miércoles, 1 de diciembre de 2021

Cristina Peri Rossi Aquella noche. FRAGMENTO.

 


            Hubo una noche en la que pudimos amar mejor, ser más fieles, más hermosos, más libres. Hubo una noche en la que se representó nuestro destino en el fondo de un vaso, en una raya de coca o en la cerilla que danzó una danza del fuego. Esa noche fue «aquella noche», la del título del libro. Con una ironía fina que se mezcla con nostalgia y humor, Cristina Peri Rossi repasa la experiencia de una vida, en la madurez, para desmitificar los paraísos perdidos de la juventud, la revolución o el amor, desde una conciencia lúcida de que vivir es perder y ganar, en un juego ilusorio pero emocionante.

Libro de poemas contemporáneo: urbano, tierno y cruel, como la película que vivimos. Y que podemos volver a ver, gracias a la poesía, que supera lo cotidiano por su poder de transfiguración.

 



 

Cristina Peri Rossi

  Aquella noche

 

 

 


 

 Aquella noche

La noche en que nos conocimos yo empecé a perder

La cerilla explotó

y me quemó los dedos manché mi blusa con el vino Olvidé por completo el nombre del mes y del día.

Tanta turbación sólo podía ser la prueba de un deseo muy grande tan grande que ni tú misma

podías satisfacer.


 Instinto

Los animales no piensan qué tienen que hacer.

Cuando cae la tormenta miles de hormigas construyen una balsa para pasar al otro lado y el león en celo

mata a sus cachorros para volver a fornicar ¿por qué, entonces, antes de tocarte he de averiguar tu abolengo tu religión

tus genes

las ideas políticas y los gustos literarios?


 Mujer de principios

He sido fiel al blues

a Sara Vaughan,

al mar,

a la aspirina,

a Caspar David Friedrich,

a los nocturnos de Chopin

y a los diurnos de Van Gogh,

al cigarrillo,

a la máquina de escribir

y a la lectura del periódico.

Al mar

—no a la montaña—

a la noche

antes que al día,

al invierno

antes que al verano,

al agua,

no al fuego,

a la química,

no a la geografía,

a la solidaridad

más que al sexo,

a la belleza,

siempre a la belleza.

He sido fiel a los perros,

a los osos,

a los dinosaurios

(nunca a las aves),

a los barcos,

no a los aviones.

Si no he sido fiel en el amor

sólo ha sido

por fidelidad a los fantasmas.


 Género

En la ciudad

donde nací

fantasma

es de género femenino.

De modo

que cuando me despierto

puedo decirte:

Buenos días,

doña fantasma.


 Humildad I

Nunca he pretendido que una sola idea explicara la diversidad del mundo ni un Dios

fuera más cierto que numerosos dioses Nunca he pretendido que la psicología excluyera a la biología, ni que tener un sexo excluyera al otro.

Nunca he pretendido que una sola persona colmara todos mis deseos ni satisfacer todos los deseos de una sola persona.

Nunca he pretendido vidas anteriores ni vidas futuras: no creo haber sido nada más que lo que soy y eso, a veces,

con grandes dificultades.


 Día gris I

Deja que el gris difumine los contornos y con tinieblas envuelva todas las cosas: en los vapores de humedad flotan los rostros las casas

los recibos de la luz y, de vez en cuando, se deslizan —sin ser vistos— los fantasmas

de las cosas que deseamos sin osar decir su nombre.


 El deseo de las mujeres

La mujer que viene a visitarme ¿quiere un prólogo o un orgasmo?

«Es confuso el deseo de las mujeres»

dice mi amigo Ticas Está sola

es verdad que la amaron algunos hombres (que no usaron, en la cama, el verbo amar, considerado cursi: sólo aman las mujeres y ellos eran machos, muy machos) A veces, en su soledad de gata ella escribe poemas no muy buenos, todo sea dicho, pero le gustaría publicarlos por qué no

tiene derecho: los machos escribieron fornicaron muchos malos poemas muchos malos amores por qué ella no

al final sólo

quiere publicar un libro un orgasmo

algo suyo

no alienado

«Es confuso el deseo de las mujeres»

dice Ticas

Él quiso publicar un libro él quiso muchos orgasmos Pero no sabe qué desea esta mujer.


 Venerabilidad

Es posible que me haya convertido —sin darme cuenta— en una persona venerable Ahora me proponen que escriba prólogos para libros de otros Me siento como un pontífice (sin contar con que las iglesias no permiten pontífices mujeres: ninguna iglesia permite pontífices mujeres, ni el Vaticano

ni los partidos)

Debería tener, quizás, como los pontífices, un sillón preferido un gato persa

algunos anillos en las manos una teoría acerca de algo (de la literatura del amor de la mujer del éxito o del fracaso) En mitad de la conversación se me ocurre que mejor quizás a lo mejor

sería preferible una noche de amor a un prólogo pero no me atrevo a sugerirlo (¿los pontífices serán verdaderamente castos?) No tengo gato

no tengo sillón

confundo los ruidos de la Noche de San Juan con truenos de tormenta y, además,

dad a la poesía lo que es de la poesía y al amor

lo que es del amor.

Al final, he pontificado.


M


 Mis contemporáneos

He compartido mesa congresos conferencias con muchos escritores Los he oído recitar pontificar

exhibirse como machos en celo apostrofar

sentenciar

juzgar

Los he visto firmar autógrafos los he contemplado ligar emborracharse

subir a la habitación con la admiradora arrobada.

Todos ellos sabían algo que las lectoras no saben: la literatura no es de verdad.


 Teoría literaria

Escriben porque tienen el pene corto o la nariz torcida porque un amigo les robó la amante y otro le ganaba al poker Escriben porque quieren ser jefes de la tribu y tener muchas mujeres un cargo político

un tribunal

una tarima

(muchas mujeres).

No se leen entre ellos no se lo toman en serio: nadie está dispuesto a morir por unas cuantas palabras colocadas en fila

(de izquierda a derecha, no al estilo árabe) ni por unas cuantas mujeres: después de los cuarenta, todos son posmodernos.


 Oda al pene

Querido Ticas:

No es posible tener muy buena opinión de un órgano membranoso que se pliega y se despliega sin tener en cuenta

la voluntad de su dueño.

Que no responde a la razón que hace el ridículo cuando menos lo esperas o se pone soberbio

cuando habías decidido mostrarte tímido.

No es posible tener muy buena opinión de los misiles

ni de los obeliscos de las ciudades ni de las bombas testiculares.

No se puede estar muy orgulloso de un órgano de requerimientos tan imperiosos que obliga a ocultas manipulaciones a solitarios manoseos

o a rápidas penetraciones en turbios cuchitriles pagando lo menos posible.

Sublímalo, Ticas, pinta cuadros

escribe libros

preséntate a diputado

escribe letras de rock compra acciones de la Banca: todo, para olvidar

esa oprobiosa sumisión a un órgano que no puedes gobernar, que no controlas.


 Semiótica

La polivalencia de la conjunción

permite que la interrogación

¿la literatura o la vida?

se transforme, por ventura,

en: la literatura o la vida misma.


 Bibliografía

Oh viejo, antiquísimo Freud:

(no eres mi padre, ni mi hermano,

ni mi amante: simplemente, un antepasado):

cuánto le debe faltar a la vida

para que yo siga escribiendo.

(Y para que todavía,

haya gente que lee).


 El cementerio de los sueños

Sólo en nuestros sueños

una vez hubo una vida mejor.

Algunos sueños los cortaron a cuchillo (manos y miembros desgonzados en tortura) o los arrojaron desde los aviones desnudos y sedados

(qué delicadeza: un somnífero antes de lanzarlos).

Otros sueños murieron por falta de publicidad

de financiación, como se dice ahora.

Y los pocos sueños que consiguieron sobrevivir nos encargamos de matarlos diariamente

con pequeñas envidias y miserias: los sueños parecen tan tristes tan ridículos

como los inválidos de Vietnam.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog

MANUAL DE CREATIVIDAD LITERARIA DE LA MANO DE LOS GRANDES AUTORES FRAGMENTO

  Literatura y vida Prólogo de Alicia Mariño Espuelas   Leer para vivir, como decía Gustave Flaubert, y como reza al comienzo de este libr...

Páginas