INTRODUCCIÓN
Presentación de Marcial en una carta de Plinio
Plinio el Joven, escribiendo a su amigo Cornelio Prisco, decía de Marcial, no
más tarde del año 104: “Oigo decir que Valerio Marcial ha muerto y lo llevo con pena.
Era un hombre ingenioso, agudo, mordaz y que, escribiendo, tenía a raudales tanto sal
como hiel y no menos candor. Yo le había ayudado con un viático al marcharse; se lo
había dado por amistad, pero se lo había dado también por unos versos que compuso
sobre mí. Fue propio de las antiguas costumbres honrar con honores o dinero a
quienes habían escrito el elogio ora de los particulares ora de las ciudades. Pero, en
nuestra época, como otras cosas distinguidas y egregias, también ésta ha caído en
desuso entre las primeras. Porque, luego que hemos dejado de hacer cosas dignas de
alabanza, consideramos también inadecuado ser elogiados. ¿Preguntas cuáles son los
versos a los que manifesté mi gratitud? Te remitiría a su propio volumen, si no me
supiera algunos de memoria. Si éstos te gustan, busca los demás en su libro. Está
hablando a la Musa, le encarga que busque mi casa en el Esquilino, que se acerque
con respeto: ‘Pero mira de no llamar a deshora, borracha, a su docta puerta. Dedica
los días enteros a la seria Minerva, mientras estudia para los oídos de los centunviros
lo que los siglos y las generaciones futuras podrán comparar hasta con los papeles de
Arpino. Irás más segura a la hora de las lucernas tardanas. Ésta es tu hora: cuando se
entusiasma Baco, cuando la rosa es la reina, cuando están empapados los cabellos.
Entonces, que me lean a mí hasta los rígidos Catones’1.
Quien escribió esto de mí, ¿no merecía que lo despidiera entonces con las
mejores pruebas de amistad y que me duela ahora como si hubiera muerto mi mejor
amigo? Y es que me dio lo máximo que pudo y más me hubiera dado, si hubiera
podido. Aunque, ¿qué puede darse al hombre mayor que la gloria, la alabanza y la
eternidad? Pero es que no será eterno lo que escribió. Quizás no lo será, pero él lo
escribió como si hubiera de serlo. Adiós”2.
1 Mart. 10, 20 [19], 12-21.
2 Plin. Ep. 3, 21. Marcial promete en muchos lugares la eternidad a sus obras, cf. 2, 15; 5, 15; infra, nn.
253-257 de esta Introducción.
4
Justo era el concepto que Plinio tenía de Marcial y muy bien ha expresado el
modo de ser y de trabajar de nuestro poeta. E incluso preveía, contra el parecer de
algunos enemigos o ingratos de Marcial, que el bilbilitano escribía verdaderamente
para la eternidad y gracias a él conocemos con sus luces y sus sombras la vida de
Roma durante la segunda mitad del siglo primero de nuestra era.
El epigrama
En su origen, como su nombre indica, es una inscripción o un escrito breve
grabado sobre piedra, metal u otro soporte cualquiera y destinado para algún sepulcro
o monumento privado o público3. Así Cicerón, cuando da cuenta de su hallazgo del
sepulcro de Arquímedes dice que sobre su losa “aparecía un epigrama con los versos
roídos casi en toda su última mitad”4. Así lo usaban los griegos y tales eran los
setecientos elogia en verso que Varrón había compuesto para su libro Imagines.
Poco a poco fue adquiriendo un carácter algo más variado, hasta que, siempre
dentro de la brevedad, expone de modo rápido e interesante un pensamiento
regocijado o satírico, pero siempre ingenioso. Gráficamente los temas del epigrama
podrían contenerse en estos cinco:
Mel (“miel”), que podríamos llamar laudatorios.
Fel (“hiel”), los procaces y satíricos.
Acetum (“vinagre”), de gusto agrio y picante.
Sal (“gracia”), inofensivos y graciosos
y, finalmente, epigramas múltiples y compuestos.
Siendo el poema más breve, es toda la poesía en miniatura; dos, cuatro, ocho
versos le bastan, aunque a veces recibe algunos más, e incluso se expresa en todos los
metros5.
Por muy breve que sea, consta siempre de dos partes: la primera, en que se
reclama la atención, y la segunda, en que de un modo insospechado y rápido queda
3 Cic. Verr. 2, 4, 127: Epigramma Graecum pernobile incisum est in basi ; Petron. 115: Eumolpus autem
dum epigramma mortuo facit...
4 Cic. Tusc. 5, 66. El elogio de los difuntos, en ritmo elegiaco, Hor. A. P. 75; Cic. Arch. 25: Quod
epigramma in eum fecisset tantummodo alternis uersibus longiusculis.
5 En este sentido, es precisamente Marcial el primero que ha empleado el término epigramma. Cf. 1,
prol. 3; 1, 1, 3; 4, 23, 3, donde concede la palma del género a Calímaco.
5
satisfecha la curiosidad6. Llámase la primera nudo y la segunda desenlace. Su objeto
suele ser una burla, una chanza, un pensamiento ligero sobre la vida cotidiana, una
ridiculez, una antítesis, una voz o un equívoco. El epigrama, se decía ya en tiempos de
Marcial, debe ser como una abeja, que es pequeña y produce la dulzura de la miel y
deja el escozor del aguijón. Idea que Iriarte expresó así:
“A la abeja semejante,
para que cause placer,
el epigrama ha de ser
pequeño, dulce y punzante”.
Y un poco más ampliamente, Martínez de la Rosa:
“Mas el festivo ingenio deba sólo
al sutil epigrama su agudeza:
un leve pensamiento,
una voz, un equívoco le basta
para lucir su gracia y su viveza;
y cual rápida abeja, vuela, hiere,
clava el aguijón y al punto muere”7.
Marcial tuvo numerosos predecesores en el género. Él cita como modelos a
Catulo8, a Marso, a Pedón, a Getúlico; podía haber citado también a Varrón de Átax, a
Licinio Calvo, a Hortensio, a C. Memmio Gemelo, el protector de Lucrecio, a quienes
se atribuían epigramas satíricos o eróticos. E igualmente en el tiempo de Augusto
compusieron epigramas incluso los grandes poetas, como Virgilio, Ovidio y Lucano y
6 Y esto, incluso aunque el epigrama tenga un solo verso, cosa que ocurre tres veces en todo Marcial;
en 2, 73: Quid faciat uolt scire Lyris. Quid? Sobria fellat (hexámetro); 7, 98: Omnia Castor, emis, sic fiet
ut omnia uendas (hexámetro); 8, 19: Pauper uideri Cinna uult; et est pauper (escazonte).
7 Martínez de la Rosa, Poética, canto IV.
8 Él se considera como heredero de la poesía de Catulo:
sic inter ueteres legar poetas,
nec multos mihi praeferas priores,
uno sed tibi sim minor Catullo
(10, 78, 14-16).
Cf. R. Paukstadt, De Martiale Catulli imitatore, Halle del Saale, 1876; H. Offermann, Uno tibi sim
minor Catullo: QUCC 34 (1980), 107-139.
6
las mujeres como Cornificia y Sulpicia9. Con todo, los grandes epigramistas son Catulo
y Marcial. De Marcial se dice, quizá sin razón, que mojó su pluma en hiel casi siempre;
en lodo, muchas veces; en sangre y veneno, no pocas; en tinta inofensiva, muy raras.
Los libreros seleccionaron epigramas de unos y de otros y formaron compilaciones
que se han conservado con el título de Anthologia Latina. Sobre lo que Marcial piensa
del género puede verse en 7, 25: “Escribiendo siempre tan sólo epigramas dulces y
más cándidos que una piel blanqueada con albayalde, y no habiendo en ellos ni una
chispa de sal, ni una gota de hiel amarga, sin embargo ¡pretendes, insensato, que los
lean! Ni aun la misma comida nos agrada, si se le quita su punto de vinagre, ni es
agradable un rostro al que le falta su hoyuelo. A los niños pequeños dales manzanas
enmeladas e insípidos higos mariscos, que a mí me gustan los que saben picar, los de
Quíos”10.
Vida de Marcial
M. Valerio Marcial11 nace en Bílbilis 12 como él mismo repite varias veces 13, el
día 1 de marzo14 de un año incierto entre el 38 y el 41 d. C. Sus padres Valerio
9 Cf. Plin. Ep. 5, 3, 5-6; Tac. Dial. 19; Gell. 19, 9. La originalidad de Marcial con respecto a sus modelos
griegos se pone de manifiesto en los poemas dirigidos a sus amigos que salían de Roma hacia otras
ciudades o provincias, como dice Szelest, Problemas marginales concernientes a la originalidad de
Marcial: Meander 24 (1969), 392-401 (en polaco, con resumen en latín). W. Wagner, De Martiale
poetarum Augusteae aetatis imitatore, Königsberg, 1880. Hay unos 80 pasajes en que Marcial cita o se
refiere a Ovidio, cf. E. Siedschlag, Ovidisches bei Martial: RFIC 100 (1972), 156-161. Sobre el influjo de
Horacio, cf. L. Duret, Martial et la deuxième Épode d’Horace. Quelques réflexions sur l’imitation: REL 55
(1977), 173-192, dice que la influencia del epodo 2º sobre los poemas de Marcial se ejerce en varios
niveles: en la elección del tema y su desarrollo, en la presentación de los motivos poéticos que lo
forman y sobre todo en la estructura de los poemas. Él modula el personaje del ruris amator. Pero la
imitación no quita nada a la originalidad del poeta. Elige a Horacio como modelo para dar a sus
aspiraciones individuales un valor universal.
10 Cf. la misma idea en Catul. 16, 5-11.
11 No hay duda de su praenomen Marcus, como asegura él mismo en 1, 5, 2; 1, 55, 1; 3, 5, 10; 5, 29, 2;
5, 63, 1; 6, 47, 6. El nombre Valerius aparece en las cartas de dedicación de los libros 2, 8 y 12. En los
poemas otras veces se refiere a sí mismo tan sólo con Martialis; así, en 1, 1, 1-2:
Hic est quem legis ille, quem requiris
toto notus in orbe Martialis.
Cf. 1, 117, 17; 5, 20, 1). Sobre este asunto, cf. Mat. Rodero, M. V. Martialis uita, en la edic. de
Lemaire, I, p. XI-XXIII; A. Brandt, De Martialis poetae vita et moribus, Berlin, 1853; G. Boissier, Le poète
Martial: Rev. des deux Mondes, t. CLX y en su Tacite, Hachete, París, 1903; G. Bellissima, Marziale.
Saggi critici, Turín, 1914; A. Serafini, Valerio Marziale, Treviso, 1941; L. Riber, Un celtíbero en Roma.
Marco Valerio Marcial, Madrid, 1941.
12 Colonia fundada por Augusto, de donde el apelativo Augusta. Sus ruinas se extienden por las colinas
Santa Teresa, San Peterno y Bámbola, cerca de Calatayud.
13 Por ejemplo, 1, 61, 11-12: Te, Liciniane, gloriabitur nostra / nec me tacebit Bilbilis. Cf. etiam 1, 49, 3;
4, 55, 11; 10, 103, 1; 10, 104, 6; 12, 18, 9.
7
Frontón y Flacila15, también de Bílbilis, habían muerto ambos ya en el año 89, cuando
publicó el libro 5º, puesto que a sus manes recomienda la buena acogida de su
esclavita Eroción, que acaba de morir. Estaban lo suficientemente acomodados para
instruir al niño Marco en la escuela del gramático y del rétor, quizás en su Bílbilis
natal, de donde habían salido también por aquellos años dos ciudadanos ilustres,
Materno y Liciniano; o en Tarragona, la capital de su provincia cuya distancia conocía
bien: a buena marcha de la diligencia se empleaban cinco días desde Tarragona a
Bílbilis:
“Desde allí [Tarragona] tomarás un carro y, a buena marcha, la alta
Bílbilis y tu Jalón posiblemente los verás en la quinta jornada”16.
En broma se queja de sus padres porque le enseñaron la literatura y no el arte
de ganar sestercios, aunque fuera como zapatero:
“Pero a mí los tontos de mis padres me enseñaron cuatro letras. ¿A mí
qué con los gramáticos y los retóricos? Rompe las ligeras plumas y rasga, Talía,
los libritos, si puede darle a un remendón esas cosas un zapato”17.
Seguramente que el maestro que enseñó a Marcial sus “cuatro letras” fue aquél
a quien apostrofó:
“¿Qué tienes tú conmigo, criminal maestro de escuela, persona odiosa
para niños y niñas? Todavía los gallos crestados no han roto el silencio: ya
estás tronando con tu espantoso sonsonete y tus palmetas”18.
A un padre que le preguntaba con frecuencia a quién debía confiar la
educación de su hijo, le responde:
14 Cf. 9, 52, 3; 10, 24, 1; 12, 60, 5.
15 5, 34, 1. Sobre este verso puede verse J. Mantke, Do we know Martial’s parents (Mart. 5, 34)?: Eos 57
(1967-68), 234-244. Según él, Frontón y Flacila no son los padres de Marcial, sino los padres de Eroción,
sin que suponga ningún obstáculo el término patroni con que los designa en el v. 7 y que aquí significa
“protectores”.
16 10, 104, 5-8.
17 9, 73, 7-10.
18 9, 68, 1-4.
8
“Te aconsejo que evites a todos los gramáticos y rétores, que no vea
ni por el forro los libros de Cicerón ni de Virgilio, que deje a Tutilio con su
fama. Como haga versos, deshereda al poeta. ¿Quiere aprender oficios de
dinero? Procura que se haga citaredo o flautista de acompañamiento. Si el
muchacho tiene visos de ser duro de mollera, hazlo pregonero o arquitecto”19.
Pero no obstante estas palabras, fruto de su amargura y de su desilusión en la
ingrata Roma, sus estudios de niño debió de hacerlos con agrado, porque guarda de
sus primeros años un recuerdo tierno; al llegar el mes de julio empiezan las vacaciones
hasta los idus de octubre, porque:
“En el verano, los niños, si están sanos, bastante aprenden”20.
Al fin se consuela Marcial por la conciencia de superioridad que le han dado
las letras; aunque sus versos no lo hagan rico, su alma se siente por encima de la
mayor parte de los espíritus bajos y vulgares de que estaba lleno el mundo de su
tiempo.
A Roma en busca de medro
Como todos los mozos que pretendían progresar, pasados los veinte años se
resuelve a ir a Roma, a pesar de que considera seriamente lo que escribió luego en 3,
38 aplicándolo al ingenuo Sexto:
“—¿Qué motivo o qué confianza te trae a Roma, Sexto? ¿Qué esperas
o qué vienes a buscar aquí? Dímelo.
—Yo trataré causas, me respondes, con más elocuencia que el propio
Cicerón, y no habrá quien me iguale en los tres foros.
—Han intervenido en causas Atestino y Civis. A los dos los conocías.
Pues bien, ninguno de los dos sacaba para pagar a la patrona.
19 5, 56, 3-11.
20 10, 62, 12.
9
—Si por esa parte no hay salida, compondré poemas. Apenas los
oigas, pensarás que son de Virgilio.
—Estás loco. Todos esos que ves ahí con sus mantos heladores, son
Ovidios y Virgilios.
—Frecuentaré los atrios de las grandes casas.
—Esto es solución para tres o cuatro. Todos los demás, una turba
inmensa, se mueren de hambre.
—¿Qué debo hacer? Dímelo, porque tengo decidido vivir en Roma.
—Si eres bueno, será una casualidad que puedas vivir”.
Y el joven tozudo emprendió el viaje lleno de ilusiones. La idea de vivir en
Roma fascinaba a los jóvenes que soñaban en honores, placeres, riquezas y gloria,
porque Roma daba gran valor a la virtud y a los vicios. Séneca describe vivamente
esos torrentes inmigratorios que de todos puntos confluían a la ciudad del Tíber21.
Era el año 64, uno antes de los días más crueles del reinado de Nerón, cuando
toda Roma estaba amedrentada por los efectos del descubrimiento de la conjura de
Pisón22.
No sabemos apenas nada de la vida de Marcial durante el reinado de Nerón,
ni en el rápido paso por el imperio de Galba, de Otón y de Vitelio. Asistió ciertamente
al triunfo de la dinastía de los Flavios, pero tampoco sabemos qué hizo bajo el reinado
de Vespasiano. Escribía seguramente, pero se perdió todo (1, 113). Sin duda pretendió
introducirse en la familiaridad de los grandes, pero sus escasas consecuciones quedan
patentes en el despecho y amargura en que abunda su obra. Acudiría sin duda a los
españoles que estaban bien situados en la Urbe, los Sénecas, que no le protegieron
mucho quizás porque caídos ya en la desgracia, sucumbirían pronto23. Español era
también Deciano, un abogado filósofo estoico, cauto y precavido; español y celtibérico
como él era M. Fabio Quintiliano, moderador de la juventud; español era Lucano, que
por mucho que deseara atender al recién llegado se lo impidió también su muerte
temprana. Pola Argentaria, la viuda de Lucano, le ayudó ciertamente como pudo, y en
21 Sen. Helu. 6, 2-3. Cf. Epigr. 3. Cf. etiam mi Vrbs Roma, II, 439-440.
22 Fecha segura, porque nos dice que pasó en la ciudad 34 años y se volvió en el 98; cf. 10, 103, 7; 10,
104, 10; 12, 34, 1.
23 4, 40, 1-2.
10
su honor compuso Marcial tres epigramas, celebrando el aniversario del nacimiento
del cantor de Farsalia24, y con cuánto respeto y admiración la trata en este dístico:
“¿Por qué intactas me envías, Pola, las guirnaldas? Ajadas por tu mano
prefiero tener las rosas”25.
Quintiliano, al ver que Marcial llevaba ya veinte años en Roma y no se había
acomodado, le aconseja que se prepare bien y empiece a defender causas, para salir
de la necesidad en que se encontraba:
“Tito me fuerza a intervenir con frecuencia en los juicios, y me dice a
menudo: ‘Es una gran cosa’. Gran cosa es, Tito, la que hace el labrador”26.
Pero él no se sintió nunca con fuerzas para ser causidicus, como responde a
alguien que, ya en Calatayud, va a pedirle muy temprano su consejo:
“Cliente mañanero, causa de que yo dejara Roma, frecuenta, si eres
listo, los atrios fastuosos. Ni yo soy abogado ni apto para pleitos desabridos,
sino un perezoso y un tanto viejo y un compañero de las piérides. Me encanta
el sosiego y el sueño, algo que me negó la gran Roma. Me vuelvo, como
también aquí haya vigilia”27.
Por eso a Quintiliano le responde, dándole sus excusas:
“Si me empeño en vivir, siendo pobre y todavía no impedido por los
años, perdóname: nadie se empeña lo bastante en vivir. Déjelo para más tarde
el que desea superar el censo de su padre y atesta sus atrios de bustos
colosales de sus antepasados: a mí me encanta un hogar y unos techos que no
repugnen ennegrecerse de humo, una fuente de agua viva y el rústico césped.
24 7, 21; 22; 23; cf., además, 10, 64.
25 11, 89.
26 1, 17.
27 12, 68.
11
Que mi esclavo esté bien nutrido, que mi esposa no sea demasiado letrera,
que mis noches sean con sueño, que mis días pasen sin pleitos”28.
No van más allá de esto sus ambiciones. Pasados diez años manifiesta a su
amigo Julio Marcial que la felicidad consiste en una vida sencilla, vivida junto a la
mujer honesta y púdica, alimentada con los bienes heredados, disfrutando de un
campo feraz, de un fuego perenne, de una mesa sobria, con una mente tranquila,
unos amigos sinceros, una noche sin preocupaciones con un sueño reparador que
haga cortas las tinieblas, vivir contento con lo que se tiene y no temer ni desear el día
de la muerte29.
Su aversión a la abogacía no era sin motivo, sino que seguramente
compareció alguna vez como abogado ante un tribunal, pero no teniendo fortuna30 se
determinó por hacer la vida de cliente, ya que no se veía capaz de hacer otra cosa más
que versos.
En busca de un mecenas31
Según se deduce de sus poemas entró en la casa de los Pisones, de Memmio
Gemelo, de Vibio Crispo32 y sobre todo de Pola Argentaria, la dignísima viuda de
Lucano, como ya hemos indicado. El que entrara Nerón a sangre y fuego en las casas
de los Sénecas no se lo perdonará nunca Marcial, quizás porque con ello lo privó de
28 2, 90, 3-10. La esencia de la inspiración de Marcial puede definirse como un vivo y auténtico deseo
de una existencia modesta y retirada, pero llena de serenidad y alegría íntima en un ambiente ideal que
no exista el aislamiento y la fatiga; cf. P. Frassinetti, “Marziale poeta serio”: en Argentea aetas. In
memoriam E. V. Marmorale, (Génova, 1973), 161-180.
29 10, 47.
30 8, 17, poema dirigido a un tal Sexto que le había prometido una suma determinada por defenderlo,
pero al perder la causa, no le pagó más que la mitad.
31 1, 107: “Me dices con frecuencia, mi querido Lucio Julio: —Escribe algo grande, ¡eres un holgazán!
—Dame sosiego –pero como el que antaño proporcionó Mecenas a Flaco y a su querido Virgilio–, que
yo intentaré componer una obra destinada a sobrevivir a los siglos y arrebatar mi nombre a las llamas.
Los toros no quieren verse uñidos para arar campos estériles: una tierra gruesa cansa, pero resulta
gozosa la misma fatiga”.
32 4, 40, 1; 12, 36: Labulo se porta regular; a decir verdad, es el mejor de los malos, y Marcial le dice:
“Devuélveme a los Pisones, los Sénecas, los Memmios y los Crispos, pero los de antes: te volverás
inmediatamente el último de los buenos. ¿Quieres gloriarte de la rapidez de tus pies? Vence a Tigris y al
veloz Paserino. No es gloria ninguna dejar atrás a los asnos” (ibid. 8-13). Marcial va en busca de un
mecenas. Sobre su situación material y los mecenas a los que acudió, cf. J. H. Brouwers, Martialis en de
maecenaat: Hermeneus 45 (1973), 42-51; E. A. de Kort, Buitenspel in Rome: Hermeneus 45 (1973), 26-
33: actitud de Marcial con respecto a sus patronos y al emperador.
12
su atención segura33, y celebra a Cesonio Máximo condenado por el mismo
emperador34.
De la publicación de sus versos mal podía vivir, porque en Roma no se
reconocía el derecho de propiedad literaria. Quien quería, podía hacer copias de
cualquier libro y venderlas, por tanto la ganancia de las obras literarias redundaba en
los libreros, que tenían montadas sus oficinas de amanuenses y sacaban las copias que
querían, e incluso quien se atrevía podía declamar los poemas de quien fuera,
leyéndolos como propios. Estos hechos quedan constatados muchas veces en los
epigramas35.
Marcial dice que es leído en todo el mundo36, leído por getas y por britanos 37,
pero a su bolsa no llegaba un sestercio. Únicamente cuando se lanzaba a componer
poemas en elogio de los grandes señores, alguno de ellos le correspondía y le
obsequiaba, como hemos visto que hizo Plinio al darle dinero para el viaje de regreso
a España; pero la estirpe de los generosos Mecenas se había agotado, como indica el
propio Plinio38. Los más le respondían con el silencio:
“Un individuo elogiado en mi librito disimula como si no me debiera
nada: me ha engañado”39.
En ese caso Marcial no insistía y se olvidaba del tal personaje, como de M.
Aquilio Régulo, de quien se alejó enseguida40. Algunos prometen, prometen que
mañana darán, pero ese mañana no llega nunca41; otros prometen mucho y no dan
nada42. Siempre se da a quien más tiene:
33 Cf. 4, 63; 7, 34, 4.
34 7, 44; 45.
35 Cf. 2, 8; 20.
36 1, 1; 5, 13; 16; 8, 61.
37 12, 8, 8-10; 7, 84; 11, 3.
38 Plin. Ep. 3, 21, 3.
39 5, 36. Las musas no proporcionan ni un real, cf. 1, 76, 4; 5, 16, 10.
40 Cf. Marchesi, Marziale, Profili n.º 36, Génova, 1914, 26 ss.
41 5, 58.
42 5, 82.
13
“Siempre serás pobre, si eres pobre, Emiliano: hoy día las riquezas no
se dan a nadie más que a los ricos”43.
Se acercó a la casa imperial y de Tito y de Domiciano consiguió, al parecer, la
espórtula:
“Comen contigo todos los caballeros, el pueblo y los padres y toma
Roma manjares de ambrosía junto con su caudillo. Habiendo prometido cosas
grandes, ¡cuánto mayores nos las has dado! Se nos prometió una espórtula; se
nos ha dado un banquete en toda regla”44.
Se le promete y se le otorga el ius trium liberorum, por el que se concedía a
los ciudadanos distinguidos, aunque fueran solteros, los derechos de los padres de tres
hijos. En 2, 91 pide Marcial la gracia y el emperador le responde prometiéndosela45,
pero la concesión le vino luego por parte de Domiciano46. Y al mismo tiempo recibe
el grado honorífico de tribuno militar47 lo cual le comportaba la condición de
caballero:
“Soy pobre, lo confieso, y siempre lo he sido Calístrato; pero no soy
un caballero desconocido y poco considerado”48.
Partenio le prestó al principio la toga, pero la que lleva ya es suya49. Estos
honores que no costaban dinero los consiguió fácilmente de la casa imperial, pero
cuando solicitaba la ayuda de unos miles de sestercios, recibía una negativa muy
diplomática:
43 5, 81.
44 8, 49 (50), 7-10.
45 2, 91 y 92.
46 3, 95, 5-6; 9, 97, 5-6. De acuerdo con estos dos epigramas, Marcial consigue el ius trium liberorum
de los dos emperadores. De Tito en el 80-81 y de Domiciano en el 82. Domiciano reconoció el
privilegio concedido por su predecesor, pero quiso otorgárselo de nuevo a nuestro poeta, cf. D. Daube,
Martial, father of three: AJAH 1 (1976), 145-147. Cf. etiam M. Johnson, Martial and Domitian’s reforms:
Prudentia 29-2 (1997), 24-70.
47 3, 95, 9-10.
48 5, 13, 1-2. La condición de caballero juntamente con la de publicista y poeta de Marcial la estudia,
además de otros, W. Allen, Martial. Knight, publisher and poet: CJ 65 (1970), 345-357
49 9, 49.
14
“Si [el emperador] dice que no con esta afabilidad, ¿con cuál
acostumbra, entonces, a decir que sí?”50.
Le dirige buenos ditirambos a Domiciano, cuando lo llama “señor de las nueve
musas”, o cuando coloca el poema de Domiciano sobre La Guerra Capitolina al lado
de la Eneida:
“Junto al divino poema de La Guerra Capitolina pon la gran obra del
egregio Virgilio”51.
Viendo que ni aun así se conmovía, Marcial lo diviniza con indignas y
sacrílegas lisonjas, que por cierto no son exclusivas de él, sino de cuantos al
emperador se refieren. En su día natal, el 24 de octubre, le dedica nuestro poeta un
genethliacon que para nosotros resulta verdaderamente vergonzoso52; pero, en esta
edad de oro presidida por el dios emperador, el pobre no encuentra más que
desprecios e ingratos amigos; por eso acude como un pordiosero al césar con el
poema 5, 19 que termina así:
“En la medida en que ellos no lo son, sé tú amigo mío, césar: ninguna
virtud del príncipe puede ser más dulce. Hace rato que te estás riendo,
Germánico, con gesto burlón, porque te doy un consejo en mi propio
interés”53.
Siguen los elogios halagüeños por cualquier motivo, como el nacimiento de
un hijo de Domiciano54, o cualquier otro suceso55.
50 6, 10, 10.
51 5, 5, 7-8.
52 4, 1. Pero fue el propio Domiciano quien se dio a sí mismo el título de “nuestro señor y nuestro
dios”. Suet. Dom. 13, 2.
53 5, 19, 15-18.
54 6, 3.
55 6, 83, 5-6; 7, 2. Actitud de Marcial con relación a sus patronos y al emperador, cf. E. A. de Kort,
Buitenspel in Rome: Hermeneus 45 (1973), 26-33. Los esfuerzos de Marcial por atraerse a Domiciano
resultan inútiles. En realidad 17 de los 23 epigramas publicados antes del año 90 pudieron desagradar al
emperador, Marcial defendía a los republicanos y a las víctimas de Claudio y de Nerón. Critica la falta
de consideración de algunas disposiciones de Domiciano. Después de que Saturnino con una gran
parte de la aristocracia se levantó contra él, año 88, se exacerbó la crueldad de Domiciano, y Marcial se
15
Todo el libro 8º se lo dedica a Domiciano, pero nada positivo consigue del
sórdido y avaro emperador, ni le consintió tender una tubería para llevar agua
corriente a su casa como nos dice en 9, 18.
Domiciano muere asesinado en el año 96. Llegado Trajano, Marcial renueva
sus asaltos de inspirado mendicante, pero ahora pone moderación a sus lisonjas y
hasta evita las que antes usaba:
“Concédante los dioses, César Trajano, todo lo que mereces y quieran
ratificar a perpetuidad lo que te han concedido”56.
Lo elogiará comparándolo con los grandes caudillos romanos: Numa, César,
Pompeyo, Catón57. Pero Trajano no sentía la más leve impresión ante la poesía, y no
debió de entender el favor material que con aquellos elogios le pedía el poeta
español, como él.
Su mendicidad cínica
Da grima el machaqueo con que Marcial repite la nota tónica de la súplica y
de la demanda de algún favor material o de la queja de la insuficiencia de la comida
ofrecida, o de la sordidez de la ropa que lo cubre. Zoilo lo invita a comer de cuando
en cuando, pero su comida es tan ordinaria que sólo puede satisfacer a los mendigos
de solemnidad58. Su amigo Cándido hace profesión de comunista diciendo que “todo
es común entre amigos”, pero tú, le dice Marcial, vives con toga preciosa de la flor del
estambre y la mía no vale ni para un monigote que un toro furo cornea en el
anfiteatro; tus mesas son de cidro de Libia y la mía de chopo de cualquier ribera;
riquísimos pescados llenan tus fuentes de oro macizo, y ni los cangrejos llegan a la
escudilla de tu amigo, y dices a boca llena que “todo es común entre los amigos”59.
hizo más prudente. Únicamente seis de los poemas publicados después del 90 podían herir la
susceptibilidad del emperador, cf. H. Szelest, Domitian und Martial: Eos 62 (1974), 105-114.
56 10, 34, 1-2.
57 10, 72; 11, 5; 11, 7, 1-5. Otras veces se toman estos epigramas como referidos a Nerva, predecesor y
padre adoptivo de Trajano.
58 2, 19.
59 2, 43.
16
Cuando Domiciano suprimió la espórtula60, Marcial tuvo que aguantar las insolencias
de un patrono61. A Rufo le pide un vestido nuevo 62; a Estela, el amigo que le envió las
tejas para quitar las goteras de su casa nomentana, le pide también abrigo para él63.
Partenio le había regalado una toga, pero como era nueva y el manto viejo, le pide
también un manto64; a otro amigo le pide una toga ligera para el verano 65. Desea que
surjan los Mecenas para que pueda haber muchos Virgilios66.
En realidad, Marcial no es rico; pero tampoco era pobre como para amargarse
de esa forma la vida. Sobre todo en sus últimos años en Roma. Al principio vivía en
un tercer piso de una casa alquilada en el Quirinal67; y tenía una finquita regalo de
Lupo o quizás de los Sénecas en Nomento, que producía buen vino, pero fruta
mediana68. Después compró una casita aislada en el Quirinal 69. Poseía algunos
esclavos consigo, otros cultivando la finca, un amanuense70, y para el desplazamiento
a su villa tenía un buen par de mulas71. El hecho de que Plinio lo obsequiara con una
buena cantidad de dinero a su vuelta a España, no quiere decir que él no contara con
los medios suficientes para el traslado, porque ya de antemano había encargado a su
amigo Flavo que le comprara una villa conveniente en Bílbilis, para pasar en el ocio
los últimos años de su vida.
La vida en Roma le resultaba ya muy monótona. La jornada del cliente era
pesada. Su primer deber era la salutatio en la primera hora del día. Para ello había
que levantarse de noche, para ir a veces a distancias largas72. Y luego, vestido de su
toga, debía acompañar al patrono que en su litera iba a su vez a saludar a otras
60 3, 7.
61 3, 36; 5, 22; 6, 59.
62 6, 82.
63 7, 36; cf. 6, 82, 11-12.
64 8, 28; 9, 49.
65 2, 85.
66 8, 55.
67 1, 117, 6; 5, 22, 3-4; 6, 27, 1-2; 11, 52, 4.
68 7, 93, 5. Produce fruta mediana (10, 94) y no mal vino (1, 105), aunque dice muy graciosamente que
no le producía nada más que a él: nil nostri, nisi me ferunt agelli (7, 31, 8). Según nos dice se lo regaló
Lupo (11, 18, 1).
69 9, 18, 2; 9, 97, 7-8; 10, 58, 9-10. Pidió a Domiciano poder introducir en esta casita el agua Marcia,
que pasaba al lado, y no se lo permitió (9, 18).
70 1, 101.
71 8, 61, 6-7. G. J. ten Veldhuijs estudia las circunstancias históricas en que vive Marcial, Een impressie
van Rome in de eerste eeuw na Christus: Hermeneus 45 (1973), 7-13.
72 Cf. 5, 22.
17
personas o al foro73. Con frecuencia este acompañamiento entretenía a los clientes
hasta las cuatro o las cinco de la tarde, haciendo la corte al rex o dominus74, como
llamaban a su señor. Los clientes debían rodear al dominus cuando declamaba o leía
sus versos, debiendo elogiarlos y aplaudirle en cuanto decía o hacía75. Y sobre ello, si
el señor era avaro o insolente, los pobres clientes sufrían mil géneros de
humillaciones76.
Dado el renombre de que disfrutaba Marcial, su clientela sería más llevadera
que la de otros innominados, que no vivían más que para corretear por la calle y ver
dónde podían alcanzar un asiento en la mesa para cenar. Marcial, perezoso e
indolente, puede permitirse el lujo de decir a un patrono:
“A ti no te hace mucho el que yo sume un cliente más, pero para mí
significa mucho, Galo, si te quito ese uno. Yo te saludaré en persona más a
menudo a la hora décima: por la mañana, en mi lugar, te dará los buenos días
mi libro”77.
Y a otro:
“Tú me exiges, sin que les vea el fin, mis servicios de cliente. No voy,
pero te envío a mi liberto. —No es lo mismo, me dices. —Te probaré que es
mucho más. Yo apenas podría seguir la litera; él la llevará. Cuando te veas
atascado entre la multitud, él abrirá paso a codazo limpio; yo tengo los
costados débiles y delicados. Si tú narras cualquier cosa en el discurso de la
causa, yo me callaré; pero él te berreará un triple ‘¡muy bien!’. Que tienes un
proceso, él dejará oír sus insultos a grandes voces; el pudor ha contenido
siempre en mi boca las palabras gruesas. —‘Entonces, agregas, tú, amigo mío,
¿no me prestarás nada?’. —Sí, Cándido, lo que no pueda el liberto”78.
73 12, 29; 10, 10, 7. Por cumplir como cliente, al pobre le daban una mísera comida, y el rico conseguía
una provincia: si hacemos lo mismo, se pregunta Marcial, ¿por qué no recibimos la misma paga? (12, 29,
15-16).
74 1, 112; 2, 32, 8; 2, 68; 10, 10, 5. “Reina” llama a Pola, la viuda de Lucano (10, 64, 1). Por no llamarlo
“señor” le niega la espórtula Ceciliano (6, 88).
75 10, 10, 9-10.
76 5, 22.
77 1, 108, 7-10.
78 3, 46.
18
A otro, que le exige un servicio constante le dice que se encuentra cansado79.
Pide a un señor que lo jubile ya de la condición de cliente y tenga consideración de
sus años de servicio80.
Esta servidumbre por la que nunca se veía dueño de su jornada le dejaba sin
tiempo para escribir:
“Mientras te acompaño y te devuelvo a tu casa, mientras presto oídos
a tus charlatanerías, y aplaudo todo lo que dices y haces, ¡cuántos versos
podían nacer, Labulo! [...] ¡En casi treinta días ya, apenas si he terminado una
sola página! Es lo que pasa cuando el poeta no quiere cenar en casa”81.
Y a uno que le acusaba de pereza porque apenas componía un libro al año, le
decía:
“Como apenas si sale un libro mío en todo un año, soy para ti, docto
Potito, reo de dejadez. Pero, ¡cuánto más justo que te admires de que salga
uno, cuando tantas veces se me pasan sin sentir los días enteros! Todavía de
noche, visito a los amigos, que ni me devuelven los buenos días; felicito
también a muchos, a mí, Potito, nadie. Ahora mi anillo sella en el templo de
Diana, diosa de la luz; ahora me arrebata para ella la hora prima, ahora para
ella, la quinta; ahora me retiene el cónsul o el pretor y su acompañamiento de
regreso a casa; muchas veces hay que oír a un poeta todo un día. Pero es que
tampoco se le puede decir que no impunemente a un abogado, ni a un rétor
o a un gramático, si lo buscan a uno. Después de la hora décima, ya cansado,
voy en busca de los baños y de mis cien cuadrantes. ¿Cuándo, Potito, se va a
componer un libro?”82.
Por otra parte los clamores continuos de Roma no le dejaban descansar. En las
calles de la ciudad se unía el día con la noche. Los carros que durante el día no
podían circular por la ciudad, lo hacían de noche con el mayor estrépito. Los
nocherniegos, los que salían de las prolongadas cenas, los enamorados que llevaban
79 10, 56.
80 3, 36.
81 11, 24, 1-4; 13-15.
82 10, 70.
19
sus rondas para dar las serenatas, los panaderos durante toda la noche, y al alborear
los maestros de escuela y los gimnasios eran volcanes de risotadas, de gritos, de
estrépitos que no dejaban pegar los ojos83. Y así un día tras otro, fuera de cuando no
podía resistir más y salía a descansar a su casita de Nomento, donde dormía a pierna
suelta. Una vez hizo un viaje de recreo a la Galia Cisalpina, donde publica su libro
tercero84. Estuvo en Foro Cornelio, la actual Imola, huyendo del hastío que en Roma le
producía tanta toga inútil85, pero no permaneció mucho tiempo fuera.
Cuando volvió, seguramente se le hacía más insoportable la estancia en Roma,
más altaneros los poderosos, más displicentes los ricos, más avaros los patronos86. Él
era amante de la vida apacible y cómoda:
“Si me estuviera permitido, querido Marcial, pasar contigo unos días
sin preocupaciones, disponer de un tiempo desocupado y disfrutar juntos la
verdadera vida, no conoceríamos los atrios, ni las casas de los poderosos, ni
las tormentas de los pleitos, ni el triste foro, ni las imágenes soberbias de los
antepasados; sino los paseos en litera, los cuentos, los libritos, el Campo, el
Pórtico, la sombra, el Agua Virgen, las termas: éstos serían nuestros sitios,
éstas nuestras ocupaciones”87.
Ésta es la vida por la que él suspiraba y que nunca consiguió con sus versos y
con la bondad de su alma; de aquí procedía su sentimiento de disgusto y de
desilusión. En Roma, sólo con las malas artes, decía, se llega a vivir cómodamente; es
un prodigio que una persona honrada pueda situarse en la Urbe. Solamente hubo un
tiempo propicio para los poetas: el de Mecenas, por eso si hubiera ahora Mecenas,
tendríamos también Virgilios88. No sabemos en qué medida, pero lo que fue Mecenas
para Horacio, Vario y Virgilio, nos dice Marcial que fue para él Terencio Prisco89.
83 12, 57.
84 Cf. 3, 1 y 4.
85 3, 4, 6.
86 En 8, 71 describe cómo van rebajándose los obsequios de los ricos, celebrados en sus versos. Se
sentía cansado: Si mi servicio te causa algún beneficio te lo prestaré, por duro que sea; pero si mis
gemidos y sufrimientos no te enriquecen, te pido, por favor, que me libres de este compromiso: a ti no
te aprovecha y a mí me perjudica (10, 82).
87 5, 20; cf. 4, 64.
88 8, 55 (56), 5-6 y 23-24.
89 12, 3 (4).
20
El regreso a la patria chica
En estos momentos de angustia empezó a reavivársele la nostalgia que
siempre le había acompañado de su tierra natal. El cielo claro y sonriente de España,
sus tibios lagos, sus frescas fuentes, las alamedas umbrosas de las riberas del Jalón,
que nunca debió de haber dejado, se le reproducían en el alma mucho más hermosas
y atrayentes de lo que eran en realidad.
Por otra parte la llegada de Trajano al imperio, no prometía muchas
esperanzas de medro a un panegirista tan exagerado de Domiciano y de Régulo, el
delator desalmado.
Después de 34 años de estancia en Roma se resuelve a retornar a Bílbilis.
Encarga a Flavo que le compre una villa agradable y no muy cara, en donde poder
pasar tranquilos los últimos días de su vida90.
En el penúltimo poema del libro décimo anuncia su retorno a sus
compatriotas:
“¿Es que no os resulta grata la gloria fecunda de vuestro poeta? Pues
soy vuestro honor y vuestro renombre y fama. Y no debe más su Verona al
fino Catulo y no menos querría ella que a mí me llamaran suyo. A cuatro
siegas se les ha añadido el trigésimo verano desde que, sin mí, presentáis a
Ceres vuestros pasteles rústicos, mientras yo habito las murallas hermosísimas
de la soberana Roma: los reinos ítalos han mudado mis cabellos. Si recibís de
buena gana al que vuelve, voy; si mostráis sentimientos desabridos, estoy
autorizado a volverme”91.
Llegó a Bílbilis en el año 98. Allí le esperaba el cariño y la admiración de sus
“munícipes” y sobre todo la amistad sincera y la protección de Marcela, una señora
viuda, que más que provincial parecía una gran matrona romana92:
“Tú” —le decía el poeta— “haces que se mitigue mi añoranza de la
ciudad señora del mundo: tú sola vales para mí una Roma”93.
90 10, 104, 13-15.
91 10, 103, 3-12.
92 12, 21; 31.
21
Marcela, mucho más generosa con su admirado poeta que los mismos
emperadores tan celebrados por él, para hacerle grata la vida en su ciudad, le regaló
unas posesiones:
«Este bosque, estas fuentes, esta sombra entretejida de los pámpanos
vueltos hacia arriba, esta corriente guiada de agua de riego, estos prados y
rosales, que no ceden al Pesto de las dos cosechas, y todas las hortalizas que
verdean y no se hielan ni en el mes de Jano, y la anguila doméstica, que nada
en un estanque cerrado, y esta torre de un blanco resplandeciente, que cría
palomas de su mismo color, obsequios son de mi dueña. A mi vuelta, después
del séptimo lustro, Marcela me ha dado estas casas y estos pequeños reinos. Si
Nausícaa me concediera los huertos de su padre, podría decirle yo a Alcínoo:
‘Prefiero los míos’»94.
Se ha pensado que Marcial se casó con la viuda Marcela, pero es una hipótesis
gratuita, fundada tan sólo en el hecho de que la llama domina, “dueña, señora”95.
Seguramente Marcial no se casó nunca; aunque a veces se alude a una mujer que vivía
con él96, pero la falta de cariño con que la trata 97 excluye el matrimonio. Se habla de
una hija98.
Por fin, Marcial disfrutaba de la vida y se sentía feliz. Le escribía al poeta
Juvenal:
“Disfruto de un sueño profundo e interminable, que a menudo no lo
rompe ni la hora tercia, y ahora me recupero de todo lo que había velado
durante tres decenios. No sé nada de la toga, sino que, cuando lo pido, me
dan de un sillón roto el vestido más a mano. Al levantarme, me recibe un
hogar alimentado por un buen montón de leña del vecino carrascal y al que
93 Ibid. 9-10.
94 12, 31.
95 Ibid. 7.
96 4, 22; 7, 95, 7-8; 11, 84, 15. Conforme al ius trium liberorurum parece que Marcial debió de
permanecer soltero, aunque en su poesía no da noticias de su vida privada, cf. L. Ascher, Was Martial
really unmarried?: CW 70 (1977), 441-444.
97 11, 43 y 104.
98 7, 95, 8, y quizás en 10, 65, 11, dependiendo de la lectura que se elija en un texto corrompido, pues
donde unos leen filia, “una hija”, otros ven ilia, “los ijares”.
22
mi cortijera rodea de multitud de ollas. Detrás llega el cazador, pero uno que
tú querrías tener en un rincón del bosque. A los esclavos les da sus raciones y
les ruega que se corten sus largos cabellos el cortijero, sin un pelo. Así me
gusta vivir, así morir”99.
La paz en que vivía Hispania en aquel tiempo hacía más apacible la vida del
nuevo rústico. En calidad de legado del emperador Trajano había llegado como
gobernador de España Cornelio Palma, uno de los mejores magistrados del Imperio100.
Celebra ufano y alegre el aniversario de su nacimiento, después de tantas calendas de
marzo que había pasado en Roma. La luz le parecía mucho más clara que en otros
aniversarios101.
Es natural que sus vecinos, teniendo un concepto muy elevado de Marcial, y
sabiendo que incluso había hecho de abogado, supusieran que era un buen
conocedor del derecho romano y le pidieran consejo en sus causas judiciales, pero el
poeta deseoso de que no le rompieran el sueño, respondía:
“No soy abogado ni apto para pleitos desabridos, sino un perezoso y
un tanto viejo y un compañero de las piérides. Me encanta el sosiego y el
sueño, algo que me negó la gran Roma. Me vuelvo, como también aquí haya
vigilia”102.
Tres años pasó Marcial en las delicias de esta paz y sosiego, sin que sintiera ni
el impulso de las musas. Hasta que llegó de la Urbe el amigo Terencio Prisco103 y le
pidió un nuevo libro, que Marcial preparó en poquísimos días, componiendo en ellos
el núcleo de los poemas del libro doce. Muchos de los 98 epigramas que forman el
libro tienen el sello de una época anterior. La vida de Roma le enojaba y no le
permitía dormir, ni le dejaba apenas tiempo para poetizar; pero el bullicio, las gentes,
la vida, los problemas, la inquietud, los escándalos le tendían el estro y el arte de los
versos. Ahora le faltaban los rumores, los chismes, los juicios, las bibliotecas, los
99 12, 18, 13 ss.
100 12, 9.
101 12, 60.
102 12, 68, 3-6.
103 Sobre este amigo, cf. 6, 18; 8, 45.
23
teatros, el circo, las termas, todo lo que a él le inspiraba. Todo lo que había escrito
había sido dictado por la realidad vivida:
“Si hay algo en mis libritos que guste, me lo dictó el oyente”104.
Su poesía era como una caja de resonancia, una cámara obscura de la vida de
Roma, y lejos de ella no tenía inspiración. La vida de una pequeña ciudad de provincia
era de un filamento demasiado tenue para que el alma del poeta vibrara al unísono
con ella: rencillas familiares, alcahueterías callejeras, cuentos de comadres, envidias
criticonas, un malvado o dos que en un lugar pequeño hacían multitud; una honradez,
bondad, confianza, comunicación amigable, sencillez de vida. Buen ambiente para
descansar y dormir, pero inepto para que se impresionara la inspiración de Marcial.
Así lo dice él en el prólogo del libro doce. Este libro lo publica hacia el fin del año
101. Fue lo último que compuso.
Después de este período en que Marcial consigue una felicidad relativa,
desaparece de nuestro alcance. Según una carta de Plinio, muere en los primeros años
del siglo II, no más tarde del 104. Tendría unos 65 años.
Su obra
La obra de Marcial, según nos ha llegado a nosotros, está compuesta
únicamente de epigramas. Quince libros. El primero de ellos aparece en los
manuscritos como no catalogado y lo han designado con el título de Epigrammaton
Liber, y los editores en atención al contenido lo designan como Liber Spectaculorum.
Siguen los catorce libros Epigrammaton: el decimotercero titulado Xenia, y el
decimocuarto Apophoreta. Los poemitas de estos últimos libros lleva cada uno su título
puesto por Marcial.
Además añaden: 1) Un fragmento de dos versos conservados por el escoliasta
de Juvenal105, que los editores ponen en diversos lugares106. 2) Dos epigramas dudosos
104 12, prol. 3.
105 Cf. Juven. 4, 38.
106 Por ejemplo Lindsay, Oxford, Spect. 33: Izaac (Les Belles Lettres, 1969), Spect. 33.
24
conservados en la Anthologia Latina107. 3) Marcial había escrito versos juveniles, que
no creyó dignos de la posteridad, si bien el editor Quinto Polio Valeriano los vendía
en tiempos del poeta108. A ellos pertenecían 22 epigramas, según Adrián Jonghe
(Junius), su primer editor, pero su autenticidad es más que dudosa109.
Cronología y presentación de cada libro
Cuando Marcial tenía escritos, leídos y bien corregidos con los consejos de sus
amigos un centenar de epigramas, formaba un volumen y lo llevaba personalmente a
un editor, cuyos nombres nos ha conservado110. No parece que el orden de
publicación responda al que encontramos en los manuscritos. El averiguar la fecha de
la publicación de cada libro ha sido objeto de investigación de unos cuantos filólogos.
Entre ellos se ha distinguido Friedlaender111.
Liber Spectaculorum, publicado en el año 80 con ocasión de las fiestas
magníficas que se celebraron para inaugurar el anfiteatro Flavio, comenzado por
Vespasiano y acabado e inaugurado por Tito, que luego se llamó Coliseo. El libro está
formado por 32 piezas, en dísticos elegíacos, 27 de las cuales van dedicadas a los
juegos ofrecidos por Tito en el año 80; y 5 responden a los juegos de Domiciano del
año 84 u 85 y fueron añadidas después. Las fiestas duraron cien días y hubo diversos
juegos y representaciones. Marcial fue el gacetillero ingenioso y detallista de los
espectáculos. No cabe duda que el libro nos ha llegado mutilado.
Libro XIII, Xenia, diciembre del 84 u 85. Se compone de 127 piezas, todas
ellas en dísticos elegíacos, excepto el 61 en dístico escazonte y el 81, dístico falecio.
Los tres primeros poemitas están formados por 4 ó 5 dísticos y sirven de introducción.
Entre los poemitas los hay de mucho ingenio, otros quizás menos acertados, y algunos
107 Anthol. Latina, 26, 276 Riese. El CIL II, 4314 presenta una inscripción funeraria del joven auriga
tarraconense Éutico. La inscripción consta de seis dísticos, que manifiestan la familiaridad del autor con
Virgilio, Ovidio y otros poetas latinos especialmente Marcial. Nada impide el suponer que sea éste su
autor, que la escribió poco antes de su muerte, y que no pudo insertarla en su obra. Tal es la hipótesis
de P. Piernavieja Rozitis, Una nueva poesía de Marcial: Emerita 40 (1972), 475-497.
108 1, 113.
109 De ellos en Lindsay, Epigr. 31 y 32; Izaac, Epigr. 31 y 32. Sobre la obra de Marcial puede verse P.
Vawin, Les poèmes de Martial sur son oeuvre, étude analytique et critique, Tesis, Lovaina, 1942-43.
110 1, 2, 7; 1, 117, 13; 4, 72, 2; 13, 3, 4.
111 L. Friedlaender, Histoire des moeurs romaines d’Auguste aux Antonins , pero todo está recogido en
su edición de Marcial, 1886. Id. De temporibus librorum Martialis Domitiano imperatore editorum,
Königsberg, 1862; Id. De temporibus librorum Martialis X et XI, ibid. 1865; y un poco después D. Dau,
De Martialis libellorum ratione temporibusque, Rostock, 1887.
25
resultan un poco obscuros para nosotros. Acompañaban los regalos de los amigos,
máxime en los Saturnales.
Libro XIV, Apophoreta, diciembre del 84 u 85. Son como etiquetas con que se
presentaban los obsequios o las suertes de una lotería en los banquetes. Estos tenían
lugar en cualquier día o momento del año. Consta de 223 poemitas. El primero y el
segundo son introducción de seis y dos dísticos, respectivamente. Todos los dísticos
son elegíacos, menos el 8, 10, 37, 39, 40, 52, 56, 148, 206 que son falecios. Como el
libro anterior, manifiesta un grandísimo ingenio para encerrar siempre en dos versos la
prótasis y la apódosis del epigrama.
Libros I y II, primeramente los publicó juntos, al fin del año 84 o principios del
85; luego aparecieron separados112. El I consta de una presentación y 118 epigramas;
el segundo tiene 93 piezas.
Libro III, publicado en el 87 u 88. Contiene 100 epigramas.
Libro IV, vio la luz pública en los Saturnales del 88, y tiene 89 piezas.
Libro V, del otoño del 89, se compone de 84 poemas.
Libro VI, lo escribió y publicó en el año 90. Contiene 94 epigramas.
Libro VII, es la obra del año 92, consta de 99 poemas.
Libro VIII, consagrado todo él a Domiciano. Escrito y publicado en el 93.
Contiene 82 epigramas, precedidos de una carta de presentación.
Libro IX, escrito y publicado en el año 94. Contiene un prefacio y 103
epigramas.
Libro X, la primera edición de este libro es del 95; el poeta la corrige y
aumenta en el 98. Domiciano, asesinado en el 96, ya no aparece en lo sucesivo en
nuestro poeta. El libro está formado por 104 poemas.
Libro XI, escrito seguramente en 96, aparece a principios del 97. Contiene 108
poemas.
Libro XII, invierno del 101 o primavera del 102. Contiene una carta dedicatoria
a Terencio Prisco y 98 epigramas compuestos unos en Calatayud y otros en Roma. Es
posible que este libro tuviera dos ediciones, la primera corta, en el año 101, con los
poemas que Marcial entregó a Terencio Prisco en su vuelta a Roma; y otra más
completa del 102, la que se publicó y divulgó en Roma.
112 2, 93, hasta componer este poema parece que Marcial no pensó en formar diversos libros con sus
epigramas.
26
EL ARTISTA
Originalidad de Marcial
Aunque, como hemos dicho al principio, Marcial tuvo sus predecesores, y
algunos epigramas recuerdan las formas y el andar de Catulo, de Ovidio, de Horacio e
incluso de Lucilio, Marcial conserva una originalidad tal, que él mismo dice a su libro
12º, cuando al ser enviado a Roma le pide un título de propiedad: “¿Por qué reclamas
un título? Que se lean dos o tres versos y todos dirán a voces que tú, libro, eres
mío”113, tan inconfundible es su personalidad.
Esta originalidad consiste en que él ha sabido pintar toda la vida romana en
todos los ambientes, en todos los momentos, en todos los aspectos que caían bajo su
observación. Cualquier detalle, cualquier nimiedad que en un momento dado tenía su
importancia para una persona, Marcial la captaba y la exponía con donaire y salero,
con agudeza e ingenio, con precisión y gentileza, moviendo la risa de todos sin
ofender a nadie. Rara vez acude a la mitología, si no es para engrandecer o ridiculizar
a una persona:
“¿Qué placer te provocan los vacuos divertimentos de un pobre papel?
Lee aquello de lo que la vida pueda decir: ‘¡Es mío!’. Aquí no encontrarás ni
centauros, ni gorgonas, ni harpías: mis páginas saben a hombre”114.
Y en otro lugar hace decir a la musa:
“Tú adereza con la sal romana tus graciosos libritos: que la vida
reconozca y lea [en ellos] sus propias costumbres”115.
113 12, 2, 17-18. Y en 1, 53, 11: “Mis libros no necesitan ni contraste ni juez”. Sobre la originalidad de
nuestro poeta, cf., supra, nn. 8-10.
114 10, 4, 7-10. El libro que quiera ser inmortal “debe tener genio”, 6, 61, 10. Cf. E. B. Viejo Otero, El
elemento humano en la obra de Marcial: Escorial 50 (1944), 387-396. Uno de los puntos de la polémica
literaria de Marcial se basa precisamente en que él considera la epopeya y la tragedia por los elementos
mitológicos de que se sirven en ellas; Marcial les opone la realidad de la vida cotidiana, cf. M. Citroni,
Motivi di polemica letteraria negli epigrammi di Marziale: DArch 2 (1968), 259-301. Y cuando él se sirve
de elementos mitológicos lo hace como punto de referencia, para marcar una parodia o una caricatura
de la realidad romana. Nunca se siente esclavo de la mitología, así piensa F. Corsaro, Il mondo del mito
negli Epigrammaton libri di Marziale: SicGymn 26 (1973), 171-205; y como opina H. Szelest, Die
Mythologie bei Martial: Eos 62 (1974), 297-310, los motivos mitológicos que aparecen en Marcial y el
papel que en su obra representan, manifiestan que estos elementos estaban tan insertos en la literatura,
que ni el epigrama pudo prescindir de ellos.
27
E igualmente, cuando en el prefacio de libro 12º expone sus excusas al amigo
Prisco de por qué no ha escrito nada en tres años en el retiro de su Bílbilis, le dice:
“Escucha, pues, las razones. Entre ellas, la mayor y principal es que
echo de menos los oídos de la ciudad, a los que estaba acostumbrado, y me
parece litigar en un foro que no es el mío. Y es que, si hay algo en mis libritos
que guste, me lo dictó el oyente”116.
El “hombre”, la “vida”: éstas son las dos palabras que él hace destacar como
característica de su obra. No hay otra obra en toda la literatura latina ni más viva, ni
más sincera. No usa las ideas generales que son el fondo de la poesía de su tiempo;
no recurre jamás a descripciones vagas. En su obra todo son detalles exactos y
precisos. Él nos dice cómo discurre la jornada de un gran señor; él nos lleva de un
distrito de la ciudad a otro para presentarnos un parásito que está buscando quien
quiera invitarlo a cenar. De paso por las calles de Roma, nos señala las personas que
en ellas se encuentran de ordinario: comerciantes de salazones, bebedores habituales,
los que venden en los mercados las salchichas calientes, los mendigos de toda especie,
desde el pobre a quien mutilaron de joven para que moviera a piedad, hasta el niño
judío al que lanza su madre a pedir limosnas, o el desgraciado náufrago que recuerda
con una tablilla pintada la catástrofe en que perdió su hacienda. Todos los detalles
graciosos, picarescos, corrompidos, elegantes y dignos que se observan en Roma, todo
tiene su presentación graciosa en Marcial117.
115 8, 3, 19 s. Sobre este tema del reflejo de la vida romana contemporánea en los epigramas de
Marcial, puede verse P. Oltramare, Les épigrammes de Martial et le témoignage qu’elles apportent sur la
societé romaine, Ginebra, 1900; K. W. D. Hull, Martial and his times, selection from the epigrams of
Martial describing life in Rome in the first century A. D., Londres, 1967. De los poemas de Marcial surge
un cuadro completo de la vida romana bajo los Flavios, su grandeza y su miseria. Se advierte también la
diversa política de los diferentes emperadores, y el estado social de los pobres, cf. G. Augello, Roma e
la vita romana testimoniata da Marziale: ALGP 5-6 (1968-9), 234-270; Id. “Moda e vanità a Roma nella
testimonianza di Marziale”: en Studi classici in onore di Quintino Cataudella, (Catania, 1972), vol. III,
371-390. Según E. E. Best, Martial’s readers in the Roman world: CJ 64 (1969), 208-212, la obra de
Marcial es un cuadro colorista de la vida de Roma en su tiempo. Algunos ejemplos reveladores de la
vida cotidiana presenta G. J. ten Veldhuijs, Martialis in hedendaagse verpakking: Hermeneus 45 (1973),
69-73.
116 12, prol. 3.
117 Cf. G. Boissier, Tacite, 311.
28
Naturalmente en su obra se recogen cien mil escenas escabrosas, que él
describe para mayores de edad118, llamando al pan, pan y al vino, vino, en el latín de
la calle:
“Está claro que disculpas los atrevimientos de mis libritos, Augusto; tú
que sabes hablar con llaneza romana”119.
A nosotros nos choca su procacidad descarnada120; pero también Catulo era
lascivo121; y mucho más lo son los mimos y todo el mundo los ve 122, y hay algunos
mucho más exagerados que yo123.
Pero también encontramos infinidad de poemas limpios y gentiles. Es tierno y
delicado en los epitalamios124, en la presentación de las cosas delicadas, como la
perrita Isa125: “más traviesa que el pájaro de Catulo, Isa es más pura que el beso de
una paloma, Isa es más tierna que las niñas todas, Isa es más preciosa que las perlas
de la India...”. Los niños le inspiran ternuras muy delicadas: los labios de Diadumeno
exhalan la fragancia de una manzana mordida por los dientes de una tierna
doncella126, y en estos mismos labios bebe el poeta la esencia del azafrán en flor, de la
viña en cierne, del tomillo que liba la abeja. Sobre todo cuando estas vidas puras se
tronchan, Marcial recoge los sentimientos más delicados y finos en unos versos dignos
de grabarse en las losas de sus sepulcros, por ejemplo a la niña Eroción127 y a otros
niños o jovencitos128. O elogiando a mujeres o jóvenes virtuosas 129, por ejemplo a
118 11, 16.
119 11, 20, 10. Cf. 11, 15.
120 1, 35; 3, 69; 7, 68; 11, 2, etc. Según W. S. Anderson, Lascivia vs. ira. Martial and Juvenal: CSCA 3
(1970), 1-34, en Marcial el ingenio y la lascivia operan de total acuerdo entre sí. En Juvenal el ingenio y
la ira. Juvenal tuvo a Marcial como su fuente inspiradora.
121 4, 14, 13-14.
122 3, 86.
123 12, 95.
124 4, 13.
125 1, 109.
126 3, 65. Marcial escribió tiernamente de una niña, de la amable Sulpicia, de la intrépida Arria; pero se
concentró en los vicios y debilidades de las mujeres de su tiempo, cf. V. M. Chaney, Women, according
to Martial: CB 48 (1971) 21-25.
127 5, 34 y 37; 10, 61.
128 1, 88; 1, 101; 1, 114; 1, 116; 3, 19; 6, 28 y 29; 6, 52; 7, 96.
129 1, 13; 1, 42; 10, 35; 10, 63; 10, 71.
29
Marcela de Bílbilis130 o el dístico a Pola agradeciéndole unas flores que le había
enviado131.
Ama el campo y se complace en retirarse a él, enojado por el barullo de la
ciudad, en atizar en el hogar la leña chispeante, disfrutar de la caza y de la pesca y
sentarse en una mesa bien provista de manjares no comprados132. Describe la felicidad
de la villa de Fausto en Bayas133. A veces acude al pasado y evoca figuras heroicas
como la de Arria, a quien no dolía su propia herida, sino la que iba a hacerse el
marido; la de Porcia, que al enterarse de la muerte de su marido M. Bruto, buscó una
espada para atravesarse, pero al no encontrarla, tragó carbones encendidos134. Todos
éstos y otros muchos pertenecen al acervo de poemas de los que decía el autor:
“Tengo páginas que podrían leer la esposa de Catón y las horribles
sabinas”135.
Marcial es un observador sagaz del comportamiento humano, y lo que observa
lo describe con tal viveza y exactitud que aún nosotros nos hacemos la impresión de
ver al personaje con las mismas sombras y luces con que él lo veía, suscitando en sus
lectores los mismos sentimientos de simpatía o de aversión.
Él toma al hombre desnudo del oropel de sus cargos y de su posición social, y
los ve como son en realidad: débiles, corrompidos, viciosos y llenos de ambición,
lujuriosos, presumidos y falsos. Suele respetar el prototipo de cada carácter de
ordinario bajo los mismos nombres; así, el liberto enriquecido será Zoilo, al que
presenta en todas sus malas artes, bajezas y presunciones136; los cazadores de
testamentos137; los maniáticos de la declamación 138; los plagiarios de los versos de
Marcial139. El tipo del parásito es Selio 140; el del declamador enojoso Ligurino 141. De la
130 12, 21; cf. 10, 35 y 38 (a Sulpicia).
131 11, 89.
132 1, 55.
133 3, 58.
134 1, 13 (Arria); 1, 42 (Porcia).
135 11, 15, 1-2.
136 Cf. 2, 16, 19, 42, 58 y 81; 3, 29 y 82; 4, 77; 5, 79; 6, 91; 11, 12, 30, 37, 54, 85 y 92; 12, 54.
137 1, 10; 2, 26; 6, 63; 8, 27.
138 3, 44 y 45; 4, 80; 6, 41.
139 1, 29, 38, 52, 53, 72, 63, 64, 91; 10, 100, 102; 11, 94.
140 2, 11, 14, 27 y 69.
141 3, 44, 45 y 50.
30
comedia y de los poetas anteriores toma nuestro autor diversos nombres para
presentar la corrupción femenina, como Tais142, Lesbia 143, Quíone 144, Cloe 145, Filis 146,
Glícera147, Lálage148.
Pero Marcial, describiendo con tanto verismo los defectos, jamás ofende a
nadie149. Él mismo lo repite varias veces, nadie puede sentirse ultrajado por mis versos,
muchos se ven honrados150; sus versos no ofenden a nadie, corrigen únicamente las
costumbres151; en sus cenas no se habla nunca mal de nadie 152; no hiere ni a los que
odia153. Y atribuyéndole a veces versos ajenos, puede decir con toda verdad: si algún
poema hiere o es maligno, no es mío154; ningún poema que ofenda es mío 155. Incluso
a uno que le ofendió con el propósito de que el poeta escribiera contra él un
epigrama, le asegura:
“Temes, Ligurra, que yo componga contra ti unos versos y un poema
breve y lleno de vida, y deseas parecer digno de este miedo. Pero en vano lo
temes y lo deseas en vano. Los leones de Libia se lanzan contra los toros, no
son molestos para las mariposas. Te aconsejo que busques, si te empeñas en
ser leído, al poeta borracho de un negro burdel que, con un tosco tizón o con
creta deleznable, escribe sus versos para que los lean los que van a cagar. Esta
frente tuya no ha de ser marcada con mi estigma”156.
142 3, 8 y 11; 4, 12, 50 y 84; 5, 43; 6, 93; 11, 101; 14, 187.
143 1, 34; 2, 50; 5, 68; 6, 23 y 34; 7, 14; 8, 73, etc.
144 1, 34 y 96; 3, 30, 34, 83, 87 y 97; 11, 60.
145 3, 53; 4, 28; 9, 15.
146 10, 81; 11, 29 y 49; 12, 65.
147 6, 40; 11, 40; 14, 187.
148 2, 66.
149 10, 33, 9-10: Hunc seruare modum nostri nouere libelli: parcere personis, dicere de uitiis, “mis
libritos han aprendido a guardar esta norma: respetar a las personas, hablar de los vicios”.
150 5, 15, 2-3.
151 10, 33.
152 10, 48, 21-24.
153 7, 12, 3-4.
154 7, 72, 12 ss.
155 10, 33, 5-8.
156 12, 61.
31
Sus libros no presentan los nombres propios más que de las personas a las
que honra, las ya fallecidas. Los demás aparecen con nombres fingidos157, y cuando
sucede que le preguntan quién es Fulano o quién es Mengano, responde que no se
acuerda158; no diré quién es Póstumo 159; que me muera, si yo sé quién es
Atenágoras160. Había escrito el poeta:
“Quinto ama a Tais. —¿A qué Tais? —A Tais la tuerta. —A Tais le falta
un ojo; a él, los dos”161.
Sintióse ofendido, si no es ficción del poeta, un tal Quinto, que amaba a
Hermiona y el poeta le respondió:
“Quinto, si tu amada no es Tais, ni tuerta, ¿por qué piensas que el
dístico se había compuesto contra ti? —Pero algún parecido hay. —¿Es que
dije Tais por Lais? Respóndeme, ¿qué parecido hay entre Tais y Hermíone?
Pero tú te llamas Quinto... ¡Ah, bueno! Pues cambiemos el nombre del amante:
si el Quinto no quiere, que sea el Sexto el amante de Tais!”162.
Y quizás más de uno, al oír recitar o cantar los versos de nuestro poeta en
Roma, “se pone colorado, palidece, se queda pasmado, boquiabierto, siente odio. Esto
es lo que quiero: ahora me gustan mis versos”163.
Lo esencial es que tales personas aparecen ante nosotros llenas de vida y de
colorido, no importándonos ya nada que fuera real o fingido el nombre con que las
vemos.
Coincide con Catulo en las duras críticas, pero él no odia a nadie. Contempla
su mundo con ánimo totalmente indiferente y su objetividad es sincera. Bromea como
caricaturista, por el gusto de la caricatura para agradar a su público. Pero su
157 3, 8 y 11. Cf. J. M. Giegengack, Significant names in Martial: Diss. Ya le Univ. 1969; P. Giese, De
personis a Martiale commemoratis, Greifswald, 1872.
158 1, 96, 13.
159 2, 23.
160 9, 95b, 4.
161 3, 8.
162 3, 11. Utilizamos el artículo con un nombre propio para marcar el cruel equívoco entre el nombre y
el ordinal: si “el quinto” amante no quiere, no hay problema; que venga “el sexto”.
163 6, 60, 3-4.
32
personalidad no aparece en estos versos, más que en los resplandores de su ingenio y
su elegancia exquisita en un género que él supo recrear y valorar.
Y no es solamente en la descripción de las personas en donde Marcial se nos
presenta como un artista figurativo de la realidad; también lo hace en las instantáneas
tomadas de la propia naturaleza: en la descripción del mar tranquilo de Formia164; las
delicias del litoral de Bayas, incluida la villa de su amigo Faustino165; la apacibilidad
del lago Lucrino o el frescor de Tivoli166; la delicia de la vida de la alta Bilbilis junto a
las aguas del Jalón, cantada a Liciniano en una bellísima égloga, que remeda el Beatus
ille de Horacio167, o cuando él ha vuelto a su patria; o la imagen de una abeja 168, o de
una hormiga apresada en una gota de ámbar169; o la de una víbora que, apresada por
un derrame de ámbar, quedó sepultada más lujosamente que la propia Cleopatra170.
Marcial ama la vida. Varias veces repite la idea de que no hay que vivir en el
mañana sino en el hoy: “Siempre dices, Póstumo, que empezarás a vivir mañana.
Dime, Póstumo, ¿cuándo llegará ese mañana?”171; y a su amigo Julio: “no es de sabios,
créeme, el decir ‘viviré’; la vida del día de mañana está demasiado lejos: vive hoy”172.
“Sabio es el que vive desde ayer”173, porque eso es lo que verdaderamente has vivido,
el pasado, que además tiene la ventaja de ampliar el espacio de la vida, porque poder
disfrutar con el recuerdo de la vida pasada, es vivir dos veces174. Esto le lleva a
aconsejar alguna vez al propio epicúreo a vivir con intensidad el momento presente,
“el que ha vivido así, aunque sucumba en medio del camino de la vida, ha disfrutado
de una existencia más larga que la que se le había concedido”175.
164 10, 30.
165 11, 80; 3, 58.
166 4, 57.
167 1, 49.
168 4, 32.
169 6, 15.
170 4, 59. Marcial amaba y sentía en sí la naturaleza y las cosas delicadas; cf. J. Hubaux, Les thèmes
bucoliques dans la poésie latine, Bruselas, 1930, y sobre todo el trabajo más reciente de J. Adams, The
nature of Martial’s epigrams, Diss. Indiana Univ., Bloomington, 1975. Cf. etiam I. Ramelli, Il semeion
dell'ambra da Omero a Marziale (IV 32 ; IV 59 ; VI 15): Aevum(ant) 10 (1997), 233-246.
171 5, 58, 1-2
172 1, 15, 11-12.
173 5, 58, 8. “¿Vivirás mañana? Vivir hoy ya es demasiado tarde” (ibid. 7).
174 10, 23, 7-8.
175 8, 77.
33
Moralidad de Marcial
El culpar a la vida de aquellos tiempos importa, que al espejo que la
reproduce no hay por qué. Este reflejo de la vida real de Roma, captado en el
ambiente humilde y de cliente en que vivió Marcial, y esta naturalidad con que él
habla, según dice “en latín”, es decir con claridad y propiedad ha llenado sus versos
de expresiones muchas veces demasiado fuertes para nuestro gusto. La causa
fundamental es la sociedad en que vive, que toleraba los mimos176 y las
representaciones en el teatro, que reproducían realmente las escenas que presentaban
adulterios, asesinatos y otras monstruosidades. Si eso se contempla públicamente en el
teatro y en el circo, y en las mismas cenas, durante las fiestas Florales y Saturnales, no
es mucho que un epigramista lo describiera en sus pequeños poemas destinados a la
lectura privada. Él tiene conocimiento de ello177 y de cuando en cuando avisa 178 que
no sigan leyendo los Catones179, porque “no olvides que estos versos son Saturnalicios
y Apolinares, y este librito no es el reflejo de mis costumbres”180.
Su alma se refleja muchas veces cándida e inocente181: “Tengo páginas, dice
él, que podrían leer la esposa de Catón y las horribles sabinas”182, y un poco más
176 1, 4, 5-8.; 3, 86. El género epigramático exige de por sí un lenguaje retozón, 1, 35, 10-11: “Esta es la
norma que se les ha dado a los versos jocosos: que no pueden gustar si no son picantes”. Cf. mi
ponencia sobre “La moralidad de Marcial”: en Actas del simposio sobre Marco Valerio Marcial, Zaragoza
(UNED), 1987.
177 3, 69; 7, 68.
178 1, prol. 4: Lasciuam uerborum ueritatem, id est epigrammaton linguam, excussarem, si meum esset
exemplum, “pediría excusas por el verismo lascivo de mis palabras, esto es, de la lengua propia de los
epigramas, si mi obra fuera el prototipo”. Recomendando la lectura de unos epigramas para solaz del
alma, dice el Lic. Francisco Cascales al maestro Jiménez Patón: “Busque vuestra merced ocasiones de
desenfado y divierta el pensamiento de cosas graves; dése a las más menudas y aun nugatorias que
tienen a veces no sé qué de ruibarbo bastante a purgar de melancolías al más saturnino. Con este fin
envío a vmd. esos epigramas cuya materia es por la mayor parte jocosa, si bien tal vez se levantan a
mayores. En ellas he procurado marcializar, si no con su agudeza, con menos lascivia; que aunque
ésta es propia de los epigramatorios, no se nos concede tanto a los que profesamos musas cristianas”
(Lic. Francisco Cascales, Cartas Philológicas, Murcia, 1634, 2ª década, Epist. 10, dedicatoria).
179 1, prol. 8; 11, 16.
180 11, 15, 11-13. Cf., supra, n. 120; K. Willenberg, Die Priapeen Martials: Hermes 101 (1973), 320-351,
dice que la forma cómica y poco delicada de Príapo obliga al autor a una descripción distanciada e
irónica. Los priapeos de Marcial se distinguen por una estructura metódica a través de la ambigüedad y
el trasfondo irónico en la variación de motivos. Se podrían reunir seis poemas de los libros 6, 8 y 14 en
el sentido de un ciclo o serie abierta. Esta lascivia es la razón por la que se expurgan las ediciones,
sobre todo en la traducción. Esto ya viene desde antiguo, los mss. de la familia Aª han sufrido una
censura por la cual una serie de palabras del dominio sexual aparecen reemplazadas por términos más
anodinos, y versos y poemas enteros se han suprimido, aunque este proceder no se aplicó con todo
rigor. La censura partió seguramente de un monasterio de la época Carolingia, cf. E. Montero Cartelle,
Censura y transmisión textual en Marcial: EClás 20 (1976), 343-352.
181 1, 55; 2, 90; 5, 20 y 78; 6, 43; 10, 47; 11, 22.
182 11, 15, 1-2.
34
adelante: “No todas las páginas de mi libro están escritas para la noche; encontrarás
también, Sabino, algo que leer por la mañana”183; y la famosa confesión de la realidad:
“Mis páginas son licenciosas, pero mi vida es honesta”184, escudándose en el ejemplo
de Catulo185 y en otros que son más procaces que él 186 e incluso en el serio y austero
Lucano187. Gran parte del libro 3º y dos libros enteros el 5º y el 8º están limpios de
toda obscenidad, porque los primeros van dedicados a los muertos y a las doncellas y
el último a la majestad de Domiciano.
Esto explica su comportamiento, pero no limpia esos epigramas que aparecen
envueltos en las heces y en las miserias de unos tipos sádicos y corrompidos. Pero si a
nosotros, modernos, nos desagrada la abyección de ciertas escenas y la trivialidad de
algunas expresiones, el gusto de los antiguos era muy otro, como vemos en la
comedia, en la sátira y en el epigrama. Marcial no trata de corromper al lector, porque
él presenta siempre la parte ridícula del vicio, aunque se admita que muchas veces se
regodea en su descripción.
Estilo
Marcial se presenta en todo momento como un gran maestro de la
composición y del estilo. Sus pequeños poemas, de factura clásica, se presentan como
juguetes perfectamente cincelados, sin retóricas ni amplificaciones, ni ripios. Como
dice Boissier: “Es uno de los escritores más sencillos y más naturales que nos quedan
de toda la literatura latina”188. El concepto es claro, el argumento captado con
verdadera potencia, reducido enérgicamente a unos versos. Su forma se ve mucho
mejor si se compara, ligeramente con su contemporáneo y colega Estacio. Tratando el
mismo asunto, por ejemplo el matrimonio de Estela o el aniversario de Lucano, lo que
Estacio manifiesta por una pomposa y fría aducción de lugares comunes de la
mitología, Marcial lo presenta de una forma chispeante y aguda; lo que Estacio
183 11, 17.
184 1, 4, 8; 11, 15, 13. Dice Ovid. Trist. 2, 1, 353-354: Crede mihi, distant mores a carmine nostri: uita
uerecunda est, Musa iocosa nostra, “créeme, mis costumbres son muy diferentes de mis versos: mi vida
es recatada; mi musa, retozona”.
185 4, 14, 13-14; 1, prol. 4: Sic scribit Catullus, sic Marsus, sic Pedo, sic Gaetulicus, sic quicumque
perlegitur, “así escribe Catulo, así Marso, así Pedón, así Getúlico, así cualquiera que es muy leído”.
186 12, 95.
187 10, 64, 5-6.
188 G. Boissier, Tacite, 287. Como tipo de esta sencillez soberana puede verse 4, 49; 7, 46.
35
comenta en docenas de hexámetros, Marcial lo condensa en un dístico. Este
desprenderse Marcial de la retórica es un fenómeno único en la poesía de su tiempo.
Ingenioso, elegante, cultísimo y siempre urbano, Marcial compone como un clásico.
Su estilo es siempre fértil en la invención, original, pintoresco por la imagen o
la metáfora, ingenioso en el detalle de la expresión, que él sabe renovar, aunque imite
a algún antecesor, o repita él mismo el tema considerado189. Se distingue por su
sencillez, su naturalidad, su concisión y su elegancia llena de agilidad:
“Gemelo pide en matrimonio a Maronila, y la desea y la acosa y le
suplica y le ofrece regalos.
—¿Tan guapa es?
—Ca, no hay cosa más fea.
—¿Qué busca, pues, y le agrada en ella?
—Tose”190.
A veces un dístico plantea y cierra un altercado:
“—¿Me preguntas, Lino, qué me produce mi campo nomentano? Esto
es lo que me produce mi campo: que no te veo, Lino”191.
O una doble súplica:
“Que los dioses te concedan, y también tú, césar, todo lo que
mereces. Que los dioses y tú me deis lo que quiero, si me lo he merecido”192.
O una sentencia:
189 “En muchos casos se observa que el creador del giro se convierte justamente en deudor, tanto ha
ganado la frase o el giro por su nuevo contexto”, W. C. Summers, The Silver of Lat. Litt., 103. Sobre el
estilo y la estilística de Marcial se ha escrito muchísimo, destacamos estos trabajos: P. U. González de la
Calle, Algunas observaciones acerca de la prosa de Marcial: Emerita (1935), 1-31; M. Dolç, Principios
estéticos de Marcial: Rev. Id. Estét. 18 (1947), 175-196; P. Schneider, De M. Valerii Martialis sermone
observationes, Diss. Breslau, 1909; J. Kruuse, L’originalité artistique de Martial. Son style, sa composition,
sa technique: C&M 4 (1941), 248-300; B. Campbell, Martial’s slain sow poems. An esthetic analysis: C&M
30 (1969), 347-382; T. Adamik, Die Funktion der Alliteration bei Martial: ZAnt 25 (1975), 69-75.
190 1, 10.
191 2, 38.
192 6, 87.
36
“Para no alabar a quienes lo merecen, Calístrato alaba a todo el
mundo. Para quien nadie es malo, ¿quién puede ser bueno?”193.
O una visión ridícula:
“Si tantos años tiene Ligeya como pelos lleva en toda su cabeza, tres
años tiene”194.
En los escritos recomienda la claridad, de forma que gusten a los gramáticos, y
puedan entenderse fácilmente sin las explicaciones de los gramáticos195.
Tiene simpatía por el latín arcaico, aprovechándose a veces de su vigor
expresivo y de su rústica ingenuidad, lo cual no quiere decir que simpatice con los
poetas primitivos Ennio, Accio y Pacuvio196; sus ídolos son Virgilio 197, Catulo 198 y
Marso199. Es curioso que sintiéndose lejos de Virgilio por los asuntos, se cree muy
próximo a él por el estilo, como a Catulo y al epigramista Marso. Así, por ejemplo,
pidiendo a Crispín, liberto favorito de Nerón y luego de Domiciano, que recomendara
al César sus epigramas le sugiere que le diga: “No es poco lo que ése honra tu época
y no es muy inferior a Marso, ni al docto Catulo”200; y después de relacionar los
tiempos de Mecenas y de Virgilio, de Vario y de Marso, termina:
“¿Luego seré un Virgilio, si me das los regalos de un Mecenas? No seré
un Virgilio; seré un Marso”201.
193 12, 80.
194 12, 7.
195 10, 21.
196 5, 10, 7; 11, 90, 6. Ya en el siglo antepasado escribió E. Stephani, De Martiale verborum novatore ,
Breslau, 1889. Sobre las palabras raras usadas por Marcial puede verse R. E. Colton, Some rare words
used by Martial and Juvenal: CJ 67 (1971), 55-57, en donde presenta una lista de doce palabras usadas
únicamente por ellos. Cuando Marcial usa palabras griegas les confía una misión satírica. Algunas
pertenecen a la lengua cotidiana y otras son términos técnicos mas o menos ignorados por el gran
público. La introducción de un término griego indica una broma o un juego de palabras, cf. T. Adamik,
The function of words of Greek origin in the poetry of Martial: Annales Univ. Scient. Budapestin de R.
Eötvös nom. Sect. ling., 1975, 169-176.
197 5, 5, 8.
198 1, prol. 4; 2, 71, 3; 5, 5, 6.
199 1, prol. 4; 2, 71, 3; 5, 5, 6; 7, 29, 8.
200 7, 99, 6-7.
201 8, 55 [56], 23-24.
37
Seré leído entre los poetas antiguos, inferior sólo a Catulo202.
Hábil en la invención de situaciones, ingenioso en el revestimiento de la
imagen o de la metáfora, afortunado en el uso de los términos, que cobran en sus
manos una vida inédita, da a su estilo una ejemplaridad maravillosa. Prepara
tranquilamente la situación, y luego con sencillez, o por una estudiada antítesis, o por
un juego de palabras, por una paronimia, por un equívoco, dispone el aculeus que
penetra agudo y firme. Su estilo es gracioso, conciso, rápido, tanto si quiere terminar
con un golpe de ingenio, como si deja a la emoción lírica que ella misma se desarrolle
en una expresión elíptica.
Como es natural no todos los epigramas son igualmente perfectos:
“Hay cosas buenas, hay algunas medianas, son malas la mayoría de las
que lees aquí: un libro no se hace, Avito, de otra forma”203.
“Quieres decirlo todo, Matón, lindamente. Dilo también alguna vez
bien; dilo ni fu ni fa; dilo alguna vez mal”204.
Simula este diálogo:
“—Treinta malos epigramas hay en todo tu libro.
—Si hay otros tantos buenos, Lauso, el libro es bueno”205.
Es fácil escribir bien un epigrama; lo difícil es escribir bien un libro de
epigramas206.
Y por fin:
“Va diciendo Matón que yo he hecho un libro desigual; si es verdad,
Matón va elogiando mis poemas. Iguales escriben los libros Calvino y Umbro.
Igual es el libro, Crético, que es malo”207.
202 10, 78, 14-16. Cf. R. Lemaire, Martialis epigrammata, p. XLII: Viuus adhuc Catullo major canebatur
Martialis, “Marcial era celebrado, todavía vivo, como mayor que Catulo”. Cf. H. Offermann, Uno tibi sim
minor Catullo: QUCC 34 (1980), 107-139.
203 1, 16; cf. ibid. 29 y 38.
204 10, 46.
205 7, 81.
206 7, 85, 3-4.
38
Mis lectores también deben comer pan, no sólo exquisiteces208. En sus
expresiones se encuentran a veces juguetonas repeticiones de palabras al estilo de
Catulo209.
Marcial corrige tesoneramente sus versos, no le importaba decir que le
costaban mucho trabajo210. No improvisaba, sino que aplicaba asiduamente la lima y
temía el juicio del público. En un poemita presenta a su primer libro que quiere
escaparse de casa para no sufrir las torturas del perfeccionamiento de su patrón211. El
segundo libro fue publicado antes que el primero, porque le parecía al poeta que no
lo tenía suficientemente corregido. Hacía también una selección muy rigurosa de los
epigramas. Para el tercer libro tenía preparados trescientos, y se quedó con menos de
ciento. Hacía también que los vieran y los oyeran sus amigos antes de ponerlos en
cualquier libro. Él ante todo quería satisfacer: “Que escriba Palemón poemas para los
círculos literarios, yo prefiero agradar a unos pocos oyentes”212:
“El lector y el oyente aprueban, Aulo, mis libritos; pero un don nadie
de poeta niega que estén acabados. No me preocupa gran cosa, pues los
platos de mi cena preferiría que gustasen a los convidados antes que a los
cocineros”213.
207 7, 90.
208 10, 59, 5-6.
209 Por ejemplo 2, 6, en que el primer verso ( i, nunc edere me iube libellos, “anda, mándame ahora
editar mis libritos”) se repite para terminar el poema como verso 17. El término bellus y belle en 1, 9, y
sobre todo en 12, 39, donde juega además con el homeoteleuton y la rima del nombre del destinatario:
Odi te quia bellus es, Sabelle.
Res est putida, bellus et Sabellus,
bellum denique malo quam Sabellum.
Tabescas utinam, Sabelle, belle!
Para repeticiones de otros términos, cf. 2, 3, y 4; 7, 92; 8, 21. Imitaciones de Catulo podemos
citar, por ejemplo: 1, 109 = Catul. 2; 1, 92 = Catul. 21.
210 7, 28, 9.
211 1, 3, 9-12. Dice a Estela, que se empeñaba en que improvisara versos en la comida:
Lege nimis dura conuiuam scribere uersus
cogis, Stella? Licet scribere nempe malos (9, 89).
212 2, 86, 11-12. Pide a los amigos que corrijan sus libros, 5, 80; 6, 1.
213 9, 81, cf. E. Pasoli, Cuochi, convitati, carta nella critica letteraria di Marziale: MCr 5-7 (1970-1972),
188-193.
39
Suelen acusar a Marcial por la monotonía de sus temas214 quizás sin recordar
que yendo destinados a las lecturas públicas, debían tocarse temas de moda y del
gusto de los oyentes, y sobre todo sin advertir la deliciosa ductilidad del ingenio y la
fecundidad en la invención de variantes de sugerencias y de expresiones. Esa facilidad
aparente con que presenta las mismas situaciones de mil maneras graciosas es la
manifestación del gran artista que es Marcial.
Y la misma naturalidad con que presenta y desarrolla los temas ordinarios de
la vida romana manifiesta cómo se había apropiado nuestro autor del lenguaje y del
vocabulario empleado por el pueblo romano. Según los estoicos cada cosa hay que
nombrarla con su propio nombre, porque no hay nada natural que sea obsceno o
torpe215. Por ello en la lengua latina hubo dos momentos en que reinó este principio:
en los primeros tiempos de la lengua, en que con toda naturalidad se empleaban
palabras como cunnus, ruta, etc., y después de los tiempos de Augusto, en que el
libertinaje de la vida permitía la licencia del habla. Tiempo exactamente en que escribe
nuestro poeta.
A veces le echan en cara que sus epigramas eran demasiado largos, siendo así
que el epigrama no puede pasar de un dístico:
“Te quejas, Veloz, de que escribo epigramas largos. Tú no escribes
nada. Los haces más cortos”216.
Refiriéndose al epigrama 3, 82, que cuenta 33 versos, añade en el siguiente:
“Me recomiendas, Cordo, que escriba epigramas más cortos.
—Hazme lo que Quíone.
—No he podido hacerlo más breve”217.
Y después del 6, 64 redactado en hexámetros, dice en el siguiente:
“—‘Compones epigramas en hexámetros’, sé que dice Tuca.
—Tuca, suele hacerse, y además, Tuca, está permitido.
214 Cf. E. Paratore, Letteratura Latina, p. 680.
215 Cic. Fam. 9, 22, 1; De or. 3, 164.
216 1, 110.
217 3, 83.
40
—Pero, a pesar de todo, éste es largo.
—También esto suele hacerse y está permitido, Tuca. Si prefieres los
breves, lee sólo los dísticos. Convengamos entre nosotros: tú tendrás derecho
a saltarte los epigramas largos y yo, Tuca, a escribirlos”218.
Y a Cosconio, que también le censuraba sus largos epigramas en general, le
responde:
“Aprende lo que no sabes: muchas veces una sola obra de Marso y
del docto Pedón llena dos páginas. No son largos los poemas que no tienen
nada que poder quitarles; pero tú, Cosconio, los dísticos los haces largos”219.
Por otra parte, ¿qué más da que el epigrama sea corto o largo, si se pretende
escribir un libro?220.
A otros, por el contrario, les parecían demasiado pequeños los poemitas de
Marcial; así Gauro, que escribió 12 libros sobre los combates de Príamo, “sin
inspiración alguna”221, tenía en poco el ingenio de Marcial. Es cierto, le respondía éste,
escribo cosas pequeñas, pero llenas de emoción y de vida, y tú haces un gigante de
barro222.
Métrica
La versificación no importa dificultad alguna a la expresión de Marcial. Muy al
contrario, parece que los versos le fluyen de las ideas y de la situación. Cada situación
le pide un género de verso y él sabe darle el que mejor se le acomoda, de suerte que
el verso no es caprichoso, sino el más adaptado y propio de cada momento. Domina
218 6, 65.
219 2, 77, 5-8.
220 8, 29. Marcial manifiesta cierta hostilidad contra las categorías tradicionales, cuando responde a las
acusaciones de que hace los epigramas muy largos, cf. M. Citroni, Motivi di polemica letteraria negli
epigrammi di Marziale: DArch 2 (1968), 259-301.
221 2, 89, 3.
222 9, 50.
41
la versificación clásica y consigue una corrección perfecta, sin que se le advierta
esfuerzo alguno, eso que es muy exigente consigo mismo223.
Los versos empleados por Marcial son:
1.º El dístico elegíaco, el que se usaba al principio en el epigrama griego. De
los 1.554 epigramas que componen su obra, 1.231 están en este cuadro, es decir, la
unión del hexámetro dactílico con el pentámetro. En cuanto a la prosodia, alarga
ocasionalmente, según hacían los antiguos, la desinencia verbal plorab_t (14, 77, 2).
Abrevia a veces la -o final de verbo o de sustantivos de la tercera, que de por sí son
de cantidad común. Alarga la -us de la segunda declinación como tuus224.
Al final del hexámetro usa a veces palabras de 4 ó 5 sílabas amphitheatrum225,
Caecilianus226, Pirithoumque227. En los últimos libros se encuentra algún final de
hexámetros violentos: Apollineas Vercellas228, aerios pityonas 229. O monosílabos sin
preceder otro monosílabo: hircus habet cor230, uiuat apud te231, pero son excepciones.
El pentámetro se termina de ordinario en bisílabos, la forma más agradable;
pero, por excepción, se hallan algunos terminados en palabras de 4, ó 5 sílabas:
inimicitiae232, discipulis233, Panaretus234, amicitias235. O también en monosílabo, por
223 En 9, 11, 10-17, quiere nombrar a Earino (Flavio), liberto favorito de Domiciano, y no entrando en
el verso dice:
Nomen nobile, molle, delicatum
uersu dicere non rudi uolebam:
sed tu syllaba contumax rebellas.
Dicunt Eiarinon tamen poetae,
sed Graeci quibus est nihil negatum
et quos _res _res decet sonare:
nobis non licet esse tam disertis
qui Musas colimus seueriores.
Cf. Lucil.: _res _res Graeci ut faciunt (Marx 355 = 230 en J. Guillén, La sátira latina, Akal, Madrid,
1991). Sobre la métrica de Marcial podemos citar a C. Giarratano, De M. Valeri Martialis re metrica,
Nápoles, 1908; J. Veremans, “Évolution historique de la structure verbale du deuxième hémistiche du
pentamètre latin”: en Hommages à Marcel Renard, (Bruselas, 1969), vol. I, 758-767; id. “Le mot
iambique devant la coupe du pentamètre latin : structure verbale du premier hémistiche, II”: en Studia
Bruxellensia..., II, (Lovaina, 1990, 256 pp.); J. Luque Moreno, Los versos del epigrama de Marcial: Myrtia
10 (1995), 35-65; R. M. Marina Sáez, La métrica en los epigramas de Marcial. Esquemas rítmicos y
esquemas verbales, Zaragoza (Inst. Fernando el Católico), 1998.
224 7, 44, 1; 10, 89, 1. Sobre estas notas de métrica latina, cf. mi Gramática Latina, (6.ª ed., Salamanca,
Sígueme, 1981), 690-713.
225 Epigr. 1, 7; 2, 5; 18, 9.
226 4, 51, 1; 7, 59, 1.
227 10, 11, 1.
228 10, 12, 1.
229 12, 50, 1.
230 11, 84, 17.
231 12, 17, 9.
232 5, 50, 2.
42
ejemplo est sin elisión236. El primer hemistiquio se compone de espondeos más veces
que en Ovidio; pero menos que en Catulo. De ordinario sigue la perfección del dístico
marcado por Ovidio; es frecuente como en él la rima leonina entre los hemistiquios:
Et potes hunc saeuo tradere, dure, coco237.
Et primo matrum lacte colustra damus238.
Et frontem nugis soluere disce meis239.
Carpere te longas cum Cicerone uias240.
2.º Endecasílabo falecio: base espondaica (troqueo, yambo), dáctilo y tres
troqueos. Es más constante que Catulo en mantener el espondeo en la base y el
dáctilo en el segundo pie. Cuando termina en monosílabo, va precedido de otro
monosílabo241, o absorbido por aféresis: necesse est 242. Usado abundantemente, sobre
todo en el libro 12º en que aparece en 38 poemas sobre 98.
3.º Senario yámbico escazonte, con el quinto pie siempre yambo y el sexto
espondeo. No tiene más que 14 coliambos puros, ya que prefiere sustituir los pies
primero y tercero por espondeos o dáctilos. Incluso en el segundo lo sustituye una
vez243. El anapesto lo emplea con cierta frecuencia en el primer pie y rara vez en el
tercero. Es un metro muy burlón e irónico, por ese quiebro de ritmo que sufre al llegar
al sexto pie.
Además de estos versos que son los más usados, se encuentran también:
4.º La estrofa epódica o yámbica primera: trímetro yámbico seguido de
dímetro244.
5.º Hexámetro (o verso heroico) katà stíchon245.
233 5, 9, 2.
234 6, 89, 2.
235 11, 44, 2.
236 7, 51, 6: sed liber est; o con dos monosílabos: uigilatur et hic (12, 68, 6).
237 13, 70, 2.
238 13, 38, 2.
239 14, 183, 2.
240 14, 188, 2.
241 11, 24, 14-15: sic fit //...non uult; 12, 75, 4: non uult.
242 5, 60, 7.
243 3, 64, 1.
244 Cuatro epigramas: 1, 49; 3, 14; 9, 77; 11, 59.
245 Cuatro epigramas: 1, 53; 2, 73; 6, 64; 7, 98.
43
6.º Senario o trímetro yámbico246.
7.º Segundo metro bucólico: un escazonte y un dímetro yámbico247.
8.º Finalmente, verso sotádico o tetrámetro jónico a maiore cataléctico248.
¿Qué pensaba Marcial de sí mismo?
Marcial comprendía que su arte era humilde, pero la poesía no se pesa, ni se
mide por el número de versos, por eso tenía confianza de llegar a la fama y a la
inmortalidad. “Tu caramillo, le decía Talía, puede superar las trompetas de muchos”249.
En el prólogo del libro 9º (vv. 5-8) hace de sí mismo este elogio, para colocarlo debajo
de su retrato en una biblioteca:
“Yo soy aquél que de nadie es segundo en el arte de las bagatelas, a
quien pienso, lector, que no lo admiras, sino que lo amas.
Que los más grandes canten cosas más grandes; a mí, que no he
compuesto más que pequeñeces, me basta con volver a menudo a vuestras
manos”.
La musa de Marcial es humilde, pero también la humildad tiene su gracia250.
Estaba seguro de que si Macro tomaba sus libros entre sus manos, se olvidaría
de cumplir con sus deberes251. La gloria que algunos poetas consiguen después de
muertos, Marcial la disfrutaba ya en vida, porque es conocido en todo el orbe252, y
sobre ello sus poemas tendrán fama eterna253. Los monumentos escritos son los que
no perecen nunca254, mis versos durarán más que mi retrato 255. “Si los nombres que
246 Dos epigramas: 6, 12; 11, 77.
247 Un epigrama: 1, 61.
248 Un epigrama: 3, 29.
249 8, 3, 22.
250 9, 26, 5; graciosamente se presenta al lector en 1, 1, que titulamos “Gloria del poeta”.
251 10, 18.
252 1, 1; 1, 25; 5, 10 y 16; 6, 60; cf. 9, 84; 9, 99; 6, 64. Cf. etiam Ovid. Trist. 4, 10, 121-122.
253 10, 26, 6-7. También Ovidio se auguraba la eternidad (Trist. 3, 7, 45-54).
254 10, 2, 11-12; 9, 76, 9-10.
255 7, 84.
44
confío a mis versos han de sobrevivir, es justo que también yo sobreviva a mis
cenizas”256. Al principio del libro 10º, imagina que Roma le dice:
“Gracias a este libro escaparás a las mansas aguas del odioso Leteo, y
sobrevivirás en la mejor parte de ti mismo”257.
Marcial tenía una visión perfecta de su arte. Sabía que sus poemas siendo el
entretenimiento de la gente baja y de los soldados en los campamentos de las
fronteras patrias, podían satisfacer igualmente a los letrados más exigentes, porque hay
poemas y libros para todo los gustos. Respetando incluso a las personas más humildes,
se plantea el cuadro universal de la idea humana y observa a sus conciudadanos, sus
vicios, sus virtudes y canta entusiasmado todo cuanto en ellos observa directa o
indirectamente. Todos miran las tragedias, nos dirá él, como obras trascendentales,
pero las dejan a un lado y leen los epigramas258.
Fama de Marcial
No se equivocaba el poeta. Él mismo advertía que sus obras se leían en todo
el mundo259. Roma entera buscaba los epigramas de Marcial 260, y se veía señalado con
el dedo, cuando iba por la calle261. De ahí procedía el ansia con que algunos poetas
segundones le copiaban los poemas y los declamaban y publicaban como propios262.
En tu libro de mis epigramas has puesto una página tuya, que te declara ladrón263.
Y a otro plagiario viene a decirle algo así como que sus versos le sientan
como una peluca a un calvo264.
A uno que juntaba sus versos con los de Marcial, le dice:
256 7, 44, 7-8.
257 10, 2, 7-8.
258 4, 49, 9-10.
259 3, 95, 7-8; 5, 13, 3-4; 5, 15 y 16; 8, 61, 3-5; incluso entre los Getas y los Britanos, 11, 3, 1-5. Cf.
etiam Ovid. Trist. 4, 9, 19-24; ibid. 10, 128-30.
260 6, 60; 12, 11, 8.
261 6, 82, 3.
262 1, prol., 3; 1, 29, 38 y 52.
263 1, 53.
264 1, 72; cf. 1, 29, 63, y 91; 10, 102; 11, 94.
45
“¿Por qué mezclas, necio, tus versos con los míos? ¿A ti qué,
desgraciado, con un libro que te acusa?265 ¿Por qué quieres reunir en un
rebaño a las zorras con los leones y hacer a las lechuzas semejantes a las
águilas? Aunque tengas uno de los dos pies de Ladas, estúpido, en vano
correrás con una pata de palo”266.
Y luego sucedió entre los poetas la manía opuesta de presentar sus pobres
engendros como poemas de Marcial267; pero tiene buen cuidado de advertir que si los
poemas ofenden a alguien, no son suyos268.
Quizás cuando veía su obra tan varia y tan dispersa, y la comparaba con la
más uniformada de Catulo, pensaba Marcial que a él le faltó una amada a quien
cantar269. Es curioso que, al observarse así favorecido por la fortuna y conocido en
todo el mundo, le ocurra el pensamiento: sí, muy conocido, pero lo es más el caballo
Andremón270.
No le faltaban editores. El primero del que nos habla Marcial es Quinto Polio
Valeriano, a quien envía al presunto comprador271; Trifón 272, Segundo, que tenía su
librería en el Argileto273, y Atrecto, que también tenía su tienda por la misma región 274.
Pero este éxito editorial no daba dinero a su autor275, aunque sí a los libreros, como
dice el propio autor: Mi libro 13º te costará cuatro monedas; el librero Trifón lo podría
vender por la mitad, y ganaría, pero al autor se le entregaban unas insignificantes
quisquillas.
En la Edad Media debieron de formarse florilegios de la obra de Marcial, como
testimonian los códices más antiguos del siglo X, que son propiamente antologías. En
la época del Renacimiento se relacionó a Marcial con Catulo. En el siglo XVI, al socaire
de la poesía epigramática en latín de Navagiero y de Flaminio, se puso muy en boga
265 De hurto o, mejor diríamos, de plagio; cf. 1, 53.
266 10, 100.
267 Cf. 7, 12, 5-8; 72, 12-17; 10, 3.
268 10, 33, 5-10.
269 8, 73.
270 10, 9, 5.
271 1, 113.
272 4, 72, 2.
273 1, 2, 7; 1, 3, 1.
274 1, 117. Cf. W. Allen, Martial. Knight, publisher and poet: CJ 65 (1970), 345-357.
275 1, 76, 4; 5, 16, 10; 11, 3, 6. Sobre el precio del libro 13º, cf. 13, 3, 1-4.
46
Marcial, de quien dependen directa o indirectamente todos los epigramistas de los
siglos XVII y posteriores.
En realidad es uno de los pocos autores a los que nunca faltaron lectores
cualificados. Lessing y Goethe fueron grandes admiradores suyos. Escribió Lessing:
“Son innumerables los poetas anteriores a Marcial, así griegos como romanos, pero
con anterioridad a él no había existido ningún epigramista”.
Si en nuestros tiempos es más elogiado que leído, se debe sin duda menos a
lo escabroso de sus temas que a las innegables dificultades que ofrecen no pocos de
sus epigramas. Es un poeta tan de su época, tan arraigado se muestra en la Roma de
su siglo, que su sentido es solamente asequible mediante el conocimiento exacto de
las circunstancias en que está inmersa su vida que no siempre nos es dado conocer.
Satírico ingenioso, socarrón redomado y gran artista, presenta las situaciones más
reales con una ligereza en apariencia fácil, en un lenguaje exacto y pulido, sin vestigio
alguno de retórica, caso único en la poesía de su tiempo. “Uno de los más grandes
pintores de costumbres de todos los tiempos, y en nuestra opinión, el representante
más conspicuo de un género literario peculiar, el epigrama, en la literatura universal,
nos traza de la sociedad romana un cuadro mucho más variado que su contemporáneo
Estacio, aunque no sea un cuadro muy encantador” (A. Gudeman, Hist. de la Lit.
Latina).
José Guillén