda significaba, y de una incesante y rica productividad en cuanto a sus hábitos de composición, desarrolló una feroz convicción en la sagrada fuerza de su arte, en la convocatoria de la poesía a combatir la muerte y la nada, a ser "Un incansable mensajero que va corriendo / A través de campos interestelares, a través de galaxias vertiginosas, / Y llama a voces, protesta, grita." (del poema "Significado"). Con Milosz ausente, el mundo ha perdido a un increíble testigo de esta inmemorial creencia en el poder salvador de la poesía.
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Su credibilidad fue y seguirá siendo primordial. Nunca mostró el menor gesto solapado en cuanto a su profesión de fe en la poesía, a la que alguna vez llamó la "aliada de la filosofía al servicio del bien", cuyo mensaje habría de "llegar a las montañas merced al unicornio y al eco". Tal confianza en el delicioso potencial del arte y del intelecto para otorgar júbilo quedaba protegida por fuertes bastiones construidos a base de conocimientos y experiencia que él se había ganado de primera mano y a un costo altísimo. Su pensamiento, dicho de otro modo, era al mismo tiempo un jardín —ora un jardín de monasterio, ora un jardín de las delicias terrenales— y una ciudadela. Las fortificaciones en torno al jardín se situaban en una alta montaña, desde donde él podía ver los reinos del mundo, reconocer sus tentaciones y sus tragedias, y comunicarle a sus lectores tanto la frescura como la interiorización que esta situación permitía. En alguna parte, por ejemplo, compara un poema con un puente hecho de aire sobre el aire, y una de las delicias de su obra es la correspondiente sensación de una realidad vigilante desde la perspectiva de una mente esclarecedora, que lo dejaba a uno libre dentro de la auténtica soledad del propio ser y, a la vez, le ofrecía una gratificante compañía espiritual, gracias a lo cual siempre le daban ganas de decir: "Qué bueno que estamos aquí."
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Milosz estaba bien consciente de este aspecto de su obra, y fue muy explícito acerca de su deseo de que la poesía, en general, fuera capaz de ofrecer tan elevado nivel de consideración. Sin embargo, como para probar la verdad de la idea de W.B. Yeats, según la cual no hay avance sin contrariedad, era igualmente enfático acerca de la necesidad de la poesía de descender de su elevada posición ventajosa para arrastrarse entre los nómadas del valle. No bastaba con que el poeta fuera como la Venus de "El escudo de Aquiles", de W.H. Auden, que miraba por encima del hombro de su artefacto rumbo a un panorama lejano que lo incluía todo, desde la comedia en la cocina hasta el genocidio. El poeta debía estar allá abajo con el populacho común y corriente, cara a cara con la familia de refugiados en el suelo de la estación del tren, compartiendo el olor de migajas rancias que la madre reparte entre sus críos incluso con las botas de la patrulla militar encima, mientras la ciudad es bombardeada, y los mapas y los recuerdos estallan en llamas. Se necesitaba una conciencia acerca de la trivialidad y las tribulaciones de la vida de los demás para humanizar el canto. No era suficiente desplazarse por los salones del mundo avant-garde. Hay ciertas cosas, según lo dice en "1945", que no se pueden aprender "de Apollinaire, / de los manifiestos cubistas, ni de los festivales en las calles de París". Milosz habría entendido profundamente y habría estado de acuerdo con la contención de John Keats en cuanto a que el uso de un mundo de dolor y perturbación habría de aleccionar la inteligencia, convirtiéndola en un alma. El soldado con licencia del poema "1945" ha recibido justamente esa lección:
En la estepa, conforme se vendaba los pies sangrantes con un trapo,
Comprendió el fútil orgullo de aquellas encumbradas generaciones:
Hasta donde podía ver, una tierra rasa, irredenta.
Y en tan drásticas condiciones, ¿qué tiene el poeta que ofrecer? Sólo lo que se le ha concedido merced a la costumbre y la ceremonia, merced a la civilización:
Parpadeé, ridículo y rebelde,
Solo con mi Jesús María en contra del poder irrefutable,
Descendiente de ardientes plegarias, de doradas esculturas
y milagros.
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Hombre tierno respecto de la inocencia, de mente firme ante la brutalidad y la injusticia, Milosz podía ser a ratos susceptible, a ratos despiadado. Ora evocaba el erotismo virginal de alguna muchacha adolescente rondando los jardines de una lituana casa solariega, ora llevaba a cabo una anatomía de los rasgos de carácter y dones creativos mal dirigidos que empujaron a algún contemporáneo a quedar atrapado en la red marxista. De principio a fin, un desalmado poder analítico coexistía con un indefenso placer sensual. Recuerda los olores del pan recién horneado en las calles de París en sus épocas de estudiante, al tiempo que convoca los rostros de sus compañeros de clase de Indochina, jóvenes revolucionarios que se preparaban para tomar el poder y "matar en nombre de bellas ideas universales". En una ocasión, después de una lectura de poesía en Harvard, donde parecía haber combinado, según lo relaté después, los papeles de Orfeo y Tiresias, me confió: "Me siento como un chiquillo jugando a las márgenes del río." Y los poemas lo convencían a uno de que aquí también estaba diciendo la verdad. De hecho, Milosz demostró la falsedad del verso de T.S. Eliot acerca de que el ser humano no puede tolerar demasiada realidad. El joven poeta que comenzó con sus pares en los cafés y en las controversias de la Varsovia de 1930 estaba presente cuando esos mismos jóvenes poetas morían en la balacera de la Insurrección de Varsovia, cuya memoria había dejado apenas huella como unos graffiti en los escombros de la ciudad devastada. El viejo, el sabio de la Calle Grizzly Peak en Berkeley, veterano de la Guerra Fría, héroe de Solidaridad, amigo del Papa, fue al mismo tiempo el niño "que recibe la Primera Comunión en Vilna y después bebe el chocolate caliente que le sirven fervorosas damas católicas", y el poeta que constantemente escuchaba "el inmenso llamado de lo Particular, pese a las leyes terrenales que condenan la memoria a la extinción".
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Yo sólo conozco la poesía de Milosz en traducción; sin embargo, casi no se siente ninguna dificultad al leerlo en inglés, pues todo lo invade una voz única, una poesía cargada de una densidad de experiencia cabal y de primera mano, irradiada por una comprensión que la ha vuelto simbólica. No es sólo que uno confíe en el oído y en la precisión de los poetas que llevaron a cabo la traducción, si bien sus contribuciones al respecto resultan indispensables. Es, sobre todo, que de inmediato se intuye el peso de una presencia humana, un contenido prosístico y una transmisión musical que deben existir en el original, mucho más allá de nuestros alcances lingüísticos. La poesía como un todo resulta eminentemente comprensible e imposible de ignorar. Posee idénticas ocasiones de sorpresa y reconocimiento. Oscila de la evocación suntuosa a la articulación individual. Sus cadencias, tan espontáneas como la respiración, su sencillez con frecuencia inesperada (caso este último del hechizante poema joven "Encuentro") y su igualmente inesperada mas persuasiva ambigüedad ("En el lejano oeste", por ejemplo) nos convencen de la verdad en la frecuente afirmación de Milosz de que sus poemas le eran dictados por un daimon, del cual era un mero "secretario". Lo cual implicaba simplemente, dicho de otro modo, que él había aprendido a escribir rápido, a permitir los saltos asociativos propios de un corredor de vallas, a no darle demasiado tiempo al "entrometido intelecto" para intervenir. Cuando nos dice que escribió su poema "Ars Poetica" en veinte minutos, yo le creo y lo celebro.
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Algo del secreto y gran parte del poder de su poesía provenían de su inmensa erudición. Su cabeza era como un teatro de la memoria renacentista. Latín bien aprendido en la escuela, teología tomista, filosofía rusa, poesía universal, historia del siglo veinte, todos los dramatis personae de la época, muchos de los cuales habían sido sus compañeros cercanos: basta leer unas cuantas páginas de su abundante prosa para percatarse de cuán presente tenía todo esto, y cuán frívolo e inadecuado resulta aquí el trillado cliché acerca de las mentes "bien abastecidas" que, en el caso de su pensamiento, se queda corto. La poesía es la fina flor de una obra que abarca la autobiografía, la disputa política, la crítica literaria, el ensayo personal, la ficción, las máximas, las memorias y tanto más, todo ello original, juguetón, ominoso, más o menos inclasificable. Otros poetas han escrito también prosa voluminosa. Entre sus contemporáneos más próximos en inglés vienen a la mente Hugh Macdiarmid y W.H. Auden, ambos dotados de una vigorosa inteligencia y un furor por el orden. En comparación, no obstante, Macdiarmid, con todo y su concisión, parece protestar demasiado. Auden está más cerca, en cuanto a que también es imperiosamente proclive a examinar el estado intermedio de la vida humana, y nunca logra olvidar los estados fronterizos de la bestia y el ángel. Sin embargo, comparado con Milosz, Auden tiende a la pedantería del gran personaje, no parece sufrir tanto por el complicado arrastre de lo contingente: hay en él serias especulaciones, pero al mismo tiempo una falta del interesante deterioro de la específica fuerza de gravedad personal. Me fascina Milosz por la garantía de su tono, una garantía de que al personaje en escena, este escritor de prosa, siempre lo someterá a constante escrutinio esa otra parte de él más penitente, más punitiva. Lo que nosotros recibimos de la prosa, como de la poesía, es el discurso total de un hombre.
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Y aun así, Milosz siempre se sentía inquieto por "la insuficiencia de la lírica", tal como lo afirma el poeta Donald Davie, y, de hecho, por la insuficiencia del arte en general, profundamente consciente de lo inasequible de la realidad que nos rodea.
Su anhelo de una forma de expresión más incluyente de lo que humanamente se encuentra al alcance era uno de sus temas recurrentes. "Distribuir los colores en un lienzo resulta trivial comparado con todo lo que exige exploración." Sin embargo, exultaba en cuanto a la certidumbre de que le correspondía, como poeta, "glorificar las cosas simplemente porque son", y sostenía que "la vida ideal para un poeta es la contemplación de la palabra es". En pos de este ideal, llevó la poesía más allá del círculo de gis dibujado por la forma significativa, y abrió su alcance a inmensos panoramas y pequeñas domesticidades: sus poemas a veces ponen el intelecto al servicio de la inocencia exclamatoria del arte infantil ("¡Qué felicidad: ver un lirio!"); otras, en el recorrido panorámico de la sinóptica meditación histórica, como en "Oeconomia Divina": "No esperaba vivir en un momento tan poco común... / Calles sostenidas por columnas de concreto, ciudades de vidrio y acero forjado, / campos aéreos más grandes que dominios tribales / que de pronto quedaron sin esencia y se desintegraron... / Se escapó la materialidad / de los árboles, los pedregales, hasta de los limones sobre la mesa." Al diagnosticar la arremetida de esta ligereza del ser, Milosz, en efecto, la detuvo para sus lectores, y gran parte de su poder de permanencia como poeta seguirá residiendo en su ejemplar obstinación, su negativa a menospreciar el espesor de lo presente, así como el soberano valor inherente de lo que elegimos recordar. "Lo pronunciado se fortalece. / Lo impronunciado tiende a la inexistencia" ("Al leer al poeta japonés Issa").
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A últimas fechas, al recordar a Czeslaw y verlo de pensamiento, desamparado en su cama, recibiendo visitas de amigos y, sin embargo, siempre con el ojo fijo en el muro arrasador de la vida, no podía evitar imaginármelo a la luz de dos obras de arte poseedoras de una mezcla típicamente milosziana de solidez y fuerza espiritual. La primera es la pintura de Jacques-Louis David, perteneciente a la colección del Museo Metropolitano de Arte, acerca de la muerte de Sócrates. El filósofo, de complexión robusta, se encuentra en su lecho en alto, el torso desnudo, el dedo al aire, sentado y muy erguido, exponiendo ante su grupo de amigos la doctrina de la inmortalidad del alma. El cuadro bien podría llevar, en calidad de título alternativo o leyenda, las palabras "Me lo permití todo, salvo la queja", afirmación hecha por Joseph Brodsky, que Milosz citaba con tonos de suma aprobación, y que podría aplicarse a él mismo con igual justicia. Y la otra obra, que probablemente me vino a la cabeza en virtud de la escena de Milosz cara a cara con el busto en bronce de su esposa Carol, es un sarcófago etrusco del Louvre, una grandiosa escultura en terracota de una pareja de esposos reclinada sobre los codos. La mujer se encuentra a la izquierda del hombre, en cercana y paralela postura yacente, ambos a sus anchas y mirando fijamente algo que, según todas las reglas de la perspectiva, debería quedar frente a la estirada mano derecha del hombre. Sólo que no hay nada ahí. ¿Se trataría acaso de un ave que pasó volando? ¿De una flor que alguien cortó? ¿De un pájaro que se aproxima? No se ve nada, y aun así su mirada está llena de comprensión, como si estuvieran a punto de obtener la respuesta agridulce que Milosz ofreció a su propia interrogación a la vida (en el poema "Ya no"):
De la renuente materia,
¿Qué se puede obtener? Nada, belleza a lo sumo.
Así pues, el cerezo en flor ha de bastarnos
Y los crisantemos y la luna llena.
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Me encontraba en nuestro jardín trasero, tomando el sol entre las flores, cuando llegó la llamada. La mañana lucía una plenitud californiana. Una ausencia de sombras que hacía recordar su poema "Don", escrito en Berkeley cuando cumplió los sesenta: "Un día tan feliz, / La bruma se dispersó temprano; me puse a trabajar en el jardín. / Los colibríes iban de una madreselva en otra..." La acción de gracias y la admiración flotaban en el aire, y fácilmente me habría repetido aquella afirmación hecha por él en alguna entrevista, como comentario a su epigrama: "Se sentía agradecido, así que era incapaz de no creer en Dios." A fin de cuentas, Milosz aseveraba, "uno puede creer en Dios sólo por gratitud por todos los dones". Entonces, cuando me pasaron el teléfono inalámbrico y escuché la voz de Jerzy Jarniewicz, sabía ya cuáles serían las noticias; pero, como ya llevaba tiempo preparándome, no lograron derribarme. En cambio, la pena se dejó ir hasta alcanzar el territorio sempiterno de la poesía. Bajo la luz del sol de Dublín, la silueta del poeta en su jardín de la colina, en lo alto de la bahía de San Francisco, se hizo una con la silueta de Edipo, afanándose cuesta arriba por los bosques de Colono, antes de desaparecer en un abrir y cerrar de ojos: al pestañear, lo vi ahí en toda su magnitud humana y su devoción; al pestañear de nuevo, había desaparecido, mas no estaba del todo ausente. Ahí y entonces, yo habría podido repetir las palabras del mensajero de Sófocles al dar su informe del incidente que, con todo y su misterio, quedaba circundado por el halo de una verdad común:
Se había perdido de vista:
Eso era todo lo que yo podía ver...
Ningún dios galopaba
En su carroza de fuego, ningún huracán
Había arrasado la colina. Podrán tildarme de loco
O de simple, pero ese hombre dejó este mundo
Bien preparado, cuesta abajo rumbo a la puerta
Emparejada de la casa de los muertos.
— Traducción de Pura López Colomé

martes, 18 de marzo de 2014

Gabriele D´Annunzio-.

 
(Pescara, 1863 - Gardone, 1938) Escritor italiano de extraordinaria precocidad y vida extravagante, clasificado por los críticos dentro del decadentismo y cuyas obras ocuparon un lugar central en la literatura de su país.
Gracias a la colaboración de su padre publicó a los dieciséis años sus primeras poesías, Primo vere (1879), con el seudónimo de Floro Bruzio. Alumno brillante pero indisciplinado, no terminó los estudios universitarios que empezó en Roma en 1881. Comenzó, en cambio, una intensa vida social y literaria: la frecuentación de salones y damas, las tumultuosas relaciones amorosas y los beneficiosos contactos intelectuales que construyeron ese "vivir inimitable", en palabras del propio protagonista, que se prolongó hasta su muerte.

Gabriele D'Annunzio
Su matrimonio con la duquesa Maria di Gallese, los amores exhibicionistas, las huidas de los acreedores, el vuelo sobre Viena, la "beffa di Buccari" (un episodio de heroísmo bélico) o la reconquista del Fiume construyeron una existencia de escándalos y proezas. No menos aparatosa resulta su biografía literaria. Si a los dieciséis años había sido recibido por el crítico Giuseppe Chiarini como "el nuevo poeta de Italia", por igual de clamorosas serían las críticas y debates que provocaron sus obras posteriores.
Sin embargo, debajo de la increíble rapidez de su escritura, de las libertades barrocas y de la habilidosa capacidad de capturar todas las tendencias modernas, hay una sutil repetición de modelos y numerosas acusaciones de plagio que llevaron a Mario Praz a definirlo como "una monumental enciclopedia del decadentismo europeo".
Su producción suele agruparse en poesía, narración y teatro, aunque también escribió diversas obras en prosa: discursos, memorias, guiones de cine y cartas que forman parte de su obra completa. Su poesía revela el influjo inicial de Carducci, que se atenúa en Canto novo (1882) y se expande hacia el horizonte lírico de la tradición italiana en Intermezzo di rime (1883 y 1894) y Poema paradisíaco (1893).
Este ciclo juvenil, deudor de los parnasianistas franceses, de los prerrafaelistas ingleses y de los poetas italianos de los siglos XV y XVI, evoluciona en una segunda etapa, de irresistible vitalidad, hacia el tema del superhombre nietzscheano y los mitos griegos. Entre 1896 y 1903 desarrolló el ciclo de los Laudi, dividido en tres libros, que publicó como Laudes del cielo, del mar, de la tierra y de los héroes (1903), al que se añadió después un cuarto volumen: Merope (1912).
En el segundo de estos libros se encuentra Alcyone, considerada su obra maestra. Esta suerte de "tregua" de la ascención del héroe es una inmersión en la sensualidad alegre y cálida del verano, hecha solamente de sensaciones y de atmósfera. La falta de construcción, de núcleo lógico, la han convertido en una de las cumbres de la poesía "decadente" y en una anticipación del lenguaje de las vanguardias.
Después de los primeros relatos de Terra Vergine (1882), recogidos en Novelle della Pescara (1902), D'Annunzio publicó El placer (1889), novela con la que inauguró su ciclo de relatos crepusculares y kitsch, extraños repertorios de amores perfumados y exageraciones de la sensualidad burguesa. A El inocente (1892), llevada al cine por Visconti, y El triunfo de la muerte (1894), publicadas con tanto éxito como escándalo, le siguieron Las vírgenes de las rocas (1895) y Quizás sí, quizás no (1905).
Acosado por los acreedores, huyó a Francia, donde publicó en francés El martirio de San Sebastián (1911), al que puso música Debussy. Este drama, junto con las tragedias Francesca da Rimini (1902), La hija de Iorio (1903) y La nave (1908), forman la parte más característica de su teatro, construido como precioso y artificial arabesco, sin mayores tensiones dramáticas. Quizás su mejor tragedia sea La ciudad muerta (1896) que, escrita para Eleonora Duse, terminó por representar Sarah Bernhardt en 1898.
D'Annunzio, que tuvo mucho éxito con las mujeres, a las que seducía no tanto por su aspecto físico como con su voz y su conversación, representa un ejemplo típico de los escritores que convirtieron su biografía en parte de su creación literaria. En la actualidad, los estudiosos afirman que, debajo de tanta verborrea real y literaria, no había una auténtica sensibilidad estética ni una sincera emoción poética.
Los pactos con Mussolini, del que fue "poeta oficial", le permitieron pasar tranquilamente los últimos años de su vida en la villa de Cargnacco, sobre el lago de Garda. Su apoyo al régimen a cambio de prebendas económicas le permitió mantener esa mansión, llamada Vittoriale degli italiani, a la que convirtió en museo y oscuro centro de peregrinaje de exaltación patriótica. La "venta" de su nombre podía servirle para cobrar una fortuna como guionista de Caviria (1914), un filme de gran éxito de Giovanni Pastrone, o para darle un barniz culto al fascismo, que le pagaba espléndidamente su colaboración. Muerto y enterrado con todos los honores, poco de su obra pudo sobrevivir a la crítica implacable del tiempo.

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