jueves, 15 de agosto de 2024

Bernárdez José M.a Alonso Gamo Tres poetas argentinos: Marechal M olinari - Bernárdez Madrid 1951 FRAGMENTO

 



Bernárdez

José M.a Alonso Gamo

Tres poetas argentinos:

Marechal

M olinari - Bernárdez

Madrid 1951

PROPIEDAD RESERVADA

IMPRESO EN ESPAÑA

INDICE

P áginaa

MARECHAL

I.*—El ambiente ...................................................................... 7

II.'—El caballo .............................................................. 9

III.—El hombre ...................................................................... 13

IV.—La tierra .......................................................................... 17

V .—La expresión ................................................................. 20

V I.—Lindes de la expresión .............................................. 29

La palabra ............................................................ 29

Metáfora e imagen .............................................. 33

Adjetivación............................................................ 37

VIL—Hombre en profundidad ......................................... 39

VIII.—Sondeos de evasión ................................................... 48

MOLINARI

I.*—Molinari y su mundo .............................................. 57

II.—El viento y la pampa .............................................. 64

El Sur ...................................................................... 65

La llan u ra ................................................................. 67

Ríos y caballos ................................................... 70

El cielo ..................................................................... 73

III.—El viento en la distancia .......................................... 75

La persona ............................................................ 77

La soledad ............................................................. 79

El am o r...................................................................... 80

Recuerdo y olvido .............................................. 83

El sueño ................................................................. 85

La muerte ................................................................. 87

IV .—Mundos de la madrugada .......................................... 90

BERNARDEZ

I.*—Personalidad 95

II.'—El buque ........................................................................... 98

III.—La palabra .......................................................................... 106

IV.—La voz .................................................................................... 111

V .—Lo formal ................................................................. 116

VI.—Los elementos ..................................................................... 126

VII.—La noche ............................................................................... 131

V III.—El Ser .................................................................................... 137

IX.—Del alma y del corazón .............................................. 142

X .—“La ciudad sin Laura" .................................................. 148

XI.—Presencia de Dios ............................................................ 155

XII.-—Colofón musical ................................................................. 160

MARECHAL

I .— E l a m b i e n t e .

Se dan frecuentemente en los poetas determinadas preferencias,

cuyo origen hay que buscarlo en el medio ambiente

o en profundas e ineludibles inclinaciones del corazón. Dichas

preferencias pueden ser de dos órdenes: vital o teórico.

Las experiencias de orden vital son la consecuencia necesaria

e inmediata de nuestro paso por la vida y en ellas

viene a apoyarse en definitiva toda posición teórica que

haya de tener alguna raigambre. Las inclinaciones del corazón

no se sabe nunca bien a qué secretas razones obedecen,

pero lo cierto es que existen y que influyen, acaso con más

fuerza que nada, en la obra de escritores y poetas.

No le bastó a Ricardo Güiraldes el haber vivido la vida

de la pampa argentina; le fué necesaria su larga estancia

en el extranjero para que la nostalgia de la llanura y los

recuerdos de la infancia fuesen cuajando en una decantada

visión, que le llevó a conseguir su magnífico Don S e g u n d o

S omb ra . Don Segundo no es, y a lo dice su nombre, el primero,

el protagonista. El primero es él, Güiraldes en persona,

soñándose protagonista. Protagonista cuyos deseos van

reflejándose en una sombra que queda en segundo término:

Don S e g u n d o . Por eso el libro de Güiraldes es fundamentalmente

la proyección de una dimensión humana sobre la

pampa.

También Leopoldo Marechal ha proyectado sobre la pampa

su dimensión humana; también se ha sentido atraído y

envuelto por ella, por esa pampa interminable que con tal

fuerza se apodera de las almas de quienes la viven, Pero

hay que vivirla intensamente. Hay que irla guardando día

a día en los ojos y en el sueño para que reviva y fructifique

en la obra de un poeta.

La pampa es larga, inmensa, no tiene otra medida que

su longitud y su profundidad. Por eso no llegan a comprenderla

ni el que la atraviesa demasiado a prisa —en

tren o en automóvil—', ni el que la atraviesa demasiado

despacio, a pie, el “linyera”. El linyera está demasiado dominado

por la pampa, pegado a ella; es como si fuera un

elemento integrante de la misma, pero sin la amplitud suficiente

de movimientos para abarcarla y comprenderla, sin

la atalaya del caballo que le dé la pequeña libertad y dominio

que eso significa.

Quien la surca veloz se desliza, como el viajero de un

gran transatlántico sobre el mar, a demasiada distancia, sin

tomar contacto ni cobrar intimidad con ella. Y lo mismo

que al mar no se le siente más que en las pequeñas barcas

de pescadores, así a la pampa no es posible sentirla en toda

su intensidad más que a caballo, desde el caballo. El animal

de la pampa, en cuyo galope se abarca la distancia, pero

cuyas patas, firmemente unidas a tierra, han de ser guiadas

directamente por la mano del hombre. Un hombre que, sobre

la abierta y verde llanura, se siente tan parte integrante de

la misma como el ombú o los sauces, a cuya sombra halla

cobijo y descanso su soledad.

Si todo poeta lírico es, casi por definición, un solitario

cuya originalidad estriba en la manera de contrastar ef

mundo con su soledad, el poeta de la pampa, el solitario en\

la soledad, llega a lo que no llega ningún otro solitario: a

amar la tierra en que habita. Se ha hermanado con la lla nura

y la necesita para vivir. Cielo, tierra y aire son los

solitarios amigos que le rodean. Alegres y acogedores en

las horas de calma y placidez. Pero, cuando en la pampa,

se desatan los elementos de una naturaleza enfurecida, el

hombre se encuentra inerme y desvalido ante el fuerte pampero,

los cangrejales traicioneros o el río desbordado. Más

tarde, cuando todo vuelve a su cauce y por el aire se extiende

un fuerte olor a tierra mojada, el hombre de la pampa

recobra poco a poco su medida.

Pero no puede recobrarse plenamente esa medida sin el

caballo. Es el caballo el que evita que quede a merced de

los elementos o de las fieras, el que le da fuerzas para lle g a r

a los ríos, medios para dominar la tropilla o la vacada que

son su vida. Por eso no es de extrañar que en la poesía

de Marechal, hombre de la llanura, con la pampa en el

corazón y el caballo en el recuerdo —y a sea el salvaje y

duro mestizo criollo o el mítico centauro del sueño—, el1

noble bruto cobre tal importancia que se destaque de una

manera incuestionable. Vamos, pues, a seguir al poeta Marechal

al filo de una rienda que refrena o alienta el galope

de su imaginación por la llanura.

II.—E l c a b a l l o .

Es al caballo del sueño —al centauro— al que le dice

Leopoldo Marechal:

¡R om p e tus du ra s lineas

y c a b a lg a c o nm i g o !

¿Por dónde le quiere llevar? Quiere llevarle por la abierta

llanura donde el silencio encanta y donde el galope queda

al libre antojo:

Sin lá tigo ni e s p u e la ,

sin f r e n o y sin e s t r ib o ,

crucemos la en ca n ta d a

p r o v in c ia d e l s ig ilo *

Para ello no se necesitan más que dos cosas: unos muslos

hechos a sentir el lomo, a fo rm a r c u e r p o c o n él, y unas

manos que, apoyadas en las tablas del cuello o sujetas a

las rizadas crines, ofrezcan el preciso soporte a la carrera:

Firme y o en tus r iñ o n es

y a tus c r in e s p ren d id o.

Es entonces cuando el jinete puede echar a vuelo las

^campanas de su alegría:

¡B ien h a y a mi c o r c e l

y d ic h o s o mi a rte!

Pero es, más que al caballo real, al centauro —el caballo

del sueño—, al que quisiera cabalgar por la pampa de sus

amores; y eso no es "ni difícil ni fácil"...

Es c om o a lb o r o ta r

las m elen a s d e l a ire,

p is o te a n d o s ilen c io s

y ala rmand o p aisajes.

Este es el instante en que se produce la transfiguración:

cuando el poeta cabalga el centauro de sus sueños, todo

en torno se hace trémolo musical, pero trémolo sostenido

con toda la dureza de la pampa:

No b ien m e v i jin ete

d e l animal in signe

y m e p r en d í al r e v u e lt o

ma torra l d e su s c r in e s ,

s e o y ó un tru en o d e p atas

mu sica les.

Aun precisará más la imagen dándonos el contraste entre

el dolor y la armonía —arpegio triste—:

La tr o ta d o r a b estia

f u é d o lo r en el a r c o

y armonía en las c u e r d a s »

Hasta que llega, por fin, a la expresión definitiva de fuga:

¡Q u é r em o n ta d o e l aire

d e la b estia crinu da !

Escapada y sueño todo ello. Alusiones más o menos

concretas, pero que no descubren la pasión por el caballo

y el conocimiento profundo y exacto que de él tiene Marechal.

Hay en su poesía, sin embargo, versos que nos hablan

de este íntimo conocimiento, de su saber de “capas" y pelos,

de la larga contemplación y apreciación de las posibilidades

cromáticas de éstos. Así, cuando nos habla del “pangaré"

o del tordillo, o bien cuando nos dice de un caballo azabache:

. . . e s h e rm o s o : su p iel r elam p a gu ea n te

c om o la n o c h e »

También descubre ese conocimiento cuando traza el diseño

de un caballo alertado:

No era e l b ru to d o rm id o ,

sin o e l c o r c e l ex a cto,

ma ñ a n ero d e o jo s

y ca lien te d e f l a n c o s .

O cuando, con una imagen de alada poesía, nos da una

precisa estampa de su velocidad:

El ca b a llo es h e rm o s o c om o un v ien to

q u e s e h iciera visib le.

Pero vuelve otra vez al sueño -—al centauro— y le dice:

Si e s o tr o tu e lem en to ,

g a lo p a r é c o n t i g o

la ruta q u e fr e cu e n ta n

lo s ca b a llo s ma rin os;

o el s e n d e r o d e l a ire,

d o n d e tien e d om in io ,

y a la pluma d e l á n g el,

y a la ga rra d e l g r ifo .

Claro que, de triunfar el deseo de Marechal, si pudiera

dirigir y orientar sus sueños hacia donde van sus amores,

volvería a la capital de su tierra entrañable, de su pampa

desnuda, para despertar a la bella durmiente como un príncipe

de leyenda:

P e r o si te inclinara

mi voz , n u estr o d es tin o

sería B u e n o s Aires,

la d u rm ien te d e l río.

Y, descendido por fin el sueño del vuelo, Marechal le

hará afirmar...

lo s cu a tr o s ilen c io s

d e su s p a ta s en tierra .

III.—E l h o m b r e .

El hombre de la pampa es el gaucho. ¿Cómo se ha llegado

a la delimitación de la existencia del gaucho? Muchas son

las opiniones, pero no es tiempo ni ocasión de examinarlas

y discutirlas. Para nosotros carece de importancia que el

gaucho sea la involución del hombre europeo o la evolución

del mestizo indígena. Como muy bien nos dice Julio A. Leguizamón

en su Historia d e la literatura h isp a n o am erica n a ,

si con éste (con el indígena) aporta la conciencia y la fuerza

de la tierra, con aquél (el europeo, o mejor, el español)

asume formas caballerescas de civilización y vida.

Una cosa es cierta: que el caballo, llevado allí por nuestros

primeros conquistadores, encuentra un clima y un terreno

favorables y , en libertad, comienza a procrear y reproducirse

abundantemente; que merced a esto los indios

p amp a s se convierten en seguida en una raza ecuestre; que

más tarde viene el mestizaje con españoles, y que el resultado,

aunque su aparición sea algo incierta, es el gaucho.

Pero el gaucho no es vaquero. Más que ganadero, el gaucho

es cazador y domador de caballos, y sus diversiones favoritas

son las carreras y los juegos ecuestres afines: carreras

de anillas, juego del "pato”, etc.

Tanto cabalga el gaucho y tal dominio llega a tener sobre

el caballo, que la socorrida imagen del centauro es empleada

con gran frecuencia por muchos autores para describir al

gaucho montado, dando así de una sola vez idea de su

compenetración con el noble bruto, con el cual pareceríaque

formase un solo cuerpo en la carrera. No son, pues,

de extrañar, ni el largo poema de Marechal al “Centauro”,

ni sus frecuentes y repetidas alusiones a este mitológico

animal. Casi mítica es la siguiente estampa que nos da-

Marechal del gaucho:

Y así le v em o s en e l Sur; jin e te

d e l río y d e la llama:

s en ta d o en la to rmen ta

d e l animal q u e s u b e c om o e l f u e g o ,

q u e s e d isp er sa c om o e l a gu a v iva .

El gaucho, jinete en la pampa, es un hombre solitario y

una aparición normal a la vez. A ambas características las

recoge también Marechal:

—J in ete solita rio,

q u e ju n to a mis umbrales

a p a ga s tu ca b a llo.

- T e a c e r c a r á s , jin e te ,

sin v en ia ni s a lu d o .

La metáfora de apagar el caballo", en vez de pararlo

o detenerlo, es normal si consideramos la estrofa citada

anteriormente en que el caballo “subía como el fuego”*

Veamos ahora cómo, gauchos y caballos, en perfecta unidad

centaurizados , vuelan por la llanura, raudos cual el'

viento:

Y es v e r d a d q u e lo s h om b r e s y su s f u e r t e s c a b a llo s

p a recía n un v ien to q u e bailaba.

Veremos asimismo que el viajero de la pampa, venga d e

donde venga, siempre lo hace a caballo:

D e s d e tierras y a gu a s v in ieron to s cu ñ a d o s.

Ataban en e l p o s t e r um o r o s o s ca b a llo s ,

y el o lo r d e tres n o c h e s ca ía d e su s m a n o s ,

Pero el gaucho es ante todo, y a lo hemos dicho, cazador"

y domador de caballos. Si quiere vivir y (en muchas ocasiones)

salvarse en el desierto, ha de tener la habilidad suficiente

para apoderarse de un caballo salvaje y someterle

a su mando: domarle. Esta y no otra debe ser la razón por

la que Marechal hace resaltar con tan vivos trazos, sobreel

fondo inmenso de la llanura, la figura del domador decaballos.

Con el título A un d om a d o r d e c a b a llo s nos ofrece

uno de sus mejores poemas. ¿En qué consiste la doma del

caballo? Nos lo dirá Marechal en la primera estrofa:

Doma r un p o t r o e s o r d en a r la fu erz a

y el p e s o y la med id a ;

e s abatir la v e r tic a l d e l f u e g o

y e n a l t e c e r la h orizon tal d e l a gu a;

p o n e r un f r e n o al a ire,

d o s alas a la tierra.

Marechal nos asegurará que “cuatro elementos en gue—

rra -— forman el caballo salvaje". Pero un caballo salvaje

es instrumento de tanta precisión como uno musical; por

eso el buen domador será "el que armonice y taña las cuatrocuerdas

del caballo, los "cuatro sonidos en guerra que forman

el potro salvaje". Con ligeras variantes nos repite dos

veces: “cuatro elementos", “cuatro sonidos”. Aun precisa

más el símil musical trayendo a colación la guitarra, el

instrumento que no falta en ninguna “pulpería", y con el

que gauchos y payadores se acompañan para entonar sus

"cielitos", sus "vidalitas" y sus contrapuntos:

P o r q u e d om a r un p o tr o

e s c om o d oma r una guitarra

Luego, en el poema, se nos van dando eslabonadas las

"características del hombre de la pampa, del domador de

caballos: es “el amigo que no pone fronteras de amistad ”,

“el hombre dado al silencio como a un vino precioso”. Y

este hombre es “simple como un metal”, “oscuro y humillado,

pero visible todavía el oro de una nobleza original

que dura sobre su frente”. Es también:

H om b re sin c ie n c ia , mas e s c r ito

d e la ca b ez a hasta los p ie s c o n l e y e s

y n úm e r o s, a m o d o

d e un barro fiel.

Es “sabio en la medida de su fidelidad”, “trae la prudencia

ceñida a sus riñones”,

Y la b e n e v o l e n c i a ,

c om o una f l o r d e sal ,en tu mirada

s e a b r e p ara n o s o t r o s , d om a d o r♦

En la frente del gaucho, del domador de caballos, “la

noble costumbre de la guerra se ha dibujado como un signo”;

y la sagacidad en su palabra que no deshoja el viento. Pero

no se crea que es tan fácil domar caballos; hay que dominar,

como nos dice Marechal, “una forma oscura que tiembla

y se revuelve, una gavilla de cólera que recoge la mano”.

En la mano está todo. En la mano residen el poder y la

fuerza del gaucho; en esa mano que maneja el caballo, el

lazo, las boleadoras y el facón:

Su n omb r e: D om a d o r d e ca b a llo s , al Sur.

D om a d o r d e ca b a llo s ,

no e s o tra su alabanza.

El Sur, la tierra del domador y del caballo, es la tierra

de Marechal. Una tierra de leyenda en áurea lejanía, cuya

nostalgia le preocupa por la dificultad, casi imposibilidad,

de la vuelta. Pese a potros y caballos —de mar o tierra—,

únicos Clavileños capaces de conducirnos a aquella arcadia

feliz:

A la p r o v in c ia d e o ro,

¿quién n o s arrimará?

Ni p o t r o s d e la tierra

ni ca b a llo s d el ma r.

El Sur es una tierra ubérrima, a la que hace la primavera

un fastuoso viaje. Pero se necesita un hombre de la llanura,

sencillo, para salir a su encuentro. Es a ese hombre del Sur,

capaz de ir agrandando sencillamente la patria con su trabajo,

al que invita el poeta a recibirla:

J o s é d e l Su r, cu ñ a d o sin rib era ,

tú, q ue a g ra n d a s la patria en el s en c illo

y á s p e r o ju e g o d e tu s em en te r a ,

o en el d e a rrea r n o v illo tras n o v illo :

¡Ven al e n cu e n t r o d e la p rima v era !

Porque, necesariamente, se ha de regresar a “esa tierra

frutal y a la casa del viento" donde la primavera es alegre:

Risas d el Sur, la b r ie g o s y p a s t o r e s ,

¡mira d el e q u in o c c i o d e las f lo r e s !

Ahora bien; la primavera es una impresión rápida, pasajera

y fugaz, en las tierras del Sur, donde, en cambio, ofrecen

su arraigada permanencia:

Un inmenso cielo:

Homb res d e l Sur, e l c i e l o g r a v ita b a

s o b r e n u estra s c a b e z a s♦

La amplitud de la llanura sin fronteras:

As/ v ie n e s , am ig o sin f r o n t e r a s ,

así te v em o s en el Su r*

Un horizonte despejado:

Y tu mirada en la llanura vu ela

d e h o riz o n te a h o r iz o n te .

De este cielo, esta llanura y este horizonte acumulados,

nos queda un sentimiento de fijeza inmutable, un sentimiento

de impasibilidad y de silencio. Por eso nos puede decir

Marechal:

Yo h e v is to a la imp a sib le Astronomía

r e c o r r e r en s ilen cio

las p ra d e r a s d el Sur.

Pero, cuando la furia de los elementos se desencadena,

esa naturaleza primaria y elemental que es la pampa puede

convertirse en una 4 pradera amarga”. Y hasta el techo azul

del aire puede sentirse resquebrajado:

Mira e s e t e c h o q u e duraba e n t o n c e s ,

a rm o n io so d e p á ja r o s y lluvias:

H o y , b a jo la p r e s ió n d e tanto c i e l o ,

s e r esq u eb ra ja y ca e.

Lo único que el gaucho no puede tener bajo ese cielo

es domicilio fijo. El barro, que mezclado con paja es su

material de construcción, no puede resistir en múltiples ocasiones

la fuerza combinada del viento y el aguacero. Esto

nos lo describirá Marechal con extraordinaria fuerza:

Grito d e b a rro en e l d e s i e r t o , ¡ c óm o

s e d isip a una ca sa !

Es en ese ambiente caótico y en ese clima de angustia

donde:

La tierra g r is y el c i e l o ramp a n te han d e v o r a d o

lo s c u e r p o s y las a lma s.

En verdad, el cuerpo y el alma del gaucho están tan devorados

por la llanura, son barro tan de la pampa, que

llegan a sentirse parte integrante de ella. Hasta que el paso

del tiempo les haga, ¡y ahora y a sin retorno posible!, barro

eterno a ellos mismos:

Es así q u e n o v im o s d e s c e n d e r ca d a día

la ma rea c e l e s t e

y d e v o r a r el barro

d e la ca sa y d e l h om b r e .

Pero esto no es triste en sí para un hombre de aquellos

p a g o s♦ Marechal, cuando nos hable de su abuelo español,

que llegó “con las riendas poderosas del agua entre sus

manos”, lo evocará así:

H o y , al Sur, y más d u lc e q u e un c a s tig o , la tierra

p e s a n d o en tus r o d illa s.

Es la poesía de Marechal una poesía directa y eficaz,

en la cual metáfora e imagen son empleadas solamente como

recurso secundario en aquellos casos en que la expresión

directa no tendría por sí sola fuerza poética suficiente.

Leopoldo Marechal, tras de algunas dudas y vacilaciones

primerizas, ha afirmado su voz y nos habla reciamente de

su tierra y de su mundo. Hoy es, por derecho propio, uno

de los más destacados poetas de todo el mundo hispanoamericano,

y de su madurez son todavía de esperar opimos

frutos, que vengan a sumarse a la obra y a realizada. Obra

de un hombre del Sur, penetrado fuertemente del aroma de

su tierra.

Algo más celado queda en su poesía el corazón. No gusta

nuestro poeta de ponerse en primer término; deja siempre

una elegante distancia entre él y la emoción. La queja amorosa,

el dolor de vivir, trascienden alguna que otra vez de

sus versos, pero no son suficientes para ponernos al desnudo

el corazón del poeta. Es más, las alusiones al corazón

encuentran su expresión más frecuente en los sonetos a

S o p h ía , cuya clara alusión metafísica en el título dice ya

bastante de la preponderancia de pensamiento sobre sentimiento.

Y en verdad no se puede llegar a pensar que ése

sea el corazón humano de Marechal. Parece que el corazón

estuviera puesto allí por motivos metafísicos más bien que

por motivos vitales. ¿Que muy bien pudiera tener este pudor

vital su raíz remota en la reserva y timidez congénitas

del gaucho? Desde luego. Pero si el corazón trata de

llegar a la soledad reveladora “con pies de pluma y corazón

de plomo”, y cobra acentos de autenticidad humana la voz

de Marechal cuando lamenta:

D escu id a el alma su p e l e a o s c u r a ,

las almas r in d e ...,

es demasiado vago ese:

Rumb o d e h iel q ue to d a v ía l lo r o .

Y aunque la forma poética alcanza un alto nivel de perfección

formal en este cuarteto:

Siren a matinal f u é mi a leg r ía ,

p e r o s o b r e la fa z d e la siren a

m o s tr ó d e s p u é s al c o r a z ó n en p en a

su d o b le ca ra la m e la n co lía .

Perfección que se mantiene, incluso con mayor regusto

retórico, en este terceto:

Ta n to d o lió le al co r a z ó n la su e r te

d e lo q u e a p en a s ríe le v a n ta d o ,

y a llora p r om e tid o d e la mu erte.

Otras veces desciende a lo demasiado llano y trillado:

Mira q u e n u n ca lo g ra lo s la u reles

el co r a z ó n q u e tanto s e r e c a ta .

Y en todos los poemas de esta serie, sin distinción, se

advierte una mayor complejidad formal y una expresión

más recargada. Tal vez, en aras de ese voluntario asedio

a lo trascendental, Marechal ensaya una poesía más intelectualizada.

Pero, de todos modos, encontramos ya, en

estos mismos sonetos, el término comparativo más frecuentemente

empleado en esta poesía: el caballo y cuanto le

concierne. <

De la guerra se despedirá así:

No y a la gu e r r a d e b rillantes o j o s ,

la q u e a v en ta n d o p lumas y c o r c e l e s

d e j ó un e s c a l o fr í o d e b r o q u e le s♦

El Sol no puede hacer su aparición si no es entre los

caballos del trillado lugar común mitológico:

S o l q u e , im p a cien te d e tus r e s p la n d o r e s ,

e n fr e n a s lo s ca b a llo s tr o ta d o r e s .

Y, para llegar a la soledad, el cansancio descansa en una

clara imagen equina:

Sí, fría el alma y agobiado el lomo,

lle g u é a tu s o le d a d r e v e la d o r a . ..

miércoles, 14 de agosto de 2024

RICARDO E. MOLINARI O LA AGONIA DEL SER EN E L TIEMPO JULIO ARISTIDES




RICARDO E. MOLINARI

O LA AGONIA

DEL SER EN E L TIEMPO

FE DE ERRATAS

En pig. 5, donde dice 1 ^

debe decir E d ito r ia l A m e m c a u . / ¡

En pag. (i, donde dice Buenos Aires 1985, debe decir

Buenos Aires, 1966.

Ricardo E. Mol i n ar i

JULIO ARISTIDES

Ricardo E. Molinari

o la agonia

del Ser en el tiempo

E D IT O R IA L A M E R IC A L E E / 1965

Esta obra ha sido editada con el apoyo economico

del FONDO NACIONAL DE LAS A R TES

Queda hecho el deposito legal que marca la ley 11.723

c del autor

Buenos Aires. 1965

im p r e s o e n l a a r g e n t i n a

P R I N T E D IN A R G E N T I N A

g L a poesia es lo absoluto real. Esto constituye

el nucleo de mi filosofia. Cuanto mas poetica

es una cosa, tanto mas real es.h

g La vida es una enfermedad del espiritu, un

acto apasionado

 La vida es el comienzo de la muerte. La

vida no existe sino para la muerte

N o v a l i s

 Los FragmentoS!-

148367

.LETRA VIVA?

Generalmente, cuando se elige como objeto de quehacer critico

la obra de un poeta, nos invaden diversas como importunas

dudas acerca del acierto final de nuestro disparo. .Tiene caracter

fundamental nuestra hermeneutica? .Alcanzamos a revelar

fielmente los hondones simbolicos del creador? Es manifiesto

que a la critica le esta terminantemente vedada la mentira: no

asi el error, que puede convertirse en un manantial de perspectivas.

.Acaso la historia del hombre no es tambien, y lo sera hasta

el fin de los tiempos, una historia de errores y de correcciones?

.No es esa la dialectica de su existencia? Y ademas, .que es la

verdad en poesia? Mi maestro Unamuno, que tanto comprendia

respecto de tiquismiquis literarios, y sobre todo, de las acechanzas

de la critica muerta, utilizaba un cartabon muy particular

para medir la magnitud espiritual de la obra que se proponia

indagar, cuyo mayor merito consistia en aumentarle la vida. De

las ensenanzas del agonista vasco se desprende, que la mision que

nuestra comunidad literaria le encomienda al critico, consiste en

extraer letra viva de los libros, vida. El secreto estriba en no

preocuparse en demasia por lo que el autor puso o dejo de poner

en sus libros, sino en lo que cada uno tiene que descubrir atisbando

con los ojos del espiritu. Todo cuanto resta es letra muerta.

Parece cierto que cuanto mas grande es un creador y mas rica

en significaciones su obra, tanto mas numerosas son las perspectivas

que ella abre al asedio critico. Mas todavia: nos animamos

a declarar, que una ^bra es real en la medida en que logra concitar

perspectivas. .Y en que consiste lo vivo en una hermeneutica

de la poesia? Creemos que consiste en hallar y apoyarse en el

vinculo de la poesia con el hombre que la creo. No vale el cadaver

de la poesia: vale su vida, que se aumenta estableciendo esa

atadura cxistencial con el hombre entero y vivo que subyace en

el poeta. No sabemos porque se nos ocurre pensar ahora, que la

poesia solo se enlraga a la poesia.

.Letra viva? Quien sabe. Por el momento arrojemos la botella

al mar de las especulaciones y los sentimientos, y como dijera

un poeta, el frances Alfredo de Vigni, acaso g Dios velara para

que llegue al puertoh .

E L AUTOR

POETA EN CARNE Y HUESO

Los criticos ocupan una parte considerable de su quehacer, hurgando

en la personalidad y en la obra de poetas de tiempos preteritos,

aun cuando ese tiempo sido de sus vidas se niegue a esfumarse

sosteniendose ea la inmortalidad de la poesia. Sin embargo,

estamos obligados, y ello por exigencia de la temporalidad,

a hacer participes a las gentes de las vicisitudes existenciales y

poeticas de los creadores que con ellas coexisten. Ademas, .en que

medida, con que plenitud conocen, la mayoria de los argentinos,

los hondones de su propia poesia? .Que son para ella nuestros

poetas, entes de ficcion, o seres reales de carne y hueso? .Y en

que medida se puede conocer una poesia cuando se desconoce al

hombre que la creo? Mas alla de esa preceptiva literaria para

quien una obra vale por si misma, desinteresada del creador, confesamos

nuestra personal predileccion por llegar al meollo de la

poesia a traves de la agonia del hombre. Un verso, es verdad,

puede ser escrito con cualquiera de nuestras manos; pero es evidente

que una poesia tiene que ser creada por el hombre entero,

y desde los mismos socavones del ser. Esta premisa responde a la

encuesta de porque los versos nos sumen en la indiferencia, y

en cambio, la poesia nos asombra y nos exalta. .Cual es el camino,

el metodo para lleerar a la hoya de la poesia humana? Es menester

dialogar con el hombre que existe en el poeta; escrutar su

rostro, pulsar su vertigo recatado; traducir su idioma profundo,

y sobre todo, interpretar los signos de su personal tragedia. Esta

solidaridad existencial actua como el impulso que pone en marcha

esta meditacion; no hacia un problema, sino hacia un misterio,

pues de lo que aqui se trata es de rondar el ser de un hombre

que es poeta, cuyo sindrome se revela en su poesia.

.Como es, como se comporta el hombre Ricardo E. Molinari? La

primera impresion que se obtiene al enfrentarse con el, es la de

un poeta que se esfuerza por aparentar que no lo es. Su humanidad

eclipsa la imagen laureada del personaje. Su humanidad se

muestra fiel a si misma. Realizar su descripcion tipologica no es

azarosa, luego de haber mantenido un largo e intenso dialogo con

el. No obstante, adquiere mas ricas significaciones para el caso,

citar la descripcion que hiciera del poeta un critico espanol, por

lo ecuanime y ajustada a la realidad. Se trata del Prof. Rafael

Benites Claros, autor de un ensayo que titulo: g La poesia de Ricardo

E. Molinarih , publicado en la Revista de Filosofia de la Universidad

de Oviedo, en el ano 1954. Este critico, luego de aseverar,

y con toda justicia, que Molinari es uno de los mas egregios exponentes

de la poesia hispanoamericana, describelo en estos terminos:

g Es un hombre de gris, de mediano tamano, con su hermoso

pelo hirsuto entrecano; una persona a la que inutilmente me

empenaria en describirh . Luego el autor hispano alude a g su cara

timida, compuesta por una frente amplia, undoso pelo, ojos marrones,

grandes y fugitivos, carnosos pomulos, boca generosa, menton

hendidoh . Tambien se refiere a su g figura robusta aunque proporcionada,

cauta en sus desplazamientos, modesta en su exhibicion,

y un algo ausente en su ultimo toqueh . Ha transcurrido una decada

de esta curiosa descripcion, y ella no desmiente la figura

actual del poeta; antes bien, se diria que cada uno de los trazos

que delinean la exterioridad del hombre, se han acentuado en forma

conmovedora en el transcurso de los anos. A pesar de la exactitud

de este esbozo fisico del poeta, ni siquiera se han insinuado

todavia los rasgos fundamentales de su personalidad. Para advertirlos

hay que penetrar en el hombre interior, en cuyas primeras

estaciones se asiste a la actividad del yo respecto de si y frente

a los otros. Por una parte, se produce como un instintivo repliegue

sobre si mismo cuando se lo situa ante la alternativa de tener

que referirse a aspectos de su poesia; pareciera que busca abroquelarse

en el silencio ante la inquisicion extrana, aunque mas

parece el ejercicio de un recondito pudor ante el riesgo de convertir

la poesia en espectaculo del mundo. Por la otra parte, se

muestra ecuanime y generoso en la estimacion de las obras ajenas,

y vehemente y conmovido cuando su atencion se detiene en el

recuerdo de sus amibos. Solo cuando se le exiee hablar de si mismo,

o se amaga indagar en sus sentimientos, su palabra se vuelve

polemica, el gesto nervioso, y la mirada evasiva. Y sin embargo,

estamos ante el mismo hombre, ante el mismo poeta que conversa

con sencillez de los temas fundamentales de la existencia,

revelando disposicion para encarar intrincados problemas de pensamiento.

Y estamos ante el mismo hombre dubitativo e irresoluto

con respecto a los mas nimios menesteres cotidianos. Se diria

que acusa una deliberada intencion de adaptarse a la estatura

intelectual del interlocutor de turno, pero ademas, un desistimiento

para hacer valer la clarividencia del poeta. Esta conciente economia

de factores de triunfo, 110 logra despistar su caudal de conocimientos,

su saber de poeta que opera a voluntad con los jero glificos

del alma humana, y que, entre el g vanidad de vanidadesh

de los inacabados, opta por el g plenitud de plenitudesh de los henchidos

de ser. La indulgencia de Molinari para con los demas

110 significa acatar los influjos extranos y perder su personal

autonomia, por el contrario, el poeta sabe defender aquella parcela

de su yo donde solo tienen acceso unos pocos. Y esta accion

selectiva es precisamente la que pone su ser a cubierto de la trivialidad.

Ricardo E. Molinari es un poeta viviendo intensamente

en hombre; y ese su vivir en humanidad lo autoriza para revelar la

dialectica de sus sentimientos mas antagonicos que cruzan la escala

cromatica del alma; desde el amor al odio, desde la fe hasta el

pecado, desde el ser a la nada. Vivir en hombre es poder transformar

la propia poesia en un estallido de pasion.

g Cuando aborrezco a la gente, a los hombres,

cuando me inunda el odio y me empapa la lengua,

salgo a buscarte por las anchas calles,

para hundirme en tu pecho, igual que en un hondo rio,

y consolarme.h

Vivir en hombre es ser capaz de retirarse a la soledad para

llorar su propia agonia y la de los otros.

g La voz me brota variada, esplendida, en la desdicha.

Y lloro y recuerdo a mis amigos, sin descamo

Estos agonicos transitos de la pasion del hombre que lucha consigo

mismo, nos ofrecen la medida del poeta grande, solo superado

por el que lucha amorosamente contra Dios.

Un hombre asi esta en condiciones de alcanzar los polos del

sentimiento, sin que la terrible prueba destruya los hilos de la

razon. Pero el poeta lo sabe, estas acezantes contradicciones son el

tributo que debe pagar una vez que ha transpuesto el limite hacia

la vida autentica. La asuncion de todo ese agonioso movimiento

del si y el no de la existencia, muestra la encarnadura del hombre

en el poeta y la fidelidad de este a su condicion. Cuando

Molinari asevera que la gNobleza de la poesia estuvo siempre en

que ella fuera cierta, fielh , debe entenderse que tal certeza, tal

fidelidad, estan referidas a la absoluta identificacion de la criatura

con su creador. Y el creador no es el poeta, es el hombre;

el poeta no es mas que una manera de ser hombre. Esta es la

formula existencial y el fundamento de la fidelidad en poesia, su

rasgo de nobleza. En Molinari descubrimos un tragicismo pudoroso,

represado detras de una recia fisonomia de hombre; un tragicismo

que en ocasiones gana la superficie, se apodera de su

palabra y se cuela en el dialogo. .Que secretas resonancias, que

hondas cavilaciones le suscitaron al poeta aquellas alamedas grises

de su Bella Vista, cuando cierta tarde de Mayo, mientras caminabamos

conversando acerca de g lfinfinita vanita del tuttoh , de que

hablara Leopardi, me confeso que aun tenia la esperanza de emprender

su mas apasionante aventura en el instante de la muerte?

Y esta no es una confesion premeditada, no; Molinari ha estado

macerando su ser a traves de un intenso comercio existencial con

los otros y con el mundo; ha estado viviendo los dias de su vida

en una permanente apuesta a la autenticidad. El poeta sabe y siente

ahora, cuanto puede esperar de la vida; en cambio, ya vislumbra

la gran aventura de su ser: la trascendencia posible.

gDe nadie se tanto, tanto,

como de la muerte, y nada

de ti, amor.h

Y en efecto, nadie puede saber nada de las cosas del mundo,

si no se situa en la perspectiva de la muerte; y nadie puede hambrear

la vida inacabable de la trascendencia, si antes no ha probado

la negra bilis de la muerte. Molinari nos da la medida de

su hombria, es decir, de su plenitud, al asumir con poetica decision

el tema de la mortalidad, que ulteriormente involucra el tema

$

de la vida eterna. La poesia grande, el poeta de carne y hueso,

son luchadores con la muerte.

Ricardo E. Molinari, este hombre de carne y hueso, que ama,

odia, duda, y llora; que lucha consigo mismo, y siente nostalgias,

y sufre una incurable melancolia, y cuya soledad esta habitada

por el recuerdo de sus amigos; este hombre que afirma que g la

obra es tambien inferior al suenoh , es un sonador de su inmortalidad,

un hombre que suena su vida a despecho del tiempo del

mundo. Y el hombre tambien se mide por la dimension de la

empresa que arrostra, y no por lo que consigue. El sueno es tragedia;

llega un dia en que el sonador se reconoce sueno que

suena; pero la inaudita paradoja de la poesia es tomar un hombre

de carne y hueso del mundo y transformarlo, como ensenaba Shakespeare,

en la esencia misma de los suenos, para devolver al mundo

otro hombre que tiene la mirada insondable de Lazaro.

P OEMA S

CUANDO YO NACI, EN E L OTONO

Cuando yo naci, en el Otono,

que viento inmenso

y desesperado maltrataria

al otro viento de la calle,

cansado de mirarle,

de verle su mejilla hambrienta,

su ramo de tierra, la nuca descolorida.

Si, cuando yo naci, que descuido,

que luna abandonada

distrajo algun ojo, la voz, la sangre,

para que una lagrima corrompida

me entristeciera el aire de la calle.

Sopla sobre mi, viento,

que llevo los ojos tejidos

de vacio. Tengo aun muchos dias que perder

esperando. Baname el sentido,

quitame las ramas de la boca,

que quiero conversar con el ansia de la calle,

de una colina del Este.

Mundos de la Madrugada, 1943

1

Ellos diran al verme tan solo: va como un rio, sordo en su corriente,

desatado.

Ellos diran que llevo la soledad parapetada por muchas lanzas,

por el polvo; que tengo los ojos cerrados, irritados por la luz.

Ellos diran: manana volvera a su muerte, a ser rehen, campo

mustio de amapolas, tristeza sombria.

Ellos diran: al fin la espada de su voz descansa junto a su cuerpo

arrastrado por la tierra.

2

A mi lado va una mujer que lleva un angosto ramo de alhelies,

y el acero de sus carnes mojado por la aurora.

Cargado de cadenas me ve el amanecer, con un leon que bebe mi

sangre rodeado de arroyos.

La curva del rio nos llama por nuestros nombres, y no sabemos

nada, porque estamos en el sueno excedidos.

3

Oh, tu que te alimentas de mis pobres ojos y me dices: Siempre

pensare en ti, hasta que se seque mi piel al sol y mi lengua se

destruya bajamente por la arena.

Repitelo, quiero estar protegido porque mi corazon se ha acostumbrado

a la desdicha.

Nadie te ha visto a mi lado como no se ve la savia de algunas

flores;

te cubres de mi, andas por dentro para vivir sin peligro,

y el aliento de tu voz se mezcla con el mio, igual que dos hojas

de donde ha de brotar un narciso.

No pienso nada mas que en ti, por eso busco la lluvia

y las orillas de los rios donde crece el azafran.

5

4 de abril de 1939.

Huye el dia, pero la noche te encuentra conmigo; veo llegar las

lunas llenas; ya oigo el clamor del agua que empapa las lenguas

asperas de los venados y acosa las raices del desierto.

Quisiera que me lamentarafn como a muerto, porque he sentido

por mi piel correr la sangre de mis amigos.

Que me espera vivir, si ya no he de ver los p ajaros volando por

el cielo, ni deseo larga vida a las flores.

Pero !ay ! quisiera saber aun como duermes.

Mundos de la Madrugada, 1943

IMAGEN POETICA DEL MUNDO

El Libro del Genesis comienza con estas palabras: g En el principio

crio Dios los cielos y la tierrah . De acuerdo a la historia

sagrada, Dios creo el mundo en el transcurso de cinco dias; en

el sexto fue creado el hombre del polvo de la tierra y del aliento

divino insuflado en su nariz. Y al septimo dia, el Creador descanso.

De todas estas consideraciones se extrae una evidencia, no

por descontada, menos significativa; y es que cuando el hombre

nacia, el mundo ya estaba creado. Mas tarde, Dios se lo entrego

a su mas eminente criatura, para que este multiplicandose y realizando

su ser, se ensenoreara de aquel. Trasladando el sentido de

este fundamento historico a las formas del pensar actual, resulta

que ser hombre es tener conciencia de estar situado en el mundo,

y es tener que contar con este para hacerse la personalidad. De

manera que la articulacion yo-mundo, como estructura existencial

del hombre, tiene un abolengo genesiaco. Y en la misma forma,

cuando ahora aseveramos que existir es existir entre cosas; convivir

con los otros, estamos asumiendo y acatando aquella genesiaca

voluntad de Dios. Estamos en el mundo, mas a causa de la

existencia nos vemos obligados a plantearnos problemas; respecto

de nosotros mismos, del no yo, y frente a la paradoja de Dios.

Toda gran poesia refiere su preocupacion hacia el misterio de

la unidad constitutiva de los terminos yo-mundo; aun mas, encarna

su espiritu genesiaco. Tal referencia puede ser advertida en

tres momentos asistidos por poderosas intuiciones cosmogonicas:

el momento de la poesia clasica, de la renacentista, y mas cerca

de nuestro tiempo, el de la eclosion del espiritu romantico. Es

significativo, al respecto, citar la idea de Schelling, segun la cual,

la naturaleza seria el espiritu que se busca a si mismo asumiendo

las diversas formas de la vida. Esta g Odisea del Espirituh , como

Ja designara el filosofo aleman, en la que el espiritu lucha por

reencontrarse, no es otra cosa que el conato de fusion de este

con esa razon primordial y viviente que el filosofo romantico

advertia en la naturaleza humana. En otras palabras, seria la

odisea del espiritu preso en las cosas por comunicarse con el

espiritu del hombre, alcanzando asi la suprema libertad. Tanto la

filosofia como la poesia romanticas, son ricas en intuiciones metafisicas

acerca del hallazgo de un paso de union, o mejor, de

reunion, entre el ser de las cosas y el del hombre, al tiempo

que denotan esa impaciencia por cumplir sus grandes lineamientos

en el plan mistico del Universo, cuyo horizonte teleologico

comprende el advenimiento de un Universo conciente. g El sistema

de la naturaleza es al mismo tiempo el sistema de nuestro espiritu.

El Universo es la razon viviente mismah . He aqui uno de los

conceptos claves de la filosofia romantica de Schelling, de indudable

resonancia en el quehacer poetico de su epoca. La poesia

de Ricardo E. Molinari, heredera en grados diversos de aquella

triple insercion cosmogonica en la poesia, que ya hemos senalado

como clasica, renacentista, y romantica, tambien establece con el

mundo esa relacion espiritual del amante con lo amado, exhumando,

a su manera, aquella creencia en la unidad primordial y

mistica del mundo, el espiritu, y la divinidad. Estamos ante una

poesia que revela una inclinacion a lograr el reencuentro magico

del hombre con el espiritu primordial del cosmos, posibilitandonos

todas las condiciones para restablecer el nexo inteligible con

los otros entes del Universo; es decir, que en orden al sentimiento

del mundo impreso en dicha poesia, lo que se trata de intuir son

pistas del sendero perdido que conduce al centro del misterio del

ser. La intuicion del ser comienza por una apertura. Alguna secreta

revelacion debe haber asistido a Molinari, cuando en un poema

pudo expresar gMi vida se abre igual a una granadah . Y es que

mas alla de esa intuicion del ser objetivado por la razon especulativa,

tiene vigencia otra vision del ser, esta vez redimido en su

proyeccion magica y viviente mediante la poesia. Cuando Molinari

se refiere o nombra a seres del mundo, lo hace como sintiendo

cuales son las entranables correspondencias que lo conectan

con ellos. En otro sentido, esta admitiendo una mutua participacion

en el destino final de un Universo conciente, espiritualizado,

tal como sonaran los poetas del romanticismo.

g !Oh, seres, delgados vientos de la desesperacion,

que sabeis de mi como de los pajaros, de las

lucientes y movedizas hojas, de los felices rio s!

Vosotros me habeis visto crecer y angustiar para

nadie los miembros,

y vivir .vivir. entre paredes, y caminar por

la tierra igual que entre amigosh .

Se advierte la proyeccion mistica en esta forma de hacer participe

a la naturaleza misma de la vicisitud de su alma. Es esa

religacion que resulta de la actitud del poeta cuando concibe

cada cosa, cada ser, como una emanacion del Ser de Dios. Al

mismo tiempo, es menester que sienta al mundo como un cuerpo

unico sensible, como previo paso para poder transferirle su propia

angustia de hombre. La poesia de Molinari permite un amplio

margen de posibilidades para indagar en este paradojico comercio

metafisico de los entes. El mismo poeta adopta una actitud inquisidora

de misterios, mediante la utilizacion constante de sus g queh ,

g comoh , y g dondeh , correspondientes a preguntas por el origen

de las cosas y sus situaciones. Son meteoros de incertidumbre que

cruzan vertiginosamente el espacio poetico de sus odas. Respecto

del mundo, la poesia de Molinari nos refiere al sentimiento primordial

del mito. Como poeta metafisico que es, aquel se ha vuelto

previamente nino antes de situarse frente al no-yo en su caracter

de hombre especulativo; cifrando el valor de sus testimonios

del mundo en las hondas leyes del asombro y la perplejidad, tanto,

como si todo cuanto se le manifestara a sus ojos fuera inedito,

resultado de una pristina vision. Pero, .acaso lograria el poeta

conocer la mirada de la esfinge sin remitirse a la inocencia impoluta

de la infancia? .No es mas facil el paso de cien ninos por

el ojo de una acruja, que no el de un hombre ya desencantado? El

hombre que esta de regreso de todos los mitos, y que se maneja

en todos sus instantes por las formulas objetivas de una edad

tecnocratica como la nuestra, es ciego a la vision espiritual de

lo eterno. Sin embargo, en la libertad de la poesia todo es posible;

y sino, adviertase en esta vision poetica de Molinari la presencia

de seres intangibles.

g Los angeles andan por el espacio derramados;

unos llevan fasces de trigo, otros escogen

amapolas rojas,

y los demas traen simientas a unos pajaros entre

los desnudos arbolesh .

Penetrar en la poesia con imagen del mundo de Molinari mediante

la certidumbre de que alli todo es posible, es encontrarse

confirmado ante la aparicion de las mas extranas combinaciones

magicas, con las cuales se conectan a las cosas entre si; es pulsar,

como resultado de sus significativas imagenes, las oscilaciones mas

recatadas del alma del mundo. Como se revela en g Los discipulos

en S a ish , de Novalis, tambien podria expresarse que el poeta g oye,

ve, toca y piensa a un tiempo. Ora las estrellas parecenle hombres,

ora los hombres parecenle entrellas; las piedras animales,

y las nubes plantas. Juega con las fuerzas y los fenomenosh . Hay

un momento en que el mundo sentido por Molinari va a culminar,

por su misma gravitacion mistica, en un simbolo situado mas alla

de las leyes espaciales, puesto que sus valores objetivos han sido

holgadamente sobrepasados en la posibilidad del sueno. Ahora el

poeta no enfila su mirada hacia los objetos reales; antes bien, nos

remite a la comarca de las esencias, a la realidad espectral de las

cosas, alli donde la poesia ejercita su clarividencia. Una vez liberado

de la necesidad del mundo, abstraido de la preocupacion del

tiempo, Molinari suena disuelto en la atmosfera del ser universal,

tanto, como para percibir los rasgos entranables de la muerte en

un arbol.

g Oh Dios, Oh Dios

mio!

Pasa el verano como

la espuma

del cielo por la tarde,

coronado de flores y bosques.

Y yo estoy viendo

un arbol seco;

lo estoy mirando,

obscuro y altanero,

fuera de su corazon,

elevadoh .

Segun la concepcion de Aristoteles, expuesta en su fisica, la

naturaleza es materia y forma, y ambas se mueven por el conato

comun de alcanzar la perfectibilidad en la forma suprema de lo

inteligible, es decir, de lo espiritual. La gran poesia siempre le

confiere a la naturaleza una tercera dimension espiritual. Es una

colonizacion del yo del poeta en las cosas y en los seres, a tal

punto, que los pajaros, arboles, el paisaje, todo puede adquirir

voz y hasta peculiaridades humanas, como para mantener la

mitica comunicacion de ser a ser saltando por sobre los abismos

ontologicos. En otras palabras, el mundo pasa a convertirse en

un ente conciente por causa de haberselo concebido merced a un

acto de amor. Como se advierte, el vinculo que liga a Molinari

con el mundo es de origen afectivo, por lo mismo es mas eminente

y fecundo que si su relacion fuera estetica, es decir, a firmada

solo en el placer sensorial. No es tampoco la relacion del

pasajero que divaga observando el paisaje desde la ventanilla de

un tren. Es mucho mas honda; ese pajaro, aquel arbol, esa piedra,

podrian ser tocados por la melancolia del poeta mediante

la transferencia sentimental. Y esto es asi, porque en Molinari

esta presente la proyeccion sentimental del mundo, de manera

que la naturaleza tambien puede recibir el temblor de su espiritu.

Mundo personalizado, conciente, vivo, tal es la sensacion

que resulta el contacto de la poesia de Ricardo E. Molinari.

g Que honda, sutil, el alma

en suavidad unida

a estos arboles.'f

El poeta se situa asi, en circulos de transferencia mistica donde

todo es percibido a la luz de una nueva clarividencia. Nada de

cuanto existe puede ya ser extrano para el; y tanto es el gozo

sentido, que no intentara dar siquiera el mas imperceptible salto

que lo pueda extraviar de su situacion. Este mundo que brota de

la poesia de Molinari trasciende al mundo caido de la objetividad,

ese receptaculo de cosas inertes; es mas real porque es

del espiritu. El mundo objetivado por la ciencia, siendo un

mundo de cosas sin proyeccion magica, no puede participar en

la vision genesiaca del poeta; para lograrlo, habria que salvar

la distancia que media entre el hombre y el objeto, arrojandole

a este la boya del sentimiento transferido. Esta proyeccion afectiva

que el poeta le confiere a los objetos, hasta humanarlos, es

el paso, el puente primordial que conduce al sentimiento genesiaco

del mundo, cuyo espiritu esta presente en toda la poesia de

Molinari. Ello puede advertirse, sea en forma de ingredientes

esteticos, o ya miticos. Cuando incide lo estetico, el poeta ejercita

el procedimiento analogico para concebir una imagen.

g El aire igual que un rio

desierto bajaba bramando entre las vivientes frondas.h

Buscando el mismo efecto, utiliza la comparacion; como cuando

percibe a unas ramas, amarillas,

g sobre el empapado cesped,

brillantes

y perdidas como un pajaro

lejos de su bandada.h

La presencia mitica se revela como impregnacion espiritual en

las cosas y en los seres. Lo inerte, se agita; lo que esta ciego, ve.

g Cantaba un pajaro a la tarde,

las hojas lo miraban,

S i lo sabre, amor mio.

que el laurel lo miraba.h

En ocasiones la analogia no se emplea entre seres del mundo,

sino entre un objeto y un sentimiento, como cuando expresa:

g Y en mi orgullo despiadado

y solitario,

igual que un arbol quemado.h

Pero la resonancia mitica alcanza su mayor poder de seduccion

cuando el poeta transfiere su propio sentimiento a la

tierra; convirtiendola en un continente del espiritu melancolico.

gAlla, donde aun pasean, !oh d ia s!, el espacioso

espiritu, melancolico de la tierra

y las apartadas horas de algunos hombres,

hay un dia distinto; con la piel huida, separado

del verano; de aquel tiempo.h

O cuando imagina a la tierra una madre amantisima quebrada

por el dolor de la muerte de sus frutos entranables.

gAlli, donde a veces llega la tierra, hambrienta, a

llorar la perdicion de sus otros hijos.h

Los instrumentos de cateo poetico que posee Molinari le permiten

transitar por los dominios claroscuros del ser de las co sa s;

una veces mediante el auxilio de la vision clarividente, y otras,

mediante los oficios de la palabra, cuya mision es otorgar fundamento

al ser. El poeta busca el camino mas corto para arribar

a destino, apelando al concurso de su personal codigo de simbolos

y metaforas; pero por sobre todas estas cosas, apela al sentimiento,

que es la manera existencial por excelencia para lograr la transmision

personal. Molinari. como todo poeta tocado por el misterio

que emana de las cosas, explora el ser de estas interrogando

sin tregua; siempre dubitativo, rehuyendo los arteros llamados de

las respuestas faciles. Sus odas estan construidas por temblorosos

encadenamientos de interrogaciones, que parecen esperar replicas

venidas de otra dimension del mundo.

g .Donde morais, horas felices, luciendo los extremos

y embellecidos o jo s ? h

g !Quien viene por la tarde tanendo su laud sobre las

nubes, como dentro de su morada!

!Quien lo tane, que vuelve las hojas de los arboles/h

Preguntar. en la poesia de Molinari es, en sus ultimidades. un

preguntar por fundamentos: una veces por aquella conexion primordial

y genesiaca del hombre con el mundo; en otras, por si

mismo, por su posibilidad, y por el destino final de todo lo que

existe. Incertidumbre antes que definicion eso es lo que transmite

ese sistema simbolico levantado por Molinari para revelar la

apasionante situacion del ser en el mundo.

Hemos llegado, finalmente, a una altura en nuestras consideraciones,

que nos fuerza efectuar esta pregunta: .Que significa

la palabra mundo, en la poesia de Ricardo E. Molinari? Hemos ya

discurrido acerca de esa busqueda mistica de la intersubjetividad

entre el poeta y las cosas del mundo, por asi decir. Sin embargo,

la imagen del mundo no se limita en Molinari a la sola devocion

por la naturaleza, en lo que esta importa de testimonio del ser. La

naturaleza es el ser de los entes, pero el mundo es la pluralidad

de estos, y entre todos ellos se halla ubicado el hombre. El poeta,

sin duda, apunta hacia una imagen mas plena.

g El mundo. El mundo. El mundo.

Todo el mar, toda la pena,

las esferas; el profundo

horror-intacto en la arena.h

El mundo, en el sentimiento del poeta, es la totalidad, de

acuerdo a la raiz etimologica de la palabra: lo objetivo y tambien

lo sensiente, el hombre y Dios. El mundo es el poeta y todo lo

que el no es, y son todos los hombres, preocupados por dejar a

buen recaudo el ser. El mundo es la nostalgia, la melancolia, el

desasimiento, la angustia de Dios y la dialectica silenciosa del

tiempo; la vida, la muerte, y la resurreccion. Mejor aun, todo

esta comprendido en el mundo. Aquello que Molinari recibe y

traduce esta dado, pues, en el concepto imagen del mundo, que

de acuerdo a Heidegger no es la copia fiel de cuanto uno ve, sino

la representacion, o mejor, la resonancia. Molinari esta al tanto

del mundo, es decir, se ha instalado en el conjunto, y lo conoce

y lo siente como ante si. Es claro que la participacion de su vida

subjetiva en dicha imagen le permite extraer conclusiones dramaticas

acerca del estar y del ser en situacion, como cuando

expresa su preferencia por la estacion otonal,, siendo ella el

equivalente al cambio, a la mutacion de lo que existe. El espectaculo

de esa ley inexorable que revela la presencia del tiempo,

imprime en la poesia de Molinari sus notas mas graves. El poeta

reconoce el principio inmutable de la vida, pero siente en su

contorno la fluidez, la inutil empresa de aferrarse a las cosas, y

la agonia del hombre que debe pagar su tributo de tiempo a la

existencia.

Cuanto venimos a decir, demuestra de que manera ha logrado

Molinari sortear la mundanidad del mundo; el acecho de su

trivialidad sobre el ser, cuando se sabe y siente viviendo entre

cosas, pero no volviendose cosa el mismo. Al hombre mundanizado

ese mundo le depara como una seguridad de ser. Aun mas, es

propio del filisteo buscar esa seguridad, sumandose a las cosa?

a fin de erradicar de su conciencia la mordedura del tiempo. En

Molinari el mundo es la causa de un entranable temblor; su

secreta correspondencia con el espiritu genesiaco del cosmos, no

llega, sin embargo, a disolver la energica exigencia de su yo

puesto en la busqueda de la distincion y la inmortalidad. En ocasiones,

la enfermedad del tiempo comprime su esperanza, y es

cuando urde el desasimiento en el todo, o ya, la despersonalizacion;

pero luego retorna a ser el, en compania de sus antiguas

zozobras.

g Yo tengo un gran deseo en Ia garganta

.nostalgia o viento.

clamor que se endurece: ser otra persona,

playa que no quiere ser escuchada.

Vispera sin memoria,

luna sin agua.h

En Molinari se aprecian dos maneras de comportarse en el

mundo; la sucesion de dos movimientos cardiacos: como una

donacion del yo al ser universal, y como un retorno al fondo

subjetivo, buscando alli las necesarias certidumbres acerca de su

destino. Es ese movimiento dialectico del yo problematizado que

anhela fundarse en otra cosa, y al mismo tiempo siente la culpa

de su propia perdida. Es el haber adquirido conciencia de que

su autenticidad debe ser jugada sobre el mundo, y al que no es

posible desautorizar en nombre de ninguna evasion. Todo es posible

en lo imaginario, en la arquitectura de su sobrerrealidad;

hasta olvidarse de la muerte, haciendole una mueca tragica al ser.

Pero es inutil, el poeta esta signado ya a reanudar

gEl lamento de toda mi existencia, lo que a mi solo

me interesa; >

el muro violento, la llanura, mi pais,

una, mujer perdida

en una plaza

llena de pescadoras; el rio, el Oeste,

mi malhumor y un sello de correos

L a distancia de hoy, la cercania de manana, el vacio,

toda mi vida inutil, presente

como un juego de copas, como un sobretodo

en un dia de calor. Cuando vuelvo

obediente a la memoria, al temblor del ser,

a la dicha de vivir,

deseo-siempre-escoger una claridad absoluta, un

cielo transparente

para ofrecerlo a un lugar donde el cansancio ya no

sea cansancio, donde haya una larga estacion

de luz. . . h

La conversion hacia planos subjetivos es, en Molinari, otra tentativa

desesperada de avistar lo absoluto; un absoluto que no esta

totalmente resuelto en la cosmica pesquisa. Si el testimonio de la

voluntad de Dios se percibe en el mundo, su voz solo se oye en el

fondo del ser. Pero .que pasa cuando este acusa una necesidad

de absoluto que no logran complacer totalmente ni el intercambio

magico con las cosas, ni la inquisicion por los fondos de la persona?

La consecuencia es la actitud estetica, el encendimiento de

la melancolia en el espiritu. Ahora es cuando la mirada que se

dirige sobre el mundo adquiere, como lo habia senalado Maeterlinck,

esa intensidad propia de lo que se mira en el ultimo dia

de la existencia. Una mirada en cuyo fondo se dan un estrecho

abrazo la nostalgia y la melancolia de ese hombre que se reconoce

huesped del mundo.

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FRIEDRICH SCHILLER: ESTÉTICA Y LIBERTAD FRAGMENTO

Presentación En sus conversaciones con Eckermann, Goethe decía que la idea reinante en toda la obra schilleriana, desde sus tragedias hasta ...

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