Hubo una noche en la que
pudimos amar mejor, ser más fieles, más hermosos, más libres. Hubo una noche en
la que se representó nuestro destino en el fondo de un vaso, en una raya de
coca o en la cerilla que danzó una danza del fuego. Esa noche fue «aquella
noche», la del título del libro. Con una ironía fina que se mezcla con
nostalgia y humor, Cristina Peri Rossi repasa la experiencia de una vida, en la
madurez, para desmitificar los paraísos perdidos de la juventud, la revolución
o el amor, desde una conciencia lúcida de que vivir es perder y ganar, en un
juego ilusorio pero emocionante.
Libro
de poemas contemporáneo: urbano, tierno y cruel, como la película que vivimos.
Y que podemos volver a ver, gracias a la poesía, que supera lo cotidiano por su
poder de transfiguración.
Cristina Peri Rossi
Aquella
noche
Aquella
noche
La
noche en que nos conocimos yo empecé a perder
La
cerilla explotó
y
me quemó los dedos manché mi blusa con el vino Olvidé por completo el nombre
del mes y del día.
Tanta
turbación sólo podía ser la prueba de un deseo muy grande tan grande que ni tú
misma
podías
satisfacer.
Instinto
Los
animales no piensan qué tienen que hacer.
Cuando
cae la tormenta miles de hormigas construyen una balsa para pasar al otro lado
y el león en celo
mata
a sus cachorros para volver a fornicar ¿por qué, entonces, antes de tocarte he
de averiguar tu abolengo tu religión
tus
genes
las
ideas políticas y los gustos literarios?
Mujer
de principios
He
sido fiel al blues
a
Sara Vaughan,
al
mar,
a
la aspirina,
a
Caspar David Friedrich,
a
los nocturnos de Chopin
y
a los diurnos de Van Gogh,
al
cigarrillo,
a
la máquina de escribir
y
a la lectura del periódico.
Al
mar
—no
a la montaña—
a
la noche
antes
que al día,
al
invierno
antes
que al verano,
al
agua,
no
al fuego,
a
la química,
no
a la geografía,
a
la solidaridad
más
que al sexo,
a
la belleza,
siempre
a la belleza.
He
sido fiel a los perros,
a
los osos,
a
los dinosaurios
(nunca
a las aves),
a
los barcos,
no
a los aviones.
Si
no he sido fiel en el amor
sólo
ha sido
por
fidelidad a los fantasmas.
Género
En
la ciudad
donde
nací
fantasma
es
de género femenino.
De
modo
que
cuando me despierto
puedo
decirte:
Buenos
días,
doña
fantasma.
Humildad
I
Nunca
he pretendido que una sola idea explicara la diversidad del mundo ni un Dios
fuera
más cierto que numerosos dioses Nunca he pretendido que la psicología excluyera
a la biología, ni que tener un sexo excluyera al otro.
Nunca
he pretendido que una sola persona colmara todos mis deseos ni satisfacer todos
los deseos de una sola persona.
Nunca
he pretendido vidas anteriores ni vidas futuras: no creo haber sido nada más
que lo que soy y eso, a veces,
con
grandes dificultades.
Día
gris I
Deja
que el gris difumine los contornos y con tinieblas envuelva todas las cosas: en
los vapores de humedad flotan los rostros las casas
los
recibos de la luz y, de vez en cuando, se deslizan —sin ser vistos— los
fantasmas
de
las cosas que deseamos sin osar decir su nombre.
El
deseo de las mujeres
La
mujer que viene a visitarme ¿quiere un prólogo o un orgasmo?
«Es
confuso el deseo de las mujeres»
dice
mi amigo Ticas Está sola
es
verdad que la amaron algunos hombres (que no usaron, en la cama, el verbo amar,
considerado cursi: sólo aman las mujeres y ellos eran machos, muy machos) A
veces, en su soledad de gata ella escribe poemas no muy buenos, todo sea dicho,
pero le gustaría publicarlos por qué no
tiene
derecho: los machos escribieron fornicaron muchos malos poemas muchos malos
amores por qué ella no
al
final sólo
quiere
publicar un libro un orgasmo
algo
suyo
no
alienado
«Es
confuso el deseo de las mujeres»
dice
Ticas
Él
quiso publicar un libro él quiso muchos orgasmos Pero no sabe qué desea esta
mujer.
Venerabilidad
Es
posible que me haya convertido —sin darme cuenta— en una persona venerable
Ahora me proponen que escriba prólogos para libros de otros Me siento como un
pontífice (sin contar con que las iglesias no permiten pontífices mujeres:
ninguna iglesia permite pontífices mujeres, ni el Vaticano
ni
los partidos)
Debería
tener, quizás, como los pontífices, un sillón preferido un gato persa
algunos
anillos en las manos una teoría acerca de algo (de la literatura del amor de la
mujer del éxito o del fracaso) En mitad de la conversación se me ocurre que
mejor quizás a lo mejor
sería
preferible una noche de amor a un prólogo pero no me atrevo a sugerirlo (¿los
pontífices serán verdaderamente castos?) No tengo gato
no
tengo sillón
confundo
los ruidos de la Noche de San Juan con truenos de tormenta y, además,
dad
a la poesía lo que es de la poesía y al amor
lo
que es del amor.
Al
final, he pontificado.
M
Mis
contemporáneos
He
compartido mesa congresos conferencias con muchos escritores Los he oído
recitar pontificar
exhibirse
como machos en celo apostrofar
sentenciar
juzgar
Los
he visto firmar autógrafos los he contemplado ligar emborracharse
subir
a la habitación con la admiradora arrobada.
Todos
ellos sabían algo que las lectoras no saben: la literatura no es de verdad.
Teoría
literaria
Escriben
porque tienen el pene corto o la nariz torcida porque un amigo les robó la
amante y otro le ganaba al poker
Escriben porque quieren ser jefes de la tribu y tener muchas mujeres un cargo
político
un
tribunal
una
tarima
(muchas
mujeres).
No
se leen entre ellos no se lo toman en serio: nadie está dispuesto a morir por
unas cuantas palabras colocadas en fila
(de
izquierda a derecha, no al estilo árabe) ni por unas cuantas mujeres: después
de los cuarenta, todos son posmodernos.
Oda
al pene
Querido
Ticas:
No
es posible tener muy buena opinión de un órgano membranoso que se pliega y se
despliega sin tener en cuenta
la
voluntad de su dueño.
Que
no responde a la razón que hace el ridículo cuando menos lo esperas o se pone
soberbio
cuando
habías decidido mostrarte tímido.
No
es posible tener muy buena opinión de los misiles
ni
de los obeliscos de las ciudades ni de las bombas testiculares.
No
se puede estar muy orgulloso de un órgano de requerimientos tan imperiosos que
obliga a ocultas manipulaciones a solitarios manoseos
o
a rápidas penetraciones en turbios cuchitriles pagando lo menos posible.
Sublímalo,
Ticas, pinta cuadros
escribe
libros
preséntate
a diputado
escribe
letras de rock compra acciones de la
Banca: todo, para olvidar
esa
oprobiosa sumisión a un órgano que no puedes gobernar, que no controlas.
Semiótica
La
polivalencia de la conjunción
permite
que la interrogación
¿la
literatura o la vida?
se
transforme, por ventura,
en:
la literatura o la vida misma.
Bibliografía
Oh
viejo, antiquísimo Freud:
(no
eres mi padre, ni mi hermano,
ni
mi amante: simplemente, un antepasado):
cuánto
le debe faltar a la vida
para
que yo siga escribiendo.
(Y
para que todavía,
haya
gente que lee).
El
cementerio de los sueños
Sólo
en nuestros sueños
una
vez hubo una vida mejor.
Algunos
sueños los cortaron a cuchillo (manos y miembros desgonzados en tortura) o los
arrojaron desde los aviones desnudos y sedados
(qué
delicadeza: un somnífero antes de lanzarlos).
Otros
sueños murieron por falta de publicidad
de
financiación, como se dice ahora.
Y
los pocos sueños que consiguieron sobrevivir nos encargamos de matarlos
diariamente
con
pequeñas envidias y miserias: los sueños parecen tan tristes tan ridículos
como
los inválidos de Vietnam.
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