miércoles, 23 de junio de 2021

INFIERNO. CANTO XX. LA DIVINA COMEDIA. ANOTACIONES. DANTE.


 

L1]«Perlesía» es parálisis.

 [L2]29‑30 En el original: «chi a piu scellerato the collui, / che al giudicio divin passion porta?». Algunos comentaristas refieren estos versos no a los condena­dos, por adivinos, sino a los que, como Dante, se apenan de sus cuitas, con lo que podríamos traducir. «¿Quién es más criminal que fuera ése / que del juicio divino se apenara?»

 [L3]Anfiareo, uno de los siete reyes que combatieron contra Tebas, había huido anteriormente de la lucha, pues sus dotes adivinatorias le hablan predicho que moriría en ella, hasta que se vio obligado a combatir de nuevo por la trai­ción de su esposa Erifile (Purgatorio, XII). Fue entonces cuando la tierra se tragó su carro, provocando la burla de los tebanos (lo cuenta Estacio en Tebaida, VII).

 [L4]Tiresias es el más conocido de los adivinos de la antigüedad, sobre todo por su participación en los episodios del ciclo tebano correspondiente a la histo­ria de Edipo. Ovidio cuenta en Metamorfosis (III, 324‑31) que habiendo separado con su vara a dos serpientes que copulaban, fue convertido en mujer durante siete años, hasta que volvió a encontrar a la misma pareja de serpientes y las volvió a separar.

 [L5]Aronte fue un arúspice etrusco llamado a Roma durante la guerra civil, y según Lucano (Farsalia, I) predijo la victoria de César.

 [L6]Manto fue hija de Tiresias. Tras la caída de Tebas, para huir de Creonte, llevó una vida errante hasta aposentarse, como leemos, en el lugar sobre el que más tarde sería fundada Mantua, llamada así en honor suyo.

 [L7]Los obispos de Trento, Verona y Brescia, cuyas sedes confluían en dicho sitio, sobre cuya exacta localización no se ponen de acuerdo los comentaristas.

 [L8]Peschiera, fortaleza de Verona contra Bérgamo y Brescia en la orilla sur del lago de Garda, y junto a dicha ciudad nace el río Mincio.

 [L9]Sin hacer ningún tipo de rito mágico, como era costumbre en la remota antigüedad. Según Virgilio (Eneida, X), su ciudad natal fue fundada por Ocno, hip del río Tiber y de la propia Manto.

 [L10]95‑96 Piamonte dei Bonacolsi arrebató con engaños la señoría de Mantua a Alberto da Casoldi y gobernó la ciudad de 1272 a 1291.

 [L11]Euripilo fue un adivino griego en la época en que todos los varones par­tieron a la guerra de Troya, y junto con Calcante aconsejó el momento propicio para que partiera la flota congregada en Aulide. El pasaje al que alude Virgilio es Eneida, II, ll3‑53.

 [L12]ll6‑ll8 Miguel Escotto fue astrólogo de Federico II, al igual que Guido Bonati. Asdente de Parma era zapatero y adivino, y ya lo cita Dante con ironía en Cornvivium, IV‑XVI, 6.

 [L13]Dante alude genéricamente a las brujas, muy perseguidas en su tiempo.

 [L14]Todavía hay quien ve en las manchas de la luna la figura de un hombre cargado con un haz de leña. Hemos de suponer que nos encontramos a las seis de la mañana del nueve de abril.

 

CANTO XX

 

De nueva pena he de escribir los versos

y dar materia al vigésimo canto

de la primer canción, que es de los reos.                               3

 

Estaba yo dispuesto totalmente

a mirar en el fondo descubierto,

que me bañaba de angustioso llanto;                                    6

 

por el redondo valle vi a unas gentes

venir, calladas y llorando, al paso

con que en el mundo van las procesiones.                            9

 

Cuando bajé mi vista aún más a ellas,

vi que estaban torcidas por completo

desde el mentón al principio del pecho;                               12

 

porque vuelto a la espalda estaba el rostro,

y tenían que andar hacia detrás,

pues no podían ver hacia delante.                                         15

 

Por la fuerza tal vez de perlesía                                            16[L1] 

alguno habrá en tal forma retorcido,

mas no lo vi, ni creo esto que pase.                                       18

 

Si Dios te deja, lector, coger fruto

de tu lectura, piensa por ti mismo

si podría tener el rostro seco,                                                21

 

cuando vi ya de cerca nuestra imagen

tan torcida, que el llanto de los ojos

les bañaba las nalgas por la raja.                                           24

 

Lloraba yo, apoyado en una roca

del duro escollo, tal que dijo el guía:

«¿Es que eres tú de aquellos insensatos?,                             27

 

vive aquí la piedad cuando está muerta:

¿Quién es más criminal de lo que es ése                               29[L2] 

que al designio divino se adelanta?                                      30

 

Alza tu rostro y mira a quien la tierra                                   31[L3] 

a la vista de Tebas se tragó;

y de allí le gritaban: “Dónde caes                                         33

 

Anfiareo?, ¿por qué la guerra dejas?”

Y no dejó de rodar por el valle

hasta Minos, que a todos los agarra.                                     36

 

Mira cómo hizo pecho de su espalda:

pues mucho quiso ver hacia adelante,

mira hacia atrás y marcha reculando.                                    39

 

Mira a Tiresias, que mudó de aspecto                                   40[L4] 

al hacerse mujer siendo varón

cambiándose los miembros uno a uno;                                 42

 

y después, golpear debía antes

las unidas serpientes, con la vara,

que sus viriles plumas recobrase.                                          45

 

Aronte es quien al vientre se le acerca,                                 46[L5] 

que en los montes de Luni, que cultiva

el carrarés que vive allí debajo,                                             48

 

tuvo entre blancos mármoles la cueva

como mansión; donde al mirar los astros

y el mar, nada la vista le impedía.                                         51

 

Y aquella que las tetas se recubre,

que tú no ves, con trenzas desatadas,

y todo el cuerpo cubre con su pelo,                                      54

 

fue Manto, que corrió por muchas tierras;                            55[L6] 

y luego se afincó donde naci,

por lo que un poco quiero que me escuches:                         57

 

Después de que su padre hubiera muerto,

y la ciudad de Baco esclavizada,

ella gran tiempo anduvo por el mundo.                                60

 

En el norte de Italia se halla un lago,

al pie del Alpe que ciñe Alemania

sobre el Tirol, que Benago se llama.                                     63

 

Por mil fuentes, y aún más, el Apenino

ente Garda y Camónica se baña,

por el agua estancada en dicho lago.                                    66

 

En su medio hay un sitio, en que el trentino                                    67[L7] 

pastor y el de Verona, y el de Brescia,

si ese camino hiciese, bendijera.                                           69

 

Se halla Pesquiera, arnés hermoso y fuerte,                          70[L8] 

frontera a bergamescos y brescianos,

en la ribera que en el sur le cerca.                                         72

 

En ese sitio se desborda todo

lo que el Benago contener no puede,

y entre verdes praderas se hace un río.                                 75

 

Tan pronto como el agua aprisa corre,

no ya Benago, mas Mencio se llama

hasta Governo, donde cae al Po.                                          78

 

Tras no mucho correr, encuentra un valle,

en el cual se dilata y empantana;

y en el estio se vuelve insalubre.                                           81

 

Pasando por allí la virgen fiera,

vio tierra en la mitad de aquel pantano,

sin cultivo y desnuda de habitantes.                                     84

 

Allí, para escapar de los humanos,

con sus siervas quedóse a hacer sus artes,

y vivió, y dejó allí su vano cuerpo.                                       87

 

Los hombres luego que vivían cerca,

se acogieron al sitio, que era fuerte,

pues el pantano aquel lo rodeaba.                                         90

 

Fundaron la ciudad sobre sus huesos;

y por quien escogió primero el sitio,

Mantua, sin otro augurio, la llamaron.                                  93[L9] 

 

Sus moradores fueron abundantes,

antes que la torpeza de Casoldi,                                           95[L10] 

de Pinamonte engaño recibiese.                                            96

 

Esto te advierto por si acaso oyeras

que se fundó de otro modo mi patria,

que a la verdad mentira alguna oculte.»                               99

 

Y yo: «Maestro, tus razonamientos

me son tan ciertos y tan bien los creo,

que apagados carbones son los otros.                                               102

 

Mas dime, de la gente que camina,

si ves alguna digna de noticia,

pues sólo en eso mi mente se ocupa.»                                              105

 

Entonces dijo: «Aquel que desde el rostro                           106[L11] 

la barba ofrece por la espalda oscura,

fue, cuando Grecia falta de varones                                     108

 

tanto, que había apenas en las cunas

augur, y con Calcante dio la orden

de cortar en Aulide las amarras.                                           111

 

Se llamaba Euripilo, y así canta

algún pasaje de mi gran tragedia:

tú bien lo sabes pues la sabes toda.                                       114

 

Aquel otro en los flancos tan escaso,

Miguel Escoto fue, quien en verdad                                                116[L12] 

de los mágicos fraudes supo el juego.                                              117

 

Mira a Guido Bonatti, mira a Asdente,

que haber tomado el cuero y el bramante

ahora querría, mas tarde se acuerda;                                     120

 

Y a las tristes que el huso abandonaron,                               121[L13] 

las agujas y ruecas, por ser magas

y hechiceras con hierbas y figuras.                                       123

 

Mas ahora ven, que llega ya al confín

de los dos hemisferios, y a las ondas

bajo Sevilla, Caín con las zarzas,                                          126[L14] 

 

y la luna ayer noche estaba llena:

bien lo recordarás, que no fue estorbo

alguna vez en esa selva oscura.»                                           129

Así me hablaba, y mientras caminábamos.


 [L1]«Perlesía» es parálisis.

 [L2]29‑30 En el original: «chi a piu scellerato the collui, / che al giudicio divin passion porta?». Algunos comentaristas refieren estos versos no a los condena­dos, por adivinos, sino a los que, como Dante, se apenan de sus cuitas, con lo que podríamos traducir. «¿Quién es más criminal que fuera ése / que del juicio divino se apenara?»

 [L3]Anfiareo, uno de los siete reyes que combatieron contra Tebas, había huido anteriormente de la lucha, pues sus dotes adivinatorias le hablan predicho que moriría en ella, hasta que se vio obligado a combatir de nuevo por la trai­ción de su esposa Erifile (Purgatorio, XII). Fue entonces cuando la tierra se tragó su carro, provocando la burla de los tebanos (lo cuenta Estacio en Tebaida, VII).

 [L4]Tiresias es el más conocido de los adivinos de la antigüedad, sobre todo por su participación en los episodios del ciclo tebano correspondiente a la histo­ria de Edipo. Ovidio cuenta en Metamorfosis (III, 324‑31) que habiendo separado con su vara a dos serpientes que copulaban, fue convertido en mujer durante siete años, hasta que volvió a encontrar a la misma pareja de serpientes y las volvió a separar.

 [L5]Aronte fue un arúspice etrusco llamado a Roma durante la guerra civil, y según Lucano (Farsalia, I) predijo la victoria de César.

 [L6]Manto fue hija de Tiresias. Tras la caída de Tebas, para huir de Creonte, llevó una vida errante hasta aposentarse, como leemos, en el lugar sobre el que más tarde sería fundada Mantua, llamada así en honor suyo.

 [L7]Los obispos de Trento, Verona y Brescia, cuyas sedes confluían en dicho sitio, sobre cuya exacta localización no se ponen de acuerdo los comentaristas.

 [L8]Peschiera, fortaleza de Verona contra Bérgamo y Brescia en la orilla sur del lago de Garda, y junto a dicha ciudad nace el río Mincio.

 [L9]Sin hacer ningún tipo de rito mágico, como era costumbre en la remota antigüedad. Según Virgilio (Eneida, X), su ciudad natal fue fundada por Ocno, hip del río Tiber y de la propia Manto.

 [L10]95‑96 Piamonte dei Bonacolsi arrebató con engaños la señoría de Mantua a Alberto da Casoldi y gobernó la ciudad de 1272 a 1291.

 [L11]Euripilo fue un adivino griego en la época en que todos los varones par­tieron a la guerra de Troya, y junto con Calcante aconsejó el momento propicio para que partiera la flota congregada en Aulide. El pasaje al que alude Virgilio es Eneida, II, ll3‑53.

 [L12]ll6‑ll8 Miguel Escotto fue astrólogo de Federico II, al igual que Guido Bonati. Asdente de Parma era zapatero y adivino, y ya lo cita Dante con ironía en Cornvivium, IV‑XVI, 6.

 [L13]Dante alude genéricamente a las brujas, muy perseguidas en su tiempo.

 [L14]Todavía hay quien ve en las manchas de la luna la figura de un hombre cargado con un haz de leña. Hemos de suponer que nos encontramos a las seis de la mañana del nueve de abril.

lunes, 21 de junio de 2021

INFIERNO. CANTO XIX. DANTE. CANTO Y ANOTACIONES.



 [L1]Simón es, según Hechos de los Apóstoles, VIII, el mago de Samaria que, una vez bautizado, quiso comprar a Pedro y Juan el don de transmitir el Espíritu Santo, con la imposición de las manos, como ellos hacían. Por él se llama «si­monía» a la compra de cargos eclesiásticos u otras cosas sagradas.

 [L2]El baptisterio de Florencia estaba provisto de unos pozos donde se efectuaba antiguamente el bautismo por inmersión.

 [L3]19‑21 El hecho acaeció siendo Dante prior de Florencia, y acaso levantó algunos malévolos comentarios entre sus enemigos, acusándole de sacrilegio.

 [L4]Era el suplicio llamado «propagginazione», que consistía en introducir al condenado en un hoyo que se recubría de tierra, a fin de asfixiarle; cuando se llegaba a la altura de la boca se detenían un momento para la confesión del reo.

 [L5]52‑87 Quien habla es Nicolás III Orsini, papa desde 1277 a 1280, que está esperando a Bonifacio VIII, con el cual confunde a Dante y que no llegará a empujarle más al fondo hasta 1303, siendo a su vez hundido por el francés Cle­mente V en 1314. La fama de simoniaco de este último fue proverbial en la época, y con él comenzó la residencia de los papas en Avignon y tuvo lugar la horrible persecución de los templarios por deseo de Felipe IV el Hermoso.

A sus relaciones con este rey aluden los siguientes versos, cuando compara al papa con Jasón, sumo sacerdote de los hebreos, y al rey francés con el Antioco de Si­ria, que según Macabeos (IV, 7‑26) ofreció a aquél su cargo de sacerdote a cam­bio de dinero.

 [L6]Matías fue elegido tras la muerte de Jesús para completar el número de doce apóstoles que había dejado libre la traición y muerte de Judas (Hechos, I).

 [L7]Se decía que Nicolás III había conspirado por dinero contra Carlos de Anjou, dando lugar a las famosas «Vísperas sicilianas».

 [L8]Se refiere al pasaje de Apocalipsis, XVII, en que San Juan ataca a la Roma pagana y a Dante le sirve para aludir a la Iglesia corrompida de su tiempo.

 [L9]De nuevo la Iglesia, pero esta vez armada con los cuernos de los Man­damientos y los siete sacramentos.

 [L10]Alude Dante a la supuesta cesión que del dominio de Roma hizo Cons­tantino al papa Silvestre tras su conversión, y que se tenía como el fundamento real del poder temporal del papa. Hasta el siglo XV esta cesión fue tenida por histórica, hasta que Lorenzo Valla demostró científicamente que carecía de todo fundamento.

CANTO XIX

 

¡Oh Simón Mago! Oh mfseros secuaces                               1[L1] 

que las cosas de Dios, que de los buenos

esposas deben ser, como rapaces                                          3

 

por el oro y la plata adulteráis!

sonar debe la trompa por vosotros,

puesto que estáis en la tercera bolsa.                                    6

 

Ya estábamos en la siguiente tumba,

subidos en la parte del escollo

que cae justo en el medio de aquel foso.                              9

 

¡Suma sabiduría! ¡Qué arte muestras

en el cielo, en la tierra y el mal mundo,

cuán justamente tu virtud repartes!                                      12

 

Yo vi, por las orillas y en el fondo,

llena la piedra livida de hoyos,

todos redondos y de igual tamaño.                                      15

 

No los vi menos amplios ni mayores

que esos que hay en mi bello San Juan,                                17[L2] 

y son el sitio para los bautismos;                                           18

 

uno de los que no hace aún mucho tiempo                           19[L3] 

yo rompí porque en él uno se ahogaba:

sea esto seña que a todos convenza.                                     21

 

A todos les salían por la boca

de un pecador los pies, y de las piernas

hasta el muslo, y el resto estaba dentro.                               24

 

Ambas plantas a todos les ardían;

y tan fuerte agitaban las coyundas,

que habrían destrozado soga y cuerdas.                               27

 

Cual suele el llamear en cosas grasas

moverse por la extrema superficie,

así era allí del talón a la punta.                                              30

 

«Quién es, maestro, aquel que se enfurece

pataleando más que sus consortes

‑dije‑ y a quien más roja llama quema?»                               33

 

Y él me dijo: «Si quieres que te lleve

allí por la pendiente que desciende,

él te hablará de sí y de sus pecados.»                                               36

 

Y yo: «Lo que tú quieras será bueno,

eres tú mi señor y no me aparto

de tu querer: y lo que callo sabes.»                                       39

 

Caminábamos pues el cuarto margen:

volvimos y bajamos a la izquierda

al fondo estrecho y agujereado.                                            42

 

Entonces el maestro de su lado

no me apartó, hasta vernos junto al hoyo

de aquel que se dolía con las zancas.                                    45

 

«Oh tú que tienes lo de arriba abajo,

alma triste clavada cual madero,

‑le dije yo‑, contéstame si puedes.»                                      48

 

Yo estaba como el fraile que confiesa                                  49[L4] 

al pérfido asesino, que, ya hincado,

por retrasar su muerte le reclama.                                         51

 

Y él me gritó: «¿Ya estás aquí plantado?,                            52[L5] 

¿ya estás aquí plantado, Bonifacio?

En pocos años me mintió lo escrito.                                     54

 

¿Ya te cansaste de aquellas riquezas

por las que hacer engaño no temiste,

y atormentar después a tu Señora?»                                     57

 

Me quedé como aquellos que se encuentran,

por no entender lo que alguien les responde,

confundidos, y contestar no saben.                                      60

 

Dijo entonces Virgilio: «Dile pronto:

“No soy aquel, no soy aquel que piensas.”»

Yo respondí como me fue indicado.                                    63

 

Torció los pies entonces el espíritu,

luego gimiendo y con voces llorosas,

me dijo: «¿Entonces, para qué me buscas?                           66

 

si te interesa tanto el conocerme,

que has recorrido así toda la roca,

sabe que fui investido del gran manto,                                 69

 

y en verdad fui retoño de la Osa,

y tan ansioso de engordar oseznos,

que allí el caudal, aquí yo, me he embolsado.                       72

 

Y bajo mi cabeza están los otros

que a mí, por simonía, precedieron,

y que lo estrecho de la piedra aplasta.                                              75

 

Allí habré yo de hundirme también cuando

venga aquel que creía que tú fueses,

al hacerte la súbita pregunta.                                                78

 

Pero mis pies se abrasan ya más tiempo

y más estoy yo puesto boca abajo,

del que estarán plantados sus pies rojos,                              81

 

pues vendrá luego de él, aún más manchado,

desde el poniente, un pastor sin entrañas,

tal que conviene que a los dos recubra.                                84

 

Nuevo Jasón será, como nos muestra

MACABEOS, y como a aquel fue blando

su rey, así ha de hacer quien Francia rige.»                          87

 

No sé si fui yo loco en demasía,

pues que le respondí con tales versos:

«Ah, dime ahora, qué tesoros quiso                                      90

 

Nuestro Señor antes de que a San Pedro

le pusiese las llaves a su cargo?

Únicamente dijo: “Ven conmigo”;                                       93

 

ni Pedro ni los otros de Matías                                             94[L6] 

oro ni plata, cuando sortearon

el puesto que perdió el alma traidora.                                               96

 

Quédate ahí, que estás bien castigado,

y guarda las riquezas mal cogidas,

que atrevido te hicieron contra Carlos.                                 99[L7] 

 

Y si no fuera porque me lo veda

el respeto a las llaves soberanas

que fueron tuyas en la alegre vida,                                       102

 

usaría palabras aún más duras;

porque vuestra avaricia daña al mundo,

hundiendo al bueno y ensalzando al malo.                           105

 

Pastores, os citó el evangelista,                                             106[L8] 

cuando aquella que asienta sobre el agua

él vio prostituida con los reyes:                                            108

 

aquella que nació con siete testas,

y tuvo autoridad con sus diez cuernos,

mientras que su virtud plació al marido.                               111[L9] 

 

Os habéis hecho un Dios de oro y de plata:

y qué os separa ya de los idólatras,

sino que a ciento honráis y ellos a uno?                                114

 

Constantino, ¡de cuánto mal fue madre,                              115[L10] 

no que te convirtieses, mas la dote

que por ti enriqueció al primer patriarca!»                            117

 

Y mientras yo cantaba tales notas,

mordido por la ira o la conciencia,

con fuerza las dos piernas sacudía.                                       120

 

Yo creo que a mi guía le gustaba,

pues con rostro contento había escuchado

mis palabras sinceramente dichas.                                        123

 

Entonces me cogió con los dos brazos;

y luego de subirme hasta su pecho,

volvió a ascender la senda que bajamos.                              126

 

No se cansó llevándome agarrado,

hasta ponerme en la cima del puente

que del cuarto hasta el quinto margen cruza.                                   129

 

Con suavidad aquí dejó la carga,

suave, en el escollo áspero y pino

que a las cabras sería mala trocha.                                        132

Desde ese sitio descubrí otro valle.


 [L1]Simón es, según Hechos de los Apóstoles, VIII, el mago de Samaria que, una vez bautizado, quiso comprar a Pedro y Juan el don de transmitir el Espíritu Santo, con la imposición de las manos, como ellos hacían. Por él se llama «si­monía» a la compra de cargos eclesiásticos u otras cosas sagradas.

 [L2]El baptisterio de Florencia estaba provisto de unos pozos donde se efectuaba antiguamente el bautismo por inmersión.

 [L3]19‑21 El hecho acaeció siendo Dante prior de Florencia, y acaso levantó algunos malévolos comentarios entre sus enemigos, acusándole de sacrilegio.

 [L4]Era el suplicio llamado «propagginazione», que consistía en introducir al condenado en un hoyo que se recubría de tierra, a fin de asfixiarle; cuando se llegaba a la altura de la boca se detenían un momento para la confesión del reo.

 [L5]52‑87 Quien habla es Nicolás III Orsini, papa desde 1277 a 1280, que está esperando a Bonifacio VIII, con el cual confunde a Dante y que no llegará a empujarle más al fondo hasta 1303, siendo a su vez hundido por el francés Cle­mente V en 1314. La fama de simoniaco de este último fue proverbial en la época, y con él comenzó la residencia de los papas en Avignon y tuvo lugar la horrible persecución de los templarios por deseo de Felipe IV el Hermoso.

A sus relaciones con este rey aluden los siguientes versos, cuando compara al papa con Jasón, sumo sacerdote de los hebreos, y al rey francés con el Antioco de Si­ria, que según Macabeos (IV, 7‑26) ofreció a aquél su cargo de sacerdote a cam­bio de dinero.

 [L6]Matías fue elegido tras la muerte de Jesús para completar el número de doce apóstoles que había dejado libre la traición y muerte de Judas (Hechos, I).

 [L7]Se decía que Nicolás III había conspirado por dinero contra Carlos de Anjou, dando lugar a las famosas «Vísperas sicilianas».

 [L8]Se refiere al pasaje de Apocalipsis, XVII, en que San Juan ataca a la Roma pagana y a Dante le sirve para aludir a la Iglesia corrompida de su tiempo.

 [L9]De nuevo la Iglesia, pero esta vez armada con los cuernos de los Man­damientos y los siete sacramentos.

 [L10]Alude Dante a la supuesta cesión que del dominio de Roma hizo Cons­tantino al papa Silvestre tras su conversión, y que se tenía como el fundamento real del poder temporal del papa. Hasta el siglo XV esta cesión fue tenida por histórica, hasta que Lorenzo Valla demostró científicamente que carecía de todo fundamento.

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POESÍA CLÁSICA JAPONESA [KOKINWAKASHÜ] Traducción del japonés y edición de T orq uil D uthie

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