jueves, 22 de diciembre de 2011

Carlos Fuentes: uno de mis escritores favoritos.

TERRA NOSTRA: NARRATIVA AMBICIOSA Y POÉTICA.



CARLOS FUENTES- "Aura"CUENTOS:Aura
LA MUERTE DE ARTEMIO CRUZ-NOVELA.

La primera vez que escuché hablar de Carlos Fuentes fue a mi amiga y doctora en filología: Margarita Rojas González. Es posible, que Margarita no recuerde aquel -para mi gran acontecimiento -encuentro en el segundo piso de la biblioteca Carlos Monge Alfaro de la Universidad de Costa Rica. Recuerdo, que cuando me acerqué mi amiga lo primero que me dijo fue que había leído un cuento magnífico de el escritor mexicano Carlos Fuentes. El cuento en mención era: "AURA". Creo, que incluso Margarita me prestó el libro. Cuando leí el cuento de  Aura quedé asombrado del relato. La ambientación, sus personajes, el misterio, el final inesperado, todo me emborrachó de esas zonas marginales y de muerte que posee la narrativa de Carlos Fuentes. Después, ese mismo año de 1978 me leí el cuento titulado: cumpleaños. Después, compré un libro que reúne una antología de cuentos editado por Alianza tres que lleva el título de: cuerpos y ofrendas. Pero, de toda la obra de Carlos Fuentes la que siempre me ha llamado la atención es esta magnífica obra de: Terra nostra. Recuerdo, haber visto y escuchado por televisión en los años 80 al crítico José María Ansón en una charla decir que la novela Terra nostra "es quizá el mural más hermoso de la historia del nuevo mundo". Y en verdad, creo yo también, que Terra nostra es quizá una de las novelas más ambiciosas escritas en lengua castellana. Publicada por SEIX Barral por primera vez en 1975, y con sus 783 páginas hacen de Terra nostra, una novela que se debe de leer con paciencia pero, al final la paciencia es retribuida con una gran aventura literaria.


Dice la contrataba, de esta magnífica novela lo siguiente, Terra nostra: es la novela más ambiciosa y compleja de puentes, está llamada a ser sin duda uno de los títulos fundamentales de la narrativa hispánica contemporánea. Un lenguaje tenso, en constante ignición y reverberación, crea, destruye y reinventa la maquinaria crítica de la fábula: desde el remoto silencio del mundo de los mitos cosmogónicos a la dilapidación de fulgores de la Roma de Tiberio, la noche mohosa y chirriante de grilletes y gorgueras de la España de los Austrias, el espacio sagrado de los universos de ficción literaria por la explosión de un futuro alucinado y glacial. Terra nostra somete a crítica la noción misma del relato. Al propio tiempo, cataloga los avatares de una identidad huidiza y evanescente, que en la profanación de lo acotado por un sistema opresivo y en el retorno al cuerpo y la invocación a lo originario halla el fundamento, el sustrato permanente desde el que se enfrenta a la disgregación de la individualidad que caracteriza a la era moderna. En la historia de la novela -en la historia de la escritura -Terra nostra será un caso límite: epifanía y fundación.



Premio Cervantes 1987
CARLOS FUENTES
Narrador y ensayista mexicano
(Embajada de México en Panamá, 1928)
Hijo de un diplomático de carrera, durante su infancia y
primera juventud viaja con sus padres a Panamá, Quito,
Montevideo, Río de Janeiro –donde el padre es
secretario del Embajador Alfonso Reyes–, Washington,
Colombia y Perú. Siente temprana inclinación por el cine, el periodismo y la literatura.
Mark Twain y Edmundo de Amicis son los autores más importantes que lee en este
periodo, así como Rafael Sabatini y Emilio Salgari.
Cuando en 1944 regresa a México, termina el bachillerato y estudia Derecho en la
Universidad Nacional Autónoma de México, al mismo tiempo que asiste a los cursos de
Filosofía de José Gaos y de Eduardo Nicol. La vida nocturna de México le atrae:
“prostíbulos, cabaret, magos y mariachis: la materia prima de su primera novela”, La
región más transparente (amplio mural de la vida urbana de México D.F.). En 1950 se
inicia en el servicio diplomático en Ginebra, como secretario de la delegación
mexicana en la Comisión Internacional de Derecho de las Naciones Unidas, además
de completar sus estudios en el Institut de Hautes Études. En ese mismo año, en
Francia, conoce a Octavio Paz.
En 1951 regresa a México, vuelve a la Facultad de Derecho, donde forma parte del
grupo llamado Generación del medio siglo, agrupada en torno al maestro Mario de la
Cueva. Colabora, en ese momento, con Jaime García Terrés en la revista Universidad
de México.
Tras su graduación, en 1955, funda la Revista Mexicana de Literatura, junto a
Emmanuel Carballo. Cuatro años después renuncia al servicio diplomático y viaja a
Cuba, con el triunfo de la Revolución. En 1957 contrae matrimonio con la actriz Rita
Macedo. Al año siguiente, colabora estrechamente con Fernando Benítez y con
Vicente Rojo en el suplemento cultural del periódico Novedades, México en la Cultura.
En 1959, la dura represión contra los ferrocarrileros y el silencio de la prensa, lo impulsa
a crear la revista crítica El espectador, con intelectuales de izquierda como Víctor
Flores Olea, Enrique González Pedrero, Luis Villoro, Jaime García Terrés y Francisco
López Cámara.
A partir de 1960 sus obras empiezan a traducirse a otras lenguas, en primer lugar La
región más transparente a la inglesa y francesa. Poco después, a partir de 1965,
empieza a vivir en diferentes ciudades: Roma, París, Venecia, Londres, Princeton,
pasando temporadas en México y viajando a muchos otros países. En 1973 se casa
con Silvia Lemus y, en 1975, es nombrado embajador de México en Francia pero, dos
años después, dimite en protesta contra el nombramiento del ex presidente Díaz Ordaz
como primer embajador de México en España.
En 1976 acepta profesorados en las Universidades de Columbia (Nueva York) y
Pennsylvania (Philadelphia). Desde ese año, y hasta 1982, visita numerosas
universidades como profesor y lector; entre ellas, Dartmouth, Harvard y Princeton
(Estados Unidos) y Cambridge (Inglaterra). En 1990, se instala en Londres para preparar
la emisión televisiva de The Buried Mirror (El espejo enterrado), serie televisiva de amplia
difusión mundial.
Entre sus numerosas obras, destacan: Los días enmascarados (1954), su primer libro,
que es una colección de cuentos en los que se mezclan la realidad y la fantasía; Las
buenas conciencias (1959), historia de un miembro de la burguesía mexicana,
rodeada por un ambiente asfixiante de fariseísmo religioso y de decadencia moral; La
muerte de Artemio Cruz (1962), cuyo argumento se sustenta en cuatro grandes ejes: la
muerte como alumbramiento lúcido de la existencia; la corrupción, traición a los
ideales por el poder y la riqueza; el amor, razón y fuerza de la vida, y el juego temporal
de forma que el tiempo sea reversible.
En otros títulos ha continuado trazando un gran panorama de la sociedad mexicana
contemporánea: Aura (1962), una narración breve y uno de sus mejores textos, a
caballo entre lo histórico y lo fantástico, es una versión singular del eterno tema del
vampiro. Otros libros son Zona sagrada (1967), indagación en el mito de Ulises y sus
referencias; Cambio de piel (1967), donde regresa a lo épico y esboza una
cosmovisión carnavalesca irreverente; Terra nostra (1975), que es una empresa colosal,
un trabajo intrincado con el lenguaje y la historia, uno de los textos más atrevidos que
se hayan construido en español, donde entrelaza distintos tipos de ficción y mitos; La
cabeza de la hidra (1978), donde ensaya una novela policíaca con un tema histórico
mexicano; Una familia lejana (1980), enraizada en la fantasía y en la historia y Gringo
viejo (1985), sobre el escritor norteamericano Ambrose Bierce.
En 1994 presenta su novela Diana la cazadora solitaria, obra de carácter
autobiográfico en la que refleja el México de la década de los sesenta.
En 1995 se publicó en España su obra Nuevo tiempo mexicano, en la que aborda la
revuelta de Chiapas como un llamamiento a las conciencias. En 1997 publica su libro
de cuentos La frontera de cristal, compuesto por nueve relatos que se relacionan entre
sí, en los que el novelista analiza los encuentros y desencuentros entre Estados Unidos y
México y presenta El espejo enterrado, volumen de ensayos basado en una serie que
hizo para la televisión, donde el escritor aborda lo que considera "la biografía de mi
cultura".
En 1998, junto a su hijo, publica Retratos en el tiempo, donde aparecen retratados
mediante la imagen y la palabra veinticinco personajes. A finales de 1998 publica Los
años con Laura Díaz y, entrado el año 2000, una recopilación de fragmentos de toda
su narrativa en Los cinco soles o México, memoria de un milenio.
Carlos Fuentes ha recibido numerosos reconocimientos, además del Premio Cervantes
(1987): Premio Xavier Villaurrutia -por Terra Nostra- (1977), Premio Alfonso Reyes (1979),
Premio Nacional de Literatura de México (1986), Premio Internacional Menéndez
Pelayo de la Universidad de Santander (1992), Premio Internacional Don Quijote de la
Mancha (2008). Ha sido objeto también de numerosos honores, como los
nombramientos de Miembro permanente del Colegio Nacional de México (1972),
Miembro del Woodrow Wilson International Center for Scholars en Washington (1974),
Miembro del Consejo de Administración de la Biblioteca Pública de Nueva York (1990),
Miembro de la Legión de Honor de Francia (1992), y ostenta doctorados honoris causa
de las Universidades Columbia College de Chicago (1983), Harvard (1984), Cambridge
y Essex (1979), Dartmouth College y Universidad de California en Los Angeles (UCLA)
(1993). En 2007 inaugura, en Madrid, el Coloquio Internacional del Bicentenario de las
Independencias Hispanoamericanas. En 2008, se prepararon en México numerosos
actos para conmemorar sus 80 años.


PREMIO CERVANTES. DISCURSO.
- 1 -
Majestades,
Si este galardón -que tanto me honra y tanto aprecio- es considerado el premio de
premios para un escritor de nuestra lengua, ello se debe a que, como ningún otro, es un
premio compartido.
Yo comparto el Premio Cervantes, en primer lugar, con mi patria, México, patria de mi
sangre pero también de mi imaginación, a menudo conflictiva, a menudo contradictoria,
pero siempre apasionada con la tierra de mis padres.
México es mi herencia, pero no mi indiferencia; la cultura que nos da sentido y
continuidad a los mexicanos es algo que yo he querido merecer todos los días, en
tensión y no en reposo. Mi primer pasaporte -el de ciudadano de México- he debido
ganarlo, no con el pesimismo del silencio, sino con el optimismo de la crítica. No he
tenido más armas para hacerlo que las del escritor: la imaginación y el lenguaje.
Son éstos los sellos de mi segundo pasaporte, el que me lleva a compartir este premio
con los escritores que piensan y escriben en español. La cultura literaria de mi país es
incomprensible fuera del universo lingüístico que nos une a peruanos y venezolanos,
argentinos y puertorriqueños, españoles y mexicanos. Puede discutirse el grado en el
que un conjunto de tradiciones religiosas, morales y eróticas, o de situaciones políticas,
económicas y sociales, nos unen o nos separan; pero el terreno común de nuestros
encuentros y desencuentros, la liga más fuerte de nuestra comunidad probable, es la
lengua -el instrumento, dijo una vez William Butlerler Yeats, de nuestro debate con los
demás-, que es retórica, pero también del debate con nosotros mismos, que es poesía.
Debate con los demás, debate con nosotros mismos. Nos disponemos, así que pasen
cuatro años, a celebrar los cinco siglos de una fecha inquietante: 1492. Vamos a discutir
mucho sobre la manera misma de nombrarla. ¿Descubrimiento, como señalan las
costumbres, o encuentro, como concede el compromiso? ¿Invención de América, como
sugiere el historiador mexicano Edmundo O'Gorman; deseo de América, como anheló
el Renacimiento europeo, hambriento de dos objetivos incompatibles: utopía y espacio;
o imaginación de América, como han dicho sus escritores de todos los tiempos, de
Bernal Díaz del Castillo a Sor Juana Inés de la Cruz, y a Gabriel García Márquez?
Los cinco siglos que van de aquel 92 a éste se inician, también, con la publicación de la
primera gramática de la lengua castellana, por Antonio de Nebrija. Y aunque Nebrija
designa a la lengua como acompañante del imperio, hoy reconocemos la otra vertiente
de la celebración y ésta es la crítica. La lengua de la conquista fue también la de la
contraconquista, y sin la lengua de la colonia no habría lengua de la independencia.


CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1987
Discurso de CARLOS FUENTES
- 2 -
Hablo de un idioma compartido, con mi patria, con mi cultura y con sus escritores.
Quiero ir más lejos, sin embargo. Esta lengua nuestra se está convirtiendo, cada vez
más, en una lengua universal, hablada, leída, cantada, pensada y soñada por un número
creciente de personas: casi 350 millones, convirtiéndola en el cuarto grupo lingüístico
del mundo; sólo en los EEUU de América sus hispanoparlantes transformarán a ese
gran país, apenas rebasado el año 2000, en la segunda nación de habla española del
mundo.
Esto significa que, en el siglo que se avecina, la lengua castellana será el idioma
preponderante de las tres Américas: la del Sur, la del Centro y la del Norte. La famosa
pregunta de Rubén Darío -¿tantos millones hablarán inglés?- será al fin contestada: no,
hablarán español.
Nuestra imaginación política, moral, económica, tiene que estar a la altura de nuestra
imaginación verbal.
Esta lengua nuestra, lengua de asombros y descubrimientos recíprocos, lengua de
celebración pero también de crítica, lengua mutante que un día es la de san Juan de la
Cruz y al siguiente la de fray Gerundio de Campazas y al día que sigue, lengua fénix,
vuela en alas de Clarín, esta lengua nuestra, mil veces declarada, prematuramente,
muerta, antes de renacer para siempre, a partir de Rubén Darío, en una constelación de
correspondencias trasatlánticas, ha sido todo esto porque ha sido espejo de
insuficiencias, pero también agua del deseo, hielo de triunfos y cristal de dudas, roca de
la cultura, permanente, continua, en medio de borrascas que se han llevado a la deriva a
tantas islas políticas; vidrio frágil, la lengua nuestra, pero ventana amplia, también,
gracias a los cuales tenemos refugio y compensación, así como visión y conciencia, de
los tiempos inclementes.
La lengua imperial de Nebrija se ha convertido en algo mejor: la lengua universal de
Jorge Luis Borges y Pablo Neruda, de Julio Cortázar y Octavio Paz. La literatura de
origen hispánico ha encontrado un pasaporte mundial y, traducida a lenguas extranjeras,
cuenta con un número cada vez mayor de lectores.
¿Por qué ha sucedido esto? No por un simple factor numérico, sino porque el mundo
hispánico, en virtud de sus contradicciones mismas, en función de sus conflictos
irresueltos, en aras de sus ardientes compromisos entre la realidad y el deseo, y a la luz
de la memoria colectiva de nuestra historia, que es la historia de nuestras culturas,
plurales de nuestro lado del Atlántico -europeos, indios, negros y mestizos- pero de este
lado también -cristianos, árabes y judíos-, ha podido mantener vigente todo un
repertorio humano olvidado a menudo, y con demasiada facilidad, por la modernidad
triunfalista que ha protagonizado, entre aquel 92 y éste, la historia visible de la
humanidad.
Hoy, que esa modernidad y sus promesas han entrado en crisis, miramos en torno
nuestro buscando las reservas invisibles de humanidad que nos permitan renovarnos sin
negarnos, y encontrarnos en la comunidad de la lengua y de la imaginación española
dos surtidores que no se agotan.
- 3 -
Mas apenas intentamos ubicar el punto de convergencia entre el mundo de la
imaginación y la lengua hispanoamericana y el universo de la imaginación y el lenguaje
de la vida contemporánea, nos vemos obligados a detenernos, una y otra vez, en la
misma provincia de la lengua, en la misma ínsula de la imaginación, en el mismo autor
y en la obra misma, que reúnen todos los tiempos de nuestra tradición y todos los
espacios de nuestra imaginación.
La provincia -acá abajo, con Rocinante- es La Mancha. La ínsula -allá arriba, con
Clavileño- es la literatura. El autor es Cervantes, la obra es el Quijote y la paradoja es
que de la España postridentina surgen el lenguaje y la imaginación críticos fundadores
de la modernidad que la Contrarreforma rechaza.
Daniel Defoe escribe el Robinson Crusoe con el tiempo de una modernidad consonante.
Miguel de Cervantes escribe el Quijote a contratiempo, desautorizado por la historia
inmediata, respondiendo no tanto a lo que está allí sino a lo que hace falta; potenciando
la imaginación para hablarnos menos de lo que vemos que de lo que no vemos; de lo
que ignoramos, más de lo que ya sabemos.
Unamuno ve las caras de Robinson y Quijote; en la del inglés, reconoce a un hombre
que se crea una civilización en una isla; en la del español, a un hombre que sale a
cambiar el mundo en que vive. Hay esto, pero algo más también: la tradición de
Robinson será la de la seguridad, la coincidencia con el espíritu del tiempo, incluyendo
una coincidencia con la crítica del tiempo, pero a veces, también, la arrogancia de
nombrarse protagonista del mismo. La poética de Robinson será la de la narrativa lineal,
realista, lógica, futurizante, poblada por seres de carne y hueso, definidos por la
experiencia: Robinson y sus descendientes leen al mundo.
Quijote y los suyos son leídos por el mundo, y lo saben. La tradición quijotesca no
disfraza su génesis fictiva; la celebra; sus personajes no son entes psicológicos, sino
figuras reflexivas; no el producto de la experiencia, sino de la inexperiencia; no les
importa lo que saben, sino lo que ignoran: lo que aún no saben. No se toman en serio;
admiten que su realidad es una mentira. Pero esa maravillosa mentira, la novela, salva,
nos dice Dostoyevsky hablando de Cervantes, a la verdad.
La poética de La Mancha y su descendencia numerosa, que un día antes que yo evocó
aquí mismo el gran novelista cubano Alejo Carpentier, incluyen a los hijos de Don
Quijote, el Tristram Shandy de Sterne, contemplando su propia gestación novelesca; y
el fatalista de Diderot, Jacques, ofreciéndole al lector repertorios infinitos de
probabilidades; a sus nietas, la Catherine Moorland de Jane Austen y la Emma Bovary
de Gustave Flaubert, que también creen todo lo que leen; a sus sobrinos el Myshkin de
Dostoyevsky, el Micawber de Dickens y el Nazarín de Pérez Galdós: todos aquellos que
escogen la difícil alternativa de la bondad y por ello sufren agonía y ridículo; y si todos
ellos son descendientes de Don Quijote lo son, acaso, de San Pablo también, pues la
locura de Dios es más sabia, dice el santo, que toda la sabiduría de los hombres.
La locura de Don Quijote y su descendencia es una santa locura: es la locura de la
lectura. Su biblioteca de libros de caballerías es su refugio inicial, la protección de su
supuesta locura, que consiste en dar fe de la lectura. Pero esta convicción entraña el
deber de actualizar sus lecturas.
- 4 -
Don Quijote sale a probar la existencia de una edad pasada, cuando el mundo era igual a
sus palabras. Se encuentra con una edad presente, empeñada en separarlo todo. Sale a
probar la existencia de los héroes escritos: los paladines y caballeros andantes del
pasado. Encuentra su propia contemporaneidad en un hecho para él irrefutable: Don
Quijote, como sus héroes, también ha sido escrito.
Quijote y Sancho son los primeros personajes literarios que se saben escritos mientras
viven las aventuras que están siendo escritas sobre ellos. Colón en la tierra nueva,
Copérnico en los nuevos cielos, no operan una revolución más asombrosa que ésta de
Don Quijote al saberse escrito, personaje del libro titulado El Ingenioso hidalgo Don
Quijote de la Mancha.
La información moderna, el privilegio pero también la carga de la mirada plural, nacen
en el momento en que Sancho le dice a Don Quijote lo que el bachiller Sansón Carrasco
le dijo a Sancho: estamos siendo escritos. Estamos siendo leídos. Estamos siendo vistos.
Carecemos de impunidad, pero también de soledad. Nos rodea la mirada del otro.
Somos un proyecto del otro. No hemos terminado nuestra aventura. No la terminaremos
mientras seamos objeto de la lectura, de la imaginación, acaso del deseo de los demás.
No moriremos -Quijote, Sancho- mientras exista un lector que abra nuestro libro.
Paso definitivo de la tradición oral a la tradición impresa, Don Quijote, culminando
prodigiosamente su novedad novelesca, es el primer personaje literario, también, que
entra a una imprenta para verse a sí mismo en proceso de producción. Ello ocurre,
naturalmente, en Barcelona.
El precio de esta aventura de Don Quijote, su pasaporte entre dos tiempos de la cultura,
es la inestabilidad. Inestabilidad de la memoria: Don Quijote surge de una oscura aldea,
tan oscura que su aún más oscuro -su incierto- autor, ni siquiera recuerda o no quiere
recordar, el nombre del lugar. Don Quijote inaugura la memoria moderna con la ironía
del olvido: todos sabían dónde estaba Troya y quién era Aquiles; nadie sabrá quién es K
el agrimensor de Kafka, o dónde está El Castillo, dónde está Praga, dónde está la
historia.
Inestabilidad, en segundo lugar, de la autoría: ¿quién es el autor del Quijote, un tal
Cervantes, más versado en desdichas que en versos, o un tal de Saavedra, evocado con
admiración por los hechos que cumplió, y todos por alcanzar la libertad; el historiador
arábigo Cide Hamete Benengeli, cuyos papeles son vertidos al castellano por un
anónimo traductor morisco, y que serán objeto de la versión apócrifa de Avellaneda?
¿Pierre Ménard, autor del Quijote? ¿Jorge Luis Borges, autor de Pierre Ménard y en
consecuencia ... ?
Inestabilidad del nombre, en tercer lugar. "Don Quijote" es sólo uno de los nombres de
Alonso Quijano, que quizás es Quixada o Quesada y que, apenas incursiona en el
género pastoril, se convierte en Quijotiz; apenas entra a la intriga de la corte de los
duques se convierte en el don Azote de la princesa Micomicona; cambian de nombre sus
amantes -Dulcinea es Aldonza-, sus yeguas -Rocín-antes-, sus enemigos -Mambrino se
convierte en Malandrino- y hasta sus infinitos autores: Benengeli se nos convierte en
Berenjena.
- 5 -
Memoria inestable, autoría y nominación inestables; búsqueda, en consecuencia, del
género mismo, del visado que nos diga: soy literatura, soy novela. Pero esto tampoco
escapa a la inseguridad. Inaugurando la novela moderna, Cervantes nos dice: éste es el
género de todos los géneros y la contaminación de todos ellos, de todo cuanto esta
novela, Don Quijote, abarca: picaresca y épica, pastoril y amorosa, novela morisca y
novela bizantina, interpolada e interrumpida: indefinición de las categorías perfectas y
cerradas; conflicto y contagio perpetuo del lenguaje.
Radicalmente moderno, Cervantes nos dice desde el siglo XVII: recuerden, podemos
olvidar; miren, no sabemos quiénes somos; escuchen, ya no nos entendemos.
Si el tiempo de la Contrarreforma, que es el suyo, le pide unidad de lenguaje, Cervantes
le devuelve multiplicidad de lenguajes; si quiere fe, le devuelve dudas. Pero si la
modernidad exige, por su lado, la duda constante, Cervantes, más moderno que la
modernidad, le devuelve la fe en la justicia y el amor, y le exige el mínimo de unidad
que nos permita comprender la diversidad misma.
Cervantes nos dice que no hay presente vivo con un pasado muerto. Leyéndolo,
nosotros, hombres y mujeres de hoy, entendemos que creamos la historia y que es
nuestro deber mantenerla. Sin nuestra memoria, que es el verdadero nombre del
porvenir, no tenemos un presente vivo: un hoy y un aquí nuestro, donde el pasado y el
futuro, verdaderamente, encarnan.
Mirada extraordinaria del discípulo de Alcalá de Henares sobre su mundo y el nuestro;
la suya es la más ancha de las modernidades. Contratiempo, sí, y paradoja que acaso no
lo sea tanto: novela permanente, origen del género pero también destino del mismo, el
Quijote es nuestra novela y Cervantes es nuestro contemporáneo porque su estética de la
inestabilidad es la de nuestro propio mundo.
A las crisis de entonces y de ahora Cervantes les indica el camino de una apertura que
convierte a la inseguridad en el motivo de una creación constante. Cervantes inventa la
novela potencial, en conflicto y en diálogo consigo misma, que es hoy la novela de Italo
Calvino, de Milan Kundera y de Juan Goytisolo: la invitación quijotesca es la invitación
perpetua a salir de nosotros mismos y vernos -a nosotros y al mundo- como enigma,
pero también como posibilidad incumplida. La novela, para ganarse el derecho de
criticar al mundo, comienza por criticarse a sí misma: la interrogante de la obra produce
la obra.
Pero si la poética de La Mancha es la del mundo contemporáneo, también es la del
Nuevo Mundo americano. Desde la fundación, nosotros nos preguntamos, como el
lector de Cervantes, ¿quién es el autor del Nuevo Mundo? ¿Colón, que lo pisó primero,
o Vespucio, que primero lo nombró? ¿Los dioses que huyeron, o el Dios que llegó?
¿Los anónimos artesanos mestizos de nuestras iglesias barrocas, o la afamada poeta
barroca, obligada a guardar silencio por las autoridades?
¿Y dónde está el Mundo Nuevo? ¿En un lugar de Macondo, de cuyo nombre no quiero
acordarme? ¿En un lugar en Comala, en un lugar de Canaima, en las alturas de Macchu
Picchu? ¿Existen realmente esos lugares, son ciertos sus nombres? ¿Qué quiere decir
"América"? ¿A quién le pertenece ese nombre? ¿Qué quiere decir "el Nuevo Mundo"?
¿Cómo pudo transformarse la dulce Cuauhnáhuac azteca en la dura Cuernavaca
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española? ¿Cómo bautizar el río, la montaña, la selva, vistos por primera vez? Y sobre
todo, ¿cómo nombrar el vasto anonimato humano -indio y criollo, mestizo y negro- de
la cultura multirracial de las Américas?
Darle voz y nombre a quienes no los tienen: la aventura quijotesca aún no termina en el
Nuevo Mundo. Recordar que había una civilización del Nuevo Mundo antes de 1492 y
que aunque la conquista propuso una nueva historia, los conquistados no renunciaron a
la suya. El recuerdo ilumina el deseo, y ambos se reúnen en la imaginación: ¿quién es el
autor del Nuevo Mundo?
Somos todos nosotros: todos los que lo imaginamos incesantemente porque sabemos
que sin nuestra imaginación América -el nombre genérico de los mundos nuevosdejaría
de existir.
A partir de la imaginación los hispanoamericanos estamos intentando llenar todos los
abismos de nuestra historia con ideas y con actos, con palabras y con organización
mejores, a fin de crear, en el Nuevo Mundo hispánico, un mundo nuevo, una realidad
mejor, en contra del capricho del más fuerte, que se sustenta en la fatalidad; a favor del
diálogo y de la coexistencia, que se sustentan en la libertad, y otorgándole un valor
específico al arte de nombrar y al arte de dar voz. Escritores, somos también
ciudadanos, igualmente preocupados por el estado del arte y por el estado de la ciudad.
Portamos lo que somos en dirección de lo que queremos ser: voces en el coro de un
mundo nuevo en el que cada cultura haga escuchar su palabra.
La nuestra se dice (y a veces hasta seduce) en español y con ella queremos hablarle a un
planeta que no puede limitarse a dos opciones, dos sistemas, dos ideologías, sino que
pertenece a múltiples culturas humanas y a sus fecundas posibilidades, hasta ahora
apenas expresadas.
Sin embargo, la velocidad de los avances tecnológicos, la creciente interdependencia
económica y el carácter instantáneo de las comunicaciones, forman parte de una
dinámica global que no se detiene a preguntarle a nadie: oye, ¿ya decidiste cuál es tu
identidad?
1992 es quizás nuestra última oportunidad de decirnos a nosotros mismos: esto somos y
esto le daremos al mundo. Ejemplifico, no agoto: somos esta suma de experiencias, esta
capacidad para actualizar los valores del pasado a fin de que el porvenir no carezca de
ellos, este sentimiento trágico de que ninguna receta ideológica asegura la felicidad o
puede, por sí misma, impedir la infelicidad si no va acompañada de algo que nosotros,
los hispánicos, conocemos de sobra: el poder del arte para compensar y completar la
experiencia histórica, dándole sentido y convirtiendo la información en imaginación.
Es la lección de La Mancha: Cervantes. Es también la lección de Comala: Rulfo; y la de
Santa María: Onetti.
No estamos solos y nos encaminamos hacia el mundo del siglo venidero con ustedes,
los españoles, que son nuestra familia inmediata. Nos necesitamos. Pero, también, el
mundo del futuro necesita a España y a la América española. Nuestra contribución es
única; también es indispensable; no habrá concierto sin nosotros. Pero antes debe haber
- 7 -
concierto entre nosotros. A España le concierne lo que ocurre en Hispanoamérica y en
Hispanoamérica nos concierne lo que ocurre en España. Sólo necesitándonos entre
nosotros, el mundo nos necesitará también. Sólo imaginándonos los unos a los otros, el
mundo nos imaginará.
La celebración del Quinto Centenario será, dentro de este espíritu, un acto renovado de
fe en la imaginación. Nos corresponde de nuevo, de ambos lados del Atlántico,
imaginar los mundos nuevos, pues no hay otra manera de descubrirlos.
Majestades,
Este honor excepcional con el que España distingue hoy a un ciudadano de México es
parte de una tradición constante, que nos precede y nos prolongará: la relación de los
escritores del Nuevo Mundo con la patria de Cervantes.
Quiero destacar un momento de esta relación, en el que España nos dio, a mí y a
muchos mexicanos, lo mejor de sí misma.
Mi país le abrió los brazos a la España peregrina que en México encontró refugio para
restañar las heridas de una guerra dolorosa. La emigración española compartió con
nosotros algunos de los frutos más brillantes del arte, de la poesía, de la música, de la
filosofía y del derecho modernos de España.
Muchos mexicanos somos los que somos, y sin duda somos un poco mejores, porque
nos acercamos a esos peregrinos y ellos nos ayudaron a ver mejor -Luis Buñuel-, a
pensar mejor -José Gaos-, a oír mejor -Adolfo Salazar-, a escribir mejor -Emilio Prados,
Luis Cernuda- y a concebir mejor la unión de la lengua y de la justicia, de las palabras y
los hechos.
A nadie le debo más en este sentido que a mi viejo maestro don Manuel Pedroso,
antiguo rector de la Universidad de Sevilla, que para mi generación en la Universidad
de México le dio identidad española al estudio del derecho internacional, actualizando
entre nosotros la tradición de Suárez y Vitoria, y preparándonos para decir y defender
en el continente americano los principios del derecho de gentes: no intervención,
autodeterminación, solución pacífica de controversias, convivencia de sistemas.
Estoy seguro de que a él le gustaría saber que lo recuerdo hoy, aquí, en otra gran
Universidad, la de Alcalá de Henares, y en presencia suya, señor, pues nadie, como
usted, ha hecho tanto para cerrar las heridas históricas y devolvernos, íntegra y
generosa, a nuestra España, y nadie, más que Su Majestad la Reina, ha estado tan atenta
al cultivo de la relación diaria, humana, gentílisima, entre nuestras dos patrias, España y
México.
Gracias, entonces, por darle a mi pasaporte mexicano y manchego el sello de vuestra
calidad espiritual.
- 8 -
Ahora abro el pasaporte y leo:
Profesión: escritor, es decir, escudero de Don Quijote.
Y lengua: española, no lengua del imperio, sino lengua de la imaginación, del amor y de
la justicia; lengua de Cervantes, lengua de Quijote.
Muchas gracias.


viernes, 16 de diciembre de 2011

ALEJO CARPENTIER. UN BARROQUISMO QUE CADA VEZ SE ALEJA MAS DE NUESTRA AMERICA LATINA.


Alejo Carpentier fue uno de los grandes escritores latinoamericanos de los años 60 y 70. Su influencia y su aporte literario, cultural, lo hacen un hito de las letras. Su barroquismo embriagante, su cultura universal y su conocimiento de la música lo hicieron confabular para mostrarnos un rico y hermoso mural de nuestra historia latinoamericana. Pienso, que pocos escritores del boom tuvieron la maestría para combinar tantos elementos históricos, culturales, políticos, sociales, económicos, como lo hiciera Alejo Carpentier. Hoy, la literatura latinoamericana no posee la grandilocuencia de los años 60. Los parámetros sociales, culturales y estéticos  han cambiado radicalmente. No diré cuál literatura me agrada más, al final la crítica literaria es una cuestión de gusto. Todo lo anterior es para recordar la obra del cubano Alejo Carpentier ganador del premio Cervantes.
He aquí una breve reseña de su obra y la declaración y agradecimiento del escritor cubano al momento de recibir el premio Cervantes.


Premio Cervantes 1977
ALEJO CARPENTIER
Narrador y ensayista cubano
(La Habana, 1904–1980)
Hijo de padre francés, arquitecto y de
familia de músicos emigrado a Cuba a raíz del caso Dreyfus, y de madre rusa,
profesora de idiomas. Cursó parte de sus estudios iniciales en su ciudad natal y, desde
muy pequeño, aprende música. En 1913 emprende con sus padres un viaje por Rusia,
Austria, Bélgica y Francia. En París estudia tres meses en el Liceo Jeanson de Sailly.
Cuando regresan a Cuba, fijan su residencia en las afueras de la ciudad de La
Habana. Al mismo tiempo que estudia en el Instituto de Segunda Enseñanza de La
Habana, estudia teoría musical.
En 1927 firma el manifiesto del llamado Grupo minorista, que pretendía la
cooperación, la unión y el conocimiento con los demás países de América Latina; una
especie de internacionalismo revolucionario. Ya para entonces era jefe de redacción
de la Revista Hispania y, un poco más adelante, de la revista Carteles. Esta adhesión le
cuesta ser encarcelado durante siete meses. En la cárcel escribe la primera versión de
¡Écue-Yamba-O!, su primera novela.
Al salir de prisión funda la Revista Avance y se fuga a París, a donde llega bajo la
identidad del poeta Robert Desnos. Toma contacto con la vanguardia europea y
conoce a Picasso, Chirico, Giacometti y Tanguy. Se introduce en el movimiento
surrealista y colabora, por invitación de Breton, en La Révolution Surréaliste. Pero se
desvincula bastante de todo esto porque lo que, en realidad, le interesa es el estudio
de América: “[...] durante más de ocho años en París no leí un texto que no se refiriera
a América: desde el Inca Garcilaso a las crónicas de Bernal Díaz del Castillo, desde Sor
Juana Inés de la Cruz, hasta los novelistas románticos del siglo XIX, los leí a todos,
tratando de hacerme una visión, una noción de lo que era este continente para
empezar a hablar de él y definirlo en lo posible”.
En 1933 viaja a España, conoce a Pedro Salinas, Antonio Marichalar y Gustavo
Pittaluga; traba una profunda amistad con Federico García Lorca y asiste a las tertulias
de Ramón Gómez de la Serna en el Pombo. Allí se publica la versión definitiva de su
novela ¡Écue-Yamba-O!, que significa “Dios, loado seas”, donde relata la experiencia
de un adepto a la sociedad abakuá, sociedad secreta masculina originaria del
Calabar africano.
A la caída del dictador cubano Gerardo Machado hace una breve visita a Cuba y,
en 1937, participa representando a Cuba, junto con Juan Marinello y Nicolás Guillén,
entre otros, en el II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas en defensa de la
cultura, celebrado en Madrid, Barcelona y Valencia.
En 1939, afincado ya en Cuba, además de escribir, producir y dirigir programas
radiofónicos y dictar un curso de Historia de la Música en el Conservatorio Nacional,
dedica gran parte de su tiempo a investigaciones musicales; comienza a preparar su
libro La música en Cuba, que publicaría en 1946 la editorial mexicana Fondo de
Cultura Económica.
En 1941 contrae matrimonio con Lilia Esteban –su primera mujer, Margarita Lessert,
murió muy pronto de una afección pulmonar. Un par de años después viaja a Haití y
surge la idea de El reino de este mundo que publicaría en México en 1949, donde
narra los hechos ocurridos en Santo Domingo durante la Revolución, uniendo lo
imaginario a lo histórico y las creencias mágicas afroamericanas con el deseo de
libertad y justicia.
Vive un tiempo en Venezuela, de 1945 hasta el triunfo de la Revolución Cubana. En
ese tiempo escribió sus mejores novelas: Los pasos perdidos (1953), el diario ficticio de
un músico cubano en el Amazonas, que intenta definir la relación entre España y
América siguiendo la conquista española; La guerra del tiempo (1958), sobre la
violencia y represión del gobierno cubano en la década de los cincuenta.
Al triunfo de la revolución cubana de 1959, regresa definitivamente a Cuba y lo
nombran subdirector de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación y director
de la Editorial Nacional. En 1962 se publica, en México también, El siglo de las luces
que es la síntesis de su pensamiento, donde plantea el choque de dos mundos: el
europeo iluminista y el mágico y telúrico americano. En 1964, la Universidad Nacional
Autónoma de México publica su libro Tientos y diferencias.
En 1966, es nombrado Ministro Consejero de la Embajada Cubana en París. En 1972, se
publica en Barcelona El derecho de asilo. En 1974 se publican en México Concierto
Barroco, novela en la que muestra sus visiones acerca de la mezcla de culturas en
Hispanoamérica y El recurso del método, que suele considerarse como la historia de la
destrucción de un mundo, la caída del mito del hombre de orden.
La consagración de la primavera –que también se editará en México, en 1978- es la
crónica del triunfo en Cuba de un nuevo mito: “Playa Girón, exactamente, porque es
la primera victoria de una nación latinoamericana contra el imperialismo
norteamericano y porque la victoria de Playa Girón ya es un hecho situado en la
Historia, es una de las grandes batallas en la historia de América; la más moderna y la
más amplia por su significado, por lo que implica”.
El término “lo real maravilloso”, inventado por Carpentier y divulgado en el prólogo a
su novela El reino de este mundo, ha servido para tipificar no sólo su propia novelística
sino a la realidad hispanoamericana. La realidad y el sueño, la razón y la imaginación,
la historia y la fábula, la vida y la muerte entretejen sus lazos narrativos hasta llegar a
conformar una especie de tapiz suntuoso, mágico y alegórico, conceptual y, por
momentos, culterano.
En 1975, es nombrado Doctor honoris causa por la Universidad de la Habana. En
México se le concede el Premio Internacional Alfonso Reyes. En 1977, recibe el Premio
Miguel de Cervantes.
Un año antes de morir, en 1979, aparece publicada en México El arpa y la sombra,
que recibe el Premio Médicis, la más alta distinción que Francia otorga a escritores
extranjeros. Muere en París, el 24 de abril.

- 1 -DISCURSO  DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES.
Hace un año el gran poeta Jorge Guillén hubo de recibir en este Paraninfo de la muy
ilustre Universidad Complutense, donde ahora me hallo, la misma recompensa que,
como coronación de mi ya larga carrera de escritor, viene hoy a premiar mi obra. Y
acaso por hallarse aquí, donde por fuerza he de evocar la presencia de quien admiro
desde hace medio siglo, acuden a mi memoria estos versos del autor de Cántico: "[...]
De un golpe vi la sala / Arañas por cristal resplandecían / Sobre una fiesta aún sin
personajes".
Fiesta hubo, un día de otoño ya muy lejano, en esta magnífica ciudad de Alcalá de
Henares, situada por siempre entre los altos lugares de la cultura universal, junto a
Stadfor-on-Avon o la Weimar de Goethe y Schiller, por haber nacido quien en ella
nació. Pero acaso tal fiesta se diera "aún sin personajes", como se dice en el verso de
Jorge Guillén. Porque la fiesta verdadera, la grande, tuvo lugar el domingo de octubre
del mismo año, en la ceremonia del bautismo de Cervantes, ya que, para quien la
contempla con los ojos del novelista actual, fue fiesta de muchísimos personajes -de
tantos y tan renombrados personajes- que el mismo historiador Cide Hamete Benengeli,
de haber estado presente, hubiera perdido la cuenta de ellos, por lo numerosos. Para mí,
para todos los que en nuestro idioma escriben novelas en esta época, al memorable y
jubiloso bautismo asistieron, entre muchos otros, las señoras Emma Bovary, Albertina
de Proust, Ersilia de Pirandello y Molly Bloom, venida especialmente de Dublín, con su
esposo, Leopoldo Bloom, y su amigo Stephen Dedalus, el príncipe Mishkin, el cándido
Nazarín, taumaturgo sin saberlo, y hasta un Gregorio Samsa, de la familia de los Kafka -
aquel mismo que una mañana había amanecido transformado en escarabajo-,
pertenecientes todos a la futura Cofradía de la Dimensión Imaginaria, fundada, con su
llegada al mundo, por quien iniciaba entonces su existencia entre nosotros.
Y es que con Miguel de Cervantes Saavedra -y no pretendo decir ninguna novedad con
ello- había nacido la novela moderna.
Periódicamente se produce, en la historia literaria del mundo, algo que -usándose de una
expesión de hoy- suele calificarse de crisis de la novela. Pero no sería propio hablar de
crisis de la novela, sino de crisis de una determinada novelística. El hecho no es nuevo.
Es evidente que al haber cumplido su papel sirviendo de puente entre la época medieval
y el humanismo renacentista, el libro de caballería agoniza cuando Cervantes emprende
su gran tarea desmitificadora. Cansados de encantamientos y peripecias inverosímiles,
esos James Bond de otra época que eran los Amadises de Gaula y Florismartes de
Hircania, sucumben bajo el peso de portentos harto acumulados y se van humanizando
en el Tirante el Blanco "tesoro de contento y mina de pasatiempos", dice Cervantes,
donde "comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas y hacen testamento
CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1977
Discurso de ALEJO CARPENTIER
- 2 -
antes de su muerte, con todas estas cosas de que todos los demás libros de este género
carecen".
Pero esta apertura hacia la realidad no basta, sin embargo, para salvar una novelística
llegada a una irremediable vejez. Y más si tenemos en cuenta que ahora ha nacido ya
una novelística enteramente nueva: la picaresca.
Con la picaresca española -y esto jamás se repetirá bastante, y más si pensamos qué
poco se tiene esto en cuenta fuera de España- nace realmente la novela como hoy la
entendemos. Novela que es invención totalmente española, sin antecedentes extranjeros,
y que por su novedad, por su poder de calar a lo hondo de lo circundante y cotidiano,
será pronto traducida a varios idiomas, hallando un sinnúmero de imitadores en Francia
y en Inglaterra.
Novela con su novelística -dije-. Novelística que constituye el movimiento literario más
prolongado de la historia literaria del Renacimiento para acá, si pensamos que, nacida
del Lazarillo de Tormes, crecerá durante más de dos siglos, con perpetua ampliación de
su ámbito geográfico, cerrándose con la autobiografía de Torres Villarroel, anunciadora
de Las confesiones, de Rousseau, y hallando todavía una heredera en América con el
Periquillo Sarmiento, del mexicano Lizardi, a comienzos del siglo XIX.
Acaso el éxito prodigioso de la picaresca se deba al hecho de haber instalado el yo en la
narración, tras de siglos durante los cuales la novela, bajo sus más diversas fases, fiel a
sus orígenes orales, era contada siempre en tercera persona. Novela de arquetipos más
que novela de individuos verdaderos, donde el autor observa, frente a sus personajes,
una suerte de "distanciamiento" brechtiano, muestra -tal Maese Pedro- las figuras de un
retablo donde él mismo no habrá de aparecer. Con los maestros de la picaresca, en
cambio, soy yo -el yo- quien se instala ante la realidad, narrándola en primera persona.
Pero ese yo forma parte de lo circundante y habitual. Nada añade, sustancialmente, a
una realidad muy española, donde los Pablos de Segovia, los Marcos de Obregón, los
Estebanillos González carecen del espesor, de la densidad, la ejemplaridad suficientes
para encarnar el genio de una raza. Un pueblo puede divertirse largamente con los antihéroes,
pero no se reconoce en ellos. Por esto, en tiempos de la picaresca, para hallar al
español entero y verdadero hay que buscarlo en el teatro, en el mundo de Pedro Crespo,
Peribáñez, los "todos a una" -pueblo valiente- de Fuenteovejuna... Y hay, por tanto, una
nueva crisis de la novela en España a mediados del siglo XVIII. En realidad, crisis de
una novelística que con Torres Villarroel deriva hacia el libro de verídicas memorias.
Faltaba a la picaresca, pese a la importancia capital de su aportación, esa cuarta
dimensión del hombre que es la dimensión imaginaria. Y esa era la dimensión que
Cervantes nos había traído con su Quijote, novela que pasa por encima de la mejor
picaresca sin inscribirse en ella a pesar de serle coetánea, indiferente a los cambios de
gustos, de estilos, de climas, de modas, clásicas al nacer, igualmente respetada por las
generaciones venideras, destinada a alcanzarnos, a ser nuestra contemporánea y a
darnos lecciones que están muy lejos aún de haberse agotado.
Cervantes, con el Quijote, instala la dimensión imaginaria dentro del hombre, con todas
sus implicaciones terribles o magníficas, destructoras o poéticas, novedosas o
inventivas, haciendo de ese nuevo yo un medio de indagación y conocimiento del
hombre, de acuerdo con una visión de la realidad que pone en ella todo y más aún de lo
- 3 -
que en ella se busca. Primer amante verdadero de la literatura moderna, Don Quijote
proyecta sus propios fantasmas en la figura de Dulcinea -pirandelliano juego de
apariencias- alzando una vulgar realidad al nivel de su propia escala imaginaria. A partir
de ese momento todo está permitido al ente creador. Se ha plantado en un universo
donde la manzana deja de ser una fruta cualquiera para transformarse en la manzana de
Newton, Clavileño acabará volando a una velocidad supersónica, un trivial suceso
policíaco engendra El rojo y el negro, y del sabor de un bizcocho mojado en una taza de
té surge toda la humanidad de Marcel Proust, como de buenos y malos libros de
caballería nació el cosmorama, español y universal, del Quijote.
Todo está ya en Cervantes. Todo lo que hará la perdurabilidad de muchas novelas
futuras: el enciclopedismo, el sentido de la historia, la sátira social, la caricatura junto a
la poesía y hasta la crítica literaria, allí donde el cura del escrutinio famoso parece
haberlo leído todo, y el mismo Ginés de Pasamonte, a ratos perdidos de ladrón, escribe
sus memorias. Y el novelista, impaciente por hablar en primera persona, se introduce
dentro de su propia obra, en el octavo capítulo, al pasar la narración a un tercero por un
sorprendente proceso de suspenso cinematográfico, novelista novelado, alguacil
alguacilado... Y, en cuanto a forma, el Quijote se nos presenta como una serie de
geniales Variaciones a base de un tema inicial, en trabajo parecido al de las Variaciones
musicales inventadas por el maestro Antonio de Cabezón, el organista ciego e inspirado
vihuelista de Felipe II, que fue el creador de esa técnica fundamental del arte sonoro. Y
las grandes Variaciones de Cervantes anuncian esas otras variaciones españolas que, en
lo plástico, serán las tauromaquias de Goya o las innumerables glosas hechas por
Picasso a Las Meninas, de Velázquez. Pues también habría que recordar que el arte
mayor de la Variación musical tuvo su origen en España, al igual que la novela, tal
como hoy la entendemos.
En un artículo de 1921 Ortega y Gasset se muestra poco optimista en lo que se refiere al
porvenir de la novela, aconsejando a los jóvenes que vuelvan los ojos más bien hacia el
teatro... ¡Y esto en los inicios de la década que vería aparecer a Proust, Joyce, Thomas
Mann, Faulkner, en tanto que nacerá en ella, pujante y recia, la novelística
hispanoamericana!...
Y hay críticos de mal agüero que ahora señalan una nueva crisis de la novela... Crisis,
sí. Pero crisis de una novelística psicológica que ya daba muestras de agotamiento hacia
los años veinte; crisis de una novela hecha a base de los ya muy repertoriados conflictos
de orden sentimental y afectivo. Pero en tanto el novelista de hoy mire hacia lo épico y
contingente de su época no se podrá hablar de "crisis de la novela", y mucho se
equivocan quienes dicen que el cine y la televisión están en camino de suplantar al libro,
cuando nuestra época asiste, por el contrario, a una multiplicación de las empresas
editoras para cubrir la demanda de un público cada vez más ávido de lectura.
No hay ni habrá crisis de la novela mientras la novela sea novela abierta, novela de
muchos, novela de buenas y fuertes variaciones -valga el término musical- sobre los
grandes temas de la época, como lo fue en su tiempo la ejemplar novela, a la vez local y
universal, de Miguel de Cervantes Saavedra. Como decía don Miguel de Unamuno:
"Hemos de hallar lo universal en las entrañas de lo local; y, en lo limitado y
circunscrito, lo eterno".
- 4 -
No tuvo España mejor embajador, a lo largo de los siglos, que Don Quijote de la
Mancha, hombre -nos dice su creador- "que solamente disparataba en tocándole a la
caballería, y en los demás discursos mostraba tener claro y desenfadado entendimiento".
Pronto conocido en toda Europa, Don Quijote cruzó el océano para mostrarse a todo lo
largo y ancho del Nuevo Mundo. Y, por encima de luchas y vicisitudes, sobrevolando
los antagonismos históricos, siguió transitando sin trabas por las tierras de América.
Bolívar lo evocaba a menudo en los últimos días de su prodigiosa existencia. Y José
Martí, el espíritu más universal y enciclopédico de todo el siglo XIX americano, tenía a
su creador por uno de los caracteres más dignos y bellos de la Historia: "Temprano
amigo del hombre -decía Martí- que vivió en tiempos aciagos [...] , y con la dulce
tristeza del genio prefirió la vida entre los humildes".
De niño yo jugaba al pie de una estatua de Cervantes que hay en La Habana, donde
nací. De viejo hallo nuevas enseñanzas, cada día, en su obra inagotable... Y ya que
citaba al comienzo de estas palabras unos versos de Jorge Guillén, el gran poeta de
Cántico vuelvo, pensando que bien podría aplicarse a Don Quijote, universal y eterno,
los versos que le fueron inspirados por una lectura del Poema del Cid: "Le crece el
corazón... / Y a cuantos llega su irradiación de héroe, / Héroe puro siempre, héroe
invulnerable. / Autoridad paterna con su rayo solar".
Habiendo tenido el insigne honor de recibir de manos de Su Majestad el Rey de España
el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, debo manifestarle
mí profundo y emocionado agradecimiento, así como a la ilustre Academia Real de la
Lengua Española, a los representantes de las distintas Academias españolas y
latinoamericanas que por unanimidad de criterios hicieron posible que yo me encuentre
hoy aquí, en tal alta cátedra, y al Excelentísimo señor ministro de Cultura, en nombre
mío y en el de mi pueblo, por esta recompensa impar que viene a coronar mi ya larga
vida consagrada al cultivo de las letras... Ninguna frase podría expresar mejor mi estado
de ánimo en estos momentos que aquella en que nos dice Cervantes: "Una de las cosas
que más debe dar contento a un hombre [...] es verse, viviendo, andar con buen nombre
por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa [...]". Viviendo estoy. Impreso y en
estampa fui. Buen nombre tuve, pero acaso, gracias a ustedes, mucho mejor lo tenga
ahora. Por ello: ¡Gracias!...

miércoles, 7 de diciembre de 2011

JORGE GUILLÉN: LA EMOCIÓN CONTENIDA EN LAS ESTRUCTURAS FORMALES DE LO POÉTICO.


Discurso del poeta Jorge Guillén ganador del premio Cervantes 1976.

La presente situación, abrumadoramente honrosa, pesa mucho sobre los hombros del
premiado. Estas palabras, Miguel de Cervantes, Alcalá, Universidad de Cisneros,
forman un bloque abrumador. Por fortuna, al premiado le distingue una especialidad: la
acción de gracias, y enseguida comienza expresando su profunda gratitud a quienes le
han concedido este increíble Premio.
Un Premio literario irrumpe siempre como una sorpresa. ¿Y si es merecido? No
importa. El merecimiento no se impone de modo absoluto. Hay siempre otros legítimos
candidatos. Si no se entromete la vanidad, el galardón cae del cielo con fuerza
inesperada. ¿Como un maná? Eso implicaría milagro. Y aquí no existe milagrería
sobrecogedora. No sería justo comparar la obtención de un Premio a una lotería. En el
certamen no se entra con un décimo en la mano. ¿Entonces? No pensemos en el azar, ni
siquiera en algún "seguro azar" -como dijo el poeta-. A este resultado, de aspecto
celeste, se llegará en torno a una mesa de personas doctísimas tras una deliberación. De
ahí el carácter honroso del Premio y la gran satisfacción del elegido.
Gratísima sorpresa, y, más aún, en este siglo que nos ha tocado gozar y padecer. Todos
los oráculos coinciden: la historia desemboca en una realidad que se reduce a dos
culminaciones: economía y política. El resto -bien nos lo han repetido- queda al margen,
en posición subalterna de "escasa realidad". Así vivimos: entre las furias de los negocios
y las furias de los poderes. Sin embargo, en la sociedad actual se mantienen todavía
instituciones generosas que prestan atención a este precario resto: ciencias, artes,
espiritualidad.
He aquí este premio de nombre tan ilustre. Henos en este hermoso Paraninfo. Ningún
lugar más adecuado. No es menester ir a Delfos, junto al Monte Parnaso y la Fuente
Castalia, ni trasladarse a Roma, al Capitolio. El "laureatus in Urbe" dice aquí, en este
Alcalá cervantino, cuánto le conmueve que una obra poética, llevada a término durante
medio siglo, sea ahora tan halagüeñamente reconocida. Y mucho le importa, asimismo,
que en la ardua transición política de nuestro país este momento, este Paraninfo,
signifiquen un acto de concordia, ya definitivamente superada la guerra más cruel. Y
poesía es ahora -como ha sido siempre para este poeta- un símbolo de esperanza.

Obra.
Jorge Guillén nace en 1893-1984 Valladolid Valladolid, España. Autor de cántico 1928. Guillén es un representante de la llamada poesía pura o  poesía simple,según el manifestó en varias  oportunidades: describir, exaltar algo sin complicaciones. "Cabe- declara Guillén- la fabricación la creación de un poema compuesto únicamente de elementos poéticos en todo el rigor del análisis: poesía poética, poesía pura". A Jorge Guillén, se le ha catalogado como un poeta demasiado cerebral y demasiado sometido a las estructuras poéticas. Sin embargo, Jorge Guillén es uno de los poetas más interesantes e importantes de la lírica castellana del siglo XX. La totalidad de la obra de Jorge Guillén fue publicada por la editorial Seix Barral que lleva el título de: Cántico. Por último, señalo que GULLÉN es un poeta DE LA GENERACION DEL 27, que en otras oportunidades he comentado.

martes, 29 de noviembre de 2011

La novela negra latinoamericana y colombiana



Con gran satisfacción me he encontrado en la red una monografía titulada: la novela negra latinoamericana y colombiana:lecturas de las novelas MARIPOSAS negras para un asesino de Jorge Méndez Limbrick y Scorpion city de Mario Mendoza, quien es actualmente uno de los exponentes de la novela negra colombiana. Transcribo, algunos fragmentos dedicados a mi novela mariposas negras para un asesino.
Les dejo la información para los interesados en la novela negra.


La novela negra latinoamericana y colombiana: lecturas de las novelas mariposas negras para un asesino de jorge Méndez limbrick y Escorpio city de mario mendoza
Autor : 
???metadata.dc.contributor.advisor???: 
Palabras clave : 
LITERATURA COLOMBIANA
NOVELA COLOMBIANA
LITERATURA
LITERATURA - TERMINOLOGIA
Fecha de publicación : 
2011
Editorial : 
Corporación Universitaria Minuto de Dios
Resumen : 
Lo que se pretende evidenciar en este trabajo es: Establecer aspectos fundamentales de la sociedad violenta que se ven reflejados en la novela negra por medio de un ensayo argumentativo, partiendo del sistema de personajes propuesto por Ronald Bourneuf y Real Ouellet, estudiados en las novelas Mariposas Negras Para Un Asesino de Jorge Méndez Limbrick y Scorpio City de Mario Mendoza y así esclarecer la relación existente entre literatura y sociedad inmersa en el género Policial, a su vez brindar un aporte significativo a la crítica literaria en la facultad de educación de la Corporación Universitaria Minuto De Dios. Por su narración, la novela negra es una de las más elogiadas por escritores y de los géneros literarios más antiguos, teniendo en cuenta que definir novela policiaca y novela negra es hablar de lo mismo, sólo que el tiempo así como la vida y la visión de las cosas han cambiado. En el primer capítulo nos aproximamos a las raíces históricas del género policiaco, así como a los subgéneros que parten de éste, sin olvidar sus definiciones. Al mismo tiempo daremos cuenta de aspectos importantes del la novela policiaca y negra a nivel de Latinoamérica y Colombia.
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Tesis de la Sede Principal UNIMINUTO - Bogotá
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martes, 22 de noviembre de 2011

OCTAVIO PAZ: Poemas (1935-1975). SEIX BARRAL. EDICIóN de 1979.



OCTAVIO PAZ.
Como ya lo he comentado, los años 80 fueron para mí, años de una gran actividad literaria en cuanto a la lectura. Entre los libros que me leí, estaba el libro que reunía en aquel momento toda la poesía de Octavio Paz. La editorial Barral lanzaba al público una bella edición haciendo honor a la gran obra literaria del mexicano. Podría seguir escribiendo sobre esta publicación DE 1979, sin embargo, considero que lo más legítimo es transcribir literalmente lo dicho por Paz a esta edición.

"Los poemas son objetos verbales inacabados inacabables. No existe lo que se llama versión definitiva: cada poema es el borrador de otro, que nunca escribiremos... pero hay por poetas precoces que pronto dicen lo que tienen que decir y hay poetas tardíos. Yo fui tardío y nada de lo que escribí en mi juventud me   satisface;  en1933 publiqué una plaquete, y todo lo que hice durante en los 10 años siguientes fueron borradores de borradores. Mi primer libro, apareció en 1949: Libertad bajo palabra. En 1960 se publicó, con el mismo título, un tomo que reunía mis trabajos poéticos desde 1935 hasta 1957. Se ha editado varias veces y es el origen de este volumen. La reimpresión de 1967 fue una edición corregida y aligerada: modifiqué muchos poemas y suprimi más de 40. Algunos aprobaron el rigor, otros lo lamentaron. Ahora, con la misma dudosa justicia, he indultado a 11 de los condenados. Repito lo que dije entonces: este libro no es una selección de mis poemas. Si lo fuera, habría desechado sin remordimiento muchos otros más. La selección la hará el tiempo. Ya se que es un juez ciego y guiado por otra ciega: la casualidad. No importa: a lo largo de los años, a sabiendas de la inutilidad de mis  esfuerzos, he corregido una vez y otra vez mis poemas. Homenajes a la muerte  del muerto que seré. Los escrúpulos me han llevado a eliminar, rehacer y corregir mis poemas, me han impedido también recoger los de mi adolescencia, con la excepción de los cuatro primeros de Puerta Condenada. Equidistante de la antología y de las poesías completas, este libro reúne mi obra poética - mía tanto como del tiempo y sus accidentes. En la primera edición me incliné por una división en la que atendí, más que a la cronología, a las afinidades de tema, color, ritmo y tono. En la segunda  procuré ajustarme con mayor fidelidad a las fechas iniciales de composición. En esta nueva edición el criterio predominante ha sido el cronológico. Triunfo final de la memoria, quiero decir: de la vida, sobre la estética. Hay en tres secciones en prosa: ¿Águila o Sol?, la hija de RAPACCINNI y El mono gramático. Desde Baudelaire las fronteras entre la porosa y el verso son más y más fluctuantes. La hija de RAPACCINNI es una adaptación teatral, Arenas movedizas colinda con ese género anfibio que es el cuento y El mono gramático, con el ensayo. Confío en que esos textos, en algún momento, colinden también con la poesía. Después de muchas dudas decidí incluir topoemas. Me pareció que valía la pena recoger esa experiencia. Tuve la intención de añadir una sección compuesta por RENGA ( poema colectivo o en cuatro idiomas) y por mis traducciones de poesía. Las diferencias entre traducción y creación no son menos vagas que las fronteras entre prosa y verso. La traducción es una recreación, un juego en el que la invención se alía a la fidelidad: el traductor no tiene más remedio que inventar el poema que imita. A última hora resolví excluir esos textos: sin ellos este tomo ya resulta demasiado frondoso. Muchas hojas: hojarasca. Casi siempre los versos comienzan con minúscula, salvo al principiar el poema y después de punto, pero en una sección todas las líneas comienzan con mayúscula. Asimismo, en muchos poemas la puntuación desaparece. ¿Cómo justificar estos usos? la verdad es que son injustificables. ¿Lo es la poesía? Su justificación se llama poema, un objeto que es el producto de una práctica y no la consecuencia de un sistema. La puntuación no es un asunto de principios sino de resultados. Rocé el tema de la puntuación porque es un aspecto de los cambios de mi poesía. Un aspecto, también de mi perplejidad ante esos cambios. En un libro que recoge poemas escritos durante más de 40 años, ¿cómo buscar otra unidad que no sea la del tránsito? ¿nada permanece? toca al lector, no a mí, descubrir si hay algo que no cambia en mis cambios". OCTAVIO PAZ.

viernes, 11 de noviembre de 2011

LUIS CERNUDA: otro gigante de la generación del 27.

(Obra completa del poeta sevillano: Luis Cernuda de la generación del 27)

Para 1980 - y con varios años de estar en la Universidad de Costa Rica-, acudía rutinariamente a la Soda Guevara - una sodita que estaba frente a la Universidad de Costa Rica. Fue en una mañana que entraba mi amigo Carlos Cortés hablando sobre literatura - hago la advertencia que todavía no nos conocíamos- pero, me llamó la atención que hablaba de un poeta que pocas personas conocían en aquella época: de Luis Cernuda. (Nota: aparte de Carlos Cortés, mi otro gran amigo pintor y poeta José Miguel Rojas y mi otro amigo virtual y a la distancia Alexánder Obando; no conozco a nadie más que sea un fans de su poesía). Sigo con el relato: pues entonces, me llamó la atención y no solo me llamó la atención sino  sentí "molesto" - lo confieso- que un joven como Carlos conociera a "MI POETA"-, me sentía hasta celoso... porque Cernuda... Cernuda y yo éramos amigos y nadie lo conocía como yo (así es uno de iluso cuando se es joven o relativamente joven... cree que el MONOPOLIO de la verdad y el conocimiento solo a uno le pertenece). Esa mañana hablamos sobre el poeta sevillano y fue allí que nació un gran amistad entre Carlos Cortés y yo... una amistad que se remonta más de tres décadas... Ahora bien, la anécdota es para sugerir a los jóvenes poetas - que si pueden busquen su obra- porque es un gran poeta, un poeta enriquecedor, una poesía nihilista pero... ¿quién está exento del nihilismo en nuestros días? Al contrario creo que esa es una de las grandes virtudes de su poesía y que lo sigue haciendo vigente: el desencanto de un mundo horriblemente áspero pero también en pocas ocasiones hermoso...

Luis Cernuda nace en 1902, el 21 de setiembre, Sevilla, en la calle Conde Tójar (hoy Acetres), núm.6. Fue hijo menor (tenía dos hermanas:Amparo y Ana) de don Bernardo Cernuda Bousa y de doña Amparo Bidón y Cuéllar, de origen sevillano.


Los modelos de Cernuda son: el poeta Luis de Góngora y Argote, Paul Valéry, y su otro amigo y gigante de la generación del 27 Jorge Guillén. Cernuda es especulativo, frío, ligeramente melancólico, y nihilista. Cernuda fue un artífice del verso, y un excelente traductor como se observa en OCNOS.

Nota CRÍTICO - EDITORIAL
En las obras completas publicadas por Seix Barral año de 1977 se lee lo siguiente:
Es este un intento de ofrecer por primera vez en España y en edición crítica, las poesías completas de Luis Cernuda. Junto al poemario  de LA REALIDAD Y EL DESEO, se incluyen también los pocos textos dispersos que no fueron allí acogidos, así como la totalidad de sus traducciones en verso. Se reproduce en la parte central de nuestra edición el texto de LA REALIDAD Y EL DESEO, 1958 (México, Fondo de Cultura Económica), al cuidado de Cernuda, completado por el de la sección última -entonces inacabada de dicho libro-, DESOLACIÓN DE LA QUIMERA, 1962 (México, Mortiz). Son estas ediciones las últimas en vida de su autor, las que ofrecen los poemas en su estado de corrección definitiva y, además, las más libres de erratas, bastante abundantes en otras ediciones e incluso en la póstuma y seguramente más divulgada de LA REALIDAD Y EL DESEO, la de 1964.
Se han numerado - de cinco en cinco- los versos con objeto de facilitar la consulta del aparato crítico.
Este se centra en la cronología de los poemas y en la anotación de las variantes. En cuanto a la cronología (que esperamos permita ubicar algo los varios ritmos de creatividad, en ocasiones bien expresivos, como, por ejemplo, el mayor apiñamiento de las fechas ocurrido en las dos secciones de dictado más súbito y afín al surrealismo, UN RÍO, UN AMOR y LOS PLACERES PROHIBIDOS),
hemos podido consultar las anotaciones autógrafas de Cernuda en un ejemplar suyo de LA REALIDAD Y EL DESEO, 1936 existentes en los archivos familiares de Sevilla. Para su etapa de exilio - siempre para nosotros más laboriosa y problemática a la hora de precisar este y otros detalles-, hemos procurado trazar un calendario aproximativo de las distintas secciones,  siguiendo las indicaciones de HISTORIAL DE UN LIBRO, aparte, claro está,  de aprovechar los valiosos datos atestiguados por el Prof. Carlos P. Otero, fiel amigo del poeta en sus últimos años. Vaya, además, a título orientador del lector una observación adicional:  que Cernuda sobre todo a medida que  se le afirmó el impulso biográfico de su libro, solía organizar cada una de las secciones según la pauta cronológica de su redacción, bien que con la excepción más conocida de los poemas inicial y final colocados ahí por razones de su especial significación.
Hemos procurado registrar todas las variantes, incluso las más mínimas alteraciones de puntuación, que arrojaban los cotejos de las distintas ediciones y de las revistas donde Cernuda había publicado algunas de sus poesías. para ello, fue preciso identificar previamente las erratas de imprenta (que solo alguna, ante la duda por variantes), erratas bastante frecuentes en los casos en que el autor no pudo revisar y corregir las pruebas de sus libros. Ocurrió esto sobre todo en la edición segunda de LA REALIDAD Y EL DESEO (curiosamente al cuidado de Emilio Prados y cuya consulta confirma y justifica plenamente las quejas del  propio Cernuda en HISTORIAL DE UN LIBRO), y también, aunque menos, en la edición argentina de COMO QUIEN ESPERA EL ALBA (...)"

jueves, 3 de noviembre de 2011

REINALDO ARENAS

Links: para bajar libros de Reinaldo Arenas. Nota: si pide clave escribir: 1libro+
Arenas Reinaldo



Los 80 fue una década de gran agitación literaria para mi persona. Tenía varios años de estar en la Universidad de Costa Rica y dejaba inconclusa la carrera de Filología y me decidía a terminar de una vez por todas la carrera de Derecho. Por supuesto, que esto no quería decir que claudicaba a mis aspiraciones literarias - ni mucho menos- por el contrario, en la Facultad de Derecho hacía nuevas amistades que tenían afinidades literarias. Entre mis amigos - y actualmente lo sigue siendo aunque poco lo veo- estaba el periodista y Co-Director de Telenoticias Canal 7 Ignacio Santos Pasamontes, que al final también terminaría la carrera de Derecho y Periodismo. Fue "Nacho" -como cariñosamente le decimos-  quien me prestó un libro de Reinaldo Arenas.  Recuerdo que me decía con aire bastante circunspecto - que Arenas- era un gran escritor de su querida Cuba. El libro - si la memoria no me traiciona- era un libro de poesía extrañamente publicado por Seix,  Barral, porque como todos sabemos, Seix Barral en aquella época publicaba poca poesía a no ser los ya consagrados como: Octavio Paz, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Luis Cernuda entre otros. Pues, recuerdo que tomé el libro y  leídas las primeras páginas  fue una grata sorpresa: su capacidad poética es arrolladora. Debo confesar que no esperaba que me sorprendiera tanto su poesía,  y pienso que el gusto fue entonces mucho mayor por la sorpresa. Han pasado varias décadas y una persona en Facebook me ha pedido que hiciera un comentario y así lo hago.

REINALDO ARENAS.

Cuba, 1943-1990)
 Escritor cubano nacido cerca de Holguín (Aguas Claras), donde creció comiendo tierra junto a su abandonada madre y su abuela que orinaba de pie. Empezó a escribir a los 13 años, aunque la llegada de la Revolución, a la que se sumó como guerrillero, retrasó su vocación hasta 1963, cuando ingresó en la Biblioteca Nacional y redactó Celestino antes del alba. Conoció y entabló amistad con Piñera y Lezama Lima. Su libro El mundo alucinante fue prohibido por contrarrevolucionario, y a partir de ese momento y en adelante tuvo que esconder sus manuscritos. Otra vez el mar, que ocultó bajo tierra y en el tejado, fue hallado y destruido, pero lo rehizo tres veces. El ambiente en Cuba se enrarecía: la campaña de la Zafra de los Diez Millones, en la que el escritor fue obligado a contribuir cortando caña en una plantación, y las torturas al poeta disidente Heberto Padilla fueron para Arenas síntomas de su arriesgada situación, que trató de paliar al casarse con la actriz Ingrávida González. En 1973 lo detuvieron por contrarrevolucionario y traicionado en su huida por su amigo Coco Salá, fue conducido al cuartel de Miramar, desde donde trató de salir de la isla en un neumático. Fracasó, como cuando quiso huir por Guantánamo, donde estuvo a punto de ser ametrallado. Durante dos meses se refugió entre la vegetación del Parque Lenin, hasta que la policía lo encerró en el castillo del Morro: dos años entre palizas e intentos de suicidio. Tras perder dos dientes, trabajar como forzado y confesar por escrito para evitar torturas, obtuvo la libertad. En los cinco años siguientes asistió a las muertes de sus amigos Lezama Lima y Piñera, se enamoró del joven Lázaro Gómez y saqueó un convento para sobrevivir. Hasta que se unió a los marielitos y falsificó a mano su pasaporte para convertirse en Reinaldo Arinas y eludir la lista de los que no podían salir del país. En 1980 consiguió huir de Cuba y se trasladó a Miami. Muchos intelectuales le dieron la espalda, y aprendió que un exiliado sin dinero no era nadie. Arenas paseó 10 años su grito por Venezuela, Francia, Portugal, Suecia, Dinamarca y España. En Estados Unidos, donde colaboró en la revista Mariel desde su fundación en 1983 hasta su cierre en 1987, acabó el repaso a su vida que había iniciado 17 años antes en el Parque Lenin. Reynaldo Arenas se suicidó el 7 de diciembre de 1990.

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 La liebre dorada En el seno de la tarde, el sol la iluminaba como un holocausto en las láminas de la historia sagrada. Todas las liebres no...

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