miércoles, 7 de mayo de 2025

Leonardo Pitlevnik BORGES Y EL DERECHO Interpretar la ley, narrar la justicia FRAGMENTO

 



Introducción

 Dios te libre, lector, de prólogos largos. Jorge Luis Borges, “Prólogo” de El informe de Brodie 

 Brevísima biografía No recuerdo bien cuándo leí por primera vez un texto de Borges. Deduzco que fue en la secundaria, cuando nos daban algunos de sus poemas, incluidos en el programa. Los versos que dicen “Con la tarde / se cansaron los dos o tres colores del patio” forman parte de esas repeticiones acuñadas gracias a la insistencia de alguna profesora de literatura y se suman al pequeño folklore de frases aprendidas para siempre.[1] Ya en cuarto o quinto año, empecé a comprarme sus libros no bien ahorraba algo de plata. La primera escena que sí recuerdo con nitidez sucedió en Puerto Pirámides, a mis 20 años, un enero en carpa con amigos. Había llevado El Aleph. Una tarde, apoyado yo contra los tamarindos, libro y lápiz en mano, una chica de otra carpa me preguntó si de verdad entendía algo de lo que estaba leyendo. Se trataba de una de esas ediciones delgadas de Emecé, que, con el paso del tiempo, se amarilleaban y se deshojaban. Aunque contesté que sí (entendiera o no lo que estaba leyendo, qué otra cosa le iba a responder a una chica en la playa), tomé conciencia de que la respuesta correcta era un “depende”.

Que “algo” entendía. Ella siguió de largo y yo, al costado de la carpa, eludiendo el impiadoso sol de la playa, sentí una mezcla de vergüenza y de orgullo, porque, a pesar de que había elegido esos relatos para llevármelos durante el verano y, en efecto, algo podía entender, también era consciente de que se desplazaban por espacios a los que no tenía acceso todavía. Indudablemente, ya en ese entonces, comprendía que ese libro de tapa blanda incluía algo más que la sucesión de escenas que yo subrayaba o marcaba en el margen con un asterisco. Seguí comprando de a puchos los libros de Borges al librero de siempre: un personaje que, en la entrada de una galería, se había acostumbrado a verme buscar entre los estantes y me dejaba hacer. Los libros de Emecé fueron mi primera fuente. Después intenté acceder a algunas de las obras completas que iban apareciendo y que, enseguida, resultaban no ser tan completas. Siempre dejaban de lado material, que luego aparecía en otras ediciones, rotulado con calificativos diversos que le dejaban claro al lector que el universo Borges seguiría expandiéndose. De pronto, había textos cautivos, textos recobrados, y también notas que se habían publicado en diferentes revistas y que hasta ese momento no se habían compilado. Hoy, cuando hojeo aquellas ediciones de tapa blanda (cada cual con su color: verde, El hacedor; azul, El Aleph; gris, Historia universal de la infamia), de algún modo dialogo también con aquel que fui. Y me reencuentro con párrafos marcados que hace décadas me resultaban hermosos o inquietantes. A veces, la pregunta es la misma de entonces, y otras, el subrayado se vuelve una incógnita. ¿Qué es lo que le habré visto a esta idea? ¿Por qué me pareció relevante lo que ahora dejo de percibir? Leyendo a Borges, podemos vernos envueltos en historias de orilleros, o en paisajes de la India, o en las aventuras de un traficante de esclavos, o en las sagas de Islandia.

Podemos releer “La lotería en Babilonia” y después “Los teólogos”, para inmediatamente pasar una temporada detenidos en la simpleza de “Los dos reyes y los dos laberintos”. Hay en esas ficciones una hondura que se abre, y puede dejarnos atrapados como un agujero negro al que vuelven atraídos los pensamientos que el texto liberó. Tiempo antes de terminar la carrera de Derecho, fui ayudante alumno en la cátedra del profesor Carlos Nino. Iba a sus seminarios, discutíamos su flamante Ética y derechos humanos, en los inicios de la democracia recuperada.[2] En su libro clásico, Introducción al análisis del derecho,[3] Nino citaba unos versos del poema “El Golem” de Borges, que se preguntaba si “en las letras de rosa está la rosa”. Nino se valía de esa idea para reflexionar en torno a las lecturas de la ley y la existencia de un único y verdadero significado de las palabras (juro que todavía tengo el libro, edición de 1980, con esas líneas subrayadas en lápiz). También Genaro Carrió, quizás el padre de la filosofía del derecho en nuestro país, cita a Borges en Notas sobre derecho y lenguaje,[4] un libro que, en mi opinión, abarca el sentido esencial acerca de lo que deberíamos entender por derecho. Allí Carrió recurre, por ejemplo, a Historia universal de la infamia para referirse al juego del lenguaje en el derecho, y se detiene en el personaje de “Funes el memorioso” con el fin de exponer la necesidad de sustantivos generales para que el orden normativo tenga sentido. En mi vida, Borges reaparecía por la ventana –aunque jamás lo hubiese echado por la puerta–, y se volvía una referencia fundamental para pensar el derecho. 

 Quienes mejor lo entendían y enseñaban recurrían a su universo como modelo de comparación. ¿Por qué Borges? Fuera del recorrido personal (¿existe en aquello que escribimos y decimos algo que no sea parte del recorrido personal?), parecería que explicar las razones por las cuales uno elige a Borges como punto de apoyo corre el riesgo de crear una acumulación de citas y lugares comunes. Basta recurrir a lo que suele decirse de él en cualquier ámbito: que se trata de un clásico, de un renovador de la literatura del siglo XX, de un referente ineludible, del mayor escritor argentino (justo en el caso de Borges, quien mencionaba en “Virginia Woolf” que poco importa la jerarquía exacta, “ya que la literatura no es un certamen”). En casi todos los libros acerca de él, los autores volvemos a remarcar su singularidad, su figura mítica que desde la periferia (desde su arrabal sudamericano, nos permitimos decir, no solo para hablar sobre su obra, sino también en busca de ser un poco como él al parafrasearlo) construye un universo propio, fija una poética y funda una nueva forma de hacer literatura.

 A ello se agrega la imagen cuidadosamente cultivada por él mismo, tanto la figura autoral de sus intervenciones y entrevistas (o sus conferencias) como la figura física que preservan sus retratos fotográficos: los ojos cerrados en gesto de concentración, las manos que aferran el bastón. Un autor canónico, un clásico, el Borges que se ha vuelto leyenda. Ahora bien, ¿en qué sentido puede ayudarnos a pensar acerca de cuestiones como la justicia, la ley, el reproche o el castigo la literatura escrita por este porteño nacido cuando el siglo XIX no había terminado aún? En sus Ensayos sobre Borges y la filosofía,[5] Iván Almeida menciona como característica textual recurrente una “escurridiza referencialidad”. Al estar impregnada su escritura de una estética que juega con la filosofía, es inútil intentar fijar cuál es, en definitiva, su posición. Las ideas de tiempo o espacio surgidas de sus ficciones– dice Almeida– “no están poniendo las bases de una filosofía borgesiana del tiempo o del espacio”. Lo que sí producen en nosotros sus ficciones es una hendija por la cual se cuela e instala una pregunta que se desplaza latente por el fondo del texto. Cuentos policiales que en verdad son un cuestionamiento a la existencia de Dios (menciona Almeida, citando a Sabato), breves relatos que terminan por hacernos dudar sobre aquello que creemos cierto, la desconfianza en la verdad de lo palpable. Desde una perspectiva similar, este libro no intenta afirmar cuál era el concepto de justicia en Borges ni se propone convertirse en una suerte de albacea de su legado que le explique al mundo lo que quiso decir cuando dijo lo que dijo. No es mi intención ser un traductor oficial de las ideas de Borges en el campo del derecho. Pero sí intentar entender de qué modo concebimos la asignación de reproches o la idea de justicia gracias a esos espacios abiertos por sus relatos; principalmente, los reunidos en Ficciones y El Aleph. Se suele decir que leemos ficción, en definitiva, para conocernos un poco más, para saber más de nosotros mismos.

“No leo a los escritores rusos de fines del siglo XIX para saber cómo se vivía en San Petersburgo o Moscú, sino para saber más de mí”, afirmaba Saer en una entrevista.[6] La propuesta que aquí comienza es la de sumergirnos en los textos de Borges que abren interrogantes en torno a ciertas concepciones básicas de los sistemas que intentan reglar las condiciones en las que vivimos. Qué entendemos por ley, por culpa o por castigo, conceptos cuyo contenido nos resulta esquivo, aunque los aplicamos de manera cotidiana. Así, “Emma Zunz” nos permite explorar cuántas versiones de la verdad se pueden dar en un proceso judicial; “Pierre Menard, autor del Quijote” proyecta el relato hacia la cuestión de los límites de la interpretación de las leyes; “La lotería en Babilonia” explora la idea de cuánto de lo que nos toca como premio o castigo es por merecimiento o puro fruto del azar; y, por último, “Deutsches Requiem” nos enfrenta a los límites del derecho y del lenguaje para dar cuenta de los crímenes más atroces. Mundo Borges En los textos de Jorge Luis Borges se encuentran expresamente inscriptas y referenciadas la literatura universal, la historia argentina y, en ella, su propia historia familiar. Borges escribe sobre la muerte de Laprida, las montoneras, el gaucho perseguido, las peleas a cuchillo en una ciudad de Buenos Aires casi desaparecida, el retiro de San Martín de las luchas por la independencia o el breve escenario fingido de un velorio de Eva montado en un pueblo del Chaco. En la búsqueda de su propio linaje, que tanto ha sido señalada por la crítica, Borges a veces entrelaza la historia del país con la de su familia, en escenarios donde inserta a esos antepasados cuyos apellidos dan nombre a calles o ciudades argentinas (Laprida, justamente, es uno de los que hallamos en su árbol genealógico).

A varios de ellos les dedicó poemas a lo largo de su vida. Las ficciones de Borges nos llevan también a los relatos de Las mil y una noches, a un barrio de una ciudad de la India, a la ejecución de un poeta en una cárcel de Praga, a una mítica ciudad habitada por inmortales. El propio autor decía que en “La muerte y la brújula”, donde detectives y criminales centroeuropeos se persiguen en una ciudad francesa, se encuentra presente, en definitiva, el sabor de Buenos Aires y de Adrogué. Se da el nombre de Borges a centros de estudio, salones de bibliotecas y espacios culturales diseminados por el mundo. Pueden encontrarse libros sobre Borges y la física cuántica, Borges y las matemáticas, Borges y la filosofía, Borges y la música, Borges y la arquitectura. Las discusiones en torno al valor de sus obras, muchas veces confundidas con sus posiciones políticas o con opiniones vertidas en algún reportaje, han atravesado gran parte del siglo XX. Se le ha endilgado desde haber llegado al punto más alto de nuestra literatura –y ser fiel representante y agudo lector de lo que somos– hasta haber ignorado la realidad de la sociedad en la que escribía o haber sido expresión de la explotación de las clases sometidas. Borges fue, además, un polemista, y se vio convertido en el referente de muchas de las discusiones estéticas e incluso políticas que él mismo definió. La gauchesca, el fin del ultraísmo, la identidad de lo argentino, la Segunda Guerra Mundial o el peronismo son algunos de los nudos de debate en los que participó desde el centro de la escena. Suele decirse que Borges define, categoriza y clausura la literatura argentina del siglo XIX, que cierra la línea europeísta y gauchesca y vuelve siempre a la discusión entre civilización y barbarie (al hacerlo, expande la discusión hacia el futuro, en función de las proyecciones de ese pasado sobre la vida política argentina). Imposible, por último, no llegar con él también al derecho, un sistema que intenta construir un orden racional del mundo. Los humanos nos dictamos reglas destinadas a moldear determinado tipo de sociedad a la que decimos aspirar. Más autoritaria, más democrática, más o menos rígida; más o menos tolerante. El derecho consiste, en definitiva, en la práctica de imponer determinado orden o de gestionar los conflictos en función de un núcleo de ideales que la comunidad, presuntamente, comparte. Desde esa perspectiva, quizá se vuelva más evidente por qué los relatos de Borges son herramientas útiles a las que recurrir para entender las maneras en que juzgamos, reprochamos, perdonamos. Italo Calvino señalaba que la escritura de Borges iba contra la corriente principal de la literatura mundial de su tiempo, que su escritura era “un desquite del orden mental sobre el caos del mundo”.[7] Y, en definitiva, ¿no es eso lo que, en parte, se espera del derecho?

Cuando pensamos, desde una definición clásica, en dar a cada cual lo suyo, en poner fin a iniquidades que no podemos tolerar o en castigar a quien ha cometido un hecho atroz, ¿no intentamos un desquite para preservar un modelo racional ante una realidad que lo pone en jaque? Asomarse al derecho desde la ficción Y ¿por qué debería la ficción ser un instrumento para entender mejor al derecho? Muchos relatos y novelas se han centrado en cuestiones relativas al crimen, la culpa o el castigo. Se ha dicho, por ejemplo, que Edipo Rey es la cabal representación de un proceso judicial; que La Orestíada de Esquilo representa el nacimiento del sistema de enjuiciamiento penal, o que El proceso de Kafka, es la representación de una forma de burocratizar esa obtención del conocimiento como instrumento de ejercicio del poder. Pero hay algo más y es el hecho de reconocer en la narración de una historia un instrumento de normatividad: la historia que nos contamos es esencial para reglar un modelo social. Robert Cover refiere que las instituciones y las reglas existen gracias a narraciones que les dan un significado. Es así que detrás de una constitución hay una épica que le provee sentido, que construye un modo de pensar y ordena, así, el mundo.[8] En la Biblia, para nombrar uno de los textos fundantes por excelencia, primero se cuenta la creación, el diluvio, la torre de Babel, el sacrificio del hijo, la salida de Egipto y recién después de esas historias, todo un libro se dedica a enunciar preceptos, reglas, consejos y sanciones.

Rashi, uno de los estudiosos de la Biblia y el Talmud más importantes de la cultura hebrea, deducía que, para fijar las normas, primero se requería de una historia que legitimara el derecho.[9] En términos más básicos: para cumplir con las reglas, primero debemos creernos la historia en la que esas reglas se pretenden asentar. En efecto, en las primeras páginas del Génesis se nos cuenta lo ocurrido con la primera norma, su infracción y su consecuente castigo. De allí se desprende la historia del mundo. Ya no es el relato el que funda el derecho, sino que el derecho es el objeto de la narración. Dios le dijo a Adán que le estaba permitido comer de todos los árboles menos del árbol del conocimiento del bien y del mal. El día que lo hiciera, moriría.

La infracción se comete por la intervención persuasiva de una serpiente. Detengámonos sobre este punto para observar la conjunción de narración y derecho: construimos nuestra cultura a partir de la historia de una serpiente que habla y de la sanción recibida por haberle hecho caso. El animal fue maldito, condenado a arrastrarse sobre su vientre, comer polvo y vivir enemistado con la mujer y sus descendientes. Eva fue condenada a parir con dolor, orientar su deseo hacia el hombre y vivir dominada por él. Adán fue sentenciado a ganarse el alimento del campo con el sudor de su frente. Luego, Dios los echó del Edén, y dispuso que querubines con espadas de fuego impidieran su entrada para que no pudieran comer del árbol de la vida. 

 De los versículos que narran esa historia se han derivado infinidad de interpretaciones: ¿qué quiso decir Dios con que morirían en el día que comieran el fruto prohibido? ¿Dios en verdad interpretó la norma que había dictado y fijó una pena visiblemente menor que la que había estipulado? ¿Qué significa conocer el bien y el mal? ¿Se refiere a adquirir una moralidad, conocer todo, tener noción de su desnudez, separarse de Dios de forma definitiva? ¿Qué debe entenderse por desnudez? ¿Cuál es el sentido de la infracción y por qué afectó a las generaciones siguientes? ¿Es posible señalar la historia de esta desobediencia como base fundante de la misoginia o la represión sexual? ¿Por qué el trabajo es un castigo? Quien se encuentre habituado a leer sentencias judiciales o libros de derecho sabe que esas preguntas son equiparables a las que inundan los sistemas interpretativos con los que los juristas intentan desentrañar el sentido de un texto legal: el análisis de la historia, de las palabras utilizadas, los antecedentes, el contexto, su función dentro del sistema, qué quiso decir el legislador cuando mandó esto o prohibió aquello. En términos políticos, quienes ejercen el poder suelen requerir del mundo de las letras la creación de un soporte narrativo. 

 Augusto encomendó a Virgilio la escritura de un texto épico que construyera un origen y destino de gloria al imperio que había fundado luego de la muerte de César. La Eneida fue una epopeya “por encargo”, para dar sustento narrativo a la grandeza de Roma. En “El espejo y la máscara”,[10] Borges cuenta la historia de un rey que llama al poeta para encargarle un poema que narre de manera definitiva sus hazañas: “Las proezas más claras pierden su lustre si no se las amoneda en palabras.

Quiero que cantes mi victoria y mi loa. Yo seré Eneas; tú serás mi Virgilio. ¿Te crees capaz de acometer la empresa que nos hará inmortales a los dos?”. Borges escribió varias veces que, de haber elegido a Facundo en lugar de a Fierro, nuestra historia habría sido otra y mejor. Deberíamos tener en cuenta que, de algún modo, también elegimos a Borges como un personaje central, con una proyección más allá de nuestras fronteras. Esa elección también podría ser pensada en función de la imagen que nos devuelve de nosotros mismos.

¿Qué podemos encontrar en sus obras que nos ayude a entender quiénes somos? Y si retomamos el argumento de Saer, ¿cuánto más podemos saber de nosotros a partir de sus ficciones? Proyectándose a un universo algo más acotado, este libro intenta pensar el modo en que concebimos la justicia, leemos la ley o condenamos un crimen, a partir de los universos que desplegaban y despliegan esos libros de tapas blandas coloridas, marcados y subrayados, que le compraba a un librero en la entrada de una galería que ya no existe.

martes, 6 de mayo de 2025

CAFÉ VESANIA LITERATURA COSTARRICENSE





literatura costarricense.

https://www.youtube.com/watch?v=gr5l3xkazxI 

Mijail Bakunin _ EL PATRIOTISMO LA COMUNA DE PARÍS Y LA NOCIÓN DE ESTADO FRAGMENTO




 Mijail Bakunin _____________________________________________________________________________________ PRESENTACIÓN

 Miguel Bakunin, el conocido anarquista ruso que polemizó tan agriamente con Carlos Marx en el seno de La Primera Internacional, fue un crítico acérrimo tanto de la noción del patriotismo como de la idea misma del Estado. Incluimos aquí sus escritos sobre el patriotismo, mismos que fueron por primera vez publicados, a manera de cartas, en el periódico suizo Le Progrés durante el año de 1869. Bakunin exterioriza sus pensamientos sobre el tema de una manera quizá, para algunos, bastante cruda. El otro escrito, La comuna de París y la noción del Estado, constituye, sin duda, una de las más interesantes obras del anarquista ruso. Obra corta, por desgracia inconclusa, en la que substancialmente el autor se explaya sobre las dos instituciones que, en su opinión, deben desaparecer para dejar libre el camino al desenvolvimiento social: la Iglesia y el Estado. Las ideas vertidas en estos ensayos se pueden aceptar o rechazar, pero lo importante es contar con una mente lo suficientemente abierta para recrearlas, transformarlas e incluso, por qué no, criticarlas en relación con los tiempos actuales. Chantal López y Omar Cortés

lunes, 5 de mayo de 2025

EDGAR ALLAN POE Y LA LITERATURA FANTÁSTICA MEXICANA 1859-1922 PRÓLOGO

 



Prólogo En 1927 apareció el libro The influence of Edgar Allan Poe in France, del doctor Célestin Pierre Cambiaire, notable ensayo que rastrea las correspondencias del escritor estadounidense con sus pares europeos, particularmente con Charles Baudelaire, “su traductor en más de un sentido”, según escribió Jorge Cuesta, el escritor mexicano con quien Poe guarda numerosas afinidades.

La palabra inmediata que viene, al examinar el destino de ambos, es la de trágico. Sin embargo, ¿quién que es no es trágico? ¿Quién que verdaderamente es, al menos no roza la tragedia, la vive, la deshecha o monta en su vértigo? Poe nace en 1809 bajo el siglo de Carpricornio; Cuesta, el 21 de septiembre de 1903, determinado por Libra. En su primera juventud, ambos son atacados por el sol negro atraído por los que hacen del pensamiento razón principal de su vida. A los 25 años de edad, Poe expresa, en una carta de 1834: “En este momento me encuentro en un estado verdaderamente lamentable... He luchado en vano contra la melancolía”. Comienza entonces a beber.

Por su parte, Cuesta comienza a tener, a la misma edad, dolores de cabeza en la hipófisis. Con su lucidez implacable, confesaba a su esposa: “Esto no tiene remedio, a los treinta y cinco años, te juro, voy a ser loco... he estudiado todos los tratados sobre las glándulas, y eso es una de las cosas que producen la locura”. A los 36 años de edad, Poe publica su poema mayor; a los 35, Cuesta escribe las últmas estrofas de “Canto a un Dios mineral” mientras espera a los enfermeros que habrán de trasladarlo al hospital psiquiátrico. Baudelaire fue biógrafo y hagiógrafo de su alma gemela. Su trabajo es notable no sólo por lo que humano tiene sino porque descubrió al mundo la modernidad y las aportaciones fundamentales de Poe.

Por eso Cuesta, con sus contemporáneos, pudo concluir: “Sin tener presentes a Baudelaire y Poe, no se explican una tan transparente verdad de la ficción, una tan exacta inteligencia de lo imprevisto, un tan lúcido rigor del azar como en la poesía de Mallarmé y de Paul Valéry ocurren, y en que La ciencia poética ningún límite traza a su demoniaca pasión de conocer”. Poe fue plenamente leído y asimilado en nuestro país con la llegada de la luz eléctrica. En 1880 se instalaron 40 focos alimentados por la nueva energía en la Plaza Mayor de la Ciudad de México y en la arteria que al desembocar en ella con distintos nombres era la más privilegiada de la urbe: Plateros, San Francisco, Corpus Christi. Ante la irrupción de la intrusa que amenazaba clausurar el imperio de las sombras, las presencias cambiaron de armas y estrategias.

El estudio científico de las complejidades del alma humana y la amplitud del espectro sensorial permitió a nuestros grandes torturados comprender una afirmación de Poe: sus historias no imitaban modelos alemanes sino nacían de las profundidades de su corazón. Todo lo anterior es más claro y sistemático gracias al erudito trabajo de Sergio Hernández Roura que ahora el lector tiene la fortuna de tener en sus manos. Tuve el privilegio de conocer al autor cuando en la Biblioteca y la Hemeroteca nacionales llevaba a cabo su investigación doctoral sobre Edgar Allan Poe en México, defendida en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde tuve la fortuna de ser parte del jurado. Trabajó la que inicialmente fue una magnífica tesis para convertirla en este libro que es paradigma de actitud crítica y de espíritu creador, como hubiera querido el propio Poe. Hernández Roura lleva a cabo una investigación profunda, en la cual rastrea el ingreso de Poe la sensibilidad mexicana mediante las traducciones francesas que inicialmente llegaron hasta nosotros para después aparecer publicado en español.

Con gran penetración y espíritu de investigador literario y filológico, comparó las diferentes traducciones y estableció una poética que permite detectar las diferentes formas en que la imaginación de Poe, su vida y su obra, penetraron en la literatura y el pensamiento de nuestro país. La primera virtud de este libro es que su autor reconoce la innegable trascendencia de la obra de Edgar Allan Poe. La llamada literatura de terror estuvo durante mucho tiempo confinada en los anaqueles de librerías a un ghetto reducido y casi vergonzoso. De ser considerado extravagante y marginal, Poe ha llegado hasta nosotros como uno de los arquitectos del pensamiento artístico, la lucidez y el profesionalismo literario. En pleno siglo XXI es un autor admirado y estudiado por el joven que descubre sus propios fantasmas y por el erudito que rastrea las rutas de su pensamiento.

Una de sus grandes lecciones ha sido enseñarnos la veracidad de la frase de otro poeta que supo traducir la majestuosa hermosura de la muerte: la belleza no es sino el principio del terror que todavía podemos soportar. Edgar Allan Poe no tuvo hijos, pero su genio y su fecundidad pusieron la semilla de la que surgió una dinastía de descastados: el inmenso Charles Baudelaire, quien de no haber escrito nada, hubiera pasado a la Historia como el más generoso y eficaz agente literario, príncipe de los amigos en el más ingrato y solitario de los oficios; Horacio Quiroga, poseído por la fiebre diurna que azuzó los terrores de Arthur Gordon Pym; el visionario Howard Phillips Lovecraft, vagabundo en las calles de Providence, descubriendo en cada esquina que los monstruos viven dentro de nosotros. Jorge Luis Borges, amante de los laberintos y la limpieza matemática de la prosa, nos enseñó a entrar con más cuidado en senderos de los que Poe fue pionero.

 El mal no termina, y para encontrar las fuerzas que lo mueven no bastan los tecnócratas: es necesaria la fuerza y la tenacidad de un August Dupin. El detective sigue siendo –por fortuna- un hombre común, víctima de sus iluminaciones y desastres. La literatura, tal y como Poe la concibió, sigue siendo un juego de inteligencia, de pasión domada: el azar es consuelo de los mediocres. El triángulo brevedad-intensidad-efecto que resolvió con limpidez de teorema en “La filosofía de la composición” está marcado a fuego en todo aquel que desea transladar la horrible realidad a la existencia incorruptible del texto perfecto. A siglo y medio de su partida, Edgar Allan Poe es cada vez más joven. Si vuelve a morir, será por nuestra incapacidad para seguir mirando los fulgores de su exigente diamante. Así lo demuestra este libro ejemplar y estimulante, resumen de los trabajos y los días de Sergio Hernández Roura. Vicente Quirarte

domingo, 4 de mayo de 2025

BIBLIOTECA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA í. ARTURO ARDAO 81 AMORES BELLO, FILOSOFO FRAGMENTO

 



Arturo Ardao es profesor en la Universidad Simón Bolívar de Caracas desde 1976. Ha sido Decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de Montevideo, y Director del Instituto de Filosofía de la misma. Entre otros, ha publicado los siguientes libros: Espiritualismo y positivismo en el Uruguay, México, 1950; La filosofía en el Uruguay en el siglo XX, México, 1956; La filosofía polémica de Feijóo, Buenos Aires, 1962; Filosofía de lengua española, Montevideo, 1963; Etapas de la inteli gencia uruguaya, Montevideo, 1972; Estudios latinoamericanos de historia de las ideas, Caracas, 1978; Génesis de la idea y el nombre de América Latina, Caracas, 1980; Espacio e inteligencia, Caracas, 1983; Nuestra Amé rica Latina, Montevideo, 1986. 

 Si Bello hubiera sido escocés o francés, su nombre figuraría en las Historias de la filosofía universal como uno más en pie de igualdad con los de Dugald Stewart y Brown, Royer Collard y Jouffroy, si es que no con los de Reid y Cousin. - JOSE GAOS, 1948. La obra de Andrés Bello filósofo, inseparable en ciertos momentos de su obra gramatical, se aborda en este libro en torno a un conjunto de temas centrales. Desde luego, la significación y doctrina de la máxima producción filosófica de Bello: Filosofía del entendimiento, de publicación póstuma en 1881. 

Pero además, los fundamentos filosóficos de Análisis ideológica de los tiempos de la conjugación castellana, 1841, y de Gra mática de la lengua castellana, 1847, aparte de la puesta a contribución de muchos otros escritos menores. Las iniciales etapas filosóficas de Ca racas y Londres, son estudiadas en su condición de basamento de la de cisiva labor especulativa de Bello en su madurez chilena. El desarrollo de la investigación conduce insensiblemente al autor a apartarse de di versas tradiciones exegéticas que considera infundadas. 

Así, la supuesta pertenencia de Bello a la escuela escocesa, las supuestas influencias de Hamilton o Stuart Mill, la supuesta orientación positivista, los dominantes malentendidos a propósito de la concepción bellista de las relaciones en tre lógica y gramática. Complementa al trabajo un Apéndice documen tal sobre olvidados antecedentes de la primera edición de Filosofía del entendimiento.

sábado, 3 de mayo de 2025

EL CATALEJO ARISTOTÉLICO




EL CATALEJO ARISTOTÉLICO O SEA, Id ea de la aguda e ingeniosa elocución que sirve a toda EL ARTE ORATORIA, LAPIDARIA Y SIMBÓLICA EXAMINADA CON LOS PRINCIPIOS DEL DIVINO ARISTÓTELES, POR EL CONDE Y CABALLERO DE LA GRAN CRUZ, DON EMANUELE TESAURO, PATRICIO TURINÉS 

 Editores Raquel Barragán Aroche Fernando Ibarra Chávez Andrés Iñigo Silva Traducción del italiano, notas e índices Fernando Ibarra Chávez Traducciones del latín Adrián Israel Rodríguez Avila Sergio Embleton Márquez Gregorio Enrique de Gante Dávila Estudio preliminar Fernando Ibarra Chávez Sharon Suárez Larios 

 Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad de México, 2024 Catalogación en la publicación UNAM. Dirección General de Bibliotecas y Servicios Digitales de Información Nombres: Tesauro, Emanuele, conte, 1592-1675, autor. | Turinés, Patricio, autor. | Barragán Aroche, Raquel, 1982-, editor. | Ibarra Chávez, Fernando, 1979-, editor, traductor, prologuista. | Iñigo Silva, Andrés, editor. | Embleton Márquez, Sergio, traductor. | Gante Dávila, Gregorio Enrique de, traductor. | Rodríguez Ávila, Adrián Israel, traductor. | Suárez Larios, Sharon, prologuista.

 Título: El catalejo aristotélico, o sea, Idea de la aguda e ingeniosa elocución que sirve a toda el arte oratoria, lapidaria y simbólica examinada con los principios del divino Aristóteles / por el conde y caballero de la gran cruz, don Emanuele Tesauro, Patricio Turinés ; editores, Raquel Barragán Aroche, Fernando Ibarra Chávez, Andrés Iñigo Silva ; traducción del italiano, notas e índices Fernando Ibarra Chávez ; traducciones del latín, Sergio Embleton Márquez, Gregorio Enrique de Gante Dávila, Adrián Israel Rodríguez Ávila ; estudio preliminar, Fernando Ibarra Chávez, Sharon Suárez Larios. Otros títulos: Cannocchiale Aristotélico. Español. 

| Catalejo aristotélico. | Idea de la aguda e ingeniosa elocución que sirve a toda el arte oratoria, lapidaria y simbólica examinada con los principios del divino Aristóteles. Descripción: Primera edición. | Ciudad de México : Universidad Nacional Autónoma de México, 2024. | Serie: Ediciones especiales ; 138. | "Instituto de Investigaciones Filológicas”— Contraportada. 

 IDENTIFICADORES: LIBRUNAM 2235801 (impreso) | LIBRUNAM 2235823 (libro electrónico) | ISBN 9786073088985 (impreso) | ISBN 9786073089531 (libro electrónico). Temas: Aristóteles. Poética. | Poética — Obras anteriores a 1800. | Retórica - Obras anteriores a 1800. Clasificación: LCC PN1045.T4718 2024 (impreso) | LCC PN1045 (libro electrónico) | DDC 808.1—dc23 Este trabajo se llevó a cabo gracias al proyecto PAPIIT IN401318 "La imitatio ecléctica de modelos clásicos y humanísticos: la poética de Zeuxis de España a Nueva España en los siglos xvi-xvm" coor dinado por Raquel Barragán Aroche y Fernando Ibarra Chávez. Primera edición: 2024 Fecha de término de la edición: 19 de abril de 2024 D.R. © 2024. Universidad Nacional Autónoma de México Av. Universidad 3000, Ciudad Universitaria, alcaldía Coyoacán, C. P. 04510 Ciudad de México Instituto de Investigaciones Filológicas Circuito Mario de la Cueva, s. n. Ciudad Universitaria, Ciudad de México www.iifilologicas.unam.mx Tel.: 55 5622 7347 ISBN: 978-607-30-8898-5 (impreso) ISBN: 978-607-30-8953-1 (digital) DOI: https://doi.org/10.19130/iifl.tesauro.007XS01 Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales. 

Esta edición y sus características son propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México. Impreso y hecho en México A la poeta Carla De Bellis, munificente al propagar su fervor por Tesauro, por el arte y por la vida. Agradecimientos El trabajo de traducción y edición de II cannocchiale aristotélico se gestó, hasta cierto punto, en la iniciativa de leer textos en conjunto dentro del Seminario del Estudios Literarios del Siglo de Oro (selso ): tradición clásica en el mundo hispánico, con sede en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. A partir de una conferencia de nuestro colega Ricardo Pérez Martínez, que ver saba sobre la obra, iniciamos en 2016 sesiones de lectura ininterrumpidas en las que comparábamos la edición italiana de Turín de 1670 con la traducción al castellano del agustino Miguel de Sequeyros (1741) y, ésta a su vez, con la traducción al latín de 1698. 

 Este cotejo no sólo nos permitió reflexionar sobre el ingenio y la configuración de un Aristóteles renacentista y barroco, sino también ver distintas capas de recepción de las que se podía deducir el sentido de traducción de Sequeyros, quien censuró o transformó varios pasajes del texto italiano —incluida la sustitución de autores italianos por espa ñoles— para adecuarlos a su horizonte de recepción hispánico. Nosotros nos converti mos en otra capa más de ese horizonte y desde nuestros distintos intereses académicos —historia, letras clásicas, italianas e hispánicas— nos sentimos aludidos en la simple mención de Tesauro sobre aquellas misteriosas plantas americanas que según él alguna vez formarían parte de un emblema, pero que aún esperaban una descripción. No obstante, el proyecto nació meses después, cuando Fernando Ibarra Chávez pro puso su idea de traducir el texto, la que fue acogida con mucho entusiasmo sin tomar en cuenta la magnitud de la empresa.

 Esta propuesta formó parte del proyecto PAPIIT IN401318, La imitado ecléctica de modelos clásicos y humanísticos: la poética de Zeuxis de España a Nueva España en los siglos XVI-XVIII que Raquel Barragán y Femando Ibarra coordinaron; así, dos veces al mes leíamos los avances de la traducción y anotación, labor que sirvió para discutir el contenido y para enriquecer aspectos de la traducción y edición. Asimismo, varios estudiantes de letras clásicas se integraron al proyecto y colabora ron —como becarios o dentro del servicio social— con distintas traducciones. Gracias al arduo trabajo de Adrián Israel Rodríguez Avila, Sergio Embleton Márquez y Gregorio Enrique de Gante Dávila se pudieron homogeneizar dichas traducciones y se terminaron de traducir y revisar todos los pasajes latinos. Después, vendría el trabajo de revisión y edición de toda la obra a cargo de Femando Ibarra, Raquel Barragán y Andrés Iñigo. 

Se puede decir que fue un verdadero trabajo en equipo —omnis in unum diría Te sauro— que involucró labores administrativas y académicas; estas últimas no hubieran sido posibles, por razones obvias, sin todo el trabajo y compromiso de Femando Ibarra. En algún momento, la pandemia que nos tocó vivir frenó ligeramente nuestro ritmo de trabajo, pero no nuestro entusiasmo. Estamos, por tanto, ante una primera traducción y edición moderna en castellano que seguramente dará mucha materia de estudio para los interesados en la recepción de Aristóteles y su relación con las definiciones de concepto, agudeza e ingenio durante los siglos xvii y xviii tanto en Italia como en el ámbito hispánico. No nos queda más que agradecer a la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA), por el apoyo brindado para el sostenimiento de nuestro proyecto de investigación. A los miembros del Seminario de Estudios del Siglo de Oro (selso), por sus puntuales observaciones a lo largo de la lectura conjunta de II cannocchiale aristotélico.

 A los jóvenes estudiantes de letras clásicas e italianas que nos apoyaron en las trans cripciones de pasajes y con sus propuestas de traducción: Ánuar Kiryataim Contreras Malagón, Érika Aranza Flores Blancas, Jonathan Flores de León, Anahí García Hernán dez, Bruno Javier García Padilla, Ricardo Saúl Hernández Rojas, Emanuel de Jesús López Jiménez, José Fermín Medina Olivas, Alejandro Daniel Orozco Guzmán, Delia Fernanda Peralta Muñoz, Luz del Carmen Rivera Guevara, María Isabel Martínez Torrero, Jaime Francisco San Miguel Velázquez, Luis Arturo Velasco Reyes y Karina Marlen Zurita Sán chez. El objetivo primordial de la presente edición de El catalejo aristotélico es ofrecer a los lectores hispanófonos una traducción integral de este producto del pensamiento barroco, acompañado de algunos paratextos que puedan facilitar la lectura de este libro que, según Benedetto Croce —uno de los primeros críticos literarios en fomentar su interés—, sería la mayor encamación de la crítica literaria del Seicento.

1 El tratado fue editado una docena de veces, en vida del autor, con o sin su consenti miento. A partir de las variantes, se puede establecer que sólo cuatro de las ediciones son realmente significativas (Turín, 1654 —la princeps—; Venecia, 1663; Roma, 1664 y Turín, 1670), mientras que las demás no son más que copias de alguna de ellas. A pesar de que la historia literaria señala que II cannocchiale aristotélico constituye una pieza fundamental para entender la retórica y la poética del Barroco, no contamos hasta ahora con una edición moderna, académica y anotada. La primera edición par cial de la que se tiene noticia data de 1960, a cargo de Ezio Raimondi, y se publicó en Trattatisti e narratori del Seicento,2 antecedida por el discurso II giudicio. Esta edición presenta fragmentos de la primera mitad del tratado, el inicio del capítulo VII ("Tratado de la metáfora") y de las páginas conclusivas; cuenta, además, con un aparato de notas. Ocho años después, en Alemania, salió a la luz la primera edición facsimilar de la versión de II cannocchiale de 1670, a cargo de August Buck (Berlin-Zürich: Gehlen, 1968). Tres décadas más adelante, en el año 2000, se realizó en Italia una segunda edición facsimilar. Ese volumen es de gran valor porque está acompañado de un amplio estudio preliminar elaborado por reconocidos especialistas en la materia.

3 La aportación más importante para la lectura del texto es la indicación de las fuentes clásicas a las que hace referencia 1B. Croce. I trattati italiani del “concettismo" e Baltazar Gracián. Napoli: Stabilimento Tipográ fico nella Reale Universitá, 1899, p. 9. 2 E. Raimondi. "Da 11 cannocchiale aristotélico’’ , en Trattatisti e narratori del Seicento. Milano, Napoli: Riccardo Ricciardi, 1960, pp. 19-106. 3 E. Tesauro. II cannocchiale aristotélico. Torino: Bartolomeo Zavatta, 1670 (edición facsimilar, Cuneo: Editrice Artística Piemontese, 2000). El estudio preliminar estuvo a cargo de Maria Luisa Doglio, Marziano Guglielminetti, Adriano Pennacini, Florence Vuilleumier, Pierre Laurens, Donigi Vottero y Giovanni Menardi. Tesauro. En 2002, Fulvio Pevere se encargó de una nueva selección de II cannocchiale, dirigida al público italiano y publicada en Prosatori e narratori barocchi.4 También aquí, el editor se decantó por antologar los capítulos iniciales y el capítulo Vil, acompañados de notas. Recientemente, en su tesis doctoral, Maicol Cutrl ofrece la edición anotada de la "Metáfora octava, de engaño" que forma parte del capítulo VII,5 y actualmente está preparando la edición crídca integral de II cannocchiale aristotélico.

 En la tradición hispánica, el tratado también ha suscitado interés. La única traduc ción integral de la que se tiene evidencia la llevó a cabo Miquel de Sequeyros en 1741,6 basada muy probablemente en la edición romana. Además, como sucede generalmente con traducciones antiguas, el texto presenta algunas omisiones considerables y ofrece interpretaciones ligeramente imprecisas por doquier. Después de esta edición, hay un largo silencio hasta 2003, cuando Pablo Chiuminatto y Eduardo Molina Cantó publicaron en Chile la primera parte de la antología de Raimondi, acompañada de notas.7 En cuanto a la recepción de Tesauro en México, Juan José de Eguiara y Eguren refiere en la parte aún inédita de su Bibliotheca Mexicana, letras F-J (h. 1755), que el franciscano novohispano Francisco de los Ríos era perito en la lengua de Italia, y por ello tradujo el Catalejo aristotélico o Anteojo de larga vista del conde Emanuel Tesauro, dedicado a la Real y Pontificia Universidad de México. 

Los preliminares ya estaban dispuestos y, quizá hiperbólicamente, Eguiara refiere que incluso ya había comenzado la impresión cuando llegó otra versión de la misma obra traducida por un reverendo padre de quien no proporciona el nombre, lo cual hace pensar que no tuvo a la vista la traducción del agustino Miguel de Sequeyros, aparecida en Madrid en 1741. Tras de lo cual, al pare cer, la impresión se detuvo. Además, De los Ríos tradujo también las Meditaciones del jesuíta Giovanni Pietro Pinamonti y otros opúsculos que permanecieron manuscritos. No conocemos el paradero de estas traducciones. Por su parte, José Antonio de Beris 4 F. Pevere. “Da II cannocchiale aristotélico” , en Giorgio Barberi Squarotti, ed. Roma: Istituto Poligrafico dello Stato, 2002, pp. 83-138. s M. Cutrl. “Metafora ottava di decezzione" Leggere il “libro aperlo", en Un'introduzione al Cannocchiale aristotélico. Tesis. Milano: Universitá Cattolica del Sacro Cuore, 2021, pp. 198-235. 6 Cannocchiale aristotélico, esto es Anteojo de larga vista, o Idea de la agudeza e ingeniosa locu ción, que sirve a toda Arte oratoria, lapidaria y simbólica, examinada con los principios del Divino Aristóteles. Escrito en idioma toscano por el Conde Don Manuel Thesauro, Gran Cruz de los San tos Mauricio y Lazaro. Añadidos por el autor dos tratados: de Conceptos predicables y Emblemas. Traducido al español por el R. P. M. Fr. Miguel de Sequeyros, del Orden de N. P. S. Agustín, Maestro en Sagrada Iheologia, etc. Dedicado al Exc.mo Señor Marques de los Balbabes, con privilegio, en Madrid, por Antonio Marín, año de 1741. 7 Pablo Chiuminatto y Eduardo Molina Cantó. 

“Un discurso académico de Emanuele Tesauro: El juicio” Onomázein, 8 (2003), pp. 175-196 y “Sobre la agudeza. Un capítulo del Catalejo aristo télico de Emanuele Tesauro" Onomázein, 9 (2004), pp. 27-49. A juzgar por las versiones parciales que enlista Cutrl en su bibliografía (op. cit., pp. 237-239), fuera del ámbito hispánico, el interés por traducir a Tesauro ha sido poco, pues sólo contamos con fragmentos de traducciones —casi todos basados en alguna parte de la selección de Raimondi— en húngaro, portugués, inglés, francés, ruso y polaco. táin y Souza, en su Bibliografía hispanoamericana septentrional (México: Oficina de D. Alexandro Valdés, 1816-1821), refiere que Pedro Alcántara Vázquez realizó otra tra ducción del Cannocchiale. Afortunadamente, esta versión de 318 folios sí se conserva manuscrita en el Fondo reservado de la Biblioteca Nacional de México (Ms. 1651). En cuanto a la circulación de ediciones del Cannocchiale en Nueva España, sabemos que arribó la traducción latina Idea argutae et ingeniosae dictionis ex principiis Aristotelis (Colonia, 1714), que perteneció al Convento de Santo Domingo (BNM RF0808.5 TES.i. 1714). También se conoció la traducción de Sequeyros, pues se conservan cuatro ejem plares pertenecientes al Convento de Santa Ana de Coyoacán, al Colegio Apostólico de San Femando, al Convento de San Sebastián y al Convento de Santo Domingo (BNM RFO 808.5 TES.c 1741). 

 La traducción que ahora ofrecemos se basa en la edición de 1670, por considerarse que refleja la última voluntad del autor. Cabe indicar que los paratextos de la edición facsimilar del 2000 resultaron fundamentales para la correcta identificación de textos clásicos citados por el autor. Este trabajo se completó con la traducción de los pasajes citados y, además, se añadieron las fuentes y las traducciones de los autores modernos que menciona el autor, con lo cual, ofrecemos a nuestros lectores una traducción integral tanto del texto de Tesauro como de los autores en los que se apoya. I. Criterios generales de edición Empleo de versales y cajrsivas Seguramente, quien vea por primera vez las páginas de El catalejo aristotélico se pre guntará por qué conviven en una misma página redondas, cursivas y versalitas. Cabía la opción de suprimir los juegos tipográficos, como ocurre en las ediciones de Raimondi y Pevere, pero nos percatamos de que realmente tenían una función comunicativa dentro del texto. 

Haber unificado todo al convencional empleo de redondas nos habría obligado a señalar palabras o fragmentos de texto entre comillas y quizá también a usar negritas o algún otro tipo de mecanismo para enfatizar. En general, Tesauro emplea las cursivas para señalar que el texto referido es una cita, cuando pasa del discurso directo al indi recto o cuando desea acentuar una idea. En este último caso, si dentro de la idea hay términos que vale la pena destacar, recurre al uso de versalitas. 

Un ejemplo claro de la eficaz función de la variedad tipográfica lo encontramos en el capítulo IV, en el que se habla de las figuras armónicas, pues para resaltar la dureza fonética de algunas palabras, el autor recurre a las versalitas para identificar con precisión el elemento que le interesa. Ejemplo: peRSCRutari, oiiSTRuctus. Las versalitas y las cursivas también se emplean para indicar términos clave o para señalar los elementos de una enumeración de conceptos que se ha debido fragmentar para explicarla por partes. Tomando en cuenta estas particularidades, decidimos preser var la voluntad del autor y evitar hacer cambios que alteraran la composición tipográfica original de la obra. La única modificación que nos permitimos fue la eliminación de mayúsculas iniciales en palabras que no lo requerían y, en algunos casos, agregamos alguna cursiva donde resultaba muy evidente que se trataba de un pequeño descuido en la edición original. 

 Puntuación Para los años en que escribe Tesauro, el uso de la puntuación ya había alcanzado cierta sistematicidad; sin embargo, algunos signos tenían funciones que actualmente ya no cumplen, por ejemplo, los dos puntos servían para introducir una explicación, pero tam bién se empleaban para separar oraciones independientes, lo que ahora se hace con el punto. Actualmente se emplea el punto y coma para separar las diferentes oraciones que forman parte de una enumeración, cuando al interior de ellas se encuentran otros signos de puntuación. En Tesauro, suele utilizarse el punto, lo cual llega a generar confusiones, pues la puntuación no ayuda a comprender si se trata de listas dependientes de una idea principal o si son oraciones aparte. 

Para facilitar la lectura, la puntuación se ha adecuado a los usos actuales, respetando el texto original sólo en los casos en que la puntuación no resultara ajena a nuestra norma lingüística y, sobre todo, evitando que la modernización altere el mensaje de Tesauro. En los ejemplos latinos, por el contrarío, la puntuación suele ser asistemática, por lo que se han hecho ligeras adecuaciones que resultan pertinentes en la redacción latina, pero en la traducción se ha optado por la puntuación más adecuada para la lengua española. Indicación de fuentes clásicas Como ya se mencionó, estamos muy agradecidos por el monumental trabajo de Dionigi Vottero, quien se encargó de identificar con suma precisión los autores y las obras que muy presumiblemente formaron parte de la biblioteca de Tesauro.

8 Nosotros verificamos las fuentes y agregamos la debida traducción de los pasajes citados. Cabe aclarar que, a pesar del riguroso cuidado de la edición de Tesauro, en muy pocas ocasiones hubo errores de atribución, lo cual señalamos en nota. En las notas marginales también suelen encontrarse algunas imprecisiones derivadas de las ediciones de Aristóteles a las que Tesauro tuvo acceso. En cualquier caso, la ubicación precisa de la cita se indica según las normas actuales y empleando generalmente el sistema de abreviaturas del Oxford Classical Dictionary, complementado con A Greek-English Lexicón, de H. G. Liddell y R. Scott (Oxford: Clarendon Press, 1940), y también con las abreviaturas de autores medie vales empleadas por Vottero, dado que no siempre cuentan con una estandarización. Al igual que la edición del 2000, nosotros también creimos pertinente anexar una lista de abreviaturas de autores y obras clásicas y medievales, con la intención de que los lectores menos versados en literatura clásica sortearan el obstáculo que impone dominar las abreviaturas de un corpus tan vasto. 

Debido a la gran cantidad de notas a pie, se ha preferido evitar el uso de la locución ibidem, para ofrecer inmediatez en la lectura. B D. Vottero. “Indici celle fonte classiche de II cannocchiale aristotélico" en Emanuele Tesauro. II cannocchiale aristotélico. Torino: Bartolomeo Zavatta, 1670 (edición facsimilar, Cuneo: Editrice Artística Piemontese, 2000), pp. 73-146. Traducciones entre corchetes En general, las traducciones se consignan a pie de página, sin embargo, hay párrafos donde el autor cita varias decenas de palabras en latín. 

En estos casos, al tratarse sim plemente de palabras aisladas que, además, no cuentan con un referente preciso en la tradición clásica, optamos por colocar la traducción inmediatamente, entre corchetes. También se encontrará la traducción entre corchetes, en párrafo consecutivo aparte, en algunos casos aislados cuando el texto en latín o la cita de algún poema o un frag mento literario ocupa más de una página y no es conveniente seccionarlo. Sólo en el capítulo IV, cuando Tesauro se dedica a analizar las particularidades foné ticas de algunas palabras en latín, nos pareció infructuoso y engorroso agregar la traduc ción de los ejemplos, pues, como ya se mencionó, se trata de términos interesantes por su sonido, no por su significado.

 Nombres de persona Los nombres de autores o personajes históricos pertenecientes a la Antigüedad clásica se han castellanizado, sin embargo, con los demás nombres no siempre se ha podido recu rrir a la adaptación a nuestra lengua. Tesauro italianiza a todos los personajes que nom bra, salvo algún caso aislado. Esta italianización suele realizarse con base en criterios propios del autor que no reflejan una aceptación generalizada, ni siquiera en su época. La onomástica de autores en el siglo xvii resulta problemática porque, sin importar el origen geográfico, al escribir en latín, todo nombre era susceptible de latinización y, posteriormente, de adaptarse a otras lenguas o de mantenerse en latín. En el proceso de italianización, las opciones podían ser varias, así como la ortografía; de tal suerte que de ciertos autores contamos con el nombre en lengua original, con la latinización y con la italianización de Tesauro. 

Lo más natural habría sido tomar la castellanización de tal personaje, pero no siempre contamos con ella y, obviamente, no era nuestra intención proponer nombres castellanos para autores que han llegado hasta nosotros con otra forma de identificación. 

De cualquier modo, al hablar de ciertos autores colocamos entre paréntesis los posibles nombres con los que se identifica, a partir de los registros de autoridades estandarizados. En cuanto a los personajes históricos y escritores italianos, se ha preferido mantener el nombre original, toda vez que la castellanización no siempre es homogénea, como ocurre con Cario Emanuele I, que se puede encontrar referido como Carlos Manuel I o Carlos Emanuel I. Las excepciones ocurren con algunos nombres de personajes de gran relevancia que, por tradición, sería inadecuado mantener en lengua original, como Cristóbal Colón, que difícilmente un hispanohablante llamaría Cristóforo Colombo, al igual que Maquiavelo (Machiavelli) o Escalígero (Scaligero). 

 II. Citas latinas Se ha buscado respetar, en la medida de lo posible, el uso latino del siglo xvii de Tesauro; sin embargo, pensando en la gama de lectores que estarán interesados en acercarse a esta traducción de II cannocchiale aristotélico, con la gran cantidad de texto en latín que contiene, ya sea como filólogos, historiadores, bibliotecólogos y estudiantes de estas y otras disciplinas, hemos hecho algunas adecuaciones que explicitamos en los siguientes criterios de edición. Se ha respetado la ortografía de Tesauro, la cual implica ciertos desvíos con respecto de la norma clásica, que puede deberse a desconocimiento, a que lo ha tomado de una fuente que transmite una lección no clásica o a que se trata de la ortografía del neolatín entonces en uso.

 A pesar de la identificación de discrepancias entre las ediciones canónicas de autores latinos y las citas de Tesauro, decidimos hacer modificaciones mínimas donde había una errata evidente o donde era necesario agregar alguna palabra —siempre entre corchetes— para darle sentido a la cita. Los cambios ortotípográficos fueron los siguientes: ♦ Se distingue entre u y v, cuando esta tiene carácter consonántico (Flauio>Flavio) ♦ Se elimina de la j final por i en palabras como (varij>varii) • Todas las abreviaturas se desatan sin avisar, como el signo tironiano & por et. * Se elimina la representación tipográfica de los diptongos ae y ce. • Se adecúa el uso de mayúsculas iniciales según su uso moderno; aunque se han mantenido algunas, atendiendo los criterios tradicionales de la edición de textos latinos. • Se elimina la acentuación dado que no hay una completa consistencia en el uso de acentos agudos, graves y circunflejos, ni son propios del latín clásico. Si bien se trata de una característica propia del neolatín (o latín moderno) y procura distinguir los casos, su uso no es sistemático, por ejemplo, es frecuente que la preposición a aparezca como á o á. ♦ 

En los casos donde el autor elabora esquemas con citas latinas para ejemplificar de manera gráfica las partes del discurso, se ofrece una traducción literal que refleje las estrategias compositivas del latín. Cuando dicha traducción resulta demasiado oscura, se ofrece, además, una traducción interpretativa más apegada a la sintaxis convencional del castellano. Pretender enmendar a Tesauro implicaría dar por hecho que cometió errores, lo cual sería difícilmente demostrable pues, al momento de hacer búsquedas electrónicas en libros digitalizados anteriores al siglo xvii, confirmamos que algunas citas aparecen tal como las presenta nuestro autor en autores coetáneos, anteriores y posteriores a la publi cación de II cannocchiale. 

Gracias a estas búsquedas, también pudimos comprobar que varias de las citas de Tesauro fueron tomadas por otros autores para la elaboración de tratados acerca de elocuencia, como el Arte de la elocuencia oratoria, poética y civil de Antonio Campillo (Zaragoza: Juan Malo, 1739) que es una traducción parcial —más bien, un absoluto plagio— de la obra de Tesauro. Por lo demás, hay ejemplos latinos que aparecen en varias obras del turinés, lo cual nos permite hablar de intratextualidad. Por tal motivo, cualquier modificación de buena fe a los fragmentos que cita Tesauro incidiría negativamente en quien tome nuestra edición como punto de partida para indagar acerca de las fuentes clásicas. Otra razón por la que se decidió no modificar las citas latinas es el hecho de que, en algunos capítulos, el texto latino sirve como modelo de estrategia compositiva.

De hecho, algunas citas aparecen fragmentadas en esquemas. Esto nos permite suponer que Tesauro necesitó modificar la redacción de algún ejemplo para que cuadrara con sus intenciones pedagógicas. Siendo así, cualquier variación a las citas que emplea des embocaría en una alteración innecesaria al plan original del autor y, además, requeriría diversas explicaciones que llevarían a la misma conclusión: el autor modificó los textos citados por convenir así a sus intereses. Como señala Vottero, buscar las fuentes originales que sirvieron a Tesauro para la redacción de sus obras es una tarea que dejamos en manos de los futuros investigadores de la tradición clásica en el Barroco,9 pues un trabajo de esta naturaleza perseguiría objetivos muy específicos que no resultan pertinentes para la presente edición. 

 Traducción de citas latinas Un singular aporte de esta edición lo conforma la traducción íntegra de todas las citas lati nas de Tesauro, imprescindibles para seguir con coherencia el texto. Como ya se explicó, dado que hemos decidido mantener las citas de Tesauro —quien sin duda tuvo acceso a un amplio número de fuentes y por lo tanto refiere de forma tanto directa como indi recta los fragmentos citados—, necesariamente se requerían traducciones nuevas que no partieran de los textos canónicos. Por ello, todas las traducciones son originales. Hay dos grandes tipos de citas. En primer lugar, los escolios del Aristóteles latino, que presentan sus propias dificultades inherentes por ser la traducción al latín de un texto griego no canónico en el Renacimiento.

 En segundo lugar, todas las demás citas latinas de autores de todas las épocas. Dada esta profusión y dificultad, el criterio fundamental ha sido el de traducir por el sentido y que la traducción dé cuenta, lo más fielmente posible, de por qué Tesauro ha traído a colación determinado fragmento en cada lugar. Por ello, se ha privilegiado el sentido, pero ahí donde ha sido necesario, se ha tratado de mantener el juego fonético que revele las características del original, siempre que ha sido posible. Los Aristóteles de Tesauro10 Para nuestra investigación ha sido fundamental determinar qué Aristóteles leyó Tesau ro, porque lo leyó en latín y así lo refiere en los más de quinientos escolios en los que lo cita. Si bien estos fragmentos provienen esencialmente de dos obras, la Poética y la Retórica, Tesauro también tuvo en mente y a la mano otras obras del Estagirita, como 9 D. Vottero. “Nota per la consultazione degli indici delle fontí classiche” en E. Tesauro, op. cit., p. 64. 10 En este breve apartado introductorio solamente buscamos dar al lector un panorama de esta cuestión, para mayor información sobre la Retórica y sobre Aristóteles recomendamos los enciclopédicos artículos de Christof Rapp. “Aristotle’s Rhetoric" en The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Spring 2022 Edition), Edward N. Zalta ed. Disponible en: https://plato.stanford.edu/ archives/spr2022/entries/aristotle-rhetoric/#TranHditComm y Christopher Shields. “Aristode" The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Spring 2022 Edition), Edward N. Zalta ed. Disponible en: https://plato.stanford.edu/archives/spr2022/entries/aristode/ la Ética a Nicómaco o la Metafísica. Valentín García Yebra explica en su edición de la Poética que “algunos de aquellos escritores o preceptistas leyeron y estudiaron la Poética directamente en griego. Otros, más numerosos, la conocieron en alguna de las traduc ciones latinas que se multiplicaron por Europa desde fines del siglo xv"11 momento a partir del cual comenzó verdaderamente su influencia. Valga mencionar que existieron varias versiones medievales, desde las traducciones españolas que se habían hecho a partir de una versión árabe, hasta la primera traducción del griego al latín realizada por el prolífico traductor dominico Guillermo de Moerbeke: Aristóteles latinus. 

De arte poética Guillelmo de Moerbeke interprete (1278).12 Sin embargo, esta versión se consideró demasiado literal y como no fue hecha a partir de un texto griego óptimo despertó casi nulo interés entre los humanistas del Renacimiento, quienes estaban convencidos de haber recuperado la verdadera Poética a través del método filológico, al recurrir al cotejo de varios manuscritos y no a un texto deturpado —sin olvidar que sólo conservamos el primer libro, pues el segundo se perdió muy temprano—. La primera traducción renacentista fue la de Giorgio Valla, Aristotelis Ars Poética (Venecia, 1498), a la que siguieron una serie importante de continuadores que no tra bajaron de forma aislada, sino retomando las labores de los eruditos que los habían precedido. Así, más tarde apareció la traducción de Alessandro Pazzi (Paccius), Aris totelis Poética, (terminada alrededor de 1527 pero publicada hasta 1536 en Venecia). Valga detenemos en algunas importantes características de esta edición: fue la primera bilingüe (primero el texto latino, seguido del griego), también la primera que presentó individualmente esta obra, independiente del resto del corpus aristotélico, y el texto no tiene numeración. Tampoco tiene numeración la segunda edición parisina de 1542, que se trata de una edición postuma, preparada por el hijo de Pazzi, Guglielmo, quien se encargó del texto griego dado que no pudo tener el de su padre a la mano, como explica en la epístola dedicatoria.

 A pesar de la falta de correspondencia entre los textos griego y latino, la traducción de Alessandro fue muy influyente durante los siglos xvi y x vii, pues se reimprimió una docena de ocasiones nada más en el xvi y sirvió de base para el primer comentario impreso de la Poética: In librum Aristotelis de Arte Poética explicatio- nes, hecho por Francesco Robortello (Florencia, 1548), quien reprodujo la traducción de Pazzi y añadió una paráfrasis del Ars Poética horaciano. La obra de Robortello serviría a Bernardo Segni para hacer la primera traducción al italiano: Rettorica et poética d’Aris- totele (Florencia, 1549). Vicentio Maggi (VincentiusMadius) publicó una obra basada en los materiales deja dos por Bartolomeo Lombardi (h. 1541) titulada In Aristotelis librum De Poética com- munes explanationes (1550). Esta obra contiene el texto griego, un amplio comentario y la traducción latina. Aquí la obra de Aristóteles quedó dividida en 157 secciones, a cada 11V. García Yebra. "Introducción” en Aristóteles, Poética. Madrid: Credos, 1974, pp. 11-12. Suge rimos al lector interesado consultar específicamente el apartado “1. Traducciones latinas de la Poética anteriores a la de Riccoboni" en esta excelente edición trilingüe. 12 Juan Carlos Pérez Arques, “La poética de Aristóteles según las versiones latinas de G. de Moerbeke y G. Valla” ZNUV 52,1 (2017), pp. 5-22. sección de griego y traducción sigue una explanatio y una annotatio. El texto griego y la traducción son los de Pazzi, a decir de García Yebra,13 así que la verdadera obra de Maggi es el comentario. 

Este género, como hemos visto a partir del trabajo de Robortello, cobró relevancia por sí mismo en las subsecuentes ediciones de la obra del filósofo de Estagira; sirva también como ejemplo el comentario de Pietro Vettori (Victorius), Commentarii in Primum Librum Aristotelis de Arte Poetarum (Florencia, 1548,1560, 1573) que contiene también la edición bilingüe.14 Finalmente, la traducción renacentista latina más destacada por su importancia para la posterioridad es la del paduano Antonio Riccoboni. Sus versiones de la Retórica y la Poética son Aristotelis Ars Rhetorica (Venecia, 1579) y Aristotelis Liber de Poética (Vene- cia, 1584). De acuerdo con Bernard Weinberg, “la traducción de Riccoboni es caracte rística de su tiempo: constituye una especie de vulgarización del texto latino"15 Y a decir de García Yebra: "Riccoboni trataría de conseguir una traducción más accesible que las anteriores para el lector italiano, simplificando el orden latino de las palabras hasta acercarlo a la manera propia de la lengua vulgar, eliminando las fiorituras de estilo, las palabras escogidas, los intentos innecesarios de dar sonoridad y la variedad a la frase'!

16 El texto latino ha sufrido a costa de acercarse al lector italiano; en comparación, el texto de Maggi tiene un mejor ritmo y por ello supera notablemente al de Riccoboni; pero el de Riccoboni sigue más fielmente el texto griego, sin añadir ni quitar nada, y procura traducir siempre la misma palabra griega por la misma latina. Además, tiene muchos artificios expositivos y escolios que dan orden al texto, aprovechando las innovaciones tipográficas, que se ampliaron en la edición paduana de 1587. Valga mencionar que la traducción latina de Riccoboni es la que acompaña la edición canónica realizada por Immanuel Bekker (Berlín, 1831), y por ello es el texto que acompaña la trilingüe de Gar cía Yebra.17 Sirva este esquemático panorama para que el lector conozca el rico y laberíntico panorama en tomo solamente a esta obra de Aristóteles. 

Entre esta proliferación de edi ciones, traducciones y comentarios, ¿a cuál recurrió Emanuele Tesauro, educado en el ámbito jesuíta, sin duda consumado latinista y quizá hasta helenista? Sin lugar a dudas, la traducción que ha utilizado es la de Pazzi y presumimos que se ha servido de la edi ción de Paolo Beni, In Aristotelis Poeticam Commentarii in quibus ad obscura quaeque decreta planius dilucidando, centum poeticae controversiae interponuntur & copiosissime 13 V. García Yebra, op. cit., p. 36. 14 Pietro Vettori (Victorius). Commentarii in tres libros Aristotelis de Arte dicendi. Florencia, in offícina Bernardi lunctae, 1548. 15 B. Weinberg. A Hislory of Literary Criticism in the Italian Renaissance. Chicago: University of Chicago Press, 1961, p. 584. 16 V. García Yebra. op. cit. p. 39. 17 Para más detalles sobre la traducción de Riccoboni, vid. V. García Yebra, op. cit., Apéndice 3 "Sobre la traducción latina de la Poética por Antonio Riccoboni"; B. Weinberg, op. cit., capítulo 11 “ Ihe'l’radition of Aristotle's Poetics: 111. 'Ihe Vernacular Commentaries" y en la reciente traducción de Poética y Magna moralia, intro., trad. y notas de Teresa Martínez Manzano y Leonardo Rodrí guez Duplá. Madrid, Gredos, 2011, pp. 14-20. explicantur (Padua, 1613; Venecia, 1624).18 Paolo Beni (Paulus Benius Eugubinus; Bub- bio, 1552-Padua, 1627), quien además usó el pseudónimo Michelangelo Fonte, fue un notable humanista, crítico literario, teólogo y profesor. También se educó con los jesuitas y, después de graduarse en Teología, se unió a la orden en 1581, en donde permaneció hasta 1593, año en que fue expulsado. Valga mencionar que en 1635, a los 44 años, Te sauro también fue expulsado de la Compañía por indisciplina, y que, no casualmente, Baltasar Gracián, lo mismo que el polaco Maciej Kazimierz Sarbiewski, fueron jesuitas. Con lo cual se trasluce la importancia de la educación y los intereses de la orden para el desarrollo del conceptismo, el ingenio y la agudeza, en la teoría y en la práctica de la poé tica en los siglos que nos incumben. Pero volviendo a Beni, una vez fuera de la orden, se convirtió en profesor de Teología en Roma y llegó a trabajar para el papa Clemente VIII. 

 A ñnales de 1599 fue llamado a Padua para ocupar la cátedra de humanidades, vacante por la muerte de Antonio Riccoboni (1541-1599). A pesar de que los jesuitas procuraron infundir una educación ecléctica al reunir diferentes tradiciones, su perspectiva sobre las lenguas, literatura y retórica fue tomada de los humanistas; mientras que la facultad de artes y teología fue modelada siguiendo la filosofía aristotélica y la teología tomís- tica de París. 

Como sucesor de Riccoboni, traductor y comentarista de Aristóteles, Beni mostró un interés por la traducción y el comentario directo de los textos clásicos. Quizá como estímulo para acercarse a su célebre predecesor, pues al momento de llegar a Padua Beni no era conocido, se propuso llevar a cabo ediciones de obras con comentario. Llegó a ser autor de 24, seguramente fruto y alimento de sus clases, y que fueron muy populares entre los estudiantes —como Tesauro precisamente, uno de sus epígonos más destacados—. Entre los autores cuyas obras editó y comentó se encuentran In Aeneidem commentarii (Venecia, 1622) de Virgilio; In Catilinariam commentarii (Venecia, 1624) de Salustio; In Timaeum (Roma, 1594) de Platón y Pro Lege Manilia (Venecia, 1625) de Cicerón, entre otros. De Aristóteles publicó cuatro, In Aristotelis Poeticam commentari en dos ocasiones (Padua, 1613 y Venecia, 1622) e In Aristóteles libros Rhetoricorum (Venecia, 1624 y 1625). Valga mencionar que muchos de estos volúmenes conocieron más de una impresión. Su edición de la Poética es muy importante porque se trata del último gran comentario humanista de alcance paneuropeo, tan popular que permaneció vigente durante los próximos dos siglos. Mientras que en general en sus obras hay una tendencia hacia lo moderno, que se nota en su amistad con Galileo y en el interés que tuvo por el telescopio, también fue muy crítico respecto de la canonización literaria de Boccaccio y Dante, ante la cual siempre se mostró contrario, al igual que a las novedades de la Aca demia de la Crusca. Específicamente en lo que respecta a sus comentarios de Aristóteles, a diferencia de sus polémicas obras lingüísticas, mantuvo una tendencia conservadora, siempre prefiriendo lo antiguo sobre lo moderno, la tradición sobre la novedad. 

 18 Hemos utilizado la segunda edición para compulsar el texto de Tesauro. Además de la concor dancia en la numeración de los párrafos, detectada por Pierantonio Frare. “Per Istraforo di perspet- tiua" II cannocchiale aristotélico e la poesía del Seicento. Pisa, Roma: Istituti Editoriali e Poligrafici Internazionali, 2000, p. 24, nota 39, Tesauro cita ocasionalmente también el comentario. Véase también Paul Brian Diffley. “Paolo Beni: A Biographical and Critical Study'! tesis. Oxford, 1986. En cuanto a la Retórica, Tesauro sigue en general la traducción de Jorge de Trebisonda (Georgius Trapezuntiuso Trapezuncio, 1395-1473 ca.), Rhetoricorum ad Iheodecten libri tres. Si bien la traducción fue hecha entre 1441 y 1446, se imprimió por primera vez en 1475-1477 y se reimprimió en repetidas ocasiones, normalmente dentro de obras compilatorias junto con otros tratados, durante los siguientes siglos.19 Cutri supone por evidencias textuales que Tesauro sigue una tradición particular de Trapezuncio que toman las ediciones posteriores a 1545.20 Como mencionamos, Beni también tradujo y comentó la Retórica, sección por sección a lo largo de mil páginas en folio. Su texto griego fue el crítico establecido por Pietro Vettori (Victorius), Commentarii in tres libros Aristotelis de Arte dicendi (Florencia, 1548 y 1579), seguido de dos traducciones, la de María Antonio Conti da Majoragio (Alaioragius), Rhetoricorum libri III (Milán, 1550) y la de Riccoboni. Tesauro también se apoya en esta edición, la cual sabemos que constaba en su biblioteca.21 Si bien el estudio de la recepción de los textos aristotélicos ha sido muy profusa, para quien tenga interés en el tema se recomiendan las ediciones en castellano de la Poética de Juan David García Bacca (México: UNAM, 1946) y de Alicia Villar Lecumberri (Madrid: Alianza Editorial, 2004). 

De la Retórica contamos con las ediciones de Alberto Bernabé (Madrid: Alianza Editorial, 1998) y Arturo E. Ramírez Trejo (México: UNAM, 2002). Ade más, se recomienda la consulta de Poetics. Editio Maior ofthe Greek Text with Historical Introductions and Philological Commentaries. Leonardo Tarán y Dimitri Gutas, eds. Lei- den: Brill, 2012; Aristotle's Rhetoric: Five Centuries o f Philological Research, compilación e introducción de Keith V. Erickson. Metuchen N. J: Scarecrow, 1975; Lawrence D. Green. "Renaissance Synoptic Commentaries on Aristotle's Rhetoric’’ , en Commenting on Aris totle's Rhetoric, from Antiquity to the Present, ed. Frédérique Woerther. Leiden, Boston: Brill, 2018, pp. 211-230; Graciela Marta Chichi y Viviana Suñol. “La Retórica y la Poética de Aristóteles: sus puntos de confluencia” Diánoia, 53,60 (2008), pp. 79-111; Elisabetta Corsi. "Dalí 'Aristóteles Latinus' all' 'Aristóteles sinicus! Frammenti di un progetto incom- piuto” Rivista degli Studi Orientali, nuova serie, 79, 3.4 (2005), pp. 151-164; Ferdinand Edward Cranz. A Bibliography ofAristotle Editions: 1501-1600,2a. ed. Charles B. Schmitt. Baden-Baden: Koerner, 1984 y Lawrence D. Green, y James J. Murphy. Renaissance Rhe toric Short-Title Catalogue 1460-1700, 2a ed. Aldershot, Burlington: Ashgate, 2006. 19 Aristóteles. Ad reverendum in Christo Palrem ac dominum F. de Padua domini nostri pape thesaurarium Georgii Trapezoncii in libros rhetoricorum Aristotelis traduclionis prefacio. Paris: Petrus Cesaris et Johannes Stol, 1476. [Rhetoricorum Aristotelis ad Iheodecten libri tres Georgius ’IYapezuntius e greco in latinum convertit. Venecia: Bernardino Vitali, 1504]. Vid. ]. Cornelia Linde. "Translating Aristotle in Fifteenth-Century Italy: George of Trebizond and Leonardo Bruni” en Et Amicorum: Essays on Renaissance Humanism and Philosophy in Honour ofjill Kraye, Anthony Ossa-Ricardson y Margaret Meserve, eds. Leiden, Boston: Brill, 2018, pp. 47-68. 20 M. Cutri. "Metafora ottava di decezzione" Leggere il “libro aperto’. Un’introduzione al Can nocchiale aristotélico. Tesis. Milano: Universitá Cattolica del Sacro Cuore, 2021, p. 101. 21 Marco Maggi, “La biblioteca del Tesauro. L'inventario del 1675, con un saggio di identifica- zione e un inédito" Lettere italiane, 53,2 (2001), p. 224, ítem 82. Criterios geni-ralhs Tomando en cuenta los objetivos generales de la presente edición, se ha decidido que el aparato de notas esté compuesto por dos tipos: notas de traducción y notas informativas. 

 Los lectores encontrarán a pie de página la traducción de las citas en latín o italiano y su fuente. En algunos casos sólo se ofrece la traducción porque la fuente es incierta o porque no ha sido localizada a partir de la cita de Tesauro. Por las dimensiones del texto, en el caso de las citas repetidas —pocas, en realidad—, se tomó la decisión de colocar la traducción en todos los casos, privilegiando la inmedia tez requerida para el lector. Únicamente en los casos en que, además de la traducción, resulta necesario contar con información contextual adicional, agregamos una nota de reenvío. Las notas informativas sobre personajes, obras, hechos históricos y otros datos se han limitado a lo esencial, teniendo como propósito solamente ofrecer una pista útil al lector curioso que quiera abundar en el asunto. Los escolios se consignan también en nota a pie, introducidos por la abreviatura I. m. (in margine) y se mantienen tal cual aparecen en la edición original. La única modi ficación realizada fue el uso de cursivas en títulos. 

No se han desatado las abreviaturas recurrentes, o sea c. / cap. (capítulo); Ar. / Arist. (Aristóteles); p. (primero). Después de la transcripción del escolio aparece la traducción y/o la referencia expresada de acuerdo con los criterios adoptados para la presente edición. Numeración Debido al natural exceso de notas a pie que exige una edición como ésta, para evitar que las llamadas estuvieran compuestas por cifras en millares, ha sido necesario comenzar la numeración en cada capítulo, a excepción del capítulo VII que, id ser el más extenso y el más abundante en citas latinas, requería que la numeración de las notas iniciara en cada subcapítulo.

 IV. Imágenes Aunque nos hubiese agradado presentar las imágenes de todas las empresas y los emble mas citados por Tesauro, por economía y pertinencia, agregamos al final únicamente las que nos parecieron más necesarias, ya sea porque son recurrentes en toda la obra (como la empresa del puercoespín del rey Luis XII con el mote Cominus et eminus), o bien, por que el autor señala algún tipo de agudeza particular que sólo se puede comprender al ver la imagen. Debido a que El catalejo aristotélico está colmado de referencias a emblemas y empresas, para el lector curioso sugerimos la consulta de las siguientes páginas: SYM- BOLA. Divisas o empresas históricas (https://www.bidiso.es/Symbola/), Glasgow Univer- sity Emblem Website (https://www.emblems.arts.gla.ac.uk/) y la sección de emblemas de The Digital Cicognara Library (https://cicognara.org/catalogo/section_l.21), aunque hoy en día, gracias a la tecnología y al interés global por esta materia, existen —y se crea rán, sin duda— varios sitios especializados sobre esta interesantísima materia. V. ÍNDICES Como auxiliares para la consulta de esta edición, ofrecemos dos índices, el primero se refiere a los motes que acompañan empresas, emblemas, y objetos varios; el segundo es un índice onomástico, donde consignamos en redondas el nombre de individuos históricos y bíblicos, y en cursivas los nombres de personajes literarios y mitológicos. Abreviaturas de autores citados Ael. = Eliano NA (De natura animalium) = De la naturaleza de los animales o Historia de los animales VH (Varia historia) = Historias curiosas Aesop. (Aesopus) - Esopo Fab. (Fabulae) = Fábulas Ainbr. (Ambrosius) = Ambrosio Hex. (Hexameron) = Hexamerón ln Luc. (Expositio evangelii sec. Luca) = Explica ción del evangelio según san Lucas In psalm. (Explanatio XII psalmorum) = Explica ción de los 12 salmos Anth. Pal. (Anthologia Palatina) = Antología Palatina Ar. (Aristophanes) = Aristófanes Eq. (Equites) = Los caballeros Nub. (Nubes) = Las nubes Kan. (Ranae) = Las ranas Arist (Aristóteles) = Aristóteles An. post. (Analytica posteriora) = Segundos Ana líticos De an. (De anima) = Sobre el alma Eth. Eud. (Etica Eudemia) = Ética eudemia Eth. Nic. (Ethica Nicomachea) = Ética nicoma- quea / Ética para Nicómaco Frag. (Fragmenta) = Fragmentos Int. (De interpretatione) = Sobre la interpretación Mete. (Meteorologica) = Meteorología Ph. (Physica) = Física Poet. (Poética) = Arte poética / Poética Pr. (Problemata) = Problemas Rh. Al. (Rhetorica ad Alexandrum) = Retórica para Alejandro Rhet. (Ars rhetorica) = Arte retórica / Retórica Soph. el. (Sophistici elenchi) = Rejutaciones retó Athen. (Athenaeus Naucratites) = Ateneo de Náu- cratis Deipnosophistae = Banquete de los eruditos August. (Augustinus) = San Agustín De civ. D. (De civitateDei) = La ciudad de Dios De mirabilibus sacrae scripturae = Sobre ¡os mila gros de ¡as sagradas escrituras Auson. (Ausonius) = Ausonio Epigr. (Epigrammata) = Epigramas Epist. (Epistulae) = Epístolas Mos. (Mosella) = Mosela Caes. (Caesar) = Julio César BGalL (De bello C.cdlico) = La guerra de las Galios Carmen de volucribm et iumentis = Poema sobre las aves y ¡os animales de carga Cass. Dio (Cassius Dio) - üión Casio Catull. (Catullus) = Catulo Cic. (Cicero) = Cicerón Amic. (De amicitia) = Lelio o Sobre ¡a amistad Arch. (Pro A. Licinio Archia oratio) = En defensa de Arquias Att (Epistulae ad Atticum) = Cartas a Ático Brul = Bruto Cael. (Pro M. Caelio Rufo oratio) = En defensa de Celio Cat. (In L. Sergium Catilinam orationes) = Cati- linarias De or. (De oratore) = Sobre el orador Deiot. (Pro rege Deiotaro oratio) = En defensa del rey Deyótaro Div. (De divinatione) = Sobre la adivinación Dom. (De domo sua oratio) = Sobre la casa propia Fam. (Epistulae ad familiares) = liarlas a los familiares Fat. (De falo) = Sobre el destino Fin. (Definibus) = Sobre los límites del bien y del mal Flac. (Pro L. Valerio Flacco) = En defensa de Va lerio Flaco In Salí (In C. Sallustium Crispum invectiva) = Contra Salustio Crispo Leg. (De legibus) = Sobre las leyes Leg. agr. {De lege agraria orationes) = Sobre la ley agraria Lig. (Pro Q. Ligaría oratio) = En defensa de Ligarto Marcell. (Pro M. Claudio Marcello oratio) = En defensa de Marcelo Mil (Pro T. Annio Milone oratio) = En defensa de Milán Mur. (Pro L. Murena oratio) = En defensa de Mu rena Nal. D. (De natura deorum) = Sobre la naturaleza de los dioses Off. (De officiis) = Sobre los oficios Orat. (Orator) = El orador Parad. (Paradoxa Stoicorum) = Paradojas de los estoicos Phil. (¡n M. Antonium orationes Philippicae) = filípicas Pis. (In L. Calpurnium Pisonem oratio) = Contra Calpumio Pisón Prov. cons. (De provinciis consularibus oratio) = Sobre las provincias consulares Qh'r. (Epistulae ad Quintum fratrem) = Cartas a su hermano Quinto Rab. Post. (Pro C. Rabirio Postumo oratio) = En defensa de Póstumo Rose. Am. (Pro Sex. Roscio Amerino oratio) = En defensa de sexto Roscio Sest. (Pro P. Sestio oratio) = En defensa de Sestio Sull. (Pro P. Cornelia Sulla oratio) = En defensa de Comelio Sila Top. (Tópica) = Tópicos Tuse. (Tusculanae disputationes) = Disputaciones tusculanas Verr. (In C. Verrem orationes) = Contra Verres / Verrinas Claud. (Claudianus) = Claudiano Carm. min. (Carmina minora) = Poemas menores Cons. Hon. (De consulatu Honoril) = Sobre el con sulado de Honorio Cons. SOL (De consulatu StUichonis) = Sobre el consulado de Estillcán De raptu Pros. (De raptu Proserpinae) = El rapto de Proserpina EptthaL Hon. (Epithalamium de nuptiis Honorii) = Epitalamio sobre las bodas de Honorio In Etropium = Contra Etropio in Rufinum - En contra de Rufino Paneg. ’lheod. (PanegyricusdictusMallio'Iheodo- ro) = Panegírico de Malio Teodoro Colum. (Columella) = Columela De arboribus = Sobre los árboles Rust. (De re rustica) = Los trabajos del campo Cornif. (Cornificus) = Cornificio Rhet. Her. (Rhetorica ad Herennium) - Retórica a Herenio Cornutus = Comuto De natura deorum = Sobre la naturaleza de los dioses Cypr. (Cyprianus) = Cipriano Patient (De bono patientiaé) = Sobre el don de la paciencia Demetr. (Demetrius Phalereus) = Demetrio Falereo (o de Palero) Eloc. (De elocutione) = Sobre la elocución (Sobre el estilo) Dlog. LaerL (Diogenes Laertius) = Diógenes Laercio Vitae philosophorum = Vidas de ¡os filósofos más ilustres Diom. (Diomedes Grainmaticus) = Dióinedes el gra mático /Irs. gramm. (A/s grammatica) = Arte gramática Donatus (Caelius Donatas) = Donato Ars. gramm. (Ars grammatica) = Arte gramática Donatus “auctus” (Aelius Donatus) = Donato Vit. Verg. (Vita Vergili) = Vida de Virgilio Euc. = Euclides Elem. (Elementa) = Elementos Eur. (Eurípides) = Eurípides Hec. (Hecuba) = Hécuba Flor. (Annaeus Florus) = Floro Epit. (Epitoma de Tito Livió) = Epitome de Tito Livio Gal. = Claudio Galeno De loe. aff. (De locis affectis) = Sobre la localiza ción de las enfermedades Gell. (Aulus Gellius) = Aulo Gelio Greg. Nazianz. (Gregorius Nazianzenus) = Gregorio Nazianzeno (o de Nazianzo) Discursos Greg. Nyss. (Gregorius Nyssenus) = Gregorio de Nisa OraL in diem natalem Christi = El nacimiento de Cristo Hdt. (Herodotus) = Heródoto Hes. (Hesiodus) = Hesíodo Op. (Opera et dies) = Los trabajos y los días Iheog. (’lheogonia) = Teogonia Hieron. (Hieronymus) = San Jerónimo Ep. (Epistulae) = Epístolas Adv. iovlnian. (Adversus lovinianum) = Contra Joviniano Hippoc. (Hippocrates) = Hipócrates Aphor. (Aphorismi) = Aforismos Epid. (Epidemiae) = Epidemias Ep. (Epistulae) = Epístolas Hom. (Horneras) = Homero Il (liias) - litada Od. (Odyssea) = Odisea Hon (Horatlus) = Horacio Ars P. (De arte poética) = Arte poética Carm. (termina) = Odas Epist. (Epistulae) = Epístolas Epod. (Epodi) = Epodos Sat (Satirae) = Sátiras Hyg. (Hyginus) = Higiiio Eab. (Eabulae) = Fábulas Iohannes Chrys. (Iohannes Chrysostomus) = Juan Crisóstomo In Psalmos = Salmos Irenaeus = Ireneo Adversas haereses = Contra las herejías Isid. (Isidoras) = Isidoro de Sevilla Etym. (Etymologiae) = Etimologías Just (Justínus) = Justino Epit. (Epitome) = Epítome (de las historias de Filipo) Juv. (Juvenalis) = Juvenal Lactant. (Lactantius) = Lactancio Div. inst. (Divínae institutiones) = Instituciones divinas Opif. (De opificio dei) = Sobre el trabajo de Dios Leo Magnus = León Magno Sermones Liv. (Livius) = 'lito Livio Ab urbe condita = Décadas de la historia romana o Historia de Roma desde su fundación Luc. (Lucanus) = Lucano Pharsalia = La farsalia Lucían. (Lucianus) = Luciano Hercules = Hércules Hermot. (Hermotimus) = Hermótimo lud. voc. (ludicium vocalium) = El juicio de los vocales Ver. hist (Vera historia) - Historia verdadera Lucn (Lucretius) = Lucrecio De rerum natura = De la naturaleza de las cosas Macrob. (Macrobius) = Macrobio Sat. (Saturnaliá) = Saturnales Manil. (Manilius) = Manilio Astronomicon = Astrología Mart. (Martialis) = Marcial Spect. (Spectaculorum liber) = Libro de ios espec táculos Epigrammaton libri = Epigramas / Libros de epi gramas Non. (Nonius Marcellus) = Nonio Marcelo Compendiosa doctrina (M = Merceras, L = Lind- say) Nonnus = Nono de Panópolis Dion. (Dionysiaca) - Dionisíacas Orlg. (Orígenes) = Orígenes Homiliae in Lucam = Homilías para Lucas Ov. (Ovidius) = Ovidio Am. (Amores) = Amores Ars am. (>4rs amatoria) - Arte de amar Fast. (Fasti) = Fastos Her. (Epistulae heroidum) = Heroidas / Las he roínas Met (Metamorphoses) = Metamorfosis Pont (Epistulae ex Ponto) = Epístolas desde el Ponto Rem. am. (Remedia amoris) = Remedios de amor I I istia) = Tristes Pan. Lat. (XII Panegyrici Latini) = Panegíricos latinos Papin. (Papinianus) = Papiniano Dig. (Fragmenta e digestís) = Questiones Paul. Nol. (Paulinus Nolanos) = Paulino Nolano Epist. (Epistulae) = Epístolas l’aulus = Pablo Epitome ex Festo = Epítome de Festo l’aus. (Pausanias Periegetes) = Pausanias el periegeta Pers. (Persius) = Persio Satirae = Sátiras Petron. (Petronius) = Petronio Sat (Satyricon) = Satiricán l’haedr. (Phaedrus) = Fedro Fabulae = Fábulas Philostt (Philostratus maior o Flavius Philostratus) = Filóstrato el mayor Imag. (Imagines) = Imágenes KS ( Vitae sophistarum) = Vidas de los sofistas Pind. (Pindarus) = Píndaro OL (Olympia) = Olímpicas Pyth. (Pythia) = Píticas Pl. (Plato) = Platón Euthyd. (Euthydemus) = Eutidemo Phdr. (Phaedrus) = Fedro Resp. (Respublica) = La República PlauL (Plautus) = Plauto Amph. (Amphitruo) = Anfitrión Asin. (Asinaria) = Asinaria / La comedia de los asnos AuL (Aulularia) = La olla de oro / La comedia de la olla Bacch. (Bacchides) = Las bacantes Capt. (Caplivi) = Los cautivos Cas. (Casina) - (Asina Cist (C.istaüaria) = La comedia de la arquilla Cure. (Curculio) = Gorgojo Epid. (Epidicus) = Epídico Men. (Menaechmi) = Los dos Meneemos Mere. (Mercator) = El mercader MiL (Miles gloriosas) = El soldado fanfarrón Mostell. (Mostellaria) = La comedia del fantasma Pers. (Persa) = El persa Poen. (Poenulus) = El cartaginés Pseud. (Pseudolus) = Pséudolo Rud (Rudens) = La maroma Stich. (Stichus) = Estico Trin. (Trinummus) - Tres monedas Truc. (Truculentus) = Truculento Plin. (Plinius maior) = Plinio el viejo HN (Naturalis historia) = Historia natural Plin. (Plinius minor) = Plinio el joven Ep. (Epistulae) = Epístolas Pan. (Panegyricus) = Panegírico PluL (Plutarchus) = Plutarco A lex. (Alexander) = Alejandro (Magno) Apophth. Lac. (Apophthegmata Lacónica) = Di chos de los espartanos Ages. (Agesilaus) = Agesiiao Anón, (anonimus) = anónimo Archid. (Archidamus) = Arquidamo Demar. (Demaratus) = Demarato León. (Leónidas) - Leónidas Brutus = Bruto De Alex.fort. (De fortuna Alexandri) = Sobre ¡a fortuna de Alejandro (Magno) De Is. et Os. (De lside et Oriside) = De ¡sis y Osirís De Pyth. or. (De Pythiae oraculis) = Sobre los orá culos de ¡a pitonisa Lacaen. apophth. (Lacaenarum apophthegmata) = Dichos de ¡os espartanos Philop. (Philopoemen) = Eilopemén Reg. et imper. apophth. (Regum et imperatorum apophthegmata) = Dichos de reyes y empera dores Rom. apophth. (Romanorum apophthegmata) = Dichos de los romanos Cic. (Cicero) = Cicerón Tim. (Timoleon) = Timoleón VIL Hom. (Vita Homeri) = Vida de Homero Poli. (Pollux) = Pólux Onom. (Onomasticon) = Onomasticón Prisc. (Priscianus) = Prisciano Inst. (¡nstitutio de arte grammatica) = Institucio nes gramáticas Prop. (Propertius) = Propercio Eiegiae - Elegías Publil. (Publilius Syrus) = Publilio Sito Sententiae = Sentencias Quint (Quintilianus) = Quintiliano Inst. (¡nstitutio oratoria) = instituciones oratorias Salí. (Sallustius) - Salustio Ad Caes. sen. (Episutaie ad Caesarem senem) = Epístolas de César Cat. (De (Mtilinae coniuratione) = La conjuración de Catiüna lug. (Bello lugurthini) = La guerra de Yugurta Sen. (Seneca pater) = Séneca el viejo Con. ex. (Controversiarum excerpta) = Fragmen tos de las controversias Controv. (Controversiae) = Controversias Suas. (Suasoriae) = Suasorias Sen. (Seneca philosophus) = Séneca el filósofo Ag. (Agamenón) = Agamenón Brev. vit. (De brevitate vitae) = Sobre la brevedad de la vida C¡em. (De clementia) = Sobre la clemencia Constant. (De constantia sapientis) = Sobre ¡a constancia del sabio Ep. (Epistulae) - Epístolas Her. F. (Hercules furens) = Hércules loco Her. O. (Hercules Oetaeus) = Hércules en el monte Eta Med (Medea) = Medea Oed. (Oedipus) = Edipo Phaed. (Phaedra) = Fedra Phoen. (Phoenissae) = Las fenicias ’ lhy. (’lhyestes) = Tiestes IYanq. (De tranquillltate animi) = Sobre la tran quilidad del ánimo lYo. (Troades) = Las troyanas Serv. (Servius) = Servio Comm. ad. Aen. (Commentarius ad Aeneidem) = Comentario a la Eneida SHA (Scriptores Historiae Augustae) = Historia Au gusta Alex. (Alexander Severus) = Alejandro Severo Aurel. (Aurelianus) = Aureliano Cat (Carus, Carinus, Numerianus) = Carino Nu meriano Carac. (Caracallus) = Caracalla Diad. (Diadumenus Antonlnus) = Diadomeno Antonino Hellogab. (Heliogabalus) = Heliogábalo Tyr. Quat. (Quattuor tyranni) = Los cuatro tiranos iyr. l'rig. (Triginta tyranni) = Los treinta tiranos Sid. Apoll (Sidonius Apollinaris) = Sidonio Apolinar Epist. (Epistulae) = Epístolas SU. (Silius Italicus) = Sillo Itálico Solin. (Solinus) = Solino Soph. (Sophodes) = Sófocles Ant (Antigone) = Antígona EL (Electro) = Electro Stat. (Statius) = Estado Achil. (Achilleis) = Aquileida Sil (Silvae) = Silvas ’lheb. (¡hebais) = tebaida Stob. (Stobaeus) = Estobeo h'lor. (Morilegium) = Antología Suet. (Suetonius) = Suetonio Aug. (Diuus Augustus) = Vida del divino Augusto Cxtlig. (Caligulá) = Calígula Claud. (Diuus Claudius) = El divino Claudio Dom. (Oomitianus) = Domiciano Galb. (Galba) = Calba Gramm. et rhet. (De grammaticis et rhetoribus) = Sobre los gramáticos y los rétores luí (Diuus tulius) = El divino Julio Ner. (Ñero) = Nerón Tib. ( líberius) = ¡iberio Tit. (Diuus Titus) = Tito Vesp. (Diuus Vespasianus) = El divino Vespasiano Vit (Vitellius) = Vitelio Vita Verg. (Vita Vergili) = Vida de Virgilio Tac. (Tacitus) = Tácito Agr. (Agrícola) = Agrícola Ann. (Anales) = Anales Dial. (Dialogus et oratoribus) = Diálogo sobre los oradores Germ. (Gemianía) = Germania Hist. (Historiae) = Historias Ten (Terentius) = Terencio Ad. (Adelphoe) = Los hermanos An. = La andriana Eun. (Eunuchus) = El eunuco Haut. (Heautontimorumenos) = El atormentador de sí mismo / El atormentado Hec. (Hecyra) = Hécira Phorm. (Phormio) = hormión Ter. \laur. (Terentianus Mauras) = 'l'erenciano Mauro De litteris, syllabis et metris = Doctrina métrica / Arte métrica Ten. (Tertulianus) = Tertuliano De anim. (De testimonio anima) = Sobre el alma 'lheodoretus Cyrrhensis = Teodoreto de Ciro Quaest. in Lev. (Quaestiones in Leuiticum) = Cues tiones sobre el Levítico lheophr. (Iheophrastus) = Teo£rasto De odoribus = Del olor Tib. (Tibullus) = Tibulo Elegiae = Elegías Ulp. (Ulpianus) = Ulpiano Dig. (fragmenta e digestís) = fragmentos del di gesto Val. El. (Valerlus Elaccus) = Valerio Flaco Argonautica = Argonáuticas Val. Max. (Valerius Maximus) = Valerio Máximo fa cía et dicta memorabilia = Hechos y dichos memorables Varro = Varrón Ling. (De lingua Latina) = Sobre la lengua latina Vell. Pat. (Velleius Paterculus) = Veleyo Patérculo Historiae Romanae = Historia romana Verg. (Vergilius) = Virgilio Aen. (Aeneis) = Eneida Ecl. (Eclogae) = Églogas / Bucólicas G. (Geórgica) = Geórgicas Vir. til. (De viris illustribus urbis Romae) = Sobre los hombres ilustres de la ciudad de Roma Vita Vergili Vaticana = Vida de Virgilio Vaticana Vitr. (Vitruvius) = Vitruvio Vulg. (Vulgata) = Biblia vulgata Act. (Actus apostolorum) = Actos de los apóstoles Apoc. (Apocalypsis Iohannis apostolo) = Apoca lipsis de san Juan apóstol Cant. (Canticum canticorum) = Cantar de los cantares Cor. (Pauli epistulae ad Corinthios) = Epístolas a los corintios Eccles. (Ecclesiastes) = Eclesiastés Ecclesiasticus vid. Slrach Epist. loh. (Epistulae Iohannis) = Epístolas de san Juan Exodus = Éxodo Gal. (Pauli epistula ad Calatas) = Epístola a los gálatas Gen. (Genesis) = Génesis ter. (leremias) = Jeremías lob = Job loh. (Evangelium sec. lohannem) = Evangelio según san Juan losue = Josué tsaias = Isaías lud. (ludicum) = Jueces Lev. (Leviticus) = Levítico Luc. (Evangelium sec. Lucam) = Evangelio según san Lucas Marc. (Evangelium sec. Marcum) = Evangelio según san Marcos Matth. (Evangelium sec. Matthaeum) = Evangelio según san Mateo Prov. (Proverbia Salomonis) = Proverbios de Salomón Ps. (Psalmi) = Salmos Heg. (Libri regum) = Ubros de los reyes Sap. (Sapientia Salomonis) = Sabiduría de Salo món Sirach - Sirácides o Eclesiástico Tim. (I’auli epistulae ad Timotheum) = Epístolas a Timoteo Xen. (Xenophon) = Jenofonte Mem. (Memorabilia) = Recuerdos (de Sócrates) Symp. (Symposium) = Bl banquete

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POESÍA CLÁSICA JAPONESA [KOKINWAKASHÜ] Traducción del japonés y edición de T orq uil D uthie

   NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN   El idioma japonés de la corte Heian, si bien tiene una relación histórica con el japonés moderno, tenía una es...

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