martes, 7 de febrero de 2012

ÉTICA Y LITERATURA


Crítica literaria

La ética en la literatura

Jane Teller se sigue planteando la misma pregunta: ¿dónde está el límite? En el arte o incluso en la vida

Participación | 07/02/2012 - 19:50h
NÚRIA OLARIA
Portada de 'Ven', de Jane Teller (Ed. Seix Barral, Barcelona) Núria Olaria
Jane Teller, Ven,  traducción de Carmen Freixanet, ed. Seix Barral, Barcelona, 2012.
Si bien en “Nada” nos encontrábamos con unos alumnos de séptimo curso que se cuestionaban el sentido de la existencia, aquí tenemos un personaje, ya adulto, que se enfrenta a un dilema ético. Pero, aunque la estructura sea diferente, Jane Teller se sigue planteando la misma pregunta: ¿dónde está el límite? En el arte o incluso en la vida.
El dilema principal ante el que se encuentra el protagonista consiste, simplemente, en decidir si edita o no un manuscrito, por los motivos que se descubren en la novela. También este mismo personaje debe preparar una conferencia para el día siguiente sobre: “ética en el sector editorial y en la literatura”. Es a través del desarrollo de la redacción de la misma que la autora nos expone esta especie de breve tratado sobre ética, en la literatura y en el arte. De este modo, encontramos afirmaciones brillantes y optimistas, tales como: “El arte hace el mundo, no diría mejor, pero sí un lugar más valioso para la vida” (pág. 81).
Sin embargo, no debemos dejarnos engañar por la supuesta felicidad que se transmite en estas líneas, ya que –aunque quizá no tanto en el tono de pesadilla que se nos presentaba “Nada”- la visión de Jane Teller del mundo corrupto y sin solución sigue produciéndose en esta novela. El protagonista de la obra no para de repetirse a sí mismo: “Así es la vida”/”Así es el mundo”, para justificar su particular falta de moral personal. Una especie del coloquial “es lo que hay” escuchado tan comúnmente para dar explicación a los problemas con los que un individuo puede encontrarse.
En el capítulo 38, la autora enumera unos cuantos de los despropósitos del mundo (el cambio climático, el hambre, el trabajo realizado por niños y esclavos, la contaminación, los experimentos con animales, etc.) que acaban convenciendo al protagonista de que, si nos parásemos a pensar en todos los males del mundo que se producen como repercusión de nuestras decisiones diarias, quedaríamos paralizados y nos veríamos privados de nuestra libertad.
El protagonista de esta novela se refugia en el mal del mundo para disculpar su propia corrupción personal. De esta manera, la autora también se arriesga a mencionar temas más superficiales como las posibles infidelidades de este individuo, tomándolas como normales, y exponiéndolas junto a temas tan trascendentales como plantearse si Dante, Dickens y Woolf eran escritores políticos o cuestionando si el propio Thomas Mann no había firmado también un pacto con el diablo, como en su Doktor Faustus. Afortunadamente, Petra Vinter (personaje ausente con el que se encontrarán los lectores) afirma: “No es este el mundo en el que yo quiero vivir” (pág. 129). La novela va adquiriendo un matiz moral, de reflexión ética y tintes filosóficos. El protagonista, como los niños y niñas de “Nada”, ha perdido la inocencia que le hacía actuar con rectitud porque: “Él ha hecho trampa aquí y allá. Pero si todo el mundo lo hace. Así es la vida” (pág. 68).
Para situar la novela en un contexto, ésta transcurre durante una tarde-noche, hasta el amanecer del día siguiente, en un despacho, donde escuchamos discurrir los pensamientos del protagonista, de una densidad similar a la de la nieve, que va contemplando mientras no deja de caer. Según si nieva o llueve el lector reconoce en que escena se encuentra, en qué momento del tiempo.
Finalmente, la autora también alude al imperativo categórico de Kant, para defender lo que debería ser la libertad de elección; según ella: hay que actuar como si cada uno de nuestros actos pudiera ser tomado como modelo para todos” (pág. 144). Quizá no todo el mundo es así. Quizá no es el mercado lo que manda. Quizá no todo, incluso las relaciones personales, son meras transacciones comerciales. Pero  esto no resta importancia a la inquietante sensación de desaliento que el lector puede experimentar al leer novelas de este tipo.

!FELIZ CUMPLEAÑOS... MAESTRO!


EN EL NATALICIO DEL ESCRITOR INGLÉS: CHARLES DICKENS. !Feliz cumpleaños, maestrto!
BIOGRAFIA: 
Ver link en EN BLOG para bajar edición digital de: OLIVER TWIST

Charles Dickens (1812-1870) Novelista inglés y uno de los escritores más conocidos de la literatura universal. En su extensa obra, combinó con maestría narración, humor, sentimiento trágico e ironía con una ácida crítica social y una aguda descripción de gentes y lugares, tanto reales como imaginarios. Nació el 7 de febrero de 1812, en Portsmouth, y pasó la mayor parte de su infancia en Londres y Kent, lugares que aparecieron con frecuencia en sus obras. Comenzó a asistir a la escuela a los nueve años de edad, pero sus estudios quedaron interrumpidos cuando su padre, un pequeño funcionario afable pero despreocupado, fue encarcelado, en 1824, por no pagar sus deudas. El joven Charles se vio obligado, pues, a mantenerse por sí mismo, y entró a trabajar en una fábrica de tintes. Esta desagradable experiencia, que más tarde describiría, sólo levemente alterada, en su novela David Copperfield (1850), le produjo una sensación de humillación y abandono que le acompañó durante el resto de su vida. Entre 1824 y 1826 asistió de nuevo a la escuela, aunque la mayor parte de su educación fue autodidacta. Entre sus libros favoritos se encontraban los de algunos de los grandes novelistas del siglo XVIII, como Henry Fielding y Tobias Smollet, cuya influencia se puede percibir con claridad en sus propios escritos. En 1827 consiguió un trabajo como secretario legal y, tras estudiar durante un breve periodo de tiempo el oficio, se convirtió en periodista en el Parlamento, lo cual le habituó a realizar precisas descripciones de hechos, cualidad que aplicaría posteriormente a su obra narrativa. En esa época conoció a María Beadnell, y se enamoró de ella, pero su familia lo rechazó como pretendiente de la joven, por lo que, tras cuatro años de relaciones, se separaron. Para entonces, él ya estaba trabajando como reportero en una publicación de su tío, The Mirror of Parliament, y para el periódico liberal The Morning Chronicle. En diciembre de 1833, Dickens publicó, bajo el seudónimo de Boz, la primera de una serie de breves y originales descripciones de la vida cotidiana de Londres en The Monthly Magazine, una revista que editaba su amigo George Hogarth. Tras ello, un editor de la ciudad le encargó un volumen de nuevas notas en este estilo, que debían acompañar a las ilustraciones del famoso artista George Cruikshank. El éxito de este libro, titulado Los apuntes de Boz (1836), le permitió al novelista casarse con Catherine Hogarth en ese mismo año, y le animó a preparar una colaboración similar, esta vez con el conocido artista Robert Seymour. Cuando Seymour se suicidó, otro artista, H. K. Browne, apodado Phiz, que realizaría más tarde muchas de las ilustraciones de los últimos trabajos de Dickens, ocupó su lugar. El resultado de esta colaboración fue Papeles póstumos del club Pickwick (1836-1837), una obra en un estilo muy próximo al de los cómics, cuyo éxito consolidó la fama del novelista, e influyó notablemente en la industria editorial de su país, pues su innovativo formato, el de una publicación mensual muy poco costosa, marcó una línea que siguieron otras editoriales. La fama que le había producido este curioso proyecto se vio ampliada por las siguientes novelas que fue publicando. Hombre de enorme energía y talento, se dedicó a otras muchas actividades. Editó los semanarios Household News (1850-1859) y All the Year Round (1859-1870), escribió dos libros de viajes, Notas americanas (1842) e Imágenes de Italia (1846), administró asociaciones caritativas y luchó porque se llevaran a cabo reformas sociales. En 1842, impartió seminarios en los Estados Unidos en favor de un acuerdo internacional sobre propiedad intelectual y en contra de la esclavitud. En 1843 publicó Canción de Navidad, que se convirtió rápidamente en un clásico de la narrativa infantil. Las actividades extraliterarias de Dickens incluían la gestión de una compañía teatral que funcionó hasta la subida al trono de la reina Victoria, en 1851, y las lecturas de sus obras en Inglaterra y en Estados Unidos. Sin embargo, todos estos éxitos se vieron empañados por sus problemas familiares. La incompatibilidad de caracteres y la relación del autor con la joven actriz Ellen Ternan, llevaron a la disolución del matrimonio, en 1858, fruto del cual habían nacido diez hijos. Murió el 9 de junio de 1870 y fue enterrado cinco días más tarde en la abadía de Westminster. A la vez que maduraba artísticamente, sus novelas se habían ido transformando de cuentos humorísticos, en la línea de Los papeles del club Pickwick esta obra fue traducida al español del francés por Benito Pérez Galdós (1868) ya que el autor español no sólo admiraba a Dickens sino que le consideraba como uno de sus maestros y Nicholas Nickleby (1837-1838), en obras de gran relevancia social, análisis psicológico y enorme complejidad narrativa. Entre sus obras más representativas se encuentran Casa desolada (1853), La pequeña Dorritt (1857), Grandes esperanzas (1861) y Nuestro amigo común (1865). Los lectores del siglo XIX y de comienzos del XX apreciaban más las primeras obras del autor, por su sentido del humor y su trasfondo trágico. Pero, aún reconociendo las cualidades de esta narrativa temprana, los críticos literarios de hoy en día sitúan por encima de ella a las obras de madurez, por su coherencia formal y su aguda percepción de la condición humana. Otras obras destacadas son Oliver Twist (1839), La tienda de antigüedades (1841), Barnaby Rudge (1841), Martin Chuzzlewit (1844), Dombey e hijo (1848), Tiempos difíciles (1854), Historia de dos ciudades (1859) y El misterio de Edwin Drood, que quedó incompleta.
ACERCA DE LA NOVELA: OLIVER TWIST.

Oliver Twist es un muestrario de la crueldad con que se trataba a los niños desamparados y de la explotación de que eran objeto en la Inglaterra de la época. Recluido en un orfanato, el pequeño protagonista es martirizado permanentemente por el director del establecimiento, para quien pedir un poco más de sopa constituye un acto de rebeldía que debe ser castigado. A ello se añade la figura de otro adulto malvado -Fajin- que enseña a un grupo de niños marginales a robar y delinquir.

Reseñado por TedBrick 04/03/2007.

lunes, 6 de febrero de 2012

NOVELA NEGRA


 [ 10 ]
Estamos en una cafetería del centro de Madrid. Carlos Zanón no lo sabe, pero lo sospecha. Piensa que esto es una entrevista; pero lo estamos interrogando. 

Queremos descubrir su secreto. ¿Cómo demonios un escritor, que antes era poeta y crítico literario, se ha convertido, según la crítica, en el autor revelación de la novela negrade nuestro país y relevo generacional de Manuel Vázquez Montalbán o Lorenzo Silva? 

En estos días, Zanón estará en Barcelona Negra, evento literario en el que comparte cartel con autores ingleses como Jake Arnott, David Peace y Anne Perry o los nórdicos Inger Wolf, Jussi Adler-Olsen o Gunnar Sataalesen y los estadounidenses Jeffery Deaver y Karin Slaugther, entre otros. 

Cuando Carlos Zanón recibe la pregunta, como un guantazo -¿autor revelación?-, deja el café sobre la mesa y sonríe, casi cansado de la misma respuesta. Luego nos habla de su novela. 

Así es como le seguimos la pista a su secreto. Hacemos una lista en negritas, como el detective que anota los detalles de un crimen. Queremos entender el móvil, su éxito, las buenas críticas. 

Novela sin policías  
Su segunda novela No llames a casa (RBA, 2012) no cuenta con detectives; y el asesinato sucede al final, en un desenlace estremecedor: bang. 

Quizás ese sea un rasgo de su literaturaNovela negra sin agentes de la ley. Novelas de personaje que viven en la misería, trapichean y siempre pierden. Viven en un territorio novelesco, la Barcelona oculta que no vistan los turistas y cuyos habitantes pudientes siempre esconden trapos sucios bajo las alfombras. 

Historia de perdedores 
No en vano, Zanón nos cuenta que No llames a casa narra la historia de tres personajesbuscavidas. Son Bruno, su novia, Raquel, y el hermanastro de ella, Cristian. Ellos se parapetan frente a las casas de citas y hoteles, anotan las matrículas de los coches de los adúlteros burgueses y luego los extorsionan. De eso viven, del chantaje. 

“De los tres protagonistas, a mí, Raquel me gusta mucho. Es una extoxicómana, que espera un trasplante de hígado y vivía en cajeros automáticos. Ahora, lleva en un cuaderno la contabilidad de los chantajes. Es el personaje perdedor que sabe que no va a volver a ganar”, nos confiesa Zanón. 

Un arranque potente 
Mientras sorbe el café caliente, hacemos de poli bueno y le decimos que no hay trama novelesca que se precie sin un arranque potente. Ya lo hemos leído, pero Zanón lo recita en voz alta. Son las dos primeras frases de No llames a casa

La gente que olvida mal suele hacerse daño. Porque los que olvidan mal se dicen la verdad con mentiras, extravían nombres, esconden personas y lugares y acaban por recordar solo lo bueno.

“Al lector tienes que cogerle desde el principio por los huevos. Siempre recuerdo las novelas que me gustan por sus comienzos. Creo en la fuerza de las primeras frases”, nos dice Zanón. 

Novela social 
Seguimos indagando. Buscamos su territorio narrativo. Zanón insite en que la novela negra es un género que propicia la crítica social sin caer en el manifiesto político. Por ello, acevera que sus libros cuentan con este factor, aunque para él no sea determinante.  

“No creo que los pobres sean mejores o peores que los ricos, sino que, simplemente, son pobres. Me molesta el punto maniqueo de los libros. Yo tampoco tengo respuesta para muchas cosas”, añade. 

Influencias trasversales 
Es entonces cuando le preguntamos por sus influencias. Y nos habla de la trasversalidad.Una novela no se escribe sólo con lecturas, nos dice. Un libro son influencias musicales –una cita de Lou Reed abre el libro- y también del cine –sus historias son como las que filman los hermanos Cohen-. 

“De escritores, hay una influencia clara de John Updike, de cómo trata las tramas sentimentales. ¿Autores de novela negra? Julián Ibáñez o Juan Marsé son algunos de mis referentes”, apostilla. 

Adaptación al cine 
Las buenas críticas por sus novelas también llegaron a oídos del mundo del cine. La adaptación de su obra literaria puede relanzarlo aún más como escritor. 

A Daniel Calparsoro le gustó mucho la novela. Me pidió el original antes de que se publicara. El proyecto de No llames a casa ahora está en fase de guión. Él ve la película como una comedia negra, algo que me alegra, porque es otro punto de vista diferente a lo que realmente es el libro”, asegura Zanón. 

Cuando el café de Carlos Zanón yace vacío y frío sobre la mesa, como un muerto, el autor se ve forzado a contestarnos por fin a la pregunta inicial. ¿Cómo se convierte uno en autor revelación de novela negra? 

Sonríe, como al principio de este interrogatorio. Y, luego, nos espeta, con una modesta negativa. Responde, eso sí, igual que todos los presos cuando les preguntan en la cárcel por qué demonios están allí. 

Todos dicen que son inocentes. 

LUGONES LEOPOLDO.



Leopoldo Lugones nació en la Villa de María del Río Seco,en la provincia argentina de Córdoba,un sábado 13 de junio de 1874. Los Lugones se preciaban ya de ser una familia cordobesa de antiguo linaje, su ascendencia criolla se remontaba al Perú del siglo XVI, y sus abuelos conocieron la Argentina de los primeros años de la independencia.

Desde niño Lugones convivió con los nombres de los próceres y fundadores de la Patria, familias ligadas por parentesco o amistad con la suya. Esta diferencia con los hijos de los emigrantes extranjeros, que el adoptó como un rasgo de hidalguía aristocrática, fue quizás determinante en el nacionalismo extremado que profesó políticamente.

Aprendió las primeras letras de la mano de su madre doña Custodia Arguello y de ella recibió una educación católica estricta.

Más tarde concurriría a la pequeña escuela de Ojo de Agua dirigida por Miguel Novillo donde recibió su enseñanza: ortografía, letra redonda y matemáticas rudimentarias.

Cursa el bachillerato en el Colegio Nacional de la ciudad de Córdoba, en donde destacó tanto por su aplicación como por su rebeldía. Y es en esa ciudad provinciana donde se iniciará a los dieciocho años en el periodismo y en la literatura.

Las primeras actividades literarias de Lugones se desarrollarán en el marco de un periódico liberal, Pensamiento Libre, anatemizado por ateo, anticlerical y anarquista. Es entonces cuando funda en Córdoba el primer centro socialista, y en 1898 decide instalarse en Buenos Aires.

Rubén Darío lo encontró en esos años en la capital argentina y lo describió como un muchacho bizarro de veintidós años, de chambergo y anteojos y lo definió como `fanático y convencido incontestable`.

Su trabajo esporádico en distintos diarios porteños se verá reforzado por un empleo en Correos que no le durará demasiado tiempo.

Una ocupación singular: hace la crónica de sucesos en el diario La Montaña. Más tarde ingresa en el ministerio de Instrucción Pública y en pocos años accede al empleo d inspector de enseñanza media.

Su actividad política no cesa, pese a su rápido abandono del socialismo, y en 1903 apoya la candidatura del conservador Quintana para la Presidencia de la República. Para entonces ya era conocido en Buenos Aires como poeta, orador y polemista.

Revistas importantes como La Biblioteca que dirigía Paul Groussac, publican capítulos de la Guerra Gaucha y Las Montañas de Oro desde 1897, año en que nace su único hijo.

Entre 1896 y 1903 desarrolla su actuación socialista, en compañía de quienes serían también escritores importantes dentro de la literatura argentina, como el historiador Roberto Payró, Alberto Gerchunoff autor de Los Gauchos Judíos, Manuel Ugarte y José Ingenieros.

Es entonces un militante exaltado que se rebela contra el orden social impuesto por la oligarquía gobernante.

En el Ateneo de Buenos Aires lee una conferencia-manifiesto titulada Profesión de fe que es saludada como subversiva e incendiaria y el periódico la Vanguardia la describe así: `Canta a la ciencia, y a la igualdad, fulmina el dios Millón, desprecia al clero, espera de la agitación del pueblo, excita a la lucha por la idea, pinta sus dolores y predica su triunfo`.

Pero es ese mismo periódico socialista el que publicará la expulsión de Lugones del Partido Socialista por inconsecuencia, medida que suscitará la protesta del escritor en nombre de los servicios prestados a la causa.

Tres años después, en 1906, Lugones hace su primer viaje a Europa tras el éxito de su primera reunión de poemas importantes Los crepúsculos del jardín.

Viaje que repetirá en 1911 después de Lunario sentimental.

Dos salidas al extranjero, obligadas en un argentino que se precie, que tienen cierto paralelismo con los dos viajes adolescentes de quién sería su mejor discípulo: Jorge Luis Borges.

Salvando las distancias, tanto en Borges como en Lugones el regreso a su país incrementa el interés de ambos escritores por los temas nacionales.

Borges al regresar publica Fervor de Buenos Aires y se interesa por la literatura gauchesca.

Lugones escribe varias conferencias sobre el Martín Fierro que constituirán su libro el Payador y publica otro sobre Sarmiento. Pero aún volverá a viajar en 1913 enviado por el diario La Nación, ya en los umbrales de la guerra mundial. Cuando muere Rubén Darío, está otra vez en Buenos Aires, es su viejo amigo y maestro al que homenajea en una oración fúnebre en la que le llama `mi hermano en el misterio de la lira`

En 1920 publica `Mi beligerancia`, un libro de panfletos doctrinarios que lo aleja cada vez más del joven socialista que fue y lo acerca al incipiente nacionalismo ultra argentino, calcado del fascismo italiano y de los movimientos belicistas europeos. Pero la política no es su única pasión, Lugones se sigue interesando por la ciencia y de este interés surge su libro `El tamaño del espacio`(1921) que versa sobre la física moderna, influencia de estos estudios los veremos también en muchos de sus cuentos fantásticos que merodean la ciencia ficción. Escribe también como un simbolista tardío las páginas de `Las horas doradas(1922).

Pero el gran escándalo tendrá lugar un día de julio de 1923, cuando Lugones pronunciara una incendiaria conferencia en el teatro Coliseo de Buenos Aires titulada `Ante la doble amenaza`.

La virulencia de sus palabras y el tono exaltado de sus ideas provocarán la repulsa de las fuerzas democráticas que comienzan a verle como un peligro. Los diarios más progresistas lo presentan como un nacionalista que copia los peores modelos extranjeros . El líder socialista Alfredo Palacios lo llama chauvinista.

Pese a ello sus actividades no decrecen, y mientras escribe verso, prosa o se dedica a los estudios helénicos, prosigue su campaña a favor de una dictadura derechista que llegará en 1930 con el golpe militar del general Uriburu, que acaba con el gobierno constitucional del viejo caudillo radical Hipólito Yrigoyen. Su importancia en la trama civil del golpe le trajo el rechazo de muchos intelectuales, algunos de los cuales habían sido sus amigos de juventud.

Y en el círculo de los escritores más jovenes, entre los que se encontraba Borges que no llego nunca a visitarlo, tambien se le atacaba con dureza. Era el poeta del régimen, el poeta burocrático el intelectual de la oligarquía. Pero sin embargo los jóvenes acabarán reconociendo en él al gran escritor, sobre todo tras su muerte.

Hizo falta que desapareciera el hombre que atraía la polémica, para que su obra fuera considerada con serenidad. Y decepcionado por la marcha de la historia política argentina y quizás desengañado, una vez más de sus ideas políticas, se suicida el 18 de febrero de 1938 en la habitación de un hotel en el tigre una localidad cercana a Buenos Aires. Lo hace un año después del suicidio de Horacio Quiroga, mezclando arsénico y whisky.
Nota: Se pueden bajar los cuentos en digital de Lugones. Link en barra lateral del blog.

domingo, 5 de febrero de 2012

ANTOLOGÍA DE LA LITERATURA FANTÁSTICA

ANTOLOGÍA DE LA LITERATURA FANTÁSTICA.
RESEÑA:
El cuento fantástico responde a un anhelo obsesivo del hombre por oír cuentos, y satisface más que ningún otro género porque es el “cuento de cuentos”, el de las colecciones orientales y antiguas.
Esta “Antología de la literatura fantástica” no es estrictamente una antología, sino la reunión de los mejores relatos fantásticos en la opinión de tres verdaderos especialistas en el género: Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y su esposa, la escritora Silvina Ocampo. Por esa razón puede parecer irregular si se lee con un criterio histórico o geográfico, pues no es intención de los autores ser exhaustivos, sino devolver al lector el placer de sumergirse en mundos nuevos, en aventuras increíbles y en la magia de la gran literatura de todos los tiempos.
Fuente:NN. Nota: Se puede bajar del blog.

sábado, 4 de febrero de 2012

POETA EN NUEVA YORK









En las navidades de 1971 compré las OBRAS COMPLETAS DE GARCÍA LORCA, una bella edición de la EDITORIAL AGUILAR, páginas de cebolla que aún conservo en mi pequeña biblioteca. El impacto fue mayúsculo cuando leí Poeta en Nueva York. Poemario que para aquella época no gozaba del reconocimiento de la crítica como lo ha obtenido y ha ganado en los últimos años: un reconocimiento merecido.
Para todos los amigos que deseen bajar el libro lo pueden hacer con solo dar clic en el link y si les pide clave escribir: 1libro+
RESEÑA:
Considerado por la crítica el mejor libro de Federico García Lorca, fue escrito durante su estancia en Nueva York. En palabras del propio poeta, es `una prueba en contacto de mi mundo poético con mundo poético de Nueva York`.
link: Poeta en Nueva York
Reseñado por Pilar 15/12/2007

Sobre héroes y hazañas Gilberto Prado Galán

Alcohol y literatura
Sobre héroes y hazañas
Gilberto Prado Galán


2012-02-02•Al Frente

Fue Carlos Pellicer, el poeta que tenía las manos llenas de color, quien dijo que Rulfo había dejado de escribir tras haberse retirado del cuadrilátero etílico.

En el despeñadero de la vida –Gracián dixit: llama a un capítulo de su novela- abundan los alcohólicos y más aún los escritores alcohólicos. Misteriosa es aún la conexión entre alcohol y literatura, pero es cierto que se trata de una epidemia que cunde con mayor furia en los seres creativos, como ha demostrado en su reciente estudio Donald W. Goodwin: Alcohol and the writer. Afirma que más del setenta por cierto de los escritores se inclina, en grados variables y con oscilaciones disímbolas, al consumo de bebidas etílicas. La nómina de escritores norteamericanos que han frecuentado el mar de los iluminados es casi inmanejable: Scott Fitzgerald (hospitalizado ocho veces tras la ingesta), Hemingway (quien deprimido se dio un escopetazo en la cabeza, escritor de invariable cuba en ristre), Raymond Carver, Truman Capote (martirizado por sus infaltables martinis y mejor así: martinizado), Herman Melville (ballena de aguas etílicas), Jack London (a quien sugirieron que bautizara su biografía como Memorias alcohólicas) y etc. No olvidaré el caso de Malcolm Lowry, autor de la hermosa novela Bajo el volcán, infierno de una saga inconclusa que se ceñía a la tripartición de la Divina Comedia, quien murió de congestión o el caso dramático de Juan Carlos Onetti, mareado por la tumultuosa resaca de numerosos güisquis.
En México deslumbra el asombroso caso de Juan Rulfo. Fue Carlos Pellicer, el poeta que tenía las manos llenas de color, quien dijo que Rulfo había dejado de escribir tras haberse retirado del cuadrilátero etílico. Pero los psicólogos y los estudiosos del espíritu humano no estarían de acuerdo. Es cierto que “writers try to fill the gap with alcohol”, mas es a pesar de ese líquido -que a decir de Henry James “intensifica la conciencia metafísica del hombre”- que la obra es concebida y no gracias a. El alcohol apaga el foco de la soledad, alborota los demonios internos, ilumina las ventanas del hombre, mas no da el genio ni espabila el talento. Alguna vez leí un verso del poeta nayarita Amado Nervo que precisaba la función del alcohol, decía: “las caricias mentales de mi whisky con soda”. Esas “caricias mentales” fueron necesarias para la creación de Pedro Páramo y de El llano en llamas. Me inclino a decir que no. Mas es difícil pensar en el mundo de espíritus transmundanos e insomnes de espaldas al incesante efecto de esa “alquimia líquida generadora de ideas”, como la apodó Ernest Hemingway. Hay pasajes, por otra parte, de la novela y del libro de cuentos rulfianos que no se pueden leer sin un discreto sorbo de tequila previo. La mejor lectura de este escritor necesita el marco preludial del tequila o del mezcal, según sea el caso, pero no del martini ni del güisqui ni de la cerveza, yo digo.

viernes, 3 de febrero de 2012



Premio Cervantes 1984
ERNESTO SÁBATO
(Hermosa foto del maestro Ernesto Sábato en el parque Lezama junto a la estatua de Ceres que nos recuerda el inicio de la novela SOBRE HÉROES Y TUMBAS).


Novelista y ensayista argentino
(Rojas, Buenos Aires, 1911)
Con sólo tres novelas, Ernesto Sábato, se ha situado
como uno de los grandes narradores de la lengua
española. Es también un destacado ensayista.
Hijo de emigrados italianos (fue el décimo de los
once hijos que tuvieron), hace sus estudios secundarios en La Plata, donde conoce a
Pedro Henríquez Ureña, que influirá mucho en su ulterior vocación de escritor. Pero su
primera vocación es científica y, en 1929, ingresa en la Facultad de Ciencias Físico-
Matemáticas de la Universidad de La Plata. Más tarde, completa sus conocimientos
sobre radiaciones atómicas en el Laboratorio Joliot-Curie de París y, posteriormente, en
el Massachussets Institute of Technology (MIT).
Milita en la Juventud Comunista, de la que llegó a ser Secretario General, pero en
1934, desilusionado al conocer las purgas estalinistas, camino de Moscú, escapa a
París, donde frecuenta los grupos surrealistas y hace amistad, sobre todo, con los
pintores Oscar Domínguez y Wilfredo Lam. Publica un artículo sobre el "litocronismo" en
la revista Minotaure (1933-1938), dirigida por André Breton.
Retorna a la Argentina, en 1940, para enseñar en 1a Facultad de Ciencias Físico-
Matemáticas de la Universidad de La Plata. En 1941 comienza a publicar en Sur, traba
amistad con Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares. El conflicto entre la ciencia
y la creación literaria le hace atravesar "una crisis existencial". Toma, entonces, la
decisión de abandonar para siempre la ciencia y dedicarse únicamente a las letras y
la pintura. Comienza a escribir Uno y el Universo, su primer libro de ensayos, en el cual
hace una crítica del cientificismo, del racionalismo a ultranza y del fetichismo
tecnolátrico.
El túnel (1948) es su primera novela; una novela breve de amor y de locura que
comienza, y desemboca, en un crimen y que pone al descubierto sobre todo el
problema de la incomunicación y de la angustia vital.
Sur publica en 1951 su libro de ensayos: Hombres y engranajes. Reflexiones sobre el
dinero, la razón y el derrumbe de nuestro tiempo, un estudio lúcido y crítico de los
postulados que han fundado la concepción del mundo y de la vida en la era
moderna. En 1953 aparece Heterodoxia, un nuevo libro de ensayos, especie de
"diccionario del hombre en crisis".
Detractor del peronismo, durante los años del gobierno justicialista, Sábato publica en
1956 El otro rostro del peronismo, donde ataca al general Perón pero defiende a su
esposa Eva, postura que fue ampliamente criticada por sus colegas.
En 1961 aparece Sobre héroes y tumbas, quizá su novela más importante. En 1962, El
escritor y sus fantasmas, libro en el que expone sus ideas sobre la literatura, así como su
propia teoría de la novela, y su ensayo Tango, discusión y clave. En 1974, Abaddón el
exterminador, que refleja una clara influencia de Dostoievski, donde funde
autobiografía y ficción, realidad y pesadilla.
Instaurada, en 1976, la dictadura militar del general Videla tiene, junto con Jorge Luis
Borges, una entrevista con el dictador que le vale las críticas de varios escritores
latinoamericanos. Ese año aparecen sus Diálogos con Borges. En 1979 publica
Apologías y rechazos, siete extensos e importantes ensayos en los que desafía a la
censura impuesta por la dictadura militar en la Argentina.
Reinstalada la democracia, el gobierno argentino designa a Sábato presidente de la
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Fruto de las tareas de dicha
comisión es el sobrecogedor volumen Nunca más, conocido mundialmente como
"Informe Sábato", en el que se da testimonio de la desaparición y muerte de más de
veinte mil personas durante la dictadura militar. Sábato condena públicamente los
doscientos ochenta indultos otorgados en 1989 a civiles y militares implicados en
torturas, muertes y desapariciones durante el periodo de la dictadura.
En 1998 publica el libro Antes del fin. Memorias, especie de testamento literario y
público de su vida y obra y, en 2000, La Resistencia. En los últimos años, impedido de
leer y escribir por la ceguera, Ernesto Sábato ha residido en Santos Lugares, población
de la provincia de Buenos Aires.
Entre los numerosos premios que ha recibido, citaremos, además del Premio Miguel de
Cervantes, el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (1945), el
Premio de Consagración Nacional de la Argentina (1975), el Premio Mejor Novela
Extranjera (París), por Abbadón el exterminador (1976), el Premio Medici de Italia
(1977), el Premio Gabriela Mistral de la Organización de Estados Americanos (1983), el
Premio Jerusalén (1989) y el Premio Internacional Menéndez Pelayo (1997).
Ernesto Sábato ha sido nombrado también Caballero de las Artes y las Letras de
Francia (1974), Gran Cruz al Mérito Civil (España, 1978), Caballero de la Legión de
Honor (Francia, 1979), Ciudadano Ilustre de Buenos Aires (1983), Miembro de la Orden
de Boyacá (Colombia, 1983), Gran Oficial de la República Federal de Alemania (1986),
Comandante de la Legión de Honor (Francia, 1987), Doctor honoris causa por las
Universidades de Murcia (1989), de Rosario, Argentina (1991), de Torino, Italia (1995) y
de la República de Uruguay (1996).

DISCURSO DE ERNESTO SÁBATO en el PARANINFO DE LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ CON OCASIÓN DE LA ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1984.
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Es el más alto honor de mi vida recibir el Premio Miguel de Cervantes, doblemente
honroso por serme entregado de las manos de un hombre que los partidarios de la
libertad admiramos y respetamos: Su Majestad don Juan Carlos I, rey de España.
Con su lucidez y su indomable energía, Isabel la Católica quiso que el habla de Castilla,
ya consolidada, se convirtiese en el idioma de los vastos territorios que soñaba, en el
convencimiento de que sólo la religión y el lenguaje pueden aligar pueblos diferentes.
Nebrija, a su lado, trató de fijarla para siempre, porque la lengua castellana estaba "ya
tanto en la cumbre, que más se pudiera temer el descendimiento de ella que esperar su
subida". El intento era políticamente comprensible, pero los idiomas terminan por
rechazar todas las imposiciones, también las imperiales. Y, así, el castellano siguió
cambiando, pues, como señaló Wilhelm von Humboldt, una lengua no es un producto
cristalizado sino energía en perpetua transformación. De este modo, la vida y sus
vicisitudes fueron enriqueciendo y alterando el castellano, tanto en la metrópoli como, a
través de descomunales selvas y cordilleras, en el Nuevo Mundo; probando en
semejante epopeya su formidable vigor y su invencible resistencia, manteniéndose
siempre una en las mutaciones, según esa dialéctica entre la tradición y la renovación
que rige los grandes fenómenos culturales.
Conmovedor destino el de este idioma en sus mil años, y revelador del misterio de la
Conquista. Porque si únicamente fuera cierto lo que cuenta la Leyenda Negra, los
descendientes de las razas subyugadas deberían manifestar hoy su resentimiento. Y no.
Dos de los más grandes poetas de nuestro tiempo, Rubén Darío y César Vallejo, con
sangre india en sus venas, no sólo escribieron en la lengua de los conquistadores, sino
que cantaron a España en poemas memorables. Ésta es la prueba, a través de los
significados pero infalibles signos del lenguaje, de que la Conquista fue algo
infinitamente más complejo que lo transmitido por aquella leyenda: fue un
profundísimo fenómeno que después de medio milenio convirtió en una unidad
espiritual a una veintena de naciones de diferentes razas. ¿Cuántos y cuáles imperios
produjeron semejante prodigio?
Por este intrincado camino, Cervantes es el antepasado de todos los que hoy escribimos
en castellano, sea en España como en las remotas tierras que alguna vez integraron el
vasto imperio. Cuando admirables exégetas han indagado El Quijote -uno de los cuales
me honra con su amistad y su presencia-, puede parecer un atrevimiento que yo, sin más
títulos que el de escritor, pretenda aportar algo a todo lo que se ha dicho. Si lo hago es
porque este premio que se me concede lleva el nombre de Cervantes y porque
únicamente me referiré al enigma de la ficción; y cada novelista, por modesto que sea,
ha tenido la vivencia de ese enigma y puede, quizá, contribuir a desentrañarlo.
CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1984
Discurso de ERNESTO SÁBATO
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¿Supo Cervantes que escribía una obra trascendente? No, por cierto, cuando comenzó a
hacerla. Un ingeniero sabe de antemano lo que llegará a ser el puente que ha calculado
en sus planos; pero no se puede calcular una gran ficción, porque no se construye
únicamente con las razones de la cabeza, esas que sirven para demostrar teoremas, sino
también -y sobre todo- con lo que Pascal llamaba "les raisons du coeur", las
incomprensibles y contradictorias verdades del corazón. Dostoievski se propuso escribir
un folleto sobre el problema del alcoholismo en Rusia y le salió Crimen y castigo.
Cervantes quiso escribir una regocijante parodia de las novelas de caballería y terminó
creando una de las más conmovedoras parábolas de la existencia, un patético y
melancólico testimonio de la condición humana, un ambiguo mito sobre el choque de
las ilusiones con la realidad y de la esencial frustración a que ese choque conduce. Esto
no lo sabía al comenzar su empresa, no lo podía saber ni aun con su prodigiosa
inteligencia, porque el corazón es inconmensurable con la cabeza: lo fue sabiendo a
medida que avanzaba, según los acontecimientos imprevistos y los actores, que iban
mucho más allá o en diferentes direcciones de lo preconcebido. Y quizá no lo supo
nunca del todo, ni siquiera después de haber dado cima a la gran aventura, como nunca
podemos descifrar acabadamente el significado de nuestros propios sueños; porque
todas las explicaciones que la razón intenta son impotentes, porque el sueño es
irreductible a los puros conceptos, porque el sueño es una ontofanía, una revelación de
esa oscura realidad del inconsciente en la única forma en que puede expresarse. De ahí
todas las interpretaciones que se dan de un mismo sueño, según la época y las teorías
que se utilicen; y de ahí, y por los mismos motivos, las diversas y hasta encontradas
lecturas de una ficción profunda como la de El Quijote. Si no fuera más que una sátira
de la novela de caballería, no habría perdurado cuando esas narraciones estaban
olvidadas y carecían de la menor vigencia. Y tampoco se explicaría por qué esa presunta
sátira, además de hacernos reír, nos anuda la garganta. Todos comprendemos que sus
aventuras son grotescas y, al mismo tiempo, intuimos que algo tan visible como los
molinos de viento constituyen un revelador mito de la condición humana. ¿Qué es,
entonces, El Quijote: una simple burla o un símbolo inacabable?
Los personajes protagónicos de una gran ficción son emanaciones, hipóstasis del yo más
recóndito del escritor y por eso son inesperados y toman por caminos que el creador no
había previsto, o cambian sus atributos según se desarrollan, atributos que van
descubriéndose por los actos que ejecutan, a medida que la acción avanza. Nada más
sensato que Don Quijote cuando da consejos a Sancho para gobernar la ínsula, y nada
más quijotesco que Sancho cuando cree en esa ínsula. El escritor experimentado sabe
que este fenómeno es inevitable y que debe ser modestamente acatado, porque es lo que
asegura la auténtica vida de sus criaturas. No debe suponerse que por tener existencia en
el papel y por ser inventados por el autor carecen de libre albedrío, son títeres con los
que el escritor puede hacer lo que quiera. Por el contrario, el artista se siente frente a su
propio personaje tan intrigado como ante un ser de carne y hueso, un ser que tiene su
propia voluntad y realiza sus propios proyectos. Lo curioso, lo antológicamente motivo
de asombro, es que ese personaje es una prolongación del creador, sucediendo como si
una parte de su ser fuera testigo de la otra parte, y testigo impotente. Por esto, que a
primera vista nos asombra, se comprende cuando tenemos en cuenta que esa emanación
no es el resultado de la razón del autor y de su voluntad, sino de motivaciones de su yo
más enigmático. Así, también pasa con nuestros sueños, esas ficciones de las que cada
uno de nosotros somos autores, como personajes que no han salido, que no podrían
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haber salido, más que de nosotros mismos y que, no obstante, son de pronto tan
desconocidos que hasta nos aterran.
Esta característica de las grandes ficciones es, precisamente, la que las convierte en
grandes verdades. De un sueño se puede decir cualquier cosa, menos que sea una
mentira. No sabemos, difícilmente alcanzamos a entender el significado último de ese
portentoso fenómeno, pero sin duda es la expresión auténtica de un hecho. Mediante
aquello que desde antiguo se llamó inspiración, sin proponérselo, el escritor rescata de
ese territorio arcaico símbolos y mitos que confieren verdad a sus creaciones y que les
darán la perdurabilidad de la especie humana. El espíritu puro produce ideas, pero las
ideas cambian, y de ese modo Hegel es superior a Aristóteles, pero el Ulises de Joyce
no es superior al Ulises de Homero. Los sueños no progresan: dan verdades inmutables
y absolutas.
En una carta a un amigo, Karl Marx manifiesta su perplejidad porque las tragedias de
Sófocles seguían conmoviendo, a pesar de ser las sociedades modernas tan
fundamentalmente distintas. Pero es que los atributos últimos de la condición humana
no sufren las vicisitudes de la historia. La muerte no es histórica, siempre el hombre ha
sido mortal y seguirá siéndolo, y así también con otras características que constituyen el
fondo metafísico del hombre. Estos atributos últimos son los que alcanzan a descubrir y
describir los grandes escritores en sus ficciones. Es precisamente por esto que El
Quijote vale para todas las épocas y en cualquier parte del mundo. Cervantes es
radicalmente español, hasta el punto que es difícil imaginar que pudiera haber surgido
en otra parte; pero, al mismo tiempo, revela y enuncia misterios del alma de todos los
hombres. Como decía Kierkegaard, más ahondamos en nuestro corazón, más
ahondamos en el corazón de cualquier ser humano.
Esta suerte de complejidades es lo que vuelve imposible juzgar razonablemente la obra
máxima de Cervantes. Su mente comenzó planeando un "pasatiempo al pecho
melancólico", pero su instinto poético logra, finalmente, levantar de entre las ruinas de
su protagonista apaleado, escarnecido y ridiculizado una figura imponente y
conmovedora. Y no son los ingeniosos y descreídos bachilleres los que se imponen al
lector, sino el destartalado hidalgo con su fe inquebrantable, su candoroso coraje, su
heroica ingenuidad. Esto es lo que después o hasta en medio de la risa llena de pronto
de lágrimas nuestros ojos.
En el último capítulo, Cervantes le hace renunciar a todas las ilusiones y quimeras.
Como escritor, intuyo que escribió esta parte con el alma contrita, oscuramente
sintiendo que cometía con su caballero la última y más dolorosa de sus aventuras,
obligándolo a morir desquijotado, para felicidad y tranquilidad de los mediocres, de los
que aceptan la existencia como es, con la cabeza gacha, cualesquiera sean las renuncias
y sordideces.
Para mí, el Cervantes de tantas andanzas en pos de ideales frustrados, dolorosamente se
auto contempla y humilla en esa escena final, aceptando el acabamiento de su propia
vida con honda amargura. Podría pensarse que aceptaba con resignación cristiana la
voluntad de Dios. Pero, ¿por qué Dios no ha de querer a los Quijotes? Me atrevo a
pensar que Cervantes amó hasta el final al Caballero de la Triste Figura y que, tímida y
lateralmente, desplaza sus ilusiones nada menos que al risible escudero, para que su
amargura sea más irónicamente dolorosa.
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Y así, Cervantes dio cabo a su grandiosa fantasía.
Región desgarrada y ambigua, sede de la perpetua lucha entre la carnalidad y la pureza,
entre lo nocturno y lo luminoso, campo de batalla entre las Furias y las olímpicas
deidades de la razón, el alma es lo más trágicamente humano. Por el espíritu puro, a
través de las matemáticas y la filosofía, el hombre exploró el hermoso universo de las
ideas, universo infinito e invulnerable a los poderes destructivos del tiempo; aun las
poderosas pirámides de Egipto terminan por ser desfiguradas ante el implacable viento
del desierto, pero la pirámide geométrica que es su espíritu permanece eternamente
idéntica a sí misma. Mas ese orbe platónico no es la verdadera patria del ser humano: es
apenas una nostalgia de lo divino. Su verdadera patria, a la que retorna después de sus
periplos ideales, es esa región intermedia del alma, región en que amamos y sufrimos,
porque el alma es prisionera de su cuerpo y el cuerpo es lo que nos hace "seres para la
muerte". Es allí, en el alma, donde se aparecen los fantasmas del sueño y de la ficción.
Los hombres construyen penosamente sus inexplicables fantasías porque están
encarnados, porque ansían la eternidad y deben morir, porque desean la perfección y
son imperfectos, porque anhelan la pureza y son corruptibles. Por eso escriben
ficciones. Un dios no necesita escribirlas. La existencia es trágica por esa esencial
dualidad. El hombre podría haber sido feliz como un animal sin conciencia de la muerte
o como espíritu puro, no como hombre: desde el momento en que se levantó sobre sus
dos pies, inauguró su infelicidad metafísica.
Así, Cervantes escribió El Quijote porque era un simple mortal.
Tierno, desamparado, andariego, valiente, quijotesco Miguel de Cervantes Saavedra, el
hombre que alguna vez dijo que por la libertad, así como por la honra, se puede y se
debe aventurar la vida: ¡qué emoción siento ahora, en el final de mi existencia, al ser
protegido por su generosa e innumerable sombra!

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