lunes, 16 de septiembre de 2013

CARLOS FUENTES, DEL LIBRO: "EN ESTO CREO".

EDUCACIÓN


La educación se ha convertido en la base de la productividad. Entramos al siglo XXI con una evidencia: El crecimiento económico depende de la calidad de la información y ésta de la calidad de la educación. El lugar privilegiado de la modernidad económica lo ocupan los creadores y productores de información, más que de productos materiales. Cine, televisión, casetes, las industrias de la telecomunicación y las productoras de los instrumentos y equipos procesadores de información están hoy en el centro de la vida económica global. Los ricos de antaño producían acero (Carnegie, Krupp, Manchester). Los ricos de hogaño producen equipos electrónicos (Bill Gates, Sony, Silicon Valley). Esto es cierto y por eso hay que contrastarlo con los hechos. El abismo de la pobreza en los países del llamado tercer mundo se traduce en niveles decrecientes de educación. Hay 900 millones de adultos iletrados en el mundo, 130 millones de niños sin escuela y cien millones de niños que abandonan sus estudios en los grados primarios. Las naciones del Sur cuentan con el 60 por ciento de la población mundial de estudiantes pero con sólo el 12 por ciento del presupuesto mundial para la educación. En México, la tasa de escolaridad es de seis años y medio. En Argentina es de nueve y en Canadá de doce. En la secundaria y la preparatoria, sólo 28 de cada cien jóvenes entre los 16 y los 18 años reciben instrucción en México, y en las universidades, sólo el 14 por ciento de los jóvenes entre 19 y 24 años alcanza ese nivel educativo. Y en el posgrado, sólo el 2 por ciento de los egresados de las universidades hace maestrías y un 0,1 por ciento doctorados. El tercer mundo sólo cuenta con el 6 por ciento de los científicos mundiales. Entre este número, sólo el 1 por ciento son latinoamericanos. El 95 por ciento de los científicos pertenecen al primer mundo.

El derecho a la educación, dice Nadine Gordimer, es un derecho humano tan esencial como el derecho al aire y al agua. El mundo gasta anualmente 800.000 millones de dólares en armamento pero no puede reunir los 6.000 millones al año necesarios para dar escuela a todos los niños del mundo en el año 2010. «Tan sólo un uno por ciento de rebaja en gastos militares en el mundo sería suficiente para sentar frente a un pizarrón a todos los niños del mundo» (datos de Unesco y Banco Mundial). Un avión de caza para una fuerza aérea latinoamericana cuesta tanto como ochenta millones de libros escolares.

La base de la desigualdad en América Latina es la exclusión del sistema educativo. La estabilidad política, los logros democráticos y el bienestar económico no se sostendrán sin un acceso creciente de la población a la educación. ¿Puede haber desarrollo cuando sólo el 50 por ciento de los latinoamericanos que inician la primaria, la terminan? ¿Puede haberlo cuando un maestro de escuela latinoamericano sólo gana cuatro mil dólares anuales, en tanto que su equivalente alemán o japonés percibe cincuenta mil dólares al año?

Soluciones. Fortalecer la continuidad educativa, la cadena de pasos que impida los dramáticos vacíos que hoy se dan entre la educación básica y la educación para la tecnología y la informática. Fortalecer el magisterio.

No es posible exigirle al maestro latinoamericano cada vez más labor y más responsabilidad, pero con salarios cada vez más mermados y con instrumentos de trabajo cada vez más escasos. El futuro de América Latina se ilumina cada vez que un maestro recibe mejor entrenamiento, mejora su estatus y aumenta su presencia social. Además, en el acelerado pero aún difícil proceso de democratización de nuestros países, el maestro tiene el derecho de todo ciudadano de participar en política, pero también tiene una obligación más exigente de ampliar en la clase el concepto de politización, más allá de la militancia partidista, pero no por la vía de una abdicación o un disimulo, sino mediante la inteligencia de que es en la escuela donde se implanta el concepto de politización, trasladándolo del concepto de poder sobre la gente al de poder con la gente. Hoy, la ampliación de la democracia en la escuela consiste en saber qué es el poder; cómo se distribuye entre individuos, grupos y comunidades; cómo se reparten los recursos de países ricos poblados por millones de pobres; y entender que la militancia ciudadana no se limita a los partidos, sino que se puede ejercer, efectivamente y en profundidad, desde la pertenencia a clase social, sexo, barrio, etnia o asociación.

El capitalismo triunfó sobre el feudalismo porque multiplicó oportunidades para la ciudadanía, empezando por la educación. Los capitalistas latinoamericanos deben contribuir a la creación de bancos nacionales para la educación en cada uno de nuestros países, con fondos y administración mixtas y representación de la empresa, el Estado y la sociedad civil, que con espíritu de justicia, de eficiencia y de provecho para todos los factores, invierta en la base educativa del país, distribuya préstamos y también donaciones y becas, tanto a los planteles más necesitados como a los más necesarios, desde las escuelas rurales y artesanales a las de alta tecnología. Y desde luego, a la universidad.

Creo en la universidad. La universidad une, no separa. Conoce y reconoce, no ignora ni olvida. En ella se dan cita no sólo lo que ha sobrevivido, sino lo que está vivo o por nacer en la cultura. Pero para que la cultura viva, se requiere un espacio crítico donde se trate de entender al otro, no de derrotarlo —y mucho menos, de exterminarlo: universidad y totalitarismo son incompatibles. Para que la cultura viva, son indispensables espacios universitarios en los que prive la reflexión, la investigación y la crítica, pues éstos son los valladares que debemos oponer a la intolerancia, al engaño y a la violencia.

En la universidad, todos tenemos razón pero nadie tiene razón a la fuerza y nadie tiene la fuerza de una razón única.

Y en la universidad, aprendemos, al cabo, que nuestro pensamiento y nuestra acción pueden fraternizar. Ciencias y Humanidades. Lógica unívoca y poética plurívoca. ¿No caben, no se complementan, no florecen juntas estas plantas en el terreno y bajo el techo de la universidad?

Pero la universidad es un estadio —el superior, sin duda— de un proceso educativo que parte de la escuela primaria y se prolonga hoy en la escuela permanente: la educación vitalicia. Repito: No hay progreso sin conocimiento y no hay conocimiento sin educación. De allí que la educación, de manera explícita, encabece hoy la agenda en todas las naciones del mundo, las más desarrolladas así como las que se encuentran en vías de desarrollo.

Aceptemos, desde luego, que la cultura precede a la nación y a sus instituciones. La cultura, por mínima y rudimentaria que sea, es anterior a las formas de la organización social, a la vez que las exige. Distintas formas de cooperación y división del trabajo han acompañado, desde el alba de la historia, el desarrollo de las técnicas, la difusión de conocimientos y los conflictos surgidos de las fricciones entre lenguas, costumbres y territorios, entre la generosidad materna, que abraza a todos los hijos por igual, y la necesidad paterna que los separa, designa primogénitos, divide la tierra, hereda los bienes, instala poderes y establece la obligación de defender, preservar, aumentar el patrimonio y ahuyentar al otro, al demonio, a la catástrofe natural, al dios enemigo y a la muerte, vista como crimen original, como asesinato divino. A lo largo de este proceso se van creando maneras de ser, maneras de comer, de caminar, de sentarse, de amar, de comunicarse, de vestir, de cantar y bailar. Maneras de soñar también. Todo ello conforma día a día una cultura, creando lo que Ortega y Gasset llamó una constelación de preguntas a las cuales respondemos con una constelación de respuestas. Éste es el proceso de la cultura: preguntas y respuestas. Y añade el filósofo español: Puesto que muchas respuestas son posibles, ello significa que muchas culturas han existido y existen. Lo que nunca ha existido es una cultura absoluta, es decir, una cultura que dé respuesta satisfactoria a todas las preguntas. Por ello, la cultura y la universidad como eje de la misma aspiran, doblemente, a tener raíz y vuelo, a tocar el piso local y a ascender al firmamento universal.

Radiquémonos pues, para empezar, en nuestro suelo, mexicano y latinoamericano.

Y seamos francos: nuestra extraordinaria continuidad cultural latinoamericana no ha encontrado aún, plenamente, continuidad política y económica comparables.

Una nación, nos recuerda Isaiah Berlín, se construye a sí misma a partir de las heridas que ha sufrido. Herida por sí misma y por el mundo —conquista, colonia, revoluciones, imperialismo—, la América Latina, a pesar de sus agravios, ha logrado crear naciones que, en lo esencial, mantienen las fronteras de la época independentista y aun de la administración colonial: no somos los Balcanes. No perdamos ni nuestra unidad nacional propia ni nuestra fraternidad iberoamericana compartida, a fin de alcanzar, al cabo, una posición internacional generosa y abierta, sin chovinismos ni xenofobias.

La base para todo ello es consolidar la identificación de nación y cultura. La nación es fuerte si encarna en su cultura. Es débil si sólo enarbola una ideología. Mi pregunta es ésta: ¿Puede la educación ser el puente entre la abundancia cultural y la paucidad política y económica de la América Latina? No, no se trata de darle a la educación el carácter de curalotodo que le dimos a la religión en la Colonia (resignaos), a las constituciones en la independencia (legislad), a los Estados en la primera mitad del siglo XX (nacionalizad) o a la empresa en su segunda mitad (privatizad). Se trata, más bien, de darle su posición y sus funciones precisas en el proceso educativo tanto al sector público como al privado, sin satanizar ni a uno ni al otro, pero sujetando a ambos a las necesidades sociales del conjunto manifestadas y organizadas por el tercer sector, la sociedad civil.

La sabiduría clásica nos dice que de la diversidad nace la verdadera unidad. La experiencia contemporánea nos dice que el respeto a las diferencias crea la fortaleza de un país, y su negación, la debilidad. La memoria histórica nos confirma, en fin, que el cruce de razas y culturas está en el origen de las grandes naciones modernas. No hay educación latinoamericana que no atienda a las particularidades nacionales y regionales del continente. Podemos confiar en que de nuestra diversidad respetada nacerá una unidad respetable.

La educación, en todas partes, requiere un proyecto público que la apoye. En su ausencia, la explosión de la demanda puede conducir a un submercado de baja calidad para la población, aunque de alta rentabilidad para sus dueños. Defendamos la educación pública.

Pero el proyecto público requiere la cooperación del sector privado, que sin un proyecto público acabará marginando a sus posibles consumidores, toda vez que no es concebible en ninguna parte del mundo mayor producción sin mayor educación, ni mejores niveles de vida sin ambos.

Requiere también, me apresuro a añadir, el apoyo del tercer sector, que incluye a buena parte del capital humano del país. A veces, donde la burocracia es ciega, la sociedad civil identifica los problemas de la aldea perdida, de la mujer que es madre y trabajadora, de barrio urbano donde habitan «los olvidados» de Luis Buñuel: la favela, la villa miseria, la ciudad perdida... La chabola.

Creo que la educación debe ser un proyecto público apoyado por el sector privado y dinamizado por el sector social. Su base es la educación primaria: que ningún hombre o mujer de dieciséis años o menos se encuentre sin pupitre. Su meta es la educación vitalicia: que ningún ciudadano deje jamás de aprender. La enseñanza moderna es un proceso inacabable: mientras más educado sea un ciudadano, más educación seguirá necesitando a lo largo de su vida. Su prueba —la prueba de la educación— es ofrecer conocimientos inseparables del destino del trabajo. Educación artesanal para los reclamos de la aldea, del barrio, de la zona aislada. Educación para la salud. Educación para el ahorro. Todo esto nos exige la base social de nuestros países. Y educación, en fin, para la democracia y en la democracia en la nueva latinidad americana. Tenemos que activar las iniciativas ciudadanas, la vida municipal, las soluciones locales a problemas locales, todo ello dentro de un marco legal de división de poderes, elecciones transparentes y fiscalización de las autoridades.

Nadie pierde conocimientos si los comparte.

Las culturas se influencian unas a otras.

Las culturas perecen en el aislamiento y florecen en la comunicación.

La universidad está llamada, por su nombre mismo, a mediar entre las culturas, desafiando prejuicios, extendiendo nuestros límites, aumentando nuestra capacidad para dar y recibir y nuestra inteligencia para entender lo que nos es ajeno.

En la universidad podemos abrazar la cultura del

Otro a fin de que los Otros puedan abrazar nuestra propia cultura.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Roberto Bolaño. Entre paréntesis. Libro.

 
Miércoles 20 de junio de 2001

 
Los editores suelen ser malas personas. Los editores y los críticos y los lectores de las editoriales y los miles de empleadillos que recorren los pasillos tenebrosos o iluminados de las editoriales. Pero los escritores suelen ser peores, porque, entre otras cosas, creen en la perdurabilidad o en un mundo regido por leyes darwinistas o tal vez porque en sus almas anida un espíritu cortesano aún más innoble.

Yo he tenido la desgracia de conocer a varios editores que eran una penalidad incluso para sus madres y también he tenido la suerte de conocer a varios, unos siete u ocho, que eran y son unas personas responsables, algo tristes (la melancolía es una marca del gremio), inteligentes y con grandes dosis de audacia o humor, editores empeñados, por ejemplo, en publicar autores y libros que de antemano se sabe que se venderán muy pocos ejemplares.

Hace poco se entregó el premio Targa d´Argento, en su segunda edición, al mejor editor europeo y lo recibió mi editor, Jorge Herralde, pasando por delante de numerosos editores, algunos a punto de ser ungidos o ya ungidos por un aura legendaria.

Ahora Herralde publica el libro "Opiniones mohicanas", El Acantilado, 2001, la casa de otro notable editor y escritor, Jaume Vallcorba. Leer este libro, recopilación de artículos variados e incluso de pequeñas notas de no más de veinte líneas, es sumergirse en la historia reciente de la edición barcelonesa y de la edición europea y latinoamericana, además de entrar en el círculo de los amigos de Herralde, de sus conflictos como editor, del cambio político vivido en España desde el fin de la dictadura.

En sus páginas desfila un variadísimo número de escritores. Bukowski, a quien Herralde y Lali Gubern visitan en California. Patricia Highsmith, con quien cenan en Madrid con el alcalde Tierno Galván de anfitrión. Carlos Monsiváis, el grandísimo Sergio Pitol, Carlos Barral, sobre cuyo fantasma aún pesa la marca infamante de haber rechazado "Cien años de soledad". Soledad Puértolas, Carmen Martín Gaite, Esther Tusquets, Belén Gopegui, probablemente las cuatro mejores prosistas españolas. Además de una multitud de escritores británicos, franceses, italianos, norteamericanos, y algunos latinoamericanos y catalanes.

¿Qué puedo decir yo de Herralde que luego nadie, ni el propio Herralde, me pueda echar en cara? Podría decir que su prosa es elegante e irónica, como el propio Herralde. Pero eso es decir muy poco. En realidad lo que tendría que decir es que una vez, durante un viaje que hice montado en la paranoia más radical, al llegar al país adonde iba me encontré varios fax de Herralde en mi hotel, en donde éste me decía que no me preocupara y ponía todos los medios a su disposición para que, en caso de que mi paranoia se agravase, pudiese salir de aquel país lo antes posible.

También recuerdo otra ocasión, en su oficina, en que, tras yo decirle que no pensaba acudir a una fiesta a la que me habían invitado por desconocer el uso que debía darles a los cinco tenedores, seis cucharas y cuatro cuchillos que seguramente harían guardia junto a mi plato, Herralde, con suma paciencia, me explicó el uso específico de cada uno de los cubiertos y el tempo de uso y desuso de tales instrumentos. De más está decir que, mientras Herralde explicaba esto yo lo miraba entre perplejo, admirado y rabioso. En este sentido Herralde es un orgullo de la burguesía catalana. Una burguesía ilustrada y nada cobarde que desaparece a pasos de gigante.

¿Y qué más puedo decir de él? Pues que la literatura en lengua castellana no sería la misma si no hubiese existido nunca la editorial Anagrama, y que si algún día me voy de la editorial (en donde he publicado siete libros) probablemente echaré de menos, más que a Herralde, a Lali Gubern, a Teresa, a Ana Jornet, a Noemí, a Ema, a Marta, a Izaskun, a la ya jubilada y entrañable María Cortés, entre tantas chicas guapas (e inteligentes) que trabajan allí, pero que también echaré de menos a Herralde, las tardes interminables en que discutíamos de anticipos, sus frases cortas y siempre acertadas, sus opiniones demoledoras, las comidas en El Tragaluz y las cenas en el Giardinetto, más opiniones demoledoras, más recuerdos confrontados desde distintas perspectivas, su independencia de jefe de los irreductibles mohicanos.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Vicente Leñero. Premio Xavier Villaurrutia 2000.


Novelista, narrador, dramaturgo, guionista de cine, reportero, articulista, crítico e ingeniero civil, son las facetas de Vicente Leñero quien este 9 de junio celebra su cumpleaños 80.

• En el marco de este festejo colegas suyos hablan de su obra.
La característica fundamental de la obra de Vicente Leñero es que ha hecho un retrato muy cabal de la sociedad mexicana, además de que sabe recoger de forma excelsa el lenguaje cotidiano del pueblo a través de una escritura muy coloquial y accesible a la mayor parte de la gente, expresó en entrevista con Conaculta el director de la Academia Mexicana de la Lengua, Jaime Labastida, a propósito de que este 9 de junio Vicente Leñero cumple 80 años.


Amor y crítica serían las palabras que definirían su obra: amor por lo que describe y por sus personajes, los cuales a veces quiere transformar y cambiar porque no está de acuerdo con su forma de ser, pero los respeta, ama y comprende. Crítica, porque cuestiona el ámbito de la prensa en México y la forma de escribir en el periodismo, además de su interés por hablar de la corrupción, agregó el también poeta, periodista, ensayista, filósofo y académico mexicano Jaime Labastida.

Vicente Leñero Otero nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de junio de 1933. Estudió ingeniería y periodismo. Se recibió de ingeniero en la Escuela Nacional de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1959 y de periodista en la Escuela Carlos Septién García en 1956.

Es novelista, narrador, dramaturgo, guionista de cine, reportero, articulista, crítico e ingeniero civil que se dio a conocer en el mundo de las letras en 1959 como cuentista con La polvareda y otros cuentos, un texto que de forma magistral retrató temas de la ciudad y del campo.

"Sin embargo son tres las facetas en las que ha destacado fundamentalmente: primero como novelista de tipo realista, casi, casi de no ficción, tipo Truman Capote. Después la de dramaturgo y finalmente la de guionista y adaptador, ya que toma una novela y la convierte en una película mexicana exitosa", detalló también en entrevista el novelista, cuentista, ensayista, editor y catedrático mexicano Hernán Lara Zavala.


Del cuento a la novela; de la novela al teatro; del teatro al periodismo y del periodismo al cine
A pesar de que los inicios de Vicente Leñero se dieron en el cuento, el escritor ha comentado que en algún momento renegó de este género y pensó que ya no escribiría más. Entonces se lanzó a escribir novela. Su primera obra fue La voz adolorida (1961) una pieza importante en su carrera literaria porque en ella Leñero encontraría su propio estilo: dejar paso abierto a la voz de su personaje que narra, vive, sueña.

"Esta obra fue la que permitió a Leñero descubrir la que para mí ha sido su mejor faceta: novelista, con una ágil prosa suelta, que en sus obras da vida a personajes populares, que escribe con pulcritud y sentido del humor, y que maneja una línea temática: la crítica a la sociedad contemporánea en sus diversos aspectos", reveló en entrevista el escritor, dibujante, pintor, diplomático y académico mexicano Fernando del Paso.

Entre las obras de Vicente Leñero se encuentran: El Cordoncito (1997); Los Pasos de Jorge Ibargüengoitia (2009); Teatro completo II (2011); Vivir del teatro (2012) y Más gente así (2013). Pero también: Los albañiles (1963); Estudio Q (1965); El garabato (1967); Redil de ovejas (1972); Los periodistas (1978); El evangelio de Lucas Gavilán (1979) y Asesinato (1985).

Para el director de la Academia Mexicana de la Lengua, de estas obras la más importante es Los albañiles, "que lo marcó para siempre ya que fue con la que le dijo al público mexicano la clase de magnífico escritor que es y mostró que era un hombre preocupado por los problemas sociales. Además de que en ella reflejó con mucha exactitud y con sentido crítico la vida cotidiana y su profesión inicial: ingeniero civil".

Mientras que para Hernán Lara Zavala, son obras que muestran cómo Vicente Leñero "es el autor de novelas periodísticas de no ficción que dan cuenta de aspectos importantes en nuestra vida política, cultural y social de México de una manera muy sabrosa, en donde con sus personajes y lo que dicen te involucra en la lectura de forma profunda que te dan ganas de leerlo sin parar".

Otro de los intereses de Vicente Leñero es escribir teatro, ya que siempre tuvo ese "cosquilleo" porque su padre era "muy de teatro" y lo llevaba a ver Don Juan Tenorio, obra de la que se sabía el primer acto de memoria. A partir de ese gusto empezó una carrera exitosa de dramaturgo en donde abordó el teatro histórico y de denuncia, el drama testimonial y urbano, y el de adaptación de sus propias novelas o de obras de otros autores.

Para Estela Leñero, hija del escritor, dramaturga, crítica, docente y directora teatral, esta faceta de dramaturgo de Vicente Leñero es la que más lo asemeja, porque retrata dos aspectos que siempre lo han identificado como persona: su generosidad y honestidad. Además de que es un género que le ha permitido expresarse y exponer los temas que le interesan: la realidad política y social que le ha tocado vivir, las relaciones humanas y los principios éticos.

"Es una faceta en donde vemos cómo ha sido un escritor que destaca en la experimentación, en la investigación y en la construcción de propuestas basadas en la creatividad y en la precisión en el lenguaje. Estos elementos me han inspirado, porque veo que dan vida a un trabajo intensivo y apasionado. Cuando hablo de ellos con mi padre tengo una relación enriquecedora que me ha abierto muchos caminos para poder investigar en mi dramaturgia", expresó Estela Leñero.

Entre sus trabajos en esta área se encuentran: La noche de Hernán Cortés, Los albañiles, La Carpa, Estudio Q, Los hijos de Sánchez del libro homónimo de Oscar Lewis; Las noches blancas de la novela de Dostoievski; Compañero basada en la vida, actuación política y muerte de Ernesto Che Guevara; El juicio, síntesis de las versiones sobre el juicio popular seguido a José de León Toral y a Concepción Acevedo de la Llata, acusados del asesinato de Álvaro Obregón.

"Estas son obras –añade Estela Leñero– en donde se muestra la pluralidad de sus propuestas que lo hacen un hombre importante, con un lugar en la literatura. Pero también ver cómo su mayor aportación sería la posibilidad de experimentación desde lo más arriesgado y formal, hasta lo más profundo y personal".

A las anteriores obras se añaden: La mudanza; Martirio de Morelos, Nadie sabe nada, censurada por el gobierno ya que aborda el tema de la relación prensa-poder y de la corrupción en el medio periodístico, El Infierno una versión de la Divina Comedia hecha como homenaje a Dante y Pueblo rechazado, obra que Vicente Leñero comentó en diversas entrevistas, fue el inicio titubeante de su carrera teatral.

"Al final es una obra fallida, de estructura indecisa. La estrenamos el 12 de octubre, poco después de Tlatelolco, cuando había un hervidero muy grande. Armó mucho escándalo: el papa, la autoridad eclesiástica, imponiéndose y prohibiendo el psicoanálisis", comentó en diversas entrevistas Vicente Leñero.

"Son obras –añade Jaime Labastida– en donde el escritor aborda los temas que desde entonces ha desarrollado en sus trabajos: la crítica de las costumbres y de la vida del periodismo en México, sobre los valores religiosos, el amor y la amistad. También son obras en donde vemos que lo que ha aportado a la literatura mexicana es ese vigor de las clases bajas del pueblo y ha hecho un retrato muy cabal de la sociedad mexicana".

Hace unos meses Vicente Leñero reveló a Christopher Domínguez Michael autor del texto Entrevista a Vicente Leñero. El realista en el mundo publicado en la revista Tierra Adentro que comenzó a estudiar periodismo porque pensaba que ahí le enseñarían a escribir.

"Me costaba un gran esfuerzo escribir, siempre me ha costado, no soy un escritor aunque he escrito muchas cosas, la mitad debí no haberlas escrito. Y sí, aprendí a escribir porque había clases de redacción y fui autodidacta, me esforcé por aprender los secretos del lenguaje escrito".

De esta manera comenzó su carrera como periodista, en la cual comenta Hernán Lara Zavala "ha destacado porque tiene un oído y un ojo muy agudo que le ha permitido encontrar y retratar los elementos dramáticos de nuestra sociedad".

Esta faceta de Vicente Leñero lo ha llevado a colaborar en publicaciones del país y del extranjero, entre los que destacan: los diarios El Heraldo de México y Excélsior, y en las revistas Claudia y Revista de Revistas, de las que fue director de 1969 a 1972 y de 1973 a 1976, respectivamente, y subdirector del semanario Proceso desde su fundación en 1976 hasta hace unos años en que se retiró del ejercicio periodístico diario.

Para el escritor, investigador literario y periodista Alejandro Toledo, Vicente Leñero ha hecho aportaciones importantes al periodismo, "con esos juegos en los que aplica a la información la libertad imaginativa, como en aquella crónica sobre Pátzcuaro o el relato de un concierto del cantante español Raphael en la Alameda.

"En el fondo, me parece, son textos en donde están inmersas una serie de preguntas sobre la condición mexicana, pues reincide en señalar aquello que nos define para mal, como la corrupción, que es hermana de la malicia como rasgo oscilante, positivo a veces y negativo casi siempre".

Vicente Leñero ha realizado varios guiones para televisión y cine, entre los que destacan: Los de abajo (1976); Cadena perpetua (1978); El callejón de los milagros (1995); La ley de Herodes (1999), El crimen del padre Amaro y La habitación azul (2002).

"Ha destacado como creador de guiones cinematográficos –añade Hernán Lara– porque tiene un buen oído para retratar cómo habla la gente, algo que también es parte de su formación periodística, y luego, su habilidad para crear argumentos cinematográficos ya que tiene una concepción muy clara de la estructura interna, es decir, de porqué o cómo una novela puede funcionar en términos de una película".

Reconocimientos a una larga trayectoria

Vicente Leñero Otero fue becado a España por el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid en 1956. Fue también becario del Centro mexicano de Escritores (1961-1962, 1963-1964) y de la Fundación Guggenheim (1967-1968). En 1958 obtuvo el primer y segundo lugar en el Concurso Nacional del Cuento Universitario.

Ha recibido diversas distinciones; Premio Seix Barral en 1963 por su novela Los albañiles; Premio Juan Ruiz de Alarcón a la mejor obra estrenada en 1969 por Los albañiles y en 1979 por La mudanza.

El primer premio otorgado por la Agrupación de Periodistas Teatrales de México por Nadie sabe nada (1988); el Premio Manuel Buendía en 1994 por su trayectoria periodística; el Premio Xavier Villaurrutia (2000) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura (2001).

Fue nombrado miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y tomó posesión de la silla XXVIII el 12 de mayo de 2011 con el discurso "En defensa de la dramaturgia" y el 21 de septiembre de 2011 fue galardonado, junto a José Agustín, con la Medalla Bellas Artes que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes.

Estos reconocimientos permiten ver que Vicente Leñero es "un hombre amable –añade Alejandro Toledo– un espíritu crítico y autocrítico; hay quien no entiende ese sentido suyo de la sinceridad y la honradez, el modo como observa su propia escritura, por ejemplo, pues estamos acostumbrados a los autores que todo el tiempo son promotores de sí mismos.

"Leñero no es así, y acepta sus desvíos narrativos, en la época en que se contagió del ‘conductismo’ y el ‘nouveau roman’, como también reconoce con humildad sus logros, que son muchos", apuntó Alejandro Toledo.

LCL
México / Distrito Federal


Fuente: http://www.conaculta.gob.mx/detalle-nota/?id=27448#.UjKnFy2jljo

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Juan Villoro. Premio Xavier Villaurrutia 1999. Novela.


 


 

Juan Villoro.

BIOGRAFÍA

 
Juan Villoro nació en México, en el Distrito Federal, el 24 de septiembre de 1956. Estudió Sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Iztapalapa.

Condujo el programa de Radio Educación, "El lado oscuro de la luna" de 1977 a 1981 y fue agregado cultural en la Embajada de México en Berlín Oriental, dentro de la entonces República Democrática Alemana, de 1981 a 1984.

Ha ejercido como director del suplemento "La Jornada Semanal" de 1995 a 1998, además de impartir talleres de creación y cursos en instituciones como el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Universidad Nacional Autónoma de México.

Como redactor ha colaborado en las revistas Cambio, Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Universidad de México, Crisis, La Orquesta, La Palabra y el Hombre, Nexos, Vuelta, Siempre!, Proceso y Pauta, de la cual fue jefe de redacción, así como en los periódicos y suplementos La Jornada, Uno más uno, Diorama de la Cultura, El Gallo Ilustrado, Sábado, entre otros.

De 1976 a 1977 fue becario del INBA en el área de narrativa y del Sistema Nacional de Creadores Artísticos de 1994 a 1996.

Villoro ha sido profesor en la Universidad Autónoma de Madrid , en Yale y en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. También ha traducido, entre otras obras, 'Memorias de un antisemita', de Gregor von Rezzori, y 'Un árbol de noche', de Truman Capote, publicadas en Anagrama, y 'Aforismos', de Georg Christoph Lichtenberg.




BIBLIOGRAFÍA

Juan Villoro nació en México, en el Distrito Federal, el 24 de septiembre de 1956. Estudió Sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Iztapalapa.

Condujo el programa de Radio Educación, "El lado oscuro de la luna" de 1977 a 1981 y fue agregado cultural en la Embajada de México en Berlín Oriental, dentro de la entonces República Democrática Alemana, de 1981 a 1984.

Ha ejercido como director del suplemento "La Jornada Semanal" de 1995 a 1998, además de impartir talleres de creación y cursos en instituciones como el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Universidad Nacional Autónoma de México.

Como redactor ha colaborado en las revistas Cambio, Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Universidad de México, Crisis, La Orquesta, La Palabra y el Hombre, Nexos, Vuelta, Siempre!, Proceso y Pauta, de la cual fue jefe de redacción, así como en los periódicos y suplementos La Jornada, Uno más uno, Diorama de la Cultura, El Gallo Ilustrado, Sábado, entre otros.

De 1976 a 1977 fue becario del INBA en el área de narrativa y del Sistema Nacional de Creadores Artísticos de 1994 a 1996.

Villoro ha sido profesor en la Universidad Autónoma de Madrid , en Yale y en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. También ha traducido, entre otras obras, 'Memorias de un antisemita', de Gregor von Rezzori, y 'Un árbol de noche', de Truman Capote, publicadas en Anagrama, y 'Aforismos', de Georg Christoph Lichtenberg.


PREMIOS

Premio Cuauhtémoc de traducción, 1988

Premio Xavier Villaurrutia, 1999.

Premio Mazatlán 2001

Premio del International Board on Books for the Young,

Premio Herralde, 2004


Fuente: https://www.escritores.org/biografias/190-juan-villoro

La casa pierde

Juan Villoro


¿Hasta qué punto desconocemos a quienes nos rodean y hasta qué punto es mejor no saber quiénes son?

La casa pierde es una reunión de diez historias cuya trama, sencilla y directa, conduce a un complejo sistema de intercambios personales que se resuelven en una inquietante sugerencia: todos los que nos rodean, tanto los amigos y las parejas, como los extraños, nos resultan igualmente desconocidos. Cada historia explora esos meandros donde la duda secreta, el rencor fielmente guardado o el dolor punzante y eterno obligan a crear situaciones tensas, a enfrentar rechazos y a ejercer una violencia desarmada contra los otros y contra sí mismos.

¿Acaso un secreto revelado haría perder la intimidad y el afecto de una persona? Los personajes de La casa pierde se preguntan: ¿qué milagro, qué tragedia conduce a cualquiera a una situación desesperada? La respuesta queda oculta bajo la certeza de que aquello que para uno es sólo un dato sin referencia o un simple gesto vejatorio, para otro es el impulso que determina, al menos por el momento, su completa existencia.

Diez historias que exponen, sin concesiones aunque con delicado sentido del humor, la condición de estos hombres que súbitamente han dejado de ser jóvenes y se encuentran frente a frente con el progresivo fracaso y el amplio coto de su soledad.

Fuente: http://www.alfaguara.com/es/libro/la-casa-pierde/

lunes, 9 de septiembre de 2013

IGNACIO SOLARES. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1998. NOVELA.



El sitio, Ignacio Solares, Alfaguara, México D.F., 1998, 290 pp.

En su tendencia de capturar la provisionalidad que dinamiza la sociedad moderna, el escritor mexicano Ignacio Solares (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1945) postula en El sitio una realidad interferida –y regulada– por sueños, miedos y extrañezas.

Este modo de pensar lo social se vale de metáforas en tomo al metabolismo de los lazos humanos, articuladas literariamente en el centro de la ciudad de México, dentro de un edificio sitiado.

Para percatamos de la turbiedad relacional que propone Solares, no hay que caer en la idea de un sistema cerrado, pues el entramado propuesto es un sistema vivo, y un sistema de estas características nunca resulta estático, por más que los protagonistas del encierro se vean involucrados en un proceso donde los intercambios de información tienden a fragmentarse.

Además, nada puede existir si no es observado, y estas imágenes nos llegan a través de un sacerdote alcohólico que inicia, como único camino transitable, un viaje fantasmal donde su catolicismo se deja sentir tanto como los mecanismos imaginarios de la embriaguez.

El horizonte clausurado favorece las pesadillas de semejante narrador, contradictorio, zambullido en el extrañamiento que le proponen sus espectros.

Como el trágico pater–whisky de El poder y la gloria, este cura vive la experiencia de Dios allí donde se muestra su enemigo, y a partir de esta premisa, cabe definir su conflicto de acuerdo con el epígrafe que abre la novela de Greene, quien a su vez lo toma de Dryden: «El cerco se estrecha; el poder sagaz de los sabuesos y de la muerte amenaza de hora en hora».

Así es como, en su ironía, Solares plantea la intervención de lo sobrenatural para destacar a través de su narrador las disidencias entre lo demostrable y lo interpretativo.

De una parte, la confianza en Dios lo empuja hacia la consumación personal, pero de otra, sirve de nexo a sus confusiones.

El sentido de esta obra no es único y el cura explicador verifica en qué medida difiere de los dictados de la Iglesia, recortando de paso una lectura política sobre la crisis de otras instituciones que ordenan la convivencia.

De hecho, atrapados en la insularidad del edificio, los vecinos extreman sus cautelas y, al cabo, refinan lo peor de sí mismos: su monótona opacidad y lo trivial de sus querellas.

No es ocioso recordar en este punto que El sitio es la reelaboración de un cuento semejante, inspirado además en sueños del autor.

Todo esto parece muy explicable.

Hablando de fantasmas o nocturnidades, encaja en su escritura la contigüidad biográfica, pues Ignacio Solares entiende el alcoholismo de su padre y además prueba, por fermento educativo, una vocación sacerdotal que acaba enlazando con su preferencia por curas literarios como los de Bernanos y el mentado Greene.

Hecha esta salvedad y puestos a matizar el perfil, concluiremos este comentario con la gracia de otro creador de clérigos, Chesterton, citado por Solares en una reciente charla; y es que, según el británico, el cristianismo no es un club de santos, sino un sanatorio de enfermos.

Fuente:
http://www.thecult.es/Cronicas/el-sitio-de-ignacio-solares.html

domingo, 8 de septiembre de 2013

JORGE RUIZ DUEÑAS. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1997.



Jorge Ruíz Dueñas nació en Guadalajara en 1946, pero arraigado desde su infancia a Baja California, es poeta y narrador. Hizo estudios de posgrado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha sido secretario técnico del CONACULTA; director de Tierra Adentro (nueva época), del IMER y de Talleres Gráficos; gerente general del FCE y director general del Archivo General de la Nación. Es Autor y coautor de quince obras de carácter académico y del libreto Tierra final (cantata para soprano y orquesta de Daniel Catán). Mereció distintos reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía Manuel Torre Iglesias 1980 por Tierra final, Premio Nacional de Periodismo en divulgación cultural 1992, otorgado por el Gobierno de la República. Premio Xavier Villaurrutia 1997 por Habitaré tu nombre y Saravá. Ha publicado el volumen de cuento Las noches de Salé, los libros de ensayo Tiempo de ballenas, Cultura, ¿para qué? Un examen comparado, la novela El reino de las islas y los poemarios: Espigas abiertas, Tierra final, El pescador del sueño, Tornaviaje, Antología pessoal, El desierto jubiloso, Guerrero negro, Habitaré tu nombre, Saravá, Carta de rumbos 1968-1998, Celebración de la memoria, Cantos de Sarafán.

Fuente: http://circulodepoesia.com/nueva/2010/01/foja-de-poesia-no-138-jorge-ruiz-duenas/


Poema Habitaré Tu Nombre de Jorge Ruiz Dueñas



Cuando la ruina y el silencio lleguen
como la sombra maléfica
y la respiración se prolongue en el viento
cuando el desastre corporal
sea dueño de lo incierto
y aun de la última hoja
caída como ángel en desgracia:
habitaré tu nombre
refugio final
convicto ya por mi entusiasmo
bajo el signo del perdón
y la gratitud festiva de tus ojos
atrio de la lluvia incinerada
Entonces el sentimiento dormirá
como mendigo
y desde tu nombre mismo
en busca de indulgencia
reconstruiremos pasajes no advertidos
y el sustento de nuestra magra carne
será una sábana limpia
zona de encuentro de la
existencia fallida
en el siseo de los segundos
prolongado por la agonía animal
sobre una tierra yerma
y un mar cenizo y desafortunado.

Será en el ocaso cuando ese refugio de tus letras
anime la voluntad final
frente a cantores ebrios
en medio del desastre inevitable
y de la prosperidad de la hiedra
sobre mi escalfada conciencia
como muros tutelares
o baluartes cedidos al enemigo
será
que los signos de tu nombre
como alabanza de maitines
en la emoción de nuestro presidio
muden de forma y voz
lapidando mi cuerpo
ensordecido por la proximidad de himnos
que prometen el renacimiento.

Pero nada importará sino tu nombre
residencia de mi nombre y de mi cuerpo
después de la última alborada
después del llanto reprimido
después de tanta minúscula batalla
arropados de follaje
de pinares
centinelas deformes donde la luz trasciende
donde el trino del ave martirizada
después de los riesgos de mi debilidad
después de tanta sangre desbordada de ti
después de la inmisericordia
y de la luz anegando las espigas tribales
de nuestra descendencia
después de tanta molicie
prendida en los clavos del olvido
importará sólo tu nombre
tu alabanza fértil como los granos jóvenes
importará la intensidad de los recuerdos en las cosas
y la lectura perdida de la noche bíblica
importará la mano fortuita
sobre tu carne agotada
plena de sabor y lustre
tu sonrisa en busca de leves comisuras
a quien heredar el gesto de la ternura
y la apertura oral de la satisfacción confesable.

Importará tu nombre
como la mar habitó mis entelequias.

Importará porque sí
y ese estallido en el último hilván
esa caída al dolor
entumecida provincia
disolverá mi espacio
amedrentado por la expiación
y entonces sí
no será tarde ni temprano
será el momento
ni será todo ese amor
sino el Amor
el vértigo añil de los días totales
rendido tributo al sol y a la vida
a la postrer melancolía
a la inútil percepción de los actos olvidados
a la complicidad de las palabras
será tu nombre ropaje amoroso
será otra vez
sólo una vez más
el agotamiento ascendente como maleza
será la sensación del nuevo arpegio
será la basílica o su reflejo
en las aguas de genciana
como invernal anuncio
en el último vibrato de tu cuerpo
en el espejo brumoso al registrar el vuelo
de impensables palomas
restos bruñidos del último sol
será tu desnudez
habitando mi morada que es tu nombre
tutelado por el deseo insomne
que entonces ya será lacayo viejo.

Sólo un nombre habitar
sólo un silencio
sólo un grito desgarrado y enfermo
sólo saber que llegó el momento
sólo eso pedir
y estar ahí
habitando aún
tibio el cuerpo
con la lenta agonía que recorre humillante
las torturas finales
y desear y tener
una navegación postrera
una bruma entre los seres
aparecidos en las esquinas
vagarosos y silentes
un beso desvanecido
bajo la elipse del tiempo
y tu nombre y tu abrazo
soportando la levedad de mis vestigios
sin más nada que el retorno
y el lamento fugaz
y el nombre
y el arcano
y de nuevo el nombre
y mi quejido prolongado
perplejo bajo mar
quedo murmullo
el nombre
invadido de ti
ahí
en tu nombre
habitado por ti o por mi muerte.




http://circulodepoesia.com/nueva/wp-content/uploads/2010/01/Jorge-Ruiz-Dueñas.jpgA continaución un atisbo a la poesía de Jorge Ruiz Dueñas (Guadalajara, 1946). Sobre su poesía ha dicho Juan Domingo Argüelles: "Toda la obra del autor es un tornaviaje; ese tornaviaje que se inicia al nacer y que sigue el curso de las mareas interiores de la memoria y su celebración."

De Cantos de Sarafán


Sombra de eucalipto
(8)

Qué embeleso colmó tu existencia

preguntaba la Señora de los llanos

mientras mi potro discutía con las verjas

Cómo la almendra cotidiana

inoculó su presencia

su hábito cubierto de flores comestibles

en valles donde los equinos coitan

y el trapiche exhuma la violencia del alcohol

Cuándo la perversidad pasó sin lastimarte

acompañado de canes dispuestos a tu defensa

Dónde los suntuosos panes

celebraron tu premura

y con las fibras cordiales

alabaste su masa nutricia

Para quién desenvainaste tu espada de madera

y desplazaste los aros

la gendarmería de pájaros

el tizne de la noche estallada por bengalas

Por qué aún huele a canela

a clavo y a pimienta

a café molido

en la víspera de los quinqués

mientras el horno mantiene su infierno

y la tahona alivia la purificación de las pastas

Qué embeleso colmó entonces tu existencia


Hojas

(1)
Fue algún domingo inglés en los senderos

bajo el domo de los árboles

Ignoraba si la última llamada del verano es el otoño

y los humos de las carboneras

diluían su tizne en la giba del cielo

Todo era pulcro en el otoño inglés:

la hora sexta sobre el Carfax de Oxford

el arroyo que cruza el jardín del becario americano

las simétricas nalgas de una falda breve

Para entonces

no estaban los amigos

ni rondaban pacifistas en St.-Martin in-the-Fields

Kostas no decía los prodigios de Plaka

en un tabuco de Queens

ni las dependientas esmeraban su sonrisa

Protestaban



los obreros en Trafalgar Square

reacios a la modernidad ajena

y Theodorakis padecía con la mirada en el Egeo

No sé cuánto duró en mi alma aquel otoño

pero ya vuelca su miel sobre mis ojos

y en el embarcadero

un murmullo repite algunas noches:

Let’s forget any acquaintance!


Evángelos
para Niki, nuestra cronista en Creta
Evángelos murió en septiembre


como la palabra en la tinta
El mensaje nubló la sonrisa de mis hijos

Les digo que no le conocí

y la geometría del azar me contradice

Quizá mojamos nuestros dedos

en la fuente Morozini

alguna tarde camino de la Fortaleza

Acaso le escuché a hurtadillas

hablar del Taurocéfalo bajo el sol de la historia

o seguí sus pasos en el Megaron de la reina

No lo sé

Les digo que no le conocí

pero tampoco puedo asegurarlo

porque el otoño sella la memoria

Les digo también

que pudimos sentarnos

en medio de alguna callejuela

No hablaríamos mucho

rodeados por el vocerío de los niños y el busuki

Señalaríamos

sin azoro

alguna nube

sobre el mar incandescente

Insisto en que no le conocí

pero

ambos podríamos decir

que la pasión es el silencio

Ahora lo sé

Evángelos no murió en septiembre


como la palabra en la tinta
lo digo para mí

que espero

Y él

probablemente me susurra:

el mundo es icono de sí mismo


como la palabra en la tinta

desnuda y sola
Calibán
(10)

He aquí el futuro

que no responde a la ansiedad

ni da lugar a la neblina del olvido

He aquí lo que nos dejaste

Señor

en los reflejos de tu vastedad

sin dar motivo para recordarte

o considerar tu presencia en la silla de la montaña

Diste a uno más de lo necesario

Consistencia para las enfermedades

el polvo que descansa en sus objetos

Medraste a otro la oferta

El rendimiento de su manada

la autonomía del vuelo

su interés en la vileza

He aquí el futuro

nos dijiste

y no sé si te conocí entre los ingenuos

tendido en la playa como un padre de familia

a la espera de los rayos benignos

y de embarcaciones donde transportas emigrantes

Quizá elegiste un número para la fortuna

o bebías café

aparentando escuchar

en los estuarios donde flotan los fieles

ante tu elaborado caos

Ofreciste tareas y empleaste una legión

para cuidar la exactitud de las estaciones

la obesidad del ecuador

y la pulcritud del templo

He aquí el futuro

decías con arrogancia

cuando llegaste sin manos

De Las restricciones del cuerpo

(Fragmentos)


Ahora digo que ánimo y ánima conjuntos se tienen

entre sí, y por sí, forman una sola natura (…)
Lucrecio


Para Lêdo Ivo
*
Los límites

el contorno

los bordes de la piel al escalar la fiebre

la ceniza

entre los miembros y su eje

El movimiento

cartílago nutriente

sube en la bruma del recuerdo

y la agilidad del párvulo o del simio

es emoción para el trapecio

Pero la incertidumbre y la vida

determinan el visado

Aquel mozo que ansiaba el periplo asido al mástil

no permuta más poemas

ni recorre senderos cubiertos de hojarasca

Entonces

una alfombra sembrada de castañas

el esplendor arbóreo

y en el fondo de sus brazos el azoro

Entonces

el tiempo era futuro

con el mensaje de los mancos y los ciegos

o las llagas del crucificado

y la astilla del hueso

y el trance de mi sacrificio

Antes

en el camino al universo de las gasas

más allá del urinal

y los vapores de amoniaco

la certeza de lo impuro abrió su pasmo

las cofias y las batas

el cuerpo colmado de platino

la miseria personal tan abrumante

sin alivio ni resurrección

Mas

en el cuarto

donde el paso de las nubes

sólo era receptivo a la desdicha

los órganos se entrenaban para consultar a los augures

medir los fluidos

sopesar los alimentos

y navegar con la palabra

Después

hablé de las cartas amorosas de un profeta

al amparo de custodios

Del vagar untuoso de los cuerpos

De callejones eternos

y cadáveres al sol

No era el caso de esperar en los túneles

donde la turba gritaba camino de batallas dominicales

Tampoco de curar la herida del caído

o reprimir la violencia derramada

si la marea ocultaba a los sicarios

En aquel tiempo el agua cortaba los puentes

y veía el ciervo del parque

por entornadas ventanas donde moraron los poetas

En aquel tiempo ascendí a la Torre

por párrafos descritos

como no la vieron invasores

y la cerveza podrida corría en las catedrales

al dejar a su suerte una postal del mundo

Los edificios decrépitos

los domos con verdín

apenas otra pradera para cuervos

habituados a colgar sus excrementos

en las lianas del voltaje

Después volvía



al jardín de tulipanes

donde la perfección impedía ver los pederastas

en su labor sobre la vulva de las niñas

y los perros corrían liberados de correa

y las madres leían revistas cuidando las carriolas

alejadas del canto de los agentes de bolsa

*

Ahora

una emoción inicia el recorrido

y el calosfrío pone en movimiento los músculos drenados

Ahora

a la espera del zarpazo en la ribera corporal

arponeado en nosocomios

Ahora

sé que el cuerpo tenía límites

y la temperatura interior seguía leyes rigurosas

Las bragas que tanto inquietaban al banquero

cuando la doncella servía el té

y distribuía copas de jerez ahumado

Sus piernas que tanto endurecían nuestra vulgaridad

mientras ganaba el alquiler

y la madre sucumbía

eran pilares de placer y ocaso

El mayordomo aspiraba al pago puntual de la ginebra

los tutores se envolvían con lana

y ella iniciaba el preinfarto de los viejos profesores

saciados por la turgencia de sus senos

Sin embargo aquella muchacha también tenía límite

La linfa que fluía en la aurora

y el pecado escurrido de los pies a la cabeza

apenas le auguraban su derrame

Un venero desbordado

en el fondo de la dorada testa

*

Cómo olvidarnos del ciego y de su eco

que advertía tropiezos al chasquear la lengua

No lució desaliñado

No hizo nada impropio

Veía sin ver y una luz quebró su apócrifa mirada

mas las mujeres escondían los muslos

que él adivinaba

De los colores recordaba todo

De los sonidos

el del piano fue la infancia

Lleno era de conocimientos

y nadie resentía su juicio de la divinidad

Entonces

transitaba los territorios del recuerdo

y en las aguas flotaban otras materias residuales

pero

la balsa del profeta llegó a su corazón

Recorrimos las clínicas

los ambulatorios

los bancos de ojos y de sangre

en busca del revelador de imagen

Entre todas

apenas una dispuesta a cooperar

aunque ella misma requería atender su aborto

su cansancio

y el invidente la guió por las tinieblas de la depresión

con palabras de deseo

En la soledad sabatina

camino al dormitorio

yo imaginaba su talante inerte

y el bastón cruzando la alameda

Ahora

cuando paseo por el sendero

en la aglomeración de sombras

ahora

cuando el pasado se funde

en la imperfección de las rutas

ahora

la silueta de caderas recias y senos de manzana

pule las uñas de los académicos

clasificada como caso excepcional y divertido

Ahora los dos se encuentran

en un paso de gato de las nubes

y lanzan acertijos insolubles

*

El antiguo sanatorio se hizo de una santa

Los pasillos no guardan registro de los pasos de mis viejos

asolados por carencias hormonales

y la inconstancia del calcio

En los jardines

rosas antiguas abren los labios al sereno

amagadas por el golpe de gracia del jazmín

Entre camas de metal

atado a barandillas

un paciente se beneficia con el suero

y antibióticos de amplio espectro

No sé si el tomillo ayudará a mis bronquios esquilmados

por el polen y el granito

pero la sombra de la mujer recién llegada

es un rastro de pies que ignoran el camino

Hoy importa la calidad de la muerte

en el terreno de la beata

la posibilidad de los milagros

y mejorar la perspectiva de lo eterno

Camino al patíbulo

los campesinos esperan la sentencia clínica

o responden cuestionarios de salud

Entonces la santa vigila y pone todo en su sitio

la carrera del polvo

el perfume de la noche

la sonrisa del Capitán del cielo

y el hedor del contribuyente involuntario

recordado en el tiempo de los vivo

*

La putrefacción nocturna llega al cuerpo

Las entrañas se doblan en sí mismas

y la cólera también

No alcanzo la majestad de la bestia

tampoco su furor

El cuerpo tolerante

busca a tientas

el placer

Ahora le interrogo si valió la pena el goce

y responde que sólo eso le mantuvo

Ahora recuerdo el timbre de su voz

en el redoble

que acomete el gran suceso

Ahora le insisto en la pesquisa interna

y en la idea

Por las ascuas del sueño

la memoria baja del torrente

pierde los pasos

y observa las membranas infectadas

Así vuelve al silencio

y al amanecer

el óxido opaca la vidriera de los ojos

Esta es la frontera de mi carne

le respondo

y el muro sostiene la existencia

y la imaginación avanza a la estación de invierno

*

Cuánta aflicción puede mancillarnos

Cansa la espera en el portal

la multitud donde no ocurre el encuentro

Cansa al cuerpo la vigilia

la flama insatisfecha por tanto mandamiento

la singladura cotidiana

y cansa el misterio del clima

su asfixia

o la voluntad del manto níveo

Cansan los fallos

la hilvanada casualidad

y la muerte por iniciativa personal

Cuánta tortura

no es asunto de suicidas

es fábula tozuda

porque la verdad se nubla

Casi al abordar

en el último andén

o en la antesala

los obreros terminales alivian el peso

pulen su memoria

para eludir la ira de sus beneficiarios

Luego

esa descarga en los párpados viene con el fresco

esa tranquilidad de los rayos vesperales

ese delirio social de la filantropía

ese pulso extraviado

diferente al bullir de la palabra

Pero están allí

la curiosidad y el guiño

vistos tras las gafas

en butacas de teatros vacíos

Otros labios

quizá

son añorados

y apenas queda tiempo para deletrear

y esa restricción no es de los huesos

ni de la esponja cerebral en riesgo

ni del rigor de las extremidades

sino de la intemperancia del tiempo

*

Qué te impide matar

preguntó el padre al cazador bisoño

al golpear la aguja el percutor

y el proyectil silbaba dentro del cañón

y el plomo atravesaba el viento estanco

y la carne reventaba con pérdidas irremediables

al entrar la muerte a saco

y tomar por asalto al animal

Después

una sensación de finitud invadía el cuerpo del joven

Qué te impedía aceptar el consejo de los dioses

eficaces en dosis frecuente hasta la llegada del vahído

Y después de tantos años

la interrogante sigue suspendida

No se alarme

ilustra el consejero

al reducirse el ritmo cordial

donde las fibras rugen por el asma

Pero es el recuerdo del disparo

alojado en la gaviota

el que vuelve

como la frase de mi padre apoyado en el encino

en tanto el humo de las hojas aromatiza un sueño

y él parte

otra vez

con su abrigo grueso bajo el relente de diciembre

en la oscuridad de mi mente

*

Ha perdido las vénulas

dijo el mendigo culto a los padres del herido

El riesgo es alimento

aunque las causas de la mancha azul en el anémico

y la estadística de la vida

son insuficientes

concluyó el disertador

Los polos del planeta eran los brazos de la madre

y el niño se limitaba a respirar sin convicción

Fue el momento de ver señales en el iris

cíngulos y meteoros nimios

al fundirse el marcapaso con voces en el cuarto blanco

y ya no sintió nada

y se desentendió del cuerpo

sólo en el atrio

el harapiento aún daba consuelo a los transeúntes

y merecía la gracia del Todopoderoso

Hablemos por ello de cuánto resiste la materia

siempre sujeta al pronóstico de los hechiceros

y al tratamiento de las mujeres sabias

Pensemos en los malestares

en la pena incontenible del silencio

Pensemos en nosotros mismos

si se quiere

en el vecino de cama

vacío de secretos vesicales

apesadumbrado por constante gozo

llevado hasta su lecho de sábanas rotas

donde las cuitas le corroen

y nada dice para no aceptar presencias parcas

Hablemos de los mensajeros de la ciencia

al llegar disimulados sacerdotes y óleos

para reconfortar la atrofia

en la despedida que hace de las vísceras un circo

Por qué no hablamos de eso

*

Uno puede imaginar de quién es la voluntad

si la higiene solar llega a la piel

De quién

el impulso para abarcar la hora

y los presagios

De quién

la vehemencia de los cuerpos juveniles

atados a sí mismos

en medio de la tormenta

De quién la voluntad al ver tus ojos

el propósito de no enmendar pasiones

y el hambre de tu esencia declinante

De quién

el desasosiego

Y esa ansiedad que cruje en el pecho

en la cuaderna antigua

de quién es

De quién la soledad de aquel estío

prolongado hasta el otoño

con la misma percepción del tiempo bonancible

apenas limitado por la realidad de piedra

De quién la aventura

la sordidez del sueño

la tentación y los ultrajes

Dónde los límites del espíritu

inquiría el navegante

y sin respuesta regresó a mal puerto

marchito por la ausencia del océano

*

Era una mañana de domingo

y el día atracaba pudoroso en la ventana

No preguntamos por el alma

preguntamos por nosotros

Todo lo poseído estaba allí

ignorados por el Espíritu Santo

Entraron las campanas

con el árbol del vecino

porque éramos dueños de la arcilla

Los ritos domésticos se amotinaron

mas no restringimos el acceso a nuestro ser

ni apareció la Segunda persona

Luego

vino la vaguada

y fue vista el alma

caminando por la playa

Con un canto

el sol se puso al centro

Así lo supimos

la disputa iba a venir

en la semilla

y los vicios consumados

Acaso la mente es el ánima

aludiste presurosa

mientras tu cuerpo tierno caía en cama

Un aire narcótico bajó

y se disolvían los bienes y entornabas los párpados

Yo te veía igual a la primera vez

cubierta por la ferocidad del verde

y las naos a vela surcaron de nuevo la corriente

Después

anticipamos el mordisco del tiempo

a nuestros cuerpos

antes del óbito y la caída

*

Confiesa que temes perder el cuerpo

por vagar en la orilla de los ríos

Confiesa que dejas huella en las baldosas

y el miasma desciende al remolino

en una dualidad

Confiesa que la perla de la ostra

conserva el grano primigenio

Confiesa cómo el susurro del aliento

silba en la textura del espanto

Confiesa haber oteado la grieta

para avistar el avance del olvido

el corto pabilo que incinera las alas

entre rayos clavados en la pupila de los santos

Confiesa que nunca hubo tal revelación

y expandir la conciencia es tu forma de sanar

y sustraer la emoción en el contrario

Confiesa el recorrido

y aguarda humillado la llegada del perdón

No te despiertes más


Poemas dispersos

Albamar
a la memoria de Fernando Ferreira de Loanda
Albamar es sitio conveniente

para hacerse de moneda antigua

y verla circular en nuestros sueños

Hay figas

herrajes de una puerta imaginaria

clavos de la Santa Cruz

y ganas de hacer nada alrededor del kiosco

Arriba

con el fragor de platos en cascada

los comensales trinchan frutos

Armados crustáceos enfurecen

sobre valvas

y la tinta de los pulpos se hacen oda

Coleccionistas de domingo yerguen la testa

en busca de arroces y mandioca

mientras

ojos de pescado en las neveras

testimonian la pureza de los tragos

la marea creciente de un gol del Fluminense

la sonrisa imaginada por Vinicius

Apenas perceptibles en el hemisferio sur

cuando octubre completo

arroja su entraña en la Bahía de Guanabara

Apenas la memoria desliza un verso

escalera abajo hasta la plaza

donde aguarda una nostalgia

sin interés compuesto

segmentada con equidad

en treinta más un gajos


El sabor de Dios
para Gonzalo Rojas
Provisiones para el cuerpo

y la ración de luz

llegan como la malicia

desde el centro de nuestro corazón

Baja el jugo de malvas

por tu pecho

y ejercitas en él palabra y cólera

Una sandalia en la arena

un siseo que nos recorre

pero ignoramos si toda estación tiene manjares

Sabemos



de la desolación de dos mujeres

de sus alforjas con plata

Sabemos de caracolas

arrancadas con barreta

de insectos adobados sobre salsa de hoja santa

y sabemos del bronce

al abrir paso en las entrañas

mientras un vino del color del mundo

cae en el cuenco de tus manos

Sabemos del aliento misericordioso

que hace la marea de las ciudades

y sabemos tanto de lo no importante

"Hábleme usted seriamente"

reclama el emigrante

para extender manojos de cilantro

sobre el lecho

Luego

la cópula de las especies

sobre la tarde escarnecida

tiñe la mesa de sangre y la llena de sabores

"Traiga pan de muerto"

demando

"Por supuesto"

se escucha decir en el María Sabina

y vuelves tus ojos de bosque sobre mis heridas

y preguntas si tienen algo con el sabor de Dios:

"Por supuesto"

te responden

"Por supuesto"


25 de noviembre
Cuando el año quiebra la cintura

y los desastres interiores

ilustran nuestras vidas

la familia Tanaka recorre el estero

y todo el 25 de noviembre

Mishima preparó su muerte el mismo día

Para ello:

abrió obsesiones por el bajo vientre

y entregó su inteligencia a la decapitación

La familia Tanaka cumple con sus tradiciones:

rescata las pequeñas especies

respeta la vejez

y no aspira al coraje del séppuku

Adopta fábulas menos terribles

y duraderas

Procura leer poco a Mishima


Datos vitales
Jorge Ruíz Dueñas nació en Guadalajara en 1946, pero arraigado desde su infancia a Baja California, es poeta y narrador. Hizo estudios de posgrado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha sido secretario técnico del CONACULTA; director de Tierra Adentro (nueva época), del IMER y de Talleres Gráficos; gerente general del FCE y director general del Archivo General de la Nación. Es Autor y coautor de quince obras de carácter académico y del libreto Tierra final (cantata para soprano y orquesta de Daniel Catán). Mereció distintos reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía Manuel Torre Iglesias 1980 por Tierra final, Premio Nacional de Periodismo en divulgación cultural 1992, otorgado por el Gobierno de la República. Premio Xavier Villaurrutia 1997 por Habitaré tu nombre y Saravá. Ha publicado el volumen de cuento Las noches de Salé, los libros de ensayo Tiempo de ballenas, Cultura, ¿para qué? Un examen comparado, la novela El reino de las islas y los poemarios: Espigas abiertas, Tierra final, El pescador del sueño, Tornaviaje, Antología pessoal, El desierto jubiloso, Guerrero negro, Habitaré tu nombre, Saravá, Carta de rumbos 1968-1998, Celebración de la memoria, Cantos de Sarafán.


sábado, 7 de septiembre de 2013

GOROSTIZA. MUERTE SIN FIN.


Para todos mis amigos blogueros, de Facebook, twitter, les recomiendo este trabajo sobre MUERTE SIN FIN, del poeta mexicano José Gorostiza, poeta del grupo Los contemporáneos. Excelente análisis literario.

© Julio César Aguilar 2009
Discurso neobarroco en Muerte sin fin
“… así como Venus nace de la espuma, la poesía nace de la voz.”
José Gorostiza
“¿… cuál es el gusto predominante de este tiempo nuestro, tan aparentemente
confuso, fragmentado, indescifrable? Yo creo haberlo encontrado
y propongo para él también un nombre: neobarroco.”
Omar Calabrese
“Está la flor de la muerte
brillando sobre la tierra,
y con su esencia perfuma
el aire todos los aires:
los rincones de la vida
donde se deshoja eterna.”
Julio César Aguilar
Obra poética fundamental surgida en el México del siglo XX, bajo la autoría del
escritor tabasqueño José Gorostiza (1901-1973), ha sido y continúa siendo aún Muerte
sin fin, de la cual existen numerosos estudios críticos que se han venido sumando desde el
momento de su publicación en 1939 hasta nuestras fechas, y de la que proponemos una
relectura de la misma partiendo de los conceptos y teorías del neobarroco. La mayoría de
las investigaciones a las que pudimos tener acceso —y que no son pocas—se centran en
desentrañar el significado del texto, y en la que observan asimismo su parentesco con la
obra de otros autores como Góngora, Sor Juana y Valéry, principalmente. Sin embargo,
ninguno de los estudiosos hasta el momento actual ha relacionado el texto de Gorostiza
con el término “neobarroco”, motivo por el cual nos hemos dado a la tarea de escudriñar
la obra mediante una lectura cuidadosa, para aseverar que entre sus versos se encuentran
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presentes elementos de la estética neobarroca. En otras palabras, podemos expresar que
Muerte sin fin es un poema neobarroco tanto en su estructura como en su temática, por lo
que tendremos que explicar en su momento las características principales del Neobarroco,
pero comentemos primero algunos aspectos en términos generales sobre ese poema que
ha dado tanto de qué hablar, no obstante “la modestia y el retraimiento ejemplares del
autor, que no se desviv[ía] por publicidades necias… [y] la dificultad misma del poema
que demanda una preparación muy singular del lector” (Godoy 11). Caso el de Gorostiza
que recuerda y pudiera compararse, en ese sentido, al del otro mexicano —aunque
narrador— Juan Rulfo. Igual que este último, Gorostiza sólo publicó dos obras de
creación importantes: el poema al que hacemos referencia en la presente investigación,
Muerte sin fin, y catorce años antes, en 1925, Canciones para cantar en las barcas,
conjunto de poemas en su mayoría breves.
Precedido por tres epígrafes bíblicos tomados del libro de los Proverbios, el
poema al que se alude consta de diecinueve segmentos de versos libres y blancos en su
mayoría, aunque con predominio del endecasílabo y heptasílabo. Ramón Xirau opina que
“[t]anto si nos atenemos a la estructura exterior de Muerte sin fin como si penetramos en
su organización formal, la impresión que sacamos de la lectura es de que se trata de un
poema-río, un poema que crece y progresa con el tiempo” (56). Efectivamente es un texto
de largo aliento cuya suma de cantos conforma un pequeño libro de profundas
significaciones filosóficas, “poema de la luz que arroja conocimientos sobre nuestro
desamparo cósmico; sobre el escaso pero refulgente vivir” (Fernández 18), pues el tema
central de dicho poema es, en última instancia, el del eterno proceso de la muerte que late
constante en el espacio interminable del tiempo. Según Evodio Escalante
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[e]l poema de Gorostiza quiere devorar el infinito —derrotar a la muerte.
Es a la vez exaltación lírica de la luz y gemido agobiado de la criatura,
monólogo de la inteligencia y epopeya de la imaginación, escenificación
de la condición “caída” del hombre y supremo intento de reconciliarlo con
la esfera suprasensible. (15)
Los primeros versos de la parte inicial del poema nos remiten a un hablante lírico,
en primera persona, que expone un conflicto de índole existencial en manos de un ente
externo, y que dará pie a una serie de eventos en los que la imagen del agua y el vaso
serán recurrentes, a manera de leitmotiv:
Lleno de mí, sitiado en mi epidermis
por un dios inasible que me ahoga,
mentido acaso
por su radiante atmósfera de luces
que oculta mi conciencia derramada,
[…]
No obstante —oh paradoja— constreñida
por el rigor del vaso que la aclara,
el agua toma forma. (Gorostiza 107)
Como puede observarse en los versos anteriores, Gorostiza parte de un Yo que
pretende englobar a la humanidad, de un Yo impreciso y en cierto modo ficticio, ya que
nada personal —de él, del hombre llamado José Gorostiza— se deja ver
en el poema; nada como no sea, claro, el participar en la desolación del
ser. Al igual que Góngora, el individuo se evade para dejar en estado de
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pureza dramática al verso, puesto en libertad de confrontarse a sí mismo
con el universo del cual es imagen soñada. (Fernández 18-19)
En la opinión, deslumbrante casi siempre, de Octavio Paz, Gorostiza pertenece a
la clase de poetas que saben contenerse —pues recuérdese su escasa producción
literaria— y que sólo escriben cuando sienten que la idea del texto está lista o ha
madurado lo suficiente como para vertirse en su escritura (85). Más adelante, el mismo
Paz ofrece su interpretación del poema:
En las primeras estrofas del poema el poeta “se descubre en el agua”, esto
es, en la substancia derramada, informe por naturaleza y que no es sino
tiempo: mero transcurrir. Pero ese ser disperso —agua, tiempo— madura
en una forma: la del vaso, la de la conciencia. La coincidencia entre forma
y substancia se da como una maduración del tiempo. (87)
Pero volviendo al planteamiento inicial de este ensayo, en el que propugnamos
por la lectura neobarroca de Muerte sin fin, resulta pertinente entonces hablar ahora de
los principales atributos de esa estética o por lo menos definir a grandes rasgos sus
cualidades intrínsecas. De acuerdo a Omar Calabrese, estudioso del tema en su libro La
era neobarroca,
[e]n qué consiste el “neobarroco”, se dice rápidamente. Consiste en la
búsqueda de formas —y en su valorización— en la que asistimos a la
pérdida de la integridad, de la globalidad, de la sistematización ordenada a
cambio de la inestabilidad, de la polidimensionalidad, de la mudabilidad.
(12)
5
Búsqueda la que menciona Calabrese que bien pudiera insertarse dentro de los
componentes del fenómeno postmoderno en términos de su historicidad. En el terreno
literario, por otra parte, “neobaroque is a term that has been largely credited to Severo
Sarduy, and it refers to a style marked by its complexity, its lack of external referentiality,
or its focus on the textual surface and on the metalinguistic aspects (Kuhnheim 116). A
Muerte sin fin, como se expuso ya anteriormente, se le ha comparado por su estructura y
complejidad barrocas a las Soledades, en la medida en que “[e]n Gorostiza hay ecos de
Góngora y del romance español” (Rubín 180). Sin embargo, dadas las diferencias obvias
de épocas entre uno y otro autor, ¿no sería mejor, y a la vez más acertado, estudiar o al
menos referirse al texto del mexicano como un poema neobarroco? Pero no es solamente
el lapso de tiempo lo que distingue a ambas estéticas, sino que, además de eso, explica
Roberto Echavarren en el último párrafo del prólogo a Medusario:
La poesía barroca y la neobarroca no comparten necesariamente los
mismos procedimientos, aunque ciertos rasgos pueden ser considerados,
por sus efectos, equivalentes. Lo que comparten es una tendencia al
concepto singular, no general, la admisión de la duda y de una necesidad
de ir más allá de las adecuaciones preconcebidas entre el lenguaje del
poema y las expectativas supuestas del lector, el despliegue de las
experiencias más allá de cualquier límite. (17)
Bajo esta premisa nos acercamos nuevamente al texto de Gorostiza, en cuyos
versos transita la inteligencia, desde la sensibilidad poética de su autor, por los recovecos
de los vocablos e imágenes que insisten en el juego de la abstracción:
¡Oh inteligencia, soledad en llamas,
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que todo lo concibe sin crearlo!
Finge el calor del lodo,
su emoción de substancia adolorida,
el iracundo amor que lo embellece… (119)
Partiendo de un análisis estructural del texto, el lector se enfrenta ante una obra
metafóricamente arquitectónica que remite a las fortalezas de las catedrales europeas del
Siglo de Oro español, en cuyos relieves la saturación de formas se expande en busca de
múltiples significados. Jill S. Kuhnheim sostiene que en el aspecto literario
[the] complicated neobaroque style of writing is frequently so elaborate or
condensed that it exemplifies the poetic use of other structural elements
(such as space, line break, or sonority) to create an alternative “language”
that brings the issue of representation to the forefront. This is one of the
links between the baroque and the postmodern: both styles constantly
remind us that we cannot have unmediated access to reality. (11)
Varios autores, estudiosos de la materia, utilizan a veces indiscriminadamente casi
como sinónimos los términos barroco y neobarroco. Sin embargo creemos que resulta
más apropiado considerar una obra moderna con elementos barrocos como neobarroca,
ya que de esa manera contribuiremos a despejar las confusiones que la terminología
pueda generar.
El ensayista y catedrático de la Universidad Pedagógica Nacional de México,
Samuel Arriarán, se dedica a explorar en la segunda parte de su libro Barroco y
neobarroco en América Latina, la obra de algunos escritores latinoamericanos que
considera neobarrocos. Allí menciona, entre otros, a García Márquez, Carlos Fuentes,
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Borges, y al poeta Xavier Villaurrutia, quien fuera también miembro del grupo
Contemporáneos al que pertenecía de igual manera José Gorostiza. Resulta curioso
observar que Arriarán repare en los elementos neobarrocos de algunas obras de esos
autores, y no obstante la cercanía generacional y geográfica en el caso de Villaurrutia,
omita la poesía de Gorostiza. ¿Será que cada investigador busca y encuentra, al final de
su labor, lo que en última instancia quiere ver? Sin lugar a dudas, por otra parte, Arriarán
tiene razón cuando expresa que frente a la realidad innegable de la globalización “el
concepto de neobarroco es más pertinente y eficaz en la situación posmoderna en que
vivimos” (22), en el caso particular de Latinoamérica, pues es en esta parte del continente
donde surge por primera vez la nueva tendencia de la poesía neobarroca, dadas las
condiciones socioeconómicas imperantes de las naciones que lo conforman. Ante esa
realidad histórica, tal vez los escritores neobarrocos “write against the mass-market
models of consumption and advocate a slower, more attentive and measured reading that
highlights the particularity of poetry and extends the limits of language” (Kuhnheim 11).
Algunos de los rasgos distintivos que identifica Kuhnheim en la obra neobarroca
de los escritores hispanoamericanos es la apariencia “decorative, fascinated with excess,
and filled with figures such as anamorphosis, and they evidence a desire to exploit
multiple possibilities in every word” (117).
De acuerdo a Calabrese, el neobarroco se caracteriza por ciertos principios que él
mismo menciona desde el punto de vista filosófico en grupos binarios, tales como el
ritmo y la repetición, el límite y el exceso, el detalle y el fragmento, la inestabilidad y la
metamorfosis, el desorden y el caos, el nodo y el laberinto, la complejidad y la
disipación, la distorsión y la perversión, y lo infinito y lo indefinido o lo que Calabrese
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también denomina el poco más o menos y el no sé qué (92-100). Echavarren, por su
parte, considera que
[l]a poesía neobarroca es una reacción tanto contra la vanguardia como
contra el coloquialismo más o menos comprometido. a) Comparte con la
vanguardia una tendencia a la experimentación con el lenguaje, pero evita
el didactismo ocasional de ésta… la poesía neobarroca promueve la
conexión gramatical a través de una sintaxis a veces complicada. b)
Aunque pueda resultar en ocasiones directa y anecdótica, la poesía
neobarroca rechaza la noción, defendida expresa o implícitamente por los
coloquialistas, de que hay una “vía media” de la comunicación poética.
(13-14)
Lenguaje concentrado en sí mismo y a la vez multiplicándose entre las figuras
retóricas es el de Muerte sin fin, poema en cuyo discurrir y a decir de Mordecai Rubín,
quien compara y contrasta la obra de Gorostiza y Góngora,
“la acumulación de epítetos y de imágenes; la complicación de la metáfora
por la intervención de un recuerdo personal; la antítesis y la predilección
por el endecasílabo musical, todo es característico de ambos poetas. Pero
si Gorostiza ha querido alcanzar o recrear la intensa atmósfera culta y pura
de Góngora, ha buscado métodos más aceptables al oído y al genio
españoles. Su léxico es enorme, pero no inventa mucho, por contraste con
los cultismos etimológicos y sintácticos de Góngora (200).
Gorostiza parece encontrar cierta fascinación por la palabra de acentuación
esdrújula, que le imprime evidentemente un ritmo al verso por su sonoridad, como si se
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tratara de una sinfonía verbal. Entre dichos vocablos, pueden mencionarse, entre muchos
otros, los siguientes: atmósfera, atónita, ángeles, agónica, cánticos, cúmulo, pájaros,
cándidas, mónologos, tímidas, altísimo, mínimo, cóncavo, espíritu, catástrofe. La
cadencia presente en las estrofas del texto, nos remite a la predilección de Gorostiza por
la música, y a la vez confirma y refuerza sus propias ideas que escribió en las “Notas
sobre poesía”, al mencionar que
[s]i la poesía no fuese un arte sui generis y hubiese necesidad de
establecer su parentesco respecto de otras disciplinas, yo me atrevería a
decir aún (en estos tiempos) que la poesía es música y, de un modo más
preciso, canto… La historia muestra a la poesía hermanada en su cuna al
arte del cantor; y más tarde, cuando ya puede andar por su propio pie, sin
el sostén directo de la música, esto se debe a que el poeta, a fuerza de
trabajar el idioma, lo ha adaptado ya a la condición musical de la poesía,
sometiéndolo a medida, acentuación, periodicidad, correspondencias. (13-
14)
Visto, o mejor dicho juzgado —y con mucha razón, desde luego— por la crítica y
sus lectores como un texto filosófico, metafísico, hermético, místico, ambiguo,
intelectual, irónico, nihilista, esotérico, cabalístico, mítico, enigmático, la supuesta
dificultad del poema de Gorostiza, según Paz, se sustenta en su claridad. Para el Premio
Nóbel, paradójicamente, esa circunstancia obstaculiza el entendimiento cabal del poema,
aunque por otro lado sin esa dificultad el texto no existiría (85-86).
En entrevista realizada allá en la década de los sesentas con Gorostiza, el crítico
literario Emmanuel Carballo le cuestiona sobre el significado de ése su poema-libro.
10
“¿Qué es y qué quiere decir Muerte sin fin?” (256), interroga Carballo; a lo que el poeta
acierta a responder:
No sé ni qué es ni qué quiere decir Muerte sin fin, lo ignoro. Las
especulaciones de estudiosos que han querido desentrañar este punto
(haciendo favor inmerecido a la obra) cuentan en mí con su primer lector
estupefacto. A mí sencillamente se me ocurrió (y no era ninguna novedad)
que la vida y la muerte constituyen un solo proceso unitario y que cada
una de ellas, muerte y vida, podía ser admirada en toda la esplendidez de
su desarrollo desde la orilla opuesta. (256)
Hemos dicho desde el principio que al poema de Gorostiza se le ha equiparado
con las Soledades de Góngora. Veamos un fragmento de la Soledad primera:
Era del año la estación florida
en que el mentido robador de Europa
(media luna las armas de su frente,
y el Sol todos los rayos de su pelo),
luciente honor del cielo,
en campos de zafiro pace estrellas,
cuando el que ministrar podía la copa
a Júpiter mejor que el garzón de Ida,
náufrago y desdeñado, sobre ausente,
lagrimosas de amor dulces querellas
da al mar, que condolido,
fue a las ondas, fue al viento
el mísero gemido,
segundo de Arïón dulce instrumento.
En la opinión de Raúl Romero, “[n]o es la exuberancia lo que necesariamente
caracteriza al barroco, sino la extremosidad, la ansiedad de la abundancia y de la
dificultad”. En ese sentido, los versos de Góngora son un claro ejemplo. Por su parte,
Ramón Xirau encuentra en Muerte sin fin los atributos que logran su perdurabilidad a
11
través del tiempo, los gustos, los estilos y las costumbres, y en ese aspecto lo compara
con las obras de Góngora y de Sor Juana (55). Hay innegablemente, en la obra de
Gorostiza, cierta influencia del poeta culteranista español. En uno de sus cantos, el autor
de los Contemporáneos expresa:
En la red de cristal que la estrangula,
el agua toma forma,
la bebe, sí, en el módulo del vaso,
para que este también se transfigure
con el temblor del agua estrangulada
que sigue allí, sin voz, marcando el pulso
glacial de la corriente.
Pero el vaso
—a su vez—
cede a la informe condición del agua
a fin de que —a su vez— la forma misma,
la forma en sí, que está en el duro vaso
sosteniendo el rencor de su dureza
y está en el agua de aguijada espuma
como presagio cierto de reposo,
se pueda sustraer al vaso de agua… (Gorostiza 132)
De entre algunas de las similitudes que comparten ambos textos —el de Gorostiza
y el de Góngora— pudieran mencionarse el uso de frases o períodos largos, la
interposición de aposiciones que rompen la continuidad del discurso, el hipérbaton, la
repetición de ideas o versos, la proliferación de léxico y la anfibología, es decir la figura
que consiste en emplear cláusulas de doble sentido (Rubín 201). Además, como apunta
Romero, “la escritura enigmática constituye otro de los procedimientos claves de la
poética barroca. El enigma como esencia del texto”, y que en la obra de los dos poetas es
de sobra evidente.
Muerte sin fin, libro publicado en 1939 como ya dijimos, ¿tendrá algún
parentesco, alguna posible relación con Muerte de Narciso del también poeta neobarroco
12
Lezama Lima, y cuya publicación ocurrió dos años antes que la del mexicano?
Interesante resultaría investigar, indagar correspondencias entre ambas obras, pero éste ya
es tema para otro estudio.
Definitivamente el poema de Gorostiza pertenece a aquellos textos a los que se
vuelve siempre, los que exigen la relectura y merecen una reinterpretación. Discurso
proliferativo, que se expande ilimitado tras cada verso, es el de Muerte sin fin. Es decir,
confesémoslo: discurso neobarroco.
13
Obras citadas
Aguilar, Julio César. Brevesencias. Guadalajara: Gob. del Edo. de Jalisco, 1996.
Arriarán, Samuel. Barroco y neobarroco. Estudios sobre la otra modernidad. México:
Ítaca, 2007.
Calabrese, Omar. La era neobarroca. Trad. Anna Giordano. 2ª. ed. Madrid: Cátedra,
1994.
---. “Neobarroco.” 2 Barroco y neobarroco. Ed. Christine Buci-Glucksmann y Francisco
Jarauta. Madrid: CBA, 1992.
Carballo, Emmanuel. Protagonistas de la literatura mexicana. 1965. México: Ediciones
del Ermitaño, 1989.
Echavarren, Roberto. Prólogo. Medusario. Muestra de poesía latinoamericana. Ed. de
Roberto Echavarren, José Kozer y Jacobo Sefamí. México: FCE, 1996.
Escalante, Evodio. José Gorostiza. Entre la redención y la catástrofe. México: Juan
Pablos, 2001.
Fernández, Sergio. Homenajes a Sor Juana, a López Velarde, a José Gorostiza. México:
SEP, 1972.
Godoy, Emma. Sombras de magia. Poesía y plástica. México: FCE, 1968.
Góngora y Argote, Luis de. Soledades. Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. 20 abril
2009 25095209079/ p0000001.htm#I_2_>.
Gorostiza, José. Poesía. México: FCE, 1992.
14
Kuhnheim, Jill S. Spanish American Poetry at the End of the Twentieth Century. Austin:
University of Texas Press, 2004.
Paz, Octavio. Las peras del olmo. 1957. Barcelona: Seix Barral, 1971.
Romero, Raúl. “Barroco y Neobarroco. Naturaleza, apoteosis, dificultad, oscuridad.”
Babab. Nov. 2003 .
Rubín, Mordecai S. Una poética moderna. México: UNAM, 1966.
Xirau, Ramón. Poesía iberoamericana contemporánea. México: CONACULTA, 1995.

lunes, 2 de septiembre de 2013

JAIME LABASTIDA. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1996. POESÍA.

Jaime Labastida nació en Los Mochis, Sinaloa, el 15 de junio de 1939. Es Poeta y ensayista. Doctor en filosofía. Miembro numerario y actualmente presidente de la Asociación Filosófica de México y de la Academia Mexicana de la Lengua, donde ocupa el cargo de tesorero. Socio Honorario de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Miembro de número de El Colegio de Sinaloa. Miembro del grupo "La Espiga Amotinada". Ha merecido reconocimientos como los siguientes: Premio Jaime Sabines 1980 y Premio Internacional de Poesía Ciudad de la Paz 1981 por Las Cuatro estaciones. Premio José Joaquín Fernández de Lizardi 1985 otorgado por el Club de Periodistas por artículos de fondo publicados en Excélsior. Premio José Fuentes Mares 1987 por Obsesiones con un tema olvidado y Las cuatro estaciones. Premio Nacional de Periodismo 1992 por artículos de fondo. Premio Xavier Villaurrutia 1996 por Animal de silencios y La palabra enemiga. En 1999 recibió del gobierno francés la Orden de las Letras y las Artes en grado de Caballero, por su carrera literaria y su trayectoria como promotor de la cultura y las ciencias. Premio Ocho Columnas de Oro 2000. Recibió la Cruz al mérito de la República Federal de Alemania, otorgada por el Presidente de esa República. Doctor honoris causa por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y por la UAS.
Algunos de sus poemarios son El descenso, FCE, Letras Mexicanas, 1965; La feroz alegría, FCE, Letras Mexicanas, 1965; A la intemperie, Joaquín Mortiz, 1970; Obsesiones con un tema obligado, Siglo XXI, 1975; Las cuatro estaciones, Siglo XXI, 1981; Plenitud del tiempo, SEP, Lecturas Mexicanas, 1986; Toda la muerte (grabados de Francisco Moreno Capdevila), Ciclonte, 1989; Dominio de la tarde, Siglo XXI, La Creación Literaria, 1991; Animal de silencios, FCE, 1996; Elogios de la luz y la sombra, Aldus, 1999.


Los dejamos con un poema de Jaime Labastida y una muy interesante crónica fotográfica del evento, cortesía de Pascual Borzelli Iglesias.


EL JÚBILO SE ENCIENDE
La memoria es una piel que tu recuerdo llaga,
una herida de torpe geometría,
es una carne, un nervio vivos.
Lacerada memoria donde el fuego
es la violenta agua apaciguada.
Miro así tu jadeo,
en ese mar, en esas olas me hundo.
Qué hermosa sed que nunca más se sacia,
qué agua: no apagas sino incendias.
Tu cuerpo resplandece con mi yesca;
tallo tu imagen de carbón
y es fósforo, sol, óxido el que brota
de esta chispa de luz.
Rescoldo quedan nuestros cuerpos y aluzamos
todo cuanto habita la pieza.
El júbilo se enciende.
De los cuerpos que se besan
viene este parto de la brasa.
Los objetos adquieren sus perfiles de gracia
y desdeñan la sombra.


FUENTE: http://circulodepoesia.com/nueva/2009/06/portarretratos-no-10-jaime-labastida/

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SILVINA OCAMPO CUENTO LA LIEBRE DORADA

 La liebre dorada En el seno de la tarde, el sol la iluminaba como un holocausto en las láminas de la historia sagrada. Todas las liebres no...

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