domingo, 28 de agosto de 2016

Carlos Pellicer. Grupo: Los Contemporáneos. Homenaje. Conaculta.


Carlos Pellicer le puso casa a la alegría en la poesía mexicana: Gabriel Zaid
  Libros, revistas y literatura
 Efemérides
Información: JLB
Comunicado No. 1767/2010
03 de noviembre de 2010
***Conaculta rinde homenaje al vate tabasqueño; se espera la pronta edición de las cartas de Pellicer desde Tierra Santa, edición cuidada por Vicente Quirarte y Serge Zaïtzeff

La obra poética de Carlos Pellicer, quien falleció hace 33 años y sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres de la Ciudad de México, ha tenido una amplia difusión en español, aunque harían falta ediciones de sus poemas en otros idiomas como el inglés y francés. Recientemente se han publicado antologías de su poesía en alemán (en una edición suiza) y en portugués (en Recife, Brasil).
       También se espera la pronta edición de las cartas de Pellicer desde Tierra Santa, edición cuidada por Vicente Quirarte y Serge Zaïtzeff, uno de los mayores especialistas en el legado pelliceriano y a quien se debe el rescate de los epistolarios de Gabriela Mistral a Carlos Pellicer, y de José Vasconcelos a Pellicer y Mistral, entre otros. Dichas cartas serán publicadas por la UNAM y Ediciones El Equilibrista.
       “Yo escribo para mi placer personal. Jamás me he ocupado de la gente. No me importa la gente. Es mi único egoísmo. Yo mismo soy mi público, y la gloria y la popularidad me tienen sin cuidado”, escribió el propio poeta sobre el “desastre editorial” que fue la publicación de sus obras en vida.
       En torno al nacimiento de Carlos Pellicer, quien vio la primera luz en San Juan Bautista (hoy Villahermosa), existe el registro de dos fechas, una, el 4 de noviembre de 1899, que es la que él solía dar, y el 16 de enero de 1897, que se ha establecido como la fecha más certera. Falleció en la Ciudad de México, el 16 de febrero de 1977.
       Ingresó en la Academia Mexicana de la Lengua el 16 de octubre de 1953. Su apellido materno era Cámara. Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y en Colombia, a donde fue enviado por el gobierno de Venustiano Carranza. Cofundador de la revista San-Ev-Ank (1918) y de un nuevo ateneo de la juventud (1919). Fue secretario privado de José Vasconcelos. En agosto de 1921, junto con Vicente Lombardo Toledano, Diego Rivera, José Clemente Orozco y Xavier Guerrero entre otros, fundó el Grupo Solidario del Movimiento Obrero.
       Además fue un asiduo colaborador de revistas como Falange (1922-23), Ulises (1927-28) y Contemporáneos (1928-31). Fue profesor de poesía moderna en la UNAM y director del Departamento de Bellas Artes. Como museógrafo organizó los museos Frida Kahlo, el de la Venta y el Anahuacalli, entre otros.
       Pellicer fue un poeta explosivo, telúrico, solar, amante rendido de la naturaleza. También profundamente religioso y frugal, admiraba a San Francisco y a Sor Juana; también antiyanqui y antifascista, apóstol de Bolívar, Martí y Vasconcelos. En algún poema escribió: “Líbranos de la ciencia/ en manos de déspotas y de millonarios”; en otro lado clamó: “Te necesito en esta hora/ en que mi lengua cristiana/ pregunta a los ricos por tanta miseria”. Perteneció a una estirpe intelectual que aunaba la palabra a la acción.
       Su sinceridad, tanto en el terreno político como en el literario, le acarreó no pocas enemistades. Emparentado generacionalmente a Los Contemporáneos (Gorostiza, Villaurrutia, Cuesta, Novo), Pellicer no se afilió del todo a sus postulados estéticos, que eran más bien introspectivos, oraculares y vanguardistas.
       “Sí: yo soy un tradicionalista, pero no estático sino dinámico. Ahora están de moda el ‘cerebralismo’ y los semi-versos con cara de hambre. Yo soy lo contrario: la sensualidad, el ritmo y la riqueza”, escribía el poeta Carlos Pellicer, desde Roma, en 1928.
       Admirador confeso de Salvador Díaz Mirón, Manuel Gutiérrez Nájera y Rubén Darío, Pellicer trajo nuevo vigor al Modernismo y, no sin roces con el “Grupo sin grupo”, inaugurando su propia vía extrovertida, jocosa, incontinente como un volcán en erupción: “Nada o casi nada le debo a las ‘novedades’ literarias europeas… Las vocales me bastan para poner en acción toda una máquina de ritmo. A veces a los adjetivos los convierto en sustantivos. Mi construcción no es siempre correcta. Yo lo sé. Pero siempre es poética”, explicaba su credo en 1928.
       En su Antología Mínima (FCE) Gabriel Zaid lo define: “Le puso casa a la alegría en la poesía mexicana, y eso no lo había hecho ningún poeta de nuestra tierra; es nuestro primer poeta realmente moderno. Nuestro Huidobro”.
       Sobre su quehacer, el autor de Reincidencias plasmó: Yo era un gran árbol tropical./ En mi cabeza tuve pájaros;/ sobre mis piernas un jaguar. Octavio Paz reconoció en Pellicer al “Gran poeta”, porque “nos enseñó a mirar el mundo con otros ojos y al hacerlo modificó la poesía mexicana”.
       “Pellicer redescubrió la hermosura del mundo: el Sol que arde sobre los ríos vegetales del trópico, el mar que a cada instante llega por vez primera a la playa. Sus palabras quieren reordenar la creación. Y en ese trópico entrañable los elementos se concilian: la tierra, el aire, el agua, el fuego le permiten mirar en carne viva la belleza de Dios”, se asentó la antología Poesía en movimiento. México, 1915-1966, editada por Octavio Paz, Alí Chumacero, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis, (Siglo XXI, México).
Los trabajos del poeta
La editorial Cal y Arena publicó en 2009, en su colección Los Imprescindibles, una antología del autor de Hora de junio, donde además se incluyen algunas prosas, seleccionada por Alberto Enríquez Perea. También en el FCE es posible hallar, en volúmenes independientes, casi todos los poemarios (11) de Pellicer; además de una Antología breve y Un paisaje hecho poema (que reúne poemas inspirados en la naturaleza). Además de Obras: Poesía (Col. Letras Mexicanas), que contiene casi la totalidad de los poemas del tabasqueño. Así como Cartas desde Italia (Col. Tezontle), que además del epistolario contiene 113 fotografías.
       Más difícil, aunque no imposible, es encontrar la edición de Carlos Pellicer. Poesía Completa, en tres tomos publicada en 1996 por la UNAM, Conaculta y El Equilibrista, con motivo del centenario natal del poeta (1997), ahora ya agotada.
       Como museógrafo, Carlos Pellicer organizó siete recintos: Museo de Tabasco (1952); Museo de Antropología de Hermosillo (1956), Casa Museo Frida Kahlo (1958); Museo Parque de La Venta (1958), Museo del Anahuacalli de Diego Rivera (1964), Museo Arqueológico de Tepoztlán (1965) y Museo Regional de Arqueología Carlos Pellicer Cámara (1974).
       En este campo, como en la lírica, le gustaba trabajar a su aire: “...cuando hago un museo y los he hecho siempre solo; todos los errores son míos, y si hay aciertos también son míos... Para mí hombre confundido con la tierra, las palabras son demasiado volátiles: se me escapan de las manos. En la organización de museos es donde me encuentro con menos obstáculos, con mayor posibilidad de ejercer, de establecer el orden”.
       Desde hace cinco años, la Biblioteca Nacional de México es la depositaria del archivo de Carlos Pellicer, que se estima en más de 60 mil documentos (cartas, escritos, publicaciones, libros) y cinco mil fotografías, y su biblioteca se halla en  la Biblioteca del Colegio de México.
       Fue autor de Colores en el mar y otros poemas (1921), Piedra de sacrificios (1924), Seis, siete poemas (1924), Oda de junio (1924), Hora y 20 (1927), Camino (1929), Cinco Poemas (1931), Esquemas para una oda tropical (1933), Estrofas al mar marino (1934), Hora de junio (1929-1936) (1937), Ara virginum (1940), Recinto y otras imágenes (1941), Hexágonos (1942), Discurso por las flores (1946), Subordinaciones (1949), Sonetos (1950), Práctica de vuelo (1956), Material poético 1918-1961 (UNAM, 1962), Dos poemas (1962), Con palabras y fuego (1963), Teotihuacan y 13 de agosto: ruina de Tenochtitlán (1965), Bolívar, ensayo de biografía popular (1966), Noticias sobre Nezahualcóyotl y algunos sentimientos (1972) y Cuerdas, percusión y alientos (1976).
       Luego de su muerte aparecieron Reincidencias (1978), Cosillas para el nacimiento (1978), Cartas desde Italia (1985) y Cuaderno de viaje (1987). En 1964 recibió el Premio Nacional de Literatura. En 1981, Luis Mario Schneider realizó la edición de sus Obras (poesías), en el FCE. Coautor de El trato con escritores (1961).

Fuente:
http://www.cultura.gob.mx/noticias/libros-revistas-y-literatura/9074-carlos-pellicer-le-puso-casa-a-la-alegria-en-la-poesia-mexicana:-gabriel-zaid.html

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