martes, 4 de febrero de 2014

Carlos Fuentes presenta una de sus últimas novelas: VLAD.




Drácula se muda a la Ciudad de México
Leda Rendón
Carlos Fuentes, Vlad, Alfaguara, México, 2010, 112 pp.

Quién mejor que Guillermo del Toro, hom -
bre apasionado por el tema de los vampi -
ros desde su primera película Cronos, para
presentar en la Feria Internacional del Libro
de Guadalajara Vlad, el más reciente libro de
Carlos Fuentes. La novela es un homenaje
a Drácula de Bram Stoker; el tránsito del
héroe, el conde y las mujeres recuerdan a
cada momento esta obra clásica. En la na -
rración Fuentes reelabora el mito del em -
blemático Vlad Tepes y nos regala un libro
lleno de suspenso, terror, erotismo y re -
flexión política. Finalmente son las niñas
Minea y Magdalena, que Fuentes introdu -
ce en la narración, las que proporcionan un
giro extraordinario a este libro en el que el
conde Vladimir traslada a la Ciudad de Mé -
xico su residencia como alguna vez lo hi -
ciera al Londres de finales del siglo XIX.
En Vlad el vampiro cambió de domici lio
para hacer del país del tequila su oficina y
su comedero personal. El narrador y héroe,
Yves Navarro, recibe la orden de su jefe,
Eloy Zurinaga, de acondicionar una casa
para un amigo que se quedó sin pro pie dades
en Rumania. La esposa de Yves, Asunción,
es agente de bienes raíces y consigue una
man sión en Lomas Altas. Posteriormente,
Yves es hecho prisionero por el conde para
apoderarse de lo que él más ama, su familia.
Los Navarro perdieron a un hijo (Didier) y
tienen una pequeña hija de diez años (Mag -
dalena); los dos son piedra de toque de la
narración.
El mito del vampiro es vigente hoy en
día porque sirve para establecer una serie
de metáforas en torno al poder, el amor, el
deseo y la envidia, entre otras cuestiones.
Es por eso que las salas de cine, al menos
cada año, presentan un filme sobre vampiros,
que en muchas ocasiones está basado
en algún libro. Sin embargo, hay poco
de esta amplia oferta que vale la pena re -
visar. Uno de esos casos es por ejemplo El
ansia de Tony Scott, donde Catherine De -
neuve recluye a sus amantes, que terminan
su vida activa de vampiros, en su tapanco.
Esto no es más que la extrapolación de la
vida sexual y amorosa de una mujer que
guar da en su recuerdo el perfume de sus
amantes. Al hacer este mismo ejercicio con
Vlad, se podría pensar en un hombre, el
con de, que gusta de las mujeres muy jó ve -
nes, avatares de la emblemática Lolita de Vla -
dimir Nabokov para satisfacer sus de seos.
Respecto a eso, Bongo, el criado de Drá cu -
la, una especie de Quasimodo, le dice a Yves
después de acariciar furtivamente a una de
las niñas: “No se preocupe, monsieur
Navarro. Mi amo no me permite más que
esto. Il se réserve les petits Choux bien
pour lui…”.
Carlos Fuentes reelabora de manera ex -
traordinaria varios elementos del mito vam -
pírico y los incorpora a su Vlad. El pri me -
ro de ellos es la sexualización de los niños,
que en Entrevista con el vampiro de Anne
Rice y Déjame entrar, película sueca, apa re -
ce e inevitablemente nos recuerda a Minea,
la hija del conde Vlad. Así recupera aquella
figura mítica de la niña como objeto
erótico, tan presente en la obra del pintor
polaco-francés Balthus. Otra de las apor -
taciones es poner en los pisos de mármol
de la casa de Lomas Altas un sinnúmero de
coladeras y motivos perversos. Por último,
podemos ver al conde totalmente desnu -
do descrito en palabras de Fuentes: “blanco
como un huevo”.
Del mismo modo, Fuentes logra aprehender
la realidad política del México con -
temporáneo al introducir a personajes como
el abogado Eloy Zurinaga, una suerte de
Renfield, que a decir del propio Yves Na -
varro es una persona que: “…sabía perfectamente
que el poder político es perece -
dero; ellos no. Se ufanaban cada seis años,
al ser nombrados ministros, antes de ser
olvidados por el resto de sus vidas”. De tal
suerte que el licenciado Zurinaga es una es -
pecie de vampiro político, especie que abun -
da en la región más transparente, bajo la
influencia de Vlad el Empalador.
Con Vlad Fuentes vuelve, como en
Aura, a explorar los territorios ocultos de
la mente humana; hace un recorrido es -
ca lofriante por los deseos y las perversio -
nes del hombre. En Vlad, el vampiro es
un reflejo fiel del alma del ser humano:
egoísta, ambicio sa y perversa. Devela los
mecanismos ser viles de la política en nues -
tro país y sobre to do explora, de manera
personal e inteli gente, los diversos rostros
de la perversión.

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