sábado, 12 de mayo de 2018

Julia Érika Negrete Sandoval. AUTOR Y AUTOFICCIÓN: UN ESTUDIO DE ABADDÓN EL EXTERMINADOR DE ERNESTO SÁBATO.


(En la gráfica: Ernesto Sabato y Mario Vargas Llosa. Año 1981).



ERNESTO SÁBATO: EL AUTOR Y SU OBRA ANTE LA CRÍTICA 
Algunos antecedentes En 1911, el 24 de junio, día de San Juan y, según ciertas creencias, día infausto en que las brujas se reúnen, nació Ernesto Sábato.1 Marcado con el sello aciago de este día, como él pensaba, el escritor argentino estuvo destinado a explorar en la región oscura de la naturaleza humana para intentar una explicación de sus manifestaciones en el espíritu del hombre moderno y en el quehacer auténtico del artista. Santos Lugares, un pequeño poblado de la pampa argentina, fue el lugar donde Ernesto Sábato pasaría su infancia, al lado de nueve 1 Se notará que en los casos de citas textuales y referencias bibliográficas el apellido “Sábato” aparece sin acento, en atención al modo en que lo escriben algunos críticos o editores. Por mi parte, he preferido conservarlo en su forma castellanizada, es decir, con el acento en la antepenúltima sílaba, aunque en los últimos años, por decisión del autor, se ha optado por emplearlo en su forma original proveniente del italiano (véase Silvia Sauter, “Entrevistas. Ernesto Sábato”, en Teoría y práctica del proceso creativo: con entrevistas a Ernesto Sábato, Ana María Fagundo, Olga Orozco, María Rosa Lojo, Raúl Zurita y José Watanabe, Iberoamericana-Vervuert, Madrid, 2006, pp. 73-83). 14 hermanos, una madre sobreprotectora y un padre rígido. Una de sus mayores desgracias fue, según él, su propio nombre, Ernesto, heredado de su hermano, muerto cuando él, el segundo Ernesto, estaba aún en el vientre de su madre. Sábato atribuye a este hecho los males que lo aquejaron en aquellos años en forma de pesadillas, sonambulismo y una timidez que lo privó del contacto y el juego con otros chicos. Sábato recuerda con amargura su primera salida del pueblo para estudiar el bachillerato en La Plata, la cual significó la separación de su madre y el contacto con el mundo de afuera, al que tanto temía. En ese tiempo, seducido por el orden perfecto que percibió en la demostración de un teorema que hiciera su profesor de matemáticas, comenzó su atracción por la ciencia; así que, al terminar el bachillerato, en 1928, decidió inscribirse en la Facultad de Físico-Matemáticas. Según sus palabras: “cuando el profesor de matemáticas demostró el primer teorema, yo quedé fascinado con ese orden perfecto […] Tal era mi maravillamiento que, años más tarde, decidí ingresar a la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, aunque sin abandonar por ello la pintura, en la que me había iniciado a los tres años de edad, ni naturalmente, esos «diarios» que escriben los adolescentes tímidos”. 2 De este modo, su iniciación en la física obedeció a su deseo de huir de la oscuridad que siempre lo sobrecogió para refugiarse en los territorios seguros de la luz, el orden y la razón. Durante sus primeros años en la universidad, participó activamente en el Partido Comunista, que operaba en la clandestinidad; sin embargo, desde entonces, Sábato albergaba 2 “Microbiografía”, en Obra completa. Narrativa, ed. Ricardo Ibarlucía, Seix Barral, Montevideo, 1997, p. 14. Remito, además de este texto, a las siguientes libros biográficos: Julia Constenla, Sábato, el hombre: una biografía, Seix Barral, Buenos Aires, 1997; Carlos Catania, Genio y figura de Ernesto Sábato, Eudeba, Buenos Aires, 1987, y Sábato: entre la idea y la sangre, Costa Rica, San José, 1973; María Angélica Correa, Genio y figura de Ernesto Sábato, Universitaria, Buenos Aires, 1971; y Ángela B. Dellepiane, Ernesto Sábato: El hombre y su obra, Las Américas, Nueva York, 1968. 15 ya dudas sobre la ideología que sostenía este movimiento, por lo que el partido decidió enviarlo a las Escuelas Leninistas de Moscú. Su destino, no obstante, fue otro: París, a donde huyó por temor a la forma en que se castigaba cualquier desviación ideológica y porque ya habían comenzado los procesos de la época stalinista, que Sábato tanto reprobaría. Después de dos duros meses en París, donde fue acogido por un portero de l‟École Normale Superieur, excomunista también, Sábato regresó a Argentina y se dedicó a terminar sus estudios en la Facultad de Físico-Matemáticas. Su formación científica dio como resultado, entre otros, un primer libro titulado “Cómo construí un telescopio de 8 pulgadas de abertura”, publicado en 1937, el mismo año en que se doctoró en ciencias físico-matemáticas. Posteriormente publicaría otros artículos y algunas traducciones, también de corte científico. En 1938 comienza la etapa decisiva que marcaría su abandono de la ciencia y su entrega a la literatura: ese año, con el apoyo de una beca que le consiguiera el profesor Houssay, viajó a París para trabajar en el Laboratorio Curie. Fue entonces cuando comenzó a vincularse con algunos miembros del grupo surrealista: Oscar Domínguez, Marcel Ferry, Breton, Wilfredo Lam,3 entre otros, cuya compañía le resultó más seductora que las horas de investigación en el laboratorio. En 1940, debido a la llegada de la segunda guerra, tuvo que regresar a La Plata, donde se dedicó a enseñar relatividad y mecánica cuántica, conservando, sin embargo, el firme propósito de abandonar estas actividades y dedicarse por completo a la literatura, lo que sucedió en 1943 cuando, afirma, “resolví dejarlo todo e irme, con mi mujer y mi hijo, a vivir a un cabaña de las sierras de Córdoba, lejos del mundo civilizado”.4 3 Ibid., p. 17. 4 Idem. 16 Su primer trabajo relacionado con las letras, dedicado a La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares, apareció en 1940. El año siguiente comenzó a publicar en Sur, 5 revista en la que colabora por intervención de Pedro Henríquez Ureña y donde participaría con entusiasmo al lado de Victoria Ocampo, José Bianco, Borges, Bioy Casares, y que sería, según sus palabras, como su segunda universidad. Sin embargo, no fue sino hasta 1945, después de su largo encierro en las sierras de Córdoba, que, con la publicación de Uno y el universo, dio a conocer sus facultades de escritor iniciándose en el ensayo por esa resistencia a entregarse por completo a sus pasiones: “¿Se comprende por qué no me atrevía a publicar ficciones? El ensayo pertenecía al mundo del pensamiento lógico y me permitía enfrentarme con gentes que me miraban con estupor e indignación”. 6 Con este libro, que le atrajo algunos reconocimientos, Sábato inicia su itinerario como escritor y buscador de absolutos, búsqueda que no cesaría sino hasta el día de su muerte, el 30 de abril de 2011, poco antes de que el ciclo de su vida alcanzara la centuria. 5 Fueron más de cuarenta las colaboraciones de Sábato en Sur. En los primeros tiempos reseñó algunos libros de corte científico, pero pronto abandonó totalmente esos temas para dedicarse por completo a escribir sobre arte, literatura y política. Durante casi dos años (1942- 1943), estuvo a cargo de una sección de la revista, titulada “Calendario”. En Sur también publicó un fragmento de La fuente muda, novela que nunca vio la luz, y algunas partes de Sobre héroes y tumbas. En un buen número de los textos aparecidos en Sur, Sábato desarrolló los temas que serían el objeto de sus libros de ensayo, como por ejemplo: el derrumbe de nuestro tiempo, la crisis de la novela contemporánea, el arte abstracto, la metafísica del sexo, Borges, etc. A finales de la década de 1960 comienzan a escasear sus aportaciones, y para 1970 prácticamente deja de colaborar. Otros artículos sobre temas literarios (el lenguaje, la metáfora, la traducción) aparecen ya desde 1949 en el diario La Nación. Asimismo, son incontables sus aportaciones en otras revistas, diarios y obras colectivas (véase Nicasio Urbina, Bibliografía completa de y sobre Ernesto Sábato”, Co-textes, no. 19/21, C. E. R. S., Montpellier-Pittsburgh; “Bibliografía de y sobre Ernesto Sábato”, Anthropos: Revista de Documentación Científica de la Cultura, 1985, núms. 55-56, 40-54). 6 “Microbiografía”, en ed. cit., p. 18. 17 La obra del escritor argentino es de naturaleza varia; si bien se lo reconoce por su dedicación al terreno de la literatura, no es menos significativo su paso por la ciencia, su vocación como pintor y, desde luego, su presencia polémica en la política y la cultura de su país. Como escritor, Sábato ha despertado reacciones contrarias, pero siempre apasionadas, entre sus lectores: para bien o para mal, se habla de él.7 Tan es así que se ha gastado tinta en libros completos, con frecuencia mal argumentados, que no son otra cosa que viscerales ataques en contra de lo que algunos consideran aspectos negativos y debilidades creativas de su escritura. Sábato estuvo consciente de las reacciones exaltadamente negativas que llegó a provocar con sus libros; sin embargo, nunca cesó su empeño de dedicarse a la literatura siguiendo el camino de otros que, para él, fueron grandes: Dostoievsky, Kafka, Virginia Woolf, Faulkner, Joyce, sólo por mencionar algunos; pero supo admitir que una cosa es proponerse escribir una gran literatura y otra es lograrlo, de modo que se abandonó al tiempo y a los lectores. Así, ya inmortalizado, tanto por sus ensayos como por su trilogía novelística compuesta por El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón el Exterminador (1974), no queda más que afirmar, con Fernando Iwasaki, que “todos los caminos conducirán a Roma, pero todo los túneles conducen a Santos Lugares”8 y, en última instancia, habría que decir, todos los túneles conducen a Sábato y con él a la pequeña pero firme esperanza que persiste entre la vasta oscuridad que el escritor siempre vio en el corazón del hombre. Inquietudes de la crítica sobre la obra sabatiana 7 Silvia Sauter y Nicasio Urbina señalan que estas opiniones contrarias concuerdan con las oposiciones binarias de las que debe partir la interpretación de la narrativa sabatiana: “debate entre biografía y ficción, verdad y mentira” (Silvia Sauter y Nicasio Urbina, Sábato, símbolo de un siglo: visiones y revisiones de su narrativa, Corregidor, Buenos Aires, 2005, p. 33). 8 “Presentación de Ernesto Sábato”, en Ernesto Sábato, Creación y tragedia: la esperanza ante la crisis, Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2002, p. 18 [pp. 17-19]. 18 La obra de Ernesto Sábato ha sido objeto de gran cantidad de estudios, tanto monográficos como de artículos en revistas especializadas; la mayor parte de éstos se han concentrado en los textos de ficción, es decir, en la trilogía compuesta por El túnel, Sobre héroes y tumbas y Abaddón el Exterminador, particularmente en las dos primeras, pues aunque la tercera ha sido causa de gran polémica, no ha recibido la misma atención que las anteriores. En cuanto a la producción ensayística, los estudios son mucho más reducidos y con enfoques que rescatan el contenido filosófico relacionado con las ideas del autor sobre asuntos artísticos, literarios y, en menor medida, políticos. Se suele, sin embargo, recurrir a estos textos como parte imprescindible para explicar las novelas; tal es el caso sobre todo de Heterodoxia (1953) y El escritor y sus fantasmas (1963), en los que Sábato propone una suerte de reflexiones de orden histórico y filosófico a propósito de la novela moderna, que ya se habían gestado, de algún modo, en dos libros anteriores, Uno y el universo (1945) y Hombres y engranajes (1951). No obstante, las ideas de Sábato respecto a la novela, expuestas en El escritor y sus fantasmas, han sido el punto de contacto entre los dos géneros en los que se mueve la obra sabatiana, de ahí que sea uno de los textos más socorridos y que el análisis de su narrativa vaya comúnmente acompañado de alusiones y citas de éste; aunque, ciertamente, una crítica más cauta trataría de evitar que la ficción se lea únicamente a la luz de los ensayos, y viceversa, sin ir más allá de esta simplificación. Por su complejidad temática y estructural, la narrativa de Sábato ha generado muchas inquietudes dentro del ámbito de los estudios literarios contemporáneos. Si El túnel fue considerada una novela que, por la profundidad con que sondea el alma y la conciencia, por la intensidad dramática y la psicología de sus personajes, alcanzaba el rango de clásica, Sobre 19 héroes y tumbas se vio como la cumbre del genio sabatiano, después de la cual se creyó que la pluma del escritor argentino no daría algo mejor. El “Informe sobre ciegos”, parte fundamental de esta última novela, es quizá uno de los textos más apreciados por la crítica a nivel mundial;9 su construcción aparentemente caótica, oscura y laberíntica, exhibe también, mediante el pensamiento de Fernando Vidal Olmos, la interioridad del personaje, su personalidad desequilibrada y cruel y, al mismo tiempo, la exactitud del razonamiento lógico. De la oposición de estos dos aspectos surge la apreciación del claroscuro como motivo, al igual que las típicas dualidades día-noche, bien-mal, mujer-hombre, entre otras, que recorren toda la ficción sabatiana –incluso, aunque en un modo diferente, sus ensayos. La misma relación entre ficción y ensayo ha propiciado lecturas de tipo biográfico o autobiográfico, si bien en este caso la implicación del ensayo en la novela se encuentra en la extrapolación, de un género a otro, de las mismas ideas y opiniones. No obstante, desde la aparición de Abaddón el Exterminador, se ha destacado en mayor medida la relación vidaarte, así como la subjetividad del discurso derivada de la inclusión explícita del autor dentro de la obra. Otras vertientes de la crítica han incursionado en el existencialismo, la metafísica y la búsqueda del absoluto, aspectos que también incumben al Sábato ensayista, quien en muchas ocasiones parte de la filosofía existencial de Sartre, Jaspers o Merleau-Ponty para referirse a la novela como expresión del drama del hombre moderno,. De ahí que la interacción de sus personajes se explique, con frecuencia, en los términos de una argumentación filosófica. Otra perspectiva dedicada al estudio de los personajes es la psicoanalítica, cuyas observaciones se orientan a desentrañar las patologías de mentes oscuras 9 Por tratarse de una bibliografía extensísima, aquí sólo consigno los estudios generales sobre la obra de Ernesto Sábato que considero pertinentes y los que se refieren específicamente a Abaddón. 20 y los comportamientos extraños de personajes centrales como Juan Pablo Castel, de El túnel, o Alejandra y Fernando Vidal Olmos, de Sobre héroes y tumbas. Algunos enfoques más han considerado los aspectos social e histórico relacionados con la crítica a la sociedad de Buenos Aires o con episodios de la historia de Argentina integrados en las novelas. Unos más destacan el sueño y la simbología, sobre todo en lo que se refiere a la ceguera relacionada con el inframundo, el mal, el ritual erótico y lo femenino. Finalmente, se encuentra también una línea dedicada al análisis estructural, estilístico y semiótico, donde lo principal es la construcción espacial y temporal, las voces y perspectivas, el lenguaje, la construcción en abismo, la intertextualidad, la significación y los códigos discursivos. Para Sábato, la literatura se escribe a partir de las obsesiones del escritor y de la indagación en ellas, pues de este proceso proviene la originalidad de sus creaciones. Según esta idea, lo que hace diferente a un artista de otro es la búsqueda personal, mediante la inmersión en su propio yo, de las grandes obsesiones de la humanidad, como la muerte, la soledad, el amor, la felicidad. De ahí que un escritor suela repetirse, volver una y otra vez sobre los mismos pensamientos y las mismas pasiones. En el caso de su obra, se percibe la recurrencia de motivos, personajes y opiniones que han propiciado el estudio de aspectos comunes en libros distintos. De esta recurrencia deriva, asimismo, el diálogo intertextual entre las tres novelas y la correspondencia teórica con sus ensayos. En este sentido se orientan las consideraciones de Abaddón como la novela que sintetiza la propuesta estética sabatiana, que coincide con la idea de “novela total” no sólo por el registro indiscriminado de distintos géneros, técnicas narrativas, perspectivas, hablas, etc., sino porque en ella el autor ha incluido el resto de su producción. 21 Por lo que toca a esta última novela, que es el objeto de esta investigación, prácticamente se han retomado muchos de los tópicos explorados en El túnel y Sobre héroes. No obstante, han llamado la atención temas como: lo demoníaco y lo apocalíptico –en relación con el título bíblico que alude al ángel destructor–, 10 la relación vida-ficción,11 el gnosticismo,12 la metafísica, 13 lo arquetípico,14 el aspecto simbólico,15 la búsqueda del absoluto,16 la relación luz-oscuridad, 17 elementos relacionados con la estructura narrativa 10 Gemma Roberts, “Presencia de lo demoniaco en Abaddón, el exterminador, de Ernesto Sábato”, Cuadernos Hispanoamericanos, 1983, núms. 391-393, 516-535; Héctor Ciarlo, “El universo de Sábato”, Cuadernos Hispanoamericanos, 1983, núms. 391-393, 70-100. 11 Carlos Catania (“El universo de Abaddón, el exterminador”, Cuadernos Hispanoamericanos, 1983, núms. 391-393, 498-516) defiende la idea de que la novela de Sábato incluye todo, es decir, ideas y teorías que complementan a sus personajes; es racional y científica porque detrás de ella está el autor con todo su bagaje y toda su obra. 12 Paul Teodorescu, “El camino hacia la gnosis: jalones para un entendimiento de Ernesto Sábato”, Cuadernos Hispanoamericanos, 1983, núms. 391-393, 46-69; María Rosa Lojo de Beuter, “Elaboración del mito gnóstico en Abaddón el exterminador”, Anthropos, 1985, núms. 55-66, 81-88; Salvador Bacarisse, “Abaddón el exterminador. Sábato‟s Gnostic Eschatology”, Forum for Modern Language Studies, 1979, núm. 2, 184-205, “La cosmología gnóstica de Ernesto Sábato: una interpretación de Abaddón el exterminador”, en A. M., Vázquez Bigi (comp.), Épica dadora de eternidad. Sábato en la crítica americana y europea, Sudamericana-Planeta, 1985, pp. 193-219. 13 Norberto M. Kasner, “Metafísica y soledad: un estudio de la novelística de Ernesto Sábato”, Revista Iberoamericana, 1992, núm. 158, 105-113. 14 Doris Stephens y A. M. Vázquez-Bigi, “Lo arquetípico en la teoría y creación novelística sabatiana”, en Helmy F. Giacoman, Homenaje a Ernesto Sábato: variaciones interpretativas en torno a su obra, Anaya-Las Américas, Nueva York, 1973, pp. 327-358. 15 Incluido lo simbólico en relación con el erotismo y lo femenino: María Rosa Lojo de Beuter, “Simbolismo del ritual erótico en Abaddón el exterminador”, Cuadernos Hispanoamericanos, 1983, núms. 391-393, 551-569 y “La mujer simbólica en Abaddón el exterminador”, Revista Iberoamericana, 1992, núm. 158, 183-192; Elisa Calabrese, “Lo femenino en Abaddón el exterminador”, en La mujer: símbolo del mundo nuevo, García Cambeiro, Buenos Aires, 1976 (Estudios Latinoamericanos, 19). 16 Juan Antonio Rosado, “Ernesto Sábato y la búsqueda de lo absoluto”, Signos Literarios y Lingüísticos, 1-1 (1999), 88-109; Carmen Valderry, “La búsqueda del absoluto en la narrativa de Ernesto Sábato”, Arbor: Ciencia, Pensamiento y Cultura, 340 (1974), 107-117. 17 Marilyn Frankentheler, “El claroscuro como ambiente totalizador en Abaddón, el exterminador, de Ernesto Sábato”, Cuadernos Hispanoamericanos, 1983, núms. 391-393, 536-550. 22 como la especularidad, la metatextualidad, la intertextualidad y la constitución de los personajes, 18 sólo por mencionar algunas de las vertientes principales relacionadas lateralmente con el tema de esta investigación. Por lo demás, destaco algunas investigaciones monográficas que ofrecen aproximaciones distintas a Abaddón. Están las de carácter general, como la de Trinidad Barrera López, La estructura de “Abaddón, el exterminador” (1982), donde la autora brinda un esquema básico de análisis de aspectos estructurales y temáticos; o la de José Albarracín “Abaddón, el exterminador”: análisis semiológico (1993), cuyo contenido engloba aspectos más complejos de la estructura narrativa profunda de la novela. Otros más específicos, como la tesis doctoral de Michele Soriano,19 quien aborda la novela desde la sociocrítica; Gemma Roberts, que lo hace desde el existencialismo; 20 y Silvia Sauter, quien explora los elementos arquetípicos.21 Otras, dedicadas sólo parcialmente a Abaddón, tocan algún aspecto particular; 18 Entre otros, Myrna Solotorevsky, “Especularidad y narcisismo en Abaddón, el exterminador”, Anales de Literatura Hispanoamericana, 9 (1981), 295-326; Renato Prada Oropeza “Texto, contexto e intertexto en Abaddón, el exterminador”, Cuadernos Hispanoamericanos, 1983, núm. 391-393, 517-525; Nicasio Urbina, “La escritura en la obra de Ernesto Sábato: autorreferencialidad y metaficción”, Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, 18 (1992), 135-145; Elisa Calabrese, “El problema de la identidad en los personajes de Sábato”, en Mitos populares y personajes literarios”, ed. Jorge Torres Roggero, Castañeda, Buenos Aires, 1978, pp. 107-126 y “Personajes de Abaddón: máscara e identidad”, en Épica dadora de eternidad, ed. cit., pp. 183-191; María Grazia Spiga Bannura, “Los héroes en la estrategia literaria de Sobre héroes y tumbas y Abaddón el exterminador”, Revista Iberoamericana, 71 (2005), 1179-1189. Desde luego éste es un listado muy general que de ningún modo consigna todos los artículos sobre Abaddón, sólo pretende aportar una revisión rápida sobre las líneas generales de la crítica; otros tantos serán incluidos a lo largo de los capítulos, según la pertinencia y necesidad del tema desarrollado. 19 El signo y la bestia sin nombre. Estudio sociocrítico de “Abaddón, el exterminador”, de Ernesto Sábato, Tesis Doctoral, University of Pittsburgh, 1991. 20 Análisis existencial de Abaddón el exterminador, Society of Spanish and Spanish-American StudiesUniversity of Colorado at Boulder, 1990. 21 Proceso creativo arquetípico: “Abaddón el exterminador” de Ernesto Sábato, Tesis Doctoral, Universidad de Texas Austin, 1989. 23 tal es el caso de la “metafísica de la esperanza”, que Mariana D. Petrea extiende a toda la obra sabatiana.22 Nicasio Urbina, por su parte, en su tesis doctoral23 se acerca a la obra de Sábato desde la semiótica y establece un nexo indisoluble entre la parte ensayística y los textos de ficción. Este acercamiento a los estudios sobre la obra de Ernesto Sábato permite trazar las líneas temáticas generales atendidas por la crítica y entablar un diálogo con los propios intereses de mi investigación. La revisión no es exhaustiva, sin embargo ha tratado de ser lo más completa posible para delimitar la pertinencia y los alcances del tema aquí propuesto. Antes de seguir adelante quiero advertir al lector que las citas de Abaddón que encontrará a lo largo de la investigación corresponden a la versión definitiva editada por Seix Barral en 1978 y recogida en el tomo de narrativa de la Obra completa. 24 La decisión de seguir esta edición de Abaddón y no la primera, obedece al hecho de que al compararlas, advertí que el autor realizó significativas modificaciones, lo cual sugiere que, en realidad, la novela no se terminó de escribir en 1975 cuando fue publicada originalmente, sino hasta 1978, año en que el autor decidió que ésta sería la última versión. Las rectificaciones hechas por Sábato parecen tener la intención de proporcionar a la novela la moderación o recato que el primer texto rechazaba en un afán de irreverencia ante ciertas normas de escritura. Tal es el caso, por ejemplo, de la recuperación de los signos de apertura de interrogación y exclamación que la primera edición omitía sin justificación declarada, siguiendo una norma, 22 Ernesto Sábato: la nada y la metafísica de la esperanza, José Porrúa Turanzas, Madrid, 1986. 23 La significación del género. Estudio semiótico de los ensayos y las novelas de E. Sábato, Tesis Doctoral, Georgetown University, Washington, D. C., 1987. 24 Abaddón el Exterminador, en Obra completa. Narrativa, ed. Ricardo Ibarlucía, Seix Barral, Montevideo, 1997. En adelante anotaré únicamente el número de página entre paréntesis en el cuerpo del texto. 24 si es que alguna seguía, que es ajena a la puntuación en lengua española. En el mismo nivel está la decisión de incorporar las sangrías de comienzo de párrafo, que antes había omitido y que daban al texto una forma más cerrada y continúa. Estas decisiones del autor sobre el uso de cierta puntuación y determinada tipografía se contradicen burdamente con los comentarios irónicos de Quique respecto a la nueva novela y sobre esos escritores, “raquíticos herederos de Joyce”, “que cada once años (deben ser las manchas solares) vuelven a descubrir las minúsculas y se creen unos genios bestiales porque publican un cuentito sin mayúsculas ni signos de puntuación”;25 como si de ese modo Sábato quisiera mostrar que está autorizado para violentar sus propias convicciones. Aunque visto desde otra perspectiva, éste es un procedimiento narrativo metaficcional que revela la infracción de ciertas normas, precisamente, al mencionarlas dentro del texto. Otras modificaciones parecen obedecer a una suerte de autocensura, pues se eliminan algunos capítulos de la primera edición en los que hay un marcado tono mordaz, mucho más irónico, de autocrítica y de crítica a la crítica, por decirlo de algún modo. En la primera edición hay, por ejemplo, cuatro “comunicaciones” atribuidas a Jorge Ledesma; mientras que en la última, sólo aparece una, la primera, titulada “Comunicación de Jorge Ledesma”, que no presenta modificaciones. La “Última comunicación de Jorge Ledesma” contiene una declaración importante, que ha sido motivo de que se haya visto a este personaje como alterego de Sábato, ya que además de declarar que está escribiendo una novela, alude al propio Abaddón, como si fuese una especie de premonición, cuando confiesa a Sábato: “Sus últimos trabajos, sus cavilaciones sobre la nada y la angustia y la poderosa esperanza demuestran (me demuestran a mí) que ha llegado a un punto muerto. Abaddón o Apollyón, el Ángel Bello o 25 Abaddón, el exterminador, Sudamericana, Buenos Aires, 1974, p. 243. 25 Satanás. Basta de intermediarios. DIOS, EL EXTERMINADOR. Queremos ser guías o furgón de cola?”26 Entre otras cosas, se eliminó también un fragmento titulado “Bueno, el estructuralismo!”, en el que se extiende un diálogo de Sábato con los jóvenes Araujo, Silvia, el Cosaco y Puch, sobre la relación entre literatura y revolución. Este capítulo aportaba un poco más de información sobre Puch, a quien, en la edición de 1978 sólo se menciona de paso en una de las meditaciones de Bruno en la parte titulada “A Bruno le fascinaba la cara de ese Puch”. Asimismo, las participaciones de Quique en la primera edición son mucho más incisivas y despiadadas, con lo cual se hace más explícita la autocrítica y la autoironía, al mismo tiempo que se evidencia el procedimiento metaficcional en el que se pone en escena el enfrentamiento de un personaje a su autor: QUIQUE ―A ese Sabato que me hizo trabajar en su novelón sin pagarme díganle que sería mejor que escriba un Informe sobre Palomas, en lugar de ese retórico discurso sobre no videntes.27 Y más adelante: ―Eso, eso! Lo único que faltaba. Desde que ese sujeto me metió en una novela, todo el mundo a jorobarme con esa caricatura. Burdísimo y flagelante. Debería prohibirse por ley la existencia de individuos de esa calaña. Y debería dar gracias al cielo que mis múltiples tareas en el cuarto poder me impidan hacer literatura, que si no verían la caricatura que me mandaba del sujeto ese. Ma qué caricatura, si bastaría describirlo como es. Una risa.28 En cambio, en su versión definitiva se lee: QUIQUE EN CASA DE BEBA 26 Ibid., p. 458. 27 Ibid., p. 231. 28 Ibid., p. 232. 26 ―Sabato sería mejor que escriba un Informe sobre Palomas, en lugar de ese retórico discurso sobre no videntes (p. 678). En la última versión las intervenciones de Quique son mucho más moderadas, y se eliminan comentarios a propósito de Sobre héroes y tumbas, en los que, otra vez, está implícita la autocrítica pero también la crítica de la crítica sobre esta novela. Baste, sin embargo, con estos ejemplos para notar la naturaleza de la tarea de autocorrección que se impuso el propio Sábato y el motivo de mi elección de este texto, producto de su última voluntad.  

Archivo del blog

ORTEGA Y GASSET MUSAS LEJANAS PRÓLOGO

  NOTAS SOBRE EL <ALMA EGIPCIA Estas notas kan sido premeditadas como in  troducción a esta antología de cantos y cuen  tos del Antiguo E...

Páginas