Lustro tres
EL YAVISTA, SÓCRATES Y PLATÓN,
SAN PABLO, MAHOMA
El núcleo escondido de este lustro es Jesús. Estuvo aquí pero se ha
retirado un poco, en parte a causa de mis propias dudas, en parte por
un sabio consejo editorial. Genios es un libro sobre la conciencia del
autor, e incluso Sócrates es un autor, aunque de la tradición oral.
Pero me parece a mí que hay dos personas diferentes, el Jesús
histórico del cual no sabemos gran cosa y el personaje literario
estampado a fuego en los cuatro Evangelios, de la misma forma como
Yavé es el gran personaje literario del escritor J o Yavista. Jesús y
Hamlet son los únicos personajes literarios que parecen poseer la
conciencia del autor, pero este libro no está dedicado a los personajes
literarios sino a las mentes creativas ejemplares.
Considerar que Mahoma, sello de los profetas, es un genio creativo es
contravenir el Islam, pues Dios mismo es quien pronuncia cada una
de las palabras del Corán. Pero no podemos ignorar el Corán porque
es una obra de genio que es urgente estudiar. No es posible
considerar la sabiduría divina, Hoktnah, en sus formulaciones
occidentales sin yuxtaponer el Yavista a Platón, San Pablo al Corán.
[169]
Frontispicio n
El Yavista
[ i ] El Eterno Se le apareció en la planicie de Mamre mientras estaba
sentado en la entrada de su tienda, en pleno calor del día. [2] Alzó la vista
y miró: he aquí que había tres hombres parados frente a él. El los vio y
corrió hacia ellos desde la entrada de la tienda, y se postró sobre el terreno.
[3] Y dijo: “Señor mío, si he hallado gracia en tus ojos, por favor no sigas
de largo ante tu sirviente
[4] “Que traigan agua y lavad vuestros pies, y reclinaos debajo del
árbol. [5] Iré a buscar un pedazo de pan para que tengan sustento, luego
continuaréis, por cuanto ya habréis pasado por el camino de vuestro
sirviente ”. Dijeron ellos: “Pues haz como dices, tal como has dicho
[6] Y Abraham se apresuró a la tienda de Sara y dijo: “¡De prisa!
¡Tres medidas de harina, de sémola; amásala y haz tortas!”. [7] Y
Abraham fue corriendo al ganado, tomó un ternero, tierno y bueno, y se lo
dio al joven, quien lo preparó enseguida. [8] Tomó crema y leche y el
ternero que había preparado, y los colocó delante de ellos; y se paró frente a
ellos, debajo del árbol, y ellos comieron1.
He aquí al Yavista (o a la Yavista) en su expresión más misteriosa. El
día se ha puesto más y más caluroso y Yavé se le aparece a Abraham cerca
de los terebintos en la planicie de Mamre. Otros dos elohim acompañan
a este Dios que ha llegado de sorpresa, dos seres divinos o ángeles que
acompañan a Yavé en el camino y que se proponen destruir Sodoma y
Gomorra, las pecaminosas ciudades de la planicie. Como los demás, Yavé
se lava los pies, se recuesta a la sombra de los terebintos y disfruta de un
delicioso almuerzo de ternera, tortas, queso y leche. Complacido con la
hospitalidad de Abraham y las habilidades culinarias de Sara, Yavé le
anuncia un hijo a Abraham y Sara, demasiado viejos para esa concepción
y ese alumbramiento. Cuando Sara, que está escondida en su tienda, se
ríe irónicamente de la promesa, Yavé se ofende y acusa a la asustada mujer,
que lo niega, de haber tenido la desfachatez de reírse.
¿Quién querría renunciar a este Yavé a pesar de los lamentos de los
teólogos y de los académicos que desean un dios menos humano? El
[170]
Yavista es un genio cómico que trabaja en un terreno en el que no esperamos
lo cómico. El picaresco júbilo y la exuberancia de este escritor no
tuvieron igual hasta Shakespeare, cuyas audacias debían ser más sutiles
en una Inglaterra en la que los herejes iban a dar a la hoguera y los blasfemos
podían perder una oreja o incluso la lengua. Pero el Yavista ignora
todo lo relacionado con las herejías y las blasfemias. El escritor J es un
contador de cuentos, de un refinamiento sorprendente y de una naturalidad
casi infantil.
William Blake afirmó que la historia de la religión consistía en la
“ selección de formas de adoración de entre los cuentos poéticos” . El
judaismo, el cristianismo y el islamismo todos surgen de ese proceso, y
todos están infinitamente lejos de la belleza exuberante del Yavista.
[171]
El Yavista
980 ¿? | 900 a.c.
l o s o r íg e n e s h e b r e o s siguen siendo difíciles de datar con exactitud.
Abram, que se convirtió en Abraham, padre de los judíos, de los cristianos
y de los musulmanes, posiblemente vivió en el siglo 18 antes de
nuestra era. Israel pudo haber descendido hasta Egipto un siglo después
y el Exodo pudo haber ocurrido cerca de 1280 a.C. Canaán quizás
fue conquistada cincuenta años después. Se puede afirmar tentativamente
que el profeta Samuel y el rey Saúl son del 1020-1000 a.C., y David
reinó en Judea e Israel del 1000 al 960, cuando Salomón ascendió al trono
y fue rey hasta aproximadamente el 922, después de lo cual el reino se
dividió.
El escritor más grande en lengua hebrea, conocido entre los estudiosos
como J o el Yavista, escribió las partes cruciales de lo que ahora
llamamos Génesis, Exodo y Números en algún momento entre el 950
y el 900. Dado que desconocemos el nombre de este autor, estamos en
libertad de especular sobre su identidad.
El Libro de J o el Yavista forma parte de esa gigantesca estructura
que va del Génesis hasta Reyes y que fue inventada por un gran editorescritor,
el Redactor, durante el exilio babilonio, aproximadamente en
el 550 a.C. En 1990 escribí un comentario, The Book ofjf [El libro de J,
Barcelona, Interzona, 1995], con el que sigo estando de acuerdo, si bien
no estoy contento con la traducción que usé en ese volumen*.
El novelista Victoriano Samuel Butler, autor de la inolvidable El
destino de la carne, escribió también un libro en el que afirmaba que el
autor de la Odisea era una mujer. Butler es delicioso aunque no del todo
convincente, y retrospectivamente me doy cuenta de que él influyó en
mi deducción de que el Yavista fue una mujer, una aristócrata de la es*
En Genius, Bloom cita del Tanakh (1985), versión judeoamericana de las Sagradas
Escrituras en la que la Torá, o los Cinco Libros de Moisés (que incluye el texto
de J) fue interpretado por un distinguido grupo conformado entre otros por
Harry M. Orlinsky, H.L. Ginsberg, Ephraim A. Speiser. Aquí se usó la traducción
de Daniel ben Itzjak, La Torá, Libro del Génesis, Sección Vaierá, 18: 1-6,
Barcelona, Ediciones Martínez Roca, 1999, p. 35. N delT.
[172]
pléndida corte de Salomón el Sabio. Me gusta la sugerencia de Jack
Miles de que sea lo suficientemente audaz como para identificar a esta
gran mujer como la hitita Betsabé, madre de Salomón. Se sabe que
David planeó la muerte de su marido Urías en batalla para poder sumarla
a sus otras esposas. ¡Sería muy divertido que el genio cuyas historias el
Redactor organizó en laTorá hubiese sido una mujer hitita y no un hombre
israelita! Dado que J es un gran ironista y no siente especial afecto
por los patriarcas hebreos y más bien sí por sus esposas, Betsabé encajaría
admirablemente. También habría que tener en cuenta la admiración
de J por Tamar y Agar, mujeres que, como Betsabé, no eran israelitas.
Quisiera aclarar que mi lectura del texto de J es la misma que haría
de cualquier otro gran texto literario, y lo leo como leería a Homero, a
Dante o a Shakespeare. Al margen de su verdadera historia, las representaciones
vitales de Abram/Abraham, Jacob/Israel, Judá, Tamar, José
y Moisés son de J, y aquí los considero en su calidad de personajes literarios.
Decidí excluir a Jesús de este libro en vez de tratarlo como un
personaje literario creado por Marcos en su Evangelio, aunque él pertenece,
al menos en parte, a la historia del genio judío, aseveración con
la que me limito a repetir al reverendo John P. Meier, el más distinguido
biógrafo católico romano de Jesús.
Una de las manifestaciones más sobrecogedoras del genio del Yavista
trasciende incluso a Shakespeare (aunque me duela decirlo). El personaje
más sorprendente d e j no es Abraham, ni Jacob, ni Moisés, ni siquiera
José -a quien considero un retrato sustituto del rey David-. Es, extrañamente,
Yavé, no sólo Dios como personaje literario sino, inolvidablemente,
Dios. Una vez más, quisiera evitar el escándalo. El Yavé de J ha
sido una extravagancia durante casi tres mil años porque es humanodemasiado-
humano. Recuerdo haber afirmado, en mi Book ofjf que, de
acuerdo con los estándares normativos -judaicos, cristianos o islámicos-,
la representación de Yavé es blasfema. Hoy añadiría que me quedé corto
en esta afirmación: los teólogos (los antiguos y los modernos) y los
académicos consideran que el Yavé de J es “ antropomorfo” , lo cual es
una absurda evasión.
La única sobresaliente excepción la constituye el estudioso alemán
Gerhard von Rad, aunque donde dice Israel yo pondría J y donde habla
del Antiguo Testamento yo hablaría de la Biblia hebrea o Tanakh:
[173]
En realidad Israel pensaba que Yavé tenía forma humana. Pero la forma
de expresarlo a la que nosotros recurrimos va exactamente en dirección
opuesta según las ideas del Antiguo Testamento, porque de acuerdo
con las ideas del yavismo, no se puede decir que Israel tenía una concepción
antropomórfica de Dios sino lo contrario, que ella tenía una concepción
teomórfica del hombre.
Con su gran ironía, J consideraba que sus mujeres y sus hombres
eran teomorfos, mientras que su dinámico Yavé es extraordinario y sin
trabas desde el comienzo:
[5] pero todo arbusto del campo todavía no estaba en la tierra y toda
hierba del campo todavía no había brotado, pues El Eterno Dios no había
enviado lluvia sobre la tierra y no había nadie que trabajara el suelo.
[6] Ascendió una bruma de la tierra y regó toda la superficie del suelo.
[7] Y El Eterno Dios formó al hombre de polvo de la tierra y le exhaló en
sus fosas nasales el alma de vida; y el hombre se transformó en un ser vivo2.
Estamos demasiado acostumbrados a esto para reconocer su perdurable
extrañeza. Yavé modela la figura de Adán con arcilla roja adamah,
no como un ceramista da forma con su rueda sino como un niño haciendo
pasteles de barro. Sin embargo este es un Dios infantil que insufla en
su criatura el soplo de la vida, convirtiendo a Adán en un ser vivo, no
un alma prisionera dentro de un cuerpo sino una entidad en la que la
una y el otro se han fundido, como el propio Yavé.
Esto ya es bastante original, pero J lo supera con la más elaborada
creación de Eva, el único relato de cómo se formaron las mujeres que
existe en toda la literatura del antiguo Cercano Oriente:
[18] El Eterno Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le
haré una compañera que le corresponda” . [19] El Eterno Dios había formado
de la tierra todas las bestias del campo y todas las aves del cielo, y
las había llevado ante el hombre para ver qué nombre le daba a cada una;
y todo nombre que el hombre le daba a cada ser vivo, ese era su nombre.
[20] Y el hombre les dio nombre a todo animal de ganado y a las aves del
cielo y a todas las bestias del campo; pero en cuanto al hombre, no halló
un ayudante que le correspondiera.
[174]
[21] El Eterno Dios causó un profundo estado de somnolencia en el
hombre, y este se durmió; y El tomó uno de sus costados y cerró la carne
en su lugar. [22] El Eterno Dios, con el costado que había tomado del
hombre, construyó una mujer y la llevó ante el hombre. [23] Y el hombre
dijo: “Esta vez es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada
Ishá (mujer), pues del Ish (hombre) fue tomada”3.
El hebreo que aquí aparece traducido como “ un ayudante que le
corresponda” significa más bien alguien al lado de Adán, un igual, pues
la misma palabra se usa después para describir la actitud de Yavé hacia
nosotros. La traducción de Reina-Valera (y la del rey Jacobo), “ le haré
ayuda idónea” *, fue el comienzo de infinidad de problemas de los cuales
nunca nos libraremos. Pero cuando J resulta más enigmática es cuando
Yavé “ hizo caer un sueño profundo sobre Adán” (tardemah, un sopor
pesado y anestésico, pues Yavé está operándolo). Es palpable e irónico
que Yavé hace un trabajo más hermoso esta vez. El hombre salió de la
arcilla y la mujer, de un ser vivo, de forma que nace animada.
Abandono el jardín y dejo atrás a nuestro padre Abraham para ocuparme
de la historia del taimado Jacob, que se convirtió en Israel después
de luchar con un ángel misterioso (uno de los elohim, o seres
divinos) durante toda la noche, hasta llegar a un empate:
[23]Esa noche se levantó y tomó a sus dos mujeres, sus dos sirvientas
y sus once hijos, y cruzó el vado de Iabok. [24] Y cuando los tomó y les
hizo cruzar la corriente, envió del otro lado todas sus posesiones.
[25] Iaacov (Jacob) se quedó solo y un hombre luchó con él hasta el
amanecer. [26] Cuando (el hombre) vio que no podía vencerlo, tocó la
coyuntura superior del muslo; de modo que Iaacov (Jacob) se dislocó la
cadera en su forcejeo con el hombre. [27] Entonces este dijo: “Déjame ir,
pues ya ha amanecido” .
Y él dijo: “No te enviaré a menos que me bendigas” .
[28] Y él le dijo: “¿Cuál es tu nombre?” .
Él dijo: “Iaacov (Jacob)” .
* La llamada Biblia del rey Jacobo que cita Bloom dice así: I wtll make him an help
meet for him. N del T.
[175]
[29] Él dijo: “Ya no se dirá que tu nombre es Iaacov (Jacob), sino Israel,
pues has luchado con Dios y con hombres, y has vencido” .
[30] Iaacov (Jacob) preguntó: “Dime, por favor, cuál es tu nombre».
Y él dijo: “ ¿Por qué me preguntas mi nombre?” . Y lo bendijo allí.
[31] Iaacov (Jacob) llamó a aquel lugar Peniel “Pues he visto a Dios
cara a cara, y aun así mi alma se ha salvado” . [32] El sol salió para él mientras
atravesaba Peniel, y él rengueaba de su muslo4.
Este es un triunfo de J pero uno que confrontamos con grandes
dificultades porque Jacob el luchador se convirtió en un mito protestante
en el cual el patriarca sostiene un afectuoso combate con Dios mismo.
La versión judeoamericana dice “ has luchado con seres humanos
y divinos” , y yo la reemplazaría por “ con elohim y con hombres” , primero
con hombres y después con uno de los elohim en el vado de Iabok
(y el juego de palabras con el nombre Jacob es característico de J). ¿Combate
Jacob con un ser benigno? La tradición judía es ambigua al respecto,
y algunas fuentes sugieren que el antagonista era el demonio Samuel,
ángel de la muerte, cosa que me parece que tiene sentido. Es la víspera
de la reunión de Jacob con su hermano Esaú, despojado engañosamente
de sus derechos de nacimiento y de la bendición de Isaac. Jacob no
es un guerrero y sabe que el impredecible Esaú se acerca con 400 de
sus rudos edomitas, una cuadrilla de hombres malos. Después de haber
enviado al otro lado a los miembros de su casa y sus posesiones, Jacob
espera para emboscar al ángel de su propia muerte, que se apresura para
llegar al encuentro al día siguiente, de manera que Jacob bloquea el vado.
Hay algo nefario en este innombrado elohim que, como un vampiro, teme
a la luz del día: “Déjame ir, pues ya ha amanecido” . Tomen nota, además
de que este no es un encuentro cariñoso: Jacob queda permanentemente
lisiado. ¿Cómo explicar el obstinado aguante con el que Jacob mantiene
a raya al ángel/demonio? J no lo explica, pero en cambio ilumina al
nuevo Israel con una epifanía mientras se va: “El sol salió para él mientras
atravesaba Peniel, y él rengueaba de su muslo” .
Israel pudo haber significado para J “el que lucha contra Dios” (versión
Reina-Valera), o también “que el ángel triunfe” . En cualquier caso
el nombre es irónico porque es Jacob el que lucha y el que vence. Toda
su vida ha peleado por la Bendición y el genio de J se expresa en la insinuación
de que la voluntad humana, la de Jacob, puede ser lo suficien[
176]
temente resuelta como para detener al Ángel de la muerte en uno que
otro encuentro esencial.
Ahora me ocuparé de un tercer episodio de la narración del Yavista,
el momento más enigmático y estremecedor de la Biblia hebrea. El Moisés
de J no es el titán heroico del Deuteronomio y es manejado por J
con afectuosa ironía y por Yavé, con no poca rudeza. Este Moisés es un
hombre ansioso, no muy paciente, y dudoso de sus propias cualidades
para el liderazgo. Este hombre no es muy locuaz y está renuente a convertirse
en un profeta de Yavé:
[10] Moshé (Moisés) le dijo a El Eterno: “Te ruego, mi Señor, no soy
hombre de palabras, ni desde ayer, ni desde anteayer, ni desde que hablaste
por primera vez con Tu sirviente, pues soy pesado de boca y pesado de
palabras” .
[i i] El Eterno le dijo: “ ¿Quién le dio boca al hombre, o quién hace al
hombre mudo o sordo, o al hombre que ve o al ciego? ¿Acaso no soy Yo,
El Eterno? [12] Y ahora, ¡ve! Estaré en tu boca y te enseñaré lo que debes
decir” .
[13] El dijo: “Te ruego, mi Señor, envía a alguien más apropiado” .
[14] La ira de El Eterno se despertó contra Moshé (Moisés), y dijo:
“ ¿Acaso no está tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que él ciertamente
hablará; además, he aquí que él saldrá a encontrarte y cuando te vea se
alegrará su corazón. [ 15] Tú le hablarás y colocarás las palabras en su boca;
y Yo estaré en tu boca y en su boca; y os enseñaré a ambos lo que deben
hacer. [16] El hablará por ti ante el pueblo; y ocurrirá que él será tu boca
y tú serás su guía. [17] Y esta vara tomarás en tu mano, con la que harás
señales” 5.
Evidentemente la ira de Yavé no se aplaca con la anuencia de su
profeta a ser reclutado y mientras Moisés baja hacia Egipto, J nos sacude
con lo siguiente:
[24] Y en el camino, en la posada, El Eterno lo encontró y trató de
matarlo. [25] Tzipora tomó una piedra afilada y cortó el prepucio de su
hijo y lo arrojó a sus pies; y dijo: “En todo lo que a mí concierne, estás
casado con sangre”6.
[177]
En relación con el injustificado intento por parte de Yavé de matar
a Moisés, ha habido comentarios normativos en todos los sentidos, aunque
la valiente Tzipora siempre corre con la responsabilidad de salvar
el día y a su marido. Según el gran intérprete Rashi, Moisés se detiene
en una posada en vez de apresurarse hacia Egipto, pero el hebreo claramente
se refiere a un campamento nocturno, inevitable en el Negev.
¿Cuál es el motivo de la ira de Yavé? J no nos da ninguno y evidentemente
cree que no hay explicación posible. ¡A sabiendas de que Rashi
no había hecho su trabajo, la normativa tradicional insistía absurdamente
en que Moisés debía ser asesinado porque no había circuncidado a su
hijo pequeño! Pero esta es una interpretación tardía, basada en lo que
yo supongo es la manipulación por parte del Redactor de este sorprendente
pasaje. La tradición mesoráchica, infeliz con la ironía de choque
del Yavista, sencillamente reescribió el pasaje. Satán aparece como una
gran serpiente del desierto que casi se traga a Moisés hasta que Tzipora
circuncida al pequeño.
Los herejes gnósticos antiguos y modernos (entre los cuales me incluyo)
se han deleitado con el pasaje, pero el refinado e irónico Yavista
no era ni un creyente ni un hereje. Yo imagino que J quería que viéramos
una vez más que la identificación total con la voluntad de Dios es imposible:
él no es predecible. Mientras escribía estas palabras, los inefables
Falwell y Robertson sugirieron que Dios había permitido la destrucción
de las Torres Gemelas porque toleramos a los defensores del aborto, a
los homosexuales, a las feministas y a los de similar calaña. Lo último que
quisiera oír sería la interpretación Falwell-Robertson de por qué Yavé
intentó asesinar a Moisés.
El genio del Yavista es casi milagroso: nunca deja de sorprendernos.
Homero evidentemente no estaba interesado en sorprender a sus lectores,
pero su recreación de la poesía del pasado es la más memorable de
las que jamás se hubiesen intentado. J era grandiosa y original, con un
genio que nunca ha sido asimilado por la tradición que difícilmente pretendió
fundar pero que se escandalizaría con ella si alguna vez llegara a
ser plenamente consciente de ella.