sábado, 29 de mayo de 2021

INFIERNO. CANTO XI. LA DIVINA COMEDIA. ANOTACIONES.



CANTO XI. ANOTACIONES.

  [L1]El papa Anastasio II (496‑98), según una tradición no comprobada, acep­tó las doctrinas de Fotino de Tesalónica, que negaba el nacimiento divino de Cristo.

 [L2]Aquí comienza la descripción de la geografía y la estructura moral del In­fiemo dantesco. Espero que el lector no encuentre demasiadas dificultades para hacerse una idea del mismo. Tres son los círculos infernales que restan: el sépti­mo está dividido a su vez en tres recintos: el primero castiga a los violentos contra el prójimo; el segundo, a los violentos contra sí mismos; y el tercero, los violentos contra Dios y sus designios: blasfemos, homosexuales y usureros.

Como veremos, el octavo círculo llamado Malasbolsas es donde se castigan las muy diversas formas de fraude. En el noveno, por fin, se condenan las di­versas formas de traición.

 [L3]La bíblica Sodoma, destruida a causa de sus pecados (ver XVIII‑XIX) da nombre a la homosexualidad; Cahors, ciudad francesa famosa por los usureros.

 [L4]La Ética de Aristóteles.

 [L5]Los pecados que se castigan en los primeros círculos son aquellos causa­dos por la incontinencia, no por la maldad. Tienen un alcance individual y no colectivo y por ello merecen un castigo más leve, aunque no por ello menos eterno.

 [L6]En efecto, las palabras de Aristóteles en las que se basa este pasaje se encuentran al comienzo de su Física.

 [L7]La naturaleza actúa imitando a Dios y el hombre siguiendo a la natu­raleza.

 [L8]Traducido libremente, pero conservando la idea que Dante quiere expre­sar, siguiendo las palabras de Génesis, III, 19: «Comerás el pan con el sudor de tu frente.» El verso original es «... convene / prender sua vita ed avanzar la gente».

 [L9]El usurero, en efecto, busca su sustento en el préstamo de dinero, lo que contradice el mandato divino.

 [L10]Nos hallamos en el amanecer del nuevo abril, cuando la constelación de Piscis surge sobre el horizonte, y la Osa Mayor se encuentra en la dirección del Coro o viento del nordeste.

CANTO XI

 

Por el extremo de un acantilado,

que en circulo formaban peñas rotas,

llegamos a un gentío aún más doliente;                                3

 

y allí, por el exceso tan horrible

de la peste que sale del abismo,

al abrigo detrás nos colocamos                                             6

 

de un gran sepulcro, donde vi un escrito

«Aquí el papa Anastasio está encerrado                               8[L1] 

que Fotino apartó del buen camino.»                                               9

 

«Conviene que bajemos lentamente,

para que nuestro olfato se acostumbre

al triste aliento; y luego no moleste.»                                               12

 

Así el Maestro, y yo: «Compensación

‑díjele‑ encuentra, pues que el tiempo en balde

no pase.» Y él: «Ya ves que en eso pienso.                          15

 

Dentro, hijo mío, de estos pedregales                                              16[L2] 

‑luego empezó a decir‑ tres son los círculos

que van bajando, como los que has visto.                             18

 

Todos llenos están de condenados,

mas porque luego baste que los mires,

oye cómo y por qué se les encierra:                                      21

 

Toda maldad, que el odio causa al cielo,

tiene por fin la injuria, y ese fin

o con fuerza o con fraude a otros contrista;                         24

 

mas siendo el fraude un vicio sólo humano,

más lo odia Dios, por ello son al fondo

los fraudulentos aún más castigados.                                               27

 

De los violentos es el primer círculo;

mas como se hace fuerza a tres personas,

en tres recintos está dividido;                                                           30

 

a Dios, y a sí, y al prójimo se puede

forzar; digo a ellos mismos y a sus cosas,

como ya claramente he de explicarte.                                              33

 

Muerte por fuerza y dolientes heridas

al prójimo se dan, y a sus haberes

ruinas, incendios y robos dañosos;                                       36

 

y así a homicidas y a los que mal hieren,

ladrones e incendiarios, atormenta

el recinto primero en varios grupos.                                      39

 

Puede el hombre tener violenta mano

contra él mismo y sus cosas; y es preciso

que en el segundo recinto lo purgue                                     42

 

el que se priva a sí de vuestro mundo,

juega y derrocha aquello que posee,

y llora allí donde debió alegrarse.                                         45

 

Puede hacer fuerza contra la deidad,

blasfemando, negándola en su alma,

despreciando el amor de la natura;                                       48

 

y el recinto menor lleva la marca

del signo de Cahors y de Sodoma,                                       50[L3] 

y del que habla de Dios con menosprecio.                           51

 

El fraude, que cualquier conciencia muerde,

se puede hacer a quien de uno se fía,

o a aquel que la confianza no ha mostrado.                          54

 

Se diría que de esta forma matan

el vínculo de amor que hace natura;

y en el segundo círculo se esconden                                     57

 

hipocresía, adulación, quien hace

falsedad, latrocinio y simonía,

rufianes, barateros y otros tales.                                           60

 

De la otra forma aquel amor se olvida

de la naturaleza, y lo que crea,

de donde se genera la confianza;                                          63

 

y al Círculo menor, donde está el centro

del universo, donde asienta Dite,

el que traiciona por siempre es llevado.»                              66

 

Y yo: «Maestro, muy clara procede

tu razón, y bastante bien distingue

este lugar y el pueblo que lo ocupa:                                      69

 

pero ahora dime: aquellos de la ciénaga,

que lleva el viento, y que azota la lluvia,

y que chocan con voces tan acerbas,                                    72

 

¿por qué no dentro de la ciudad roja

son castigados, si a Dios enojaron?

y si no, ¿por qué están en tal suplicio?»                                75

 

Y entonces él: «¿Por qué se aleja tanto

‑dijo‑ tu ingenio de lo que acostumbra?,

¿o es que tu mente mira hacia otra parte?                             78

 

¿Ya no te acuerdas de aquellas palabras

que reflejan en tu ÉTICA las tres.                                        80[L4] 

inclinaciones que no quiere el cielo,                                      81

 

incontinencia, malicia y la loca

bestialidad? ¿y cómo incontinencia

menos ofende y menos se castiga?                                       84

 

Y si miras atento esta sentencia,

y a la mente preguntas quién son esos

que allí fuera reciben su castigo,                                           87

 

comprenderás por qué de estos felones

están aparte, y a menos crudeza

la divina venganza les somete.»                                            90[L5] 

 

«Oh sol que curas la vista turbada,

tú me contentas tanto resolviendo,

que no sólo el saber, dudar me gusta.                                               93

 

Un poco más atrás vuélvete ahora

‑díjele‑‑, allí donde que usura ofende

a Dios dijiste, y quítame el enredo.»                                    96

 

«A quien la entiende, la Filosofía

hace notar, no sólo en un pasaje

cómo natura su carrera toma                                                 99

 

del divino intelecto y de su arte;

y si tu FÍSICA miras despacio,

encontrarás, sin mucho que lo busques,                                102[L6] 

 

que el arte vuestro a aquélla, cuanto pueda,

sigue como al maestro su discípulo,

tal que vuestro arte es como de Dios nieto.                          105[L7] 

 

Con estas dos premisas, si recuerdas

el principio del Génesis, debemos

ganarnos el sustento con trabajo.                                          108[L8] 

 

Y al seguir el avaro otro camino,                                          109[L9] 

por éste, a la natura y a sus frutos,

desprecia, y pone en lo otro su esperanza.                            111

 

Mas sígueme, porque avanzar me place;

que Piscis ya remonta el horizonte

y todo el Carro yace sobre el Coro,                                      114[L10] 

y el barranco a otro sitio se despeña.


 [L1]El papa Anastasio II (496‑98), según una tradición no comprobada, acep­tó las doctrinas de Fotino de Tesalónica, que negaba el nacimiento divino de Cristo.

 [L2]Aquí comienza la descripción de la geografía y la estructura moral del In­fiemo dantesco. Espero que el lector no encuentre demasiadas dificultades para hacerse una idea del mismo. Tres son los círculos infernales que restan: el sépti­mo está dividido a su vez en tres recintos: el primero castiga a los violentos contra el prójimo; el segundo, a los violentos contra sí mismos; y el tercero, los violentos contra Dios y sus designios: blasfemos, homosexuales y usureros.

Como veremos, el octavo círculo llamado Malasbolsas es donde se castigan las muy diversas formas de fraude. En el noveno, por fin, se condenan las di­versas formas de traición.

 [L3]La bíblica Sodoma, destruida a causa de sus pecados (ver XVIII‑XIX) da nombre a la homosexualidad; Cahors, ciudad francesa famosa por los usureros.

 [L4]La Ética de Aristóteles.

 [L5]Los pecados que se castigan en los primeros círculos son aquellos causa­dos por la incontinencia, no por la maldad. Tienen un alcance individual y no colectivo y por ello merecen un castigo más leve, aunque no por ello menos eterno.

 [L6]En efecto, las palabras de Aristóteles en las que se basa este pasaje se encuentran al comienzo de su Física.

 [L7]La naturaleza actúa imitando a Dios y el hombre siguiendo a la natu­raleza.

 [L8]Traducido libremente, pero conservando la idea que Dante quiere expre­sar, siguiendo las palabras de Génesis, III, 19: «Comerás el pan con el sudor de tu frente.» El verso original es «... convene / prender sua vita ed avanzar la gente».

 [L9]El usurero, en efecto, busca su sustento en el préstamo de dinero, lo que contradice el mandato divino.

 [L10]Nos hallamos en el amanecer del nuevo abril, cuando la constelación de Piscis surge sobre el horizonte, y la Osa Mayor se encuentra en la dirección del Coro o viento del nordeste.

jueves, 27 de mayo de 2021

CANTO X. INFIERNO. ANOTACIONES. LA DIVINA COMEDIA. DANTE ALIGHIERI.


 L1]Es decir, después del Juicio Final.

 [L2]Epicuro (342‑270 a.C.) es el jefe de la escuela epicúrea, tan mal entendida por la posteridad, y que, en efecto, proclamaba la mortalidad del alma. Esta últi­ma fue seguida en la Edad Media por muchas sectas y estuvo particularmente extendida entre los gibelinos, o al menos eso afirmaba la propaganda güelfa. Esto explica los personajes que escoge Dante para ilustrar este círculo.

 [L3]El de saber si en aquel lugar había paisanos suyos.

 [L4]Farinata degli Uberti, por quien Dante ya preguntó a Ciacco (Infier­no, VI), fue uno de los más importantes personajes de la Florencia del siglo XII. Fue uno de los jefes de la facción gibelina y expulsó a los güelfos en 1248, fue expulsado por éstos en 1258, y tras el triunfo gibelino de Monteaperti volvió a expulsar a sus rivales en 1260, oponiéndose a la destrucción de la ciudad que proponían otros jefes gibefinos. Murió en 1264. Dante hace de él una figura inolvidable y grandiosa en medio de su tormento.

 [L5]Cavalcante dei Cavalcanti, padre de Guido Cavalcanti, el gran poeta ami­go de Dante y jefe de filas del dólce stil novo, pertenció a los güelfos y era bien conocida su confesión epicúrea.

 [L6]Es posible que Guido no hubiese tenido gran admiración por Virgilio, pero algún comentarista piensa que a quien Guido desprecia fue a Beatriz, es decir, a la teología, pues sostuvo ideas cercanas al ateísmo. Esta es la versión que hemos elegido; si, en cambio, optáramos por la primera, podría leerse: «quien allá aguarda por aquí me lleva; / vuestro Guido, tal vez, desdén le tuvo». La versión original dice: «colui ch' attende là, per qui mi mena / forse cui Gui­do vostro ebbe a disdegno». Como vemos, la interpretación depende del valor que demos a «cui»

 [L7]Guido murió pocos meses después del supuesto viaje infernal, en el oto­ño de 1300. Esto explica las palabras de Farinata en v. 103.

 [L8]No pasarán cincuenta meses lunares, de abril de 1300 a junio de 1304, sin que sepa Dante lo duro que es para un exiliado intentar el regreso a su pa­tria. En efecto, Dante, desterrado en 1302, intentó regresar a Florencia por la fuerza inútilmente, antes del verano de 1304.

 [L9]Los Uberti fueron excluidos de la paz firmada en 1280 entre las facciones florentinas. En el solar de sus torres abatidas por güelfos, surgirá la actual Piaz­za del Popolo, símbolo del bando popular.

 [L10]La batalla de Monteaperti, a la que ya hemos aludido, el 4 de septiembre de 1260 entre sieneses y gibelinos florentinos contra güelfos que resultaron de­rrotados por completo.

 [L11]97‑99 En efecto, Farinata conoce el futuro de Dante, pero Cavalcante ig­nora la suerte de su hijo Guido.

 [L12]Es decir, tardó en contestarles porque se extrañó de que no conociese que Guido aún vivía.

 [L13]Federico II tuvo, en efecto, una gran fama de epicúreo entre los cronis­tas de la época y al parecer afirmaba que el hombre nada es después de exhalar el último aliento. Fue también amigo de musulmanes, y excomulgado por Roma.

 [L14]Ottaviano degli Ubaldini, obispo de Bolonia a los 26 años, desde 1240 a 1244, y posteriormente cardenal, murió en 1275, aunque combatió a Fede­rico II y a Manfredo, debió ser gibelino en el fondo. Fue notable por su riqueza y su cultura y muy odiado por los güelfos de Florencia.

 [L15]Naturalmente, Beatriz.

 

CANTO X

 

Siguió entonces por una oculta senda

entre aquella muralla y los martirios

mi Maestro, y yo fui tras de sus pasos.                                 3

 

 

«Oh virtud suma, que en los infernales

circulos me conduces a tu gusto,

háblame y satisface mis deseos:                                            6

 

a la gente que yace en los supulcros

¿la podré ver?, pues ya están levantadas

todas las losas, y nadie vigila.»                                             9

 

Y él repuso: «Cerrados serán todos

cuando aquí vuelvan desde Josafat

con los cuerpos que allá arriba dejaron.                                12[L1] 

 

Su cementerio en esta parte tienen

con Epicuro todos sus secuaces                                            14[L2] 

que el alma, dicen, con el cuerpo muere.                              15

 

Pero aquella pregunta que me hiciste

pronto será aquí mismo satisfecha,

y también el deseo que me callas.»                                       18[L3] 

 

Y yo: «Buen guía, no te oculta nada

mi corazón, si no es por hablar poco;

y tú me tienes a ello predispuesto.»                                      21

 

«Oh toscano que en la ciudad del fuego                              22[L4] 

caminas vivo, hablando tan humilde,

te plazca detenerte en este sitio,                                           24

 

porque tu acento demuestra que eres

natural de la noble patria aquella

a la que fui, tal vez, harto dañoso.»                                      27

 

Este son escapó súbitamente

desde una de las arcas; y temiendo,

me arrimé un poco más a mi maestro.                                   30

 

Pero él me dijo: « Vuélvete, ¿qué haces?

mira allí a Farinatta que se ha alzado;

le verás de cintura para arriba.»                                            33

 

Fijado en él había ya mi vista;

y aquél se erguía con el pecho y frente

cual si al infierno mismo despreciase.                                   36

 

Y las valientes manos de mi guía

me empujaron a él entre las tumbas,

diciendo: «Sé medido en tus palabras.»                               39

 

Como al pie de su tumba yo estuviese,

me miró un poco, y como con desdén,

me preguntó: «¿Quién fueron tus mayores?»                                   42

 

Yo, que de obedecer estaba ansioso,

no lo oculté, sino que se lo dije,

y él levantó las cejas levemente.                                           45

 

«Con fiereza me fueron adversarios

a mí y a mi partido y mis mayores,

y así dos veces tuve que expulsarles.»                                  48

 

« Si les echaste ‑dije‑ regresaron

de todas partes, una y otra vez;

mas los vuestros tal arte no aprendieron.»                            51

 

Surgió entonces al borde de su foso

otra sombra, a su lado, hasta la barba:                                  53[L5] 

creo que estaba puesta de rodillas.                                       54

 

Miró a mi alrededor, cual si propósito

tuviese de encontrar conmigo a otro,

y cuando fue apagada su sospecha,                                      57

 

llorando dijo: «Si por esta ciega

cárcel vas tú por nobleza de ingenio,

¿y mi hijo?, ¿por qué no está contigo?»                                60

 

Y yo dije: «No vengo por mí mismo,

el que allá aguarda por aquí me lleva

a quien Guido, tal vez, fue indiferente.»                              63[L6] 

 

Sus palabras y el modo de su pena

su nombre ya me habian revelado;

por eso fue tan clara mi respuesta.                                        66

 

Súbitamente alzado gritó: «¿Cómo

has dicho?, ¿Fue?, ¿Es que entonces ya no vive?

¿La dulce luz no hiere ya sus ojos?»                                     69[L7] 

 

Y al advertir que una cierta demora

antes de responderle yo mostraba,

cayó de espaldas sin volver a alzarse.                                               72

 

Mas el otro gran hombre, a cuyo ruego

yo me detuve, no alteró su rostro,

ni movió el cuello, ni inclinó su cuerpo.                                75

 

Y así, continuando lo de antes,

«Que aquel arte ‑me dijo‑ mal supieran,

eso, más que este lecho, me tortura.                                     78

 

Pero antes que cincuenta veces arda                                                79[L8] 

la faz de la señora que aquí reina,

tú has de saber lo que tal arte pesa.                                      81

 

Y así regreses a ese dulce mundo,

dime, ¿por qué ese pueblo es tan impío

contra los míos en todas sus leyes?»                                     84[L9] 

 

Y yo dije: «El estrago y la matanza

que teñirse de rojo al Arbia hizo,                                          86[L10] 

obliga a tal decreto en nuestros templos.»                            87

 

Me respondió moviendo la cabeza:

«No estuve solo álli, ni ciertamente

sin razón me movi con esos otros:                                        90

 

mas estuve yo solo, cuando todos

en destruir Florencia consentían,

defendiéndola a rostro descubierto.»                                               93

 

«Ah, que repose vuestra descendencia

‑yo le rogué‑, este nudo desatadme

que ha enmarañado aquí mi pensamiento.                            96

 

Parece que sabéis, por lo que escucho,                                 97[L11] 

lo que nos trae el tiempo de antemano,

mas usáis de otro modo en lo de ahora.»                              99

 

«Vemos, como quien tiene mala luz,

las cosas ‑dijo‑ que se encuentran lejos,

gracias a lo que esplende el Sumo Guía.                               102

 

Cuando están cerca, o son, vano es del todo

nuestro intelecto; y si otros no nos cuentan,

nada sabemos del estado humano.                                       105

 

Y comprender podrás que muerto quede

nuestro conocimiento en aquel punto

que se cierre la puerta del futuro.»                                       108

 

Arrepentido entonces de mi falta,

dije: «Diréis ahora a aquel yacente

que su hijo aún se encuentra con los vivos;                          111

 

y si antes mudo estuve en la respuesta,

hazle saber que fue porque pensaba

ya en esa duda que me habéis resuelto.»                              114[L12] 

 

Y ya me reclamaba mi maestro;

y yo rogué al espíritu que rápido

me refiriese quién con él estaba.                                           117

 

Díjome: «Aquí con más de mil me encuentro;

dentro se halla el segundo Federico,                                                119[L13] 

y el Cardenal, y de los otros callo.»                                      120[L14] 

 

Entonces se ocultó; y yo hacia el antiguo

poeta volví el paso, repensando

esas palabras que creí enemigas.                                           123

 

Él echó a andar y luego, caminando,

me dijo: «¿Por qué estás tan abatido?»

Y yo le satisfice la pregunta.                                                126

 

« Conserva en la memoria lo que oíste

contrario a ti ‑me aconsejó aquel sabio-

­y atiende ahora ‑y levantó su dedo‑:                                    129

 

cuando delante estés del dulce rayo

de aquella cuyos ojos lo ven todo                                         131[L15] 

de ella sabrás de tu vida el viaje.                                          132

 

Luego volvió los pies a mano izquierda:

dejando el muro, fuimos hacia el centro

por un sendero que conduce a un valle,                                135

cuyo hedor hasta allí desagradaba.


 [L1]Es decir, después del Juicio Final.

 [L2]Epicuro (342‑270 a.C.) es el jefe de la escuela epicúrea, tan mal entendida por la posteridad, y que, en efecto, proclamaba la mortalidad del alma. Esta últi­ma fue seguida en la Edad Media por muchas sectas y estuvo particularmente extendida entre los gibelinos, o al menos eso afirmaba la propaganda güelfa. Esto explica los personajes que escoge Dante para ilustrar este círculo.

 [L3]El de saber si en aquel lugar había paisanos suyos.

 [L4]Farinata degli Uberti, por quien Dante ya preguntó a Ciacco (Infier­no, VI), fue uno de los más importantes personajes de la Florencia del siglo XII. Fue uno de los jefes de la facción gibelina y expulsó a los güelfos en 1248, fue expulsado por éstos en 1258, y tras el triunfo gibelino de Monteaperti volvió a expulsar a sus rivales en 1260, oponiéndose a la destrucción de la ciudad que proponían otros jefes gibefinos. Murió en 1264. Dante hace de él una figura inolvidable y grandiosa en medio de su tormento.

 [L5]Cavalcante dei Cavalcanti, padre de Guido Cavalcanti, el gran poeta ami­go de Dante y jefe de filas del dólce stil novo, pertenció a los güelfos y era bien conocida su confesión epicúrea.

 [L6]Es posible que Guido no hubiese tenido gran admiración por Virgilio, pero algún comentarista piensa que a quien Guido desprecia fue a Beatriz, es decir, a la teología, pues sostuvo ideas cercanas al ateísmo. Esta es la versión que hemos elegido; si, en cambio, optáramos por la primera, podría leerse: «quien allá aguarda por aquí me lleva; / vuestro Guido, tal vez, desdén le tuvo». La versión original dice: «colui ch' attende là, per qui mi mena / forse cui Gui­do vostro ebbe a disdegno». Como vemos, la interpretación depende del valor que demos a «cui»

 [L7]Guido murió pocos meses después del supuesto viaje infernal, en el oto­ño de 1300. Esto explica las palabras de Farinata en v. 103.

 [L8]No pasarán cincuenta meses lunares, de abril de 1300 a junio de 1304, sin que sepa Dante lo duro que es para un exiliado intentar el regreso a su pa­tria. En efecto, Dante, desterrado en 1302, intentó regresar a Florencia por la fuerza inútilmente, antes del verano de 1304.

 [L9]Los Uberti fueron excluidos de la paz firmada en 1280 entre las facciones florentinas. En el solar de sus torres abatidas por güelfos, surgirá la actual Piaz­za del Popolo, símbolo del bando popular.

 [L10]La batalla de Monteaperti, a la que ya hemos aludido, el 4 de septiembre de 1260 entre sieneses y gibelinos florentinos contra güelfos que resultaron de­rrotados por completo.

 [L11]97‑99 En efecto, Farinata conoce el futuro de Dante, pero Cavalcante ig­nora la suerte de su hijo Guido.

 [L12]Es decir, tardó en contestarles porque se extrañó de que no conociese que Guido aún vivía.

 [L13]Federico II tuvo, en efecto, una gran fama de epicúreo entre los cronis­tas de la época y al parecer afirmaba que el hombre nada es después de exhalar el último aliento. Fue también amigo de musulmanes, y excomulgado por Roma.

 [L14]Ottaviano degli Ubaldini, obispo de Bolonia a los 26 años, desde 1240 a 1244, y posteriormente cardenal, murió en 1275, aunque combatió a Fede­rico II y a Manfredo, debió ser gibelino en el fondo. Fue notable por su riqueza y su cultura y muy odiado por los güelfos de Florencia.

 [L15]Naturalmente, Beatriz.

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