jueves, 12 de enero de 2012

JORGE VOLPI

http://www.informador.com.mx/cultura/2012/350329/6/comparte-jorge-volpi-su-pasion-por-la-ciencia-y-la-literatura.htm


Comparte Jorge Volpi su pasión por la ciencia y la literatura

     
Sostiene que las novelas y los cuentos han sido esenciales para la evolución de la especie humana.
  • Presenta su más reciente ensayo editado en 2011
  • Reúne sus dos pasiones en el libro ''Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción''
CIUDAD DE MÉXICO (11/ENE/2012).- Desde que era niño, Jorge Volpi estuvo fascinado con el mundo de la ciencia, que lo convirtió en asiduo lector y despertó su gusto por la literatura, ahora reúne sus dos pasiones en el libro 'Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción".

Al ofrecer hoy una charla en una escuela de educación privada, ubicada en el sur de la ciudad, el escritor y ensayista mexicano presentó su más reciente ensayo editado en 2011, el cual desentraña la vieja idea la ficción como entretenimiento, y sostiene que las novelas y los cuentos han sido esenciales para la evolución de la especie humana.

El también autor de "La paz de los sepulcros" y "El temperamento melancólico" detalló que si bien de pequeño decía que estudiaría ciencias físicas mucho más que biológicas o químicas; no obstante, tras enfrentarse a pésimos maestros en el área de ciencias se enfrentó al descubrimiento de la literatura, de este modo, abandonó la ciencia para enfocarse al área humanística.

Tras perder contacto directo con las ciencias, "quise recuperarlas a través de la literatura, y así que la literatura fuera el medio de vivir otras vidas, que es una de las razones por las que existe. Yo quería vivir historias de científicos, así fue como nacieron algunas de mis obras, como `Klingsor´", apuntó el escritor.

En este sentido, Volpi explicó que 'Leer la Mente. El Cerebro y el arte de la ficción", es un ensayo de divulgación científica que trata de vincular ciencia y literatura.

Igualmente señaló que "la ficción nos enseña a ser humanos", porque la ficción resulta ser la capital para nuestra especie; "la literatura no sirve para entretenernos ni para embelesarnos; nos hace humanos".

El Premio Iberoamericano "José Donoso" 2009 sostuvo que el cerebro "codifica, procesa y, a la postre, reinventa el mundo tal como un escritor concibe una novela o un lector la descifra"; hipótesis que sustentan autores como Gustave Flaubert, Brian Boyd, Douglas Hofstadter y James Joyce.

Finalmente Volpi aseguró que "todos somos ficciones y que la literatura es una de las claves de nuestra identidad individual y nuestras pasiones compartidas". 

miércoles, 11 de enero de 2012

"LOS PREMIOS LITERARIOS: LOS JURADOS, LOS CANDIDATOS... UN ASUNTO DEL NUNCA ACABAR... PORQUE SIEMPRE EXISTIRÁN INCONFORMES CON LOS FALLOS"

Diez disparates del Nobel de Literatura

11 enero 2012
Lawrence Durrell: "monomaníaca preocupación erótica"
Lawrence Durrell: "monomaníaca preocupación erótica"
Un reportero sueco difundió hace unos días los argumentos que tiene en cuenta el comité que decide elNobel de Literatura para conceder o denegar el magno y siempre polémico premio.
¿Análisis semióticos? ¿Comparación de textos? ¿Interpretaciones críticas? ¿Sesudos razonamientos y premisas seguidos de conclusiones deductivas? No va por ahí la cosa: se trata de algo que procede de la praxis de andar por casa del batín guateado y el coñac.
Ahora sabemos que para el jurado designado por laAcademia Sueca en 1961 J.R.R. Tolkien era un escritor con una prosa “de segunda categoría”, Lawrence Durrellsufría una “monomaníaca preocupación por las complicaciones eróticas”, Alberto Moravia adolecía de una “monotonía general”, Robert Frost era por entonces “demasiado viejo” (86) y E.M. Forster se había convertido en “una sombra de lo que fue”.
Graham Greene
Graham Greene, nunca
¿Quién ganó a Tolkien, Durrell, Moravia, Frost, Forster y los otros dos finalistas de 1961, nada menos que Graham Greene y Karen Blixen? El jurado decidió otorgar el galardón, “por la fuerza épica con la que ha reflejado temas y descrito destinos humanos de la historia de su país”, al poeta yugoslavo Ivo Andrić. Quizá a ustedes no les suene.No se inquieten: somos millones.
Hoy dedicamos nuestra sección de los miércoles,Cotilleando a…, a unas cuantas sombras, polémicas, injusticias, desafueros, iniquidades y disparates del Nobel de Literatura (1,4 millones de dólares en metálico, diploma, medalla de oro y un televisadísimo y muy ventajoso en términos de royalties ‘choca esos cinco’ con el Rey de Suecia).
1. Para empezar, una nómima de apestados:  Marcel ProustEzra PoundJames JoyceVladimir Nabokov,Virginia WoolfJorge Luis BorgesJohn Updike… Con sus obras se podría subsistir durante varias vidas, pero ninguno ganó el Nobel, casi siempre por motivos extraliterarios o políticos.
Borges y la "tradición escandinava"
Borges y la "tradición escandinava"
2. La Academia Sueca nunca quedó mejor retratada en su medianía como hurtando el premio a Borges, nominado casi todos los años desde la década de los sesenta.  Se especula que en 1977 habían decidido dárselo (a medias con el español Vicente Aleixandre), pero reconsideraron la propuesta porque Borges fue a Chile a recibir una medalla que entregaba el dictador Augusto Pinochet (sin justificar al escritor, conviene recordar que los premiadosJean-Paul Sarte (1964) y Pablo Neruda (1971) apoyaron de palabra, obra y actos al mayor asesino de masas de la historia, José Stalin). Cuando le preguntaron si sabía que ponía en peligro el Nobel, Borges dijo: “Pero fíjese que yo sabía que me jugaba el Premio Nobel cuando fui a Chile y el presidente ¿cómo se llama?… Sí, Pinochet, me entregó la condecoración. Yo quiero mucho a Chile y entendí que me condecoraba la nación chilena, mis lectores chilenos”. En 1981 un periodista preguntó a Borges: “¿A qué atribuye que no le hayan dado el Nobel de Literatura?”. El escritor respondió: “A la sabiduría sueca”. En otra ocasión dijo: “Yo siempre seré el futuro Nobel. Debe ser una tradición escandinava”. Según una de sus biografías, a Borges le afectaba el ninguneo más de lo que simulaba. Cada octubre recibía la noticia de que no había obtenido el Nobel “con humor agridulce y el corazón apretado” y “adoptó aires de perdedor experto”.
Sartre y De Beauvoir
Sartre y De Beauvoir
3. Jean-Paul Sartre rechazó el premio en 1964 porque no deseaba ser “institucionalizado por el Oeste o por el Este” (“no es lo mismo si firmo Jean-Paul Sartre que si firmo Jean-Paul Sartre, Premio Nobel”, dijo). El escándalo fue mayúsculo. Al autor de La náusea le llovieron los insultos. Le llamaron “hiena dactilográfica” y “delincuente del espíritu”, le describieron como un “pequeño hombrecillo de los ojos desviados, aquel que parece saberlo todo” y le acusaron de ejercer el “excrementalismo sartreano”. Recibió centenares de cartas de personas humildes que lo impulsaban a aceptar el premio y donar el dinero. La prensa rosa terció en el asunto: adujo que Sartre había rechazado el Nobel para evitar los celos deSimone de Beauvoir, su compañera sentimental. Sartre escribió: “Rechazo 26 millones [de francos de entonces] y me lo reprochan, pero al mismo tiempo me explican que mis libros se venderán más porque la gente va a decirse: ‘¿Quién es este atropellado que escupe sobre semejante suma?’. Mi gesto va pues a reportarme dinero. Es absurdo pero no puedo hacer nada. La paradoja es que rechazando el premio no he hecho nada. Aceptándolo hubiera hecho algo, que me habría dejado recuperar por el sistema”. La Academia sueca se hizo la sueca: “El laureado nos informa que él no desea recibir este premio, pero el hecho de que él lo haya rechazado no altera en nada la validez de la concesión”. En suma: muy a su pesar, Sartre sigue figurando entre los laureados.
Philip Roth, "aislado, insular"
Philip Roth, "aislado, insular"
4. La última polémica dura se desató en 2008, cuando el entonces secretario de la Academia Sueca, Horace Engdahldeclara sin sonrojo a una agencia de prensa que“Europa todavía es el centro literario del mundo”, acusa a los EE UU de ser una nación “demasiado aislada, demasiado insular” [Suecia tiene 9,4 millones de habitantes, menos que la ciudad de Nueva York] y a sus literatos de ser “sensibles a las tendencias de su propia cultura de masas”. La crítica literaria estadounidense aprovecha la concesión del premio de 2009 a la rumano-alemana Herta Müller para tildar a los académicos de “eurocéntricos” y, con bastante razón, menciona, entre otros, a Philip Roth, autor de refinado y astuto cosmopolitismo que introdujo en los EE UU a notables escritores europeos como Danilo KišWitold GombrowiczMilan Kundera y Primo Levi, que tampoco ganaron el Nobel. La última escritora de los EE UU en obtener el premio fue Toni Morrison en 1993 (en total, una decena de estadounidenses lo han ganado). Europa ha dominado con carácter casi autárquico el galardón en las últimas décadas. Hay escasas excepciones: Mario Vargas Llosa [que tiene nacionalidad española] (2010), el turco Orhan Pamuk (2006), el sudafricano J.M. Coetzee(2003), el chino Gao Xingjian (2000), el japonés Kenzaburo Oe (1994)…
5. Desde la primera edición del Nobel (1901), los escritores suecos han recibido más premios que los de toda Asia.
Elfriede Jelinek, "masa de texto"
Elfriede Jelinek, "masa de texto"
6. El premio a la austriaca Elfriede Jelinek (2004), una especie de Lucía Etxebarría centroeuropea y sin tufo a paella, derivó en la renuncia del académico Knut Ahnlund, que habló de la concesión como “un daño irreparable” al prestigio del Nobel y a las “fuerzas progresistas” y calificó la obra de la escritora como “una masa de texto sin el menor rastro de estructura artística”. Unos años antes, en 1989, otro par de académicos, Kerstin Ekman y Lars Gyllensten, dimitieron en protesta por el silencio de la institución sobre la condena a muerte dictada por el Ayatolá Jomeini contra el escritor Salman Rushdie (propuesto como candidato pero rechazado por ser “demasiado popular”, según declaró un miembro del jurado). Ese año se llevó el premio el escritor español Camilo José Cela.
7. El año de la gran vergüenza para los académicos fue 1974, cuando el Nobel se lo llevaron los escritores suecosEyvind Johnson y Harry Martinson, desconocidos fuera de su país y asiduos miembros de los jurados que adjudican el premio. Eran candidatos dos de los grandísimos ausentes en el listado, Graham Greene y Vladimir Nabokov, y Saul Bellow, que lo ganó dos años más tarde.
W.H. Auden, bocazas
W.H. Auden, bocazas
8. El poeta W.H. Auden tenía el Nobel en el bolsillo, pero cometió la imprudencia de comentar en conferencias públicas en Suecia que el premio Nobel de la Paz de 1961, el sueco Dag Hammarskjöld, secretario general de la ONU entre 1953 y 1961, era homosexual (como Auden).
9. También estuvo a punto de obtenerlo André Malraux, pero a los académicos les parecía “demasiado rojo”.
10. La regla no escrita pero tácita durante las primeras décadas de los premios era lo que se llamaba dirección ideal. La Academia tenía claro cuál era literariamente hablando: el conservadurismo. Así se explica el premio aRudyard Kipling (1907) y los rechazos a sus contemporáneos León Tolstói y Émile Zola. Con el tiempo la dirección ideal fue sustituida por el interés general, lo que dió lugar a premios baratos como los de Sinclair Lewis(1930) y Pearl Buck (1938). Ahora no hay dirección alguna y parece, como en el libre mercado y los consejos de ministros de Rajoy, que todo vale.
Ánxel Grove

domingo, 8 de enero de 2012

JORGE LUIS BORGES: PREMIO CERVANTES 1979.





Premio Cervantes 1979
JORGE LUIS BORGES
Escritor argentino
(Buenos Aires, 1899–Ginebra, 1986)
Junto con su hermana Norah, nacida en
1901 y con quien le uniría siempre una gran amistad, crece en un ambiente familiar
bilingüe español e inglés. Su padre fomenta su temprana vocación de escritor.
En 1914, debido a una ceguera casi total, el padre se jubila y decide pasar una larga
temporada en Europa con su familia. Se instalan en Ginebra donde Borges cursa el
bachillerato. Aprende francés y latín; descubre a los clásicos franceses, también a
Carlyle y Chesterton; aprende alemán por su cuenta, lee a Heine, a Walt Whitman, a
Schopenhauer y a Nietzche.
En 1918 la familia viaja a España y se instalan, primero, en Barcelona y, después, en
Mallorca. En Sevilla, Borges inicia su vida literaria; se une a los poetas ultraístas;
colabora con las revistas Grecia, Hélices, Cervantes, Cosmópolis y Ultra. Viaja a Madrid
e intima con Guillermo de Torre, con quien firma un manifiesto ultraísta. Allí conoce
también a Cansinos Assens, a Ramón Gómez de la Serna, Valle Inclán, Ortega y Gasset
y Gerardo Diego.
En 1921 regresa a Argentina; funda las revistas Proa y Prisma y colabora activamente
en Martín Fierro, revista de los jóvenes vanguardistas. En 1930 conoce a Bioy Casares,
su mejor discípulo, colaborador e íntimo amigo. En 1931 colabora, desde sus inicios,
con la revista Sur fundada por Victoria Ocampo, revista que se convertirá en la más
influyente de América Latina. En esos años publica tres libros de poesía escritos de
versículos de aire whitmaniano: Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1926)
y Cuaderno de San Martín (1929).
En 1935, publica Historia Universal de la infamia y, en 1936, su libro de ensayos Historia
de la eternidad. En 1938, muere su padre y él tiene un grave accidente que le
produce una progresiva ceguera que lo hace dependiente de su madre y amigos
para el desarrollo de su labor literaria.
Borges cultivó el cuento, la poesía, el ensayo, la crítica literaria y la novela. La
publicación en 1942 de El jardín de senderos que se bifurcan (luego incorporado a
Ficciones, 1944) marca un hito en el proceso que conducía a la nueva novela.
Admirador de Lugones, Chesterton, Marcel Schwob, Joseph Conrad y Schopenhauer,
entre otros, Borges emerge como el autor más representativo de la literatura
fantástica: Historia universal de la infamia (1935), Ficciones (1944) o El aleph (1949).
En sus cuentos más originales, Borges explora conceptos como lo conjetural o lo
simbólico. Estos cuentos son, de alguna manera, parábolas o apólogos que ilustran la
posibilidad de que todo sea un conjunto de símbolos o hechos repetidos en el decurso
de los tiempos para concluir en otro hecho, tan fortuito o paradójico como el que lo
originó. Borges se nos presenta contemplando la realidad como si fuera un extraño y, a
veces, aterrador rompecabezas que, sin embargo, podría quizás contener indicios de
posibles explicaciones, aunque fuesen de un tipo que nuestra mente está
condicionada a resistir. Lo que mantiene el equilibrio de muchos de sus cuentos es el
humorismo. Pero no es el humorismo nacido del sufrimiento espiritual, sino la expresión
de la conciencia serena y casi juguetona que tiene Borges del absurdo como parte
integral de la condición humana.
Borges se opuso siempre al peronismo en su país y adoptó una actitud conservadora
que le llevó incluso a apoyar a veces las peores dictaduras militares, aunque al final de
su vida apoyó tardíamente los juicios contra sus crímenes. Estuvo casado durante un
breve periodo a una edad avanzada y, poco antes de su muerte, se casó por poderes
con su discípula y acompañante María Kodama.
A partir de los años cincuenta, Borges ha sido traducido a infinidad de lenguas
extranjeras y ha recibido, además del Cervantes, innumerables premios, distinciones y
doctorados honoris causa.

SEGUNDA NOTA BIOGRÁFICO-LITERARIA.

Jorge Luis Borges
(Argentina, 1899-1986) 
 Escritor argentino cuyos desafiantes poemas y cuentos vanguardistas le consagraron como una de las figuras prominentes de las literaturas latinoamericana y universal. Nacido el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires, e hijo de un profesor, estudió en Ginebra y vivió durante una breve temporada en España relacionándose con los escritores ultraístas. En 1921 regresó a Argentina, donde participó en la fundación de varias publicaciones literarias y filosóficas como Prisma (1921-1922), Proa (1922-1926) y Martín Fierro en la que publica esporádicamente, escribió poesía lírica centrada en temas históricos de su país, que quedó recopilada en volúmenes como Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929). De esta época datan sus relaciones con Ricardo Güiraldes, Macedonio Fernández, Alfonso Reyes y Oliveiro Girondo. En la década de 1930, debido a una enfermedad hereditaria, comenzó a perder la visión hasta quedar completamente ciego. A pesar de ello, trabajó en la Biblioteca Nacional (1938-1947) y, más tarde, llegó a convertirse en su director (1955-1973). Conoce a Adolfo Bioy Casares y publica con él Antología de la literatura fantástica (1940). A partir de 1955 fue profesor de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires. Durante esos años, fue abandonando la poesía en favor de los relatos breves por los que ha pasado a la historia. Aunque es más conocido por sus cuentos, se inició en la escritura con ensayos filosóficos y literarios, algunos de los cuales se encuentran reunidos en Inquisiciones. La historia universal de la infamia (1935) es una colección de cuentos basados en criminales reales. En 1955 fue nombrado académico de su país y en 1960 su obra era valorada universalmente como una de las más originales de América Latina. A partir de entonces se suceden los premios y las consideraciones. En 1961 comparte el Premio Fomentor con Samuel Beckett, y en 1980 el Cervantes con Gerardo Diego. Murió en Ginebra, el 14 de junio de 1986. 
Las posturas políticas evolucionaron desde el izquierdismo juvenil al nacionalismo y después a un liberalismo escéptico desde el que se opuso al fascismo y al peronismo. Fue censurado por permanecer en Argentina durante las dictaduras militares de la década de 1970, aunque jamás apoyó a la Junta militar. Con la restauración democrática en 1983 se volvió más escéptico. A lo largo de toda su producción, Borges creó un mundo fantástico, metafísico y totalmente subjetivo. Su obra, exigente con el lector y de no fácil comprensión, debido a la simbología personal del autor, ha despertado la admiración de numerosos escritores y críticos literarios de todo el mundo. Describiendo su producción literaria, el propio autor escribió: -No soy ni un pensador ni un moralista, sino sencillamente un hombre de letras que refleja en sus escritos su propia confusión y el respetado sistema de confusiones que llamamos filosofía, en forma de literatura-. 
Ficciones (1944) está considerado como un hito en el relato corto y un ejemplo perfecto de la obra borgiana. Los cuentos son en realidad una suerte de ensayo literario con un solo tema en el que el autor fantasea desde la subjetividad sobre temas, autores u obras, se trata pues de una ficción presentada con la forma del cuento en el que las palabras son importantísimas por la falsificación (ficción) con que Borges trata los hechos reales. Cada uno de los cuentos de Ficciones está considerado por la crítica como una joya, una diminuta obra maestra. Además, sucede que el libro presenta una estructura lineal que hace pensar al lector que el conjunto de los cuentos conducirán a un final con sentido, cuando en realidad llevan a la nada absoluta. Otros libros importantes del mismo género son El Aleph (1949) y El hacedor (1960). 


DISCURSO: PREMIO CERVANTES.
- 1 -
Majestades, señoras y señores: El destino del escritor es extraño, salvo que todos los
destinos lo son; el destino del escritor es cursar el común de las virtudes humanas, las
agonías, las luces; sentir intensamente cada instante de su vida y, como quería Wolser,
ser no sólo actor, sino espectador de su vida, también tiene que recordar el pasado, tiene
que leer a los clásicos, ya que lo que un hombre puede hacer no es nada, podemos
simplemente modificar muy levemente la tradición; el lenguaje es nuestra tradición. El
escritor tiene una desventaja: el hecho de tener que operar con palabras, y las palabras,
según se sabe, son una materia deleznable. Las palabras, como Horacio no ignoraba,
cambian de connotación emocional, de sentido; pero el escritor tiene que resignarse a
este manejo, el escritor tiene que sentir, luego soñar, luego dejar que le lleguen las
fábulas; conviene que el escritor no intervenga demasiado en su obra, debe ser pasivo,
debe ser hospitalario con lo que le llega y debe trabajar esa materia de los sueños, debe
escribir y publicar, como decía Alfonso Reyes, para no pasarse la vida corrigiendo los
borradores, y así trabaja durante años y se siente solo, vivo en una suerte de
sueñosismo; pero si los astros son favorables, uso deliberadamente las metáforas
astrológicas, aunque detesto la astrología, llega un momento en el cual descubre que no
está solo. En ese momento que le ha llegado, que le llega ahora, descubre que está en el
centro de un vasto círculo de amigos, conocidos y desconocidos, de gente que ha leído
su obra y que la ha enriquecido, y en ese momento él siente que su vida ha sido
justificada. Yo ahora me siento más que justificado, me llega este premio, que lleva el
nombre, el máximo nombre de Miguel de Cervantes, y recuerdo la primera vez que leí
el Quijote, allá por los años 1908 ó 1907, y creo que sentí, aún entonces, el hecho de
que, a pesar del titulo engañoso, el héroe no es don Quijote, el héroe es aquel hidalgo
manchego, o señor provinciano que diríamos ahora, que a fuerza de leer la materia de
Bretaña, la materia de Francia, la materia de Roma la Grande, quiere ser un paladín,
quiere ser un Amadís de Gaula, por ejemplo, o Palmerín o quien fuera, ese hidalgo que
se impone esa tarea que algunas veces consigue: ser don Quijote, y que al final
comprueba que no lo es; al final vuelve a ser Alonso Quijano, es decir, que hay
realmente ese protagonista que suele olvidarse, este Alonso Quijano. Quiero decir
también que me siento muy conmovido, tenía preparadas muchas frases que no puedo
recordar ahora, pero hay algo que no quiero olvidar, y es esto: me conmueve mucho el
hecho de recibir este honor en manos de un Rey, ya que un Rey, como un Poeta, recibe
un destino, acepta un destino y cumple un destino y no lo busca, es decir, se trata de
algo fatal, hermosamente fatal, no sé cómo decir mi gratitud, solamente puedo decir mi
innumerable agradecimiento a todos ustedes ...
Muchas gracias.

sábado, 31 de diciembre de 2011

DÁMASO ALONSO.


PARA BAJAR EL POEMARIO "HIJOS DE LA IRA"


Dámaso Alonso, es otro de los grandes poetas de la generación del 27. Quizá no tan celebrado como García Lorca, Rafael Alberti, Cernuda, etc. Alonso, antes y después de la Guerra Civil Española se mantuvo en SU PATRIA. A diferencia de la mayoría de poetas que conformaron la generación del 27 y que dejaron a España en la guerra civil, Alonso se mantuvo incólume, se mantuvo mirando los horrores de la guerra. Como fruto -y un fruto muy amargo -se encuentra el poemario Hijos de la Ira. Hijos de la Ira es quizá su mejor poemario por lo desgarrador, existencialista y sincero. Independientemente de cualquier connotación política Hijos de la Ira es un poemario de una gran tensión lírica como pocos he leído. Lastimosamente en la actualidad Alonso es poco conocido y poco editado sin embargo, se mantiene en un lugar preferencial dentro de las Letras Españolas.
Hijos de la ira (1944) supone la ruptura con todo lo anterior en su carrera. Es el principio de una poesía existencial, que le convirtió en el poeta más representativo de la posguerra. Abandonando cualquier atisbo de pretensión estética, Hijos de la ira trata de llegar al fondo de la persona, en un tono dramático a veces y a veces con un sentido satírico de la realidad. Según dijo el propio Alonso: ?hoy es sólo el hombre lo que me interesa? llegar a él [?] por caminos de belleza o a zarpazos?.
Sin embargo, la nueva etapa de la poesía de Dámaso Alonso no abandona por completo la estética del poema, sino que la transforma para dotar de mayor sentimiento a los poemas, en lo que se conoce como tremendismo: el uso de imágenes desgarradas y desagradables. Hijos de la ira supone, en definitiva, el amanecer de una nueva poesía que deja atrás las influencias esteticistas de la generación del 27 para centrarse en temas más humanos, tratados con una forma cuidada para no resultar estética en absoluto: La poesía de posguerra.


NOTA:  Dámaso Alonso, es el sentado a la extrema derecha.

Premio Cervantes 1978
DÁMASO ALONSO
Escritor, poeta, crítico y filólogo español
(Madrid, 1989–1990)
Pasa su infancia en los montes de León y de
Ribadeo, de donde era originaria su familia. Estudia con los jesuitas de Madrid y, desde
muy pronto, se aficiona por la poesía; Bécquer le cautiva. Escribe sus primeros poemas
entre 1915 y 1916. Empieza a estudiar para ingeniero de caminos, pero un grave
problema de visión le obliga a abandonar los estudios e incluso la lectura.
Participa activamente en las actividades de la Residencia de Estudiantes, donde
conoce a García Lorca, Buñuel, Pepín Bello y Salvador Dalí. En 1917 conoce a Vicente
Aleixandre y ambos dan inicio a una larga amistad. Entre ese año y el siguiente –en tan
solo dos años-, obtiene como alumno libre la Licenciatura en Derecho. Descubre la
poesía de Juan Ramón Jiménez y de Antonio Machado, lecturas que lo impulsan a
matricularse en la Universidad de los Agustinos en El Escorial, en la Facultad de Filosofía
y Letras. Se forma también en el Centro de Estudios Históricos, dirigido por Ramón
Menéndez Pidal.
Publica, junto a Juan Chabás, costeado de su bolsillo, el primer libro de versos, Poemas
puros. Poemillas de la ciudad, de inspiración juanramoniana. La aventura le costó
quinientas pesetas. Sólo hubo un comprador que adquirió cincuenta ejemplares de
una vez para regalárselos a sus amigos. El resto de la edición se saldó en la Cuesta de
Moyano.
A principios de los años veinte, conoce a Rafael Alberti y a José Bergamín. Se va de
lector de español a la Universidad de Berlín. Más tarde es profesor en Cambridge,
donde conoce a Pedro Salinas. En esos años escribe los poemas de El viento y el verso
que le publicaría Juan Ramón Jiménez en la revista Sí. Regresa a Madrid en 1925 y
conoce a algunos jóvenes poetas: Gerardo Diego, Jorge Guillén, Lorca, Manuel
Altolaguirre y Prados, con los que se reúne en algún café o en el Retiro para hablar de
poesía. Con el seudónimo Alfonso Donado traduce Retrato del artista adolescente,
de James Joyce (1926).
Participa, en 1927, en el homenaje a Luis de Góngora y en las lecturas del Ateneo
Sevillano, dos de los actos generacionales más destacados. En Sevilla conoce a Luis
Cernuda. Tras doctorarse en la Universidad de Madrid, en 1928, con la tesis Evolución
de la sintaxis de Góngora, vuelve a la Universidad de Cambridge. Ese curso, y los
siguientes, enseña literatura en Inglaterra y en la Universidad de Stanford (California).
Imparte clases también en Nueva York en 1930. Ha enseñado también en las
universidades de Valencia, Barcelona y Leipzig. En 1940 ocupa la cátedra de Filología
Románica, en la Universidad de Madrid, que había ocupado Menéndez Pidal.
De su segunda etapa de poeta son sus libros más conocidos: Hijos de la ira (1944), una
visión desgarrada y sombría de la condición humana, patente por el clima de la
posguerra, y Oscura noticia, poesía existencial de preocupación religiosa y de
angustia ante la muerte.
Su labor filológica, fundamentalmente dentro del campo de la estilística, realizado
desde 1928, se puede ver en estudios como la edición crítica de las Soledades de Luis
de Góngora, (1927); La lengua poética de Góngora (1935) y La poesía de san Juan de
la Cruz (1942), que culminan con su libro de gran trascendencia Poesía española:
Ensayo de métodos y límites estilísticos (1950). A éste le siguen Poetas españoles
contemporáneos (1952); Estudios y ensayos gongorinos (1955) y De los siglos oscuros al
de Oro (1958). Su labor de erudición y exégesis abarca prácticamente toda la historia
de la literatura española, desde las jarchas hasta sus coetáneos.
Fundó la colección Biblioteca Románica Hispánica dentro de la Editorial Gredos y fue
director de la Revista de Filología Española. En 1968 es elegido director de la Real
Academia Española de la Lengua, cargo que desempeñó hasta 1982. Su amplísima
biblioteca especializada fue donada, a su muerte, a la Real Academia Española.
En 1972, la editorial Gredos inicia la edición de lo que serán los diez tomos de sus Obras
Completas. En 1978 le es concedido el Premio Cervantes de las Letras Españolas. En
1981, en Gozos de la vista se recogen poemas que sólo habían sido publicados en
revistas.

- 1 -DISCURSO EN LA ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES.

Lo primero que tengo que hacer es dar las gracias a los asistentes, presididos por el Jefe
de la nación, nuestro Rey. Enseguida, darlas a la Academia Salvadoreña de la Lengua,
que me eligió candidato al premio. Mi asombro fue enorme. Me interesa hacer constar
que la Real Academia Española había elegido -con gran gusto mío- como nuestro
candidato al premio a un ilustre literato hispanoamericano. Después el jurado elige el
que ha de ser premiado entre todos los candidatos propuestos por las Academias de
nuestra lengua. Muchas gracias también a él.
¿Y de qué os voy a hablar? Considero este acto -por lo que a mí toca- como una
expresión de última voluntad. Sesenta años dedicados a la enseñanza y defensa de la
lengua castellana me inclinan a dar aquí una especie de testamento-resumen de lo que
creo que es más necesario que un español conozca y rumie sobre los peligros y defensa
de la lengua que hablamos. No vais, pues, a oír nada nuevo ni divertido: es un extracto
de lo dicho ya por mí muchas veces durante muchos años.
El año pasado, el gran novelista cubano Alejo Carpentier hizo, en ocasión semejante, un
bello discurso sobre la literatura española y su influjo en el mundo. Parece acertado que
si el año 1978 el tema fue "literatura", en el 1979 sea lengua, nuestra lengua española.
Porque es que los dos temas se unen profundamente: nuestra lengua, la que hablamos a
diario con un valor práctico, es también el noble material de la literatura. Nobilísimo
material. Comparad las demás artes, qué deleznable, qué pobre el material de la pintura
y aun de la escultura; sólo el de la música adquiere quizá un cierto sentido, un valor más
alto por su calidad aérea. Pero la máxima riqueza y nobleza de la palabra es que en ella
el sonido o su imagen acústica a través de la representación gráfica, lleva en su interior,
como el hueso esencial de la fruta, el concepto.
Maravilla práctica, tesoro de la mina literaria nuestra lengua y todas las lenguas de
cultura.Todas en un nivel aproximadamente igual. Porque la nuestra, el español, es, sin
duda, superior en algunos aspectos, por ejemplo, al francés o al inglés; pero en otros es
evidentemente inferior a esas mismas lenguas. El orgullo de nuestra lengua tiene que ser
sólo una parte de un entusiasmo general que todos los hombres del mundo debemos
sentir: la exaltación del don divino de la palabra humana.
A tal gozo corresponde un deber: el de la conservación y defensa de ese tesoro. Ha sido
entendido de muy diferentes maneras en los diversos tiempos y lugares. Las mutaciones
políticas han traído muchas veces como consecuencia que, por ejemplo, en los Estados
totalitarios se haya querido imponer una defensa del idioma tajante, rigurosa (¡sobre
todo, nada de extranjerismos!): es una política que a la postre ha fracasado siempre y
aun ha producido violentas reacciones. Gran equivocación es ignorar que en la vida de
CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1978
Discurso de DÁMASO ALONSO
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las lenguas hay dos elementos esenciales y contrapuestos: La "tradición" y la
"innovación". Los dos son necesarios. La "innovación" sólo deja de existir en lenguas
como el latín y el griego, es decir, lenguas muertas. Toda defensa de una lengua (me
refiero, claro está, a las de cultura) tendrá que ser amplia comprensión, liberal, atenta a
la evolución de una realidad idiomática, procurando conducirla, buscarle cauces
razonables y sin querer oponerse frontalmente a ella, que sería tanto como querer atajar
un poderoso río.
Ocurre que la defensa de la lengua española ofrece dificultades muy especiales y
sumamente grandes. No me refiero a las internas españolas que presentan esos
bilingüismos que van ahora a prevalecer en diferentes partes de España: estos problemas
quedan absolutamente fuera de lo que quiero decir hoy. El tema es mucho más amplio
y, a la larga, mucho más importante.
La defensa de nuestra lengua tropieza en el escollo de ser instrumento de veinte países,
incluida España (dejo fuera Filipinas porque su caso es muy distinto, y en él, creo, no
hay nada que hacer).
En el siglo XIX era idea general la de que los españoles éramos "los amos" de nuestra
lengua. En este momento del siglo XX en que vivimos quizá esa idea ya no sea tan
general, pero me parece que quedan muchos rastros de ella. Quitar esa idea o los
muchos restos de ella de la cabeza de los españoles ha sido empeño mío a lo largo de
los tantos años de mi vida adulta. Hace algunos años publiqué un artículo cuyo título era
precisamente: "Los españoles no somos los amos de nuestra lengua".
No lo somos. Los amos de nuestra lengua formamos una inmensa multitud de varios
cientos de millones de hombres que hablamos español; todos somos los amos
conjuntamente; pero, por ser los amos de nuestra lengua, todos tenemos ineludibles
deberes para con ella, especialmente los millones y millones de hispanohablantes que
hemos pasado por una educación de cultura.
¡Qué pequeña parte de ese conjunto formamos los españoles! ¡Qué grande es el
aumento demográfico de los países hispanoamericanos comparado con el nuestro!
Tomemos, como ejemplo, uno: México. Hace treinta años México era una nación de
menos habitantes que España. Pues bien, España parece que está en el día de hoy
próxima a los treinta y siete millones de habitantes, y México hace ya un año que
contaba con sesenta y cuatro millones y medio, cifra que en un año habrá crecido aún
bastante. En treinta años México, que tenía menos habitantes que España, ha pasado a
tener cerca del doble y a ser el país más poblado de todos los hispanohablantes.
Es muy difícil calcular la cifra aproximada de hablantes de español. Tomando los datos
de los Statistical Papers de las Naciones Unidas, del 1 de abril de 1978, hallo que el
número de habitantes de los veinte países hispanohablantes era de casi 250 millones.
Hoy es seguro que pasará bastante de ellos. Pero en muchos de esos países hay indios
que no hablan español. Pero hay, por otra parte, muchos millones de hispanohablantes
que viven permanentemente fuera de sus países de origen. Sólo en los Estados Unidos
se asegura que viven más de veinte millones de habla española. En resumen: la cifra de
más de 250 millones puede tomarse como cálculo aproximado de los hispanohablantes
que hay en el mundo. ¿Qué representa frente a ese conjunto el número de españoles?
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Casi, casi, sólo la séptima parte. Dicho de otro modo: por cada español vivo existen en
el mundo otros seis hombres cuya lengua es la misma nuestra.
Esa enorme masa de humanidad, dividida entre veinte países, bien aislados, bien
capsulados intelectualmente muchos de ellos, algunos con pujantes literaturas, con
climas distintos, con costumbres diferentes, es evidente que ofrece graves dificultades
para la defensa y la conservación de la lengua que todos ellos hablan. Un país con
cultura propia creciente, con peculiaridades también de clima, suelo y costumbres,
tiende insensiblemente a dar rasgos peculiares a la lengua que habla. Es decir, el
español, hablado en veinte países, tiene un indudable peligro de tendencia a la
fragmentación. No digo de fragmentación total, que no creo ocurra salvo en miles de
años, en lo que he llamado varias veces posthistoria, es decir, época tan alejada de
nuestra vida y cultura en el futuro, como la prehistoria lo es en el pasado.
La primera vez que tuve noticia de este peligro se me quedó grabado para siempre: era
yo un niño de unos diez años. Acompañaba a Madrid a un pariente mío uruguayo (en
Uruguay y Argentina tengo cientos de ellos); con él, claro está, me entendía
perfectamente, como si hablara con un español. Entre sus varias compras, un día de
comercio pidió "medias". Mi pariente era soltero, pero no llegué a maliciarme por su
petición. En seguida le trajeron cajas de medias de señora. "Son "medias" para hombre,
claro, lo que quiero", dijo él. Desconcierto entre los dependientes. Por fin uno se da una
palmada en la frente, y le trae medias para futbolistas. "No es esto, no es esto", dice mi
pariente; y, en fin, se levanta el pantalón y enseña sus calcetines. Ah!, eran calcetines lo
que quería.
Los núcleos nacionales tienden a modificar cada uno peculiarmente muchos elementos
distintos de los que constituyen el lenguaje, la pronunciación (y con ella la entonación),
el léxico, las frases hechas, los refranes, la morfología, la sintaxis. Todos estos rasgos de
tipo diferente pueden llegar a trabarse o combinarse los unos con los otros, a formar así
una red que, si se espesa, puede constituir un complejo de muchas cosas hasta dificultar
la clara comprensión de la lengua entre hispanohablantes de países distintos. El último
límite de ese proceso sería la fragmentación total, a la que ya he dicho que no creo que
de ningún modo se llegue sino en alejados milenios. Contra esa catástrofe trabajan las
lecturas, la radio, los viajes, etc., todo ello en aumento con el crecimiento de la cultura.
Todos los que usamos nuestra lengua estamos obligados (los cultos especialmente) a
que entre nuestros veinte países se conserve la perfecta nitidez, la claridad total que aún
tiene hoy a pesar de las diferencias aisladas de fonética, léxico, etc. Tenemos todos que
defender la unidad del español, ¿Cómo? ¿La unidad total? No. Hay que respetar las
variaciones nacionales ya existentes, sean argentinas, españolas, mexicanos, etc.,
existan donde existan en el conjunto hispánico. Hay que respetarlas tal como las
practican los hablantes cultos de cualquiera de los países de nuestra lengua. Quiere esto
decir que en todas partes conviene fomentar la cultura para impedir avances del
vulgarismo destructor. Es, por tanto, no una unidad total, sino la unidad básica, el modo
de hablar de los hombres cultos actualmente en cualquier país de nuestra lengua.
No tenemos tiempo para traer como ejemplo casos particulares de fonología, léxico,
sintaxis, etc.Voy a elegir sólo dos: uno que afecta a los pronombres personales y a otros
elementos del idioma, y otro que se refiere especialmente al léxico.
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El primero es el tratamiento de vos en vez de tú, que es característico de Argentina y
Uruguay y de una zona amplia de la América Central; existe también, diseminado junto
al predominante tú, en un moteado de diferentes tipos, por ejemplo, en Colombia. Este
uso de vos es sumamente perturbador, mezcla formas correspondientes a vos con otras
procedentes de la declinación de tú (sentate, lleva la forma verbal del tratamiento vos -
sentaos- con la forma pronominal de la declinación de tú, forma normal, síéntate). Este
caso del voseo -o tratamiento devos en vez de tú- ha originado discusiones entre
dramáticos; ha habido algunos, hasta argentinos, que han opinado que tal uso de vos
debía desterrarse y sustituirse por el tuteo normal. Yo he defendido repetidas veces el
uso argentino de vos; es, allí, el modo de hablar de la familia, de la amistad, del amor;
está cargado de afectividad, y es, por eso, sagrado; no hay que tocarlo; convendría sólo
que los filólogos argentinos y de los otros países donde se usa, respetuosamente lo
vigilaran.
Antes hemos tocado la cuestión de la afectividad y su importancia lingüística.
Considerémoslo con relación al léxico.
Nadie puede tachar de ilegítimos los mil nombres distintos que plantas, animales,
características del suelo y del clima, etcétera, tienen en los diversos países de nuestra
habla; a veces proceden de los tiempos prehispánicos, otras fueron importados de
España, en muchas ocasiones con error (a animales, por ejemplo, a los que se les
encontró algún parecido con otros españoles, se les dio el nombre de estos últimos).
A veces el carácter o las maneras peculiares de una persona hicieron que se le designara
humorísticamente en sitios distintos con nombres diferentes. Esas voces todas tienen
carácter afectivo (una patriótica ligazón con la tierra de uno, o chistes metafóricos en la
designación de una persona, etc.).
Pero hay otro modo de afectividad de carácter contrario, que produce un gran daño en la
unidad fundamental del léxico: me refiero a palabras soeces o sexuales. Estas palabras
producen dos clases de afectividad: burlona o chancera o amistosa, en quien las usa; y,
por el contrario, repelente en determinadas personas obligadas a oírlas y que no las
emplearían nunca. Los españoles en América cometemos a veces pifias sociales.
Recordaré sólo algunas con las que yo he metido alguna vez la pata: todos sabemos el
valor de coger en la Argentina; pico, es impronunciable en Chile; Cbile lo es en Puerto
Rico, etc. Por el contrario, voces españolas se desexualizan en alguna parte de América.
En Chile, un coño no quiere decir más que "un español". Cuando estuve en Santiago
había una tienda que se llamaba El Coñito, es decir, como si se llamara El Españolito.
En Buenos Aires había otra que se llamaba Los Cabritos.
Esta cuestión de las palabras sexualizadas la creo muy importante por la destrucción y
diferenciación del léxico que origina. Además son, como he dicho, voces efectivas. La
cuestión, pues, no tiene, creo, remedio.
Miremos ahora, brevísimamente, a las voces no efectivas.
Aquí sí que podría lograrse una casi perfecta unidad del léxico español. Carecen en
absoluto de afectividad todos los nombres que designan aparatos o cosas inventadas,
todas las novedades de la técnica moderna. Aquí sí que, si nos pusiéramos de acuerdo
todos estos países que hablamos la misma lengua, podría evitarse la diversificación del
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léxico. Por desgracia, no ha ocurrido así. Casi siempre el instinto comercial se adelanta
y se crean galicismos o anglicismos, según que el nuevo objeto venga de Francia o de
los Estados Unidos. Como ejemplo de diversificación he lamentado muchas veces que
este modesto invento de la técnica moderna que llamamos bolígrafo tenga hasta unos
diez nombres diferentes en la América hispanohablante.
He aquí, pues, en el léxico no afectivo, un terreno en el que todos podríamos trabajar de
consumo para evitar la incómoda diversificación del léxico de nuestra lengua. ¿Y quién,
qué entidad podría encargarse de impedir estos y otros desajustes también evitables?
En cada uno de los veinte países de nuestro conjunto idiomático funciona una Academia
de la Lengua. Todas ellas están en la más cordial relación. Entre todas forman una
Asociación de Academias de la Lengua, unida por un convenio multilateral sancionado
por casi todos los Estados donde se habla español.
Esta Asociación se reúne cada cuatro o cinco años en un Congreso. Estos Congresos, y
no ninguna de las Academias por sí sola, la Española tampoco, es el verdadero
legislador de nuestra lengua. En ellos se deciden las normas del buen hablar de los
veinte países. Entre Congreso y Congreso funciona una Comisión encargada de cumplir
las disposiciones del último Congreso y de preparar el próximo. Las Academias
podrían, por ejemplo, por medio de los Congresos y de la Comisión Permanente, evitar
las diversificaciones del nuevo léxico, y otras muchas diferenciaciones contrarias a la
unidad, que serían esquivables. También podrían acordar voces que evitaran el uso de
extranjerismos. No soy opuesto a rajatabla al extranjerismo. Creo que sólo puede ser
admisible con tres condiciones: primera, que resulte, al parecer, imposible que se
encuentre una voz castiza que exprese lo mismo; segunda, que sea pronunciable por una
garganta hispánica o que se la pueda adaptar para que lo sea; tercera, que los veinte
países adopten el mismo extranjerismo.
No cabe duda de que la Asociación de Academias y sus Congresos y su Comisión
Permanente están bien estructurados. Pero la ejecución de las medidas para evitar la
diversificación idiomática que he apuntado y otras muchas posibles, ofrece, por
desgracia, resultados pobres y tardíos, y muchas veces ni se intentan. ¿Cuál es la causa
de estos desaciertos?Hay bastantes de las Academias de la Asociación que no trabajan o
apenas: unas, por un concepto anticuado de lo que debe ser hoy una Academia de la
Lengua (se cree que es un puesto de honor y no de trabajo); otras, por falta de medios
económicos; alguna, por motivos políticos. Todo esto sería remediable.No voy a
exponer aquí cómo lo más importante es la vivificación de las Academias, de todas las
Academias de nuestra lengua. La Española, desde hace diez años, está trabajando con
una gran intensidad; entre sesiones plenarias y comisiones con temas especiales, con
una intensidad mayor que ninguna. Hay unas cuantas americanas (pondré como modelo
la de Colombia) que también arriman el hombro como es debido. Pero es necesario
vivificarías todas, que los Estados las ayuden económicamente. Que cunda el
entusiasmo por la lengua en ellas y en los pueblos a que pertenecen.
Tenemos que trabajar todos por la unidad básica de nuestra lengua en el mundo.
Tenemos que trabajar por la lengua. No movidos por un sentimiento nacionalista. Es un
sentimiento de hermandad de veinte países. Nada de nacionalismos aisladores.
Trabajaremos por nuestra lengua con un sentimiento de veneración y respeto como el
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que suele existir alrededor de un niño al que le espera un gran destino. El destino de
nuestra lengua es el de ser vínculo de hermandad, de paz y de cultura entre los cientos y
cientos de millones de seres que, en proporción siempre creciente, la han de hablar en el
siglo XXI y en los siglos y siglos de un larguísimo porvenir.


POEMAS.



INSOMNIO
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?



EN LA SOMBRA
Sí: tú me buscas.
A veces en la noche yo te siento a mi lado,
que me acechas,
que me quieres palpar,
y el alma se me agita con el terror y el sueño,
como una cabritilla, amarrada a una estaca,
que ha sentido la onda sigilosa del tigre
y el fallido zarpazo que no incendió la carne,
que se extinguió en el aire oscuro.
Sí: tú me buscas.
Tú me oteas, escucho tu jadear caliente,
tu revolver de bestia que se hiere en los troncos,
siento en la sombra
tu inmensa mole blanca, sin ojos, que voltea
igual que un iceberg que sin rumor se invierte en el
agua salobre.
Sí: me buscas.
Torpemente, furiosamente lleno de amor que buscas.
No me digas que no. No, no me digas
que soy náufrago solo
como esos que de súbito han visto las tinieblas
rasgadas por la brasa de luz de un gran navío,
y el corazón les puja de gozo y de esperanza.
Pero el resuello enorme
pasó, rozó lentísimo, y se alejó en la noche,
indiferente y sordo.
Dime, di que me buscas.
Tengo miedo de ser náufrago solitario,
miedo de que me ignores
como al náufrago ignoran los vientos que le baten,
las nebulosas últimas, que, sin ver, le contemplan

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Un cuervo llamado Bertolino Fragmento Novela EL HACEDOR DE SOMBRAS

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