viernes, 16 de marzo de 2012

NOTICIA DE LA SEMANA


Homenajeará FILG a clásicos de la literatura en Día Mundial del Libro

CULTURA • 
La feria propuso a “El Hobbit”, de John Ronald Reuel Tolkien; “Drácula”, de Bram Stoker, y “Grandes esperanzas”, de Charles Dickens, para que los lectores elijan a uno y éste sea el homenajeado el próximo 23 de abril.
Guadalajara  • La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara propone tres clásicos de la literatura universal para que los lectores elijan al autor que será homenajeado el próximo 23 de abril, durante la celebración del Día Mundial del Libro.
“El Hobbit”, de John Ronald Reuel Tolkien; “Drácula”, de Bram Stoker, y “Grandes esperanzas”, de Charles Dickens, son los candidatos para la lectura en voz alta que se efectuará en la Rambla Cataluña y en diversos municipios de Jalisco y otros estados de la República Mexicana.
La votación estará abierta a partir de hoy y hasta el viernes 23 de marzo, a través del sitio electrónico de la FIL Guadalajara, así como una urna ambulante que visitará diversos espacios y medios de comunicación de la ciudad.
Los resultados se darán a conocer el lunes 26 de marzo. Ese día se abrirá el registro en línea para quienes quieran inscribirse al maratón de lectura en voz alta.
El 23 de abril, en la Rambla Cataluña, cada uno de los lectores recibirá un libro y una rosa, cortesía del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara, como lo marca la tradición catalana de Sant Jordi, que inspiró el festejo del Día Mundial del Libro.
La jornada de lectura en voz alta tendrá lugar en la Rambla Cataluña de 10:00 a 21:00 horas. En ese espacio habrá también una muestra de libros con la participación de editoriales y librerías locales.
Estarán presentes la Dirección de Publicaciones de la Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco, algunas de las grandes editoriales, grupos independientes y cadenas libreras.
El Día Mundial del Libro fue instituido en 1995 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
En Jalisco es organizado desde 2002 por la Feria Internacional del Libro y el Ayuntamiento de Guadalajara. En sus 10 anteriores ediciones, el maratón ha sumado las voces de 48 mil 730 lectores en cien sedes de Jalisco, Aguascalientes, Chihuahua, Colima, Distrito Federal, Guanajuato, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas, Zacatecas y Montreal (Canadá).
http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/82e40cb7b2f9779a08b92eae3da974d3

jueves, 15 de marzo de 2012

Maurice Maeterlinck. Premio Nobel de Literatura 1911.


Maurice Maeterlinck


(Gante, Bélgica, 29 de agosto de 1862 - Niza, Francia, 5 de mayo de 1949) fue un dramaturgo y ensayista belga de lengua francesa, principal exponente del teatro simbolista. En 1885 publica sus primeros poemas de inspiración parnasiana en la revista literaria y artística: Jeune Belgique. En 1886, abandona su profesión y se traslada a París donde entablará relación con los escritores que más van a influir en él: Stéphane Mallarmé y Villiers De L`Isle-Adam. Este último le hará conocer toda la profundidad del idealismo alemán (Hegel, Schopenhauer). En esa misma época Maeterlinck estudia a Ruysbroeck el Admirable, un místico flamenco del siglo XIV del que tradujo en 1891, `Ornement des noces spirituelles`, que le llevaron a descubrir las riquezas intuitivas del mundo germánico muy alejadas del racionalismo predominante en la literatura francesa. Con este espíritu, y notablemente influido por Novalis (George Philipp Friedrich von Hardenber) entra en contacto con el romanticismo de Jena (Alemania 1787-1831), en torno a August y Friedrich Schlegel y de la revista `l’Atthenäum`, precursor, en línea directa, del simbolismo. En las obras que Maeterlinck publica entre 1889 y 1896, se refleja esta influencia germánica. En 1890, se vuelve muy famoso gracias al escritor Octave Mirbeau. En 1902 escribe `Monna Vanna` obra teatral que interpretará Georgette Leblanc, actriz a la que conoció en 1895 y que será su compañera hasta 1919, año en el que contrae matrimonio con la joven Renée Dahon. En 1921 impartió clases en Estados Unidos y, en este país, pasó la II Guerra Mundial. Durante una corta estancia en Portugal, en 1937, escribió el prefacio del discurso político de Salazar: Une revolution dans la paix. En 1911 Maeterlinck fue galardonado con el premio Nobel de Literatura. Fue nombrado conde por el rey Alberto I de Bélgica y condecorado por franceses y belgas como recompensa por los servicios prestados a los aliados en la I Guerra Mundial. http://bit.ly/ac8VYD


miércoles, 14 de marzo de 2012

GIDE: LOS MONEDEROS FALSOS.

ANDRE GIDE: Los monederos falsos. 

Para 1975 estaba en la Universidad de Costa Rica - como en reiteradas ocasiones lo he manifestado- e iniciaba una carrera de Filología y de Derecho. La segunda carrera (la de Derecho) la terminé, la primera, me fue imposible acabarla. Sin embargo, tengo muy buenos recuerdos de mis profesores de Filología. Recuerdo que cuando me matriculé en el curso de Teoría Literaria con el profesor don Fernando Arce, no dejaba de hablar de LOS MONEDEROS FALSOS.  Equivocado o no, el punto de referencia siempre era la mencionada novela de Gide. Para aquella época la busqué tanto en las librerías universitarias como en el centro de San José, y NUNCA la pude hallar.
Para mí seguía siendo un profundo enigma la novela. ¿De qué se trataría? ¿Cuál sería su trama? ¿Me atraparía como lo han hecho otros autores?, me preguntaba. Pasaron muchos años y LOS MONEDEROS FALSOS, terminó siendo para mi persona UNA LEYENDA URBANA.
Aclaro también, que el asunto de leyenda urbana, lo destaco porque mucha gente en el ámbito universitario tenía completo conocimiento de la novela en mención PERO, nadie la había leído. La única persona, que sí la conocía perfectamente en nuestro medio literario era ALFONSO CHASE. Fue hace varios años que en una oportunidad en Chelles, estábamos hablando Alfonso y yo de literatura y salió a colación la novela: LOS MONEDEROS FALSOS. Alfonso me comentó, que él tenía dos ejemplares y que con gusto me regalaba uno. Al final por el ajetrear cotidiano, no nos poníamos de acuerdo para la entrega: en ocasiones yo no llegaba a la cita convenida o Alfonso no lo hacía.
Sin embargo, obtenía la novela de la manera más inesperada en versión digital. !Al final la leía! Y debo confesarlo muy a mi pesar y de mi ex profesor don Fernando Arce, la novela no me gustó: demasiado lenta, los acontecimientos se dan a un ritmo demasiado moroso, el tema o los temas como su tratamiento los observo en medio de una nebulosa y muy lejos de mis intereses literarios. !Quizá el equivocado sea yo, no lo sé. Es probable que el falto de sensibilidad en este caso sea mi persona, que no haya operado el CLICK que se necesita en toda obra literaria. Es por todos los motivos anteriores, que deseo ofrecerla en versión digital. Ojalá que a todos les agrade y se opere EL CLICK necesario.
Jorge Méndez- Limbrick. Escritor-abogado.

BIOGRAFIA: 
André Gide (París, 1869-1951) es uno de los autores esenciales de la literatura francesa del siglo xx y uno de los más controvertidos.
Galardonado con el Premio Nobel en 1947, su obra abarca la novela, el teatro, la poesía y la crítica. Sus títulos más famosos son: Las alimentos terrestres (1897), El inmoral (1902), La puerta estrecha (1909), Isabel (1911), La sinfonía pastoral (1919), El retomo del hijo pródigo (1907), Prometeo mal encadenado (1899), Los sótanos del Vaticano (1914), Los monederos falsos (1929), Corydon (1923), Si la semilla muere (1926). Producto de sus viajes son: Viaje al Congo (1928), El regreso del Chad (1928) y Vuelta de Rusia (1936), donde expresó su desagrado por el régimen estalinista. Entre su obra crítica destacan: Pretextos (1903), Nuevos pretextos (1919), Dostoievsky (1923), Ensayos sobre Montaigne (1929), Entrevistas imaginarias (1943) y Literatura de compromiso (1950). Su Diario (1885-1949) fue publicado en 1950. Teseo se edita por primera vez en castellano.

Después de mucho buscar y comparar encontré este buen comentario en la Red de LOS MONEDEROS FALSOS para los que tienen curiosidad:

'Los monederos falsos' de André Gide


'Los monederos falsos' de André Gide tiene jovencitos con uniforme que asisten a un internado. Esto es lo principal. Pero seguro que, a parte de éste, tiene otros méritos. Dejad que lo piense, porque tiene que tenerlos. Siempre que leo un libro lo primero que siento es si me gusta o no. Es sólo después que intento buscar las razones por las que el libro en cuestión me ha gustado o no. Primero me llevo una impresión y luego la analizo. Me es imposible hacer el camino inverso: primero analizarlo y después decidir si es bueno o no, que para mí es lo mismo que decir si me gusta o no. Esto conlleva un problema que no se puede ignorar por más que lo intente. Acabo dando como razones por las que me gusta un libro sus características intrínsecas y me ocurre a veces que las mismas características hacen que a veces me guste un libro y a veces odie otro.

No sé si me explico bien, pero esto es lo que me ha sucedido con 'Los monederos falsos' y probablemente me sepa explicar mejor con este ejemplo concreto. Para empezar, en 'Los monederos falsos' hay un personaje (Edouard) que está escribiendo una novela titulada 'Los monederos falsos' y hay abundantes reflexiones metaficcionales a propósito de la naturaleza de la novela que estamos leyendo. Los personajes son sólo personajes, creados únicamente para ser los agentes de una serie de acciones y conversaciones. Las conversaciones son unas conversaciones largas y pedantes que nunca tendríamos en la vida real. Y la forma en que las vidas de los personajes se cruzan es rebuscada (todos están relacionados con todos) e inverosímil, típica de culebron con hijos y amantes secretos por doquier. Aquí la palabra clave es "inverosímil". No es sólo que parece que a Gide no se fije lo más mínimo en si su obra es verosímil o no, sino que parece que se haya propuesto hacer una obra lo más inverosímil que pueda.

Cualquiera de estas características por si sola haría que mi cara se contrayera en una mueca de disgusto. Sin embargo, en 'Los monederos falsos' no es sólo que la metaficción y la inverosimilitud no me hayan molestado, es que creo que la novela no podía haber sido escrito de otra forma, esta metaficción y esta inverosimilitud son dos de sus más grandes virtudes. Y cuando me pasa algo así, lo único que puedo hacer es encogerme de hombros y decir que hay recursos que a veces funcionan y a veces simplemente no funcionan y que yo no me siento capaz de saber decir qué es lo que los hace funcionar y qué es lo que no. En una de las conversaciones sobre la novela que estamos leyendo y que Edouard está escribiendo, éste nos dice que quiere hacer una novela que sea toda artificio, nada realista, una novela teórica y abstracta, que haga que los lectores digan "¡Por Dios, esto nunca pasa en la vida real!", pero que sin embargo haga que los lectores se vean totalmente reconocidos en las escenas y los personajes que describe. Y efectivamente Gide consigue esto. Es imposible no leer el capítulo (¡oh, qué capítulo más magnífico!) del reencuentro en la estación de Edouard y su sobrino Olivier y no verse reconocido en la imposibilidad de los dos de decir lo que sienten y de comprenderse el uno al otro. ¡Oh, magnífico!

Edouard dice que su novela no tiene argumento, pero en realidad no es exactamente así. Edouard dice que su novela no tiene tema, pero en realidad habla de tantísimas cosas: conflicto generacional, relaciones entre padres e hijos, amor, sexo, amor platónico versus sexo, adulterio, homosexualidad, religión, cinismo, suicidio, masturbación, culpabilidad, y por supuesto literatura. Pero diría que en último término de lo que habla 'Los monederos falsos' es del bien y del mal. Como las monedas falsas, todos los personajes aparentan algo que no son, pero cuando se acaba descubriendo qué son realmente pierden todo su valor. Todos los personajes, como las monedas, tienen una cara oscura. En último término, la moraleja de esta obra es que debemos luchar contra nuestro lado oscuro. Pero, aunque sea una obra moral, evidentemente la moralidad de Gide es diferente a la moralidad al uso, conviene decirlo.

Los personajes básicamente se dividen en adolescentes o preadolescentes y ancianos. Por más que Edouard tenga 38 años es un adolescente porque se comporta como tal. Los ancianos representan un mundo que se extingue, el mundo en que la bondad y la pureza de los niños no era una falacia, y son numerosas las escenas en que los ancianos les cuentan a los niños lo buenos que son mientras a estos niños se les escapa la risa o en las que alguno de los ancianos cree que Edouard es más bueno de lo que en realidad es y éste se muere de vergüenza y sentimiento de culpa. Es una obra profundamente y extenuadoramente cínica. Cruel y lúcida. Me encanta que sea tan lúcida y cruel como para llegar a proponer que, mientras que los adultos nos dicen que tenemos que ser buenos, en algunos círculos lo que realmente se valora es la maldad. El cinismo llega a quotas altísimas.

Cuadro con los personajes sacado de aquí.


Magnífica obra. Echaré de menos el cinismo de Armand, la lucidez de Edouard, el angst de Olivier, la rebeldía de Bernard, el trágico pequeño Boris, el patético viejo La Pérouse, la maldad sin escrúpulos del conde Passavant, la maldad con escrúpulos del fanfarrón de Georges, la cobardía del fanfarrón de Phiphi, la amistad entre Olivier y Bernard, el amor, la admiración y la necesidad que hay entre Edouard y Olivier, tantas, tantas, tantas cosas... De las mejores novelas (francesas o no) que he leído.

martes, 13 de marzo de 2012

Marcus Aurelius: MEDITACIONES.


MARCUS AURELIUS.

Si existe un libro que me ha conmovido enormemente es este: LAS MEDITACIONES DE MARCUS AURELIUS. 
Las meditaciones de Marcus Aurelius son un precepto de vida, de ética, moral, de la serenidad de espíritu, de estoicismo en el más riguroso concepto. El destino lo arrojó a ser Emperador Romano pero, el por derecho propio se erigió como uno de los grandes filósofos del imperio.
Trataré de "postear" en la medida posible todas las semanas fragmentos de LAS MEDITACIONES DE MARCUS AURELIUS para reflexión de todos ustedes y mía también. 

 Marco Aurelio Antonino Augusto2 (apodado "El Sabio") (26 de abril de 1213 – 17 de marzo de 180) nacido en Roma, fue emperador del Imperio romano desde el año 161 hasta el año de su muerte en 180. Fue el último de los llamados Cinco Buenos Emperadores, tercero de los emperadores Hispanos y es considerado como una de las figuras más representativas de la filosofía estoica.
Su gobierno estuvo marcado por los conflictos militares en Asia frente a un revitalizado Imperio parto y en Germania Superior frente a las tribus bárbaras asentadas a lo largo del Limes Germanicus, en la Galia y a lo largo del Danubio. Durante el período de su imperio tuvo que hacer frente a una revuelta en las provincias del Este liderada por Avidio Casio a la cual aplastó.
La gran obra de Marco Aurelio, Meditaciones, escrita en griego helenístico durante las campañas de la década de 170, todavía es considerada como un monumento al gobierno perfecto. Es descrita como "una obra escrita de manera exquisita y con infinita ternura".4

LIBRO III


1. No sólo esto debe tomarse en cuenta, que día a día se
va gastando la vida y nos queda una parte menor de ella, sino
que se debe reflexionar también que, si una persona
prolonga su existencia, no está claro si su inteligencia será
igualmente capaz en adelante para la comprensión de las cosas
y de la teoría que tiende al conocimiento de las cosas divinas
y humanas. Porque, en el caso de que dicha persona
empiece al desvariar, la respiración, la nutrición, la imaginación,
los instintos y todas las demás funciones semejantes
no le faltarán; pero la facultad de disponer de sí mismo, de
calibrar con exactitud el número de los deberes, de analizar
las apariencias, de detenerse a reflexionar sobre si ya ha llegado
el momento de abandonar esta vida y cuantas necesidades
de características semejantes precisan un ejercicio exhaustivo
de la razón, se extingue antes. Conviene, pues,
apresurarse no sólo porque a cada instante estamos más cerca
de la muerte, sino también porque cesa con anterioridad
la comprensión de las cosas y la capacidad de acomodamos
a ellas.

2. Conviene también estar a la espectativa de hechos
como éstos, que incluso las modificaciones accesorias de

las cosas naturales tienen algún encanto y atractivo. Así,
por ejemplo, un trozo de pan al cocerse se agrieta en ciertas
partes; esas grietas que así se forman y que, en cierto
modo, son contrarias a la promesa del arte del panadero,
son, en cierto modo, adecuadas, y excitan singularmente el
apetito. Asimismo, los higos, cuando están muy maduros,
se entreabren. Y en las aceitunas que quedan maduras en
los árboles, su misma proximidad a la podredumbre añade
al fruto una belleza singular. Igualmente las espigas que se
inclinan hacia abajo, la melena del león y la espuma que
brota de la boca de los jabalíes y muchas otras cosas,
examinadas en particular, están lejos de ser bellas; y, sin
embargo, al ser consecuencia de ciertos procesos naturales,
cobran un aspecto bello y son atractivas. De manera
que, si una persona tiene sensibilidad e inteligencia suficientemente
profunda para captar lo que sucede en el
conjunto, casi nada le parecerá, incluso entre las cosas que
acontecen por efectos secundarios, no comportar algún encanto
singular. Y esa persona verá las fauces reales de las
fieras con no menor agrado que todas sus reproducciones
realizadas por pintores y escultores; incluso podrá ver con
sus sagaces ojos cierta plenitud y madurez en la anciana y
el anciano y también, en los niños, su amable encanto.
Muchas cosas semejantes se encontrarán no al alcance de
cualquiera, sino, exclusivamente, para el que de verdad esté
familiarizado con la naturaleza y sus obras.

3. Hipócrates después de haber curado muchas enfermedades,
enfermó él también y murió. Los caldeos predijeron
la muerte de muchos, y también
a ellos les alcanzó
el destino. Alejandro, Pompeyo y Cayo César, después de
haber arrasado hasta los cimientos tantas veces ciudades
enteras y destrozado en orden de combate numerosas miríadas
de jinetes e infantes, también ellos acabaron por perder
la vida. Heráclito'^\ después de haber hecho tantas investigaciones
sobre la conflagración del mundo, aquejado de hidropesía
y recubierto de estiércol, murió. A Demócrito'^'^,
los gusanos; gusanos también, pero distintos, acabaron con
Sócrates. ¿Qué significa esto? Te embarcaste, surcaste mares,
atracaste: ¡desembarca! Si es para entrar en otra vida,
tampoco allí está nada vacío de dioses; pero si es para encontrarte
en la insensibilidad, cesarás de soportar fatigas y
placeres y de estar al servicio de una envoltura tanto más
ruin cuanto más superior es la parte subordinada: ésta es
inteligencia y divinidad; aquélla, tierra y sangre mezclada
con polvo.


4. No consumas la parte de la vida que te resta en hacer
conjeturas sobre otras personas, de no ser que tu objetivo
apunte a un bien común; porque ciertamente te privas
de otra tarea; a saber, al imaginar qué hace fulano y por
qué, y qué piensa y qué trama y tantas cosas semejantes
que provocan tu aturdimiento, te apartas de la observación
de tu guía interior» Conviene, por consiguiente, que en el
encadenamiento de tus ideas, evites admitir lo que es fruto
del azar y superfluo, pero mucho más lo inútil y pernicioso.
Debes también acostumbrarte a formarte únicamente
aquellas ideas acerca de las cuales, si se te preguntara de
súbito: «¿En qué piensas ahora?», con franqueza pudieras
contestar al instante: «En esto y en aquello», de manera
que al instante se pusiera de manifiesto que todo en ti es
sencillo, benévolo y propio de un ser sociable al que no
importan placeres o, en una palabra, imágenes que procuran
goces; un ser exento de toda codicia, envidia, recelo o
cualquier otra pasión, de la que pudieras ruborizarte reconociendo
que la posees en tu pensamiento. Porque el
hombre de estas características que ya no demora el situarse
como entre los mejores, se convierte en sacerdote y servidor
de los dioses, puesto al servicio también de la divinidad
que se asienta en su interior, todo lo cual le inmuniza
contra los placeres, le hace invulnerable a todo dolor, intocable
respecto a todo exceso, insensible a toda maldad,
atleta de la más excelsa lucha, lucha que se entabla para
no ser abatido por ninguna pasión, impregnado a fondo de
justicia, apegado, con toda su alma, a los acontecimientos
y a todo lo que se le ha asignado; y raramente, a no ser
por una gran necesidad y en vista al bien común, cavila
lo que dice, hace o proyecta otra persona. Pondrá únicamente
en práctica aquellas cosas que le corresponden, y

piensa sin cesar en lo que le pertenece, que ha sido hilado
del conjunto; y mientras en lo uno cumple con su deber,
en lo otro está convencido de que es bueno. Porque el
destino asignado a cada uno está involucrado en el conjunto
y al mismo tiempo lo involucra. Tiene también presente
que todos los seres racionales están emparentados y
que preocuparse de todos los hombres está de acuerdo con
la naturaleza humana; pero no debe tenerse en cuenta la
opinión de todos, sino sólo la de aquellos que viven conforme
a la naturaleza. Y respecto a los que no viven así,
prosigue recordando hasta el fm cómo son en casa y fuera
de ella, por la noche y durante el día, y qué clase de gente
frecuentan. En consecuencia, no toma en consideración el
elogio de tales hombres que ni consigo mismo están satisfechos


5. Ni actúes contra tu voluntad, ni de manera insociable,
ni sin reflexión, ni arrastrado en sentidos opuestos. Con la
afectación del léxico no trates de decorar tu pensamiento. Ni
seas extremadamente locuaz, ni polifacético. Más aún, sea
el dios que en ti reside protector y guía de un hombre venerable,
ciudadano, romano y jefe que a sí mismo se ha asignado
su puesto, cual sería un hombre que aguarda la llamada
para dejar la vida, bien desprovisto de ataduras, sin tener
necesidad de juramento ni tampoco de persona alguna en
calidad de testigo. Habite en ti la serenidad, la ausencia de
necesidad de ayuda extema y de la tranquilidad que procuran
otros. Conviene, por consiguiente, mantenerse recto, no
enderezado.


6. Si en el transcurso de la vida humana encuentras un
bien superior a la justicia, a la verdad, a la moderación, a
la valentía y, en suma, a tu inteligencia que se basta a sí
misma, en aquellas cosas en las que te facilita actuar de
acuerdo con la recta razón, y de acuerdo con el destino en
las cosas repartidas sin elección previa; si percibes, digo,
un bien de más valía que ése, vuélvete hacia él con toda el
alma y disfruta del bien supremo que descubras. Pero si
nada mejor aparece que la propia divinidad que en ti habita,
que ha sometido a su dominio los instintos particulares,
que vigila las ideas y que, como decía Sócrates, se ha
desprendido de las pasiones sensuales, que se ha sometido
a la autoridad de los dioses y que preferentemente se preocupa
de los hombres; si encuentras todo lo demás más pequeño
y vil, no cedas terreno a ninguna otra cosa, porque
una vez arrastrado e inclinado hacia ella, ya no serás capaz
de estimar preferentemente y de continuo aquel bien que
te es propio y te pertenece. Porque no es lícito oponer al
bien de la razón y de la convivencia otro bien de distinto
género, como, por ejemplo, el elogio de la muchedumbre,
cargos públicos, riqueza o disfrute de placeres. Todas esas
cosas, aunque parezcan momentáneamente armonizar con
nuestra naturaleza, de pronto se imponen y nos desvían.
Por tanto, reitero, elige sencilla y libremente lo mejor y
persevera en ello. «Pero lo mejor es lo conveniente.»

Si lo es para ti, en tanto que ser racional, obsérvalo. Pero si
lo es para la parte animal, manifiéstalo y conserva tu juicio
sin orgullo. Trata sólo de hacer tu examen de un modo seguro.


7. Nunca estimes como útil para ti lo que un día te forzará
a transgredir el pacto, a renunciar al pudor, a odiar a
alguien, a mostrarte receloso, a maldecir, a fingir, a desear
algo que precisa paredes y cortinas. Porque la persona que
Es decir, «que precisa» ser, escondido.
prefiere, ante todo, su propia razón, su divinidad y los ritos
del culto debido a la excelencia de ésta, no representa tragedias,
no gime, no precisará soledad ni tampoco aglomeraciones
de gente. Lo que es más importante: vivirá sin perseguir
ni huir. Tanto si es mayor el intervalo de tiempo que va
a vivir el cueφo con el alma unido, como si es menor, no le
importa en absoluto. Porque aun en el caso de precisar desprenderse
de él, se irá tan resueltamente como si fuera a
emprender cualquier otra de las tareas que pueden ejecutarse
con discreción y decoro; tratando de evitar, en el curso de
la vida entera, sólo eso, que su pensamiento se comporte
de manera impropia de un ser dotado de inteligencia y sociable.


8. En el pensamiento del hombre que se ha disciplinado
y purificado a fondo, nada purulento ni manchado ni mal cicatrizado
podrías encontrar. Y no arrebata el destino su vida
incompleta, como se podría afirmar del actor que se retirara
de escena antes de haber finalizado su papel y concluido la
obra. Es más, nada esclavo hay en él, ninguna afectación,
nada añadido, ni disociado, nada sometido a rendición de
cuentas ni necesitado de escondrijo.








lunes, 12 de marzo de 2012

Premio Cervantes 1999 JORGE EDWARDS Escritor y ensayista chileno (Santiago de Chile, 1931)


Premio Cervantes 1999
JORGE EDWARDS
Escritor y ensayista chileno
(Santiago de Chile, 1931)


Cursa sus estudios secundarios con los
jesuitas y los superiores, de Filosofía y Letras y Derecho, en la Universidad de Chile. En
1958 comienza su carrera diplomática y el gobierno chileno lo envía a la Universidad
de Princeton a hacer estudios de postgrado sobre Política Internacional. En 1962 es
nombrado secretario de la Embajada de Chile en París.
Coincide allí con Vargas Llosa, con García Márquez, con Julio Cortázar, por lo que su
nombre está asociado al Boom latinoamericano, aunque él confiesa que ha visto el
boom desde los márgenes. Regresa de nuevo a Chile, en 1967, con otra mirada: le
interesa la ciudad desde el punto de vista arquitectónico. Durante este periodo
publicó sus libro de cuentos El Patio, Gente de la Ciudad y Las Máscaras, además de
la novela El Peso de la noche, sobre la decadencia de una familia de clase media.
Temas y variaciones es una antología de sus cuentos dispuesta y prologada por
Enrique Lihn en 1969.
En 1971, el gobierno de Salvador Allende lo envió como embajador a Cuba,
convertido así en el primer diplomático de los países latinoamericanos que llegaba a
la isla. Estuvo apenas tres meses, debido a sus discrepancias con el gobierno cubano y
sus críticas a las facetas dictatoriales de ese gobierno hicieron que fuera considerado
persona non grata y exigida su salida de la isla. Esta experiencia dará lugar a su
controvertido libro Persona non grata (1973), por el que ganó notoriedad al crear una
gran polémica entre los escritores hispanoamericanos.
A su regreso de Cuba, Edwards fue enviado de nuevo como secretario de la
embajada a París, donde estaría a las órdenes de Pablo Neruda. Sobreviene entonces
el golpe de Estado del dictador Augusto Pinochet y Edwards se ve forzado a
abandonar la carrera diplomática, exiliándose en Barcelona, donde trabaja en la
editorial Seix Barral y se dedica a la literatura y el periodismo.
Edwards, restablecida ya la democracia, regresa a Chile en 1978. Contribuyó a formar
con la Sociedad de Escritores de Chile, el Comité de Defensa de la Libertad de
Expresión y, en 1982, ingresó como miembro de la Academia Chilena de la Lengua. El
presidente Eduardo Frei lo nombró embajador de Chile ante la UNESCO (1994-1996).
“La crónica –ha dicho Edwards- es mi atadura periodística, pero me divierte y he
tratado de que sea un género literario. Hay vasos comunicantes entre la crónica, la
novela, el cuento”. Jorge Edwards es colaborador asiduo de diversos diarios, ya sea en
su Chile natal, en el resto de Latinoamérica (La Nación de Buenos Aires) o en Europa
(Le Monde, El País o Il Corriere della Sera). Actualmente escribe una columna de
opinión los días viernes en el diario La Segunda. Gran parte de su obra periodística se
ha publicado en El whisky de los poetas (1997) y Diálogos en un tejado (2003).
La obra de Jorge Edwards consiste fundamentalmente en novelas y relatos cortos. Su
temática supuso un distanciamiento de la habitual en la literatura chilena ya que, en
lugar de abordar la vida rural, se centró en los ambientes urbanos y la clase media-alta
de su país. Como novelista, además de las ya mencionadas, ha publicado Los
convidados de piedra (1978), ambientada en el golpe de estado de 1973; El museo de
cera (1981), una alegoría política; La mujer imaginaria (1985), sobre la liberación de
una artista de clase alta en la mediana edad; El anfitrión (1988), una recreación
moderna del mito de Fausto; El origen del mundo (1996), una reflexión sobre los celos,
ambientada en París; El sueño de la historia (2000); El inútil de la familia (2004) y La casa
de Dostoyevski (2008), por la que acaba de ganar la segunda edición del Premio
Iberoamericano Planeta-Casa de América de Narrativa.
Sin embargo, también ha escrito ensayos y biografías: Desde la cola del dragón (1973),
por el que obtuvo el Premio de Ensayo Mundo en 1977; Adiós poeta (1990), una
biografía muy personal de Pablo Neruda que ha tenido mucho éxito precisamente por
no referirse al hombre político, sino al Neruda de la intimidad, y Machado de Assis
(2002).
En 1994, recibió en Chile el premio Nacional de Literatura. En 1999 obtuvo el principal
galardón literario en lengua española, el Premio Cervantes.

SEGUNDA NOTA BIOGRÁFICA:

Jorge Edwards (Santiago, Chile, 29 de julio de 1931 - ). Escritor, crítico literario, periodista y diplomático chileno.
Nacido en el seno de una familia acomodada y educado por los jesuitas, Jorge Edwards es, junto con José Donoso, el más destacado representante de la narrativa chilena. Graduado en Derecho por la Universidad de Chile en 1958, comenzó la carrera diplomática y fue enviado por el gobierno chileno en 1959 a la Universidad de Princeton (Estados Unidos) para estudiar ciencias políticas. En 1962 fue nombrado secretario de la Embajada de Chile en París, regresando al país en 1967 donde ostentó el cargo de Jefe del Departamento de Europa Oriental en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Durante este período publicó sus libro de cuentos `El Patio`, `Gente de la Ciudad` y `Las Máscaras` y la novela `El Peso de la Noche`. Durante su primera misión diplomática en París trabó amistad con Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, entre otros. su nombre está asociado, por lo tanto, con el llamado boom latinoamericano.


Su consagración vendría sin embargo más tarde.


En 1971, el gobierno de Salvador Allende le envió como embajador a la Cuba de Fidel Castro, puesto en el que estuvo apenas tres meses, debido a sus discrepancias con el régimen revolucionario castrista y sus críticas a las facetas dictatoriales del régimen cubano. Fruto de sus experiencias en Cuba (Edwards fue declarado persona non grata y exigida su salida de la isla) sería su obra Persona non grata (1973), por la ganó notoriedad, y en la que realiza una crítica sobria y a la vez corrosiva contra el estalinismo y el régimen socialista cubano. La obra, que conseguiría el raro mérito de estar prohibida simultáneamente por las dictaduras chilena y cubana, le granjeó la enemistad de las fuerzas políticas de izquierda y creó una gran polémica entre los escritores latinoamericanos.


A su regreso de Cuba, Edwards fue enviado de nuevo como secretario de la embajada a París, donde estaría a las órdenes de Pablo Neruda. Tras el golpe de estado de Augusto Pinochet, Edwards se vio forzado a abandonar la carrera diplomática, exiliándose en Barcelona (España), donde trabajaría en la editorial Seix Barral y dedicándose a la literatura y el periodismo. Edwards no regresaría a Chile hasta 1978, donde fue uno de los fundadores y posteriormente presidente del Comité de Defensa de la Libertad de Expresión. Restablecida la democracia en Chile, el presidente Eduardo Frei lo nombró embajador de Chile ante la UNESCO (1994 - 1996). En 1999 obtuvo el principal galardón literario en lengua española, el premio Cervantes.


La obra de Jorge Edwards consiste fundamentalmente en novelas y relatos cortos. La temática de Edwards supuso un distanciamiento de la habitual en la literatura chilena, ya que en lugar de abordar la vida rural, se centró en los ambientes urbanos y la clase media-alta de su país.


De este autor chileno: los lectores pueden bajar en digital el siguiente libro:
RESEÑA:
Edwards retorna a la crónica con la publicación de El whisky de los poetas (1994), libro que incluye textos sobre literatura, política y otros temas variados, escritos entre 1968 y 19



- 1 -CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1999
Discurso de JORGE EDWARDS.

La aventura del idioma.
Majestades, distinguidas autoridades, señoras y señores:
Si alguien me hubiera anunciado, cuando empecé a escribir versos y fragmentos de
prosa en cuadernos escolares, que algún día recibiría un Premio con el nombre de
Miguel de Cervantes, y que lo recibiría de las manos del Rey de España en persona, no
sólo me habría costado mucho creerlo. Abría tenido que decirme, además, que la vida
puede ser una aventura inesperada y enteramente extraordinaria. La concesión de este
premio es un honor insigne y que me conmueve en forma profunda. También, y así lo
comprendí desde el primer instante, es un reconocimiento que se hace a través mío de la
literatura chilena en su tradición y en su rica diversidad. Es el homenaje a una rama de
la literatura del idioma que comienza con don Alonso de Ercilla, uno de los primero
españoles chilenizados, conquistador conquistado, que sigue con maestros coloniales
como Alonso de Ovalle y Manuel de Lacunza, que continúa con Vicente Pérez Rosales
y Alberto Blest Gana, figuras señeras de nuestros siglo XIX, que llega hasta Pablo
Neruda , José Santos González Vera y Nicanor Parra, hasta José Donoso y Jorge Ellier,
entre muchos otros, y que todavía no termina. Agradezco, pues, con emoción, en
nombre propio y en nombre de todos. La literatura es un espacio mental, una corriente,
un río invisible que corre por el interior de todos nosotros, y la de chile es una nota
particular dentro del gran conjunto hispánico: una estrella lejana, periférica, y a la vez
curiosamente cercana, entrañablemente familiar, dentro de la maravillosa constelación
de nuestra lengua.
Debo decir que nunca estuve destinado por las circunstancias, por mi formación, por el
ambiente en el que me tocó crecer, a convertirme en un autor de artefactos verbales en
verso o en prosa. En el Colegio de San Ignacio de mi niñez, el viejo edificio de la calle
del barrio bajo de Santiago que llevaba el nombre, precisamente, del jesuita Alonso de
Ovalle, el autor de la Histórica Relación del Reino de Chile, predominaba todavía lo
peor del gusto estético de fines del siglo XIX. Teníamos que aprender de memoria y
recitar en un estrado, entre cortinajes y dorados de estuco, poemas de Quintana y de
Gabriel y Galán, o traducciones laboriosamente rimadas del francés Sully-Prudhomme,
quien hoy sólo es conocido en París como nombre de una calle y de una plazoleta, a
pesar de que obtuvo en su tiempo uno de los Premios Nobel de Literatura. La verdad es
que aquellos suplicios infantiles me hicieron desdeñar e incluso aborrecer la poesía.
Había, sin embargo, signos, indicios dispersos, y que apuntaba en otras direcciones, aun
cuando todavía no sabía interpretarlos. En mis años de preparatorias publiqué en la
revista del Colegio dos textos que había pergeñado no sé en qué momentos perdidos:
uno trataba de las ventajas de la navegación por mar; el otro era una biografía mínima
de Cristóbal Colón, nada menos, pero no atribuí el asunto a un gusto inexplicable y
repentino por la escritura, sino a un deseo adolescente de ser capitán de barco y de
CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1999
Discurso de JORGE EDWARDS.
- 2 -
correr mundos. En aquellos mismos tiempos, una vieja tía abuela, lectora infatigable,
conspiradora familiar, me llevaba a un lado y me mostraba las portadas de las novelas
de otro sobrino suyo, Joaquín Edwards Bello. "¿No sabes que tienes un pariente
escritor?", me preguntaba. Yo lo sabía en forma confusa, y sólo tenía la imagen de un
personaje más bien estrafalario, que había viajado hasta muy lejos, que había perdido su
herencia en ruletas del sur de Europa, y que después, para colmo, había regresado a
instalarse en un sector mal visto de Santiago.
Tres o cuatro años después, en una casa de lo que ya se llamaba el barrio alto, el dueño,
un arquitecto avanzado para el Chile de esos tiempos, se acercó al grupo de
adolescentes del que yo formaba parte y nos presentó a un poeta de voz nasal, de tez
aceitunada, vestido con un traje de gabardina de color verde botella. Era una casa
diferente de todas las que había visto antes, con un cuadro del entonces joven Roberto
Matta encima de un piano de cola negro, con dos dibujos de Pablo Picasso en una
esquina. "A la edad de ustedes", nos dijo el poeta, cuyo nombre, Pablo Neruda, sonaba
tan extraño como su voz, "yo estudiaba matemáticas en un banco del Cementerio
General, debajo de grandes magnolias, y le tenía un miedo pánico a los exámenes…"
Ya conocía el primero de sus Veinte Poemas de Amor, otro de mis textos de iniciación,
y devoré cada una de sus palabras como un maná. Pasaron años, sin embargo, antes de
que supiera del miedo a las matemáticas de uno de sus maestros, uno de los grandes
sudamericanos de lengua francesa, el Conde de Lautréamont: "¡Oh, matemáticas
severas!"
Ahora bien, por aquellos días había aparecido en mis programas de estudios un texto
curioso, una "obrecilla que se me cayó de las manos", como explicaba su autor citando a
Fray Luis, el Manual de Técnica Literaria de don Eduardo Solar Correa. Don Eduardo
era un fantasma de aquellos años: un caballero de patillas y de polainas, que hacía
revolotear su bastón por los terraplenes de la antigua Alameda de las Delicias y que era
blanco de toda clase de chirigotas y de bromas escolares. Pues bien, a pesar de su aura
estrafalaria, don Eduardo tenía, cosa que nosotros ni siquiera podíamos sospechar, un
gusto literario impecable. Empecé a seguir sus ejemplos de figuras literarias, de
cláusulas rítmicas, de formas métricas, y me vi sumergido sin saberlo en la gran
corriente, en la gran aventura de la lengua, en el río invisible. Don Eduardo definía la
figura de la paradoja y citaba: que muero porque no muero. La concesión: Pero también
que me confieses quiero / que es tanta la beldad de su mentira… La gradación, y daba
como ejemplo: Acude, corre, vuela / traspasa la alta sierra, ocupe el llano… Hipérbole:
Érase un hombre a una nariz pegado… Perífrasis: La blanca hija de la blanca espuma…
Aliteración: El ruido con que rueda la ronca tempestad…
Me descubrí empeñado en buscar por bibliotecas, librerías, desvanes, otros poemas de
Góngora, de don Francisco de Quevedo, de Garcilaso, de Argensola y Fray Luis de
León. Y desemboqué pronto en la prosa de la generación del 98. Azorín y Unamuno,
sensibilidades opuestas, en cierto modo complementarias, me acompañaron de
diferentes maneras, y aquí puedo dar un pequeño ejemplo de parodia, en mi viaje al
corazón de Cervantes. Los ejemplos de don Eduardo Solar Correa, en buenas cuentas,
habían sido como las breves notas musicales que anuncian un destino, como el primer
compás de una Quinta Sinfonía literaria. Y la literatura, tan remota en un principio, tan
ajena, fue la tarea a la que nadie, precisamente, me había destinado, y que asumí a pesar
de todo y contra casi todos.
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Llegué al Quijote, como digo, de la mano de sus grandes exégetas del 98, y encontré en
ese libro algo que después no he encontrado en ningún otro autor: ni en el Dante, ni en
Rabelais, ni en Molière, ni en el mismo Goethe. Algo que Cervantes sólo comparte,
quizás, con Shakespeare, aunque de otra manera, de un modo más fantasioso, más
aéreo, más bromista: un elemento de compasión profunda, de humanidad, de ironía, una
distancia que consuela y que redime, transmitidos con una gracia única. Los narradores
se multiplican, le hacen guiños al lector, le toman el pelo y a la vez lo cogen
amistosamente de la mano y lo llevan en su trayecto narrativo. Los personajes se salen
de las páginas, se transforman, se contagian unos con otros, en un proceso en que la
locura es cordura, en que el disparate es lúcido. "Loco, y no tonto", dice por ahí, en su
Vida de Don Quijote y Sancho, Unamuno, y yo me detengo en ese final de párrafo,
pensativo.
Para mí, el gran realismo mágico de la literatura en lengua española, el de una fantasía
superior, es el de la segunda parte del Quijote, el de la Cueva de Montesinos, el de
Clavileño, el del Caballero de los Espejos. El maravilloso desfile de la imaginación
medieval en el interior de la cueva de Montesions anuncia el desfile del mundo moderno
en el Aleph de Jorge Luis Borges. En ambos textos, el personaje, llevado por un guía
libresco y más o menos absurdo, sufre un golpe, una caída de alguna especie, medio
deliberada y medio involuntaria, entra en un estado de sueño profundo, no se sabe por
cuánto rato, y despierta para contemplar el espectáculo del universo. Cervantes es
nuestro contemporáneo, como Borges, como Neruda cuando viaja al corazón de don
Francisco de Quevedo, y esto significa que el centro del idioma está aquí, en esta sala,
en esta vieja e ilustre universidad, y también en todos nuestros vastos territorios, desde
la Araucanía de don Alonso de Ercilla y de Neruda hasta el Comala de Juan Rulfo, y
desde la meseta polvorienta de don Antonio Machado hasta el Genil de los viejos poetas
andaluces. Es un privilegio, un don extraordinario, y una deuda, un compromiso de por
vida.
Llego a la conclusión de que eran locos, estrafalarios, inútiles, pero que de tontos no
tenían nada, aquellos precursores y anunciadores de una vocación: el profesor de las
polainas con sus ejemplos a menudo deslumbrantes, pura energía verbal concentrada, y
la vieja tía lectora y conspiradora, muy pequeña de estatura, enormemente simpática, y
que parecía, precisamente, ejemplo de hipérbole, una mujer a una nariz pegada; el
extremado y apasionado Joaquín Edwards Bello, con su genio atrabiliario, y, desde
luego, el poeta del traje de gabardina, que parecía cargar en la voz y en los ojos con el
misterio de toda la poesía del mundo. No supe muy bien en un comienzo de qué se
trataba, en qué consistía con exactitud aquel llamado a leer y a escribir, y cuando
comencé a saber ya era tarde. Fue fascinante y, muchas veces, endiabladamente duro e
intrincado. Tuve que salir de un orden bien protegido e instalarme en suburbios más
bien inciertos. Hice muchas cosas, pero siempre la tarea principal, de noche, de
madrugada, en espacios de tiempo robado, al margen de documentos oficiales, fue la de
escribir ficciones, o la de introducir en la multiplicidad de los sucesos, en el enigma del
pasado, en los recovecos de la memoria, una coherencia, una estructura narrativa que
siempre, en definitiva, era imaginación, arte de la palabra. Las circunstancias me
obligaron a escribir, algunas veces, en contra de la corriente, de la moda, del
pensamiento al uso, y traté de hacerlo con naturalidad, sin pretensiones, sintiendo que la
escritura, antes que nada, es una forma de fidelidad, la exigencia de un acuerdo consigo
mismo, y que uno tiene el derecho y quizás hasta la obligación de transmitir la
experiencia a los demás. Todo el recorrido, en su desarrollo a veces accidentado, no ha
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sido actividad demasiado diferente, en realidad, que la del acompañante de don Quijote
a la Cueva de Montesinos, el primo del Bachiller de las bodas de Camacho, hombre
cuya profesión, según quiso contar, era la de humanista, y que había escrito una
enumeración de setecientas y tantas libreas, aparte de unos Metamorfoseos y de un
Suplemento. Después de todo, él tuvo la suerte de acompañar al Caballero de la Triste
Figura hasta el borde mismo del abismo y de escuchar después, de primera mano, su
deslumbrante relato. Nosotros también, a nuestra manera, hemos podido estar cerca de
don Quijote, o de los Quijotes nuestros, locos y no tontos, y hemos escuchado sus
extraordinarias historias. ¡Qué privilegio, y qué regalo!
En conclusión, sólo tengo motivos para agradecer. Nunca me arrepentí de haber seguido
la línea excéntrica, el llamado cuyas consecuencias no supe calcular en un comienzo y
que implicaba internarse por un camino más accidentado, más escabroso y dificultoso
de lo que parecía a simple vista. En una de sus últimas vueltas, sin embargo, me ha
conducido hasta aquí, hasta esta sala llena de memorias ilustres, y les repito que estoy
conmovido y que mi agradecimiento es hondo y duradero. Seguiré en la ruta durante
todo el tiempo que pueda quedarme, puesto que se trata, como ya lo he dicho, de un
destino, y lo haré con plena conciencia de que el Premio Miguel de Cervantes, esta gran
institución de la España democrática y moderna, me dará fuerzas para el resto del viaje.
Muchas gracias, pues, a todos ustedes.

domingo, 11 de marzo de 2012

RECOMENDACIÓN DE LA SEMANA: CAÍN. José Saramago.

JOSÉ SARAMAGO:


José Saramago nació en Azinhaga (Portugal) en 16 de noviembre de 1922- 18 de junio del 2010. Antes de responder a la llamada de la literatura trabajó en diversos oficios, desde cerrajero o mecánico, hasta editor. En 1947 publicó su primera novela, Tierra de pecado, ahora reeditada en Portugal, coincidiendo con los cincuenta años de su aparición. Pese a las críticas estimulantes que entonces recibió, el autor decidió permanecer sin publicar más de veinte años porque, como él afirma ahora «quizá no tenía nada que decir». Sin embargo, a finales de los sesenta se presentó con dos libros de poemas: Os poemas possiveis y Provavelmente alegría (parte de un ciclo que completaría en 1975 con O ano de 1993). Puede que la demorada publicación de sus textos sea el motivo por el que numerosos críticos lo consideran un «autor tardío». Y quizá sea cierto, aunque ello en modo alguno vaya en contra de una cuestión mucho más importante: Saramago es dueño de un mundo propio, minuciosamente creado, libro a libro, y su obra lleva muchos años situándolo en el primer plano literario de su país. Ya sus primeras publicaciones en prosa -Manual de pintura y caligrafía (1977) y Alzado del suelo (1980),- lo acreditan como un autor de indiscutible originalidad, por su controvertida visión de la historia y de la cultura.
No obstante, la celebridad y el reconocimiento a escala internacional le llegan con la aparición en 1982 de su ya legendaria novela Memorial del convento, a la que siguió El año de la muerte de Ricardo Reis. En esta última, su precisa y sentimental indagación del universo de Fernando Pessoa -a través de uno de sus heterónimos- se convierte casi de inmediato en una obra «de culto», que cruza todas las fronteras. El trabajo narrativo de José Saramago goza desde entonces de una admiración sin límites, que cada nuevo título va confirmando: La balsa de piedra (1986), Historia del cerco de Lisboa (1989), El evangelio según Jesucristo (1991), Casi un objeto (1994), Viaje a Portugal (1995) o Ensayo sobre la ceguera (1996). Todos estos textos -que suscitan tantos elogios como reñidos debates- consagran a José Saramago como una de las principales figuras de la literatura de este siglo.

Distinguido por su labor con numerosos galardones y doctorados honoris causa (por las Universidades de Turín, Sevilla, Manchester, Castilla-La Mancha y Brasilia), José Saramago ha logrado compaginar sus viajes y su labor literaria con su amor a Lisboa y sus estancias en Lanzarote, lugares en los que reside alternativamente y donde lleva adelante su búsqueda artística de todo aquello que la historia no recoge, sustrayéndolo al conocimiento del hombre. Algo que señala con justificada reiteración en Cuadernos de Lanzarote, verdadera autobiografía espiritual donde Saramago subraya las líneas maestras que guían su escritura.

Ha recibido el Premio Camoes, equivalente al Premio Cervantes en los países de lengua portuguesa.
Premio Nobel de Literatura 1998.

LIBRO RECOMENDADO DE LA SEMANA:
RESEÑA:
Qué diablo de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín.
Si en El Evangelio según Jesucristo José Saramago nos dio su visión del Nuevo Testamento, en Caín regresa a los primeros libros de la Biblia. En un itinerario heterodoxo, recorre ciudades decadentes y establos, palacios de tiranos y campos de batalla de la mano de los principales protagonistas del Antiguo Testamento, imprimiéndole la música y el humor refinado que caracterizan su obra.
Caín pone de manifiesto lo que hay de moderno y sorprendente en la prosa de Saramago: la capacidad de hacer nueva una historia que se conoce de principio a fin. Un irónico y mordaz recorrido en el que el lector asiste a una guerra secular, y en cierto modo, involuntaria, entre el creador y su criatura.

jueves, 8 de marzo de 2012

ANTONIO DI BENEDETTO: UN GIGANTE OLVIDADO

EFEMÉRIDES:


Estando una ocasión en la Soda Guevara (una sodita  ubicada frente a la entrada principal de la Universidad de Costa Rica, sodita hoy desaparecida y que, en mis años universitarios frecuentábamos todos aquellos que nos iniciábamos como escritores), se me acercó un amigo y me recomendó ZAMA, del escritor Antonio Di Benedetto. !Una joya! El ritmo lento, pausado, las imágenes, el estilo sin barroquismo de Di Benedetto me conmovieron y desde aquel momento soy su más fiel seguidor y admirador.

Hoy deseo rendir un humilde homenaje a este escritor no tan famoso como los escritores del boom pero, tan grande como cualquiera de ellos. !Ya he comentado en otras oportunidades que LA CRÍTICA LITERARIA DEL BOOM LATINOAMERICANO DESCALIFICÓ INJUSTAMENTE a grandes escritores entre ellos a: MANUEL MUJICA LAÍNEZ, ANTONIO DI BENEDETTO y otros más. Pienso, es hora que la NUEVA CRÍTICA LITERARIA los coloque en un sitial de HONOR como se merecen.

Antonio Di Benedetto nació en Mendoza el 2 de noviembre de 1922. Luego de cursar algunos años de abogacía, se dedicó al periodismo. El gobierno de Francia lo becó para realizar estudios superiores en esa especialidad. Como periodista fue subdirector del diario `Los Andes`, y corresponsal del diario `La Prensa`.
En 1953 publicó su primer libro, Mundo animal, con el que inició su brillante carrera de escritor cuya cima fue la novela Zama, acaso una de las más grandes novelas de la literatura argentina.
Antonio Di Benedetto recibió numerosos premios y distinciones por su labor: el gobierno italiano lo condecoró como caballero de la Orden de mérito en 1969, en 1971 la medalla de oro de Alliance Française, en 1973 fue designado miembro fundador del Club de los XIII, y un año después recibió la Beca Guggenheim.
Di Benedetto ocupa un destacado lugar en la narrativa contemporánea argentina. Para ello lo acreditan su personalísimo estilo, su capacidad de crear personajes vivos, su facultad inventiva, su aguda captación sensorial y su activa intencionalidad poética de remodelador del mundo.
En Zama, alcanzó su culminación el realismo profundo de Di Benedetto, fuerte, cruel, incisivo, supera las apariencias de las cosas y acoge en su seno los productos de la más pura fantasía creadora.
En 1976, pocas horas después del golpe militar del 24 de marzo, Di Benedetto fue secuestrado por el ejército. `Creo que nunca estaré seguro que fui encarcelado por algo que publiqué. Mi sufrimiento hubiese sido menor si alguna vez me hubieran dicho qué exactamente. Pero no lo supe. Esta incertidumbre es la más horrorosa de las torturas`, diría años más tarde. Humillado, golpeado y destrozado anímicamente, fue excarcelado el 4 de septiembre de 1977 y se exilió en Estados Unidos, Francia y España. Regresó definitivamente a la Argentina en 1985. Murió víctima de un derrame cerebral el 10 de octubre de 1986 en Buenos Aires.

ZAMA
RESEÑA
Como la mayor parte de los acontecimientos literarios, la aparición de Zama en 1956 pasó prácticamente desapercibida. Algunas reseñas bibliográficas aisladas señalaron sin embargo la calidad del libro. Abelardo Arias diría más tarde, y con razón, que si Antonio Di Benedetto hubiese escrito sus cuentos y novelas en París y no en Mendoza, su ciudad, sería mundialmente famoso, a diferencia de otros escritores latinoamericanos que escriben desde Europa y han alcanzado de ese modo, y quizás por esa razón, gran renombre en las letras continentales pero no mundiales, Zama ocupará algún día ese lugar codiciado. Si los críticos de habla española hablaran de los buenos libros y no de los libros más vendidos y más publicitados, de los libros que trabajan deliberadamente contra su tiempo y no de los que tratan de halagar a toda costa el gusto contemporáneo, Zama hubiese ocupado en las letras de habla española, desde su aparición, el lugar que merece y que ya empieza, de un modo silencioso, lento y férreo, a ocupar: uno de los primeros. Zama es superior a la mayor parte de las novelas que se han escrito en lengua española en los últimos treinta años, pero ninguna buena novela latinoamericana es superior a Zama.


La estructura interna de Zama es aparentemente simple. Es el protagonista mismo quien narra, en primera persona, diez años de su vida, años cruciales en que su decadencia física y moral va poniéndolo, como un río lento y terrible, en la orilla opuesta de la vida.


miércoles, 7 de marzo de 2012

NOTICIA:Piura, al norte de Perú, será escenario de la próxima novela de Vargas Llosa


Piura, al norte de Perú, será escenario de la próxima novela de Vargas Llosa
"Aún no puedo adelantar muchos detalles, pero parte de la novela ocurre en la Piura de hoy y tiene que ver justamente con ese proceso de transformación acelerado en que está afortunadamente embarcado el Perú y donde Piura tiene un lugar de vanguardia", dijo Vargas Llosa. EFE/Archivo
Lima, 6 mar (EFE).- La calurosa ciudad de Piura, en la costa norte de Perú, será el escenario de la próxima novela del premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, según sus declaraciones publicadas hoy en Lima.
"Aún no puedo adelantar muchos detalles, pero parte de la novela ocurre en la Piura de hoy y tiene que ver justamente con ese proceso de transformación acelerado en que está afortunadamente embarcado el Perú y donde Piura tiene un lugar de vanguardia", dijo Vargas Llosa en una rueda de prensa ofrecida en esta ciudad, según publicó el diario El Comercio.
El novelista se encuentra en Piura para recibir varias condecoraciones de universidades locales y del gobierno regional, pues vivió parte de su adolescencia en esta urbe, razón por la cual él mismo dijo que lo une una relación "entrañable".
"He seguido bastante de cerca la evolución de Piura y me siento más cómodo imaginando historias, personajes, situaciones en una ciudad como Piura que en otras que conozco mucho menos", añadió el escritor.
Piura era recordada por el novelista como una ciudad "pequeñita y casi invisible" en medio del desierto costero, pero en la actualidad es la puerta de ingreso a una región de intensa actividad industrial y comercial, así como el destino de turistas que buscan las mejores playas para correr olas.
"La relación de los seres humanos con las ciudades es como la relación entre los propios seres humanos. Hay algo que escapa al control de la razón y hace, de pronto, brotar sentimientos de atracción, simpatía, amor, como también de rechazo, de hostilidad y enemistad", apuntó Vargas Llosa.
(Agencia EFE)

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MANUAL DE CREATIVIDAD LITERARIA DE LA MANO DE LOS GRANDES AUTORES FRAGMENTO

  Literatura y vida Prólogo de Alicia Mariño Espuelas   Leer para vivir, como decía Gustave Flaubert, y como reza al comienzo de este libr...

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