INTRODUCCIÓN
Para entender mejor a William
Faulkner tal vez habría que pensar en lo que significa para los argentinos la
figura de Jorge Luis Borges. Es decir: un escritor sublime, emparentado íntimamente con la cultura de su
país, venerado por la crítica y el público, y generalmente difícil de leer.
Faulkner es algo así como el Borges norteamericano (la comparación debería
plantearse al revés, pero es desde el mundo de habla hispana desde donde lo
miramos).
Hay que ser un genio (y
Faulkner lo era) para escribir un libro tan complejo y al mismo tiempo tan
universal como éste. Para empezar: la novela está dividida en cuatro capítulos,
que son narrados cada uno por diferentes personajes. El primero de ellos (más
de 60 páginas) está contado por Benji, que es un deficiente mental. Y lo que
leemos es justamente eso: la voz, los pensamientos, los miedos, el ruido, la
furia y las cosas que hay en la cabeza de un deficiente mental. O sea: si uno
no está prevenido, lo más seguro es que abandone el libro rápidamente.
En el segundo capítulo la
lectura se aclara, pero no mucho. El narrador es Quentin, el hermano mayor de
Benjy, pero Faulkner sigue jugando con la conciencia del personaje, que cuenta
lo que le va pasando y lo que va sintiendo. También en esta parte hay que estar
despierto. La obra deja de ser confusa recién comenzado el tercer capítulo, que
resulta ser una especie de premio que concede el escritor a los lectores que
decidieron continuar pese a todo.
La novela cuenta la historia
de la familia Compson, en una típica comunidad del sur de los Estados Unidos a
principios de siglo, que en realidad es un territorio imaginario bautizado por
Faulkner como Yoknapatwpha. Los Compson no se llevan muy bien entre sí, y
además el apellido parece haber sido marcado para siempre por las tragedias. El
menor de los hermanos, Benjy, es un enfermo mental condenado a ser recluido en
la casa y a quien sólo parecen cuidar los esclavos negros. La mayor, Caddy,
tiene una hija de un padre desconocido y termina escapando del hogar. Quentin,
eterno enamorado de Caddy, decide ahogarse en un río al no poder soportar la
culpa de no haber cuidado de ella. Y Jason, el más brutal de todos, engaña y
estafa a los de su propia sangre. Lo maravilloso es que Faulkner resume toda
esta densa historia en solamente cuatro días.
El
ruido y la furia resulta ser un relato
ardiente y profundo, que nos habla de la desintegración y de las complejas
relaciones entre los humanos. Y todo eso escrito en un estilo narrativo único.
Sería algo así como el guión de una telenovela inteligente y nutritiva para el
espíritu, si tales cosas existieran.
Fuente:
http://www.librodot.com
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