viernes, 9 de noviembre de 2012

PLAUTO: COMEDIA.





No se conoce sino como aproximación la fecha de su nacimiento, se ha fijado la de 254 adC por una noticia de Cicerón (Brutus, 60) y sabemos que murió en el consulado de Plauto Claudio y L. Porcio, siendo censor Catón, es decir, en el 184 adC. Ciertamente este lapso vital corresponde a un periodo históricamente muy revuelto: la II Guerra Púnica (de la derrota de Cannas, 216, a la victoria del Metauro, 207, y Zama, 202) y la primera afirmación de la intervención romana en Grecia y en el Oriente helenístico. Se trasladó a Roma de joven y allí fue soldado y comerciante. El amplio conocimiento del lenguaje marinero que atestiguan sus obras confirma este último dato, y posiblemente también realizó viajes por el Mediterráneo. Se arruinó y tuvo que empujar la piedra de un molino al tiempo que empezaba a escribir comedias palliatas adaptadas del griego. Su enorme éxito le valió salir de molinero para consagrarse a este nuevo oficio y murió prácticamente rico con más de setenta años, envuelto en una popularidad gigantesca.

RESEÑA: 
Conocida también por `Miles gloriosus` o `El soldado fanfarrón`. 

Es considerada la obra más antigua de Plauto, (en torno al 205 a.C.) y es una farsa o comedia de carácter cuya víctima es un falso héroe y engreído soldado, Pirgopolinices, de quien todos se burlan solapadamente, empezando por su criado Palestrión. 

El soldado lleva a Éfeso una cortesana ateniense, amante de un joven de su ciudad. Un esclavo de este joven cae prisionero cuando va a avisar a su amo y es comprado por el mismo militar. El esclavo hace saber al joven ateniense, por medio de estrategias, donde se encuentra la esclava, y éste va a vivir a la casa de al lado de la del militar. El esclavo hace un agujero en la pared y los enamorados pueden encontrarse a través de éste. Pero otro esclavo del militar los sorprende y deciden una estrategia: inventan una hermana gemela de la esclava y tienden una trampa al soldado: le convencen de que abandone a la esclava, porque la esposa de su vecino quiere casarse con él. Al final, sorprendido en casa del vecino, se le castiga por adulterio. 

El soldado: fanfarrón y engañado, el esclavo: astuto y manipulador y con los añadidos de juegos de palabras y continuos equívocos, una divertida obra.
****


INTRODUCCIONES, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE
MERCEDES GONZÁLEZ-HABA
EDITORIAL GREDOS
* [Aunque el libro está conformado por todas las obras señaladas, en las versiones digitales aparecerán de obra en obra.
Nota del escaneador]
Tito Macio Plauto E l m i l i t a r f a n f a r r ó n
1
Asesores para la sección latina: JOSÉ JAVIER ISO y JOSÉ LUIS MORALEJO.
Según las normas de la B. C. G., la traducción de este volumen ha sido revisada por JOSÉ ANTONIO
ENRÍQUEZ GONZÁLEZ.
© EDITORIAL GREDOS, S. A.
Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1996.
Depósito Legal: M. 9221-1996.
ISBN 84-249-1497-X. Obra completa.
ISBN 84-249-1801-0. Tomo II.
Impreso en España. Printed in Spain.
Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1996.-6800.
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EL MILITAR FANFARRÓN
(Miles gloriosus)
INTRODUCCIÓN
El Miles gloriosus es una de las comedias de más éxito de Plauto, sea cual sea su relación con el
original griego, del que no se conoce más que el título, Alazón1, por noticia del prólogo, y haya o no
haya contaminado el poeta, cuestiones ambas tan traídas y llevadas por la crítica2. Se suele atribuir
el Miles a la primera época de la actividad del autor, a causa de su pobreza de ritmos, al igual que el
Mercator; por una alusión al encarcelamiento del poeta Nevio (v. 211 y sigs.), habría que datar la
obra hacia el 205 antes de nuestra era. Así y todo, no se puede dejar de reconocer que el Miles
supone uno de los puntos más altos de toda la obra del poeta; es una obra plautina cien por cien, una
obra en que el autor se supera a sí mismo en cuanto a efectos cómicos, una pieza que no es posible
leer, y menos aún ver representada, sin reír casi continuamente a más y mejor.
El argumento no es complicado: durante una ausencia del joven ateniense Pleusicles,
Pirgopolinices, un militar de Éfeso —un Fondottiero tipico del mundo alejandrino, que al frente de
tropas mercenarias ofrecía sus servicios a algún rey— consigue introducirse en casa de la amiga de
Pleusicles, apoderarse de ella y llevársela a la fuerza consigo a Éfeso. Palestrión, esclavo de
Pleusicles, que marcha en busca de su amo para darle cuenta de lo sucedido, es capturado por unos
piratas y entregado como esclavo precisamente al militar de Éfeso. Desde allí escribe a su anterior
amo, que se presenta en Éfeso, alojándose en casa de un amigo de su padre, el viejo
Periplectómeno, que vive precisamente en la casa contigua a la del militar. Un pasadizo abierto
secretamente en la pared medianera entre las dos casas va a ser causa de algunas complicaciones,
pero no impedirá el éxito final: el guardián personal de la joven Filocomasio, Escéledro, la ha visto
besarse con un desconocido en casa del vecino, pero al fin termina por creerse la historia de que se
trata de una hermana gemela de Filocomasio venida de Atenas con su amigo. La próxima víctima
va a ser el militar en persona. Periplectómeno, el viejo vecino, le busca a Palestrión dos jóvenes,
una de las cuales se hace pasar por esposa del viejo, mientras la otra, su esclava, hará de
intermediaria para llevar al militar el mensaje de su ama, perdidamente enamorada de él. El militar
cae en la trampa, despide a Filocomasio, a la que en nombre de su supuesta hermana y de su madre
se presenta a recoger Pleusicles, bajo disfraz de patrón de navío, y acude a casa de Periplectómeno
en busca de la que piensa va a ser su nuevo amor; en realidad le esperan allí el viejo y sus esclavos
convenientemente armados, y sólo a duras penas consigue escapar al merecido castigo, mientras
Filocomasio, Pleusicles y Palestrión navegan rumbo a Atenas.
Como cobertura a la pieza sirve una escena insuperable de presentación del militar en diálogo
con su gorrón Artotrogo, personaje protático que no vuelve a aparecer luego en el curso de la obra.
A continuación va el prólogo, en boca del esclavo Palestrión (hasta el v. 155). El militar desaparece
hasta el v. 947. Todo este espacio está reservado a los diversos preparativos para cogerle en la
trampa —con una especie de excurso sobre la persona del viejo Periplectómeno en los vv. 596-
764—. Una vez bien delineado el plan, puede volver a aparecer el militar en escena (v. 946 hasta el
final, v. 1437). Si bien el largo excurso parece salirse hasta cierto punto de lo que en sí pide el
argumento de la obra, en los 500 versos finales queda el público bien compensado del intermedio:
1 Según K. GAISER, 1959, el Ephesios de MENANDRO.
2 Q. ZWIERLEIN, 1991, atribuye las irregularidades en la composición del Miles a un reelaborador negando la
autenticidad de un total de 340 versos.
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la comicidad de lo que sigue es tal, que ni los mismos personajes pueden contener la risa, cuánto
menos, naturalmente, los espectadores —¿quizá se trata de una condescendencia del poeta con los
actores, no fuera que empezaran a reír a destiempo en escena juntamente con el público?—.
El efecto cómico queda conseguido de manera total, y eso a pesar de la técnica especial de
presentar la acción, que en sí va doblemente ofrecida: los personajes deliberan ante el público sobre
su plan, Palestrión instruye a los otros personajes de lo que han de hacer —se trata más o menos de
una narración—, y a ello sigue luego su realización en forma dramática en la ficción de la escena. Y
a pesar de tales reiteraciones. es tan perfecto el juego de los recursos cómico— dramáticos, que,
como se acaba de decir, ni los mismos personajes pueden contener la risa.
Las diversas figuras típicas de la comedia están aquí trazadas de manera magistral:
Periplectómeno, el viejo jovial y comprensivo; Pleusicles, el joven galán, esta vez con rasgos aún
más acentuados de timidez, apocado, escrupuloso, lleno de miramientos, se diría que en la luna
(piénsese en su monólogo de los vv. 1284-1297, cuando aparece disfrazado de patrón de navío para
recoger a Filocomasio y empieza —en momentos tan inoportunos, de tanto peligro— a discurrir
sobre la calidad moral de su manera de proceder y hasta a perderse en consideraciones
mitológicas... —un o de los momentos de más refinada t omicidad de la pieza—, hasta que el ver a
Palestrión y al militar le hace caer en la cuenta de que no es ocasión para ello). ¿Y el tipo del militar
fanfarrón? En ninguna otra de las comedias plautinas en donde aparece (Bacchides, Curculio,
Poenulus) es presentado de manera tan acabadamente cómico— grotesca como aquí. Las tres
figuras femeninas —Filocomasio, la heroína de la obra, Acroteleutio y Milfidipa— tampoco se
quedan atrás en su desparpajo y sus refinados procedimientos femeninos. Y en fin, el tipo del fiel
esclavo, dispuesto a todo por servirle los pensamientos a su amo: Palestrión, el artífice de todo el
complot para la liberación de Filocomasio, es digno colega sin duda del Crísalo de las Bacchides,
del Tranión de la Mostellaria o del Pséudolo de la comedia del mismo nombre, pero quizá aquí los
supera a todos en cinismo y refinada astucia, sobre todo en los afiligranados equilibrios que, al
borde mismo del precipicio, se atreve a hacer en la escena de despedida, y que no pueden por menos
de producir el mismo efecto de suspense que las peligrosas acrobacias de un circo.
Sólo la escena final desdice de la obra —¿por qué no la hizo el poeta transcurrir entre bastidores,
como en otras ocasiones, sobre todo después de la longitud de la pieza? (cf. Casina 1006; Mercator
1007 y sigs.).
Entre los numerosos descendientes literarios del Miles gloriosus citemos una traducción
española, de autor desconocido, publicada en Amberes en 1555: La comedia de Plauto titulada
Milite glorioso; en Italia, una refundición del veneciano L. Dolce (1508-1548), Il capitano; en
Francia, el capitán Matamore de L'illusion comique de P. Corneille; en Alemania, el
Horribilicribrifax de Andreas Gryphius (1616-1664) o Der grossprahlerische Offizier de Reinold
Lenz (1772), etc.
Tito Macio Plauto E l m i l i t a r f a n f a r r ó n


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ARGUMENTO I
Un militar se lleva consigo a una cortesana de Atenas a Éfeso. El esclavo del joven amigo de la
muchacha quiere darle la noticia a su amo, que estaba fuera en una misión oficial, pero es hecho
cautivo durante la travesía y entregado al militar de Éfeso. Entonces consigue hacer venir a su amo
de Atenas [5] a Éfeso y hace un pasadizo en la pared medianera entre las dos casas donde se alojan,
para que así tengan la posibilidad de reunirse los amantes. El guardián de la joven los ve desde el
tejado abrazándose en casa del vecino, pero le burlan y le engañan haciéndole creer que se trata de
otra. El esclavo [10] Palestrión convence al militar de que despida a su amiga, porque la mujer del
viejo de al lado se quiere casar con él. Entonces el militar le pide él mismo que se vaya y la colma
de regalos. Pero lo cogen en casa del viejo, siendo castigado como adúltero.
ARGUMENTO II
Un joven ateniense y una cortesana libre de nacimiento están perdidamente enamorados. El
joven marcha a Naupacto en misión oficial, y entretanto da con la cortesana un militar y se [5] la
lleva a Éfeso en contra de su voluntad. El esclavo del joven ateniense se hace a la mar para dar
cuenta a su amo de lo sucedido, pero es hecho cautivo en la travesía y entregado al militar. Entonces
escribe una carta a su amo para que se presente en Éfeso. El joven acude a toda prisa y se aloja en
casa de un amigo de su padre que está pared por medio con la del militar. [10] El esclavo hace un
pasadizo en la pared medianera, para que puedan comunicarse por allí los enamorados sin que nadie
se entere, y hace como que ha venido una hermana gemela de la joven. El vecino contrata a una
dienta suya para que solicite al militar. El militar cae en la trampa, y, creyendo que se va a [15]
casar con él, despide a su amiga, recibiendo a continuación una paliza por adúltero.

PERSONAJES
PIRGOPOLINICES, militar
ARTOTROGO, parásito de Pirgopolinices
PALESTRIÓN, esclavo
PERIPLECTÓMENO, viejo
ESCÉLEDRO, esclavo de Pirgopolinices
FILOCOMASIO, joven amiga de Pleusicles
PLEUSICLES, joven
LURCIÓN, joven esclavo
ACROTELEUTIO, cortesana
MILFIDIPA, esclava de Acroteleutio
UN JOVEN ESCLAVO CARIÓN, cocinero.
La acción transcurre en Éfeso.
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(NOTA: TRANSCRIBO UN FRAGMENTO DE ESTA MARAVILLOSA COMEDIA).
ACTO I
ESCENA ÚNICA
PERGOPOLINICES, ARTOTROGO
PIR.— (Saliendo de casa y hablando con los esclavos que están dentro.) Más luciente que los
rayos del sol en un día de cielo límpido me habéis de dejar el escudo: que, cuando llegue el caso, su
brillo ciegue en medio de la batalla la vista de las filas enemigas. [5] Es que quiero consolar a mi
espada, que no se lamente ni desespere de que la lleve ya tan largo tiempo sin oficio, cuando está la
pobre infeliz ardiendo en deseos de hacer picadillo a los enemigos. Pero ¿dónde está Artotrogo?
[10] AR.— Aquí, a la vera del varón valeroso y afortunado, un príncipe se diría, un guerrero...,
ni el dios Marte osaría nombrar ni comparar sus hazañas con las tuyas.
PIR.— ¿A quién te refieres, a ese que salvé yo en las llanuras de los Gorgojos, [15] donde era
general en jefe Bumbomáquides Clitomestoridisárquides, de la prosapia de Neptuno?
AR.— Sí, sí, lo recuerdo. ¿Tú dices aquel de las armas de oro, cuyas legiones desvaneciste de
un soplo, al igual que el viento las hojas o las pajas de un tejado?
PIR.— Bah, eso es cosa de nada.
[20] AR— Cosa de nada si es que lo vas a comparar con otras hazañas que yo podría contar, (al
público) y que no has jamás llevado a cabo; si es que alguien ha visto en toda su vida a un hombre
más embustero o más fanfarrón que éste, aquí me tiene, soy todo suyo —solamente, eso sí las
aceitunas esas que se comen en su casa, son de locura—.
[25] PIR.— ¿Dónde te has metido?
AR.— Aquí, aquí. Caray, o aquello del elefante en la India, cómo fuiste y de un puñetazo le
partiste un brazo.
PIR.— ¿Un brazo?
AR.— Una pata quise decir.
PIR.— Pues le di así como quien no quiere la cosa.
AR.— Bueno, es que si te pones, pues entonces, que se te cuela el brazo por la piel, [30] las
entrañas y la osamenta del bicho.
PIR.— Dejémonos ahora de eso.
AR.— Caray, tampoco merece la pena que me cuentes tú a mí tus hazañas, que me las sé al
dedillo; (aparte) el estómago es el culpable de todas estas penas: los oídos tienen que sacrificarse en
favor de los dientes, [35] que no les entre dentera, y no hay sino decir amén a todos sus embustes.
PIR.— Espera ¿qué es lo que iba yo a decir?
AR.— ¡Ah, ya! Sí, ya sé lo que quieres decir, sí, así fue, lo recuerdo perfectamente.
PIR.— Pero ¿el qué?
AR. — Lo que sea.
PIR.— ¿Tienes...
AR.— Las tablillas quieres, ¿verdad?, las tengo, y también un punzón.
PIR.— Es una maravilla cómo me sirves los pensamientos.
[40] AR.— Mi deber no es sino estar puntualmente al tanto de tus inclinaciones y desarrollar un
olfato especial para adivinar con antelación todos tus deseos.
PIR.— Vamos a ver, ¿lo tienes aún presente?
AR.— Sí, señor: ciento cincuenta en Cilicia, cien en Escitolatronia, treinta sardos [45] y sesenta
macedonios son los hombres a los que diste muerte en un solo día.
PIR.— ¿Cuántos hacen en total?
AR.— Siete mil.
PIR.— Ni más ni menos. La cuenta es exacta.
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AR.— Pues no es que los tenga escritos, pero, así y todo, me acuerdo.
PIR.— Caray, tienes una memoria excelente.
AR.— Los buenos bocados me la refrescan.
[50] PIR.— Mientras no cambies de conducta, no te faltará de comer, podrás participar siempre
de mi mesa.
AR.— Pues ¿y en Capadocia, donde, si no llega a ser porque la espada estaba embotada, te
cargas a quinientos de un solo golpe?
PIR.— No, es que como no eran más que soldados rasos, les perdoné la vida.
[55] AR.— Nada, ¿a qué voy a venirte yo a contar lo que todo el mundo sabe, esto es, que tú,
Pirgopolinices, eres un ser único en el mundo por tu valentía, tu beldad y tus hazañas? Todas las
mujeres se enamoran de ti, y no sin razón, puesto que eres tan guapo; [60] como aquellas que me
tiraban ayer de la capa.
PIR. ¿Qué es lo que te decían?
AR.— Bueno, me preguntaban: «oye, ¿es Aquiles?». «Aquiles no, digo, pero es su hermano». Y
entonces va la otra y dice: «pues anda, que no es guapo, y además, qué buen porte; ¡fíjate lo bien
que le cae la cabellera! [65] Verdaderamente, hija, qué suerte que tienen las que se acuestan con
él».
PIR.— ¿De verdad que decían eso?
AR.— ¡Pero si hasta me suplicaron las dos que te hiciera pasar hoy por allí como en un desfile!
PIR.— Verdaderamente que es una verdadera desgracia esto de ser demasiado guapo.
AR.— A ver, pero así es: no me dejan vivir, me ruegan, me asedian, [70] me suplican que las
deje verte, me dicen que te lleve con ellas, de forma que no me queda tiempo para ocuparme de tus
asuntos.
PIR.— Me parece que es hora de que nos acerquemos al foro, para que les pague su sueldo a los
mercenarios que alisté ayer aquí, [75] que el rey Seleuco1 me ha rogado con mucha insistencia que
se los reclutara. Hoy quiero emplear el día a su servicio.
AR.— ¡Venga, vamos allá!
PIR.— ¡Vosotros, los de mi guardia, seguidme! (Se van al foro.)

ACTO II
ESCENA PRIMERA
PALESTRIÓN
PAL.— Distinguido público, heme aquí dispuesto a contarles el argumento de esta comedia, [80]
si es que ustedes tienen la bondad de prestarme su atención. Si alguien no quiere escuchar, que se
levante y se marche, para hacer sitio donde sentarse al que lo quiera. [85] Ahora os diré el
argumento y el título de la comedia que vamos a representar, que es para lo que estáis aquí reunidos
en este lugar de fiesta: en griego se titula la pieza Alazón, lo que en latín se dice gloriosus, o sea,
fanfarrón. Esta ciudad es Éfeso; el militar este que acaba de irse ahora a la plaza es mi amo, un
fanfarrón, un sinvergüenza, [90] un tipo asqueroso, que no vive sino del perjurio y del adulterio. Se
empeña en que le persiguen todas las mujeres, y, en realidad, no es sino el hazmerreír de ellas por
donde quiera que va. Por eso tienen aquí por lo general las golfas el morro torcido, a fuerza de
burlarse de él haciéndole muecas con los labios. [95] En cuanto a un servidor, no hace mucho que
me encuentro a las órdenes del susodicho militar: ahora mismo les digo cómo es que pasé a ser
esclavo suyo en lugar del amo que tenía antes; prestad atención, que ahora empiezo a contar el
argumento. Yo estaba en Atenas al servicio de un amo que era una bellísima persona y que estaba
1 Entre el 312 y el 281 antes de nuestra era reinó Seleuco I en Siria; del 247 al 227, Seleuco II, y del 227 al 224, es
decir, en época de Plauto, Seleuco III.
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enamorado [100] de una cortesana hija de madre de Atenas del Ática2, y a ella le pasaba lo mismito
con él, lo cual se puede decir que es la forma ideal de amar. Mi amo fue enviado a Naupacto con un
asunto oficial de gran importancia. Entretanto, se presenta el militar este en Atenas y empieza a
insinuarse con la amiga de mi amo; [105] venga a camelar a la madre trayéndole vino, aderezos,
buenas cosas de comer, hasta que consigue hacerse persona de confianza en casa de la señora. En
cuanto que se le presentó la ocasión, [110] va y engaña a la madre de la muchacha de la que estaba
enamorado, y, sin que ella se dé cuenta, coge a la hija, la embarca y la trae a la fuerza aquí a Éfeso.
Cuando yo me entero de que la amiga de mi amo ha desaparecido de Atenas, cojo [115] y, lo más
rápidamente que puedo, me busco un pasaje y me embarco en dirección a Naupacto para informarle
de lo sucedido. Hete ahí que nos encontrábamos ya en alta mar, cuando aparecen por permisión
divina unos piratas que capturan el barco en donde yo iba, o sea que encuentro mi perdición antes
de encontrarme con mi dueño como era mi propósito. [120] El que me hizo cautivo me entregó
como esclavo al militar este, que me lleva con él a su casa, donde al entrar me topo con la amiga
ateniense de mi amo. Ella al reconocerme me hace señas con los ojos de que no le hable; [125]
luego, cuando tuvimos ocasión, se me queja de sus infortunios: me dice que está deseando salir
huyendo de aquella casa y volver a Atenas, que ella sigue queriendo a mi amo el de Atenas y que no
hay para ella otra persona más aborrecible que el militar. Yo, que me doy cuenta de la situación en
que está la muchacha, [130] cojo y escribo una carta y se la entrego en secreto a un comerciante
para que se la lleve a mi amo el de Atenas, el que estaba enamorado de la chica, para que se persone
aquí en Éfeso. No ha hecho él caso omiso de mi mensaje, [135] porque ha venido y se aloja aquí
junto a nosotros, en casa de un antiguo amigo de su padre, un viejo que es realmente un hombre
encantador; que está nada más que a servirle los pensamientos a su enamorado huésped y que nos
ayuda con su colaboración y sus consejos. O sea que yo he podido organizar aquí un truco
estupendo para que pudieran reunirse los enamorados [140]: en una habitación que el militar ha
reservado para su amiga, donde tiene prohibido que nadie ponga los pies aparte de ella, allí en esa
habitación ha hecho un boquete en la pared por donde la muchacha pueda pasar en secreto a la casa
del vecino de al lado —a sabiendas del viejo, por supuesto; él ha sido quien me ha dado la idea—;
[145] y es que el otro esclavo a quien el militar ha encargado la custodia de su amiga es un pobre
diablo, o sea, que a fuerza de ingeniosos trucos y de bien tramados engaños le pondremos un velo
delante de los ojos y conseguiremos que no haya visto lo que ha visto; [150] y después, para que no
os confundáis, la misma muchacha va a hacer el papel de dos, de la que vive aquí en esta casa y de
otra que va a vivir en la casa de al lado —en sí es siempre una y la misma, pero simulará ser cada
vez una distinta; ésta es la forma en que vamos a pegársela a su guardián—. Pero suena la puerta del
viejo, nuestro vecino: [155] es él el que sale; ése es el viejo tan saleroso que les acabo de decir
ahora mismo.

ESCENA SEGUNDA
PERIPLECTÓMENO, PALESTRIÓN
PE.— (Hablando a los de dentro de la casa.) Como a la próxima vez no le rompáis los huesos a
cualquiera de fuera de casa que veáis por el tejado, os voy a dejar los costados hechos unos zorros;
es que de esta forma no son ya los vecinos testigos de todo lo que ocurre dentro de mi casa, tal
como se ponen a observar desde arriba por el patio. Así que ya sabéis, tenéis orden estricta de que a
cualquier persona de la casa del militar [160] que veáis en nuestro tejado, no siendo Palestrión, le
echéis abajo a la calle; ni que diga que es que está buscando una gallina o una paloma o un mono,
os jugáis la vida si no le dais de palos hasta dejarle fuera de combate. Y además, para que no se
salten la ley esa en contra del juego de las tabas3, ya sabéis, les hacéis migas las propias [165] y
2 Texto inseguro.
3 Sobre la prohibición de los juegos de azar, cf. CICERÓN, Phil. I 56; de alea condemnatum; HORACIO, Carm. 24,
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veréis cómo no vuelven a ponerse a la mesa con ellas4.
PA.— Por lo que oigo, alguno de los nuestros debe de haber hecho una mala pasada, que da el
señor aquí orden de romperles las tabas a mis colegas; bah, a mí me ha dejado fuera de cuenta, tanto
me da lo que haga con los otros. Voy a hablarle.
PE.— ¿No es ése Palestrión?
PA.— ¿Qué hay Periplectómeno?
[170] PE.— Si me dieran a elegir, no habría muchas personas a quienes viera ahora con más
gusto que a ti.
PA.— ¿Qué es lo que pasa?, ¿qué jaleo es ese que te traes ahí con nuestros esclavos?
PE.— Muertos somos.
PA.— Pero ¿qué es lo que ocurre?
PE.— Todo se ha descubierto.
PA.— ¿Qué es todo?
PE.— Ahora mismo ha estado quien sea de los vuestros [175] desde el tejado viendo por el patio
a Filocomasio aquí en casa besándose con mi huésped.
PA.— ¿Quién es el que lo ha visto?
PE.— Uno de tus compañeros.
PA.— ¿Cuál de ellos?
PE.— Pues no lo sé, porque salió corriendo de pronto.
PA.— Barrunto que estoy perdido.
PE.— Cuando ya se iba, le grito: «eh, tú, qué es lo que haces ahí en el tejado», digo; «buscando
un mono», me contestó mientras se iba.
[180] PA.— ¡Ay, desgraciado de mí, que me voy a buscar mi ruina por culpa de un bicho tan
asqueroso! Pero ¿Filocomasio está ahí todavía en tu casa?
PE.— Cuando salí, sí que estaba.
PA.— Pues haz el favor de ir y decirle que se pase a nuestra casa lo más rápidamente posible,
para que la vean allí mis compañeros, si no es que pretende que nos den a todos a la horca por
camarada a causa de sus amoríos.
[185] PE.— Eso ya se lo he dicho yo; si no quieres otra cosa...
[185ª] PA.— Sí que quiero, dile también que no se olvide un punto de que es una mujer y se
mantenga en el ejercicio de las artes y los procedimientos femeninos.
PE.— ¿Qué es lo que quieres decir?
PA.— Quiero decir que consiga convencer al esclavo que la ha visto ahí de que no la ha visto;
así haya sido vista cien veces ahí, a pesar de todo, que lo niegue; boca tiene, una buena lengua,
alevosía, malicia y arrojo, decisión, tenacidad, falacia; [189ª] que haga frente y venza con sus
juramentos a quien la acuse; [190] no le falte capacidad para echar mentiras, para inventar falsedades,
falsos juramentos, mañas tiene, capacidad de seducir, de engañar, que una mujer que tenga
asomos de malicia no tiene que andar rogando a proveedor ninguno: en casa tiene un huerto con
todas las hierbas y los condimentos necesarios para toda clase de malas artes.
[195] PE.— Yo se lo diré, si es que está aquí. Pero ¿qué es eso a lo que andas ahí dándole
vueltas en tu magín, Palestrión?
PA.— Calla un momento, mientras que hago recuento de mis ideas y reflexiono sobre el camino
a seguir y delibero con qué mañas le salgo al paso al mañoso del colega ese que la ha visto ahí
besándose, hasta conseguir que no haya visto lo que ha visto.
[200] PE.— Hala, yo entretanto me retiro aquí a esta parte. Fíjate, cómo está ahí con la frente
fruncida, venga a cavilar, venga a discurrir; se golpea el pecho con los dedos —pues a ver si va a
hacer salir al corazón a abrirle la puerta—; ahora se vuelve para el otro lado; la mano izquierda la
apoya en la pierna izquierda, con la mano derecha echa cuentas con los dedos, dándose en el muslo
58; venta legibus ales; OVIDIO, Trist. I 472, hoc est ad nostros non leve crimen avos; según SUETONIO, Augusto, en
cambio, no tenía reparo alguno en distraerse con esta clase de juegos (Aug. 71).
4 Cf. nota a Curculio 354.
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derecho. [205] Menudos golpes se pega, parece que le vienen con dificultad las ideas; hace
chasquear los dedos: las está pasando negras: no hace más que cambiar de postura; mira, ahora
menea la cabeza, seguro que es que no le gusta lo que se le ha ocurrido; sea lo que sea, veo que no
nos lo va a servir a medio hacer, sino bien en su punto. Y ahora se pone a hacer de albañil: pone el
brazo como si fuera una columna debajo de la barbilla [210] —quita, quita, esa construcción no me
gusta, que he sabido que hay un poeta romano5 en la misma postura, custodiado día y noche por un
par de guardianes—. ¡Bravo, qué postura ahora tan salerosa, como un verdadero esclavo de
comedia! Éste no para hoy hasta no acabar con lo que se trae entre manos. [215] Ya lo tiene, creo.
¡Manos a la obra! ¡Alerta, no te duermas, a no ser que prefieras velar a fuerza de palos y de
cardenales! A ti te digo6, Palestrión, no duermas, digo, despiértate, digo, que es de día, digo.
PA.— Te oigo.
PE.— ¿No te das cuenta de que tienes el enemigo encima y que te asedia por la espalda? [220]
Toma una decisión, coge refuerzos, y además deprisa, no es hora de andarse con calmas; anticípate
por otro camino, busca algún rodeo oculto para llevar al ejército, apremia con tu asedio al enemigo,
procura ayuda para los nuestros, corta las provisiones a los contrarios y asegúrate [225] tú un
camino por donde puedan llegar sin peligro víveres y provisiones a ti y a los tuyos: manos a la obra,
la cosa urge; inventa, imagina; venga, deprisa, una artimaña para que no se haya visto lo que se ha
visto, para que no haya pasado lo que ha pasado. Grande es la empresa que acomete este hombre,
grandes las fortificaciones que construye. Palestrión, si es que te comprometes a tomar la cosa en
tus manos, [230] entonces podemos estar seguros de la derrota de nuestros enemigos.
PA.— Me comprometo, acepto la dirección de la empresa.
PE.— Y yo te aseguro que conseguirás tus fines.
PA.— ¡Júpiter te bendiga!
PE.— ¿No quieres hacerme partícipe de tus planes?
PA.— Calla mientras que te introduzco en el terreno de mis estratagemas, para que sepas lo
mismo que yo mis propósitos.
PE.— No recibirás daño alguno de ello.
[235] PA.— Mi amo el militar más que su propia piel tiene la de un elefante y no más caletre
que un adoquín.
PE.— Lo sé.
PA.— El plan que tengo, el engaño que quiero poner en práctica es el de decir que ha venido de
Atenas con un amigo suyo la hermana gemela de Filocomasio, y que las dos jóvenes [240] son tan
parecidas entre sí como dos gotas de agua; diré que están alojados en tu casa.
PE.— ¡Bravo, bravo, estupendo, me parece una idea magnífica!
PA.— De modo que, si mi camarada la acusa al militar de haberla visto ahí besándose con otro,
[245] yo le convenzo de que es a la hermana a quien ha visto besarse y abrazarse con su amigo en tu
casa.
PE.— ¡Chico, fantástico! Yo también diré lo mismo si me pregunta el militar.
PA.— Pero tú di que es que son parecidísimas, y además hay que avisárselo a Filocomasio para
que lo sepa y no ande titubeando si el militar le pregunta algo.
PE.— ¡Qué engaño tan bien pensado! Pero si el militar quiere verlas a las dos al mismo tiempo,
[250] ¿qué hacemos entonces?
PA.— Muy fácil, se pueden dar cientos de pretextos: no está en casa, ha salido de paseo, está
durmiendo, se está arreglando, está en el baño, está comiendo o bebiendo; está ocupada, no tiene
tiempo, ahora no es posible. El caso es darle largas al asunto, supuesto que consigamos de buenas a
primeras hacerle creer que son verdad todas las mentiras que se le echen.
[255] PE.— De acuerdo.
PA.— Entra en casa, pues, y, si está allí Filocomasio, dile que se pase en seguida aquí a la
nuestra; cuéntale todo esto, no dejes de avisarla y de advertirla que se quede bien con el plan este
5 Nevio, encarcelado por los ultrajes proferidos en sus obras contra personajes de la nobleza romana.
6 Sigue un texto ininteligible, que ha sido corregido por los críticos de muy diversas maneras.
Tito Macio Plauto E l m i l i t a r f a n f a r r ó n
10
que hemos urdido de la hermana gemela.
PE.— Verás qué bien sé dejártela bien instruida. ¿Algo más?
PA.— Que te metas en casa.
PE.— Ahora mismo. (Entra.)
[260] PA.— Yo también me voy a casa, a ver si con mucho disimulo puedo averiguar quién de
mis compañeros ha sido el que ha ido a buscar al mono ese, que me figuro yo que no es posible que,
sea quien sea, hablando con alguno de los de casa, no le haya dicho lo de la amiga del amo, que la
ha visto aquí en la [265] casa de al lado besándose con otro joven, que yo me sé muy bien eso de
que «lo que yo solo me sé, callármelo no podré». Si consigo dar con el que la vio, contra él dirigiré
todas mis máquinas de guerra; todo está a punto: al asalto y a hacerme con él por la fuerza de mi
brazo. Si no consigue localizarle, entonces iré olfateando como un perro de caza hasta dar con las
huellas del zorro. [270] Pero suena nuestra puerta, me callo, que es el guardián de Filocomasio, mi
compañero, el que sale.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Bram Stoker: natalicio






Google celebra el 165 aniversario del nacimiento de Bram Stoker, el autor de Drácula.
La novela se publicó por primera vez en 1897 y cuenta la historia de Jonathan Harker, un abogado inglés que llega al castillo del conde Drácula, ubicado en Transilvania. El objetivo de Harker es cerrar unas ventas con el conde, pero durante el periodo en el que permanece como huésped en el castillo, el joven abogado comienza a observar extraños comportamientos de Drácula: no come nunca en su presencia, hace vida nocturna y asosmbrosamente no se refleja en los espejos. Poco tardará Harker en darse cuenta de la verdadera personalidad del conde, un ser despreciable y despiadado que le hará prisionero en su castillo con siniestros propósitos.
Pese a que Stoker no inventó el género vampírico, sí que fue el encargado de popularizarlo. Basó sus textos en Vlad Draculea, un gobernante implacable que luchó contra el expansionismo otomano y que es considerado un héroe en rumanía. Para esta novela se sirvió de los conocimientos de Arminuis Vámbéry, un erudito húngaro que le explicó las aventuras de Vlad.
Las características vampíricas de Drácula han influído en la mitología vampírica posterior, manteniendo detalles como el uso de la telepatía, la capacidad para convertirse en animal, o su aversión a los ajos y los crucifijos.
Stoker estudió en el prestigioso Trinity College de Dublín y se graduó con matrícula de honor en matemáticas y ciencias. Además fue campeón de atletismo y presidente de la asociación filosófica. Más tarde aprobó las oposiciones de Derecho y comenzó a ejercer como abogado en Inglaterra.
Óscar Wilde dijo que Drácula era una de las mejores novelas de terror de todos los tiempos y fue alabadas por otros grande autores como Arthur Conan Doyle.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

ARTHUR CONAN DOYLE: CURIOSIDADES.


Arthur no tenía intención de convertirse en escritor profesional en un primer momento. Como prueba de ello, él estudió medicina en la universidad de Edimburgo. Sin embargo, entre los estudios y los trabajos que iba haciendo para pagarlos, el joven Arthur empezó a escribir pequeños relatos como descanso. Enseguida debió darse cuenta de su potencial como escritor, ya que antes de cumplir los 20 años una revista llamada "Chambers's Edinburgh Journal" le había publicado uno de sus relatos. 

- En cierta ocasión, tras haber finalizado sus estudios de medicina, empezó a trabajar como médico naval en el buque SS Mayumba. La labor literaria empezaba a flaquear y parecía que, al menos por el momento, Arthur no estaba dispuesto a crear los grandes éxitos a los que estaba destinado a hacer en un futuro. 

- Si alguna vez oís hablar de una enfermedad llamada "Tabes dorsal", acordaos de este escritor. Y es que su tesis doctoral trató precisamente sobre ese tema, un estudio detallado sobre la enfermedad con el que finalmente consiguió el título de doctor en 1885. 

- Una vez, empezó a ejercer el oficio de médico como colaborador de un colega suyo. Sin embargo, las relaciones entre ambos nunca fueron muy buenas y pronto empezaron a surgir malentendidos y discusiones. Harto de esa incómoda situación, Arthur optó por la opción más radical: Se mudó de ciudad y empezó su propia clínica en solitario con sólo 10 libras encima. ¿Qué tal le fue con esa nueva aventura? Fatal. Muy poca gente iba a su clínica, pasaba horas enteras sin un solo cliente. Sin embargo, esa falta de trabajo fue la que le invitó a escribir historias mientras esperaba a que viniera alguien. Durante los largos ratos muertos que pasaba en el trabajo, finalizó su primera gran obra, "Estudio en escarlata", que traía al mundo la primera aparición del gran Sherlock Holmes. 

Una de las curiosidades menos conocidas sobre Arthur es que fue un gran aficionado al deporte. Fue portero de fútbol en un equipo amateur llamado Portsmouth Association Football Club; también fue un gran jugador de cricket, llegando a jugar diez partidos profesionales en el Marylebone Cricket Club; de vez en cuando jugaba a los bolos, aunque no tenía mucha experiencia en ellos; también fue un buen jugador de golf, llegando a ser capitán del club Crowborough Beacon Golf Club. Y junto con todo ello, llegó a practicar incluso el boxeo. Entre sus hechos más importantes, fue uno de los primeros introductores del esquí en el Reino Unido. Sin duda, amaba el deporte, y por los resultados que obtuvo no se le debía dar muy mal esa afición. 

- Entre las distintas inspiraciones que Arthur tuvo para crear la personalidad de Sherlock, se cree que el principal personaje en el que está basado fue uno de sus profesores universitarios, Joseph Bell. Al parecer, tenía una personalidad muy analítica y gozaba de una gran inteligencia. De hecho, el propio Arthur Conan Doyle le mandó una carta al profesor agradeciéndole la inspiración: 

"Sin duda, es a usted al que le debo el personaje de Sherlock Holmes (...) Alrededor de la deducción y observación que he oído que usted inculca he tratado de construir un hombre" 

- Arthur fue nombrado caballero del Imperio Británico (un honor reservado a las más grandes contribuciones al Reino Unido). Quizás penséis que fue debido a su carrera literaria, pero estáis equivocados. Resulta que en esa época el Reino Unido había participado en la "Guerra de los Bóers", un conflicto por el que el país se llevó duras críticas por parte de casi todo el mundo. Entonces, Arthur publicó un panfleto llamado "La guerra en el sur de África: causas y desarrollo" en el que defendía y justificaba la participación de su país. Este texto apoyando a su país tuvo bastante éxito y fue traducido a muchos idiomas, causa por la cual ganó el título mencionado anteriormente. Además, también lo nombraron vice-teniente del condado de Surrey. 

- Una de las controversias más raras que vivió fue su actividad como espiritista. Muchos de sus familiares habían muerto en un período de tiempo bastante corto, por lo que entró en una gran depresión y empezó a sentirse atraído por el espiritismo, llegando incluso a unirse a la "Unión Nacional de Espiritualistas". Entre sus casos más sonados, defendió la veracidad de las hadas de Cottingley, que más tarde resultaron ser un fraude. No faltaba su participación en ningún ritual espiritista con sus compañeros. 

- Entre sus amistades, era un gran colega del famoso mago Harry Houdini. Al principio gozaron de una cálida amistad, pero pronto sus diferentes ideas los separaron: Arthur defendía fervientemente la existencia de hechos paranormales y magia, mientras que Houdini era completamente escéptico y luchaba contra todo ello. Cuando Houdini le dijo que todos sus trucos mágicos eran simplemente "trucos" que no tenían ninguna magia, Arthur no le creyó y empezó a mostrar argumentos en contra de él. Entre ellos empezaron a surgir malentendidos y las discusiones acabaron por separarlos. 

- Una de las tareas que siempre quiso realizar fue matar a Sherlock Holmes. El personaje que le había dado éxito nunca terminó de ser su favorito, ya que realmente él quería escribir novelas históricas. Cuando lo mató en una de sus novelas, miles de personas empezaron a vestir de luto y casi 20000 suscriptores al periódico en el que se publicaban las aventuras de Holmes anularon su suscripción apenados por la muerte de uno de sus héroes. Recibió también miles de cartas de sus más antiguos seguidores pidiendo que sus detectivescas aventuras volvieran a la vida. Parece que los gustos del público y de Arthur no eran los mismos. 

- Finalmente, murió a los 71 años de un ataque cardíaco. Las últimas palabras que dijo estaban dirigidas a su esposa: "Eres preciosa". En el epitafio de su tumba figuraban las palabras: 

Temple de acero 
Rectitud de espada 
ARTHUR CONAN DOYLE 
Caballero 
Patriota, médico y hombre de letras

martes, 6 de noviembre de 2012

VIRGINIA WOOLF




Novelista y crítica británica (1882-1941), cuya técnica del monólogo interior y estilo poético se consideran entre las contribuciones más importantes a la novela moderna. En 1912, se casó con el escritor Leonard Woolf. Entre sus novelas más conocidas se cuentan La señora Dalloway (1925) y El faro (1927). En ambas obras, el argumento surge de la vida interior de los personajes y los efectos psicológicos se logran a través de imágenes, símbolos y metáforas. Los acontecimientos en La señora Dalloway abarcan un espacio de doce horas y el transcurso del tiempo se expresa a través de los cambios que paso a paso se suceden en el interior de los personajes, en la conciencia que tienen de sí mismos, de los demás y de sus mundos caleidoscópicos. De sus restantes novelas, Las olas (1931) es la más evasiva y estilizada, y Orlando (1928), más o menos basada en la vida de su amiga Vita Sackville-West, es una fantasía histórica a la vez que un análisis del sexo, la creatividad y la identidad. 

También escribió biografías y ensayos.

omo bien ocurre con el mar, en donde las mareas producen el acercamiento y alejamiento de las aguas a la orilla, en un proceso rítmico y natural, en un ciclo que se repite cada minuto, cada hora, cada día, así, de la misma manera transcurren los acontecimientos en nuestras vidas: la inocencia de la niñez, el despertar de la adolescencia, el aprendizaje de la madurez, la sabiduría de la senectud... 

Virginia Woolf, fiel a un estilo y a unos temas que supondrán su seña de identidad y que marcan la leyenda de ?escritora atormentada?, por su carácter obsesivo y paranoico, retoma en este libro el de la fugacidad de la vida y del paso del tiempo en el transcurrir de los años en la piel de unos personajes, totalmente diferentes unos de otros tanto en formas de ser como en aspiraciones personales. Bernard, Susan, Rhoda, Jinny, Neville, Louise, son cinco individuos que representarán los diferentes prismas con los que observar la realidad, que no es única sino que dispone de múltiples interpretaciones. 

Así, se encuentran en el mismo camino, en la escuela, el bohemio e imaginativo Bernard con la maternal y femenina Susan, la inconformista e inadaptada Rhoda con la sensual y superficial Jinny, el ambiguo Neville con el maduro y responsable Louise. Todos se convertirán en amigos en esta etapa tan crucial en la vida, los años escolares, y vivirán los momentos gratificantes y también los sinsabores que supone el tránsito a la edad madura, unos con fortaleza, otros con resignación, y también habrá quienes no acepten nunca este hecho. Un hecho luctuoso propiciará su encuentro al cabo de los años, y hagan un repaso de los ha sido de cada uno de ellos, unos están satisfechos, otros, no tanto. 

Lo original de la forma es la manera en que cada uno de los personajes hace el balance de los años vividos. No hay diálogos, son los pensamientos y reflexiones los que se van intercalando, uno tras otro, todo transcurre con un estilo tan rítmico que, al igual que con el argumento, transmite una sensación ora de calma, ora de tempestad, como así suele ser la marea en el mar... experiencias positivas y negativas, como la vida misma. 

La innovadora Woolf, no sólo en cuanto a la temática, sino en su estilo narrativo, hace de esta obra, sin ser de las más conocidas, la más profunda y original de su bibliografía, para leer con calma y actitud reflexiva. 



Virginia Woolf: Las Olas
El tema propio de la novela no existe: todo constituye el tema propio de la novela. Escribió Virginia Woolf, hace algunos años, en un ensayo sobre la novela moderna, en el cual esbozó un programa destinado a hacer salir a esta rama de la literatura, la más genuinamente representativa de nuestra época, del círculo viciosos en que se movía. La forma clásica de la novela, que había producido obras maestras como las de Dickens, Jane Austen, Flaubert o Balzac, resultaba al presente inadecuada para expresar las posibilidades infinitas del mundo contemporáneo, a la vez que era demasiado lógica para captar la
complejidad y variedad de percepciones del ser humano. No obstante, la mayor parte de los novelistas gastaba una paciencia y esfuerzo enormes en continuar la tradición clásica. Construía cuidadosamente sus capítulos para culminar con el desenlace que dejaba a sus héroes eternamente felices o desdichados,
y nos brindaba toda clase de detalles concernientes al aspecto exterior de sus personajes, quienes vestían y hablaban según los más rigurosos dictados de la moda; pero, ¿qué nos decían del movimiento interior
del pensamiento, de aquellas súbitas percepciones o interrogaciones que asaltan el espíritu mientras el ser humano se encuentra entregado a las faenas de la existencia cotidiana?
.Examinemos, por un instante, un cerebro normal en un día cualquiera. La mente percibe miríadas de impresiones triviales, fantásticas, ya efímeras, ya grabadas con la precisión del acero. Ellas surgen de todas partes, en un incesante espectáculo de innumerables átomos, y a medida que caen, a medida que adquieren forma en la vida del lunes o del martes, el acento cae diferente al de antaño; el momento de importancia ocurrió aquí y no allá; de modo que si el escritor fuera un hombre libre y no un esclavo, si pudiera escribir lo que desea y no lo que debe, si pudiera basar su obra en su propio sentimiento y
no en convencionalismos, no habría trama, ni comedia, ni tragedia, ni interés amoroso, ni catástrofe en el estilo establecido. La vida no es una serie de lámparas dispuestas sistemáticamente; la vida es un
halo luminoso, una envoltura semitrasparente que nos rodea desde el nacimiento de nuestra conciencia hasta el fin. ¿No es acaso la tarea del novelista coger este espíritu cambiante, desconocido, ilimitado, con todas sus aberraciones y complejidades y con la menor mezcla posible de los hechos exteriores y ajenos?.
Después de explicar su concepción de la novela, Virginia Woolf se entregó a la tarea de realizar, por sí misma, este programa, rompiendo con todas las ligaduras que ataban a la ficción ordinaria y convirtiéndose en la más avanzada experimentadora en este campo de la literatura. Desechando los convencionalismos de la forma y la acción, de la unidad de lugar y de tiempo y la coherencia aparente de la trama, escribió .La Pieza de Jacob., obra en que las transiciones del argumento son omitidas, en que
sólo nos muestra los puntos culminantes de la vida del héroe, y en que los cambios son realizados sin advertencia previa. A esta novela siguieron .La señora Dalloway., en la cual describe un solo día en la existencia de la heroína, día que se prolonga, sin embargo, hacia el pasado, a través de la corriente de los
pensamientos que fluyen a la mente de la protagonista y que son suscitados por cualquier estímulo pequeño o trivial: una nube en el cielo, un perfume, el espectáculo de una mendiga; .Orlando., en que la
autora no sólo juega deliciosamente con la noción del tiempo, sino incluso con la de sexo y, finalmente.Las Olas., en que los hechos externos son enteramente suprimidos y sólo percibimos el mundo concreto a través de las conciencias humanas. La base de la técnica empleada por Virginia Woolf en .Las Olas. es el soliloquio interior que ya habíautilizado James Joyce en .Ulysses., pero esta vez no es un solo personaje el que habla, sino que las seis figuras centrales se entregan a monólogos que a veces se entrecruzan transformándose en coloquios,
que no se desarrollan jamás, sin embargo, en un plano real, sino en la conciencia de cada personaje. Cada cual registra las percepciones que caen sobre su conciencia, y sus pláticas nos van proporcionando,
gradualmente, la clave de sus respectivas personalidades, que se tornan cada vez más precisas e inconfundibles, a medida que avanzamos en las páginas del libro. Nda sabemos del aspecto físico de estos personajes, de los acontecimientos en que ellos participan, de cómo viven o visten. Y no necesitamos
saberlo; pues, a través de sus percepciones, llegamos a conocerles tan íntimamente que sabemos que Bernardo jamás escribirá la novela que siempre está pensando escribir, con la misma certidumbre con
que comprendemos que para Rhoda no existe evasión posible fuera de la muerte.
Cada capítulo de .Las Olas. está precedido de la descripción de un paisaje, siempre el mismo, pero que varía de color y de aspecto según la hora del día. Tampoco la naturaleza humana cambia; sólo parece transformarse, de la misma manera que partículas de agua movidas por una ola.
Primero es el amanecer, que corresponde a la infancia de los protagonistas; en seguida el mediodía y la tarde, con la luz plena de la juventud, y finalmente el crepúsculo y la noche, con la madurez y la vejez, que sobrevienen implacablemente. Los franceses han denominado a Virginia Woolf .la fée des lettres anglaises.. El hada, por la magia y la riqueza verbal de su estilo; por la belleza de sus imágenes, que hace imperceptible el límite que separa a la prosa de la poesía en sus páginas. Con un toque seguro, extrae de la vida cotidiana un objeto mil veces descrito, mil veces contemplado por nuestros ojos y, en el acto, dicho objeto adquiere un contorno y un matiz inesperados y se reviste de una sugestión misteriosa y extraña. Todo constituye el tema propio de la novela cuando se posee el talento creador, la originalidad y el genio poético de Virginia Woolf.
LENKA FRANULIC.

lunes, 5 de noviembre de 2012

DYLAN THOMAS.





Dylan Marlais Thomas (Swansea, Gales, 27 de octubre de 1914 – Nueva York,9 de noviembre de 1953). Poeta galés en lengua inglesa, sin duda uno de los poetas británicos de la primera mitad del siglo XX con mayor renombre y resonancia internacional, gracias a la profunda originalidad de su poesía y al humor de sus cuentos y piezas teatrales. Durante un tiempo trabajó como periodista para el South Wales Evening Post y, durante la Segunda Guerra Mundial, como guionista para la BBC. Se dio a conocer como poeta con Dieciocho poemas (1934), al que siguieron los volúmenes Veinticinco poemas (1936) y Mapa de amor (1939), con los que se consolidó como máximo representante del movimiento poético Nuevo Apocalipsis, que practicaba un tipo de poesía de evocación, de tono metafísico y con cierto fondo romántico, en el que Thomas adoptaba el papel de poeta-profeta. Alcanzó su plenitud poética con el volumen Defunciones y nacimientos (1946). Autor de un volumen autobiográfico en el que defiende sus concepciones estéticas, Retrato del artista cachorro (1904), escribió además diversos guiones radiofónicos y cinematográficos. 

La obra de Thomas no es copiosa, pero es de una calidad y una frescura inusitadas. Fueron cuatro los ámbitos literarios en los que incursionó: el cuento corto, el guion teatral, el guion para radio y cine, y, finalmente, la poesía. Es éste último ámbito en el que más se le ha reconocido. En mayo de 1933, tras partir de Swansea hacia Londres el año anterior, Thomas publicó en el New English Weekly varios de los poemas por los que es más reconocido: “And death shall have no dominion` “Before I Knocked” and “The Force That Through the Green Fuse Drives the Flower`. En 1934 comenzó a publicar sus poemas en ``The Listener`` y para diciembre de ese mismo año publicó su primer libro: Eighteen Poems (1934), recopilación de imágenes transfiguradas que recibió inmediatos elogios de la crítica anglosajona, que apuntó en estos versos la magia y la oscuridad residentes en los mismos. Ya había ganado renombre con publicaciones de los poemas que se reunirían en sus primeros libros en diversas revistas, tales como New Stories, New Verse, Life and Letters Today, The Criterion (donde era director el escritor T. S. Eliot).

Thomas ya se escinde de la poesía de su tiempo, más preocupada de cuestiones sociales, como en la que incursionaban T. S. Eliot o W. H. Auden. Thomas evidencia en estos poemas la influencia del surrealismo inglés, y también recoge influencias de la tradición celta, bíblicas o bien símbolos sexuales. Para Thomas “la poesía debe ser tan orgiástica y orgánica como la cópula, divisoria y unificadora, personal pero no privada, propagando al individuo en la masa y a la masa en el individuo”.

Thomas murió el 9 de noviembre de 1953 a las 12.40 horas, en el Hospital St. Vincent.


Recomiendo a los amigos blogueros el siguiente libro de su poesía completa:


DYLAN THOMAS
POEMAS COMPLETOS
Traducción,   prólogo   y   notas   de
ELIZABETH AZCONA CRANWELL
Texto descargado de http://www.katarsis.rottenass.com
Título de la edición original:
COLLECTED POEMS
Derechos Reservados
Traducción:
ELIZABETH AZCONA CRANWELL
SEGUNDA EDICIÓN
Portada del Departamento de Arte de Ediciones Corregidor
Digitalizado con profunda devoción por el_gato
© EDICIONES CORREGIDOR
Corrientes 1583, (1042) Buenos Aires
Depósito legal BL: 1076-1981
ISBN: 84-499-4652-2


 LA POESÍA DE DYLAN THOMAS

Hablar de un poeta es tan sólo poner de manifiesto lo que tal poeta dice de sí mismo. Es tratar de expresar cómo la vida se nombra en él. La dificultad consiste en descubrir tras los gestos de lo cotidiano, las máscaras de sus ceremonias ignoradas; tras los miedos, el goce, la mirada, el fracaso o el exceso, reconocer su rasgo esencial, su palabra primaria, la caligrafía íntima de su propia contemplación.
Las circunstancias espectaculares y la leyenda tejida en torno a Dylan Thomas, esa figura excéntrica que paseaba su angustia y sus borracheras por los bares del Greenwich Village y por otra parte, el luminoso opuesto del adolescente perseguidor de pájaros que se extasiaba en la contemplación del mar y las colinas de Swansea, han mediado, especialmente en el público de América, en la valoración de su obra. Con Dylan Thomas ocurre un fenómeno curioso: todo el mundo habla de él. muchos han leído sus páginas en prosa Retrato del artista cachorro y Con distinta piel, también se ha visto representada su pieza teatral Bajo el bosque de leche, obra valiosa por su sentido del humor altamente poético, pero muy pocos conocen a fondo su poesía, lugar donde el lenguaje de Dylan Thomas alcanza su revelación más poderosa.
El nacimiento, la infancia, la adolescencia, la sexualidad, la religión, la muerte, el idioma del paisaje, la leyenda, en la visión acelerada de un múltiple universo de símbolos conforman la esencia de esta poesía. Rebelión de las fuerzas vitales ante las formas que avanzan hacia su caducidad, música y memoria de un paraíso perdido en la niñez, gozo profundo ante los milagros y una constante búsqueda de la verdad inmutable del hombre, oculta en los mitos, los colores, los sonidos, las repeticiones eternas. Y que sólo se manifiesta a la luz de las palabras. Dylan Thomas trata de aprehender los limites de lo creado, la belleza y el terror de vivir, por medio de una participación activa en ambos extremos. Se trata del "éxtasis de la vida y el horror de la vida" de que hablara Baudelaire. Y en esa travesía de opuestos, se cumplirá finalmente un acto de apertura y celebración.

Situación histórica.
Que en Inglaterra surgiera un poeta como Dylan Thomas dentro de la década del 30 (Eighteen Poems, London, Fortune Press, 1934) aunque resulte extraño en un primer análisis no es más que la consecuencia lógica de un proceso inevitable. Inglaterra, a causa de su conservadorismo e insularidad, asumió más lentamente que otros países los cambios en la cultura y en las escuelas literarias. La literatura inglesa en general y la poesía en particular han tenido siempre un tiempo interno propio, un modo peculiar de aproximarse a los objetos y a los temas que trataba. Pero la aceleración de las metamorfosis ocurridas en el siglo XX no pudo serle ajena. En la década del 30 ya habían decantado los fenómenos de principios de siglo: la crisis de la agricultura, la primera guerra mundial, las transformaciones sociales. Entre las dos instancias claves que predominaban en la literatura británica: the isolalion y the relationship, se hacía necesaria una opción y ella no podía ser otra que el abandono de los problemas individuales y el intento de una comunicación que fuera compromiso con el hombre genérico, como miembro de una sociedad conflictuada en la que había que participar activamente. Esto es notorio en los poetas llamados de los thirties o la war generation cuyas preocupaciones básicas eran las cuestiones sociales —las teorías de Marx especialmente— y la indagación psicológica, sobre todo los descubrimientos freudianos. Pero lo psicológico era mirado desde fuera, como intento de dilucidar la génesis de las enfermedades de la civilización. De ahí que todos sus integrantes hicieran causa común con la guerra civil española y algunos de ellos hasta se enrolaran en las filas republicanas. Desde luego, su obra fue el resultado de esta actitud. La poesía de Auden, por ejemplo, llena de tesis, antítesis y demostraciones por el contrario, lleva a la conclusión de que las especulaciones sobre lo que para el hombre representa cada cosa en relación con el tiempo, Dios o el conocimiento deben ser trasladadas a la circunstancia inmediata. Day Lewis toma sobre sí el problema que preocupó a toda su generación: la elección entre la salvación del individuo y la salvación de la masa. Los primeros poemas de Spender, reclaman justicia y defienden a los trabajadores explotados. Junto con estos poetas hay que considerar a Mac Niece, con su exceso de sentido común, a Grigson, que odiaba toda subjetividad y a algunos otros que integraron esta generación del 30. A pesar de que muchos de ellos lograron valiosos poemas y una obra de importancia, todos tropezaron con la misma imposibilidad: la de conformar una imagen metafísica del hombre.
Es evidente que cada vez que la circunstancia social ha obligado al artista y al poeta a respuestas inmediatas, surge a continuación el fenómeno contrario. Encerrado en esquemas masivos la eterna aspiración a "otra cosa" que hay en el hombre, va elaborando su apertura hacia ella, hacia esa zona que reconoce su infinito más allá de la cuantificación, hacia esa sustancia que no puede reducirse a lo genérico de la especie humana, sino que es el hombre en y por sí mismo. Si bien en esas circunstancias no parecía posible conformar una imagen metafísica del hombre, sí lo era volverse hacia los símbolos, al inconsciente, a la religión para elaborar una imagen mítica, en cuanto el mito puede proporcionar una respuesta a las constantes del ser, respuesta que conformase a la conciencia profunda y devolviera al hombre su individualidad perdida. Así surgió la generación que se llamaría de los forties integrada por poetas como George Barker, Sydney Keyes, David Gascoyne —único surrealista inglés— el grupo neorromántico del Apocalipsis y muchos otros entre los cuales Dylan Thomas no sólo fue el pionero sino el más importante de todos ellos.

Los símbolos constantes:
En ese momento histórico en que los símbolos se convertían en meros signos de la experiencia, en una época que reclamaba del poeta cierto compromiso social, Dylan Thomas trascendió el límite de lo inmediato, se apartó de lo social para reconocer el poder de las fuerzas movilizadoras de la vida, habló de la sucesión de ritmos que en el mundo se oponen y se corresponden y convirtió lo que descubría en una llave luminosa de conocimiento poético. Es notable que en más de una oportunidad haya sido un escritor de origen céltico quien quebrara esa línea de racionalidad en Gran Bretaña, que acudiese al inconsciente, a lo oculto, a lo universal para exponer su propia cosmovisión, como en el caso de Joyce, que partiendo de la relación del entorno con el mito se elevó sobre lo contingente para crear una conciencia de la raza.
Se afirma que la poesía de Dylan Thomas está cargada de metáforas. Insisto en hablar de símbolos, puesto que en muchos de sus versos no hay una mera comparación —antinómica o no— de dos términos como ocurre en la metáfora, sino que se dan series de relaciones mucho más complejas, que vuelven tangible y vívido lo que de otro modo resultaría esfumado o remoto.
Elder Olson  , crítico y exégeta de la obra de Thomas, reconoce en ella tres tipos de símbolos: 1) los naturales, 2) los convencionales, 3) los privados. Los símbolos naturales son aquellos que pertenecen a la "realidad" y no a la "figura". Pueden ser usados por cualquier poeta, pero corresponde a cada uno el último afinamiento de significación. La luz —por ejemplo— tomada como símbolo de vida, la oscuridad como el mal, el ascenso como resurrección, el descenso como regresión o muerte. Mientras que las interpretaciones que Dylan hace de los hallazgos de Freud, de algunas claves del Ulises, de ciertos pasajes de la Biblia, constituirían los símbolos convencionales puesto que se apoyan en una aceptación común, así como sucede con sus frecuentes referencias a la astrología, las imágenes litúrgicas, la magia, la alquimia, la cartografía y las sagas regionales. Y los privados serían aquellos encontrados, descubiertos o inventados por el poeta y que forman coordenadas claves en toda su obra. De este modo, al asociar en virtud de una operación analógica unas cosas con otras, unos sucesos con otros, traslada los objetos comunes y las sustancias corrientes al lenguaje de las correspondencias: la cera es símbolo de muerte, representa la carne mortal; el aceite lo es de vida; la sal resulta significadora del nacimiento dentro del mar; las cuevas y cavidades —y aquí se aparta de Freud— no tienen connotación sexual sino que simbolizan las partes más recónditas del espíritu; las iglesias y las capillas se relacionan con la primitiva fe perdida; los cuchillos y las tijeras representan al mismo tiempo el nacimiento y la muerte, puesto que existe el corte del cordón umbilical y el corte definitivo de la existencia. La momia egipcia se asocia con las digresiones sobre la inmortalidad del alma. Los sastres simbolizan aquello que ata a los hombres entre sí y al mismo tiempo el sudario que será su última vestidura. Y por fin todo el camino de la vida es un túnel, semejante a la prisión prenatal. es una lucha desde las tinieblas por alcanzar la luz. Así lo expresa en Poem on his birthday (Poema en su cumpleaños): "La oscuridad es un camino y la luz un lugar / el cielo que no existió ni existirá jamás es siempre cierto / y en ese vacío tupido de malezas / como los bosques de zarzamoras / crecen los muertos para su alegría". Con la imaginación vislumbra esa zona donde cada cosa ganará un lugar dentro de la luz. La existencia es una cárcel simbólica en la que podemos recrearnos con las pasiones transitorias que hallamos en el camino, pero que son sólo reflejos de la totalidad.
En estos símbolos privados hay sin duda campo fértil, tanto para la investigación psicológica como para la exploración estilística. Pero cuando en 1934 apareció su primer libro Eighteen Poems la crítica no investigó demasiado, sino que halló a su poesía difícil, irracional e indisciplinada. Mac Niece la juzgó salvaje, como el discurso rítmico de un ebrio. Porteous la llamó "una peregrinación sin guía hacia el hospicio". Spender afirmó categóricamente que se trataba de material poético en bruto, sin control inteligente o inteligible. Resultaba difícil para ellos entender que Dylan, a pesar de haber conocido, asumido y padecido los descubrimientos de Freud y el marxismo, no teorizase sobre ellos como lo hiciera la generación anterior, que se apartara de Marx y que utilizara poéticamente algunos elementos del psicoanálisis. Que se nutriera en otras fuentes no exploradas por los poetas de los thirties y que buscase antes de poetizar sobre la circunstancia inmediata, un equilibrio entre la actitud existencial y las fuerzas de mutación que actúan en el cosmos.

Tres períodos
Aunque la división parezca académica, deben reconocerse tres períodos en la poesía thomasiana, clasificación que el mismo Dylan admitía de buen grado. En los poemas del primer período (hasta Twenty Five Poems) la dificultad esencial con que tropieza el lector es la de entender quién es el que habla, qué cosa desea expresar por sobre todas las demás que afluyen como ríos constantes. Esto y su costumbre de cambiar el hablante varias veces dentro de un mismo poema —a la manera de algunas viejas baladas inglesas como Turpin Hero, que empieza en primera persona y termina en tercera— unido a su lenguaje complejo y difícil es lo que determina la oscuridad de esta poesía. Por momentos, las imágenes parecen producto de la asociación libre, pero un análisis más profundo demuestra que la superposición ha sido deliberadamente planeada. Su diferencia con los surrealistas —y él mismo lo dice en su Manifiesto Poético— es que suele utilizar el material que proviene del inconsciente y del mundo onírico, pero lo somete a una suerte de revisión, a una suerte de ordenamiento inteligente, tal como a su modo lo hicieran Manley Hopkins en poesía y Joyce en prosa. Con el descubrimiento del inconsciente se abren para el poeta caminos insospechados de asociación que le sirven para crear su universo de analogías personales.
Estos primeros poemas, podrían representarse en última síntesis por un dualismo fundamental: dos palabras claves que en inglés tienen semejanza silábica: womb y tomb (útero y tumba), dos límites dentro de los que se cumple, con sus alturas y sus caídas, la totalidad de la existencia. Aplicando a su modo el principio dialéctico llega a comunicar su participación en los fenómenos de la vida y la muerte. Retorna al útero y trasmite las sensaciones que adivina en el feto; es semilla, espíritu, se desprende de la materia, trepa hasta el sueño para descubrir la luz en un plano extrahumano, se convierte en planta, mineral, animal, se vuelve parte de los abismos del mar, desciende a la tumba y padece la existencia secreta de los muertos, vive la desintegración de los átomos y su incorporación a nuevas formas de vida para tratar de asir, desde todo ello, el secreto último de la creación: "Antes que llamara y la carne me abriese / que mis liquidas manos golpearan en el vientre / yo que era entonces informe como el agua / que formaba el Jordán junto a mi casa / era hermano de la hija de Mnetha / y hermana del gusano que me daba la vida" (Before I knocked = Antes que llamara). Y también "Soñé mí génesis en sudores de muerte / caído por dos veces en el nutricio mar / vástago rancio de la sal de Adán, visión / de nueva fuerza humana. Busco al sol'. (I dreamed My genesis — Soñé mi génesis).
Uno de los temas principales de este período es el sexo, entendido como potencia creadora. La fuerza originaria de la vida forma los polos de la sexualidad universal, cuyo principio es el desdoblamiento del uno y el dos. "Oh, ved en los muchachos los polos de la promesa" (I see the boys of Summer = Veo los muchachos del verano). Pero al mismo tiempo existe la fuerza tanática que va cercenando a la energía erótica desde dentro. El sexo atrae compulsivamente pero el poeta llega a la conclusión de que sólo sirve a la especie. Y para el individuo no es más que una droga que hace olvidar el paso del tiempo, la deterioración implícita en la carne, la impotencia de la vejez. El húmedo músculo del amor se aja y muere / aquí estalla un beso en una cantera sin amor (Veo a los muchachos del verano). Y también: "La mitad de este mundo es del demonio, la otra mitad es mía / bobo por esa droga fumada en una niña / y encerrado en el brote que bifurca su ojo" para añadir más adelante: "Yo me siento y contemplo bajo mi uña al gusano / que corroe lo vivo" ( If I were tickled by the rub of love — Si me hiciera cosquillas el roce del amor). Ante esta disyunción entre eros y thanatos que no puede resolverse acude a un intento de modificación de la apariencia, decide separarse de su propia humanidad para reflejarla alterada en un espejo que no le devuelve otra cosa que una imagen de sí mismo: "hombre sé mi metáfora" ruega en un clamor por la salvación. Porque a veces es una metáfora, no una cualquiera, sino la metáfora clave donde se explica toda su obra, el medio por el cual el poeta descubre la ley secreta de lo viviente, el diálogo de toda criatura con su alrededor y su existencia, lugares de los que debe rescatar su ser y donde tiene que desentrañar su destino. La parábola sigue su curso y en el segundo período de la poesía de Dylan Thomas se comprueba una mayor aceptación de lo exterior. Sus poemas son ahora, además de puros actos de creación, modos de revelación de la experiencia. Tomemos al azar Ceremony after a fire raid, que por su contenido se tradujo como "Ceremonia después de un bombardeo". Nada puede ser más desolador que una ciudad devastada. Pero el poema, que comienza con una descripción del ámbito, acaba con una celebración ritual donde se invierte el proceso seguido en los poemas anteriores: en lugar de aludir a la muerte como una forma que acecha dentro de la vida, esta vez es la vida que renace desde la muerte. La aniquilación y el renacimiento intercambian sus alucinantes figuras, una fantasmagoría prodigiosa se apropia de la dura realidad y mezcla uno y mil cuadros que desembocan en la esperanza: "Dentro del pan en un sembrado de llamas / dentro del vino abrasador como aguardiente / las misas del mar / las misas del mar bajo / las misas del mar que engendra niños / irrumpen como fuentes y entran a colmar para siempre / gloria, gloria, gloria / el reino final y destructor del trueno de la génesis.
En esta etapa, Dylan se aparta de la interpretación freudiana en favor de una mayor universalidad. Existen los ciclos, el eterno retorno y las cosas que en el mundo aparecen son señales de las razones para que así ocurra. El lenguaje se clarifica, se vuelve dinámico, incisivo, frecuentado por inesperadas rupturas. Hay cierto parentesco con los símbolos arquetípicos de Jung y aunque el hecho no sea deliberado estamos frente a la aplicación poética de la teoría de las imágenes primordiales en el inconsciente colectivo, lo que llevaría a la conclusión de que la poesía es más efectiva cuanto más universal. Esta es la clave para interpretar el segundo período en la obra poética de Thomas.
Cuando luego de un proceso semejante se vuelve al hombre como sujeto final de la poesía, la mirada abarca una dimensión más amplia. De vuelta de ese diálogo entre la conciencia poética y la experiencia real, el poeta entra en una relación diferente con el ser. Estamos en el tercer período de su poesía que algunos críticos han llamado la "etapa humana". Y esta denominación tiene su razón de ser. Dylan se instala en sus propios límites de hombre, hace una profesión de fe casi panteísta, intenta adueñarse de la raíz sensual y la savia de la vida. Aquella dinámica que operaba desde lo sexual, desde los polos útero-tumba, se ha metamorfoseado, pues el poeta se reconcilia aquí con los hechos incuestionables de la mutabilidad y la muerte.
Preocupado por el fenómeno de la vida, Dylan Thomas no obstante, no se había preguntado por su sentido. De la rebeldía llega a la fe sin pasar por el purgatorio de la duda o el infierno de la desesperación. Bardo en el viejo sentido de la palabra, a la manera de François Villon o de su compatriota medieval Dafyd Ap Gwilin, se vuelve a la leyenda que conserva la fuerza de lo primitivo y permanece como patrimonio del hombre. Partiendo de lo épico construye una epifanía dentro de la que cumple su gran acto de pacificación con el universo y consigo mismo. Experimenta el ascenso hasta hacerse uno con la materia poética que esta vez es el paisaje mágico, la saga, el descubrimiento de las leyes secretas que subyacen en todo mito arraigado a través de los siglos (Ballad of the long legged bait = "Balada del señuelo de piernas largas", "In country Sleep" = "En el sueño campesino", Over St John Hill = Sobre el cerro de Saint John, Winter's tale = "Cuento de invierno", On white Giant tigh = "En el muslo del gigante blanco", entre otros. En esta etapa alcanza su soberanía en la transparencia, deja de tender a la oscuridad, de enumerar sus hambres emboscadas para escrutar los signos de la infancia, las alegorías de los cuentos de hadas que explican la creación en un idioma afín con la poesía: "Es un cuento de invierno / que el anochecer ciego de nieve trasporta sobre los lagos / y los campos flotantes de la granja en lo copa de los valles / sobre el pálido aliento del rebaño en la vela furtiva que resbala calmo entre los copos plegados a mano / y sobre las estrellas que se entregan al frío / y en el olor del heno entre la nieve y el remoto búho / que da consejos entre los rebaños y en la zarpa de hielo / en los valles cruzados por los ríos donde se dijo el cuento". (Cuento de invierno).
Como réplica a los que afirman que la genialidad de esta poesía reside en la música del lenguaje, podría decirse que en este período la unidad del idioma no es la palabra misma, ni tampoco la música ni la respiración, ambas muy importantes pero no decisivas. La fuerza consiste en que, en virtud de una extraña alquimia verbal, cada verso es una réplica del anterior, de modo que cada línea sugiere la próxima y cada imagen vale tanto en sí misma como articulada con las otras. Al decir de Grigson se trata de solecismos masivos cargados de profundidad y de extraño poder mágico. La escanción y el ritmo han cambiado con respecto de las etapas anteriores. Los versos son largos, con ictus que marcan una cadencia salmódica, de acuerdo con una operación del espíritu que por fin acepta la renovación terrestre, la precesión y transformación de las estaciones, el equilibrio del ritmo cósmico, el diálogo entre la permanencia del ser y la movilidad del mundo: "Y tú despertarás del sueño campestre en este amanecer / y cada amanecer primero / tu fe tan inmortal como el clamor del obediente sol (En el sueño campestre).

Dos poemas religiosos
Dylan Thomas nunca ha buscado respuestas filosóficas a los interrogantes metafísicos. Es un poeta que cree en Dios, en la naturaleza y en la caída. Sobre todo, cree en la gracia. En los poemas últimos hay una aceptación rotunda de su fe. Su religión es natural, los símbolos y las alusiones a la Biblia constituyen un conocimiento directo. La religión no es mediación, es una parte de la vida, como lo son la tierra y el mar. Con un lenguaje que se aproxima al de Manley Hopkins, comunica plenamente esta aquiescencia en dos series de poemas: "En dirección al altar bajo la luz del búho" y "Visión y Plegaria"  . La primera serie consta de diez sonetos y cierra el segundo volumen de poemas Twenty Five Poems. En estos sonetos el poema se apropia del cielo entero, de las divinidades paganas, de los mitos de varias religiones. Pero aunque juega con las diversas deidades interpreta a su modo un juego de firmamentos opuestos. Desde un principio se muestra comprometido con la visión cristiana y la serie entera resulta ser una interpretación poética del Apocalipsis.
El primer soneto comienza con la peregrinación de Hércules, en una narración pagana por excelencia:

En dirección al altar bajo la luz del búho
a mitad del camino de la casa
el caballero con sus furias declina hacia la tumba
Abadon en el pellejo arrancado a la uña de Adán,
devorador de mundos, con la quijada al acecho de nuevas
un perro entre las ferias con su horquilla
arrancó a dentelladas la mandrágora gritando hacia el mañana
entonces, con monedas por ojos, este señor de las heridas,
viejo gallo de ningún sitio y del huevo celeste
con huesos desprendidos en los vientos a mitad de su curso
sobre una pierna en medio del ventoso naufragio
en errante palabra vino a arañar mi cuna
esa noche del tiempo al abrigo de Cristo:
él dijo: soy el héroe que viaja alrededor del mundo
y comparto mi lecho con Capricornio y Cáncer.
Son frecuentes las alusiones a la astronomía, la astrología, el Antiguo y el Nuevo Testamento, las figuras de los naipes y la mitología egipcia. Pero a partir del soneto VIII el poeta se refiere directamente a la crucifixión de Cristo:

Fue la crucifixión en la montaña
los nervios del tiempo en vinagre, la tumba como horca
tan untada de sangre como las fúlgidas espinas de mis lágrimas
es el mundo mi herida, la María de Dios en su dolor
como tres árboles doblada y con pechos de pájaro debajo de la túnica
es la mujer de interminable herida, con alfileres en lugar de lágrimas.
Era el cielo, Juan Cristo, y cada esquina trovadora
ganó la marcha de los clavos llevados hacia el cielo
hasta que el arco-iris tricolor de mis pechos
se arrastró entre los polos alrededor del mundo en su despertar de caracol
Yo junto al árbol donde colgaban los ladrones, mediquillo de toda gloria
castré al esqueleto en este minuto montañoso
y junto al reloj de viento que del sol es testigo
padezco a los infantes celestiales en los latidos de mi corazón.

Y la serie termina con una clara formulación de la certeza del retorno al Edén, pues lo que el tiempo destruye, puede a pesar de todo ser restaurado: "Verde como el comienzo deja al jardín que se hunde / que trepe con sus torres de cáscara hasta el día / en que el gusano construirá con las pajas doradas del veneno / mi nido de clemencia en el tosco árbol rojo".
En la otra serie "Visión y plegaria" describe el estado de inocencia anterior a la caída. La primera parte "Visión" está compuesta de seis poemas escritos caligramaticamente, con sílabas combinadas en su extensión y tipografía de modo que formen la imagen del útero —se ha respetado esto en la traducción—. Se describe el asombro de nacer, de ser testigo de otro nacimiento :


Quien
eres   tú
tú  que   naces
en el cuarto vecino
tan patente en mi cuarto
que  alcanzo  a   oír   el  vientre
cuando se abre y la sombra que avanza
sobre  el fantasma  y  el  hijo  que desciende
tras la pared delgada como un  hueso de jilguero
en el cuarto sangrante del nacimiento oculto
para el incendio y el girar del tiempo
la huella del corazón humano
no   venera   el   bautismo
sino la sola sombra
cuando bendice
a la salvaje
criatura

En cuanto a la segunda parte "Plegaria" es la manifestación de la comunión total con la naturaleza, del llamado de Dios, de la purificación solar. Estos poemas describen el sitio donde no hay pecado ni condena, sino conocimiento gozoso de cuáles elementos del hombre pertenecen a la tierra, cuáles a la temporalidad y cuáles a lo eterno. Formalmente la serie está compuesta de seis poemas que a primera vista semejan una clepsidra pero en realidad muestran la figura del santo Graal tal como aparece en algunos grabados antiguos. Reproduzco el último de esta serie considerada como una de las mejores composiciones devocionales de Dylan Thomas:


Vuelvo   la   esquina   de   la   plegaria   y   ardo
en   una   bendición   del   repentino   sol
en nombre de los condenados
me   volvería   o   correría
a la escondida tierra
pero el sonoro sol
purifica
el   cielo
Alguien
me encuentra
Oh   dejadlo
que me abrase y me ahogue
dentro de  su herida terrena
Su relámpago contesta mi llanto
mi   voz   arde   en   su   mano
ahora estoy perdido en Aquel que enceguece
y al fin de la plegaria se oye el clamor del sol

Para Dylan Thomas la poesía fue destino en el sentido que Hegel dio a esa palabra. Destino trágico, polémico, iluminado. Entendemos que el no reconocer este destino conduce a los reinos sin compromiso —o falsamente comprometidos— donde la poesía en función de otra cosa extravía su esencia. ¿Consiste la crisis actual de la poesía en el olvido o menosprecio de este destino?
Dylan Thomas da el ejemplo, no sólo de la distancia que el verdadero poeta establece con las modas, la política, los movimientos de superficie, sino que además demuestra que la poesía, aún la religiosa, no debe necesariamente situarse en un mundo de abstracciones, sino que puede nacer en la zona en que el hombre es uno con la tierra y el cuerpo. Y elevarse luego desde su condición carnal a su lugar de purificación y trascendencia.
Sin embargo, estos cantos de alabanza no le impidieron al poeta sumirse en un destino de autodestrucción, el destino de un alcohólico empedernido que parece huir constantemente hacia la meta final de su aniquilamiento. Juzgar este hecho sería adentrarse en una contradicción que pertenece al terreno de lo psicológico. Sólo me atrevería a sugerir, que tal vez la cárcel de su ego, las limitaciones del medio, las pautas de una sociedad frívola hayan esposado su sed de libertad y que su yo auténtico no haya tenido la fuerza suficiente como para echar abajo esas barreras. Quizá su iluminación no bastó para alumbrar los intersticios de ese engranaje social, descorazonador y apabullante para el poeta. Pero es posible que en esta oposición entre ascenso y descenso, gozo y desesperación resida el daimon oculto y deslumbrador de esta poesía, prodigio que escapa a las disgresiones y la especulación, poesía que ha descripto en tres tiempos, articulados en virtud de una armonía que trasciende la lógica, los dualismos de la insurrección y la reverencia expresados en el lenguaje de la creación más pura.


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