miércoles, 1 de febrero de 2012

RAFAEL ALBERTI. PREMIO CERVANTES 1983. Del poeta Alberti el poemario que más me gusta es: SOBRE LOS ÁNGELES. He aquí un poema del libro:



RAFAEL ALBERTI. PREMIO CERVANTES 1983.
Del poeta Alberti el poemario que más me gusta es: SOBRE LOS ÁNGELES.
He aquí un poema del libro:


LOS ÁNGELES BÉLICOS
(NORTE, SUR)
Viento contra viento.
Yo, torre sin mando, en medio.
Remolinos de ciudades
bajan los desfiladeros.
Ciudades del viento sur,
que me vieron.
Por las neveras, rodando,
pueblos.
Pueblos que yo desconozco,
ciudades del viento norte,
que no me vieron.
Gentío de mar y tierra,
nombres, preguntas, recuerdos,
frente a frente.
Balumbas de frío encono,
cuerpo a cuerpo.
Yo, torre sin mando, en medio,
lívida torre colgada
de almas muertas que me vieron,
que no me vieron.
Viento contra viento.


Poeta, dramaturgo y pintor español
(Puerto de Santa María, Cádiz, 1902– 1999)
Su primera vocación fue la pintura. En 1917 se traslada
a Madrid con su familia. Muy pronto, comienza a visitar
el Museo del Prado y hace copias de los clásicos
españoles: Zurbarán, Goya, entre otros. En 1922, se
lleva a cabo la primera exposición individual de sus
cuadros y dibujos en el Saloncillo del Ateneo madrileño.
A partir de 1921, comenzó a abrirse camino su vocación poética. La nostalgia del mar,
unida a la lectura de los cancioneros del siglo XV y de la obra de Gil Vicente, marcan
el inicio de su producción poética con Marinero en tierra, por el que obtendrá el
Premio Nacional de Poesía en 1925. A este libro le siguieron La amante (1926), diario
poético de un viaje por Castilla, y El alba del alhelí. (1927).
En 1929 publica Cal y canto y Sobre los ángeles, fruto este último de una profunda crisis
personal que supone la irrupción violenta del verso libre. La etapa surrealista verá su
continuación en Sermones y moradas (1929-1930) y la serie de poemas homenaje a los
cómicos del cine mudo Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos
(1929).
En estos años, frecuenta la Residencia de Estudiantes donde entabla amistad con
García Lorca, Dalí, Buñuel y Moreno Villa; un poco después iniciará una profunda
amistad con José Bergamín. Junto con Gerardo Diego, será Alberti uno de lo
organizadores del homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla.
En 1930 se casa con María Teresa León. En 1931 estrena su primera obra dramática El
hombre deshabitado, “auto sacramental sin sacramento”, que se convierte en un
alegato contra el gobierno de Primo de Rivera.
Durante los años de la República, y gracias a una beca que le concede la Junta de
Ampliación de Estudios para estudiar el movimiento teatral europeo, viaja por Francia,
Alemania y la Unión Soviética. Poco después se afilia al Partido Comunista, lo que tuvo
gran trascendencia en su posterior labor poética y dramática. A su regreso a Madrid,
en 1933, funda con María Teresa León la revista Octubre. Entre ese y el siguiente año
conoce a Ilya Ehrenburg, a André Malraux; pasa un mes en Roma como huésped de
Valle Inclán y viaja a América para dar recitales y conferencias a favor de las víctimas
de la revolución de Asturias.
En agosto de 1936 regresa a España y es nombrado secretario de la Alianza de
Intelectuales Antifascistas y director del Museo Romántico. Participa activamente en la
guerra como soldado y en la organización del II Congreso Internacional de Escritores.
De esos años es su libro Poesía (1924-1938) y su drama largo De un momento a otro.
Drama de una familia española (1938-39), en el que toma elementos de su infancia
para analizar la toma de conciencia y de posición dentro de un ambiente represor. La
obra concluye el 18 de julio de 1936 y muestra un logrado tono épico en sus escenas
finales.
Acabada la guerra, se ve obligado a refugiarse, primero, en Francia –donde vivió con
Pablo Neruda unos meses- y, posteriormente, en Argentina donde estuvo hasta 1962,
cuando por causa de la dictadura argentina, para la que era un personaje incómodo,
se fue a Roma.
En 1941 nace su hija Aitana. Se publican Entre el clavel y la espada y El trébol florido;
este volumen junto con La Gallarda (1944-1945) y El Adefesio (1944), han sido
englobados bajo el rótulo de “teatro poético”. Noche de guerra en el Museo del
Prado (1956) es la pieza más lograda del teatro político de Alberti. En ella, las figuras de
los cuadros de Goya del Museo del Prado reviven durante el sitio de Madrid y levantan
una barricada para defenderse de los invasores. Hay que recordar que Alberti tuvo un
papel muy activo en el salvamento de las pinturas del Museo del Prado frente a los
bombardeos que, sobre Madrid, lanzaba la aviación franquista.
Durante el exilio, recorre Latinoamérica dando conferencias y recitales. En 1942
publica en México La arboleda perdida, evocador título que dio Alberti a la obra
destinada a recoger sus memorias. A partir de 1947 vuelve a la pintura y lleva a cabo
muchas exposiciones con obras inspiradas en sus poemas. En 1948 publica A la pintura.
Poema del color y la línea, en el que vuelca su afición pictórica en poemas dedicados
a pintores como el Bosco, Mantegna, Tiziano, Picasso, entre otros, a partir –según él- de
la añoranza del Museo del Prado.
La nostalgia inunda su poesía en el exilio, especialmente en Retorno de lo vivo a lo
lejano (1952). De 1953 es Ora marítima, seguida de Baladas y canciones del Paraná;
Abierto a todas horas. Ya instalado en Roma -donde traba amistad con Ungaretti,
Pasolini, Vittorio Gassman-, escribe Roma, peligro para caminantes, que se publica en
1968, donde la alegría por el retorno a la vieja civilización mediterránea contrasta con
la pesadumbre que origina el permanente recuerdo de España.
En 1961, apareció la primera edición de su Poesía Completa. En 1965 recibe el Premio
Lenin de la Paz y viaja a Moscú. En Italia estrena, en 1966, en el Teatro de la Scala de
Milán, un ballet basado en poemas de Sobre los ángeles. En 1968 aparece el Libro del
mar. En 1969, en el mismo Milán, tiene lugar la exposición El lirismo del alfabeto y, en
1970, Los ocho nombres de Picasso.
En 1976, María Casares estrena en Madrid El adefesio. En abril del año siguiente, Rafael
Alberti y María Teresa León, regresan a España en medio de una gran expectación. Es
elegido diputado a Cortes por Cádiz, pero enseguida renuncia para dedicarse a la
poesía. Se estrena en 1978, en el Teatro María Guerrero de Madrid, Noche de guerra
en el Museo del Prado. En ese mismo año comienza, en compañía de Nuria Espert, una
serie de recitales por toda España.
En 1981 recibe el Premio Nacional de Teatro y el Premio Pedro Salinas, junto con José
Bergamín, otorgado por la Universidad Menéndez Pelayo. Ha sido distinguido como
doctor honoris causa por la Universidad de Toulouse le Mirail y como Comendador de
las Artes y las Letras en Francia; es también doctor honoris causa por la Universidad de
Cádiz y la de Granada. Se le concedió la Medalla Picasso de la UNESCO. En 1983 se le
concede el Premio Cervantes.
En 1988 recibe un homenaje en el Teatro Romano de Mérida, bajo la dirección de Lluis
Pasqual. Al año siguiente publica Canciones para Altair. En 1990 se casa con María
Asunción Mateo. En 1993 recibe el Premio Andalucía de las Letras y, en 1994, se crea la
Fundación Rafael Alberti bajo su presidencia.
Desde 1992 pasa largas temporadas en su casa de El Puerto de Santa María, donde
después de unos años de gran actividad, muere el 27 de octubre de 1999.
- 1 -
Majestades:
El día 28 de mayo de 1963, después de casi veinticuatro años de exilio en la República
Argentina, hacía mi entrada, a través de la inmensa puerta del cielo, en la ciudad de
Roma. Yo tenía entonces sesenta y un años. Y unas ansias, unos deseos angustiosos, de
sumergirme, de perderme, de estrecharme, hasta desaparecer en aquel complicado y
peligroso laberinto de plazuelas y callejones del barrio que elegí como vivienda, el
romanesco Trastevere, alegre capital, dentro de Roma, de los gatos, las ratas, los veloces
ruidos, el griterío de los bares en las tardes de fútbol y, entre otras muchas cosas
atrayentes e insospechadas, las cordilleras de los no muy perfumados montones de
basuras, hacinados en las esquinas. Yo entré en Roma -dije- bajando de las nubes, por la
puerta del cielo, como cuatro siglos antes, en 1569, a la edad de veintidós años, entró
Miguel de Cervantes por la Porta del Popolo, besando primero una y muchas veces los
umbrales y márgenes de la entrada, saludando a la ciudad con lágrimas en los ojos.
¡Oh grande, oh poderosa, oh sacrosanta
alma ciudad de Roma!A ti me inclino
devoto, humilde y nuevo peregrino,
a quien admiraver belleza tanta.
Mi vista, que a tu fama se adelanta,
el ingenio suspende, aunque divino,
de aquel que a verle y adorarle vino,
con tierno afecto y con desnuda planta.
Yo he seguido los pasos de aquel Cervantes tan joven por el "alma ciudad", aquella
Roma que aún ignoraba ser la capital del Renacimiento, admirándola él por su grandeza
y antigüedad, "en sus despedazados mármoles, medias y enteras estatuas, sus rotos arcos
y derribadas termas, sus magníficos pórticos y anfiteatros grandes... sus puentes, sus
calles, que con sólo el nombre cobran autoridad sobre todas las de otras ciudades del
mundo: la Via Apia, la Flaminia, la Julia, la Aurelia ... ".
Cervantes fue feliz viviendo lo que él, entusiasta, llamó la vida libre de Italia, a pesar de
su pobreza y del rigor de sus dos años de soldado vagabundo, hasta que embarcó en la
galera Marcuesa, para perder la mano izquierda en la batalla de Lepanto, llevando bajo
la camisa, como coraza protectora, los poemas de Jorge Manrique que estaba leyendo.
Pero su vida libre de Italia jamás Cervantes la olvidó, como yo tampoco olvidaré
aquellos quince años de mi vida trasteverina, sobre todo, en la también nueva y libre
CEREMONIA DE ENTREGA DEL PREMIO CERVANTES 1983
Discurso de RAFAEL ALBERTI
- 2 -
Italia que amaneció acabada la segunda guerra mundial.Si no de España, en la que había
dejado tantas cosas, quebradas las raíces, yo llegaba a Italia de las inmensas tierras
argentinas, aquéllas que me habían dado asilo durante tantos años como para
considerarlas ya parte entrañable de los nuevos paisajes de mi vida. Tanto estaban en
mí, que al tenerlas que abandonar, volviendo nuevamente a Europa, pero no a mi
imposible patria todavía, supliqué a Roma, casi con la misma unción que Cervantes
arrodillado bajo la Porta del Popolo, me concediese su poderosa maravilla a cambio de
todo lo bello y doloroso que en aquellas tierras suramericanas había dejado.
Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
Yo pensé siempre, y sobre todo dentro de mi larga permanencia en Roma, que Miguel
de Cervantes es el escritor más genialmente iluminado de todos nuestros clásicos, al que
hay que amar más que a ninguno, sintiéndolo el más sufrido y golpeado, el más
profundamente ligado a nuestro pueblo, el de mayor presencia y latido moral en medio
de su tierra, aquel que muy bien pudo haber sido un miliciano voluntario en alguna
mesnada del Cid Campeador, un héroe madrileño en las barricadas del 2 de mayo
napoleónico, o un muchacho espontáneo de la calle en la defensa de Madrid al inicio de
nuestra guerra, de aquel Madrid para el que yo adapté su impresionante tragedia
Numancia en los días más peligrosos del asedio a nuestra capital de la gloria. Hay algo
en la desgarrada biografía de Cervantes, que lo hermana aún más con nosotros, con
tantos centenares de miles y miles de españoles que al acabarse aquella guerra sufrimos
cautiverio -llámese hoy campo de concentración- en el sur de Francia sobre todo y,
luego, en tantos negros campos de exterminio nazis.
Pero los padecimientos de Cervantes fueron aún mayores, pues duraron cinco
interminables años en los baños o cárceles de Argel, después de haber sido apresado por
los corsarios berberiscos cuando, embarcado en Nápoles en la galera El Sol, regresaba a
España.
En la galera El Sol, que oscurecía
mi ventura a la luz, a pesar mío,
fue la pérdida de otros y la mía...
- 3 -
¡La pérdida suya con la de tantos otros miles de cautivos! ¡Adiós, Italia, adiós, Nápoles,
que amó sobre todo! ¡Adiós, libertad!Allí, en Argel, se le agudiza a Cervantes, esclavo,
siempre con cadenas y casi desnudo, hasta hacérsele insufribles, como a nosotros, el
recuerdo de la patria cerrada, los años de infancia, los paisajes familiares, la incerteza, el
amor al oficio, a la profesión interrumpida y, luego, más tarde -y ahora aquí me refiero
solamente a los españoles de la guerra perdida- la inquietante llegada a tierras
desconocidas, ajenas, con la tremenda prisa por continuar, seguir viviendo, a ser posible
cada uno en lo suyo, en lo que era.
Mientras, Cervantes, siempre arrastrando sus cadenas y andrajos, ansiosamente
esperaba, lo mismo que nuestros refugiados, su rescate, alguien que lo reclamara, para
sentir después de sus cinco años de cautiverio, la amada libertad.
A las orillas del mar,
que con su lengua y sus aguas,
ya manso, ya airado, lame
del perro Argel las murallas,
con los ojos del deseo,
están mirando a su patria
tantos míseros cautivos
que del trabajo descansan,
y al son del ir y volver
de las olas en la playa,
con desmayados acentos,
esto lloran y esto cantan:
¡Cuán cara eres de haber!
¡Oh dulce España!
Nada hay más perturbadoramente doloroso que el sentir cómo nuestras raíces, esas que
tenemos hincadas hondamente en la tierra nativa, se nos parten. O, mejor diríamos, nos
las rompen violentamente, dejándolas al aire: una tremenda arrancadura, pero que casi
nunca llega a ser total, pues siempre nos quedan ramales, largas guías, tentáculos
agarrados a oscuras profundidades que no podemos conocer. Así, que todo lo que allí
dejamos hincado, roto, prendido en esas ensangrentadas entrañas, puede ser aún más
fuerte y doloroso que lo que arrastramos con nosotros adherido, pegado sin remedio a
nuestras plantas desterradas.
Cervantes suspira y llora por España, llenando de versos y creaciones futuras su
imaginación, que expresará después, amargamente enriquecido de aquella fatal vida de
cautiverio que lo condujo a las más largas desesperaciones, casi a la muerte. Nosotros,
los que pudimos arribar a otras tierras, aun con las destrozadas raíces al viento, lo
hicimos, sin ni remotamente sospechar, desde luego, que nuestro peregrinaje duraría
casi cuarenta años, premio este sólo para los que, al fin, pudimos regresar, ya que tantos
miles por aquellos países quedaron, y muchos para siempre.Entre ellos, parte de
nuestros más grandes poetas. Y permitidme que aquí los quiera recordar ahora, no
hablando de pintores, músicos, novelistas, profesores, todos ellos insignes, al lado de
nuestro más señalado pueblo trabajador, pues todos juntos formábamos lo que
denominó José Bergamín "la España peregrina". Y perdonad, repito, que recuerde tan
sólo a algunos de ellos en este día de iluminación y júbilo en el que el nombre de
Miguel Cervantes desciende sobre mí como una doble ala de armonía y amor,
- 4 -
uniéndome aún más, y en estos ya tan altos años de nuestra vida, a mis queridísimos
amigos los poetas de aquella década del veinte, Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo
Diego, de nuevo hoy más que nunca enlazados a mí por esta misma cervantina
distinción, este gran premio, que últimamente alcanzara también otro español, Luis
Rosales, poeta granadino, tan cerca de nuestra generación. Los nombres de Vicente
Aleixandre, Federico García Lorca, José Bergamín y Miguel Hernández no los puedo
olvidar aquí, ya que todos juntos recorrimos un igual camino hasta el desgaje, el tirón
violento de la guerra.
¡Cuán cara eres de haber, oh dulce España!
Cuando nuestro grande y lento Don Antonio Machado atravesó, a pie, los Pirineos,
acompañado de su ancianísima madre y con gran parte del ejército republicano camino
del destierro, aquella España, por la que suspiraba con lágrimas en los ojos Miguel de
Cervantes desde Argel, se la llevaba ya sobre su alma Don Antonio. El primer verso que
se escribe en el exilio es suyo:
Estos días azules y este sol de la infancia...
Único verso alejandrino, lleno ya de nostalgia y lejanía, que se encontró perdido en un
bolsillo del viejo gabán del poeta después de su muerte. Don Antonio tenía sesenta y
cuatro años.Miguel de Cervantes al morir, había cumplido ya sesenta y nueve.
¡Cuán cara eres de haber, oh dulce España!
Juan Ramón Jiménez se sentía muy dulcemente bien en su cementerio marino de San
Juan de Puerto Rico. En aquella ciudad había perdido a Zenobia, su mujer, el mismo día
que recibiera el Premio Nobel. Juan Ramón Jiménez vivió ocho años más que Miguel
de Cervantes. Con gusto Juan Ramón hubiera permanecido cerca de aquellas olas del
mar Caribe portorriqueño, soñando, desde lejos, con la mar blanca y los crepúsculos de
violeta de su Moguer, que tantas veces vio, como por transparencia, en sus años de
destierro norteamericano.
Y para recordar por qué he vivido, vuelvo a ti, río Hudson de mi mar Dulce como la luz
era el amor. Y por debajo de Washington Bridge (el puente más con más de New York)
pasa el campo amarillo de mi infancia.. Infancia, niño vuelvo a ser y soy, perdido tan
mayor, en lo más grande.Leyenda , inesperada. Dulce como la luz es el amor, y esta
New York es igual que Moguer, es igual que Sevilla y que Madrid.Puede el viento, en la
esquina de Broadway, como en la esquina de las Pulmonías de mi calle Rascón,
conmigo; y tengo abierta la puerta donde vivo con sol dentro.Dulce como este sol era el
amor.
Y Manuel Altolaguirre. Y Emilio Prados, malagueños los dos, frente a las costas
berberiscas, desde los litorales de su Málaga. Emilio, oscuro, lleno de galerías secretas,
- 5 -
de torturados subterráneos en busca de la luz, después de tantos años de exilio, sin
retorno.
Cierro los ojos.El sueño,
por ellos baja a escuchar
dentro de mi corazón,
el viento oscuro del mar.
¡Ya no podré despertar!
¡Ya no sabré despertar!
Tenía sesenta y tres años cuando murió en México.
¡Cuán cara eres de haber, oh dulce España!
Es otro malagueño el que ahora canta, José Moreno Villa, nostálgico, más que nunca
cuando se le iba acercando la muerte, de las orillas de su mar reverberante de luz y
limoneros.
No vinimos acá, nos trajeron las ondas.
Confusa marejada, con un sentido arcano,
impuso el derrotero a nuestros pies sumisos.
Ya estamos en la playa nueva.. La misma arena,
el mismo rizo acompasado de la dulce orilla,
los mismos vigorosos pájaros de la otra.
Nos llevarán las ondas. Nos llevarán las ondas.
Nos llevarán las ondas no con bolsas repletas,
no con sacos de oro ni tanques ni aviones.
Dejaremos la tierra del azteca y del inca
después de dar la sangre, el sudor y los huesos,
después de haber sembrado en medio de volcanes
lo mejor de nosotros, el beso y la palabra.
José Moreno Villa murió en México, el 25 de abril de 1955, dos días después de la
fecha en que murió Cervantes y con su misma edad: sesenta y nueve años.
Y allá, en la República Argentina, Juan Larrea, aquel vasco difícil y secreto, grande en
su nueva palabra poética, exaltador de Rubén Darío y delirante de César Vallejo, el
genial peruano. Y también, descansando para siempre al borde de las ondas del mar de
Puerto Rico, contemplando ese mar que tanto contempló, Pedro Salinas, muerto en
Boston a los sesenta años.
De mirarle tanto y tanto,
del horizonte a la arena,
despacio,
del caracol al celaje,
- 6 -
brillo a brillo, pasmo a pasmo,
te he dado nombre; los ojos
te lo encontraron, mirándote.
Por las noches,
soñando que te miraba,
al abrigo de los párpados
maduró, sin yo saberlo,
este nombre tan redondo
que hoy me descendió a los labios.
Y lo dicen asombrados
de lo tarde que lo dicen.
¡Si era fatal el llamártelo!
¡Si antes de la voz, ya estaba
en el silencio tan claro!
¡Si tú has sido para mí,
desde el día
que mis ojos te estrenaron,
el contemplado, el constante
Contemplado!
Luis Cernuda hizo casi dos años de guerra en el frente del Guadarrama, sobre unas
alturas desde las que contemplaba el Monasterio de El Escorial. Sevillano, fino, difícil,
sorpresivo, dédalo en claroscuro y transparente laberinto interior como su barrio
sevillano de Santa Cruz. Creo que Cernuda fue el poeta que más sufrió en el destierro,
aunque él pretendiera, al final, no querer acordarse de su patria andaluza.
Lirio sereno en piedra erguido
junto al huerto monástico pareces.
Ruiseñor claro entre los pinos
que en canto silencioso levantara.
O fruto de granada, recio afuera,
más propicio y jugoso en lo escondido.
Así, Escorial, te mira mi recuerdo.
Si hacia los cielos anchos te alzas duro,
sobre el agua serena del estanque
hecho gracia sonríes.Y las nubes
coronan tus designios inmortales.
Recuerdo bien el sur donde el olivo crece
junto al mar claro y el cortijo blanco,
mas hoy va mi recuerdo más arriba, a la sierra,
gris bajo el cielo azul, cubierta de pinares,
y allí encuentra regazo, alma con alma.
Mucho enseña el destierro de nuestra propia tierra.
Estas estrofas que he leído pertenecen al poema "El ruiseñor sobre la piedra", que
escribió Luis Cernuda en Inglaterra, antes de trasladarse a México, donde murió,
repentinamente, a los sesenta y un años.
- 7 -
¡Cuán cara eres de haber, oh dulce España.!
Cara de haber, sí, pero de dulce y sobre todo en aquellos terribles años, nada, hubiera
sentido León Felipe, el más viejo, pero sin edad, la voz embravecida del viento, el más
exaltado, el más quijotesco, cervantino de todos, que sintió su largo destierro de España
como un infinito cautiverio en Argel, blasfemando y gritando, arremetiendo en sus
poemas contra los molinos, alzándose siempre heroicamente, sin perder el impulso de la
sangre, el que se vino dejando Panamá, en donde por primera vez en su vida era
profesor, con más de cincuenta años, a luchar por Madrid, poco después del inicio de la
guerra, al que en momentos de desánimo había suplicado a Don Quijote viéndolo pasar,
caballero solitario por la meseta castellana:
Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar,
y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar,
hazme un sitio en tu montura,
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar.
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo
y llévame a ser contigo
pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar ...
Y puede pensarse que aquella súplica de León Felipe siempre estuvo en su ánimo, y así
yo puedo creer que el gran poeta de Zamora hizo su nueva entrada en Madrid a la grupa
de Rocinante, no con deseos pastoriles, sino agarrado a la lanza soñadora de Don
Quijote. Hoy el viejo poeta sobrevive esculpido en un parque de México, a la sombra de
los gigantes y ancianos ahuehuetes, los más extraordinarios árboles de aquel país. Entre
los poetas que tampoco pudieron volver, quiero también nombrar a Pedro Garfias, Juan
Rejano, Arturo Serrano Plaja y José Herrera Petere.
Cuando Miguel de Cervantes, fatigado de cárceles y de miserias, solicita emigrar a
Guatemala para confundirse con los miles y miles de españoles que no querían morirse
de hambre en su patria, ya la lengua suya, de la que él sería, sin saberlo, el mayor
soberano, se había instalado a golpe de machete y arcabuzazos por entre aquellas
pirámides, volcanes, ríos y altiplanos inmensos. Ya se iba hablando por casi todo aquel
continente aquella nueva lengua, que aún hoy los indios bolivianos la llaman la
castilla.Hablar la castilla. ¿Qué hubiera escrito entonces Miguel de Cervantes en la
castilla, en medio de aquella violenta confusión, en la que sin embargo estaba
alboreando ya algo grande que hoy todavía perdura? El desterrado Miguel de Cervantes,
viejo cautivo de Argel, seguramente no habría escrito el Ouiiote. pero quizá un
- 8 -
sorprendente atisbo de Tirano Banderas, que Valle-lnclán hubiera completado
esperpénticamente cuatro siglos después.
Yo que he peregrinado algo por aquellas tierras, hoy de América Central, aunque
rechazado en Guatemala y detenido en El Salvador, pude conocer Nicaragua, Costa
Rica y Panamá... Dulce, tierno y bravo a la vez al por tanto tiempo golpeado indio
nicaragüense, en su bello idioma con deje de remota antigüedad precolombina, por
aquellos caminos encendidos a la noche de cocuyos, engarzadas luciérnagas, a veces
como ajorcas en sus tobillos para iluminarse la tierra que van pisando. Allí, en aquel
conmovedor Nicaragua, conocí en su ciudad natal de León, dentro de la catedral, los
pobres huesos de Rubén Darío, el gran profeta, el vaticinador, antes que nadie, de
¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?, el prodigioso indio chorotega en el
que hicieron nido tanto los más heroicos timbres como las más armoniosas cadencias de
la lengua española. Él montó el Clavileño de la gran aventura renovadora de nuestra
lírica. Él intuyó los grandes desastres de las dictaduras latinoamericanas. Él habló de las
engalanadas panteras sometedoras de pueblos, advirtiendo, ya angustiado adivino, al
viejo navegante Cristóforo Colombo, el descubridor.
Cristo va por las calles flaco y enclenque,
Barrabás tiene esclavos y charreteras,
y las tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque
han visto engalanadas a las panteras.
Él, como Petrarca, salió gritando en sus poemas por las calles del mundo: ¡Paz, paz,
paz! Él rogó a nuestro señor Don Quijote, en unas inmortales letanías, nos salvase de
todas las injusticias, de todos los horrores retóricos alrededor del pobre Don Miguel de
Cervantes y su pálido héroe, habiendo podido, de no haber muerto tan pronto, condenar
todo este siglo de catástrofes, de guerras ya pasadas y por llegar, ahora que comienza el
atardecer de este siglo, del que él sólo pudo asistir al alba. ¡Campanas y palomas 
Fuente: NN.
Me gusta · 

viernes, 27 de enero de 2012

LUIS ROSALES: PREMIO CERVANTES 1982. POETA DE LO ÍNTIMO.

MISCELANEA:
Premio Cervantes 1982
LUIS ROSALES

Comentario personal: para el año de 1982 mi amigo pintor y poeta José Miguel Rojas me obsequió LA CASA ENCENDIDA (foto
 adjunta del poemario) de este poeta español ejemplar que aún conservo en mi pequeña biblioteca: "exquisito poemario" digno de una y varias lecturas. El carácter intimista de la poética que hace Rosales en este libro es perfecta, digna de un maestro de la palabra. La cadencia y ritmo de las frases que van armoniosamente concatenadas con las imágenes hacen de Rosales toda una escuela de la escritura. Espero que este ejemplar de LA CASA ENCENDIDA lo pueden obtener y leer los que no lo han hecho. PD: reconozco que el resto de su poesía no la he leído.

Poeta y ensayista español
(Granada, 1910– Madrid, 1992)
Descendiente de una familia conservadora de
Granada, se matricula en Filosofía y Letras y en
Derecho en la Universidad de Granada. Más tarde, en
1930, se traslada a Madrid para continuar con los estudios de Filosofía y Letras, que
había abandonado en Granada y obtiene el doctorado.
Surge su vocación poética en torno a Joaquín Amigo y otros componentes de la
revista El Gallo, como García Lorca y Álvarez Cienfuegos. Inicia su actividad literaria en
la revista Los cuatro vientos en 1932 y, más tarde en Madrid, en la revista Cruz y Raya,
dirigida por Pablo Neruda y José Bergamín.
En 1935 aparece su primer libro de poemas, Abril, lo que permite incluirlo en la llamada
generación del 36, en la que coinciden poetas como Miguel Hernández, Leopoldo y
Juan Panero, Luis Felipe Vivanco, Gabriel Celaya, Juan Gil Albert, Dionisio Ridruejo,
entre otros. Por estas fechas, conoce también a César Vallejo, el poeta peruano cuya
obra había de causar honda mella en varios poetas del momento.
Abril es un libro que enlaza con el estilo de la poesía de la generación anterior por su
búsqueda estética y por la importancia de las imágenes, aunque sin pretensiones
vanguardistas. Al igual que en algunos poetas del 27, hay en esta obra de juventud un
gusto por las estrofas clásicas y, en general, por la poesía del Siglo de Oro español, en
concreto Garcilaso y Herrera. No obstante, su principal innovación es la combinación
de la temática amoroso-religiosa.
En el mes de agoto de 1936, a poco de estallar la insurrección militar, es detenido en
su casa, donde se refugiaba el poeta Federico García Lorca. Sus gestiones y la de sus
hermanos no consiguieron impedir el fusilamiento del amigo (pese a que Rosales había
obtenido garantías de respetarlo por parte de las autoridades rebeldes) y le
ocasionaron amenazas, una breve expulsión del partido falangista y una fuerte multa.
En una época de transitorio agotamiento de las vanguardias, Luis Rosales emprende
con Vivanco, José García Nieto y Ridruejo un movimiento de retorno a las formas
clásicas cuya figura emblemática es Garcilaso de la Vega, por lo que también se les
conoce como garcilasistas. Colabora junto con Dionisio Ridruejo, Gonzalo Torrente
Ballester, Pedro Laín Entralgo y Luis Felipe Vivanco en la revista Jerarquía (revista de la
Falange).
Publica, en 1940, en colaboración con Luis Felipe Vivanco, el primer volumen de la
célebre antología Poesía heroica del Imperio, acorde con la ideología oficial de la
época. Aparece, en ese mismo año, su Retablo sacro del nacimiento del Señor e inicia
su actuación como secretario de la revista Escorial, dirigida por Dionisio Ridruejo.
Comienza su labor investigadora en los manuscritos de la Biblioteca Nacional, de la
que surgirán importantes trabajos sobre el Siglo de Oro español, como la Antología
poética de Juan de Tassis, Conde de Villamediana, publicada en 1944, autor al que
dedicará su discurso de ingreso en la Real Academia Española en 1964.
En 1949 se publica La casa encendida, edición ilustrada por José Caballero por la que
recibe el Premio Nacional de Poesía. La casa encendida ha sido considerada por la
crítica su mejor obra. El libro lo fue rehaciendo y ampliando hasta producir una nueva
versión, publicada en 1967. Es un poema-libro sin estrofas donde Rosales entremezcla
lirismo y narración, existencialismo e imaginación, racionalidad e irracionalidad, dando
inicio a una nueva poética personal que incorpora recursos de César Vallejo y de
Antonio Machado. En 1951, se le otorga el Premio Nacional de Literatura por Rimas,
conjunto de poemas cortos donde demuestra su gran versatilidad y dominio técnico.
En 1960 publica, en dos volúmenes y prologado por Ramón Menéndez Pidal, su ensayo
Cervantes y la libertad. Entre 1969 y 1974 aparecen sus libros El contenido del corazón;
una antología sobre la Poesía española del Siglo de Oro; Piensa mal y acertarás;
Segundo Abril, Lírica española; Teoría de la libertad; Canciones y Como el corte hace
sangre. En esos años recibe el Premio Nacional Miguel de Unamuno, el Premio
Nacional de Ensayo y, ya en 1975, el Premio José Lacalle.
Su estudio acerca de La poesía de Pablo Neruda, a cuya concepción del verso tanto
debe él como poeta, aparece en 1978 y, al año siguiente, Diario de una resurrección.
Dirige hasta su desaparición la revista Nueva Estafeta. Anteriormente había dirigido
también la prestigiosa revista Cuadernos Hispanoamericanos.
Recibe el Premio Cervantes en 1982, año en el que publica Un rostro en cada ola,
segunda parte de La carta entera (el primer episodio, La almadraba, data de 1979 y el
tercero, Oigo el silencio universal del miedo de 1984). La editorial Trotta ha publicado
sus obras completas.

jueves, 26 de enero de 2012

¿MICRO QUÉ?


‎!Estoy pensando en el MICROCUENTO vs "En busca del tiempo perdido" - de Marcel Proust- 


uno de mis escritores preferidos- novela 


dividida en 7 tomos (versión castellana de EDITORIAL ALIANZA TRES).










Microrrelato: ¿literatura o divertimento?

 02:01   
VOTE ESTA NOTICIA  
 

Narrativa o entretenimiento; democratización o vulgarización de la literatura. Denostado por pocos y defendido por la mayoría, el microrrelato está de moda y las redes sociales tienen mucha culpa

POR CRISTINA MARTÍNEZ 
Hace días que llueve a cántaros. Y la gata se comió el último grillo que nos mantenía despiertos. "Estas 18 palabras proporcionaron a María Soledad Uranga los 7.000 euros del Premio Internacional de Microrrelatos Museo de la Palabra en 2010. Es decir, 389 euros por cada uno de los términos que la autora utilizó para contar esta pequeña historia. Puede parecer exagerado o una exquisitez narrativa. El caso es que el microrrelato, término que por cierto no está reconocido por la Real Academia de la Lengua, se ha convertido en una opción literaria tanto para escritores como para lectores en una sociedad en la que prima la inmediatez, la escasez de tiempo y, sobre todo, el acceso a las nuevas tecnologías móviles. Y es que leer en un dispositivo electrónico mientras se va en autobús o en un momento de descanso en el trabajo ha propiciado que la brevedad se valore como un preciado bien: una historia que empieza y acaba en, como mucho, dos párrafos de texto. Llega el fin y se pasa a otra cosa, no hay continuidad ni hilo argumental que retomar.
Si el término es nuevo, no se puede decir lo mismo del género. Es cierto. Ya en la Edad Media hay muestras de esta práctica y autores del XIX y XX incluso hacían competiciones para medir su ingenio. Lo que ocurre es que ahora, en este momento, la situación es la más propicia para que haya subido como la espuma. Han salido autores por todas partes y medios; blogs que dan las coordenadas necesarias para que alguien se convierta en un "microrrelatero" de pro y que ofrecen la posibilidad de publicar tus textos; concursos literarios de este género, el de mayor dotación y mencionado antes, con 7.000 euros para el ganador, y también, muchos lectores ávidos de consumir menos pero más a menudo.
"Es una forma de animar a la gente a escribir y de manera muy accesible, algo que es de agradecer en estos tiempos". Lo dice el catedrático de Literatura de la Universidad de Alicante Juan Antonio Ríos Carratalá que ve en la falta de tiempo uno de los secretos de su auge. "Es difícil conseguir que un lector pase mucho tiempo consumiendo una obra literaria, así que si disfruta cinco minutos pues es bueno, lo ideal es que tenga curiosidad por esa literatura, que por otro lado no es nueva. Todo el siglo XX está lleno de ejemplos de autores que lo utilizaban, incluso Jardiel Poncela hablaba de la necesidad de ser breve como obligación".
Los alicantinos Rosa Pastor y Bruno Francés son escritores y, entre otras cosas, escriben microrrelatos. Pastor ganó el II Concurso Internacional de Microrrelatos del Museo de la Palabra de Quero, dotado con 7.000 euros, con La sopa. "Yo creo que tienen el mismo valor literario aunque no tiene el mismo trabajo ni la misma estructura, pero hay que transmitir en dos frases una historia con un par de personajes, una trama y un desenlace que debe ser sorpresivo, que es lo que a mí me gusta y lo que me estimula como escritora". Considera que esta "moda" se debe por un lado a la dificultad del autor para publicar y por otro a la "facilidad que te proporciona para hacerlo Internet porque la sensación de que te lea alguien es fundamental" y además te ofrece "el espejismo de que eres escritor y, bueno, a mí me parece bien".
Bruno Francés, ganador del Concurso de Microrrelatos de INFORMACIÓN con Qué mujer, achaca a las nuevas tecnologías su auge. "Lo veo como literatura porque es contar una historia, aunque más cercano a la poética que a la narrativa". En su opinión, "su difusión es más por la red, no lo veo en soporte de papel". En cuanto a su escritura, cree que "hay que saber sintetizar, que suene bien y que sea una historia, y la dificultad es mayor". El problema es que "yo he leído muchos y la gente suele caer en la anécdota en vez de contar una historia, porque se piensa que vale todo. Todo el mundo es bueno para dar sus ideas, pero no todo el mundo es escritor".
Como literatura sin dudar lo define el también catedrático de la UA Miguel Ángel Lozano, "aunque no es nada nuevo". En su opinión, "es un género estimable porque no importa la extensión, importa la solidez del texto, que puede ser de cinco líneas o de quinientas páginas". Además, importa que aquello "irradie sentido, que sorprenda o por el ingenio o por la capacidad lírica. Una frase ingeniosa es buena literatura".
Premio Nacional de Literatura en 2000, entre otros galardones, y poeta, Guillermo Carnero lo tiene claro. "Es el resultado de la falta de tiempo; hoy es muy difícil leerse En busca del tiempo perdido de Proust o La comedia humana de Balzac". Ahora la gente lee "a salto de mata" y el microrrelato "para un lector es algo inmediato y para un escritor puede ser el germen de un relato largo o de una novela".
"Es el cuento más pequeño que se puede escribir, cuanto más pequeño mejor, y lo que tiene que hacer es impactar al lector". Rafael González, escritor y jurado en el concurso de microrrelatos que organizaba la UA, cree que "tienen que ser una imagen, una impresión y por eso me gustan". "Es un género que tiene que ver con esta sociedad fugaz que apenas nos deja tiempo para detenernos y un microrrelato te sacia, mientras que leer un capítulo de una novela te deja con ganas de más".
Al escritor Mariano Sánchez Soler, que también ha sido jurado del concurso de la Universidad de Alicante, le gusta este género. "Existe en toda la historia de la literatura, pero lo estupendo ahora es que Internet y los medios de comunicación han dado salida a esta vertiente literaria; Hemingway tienen algunos increíbles, incluso había apuestas entre escritores en los años 30 y 40". Afirma que "hay gente que piensa que la novela del futuro se parecerá más a un guión cinematográfico", por eso el microrrelato tiene este auge "porque la literatura se ha hecho imagen y en el microrrelato está la necesidad de transmitir cosas y emociones de forma inmediata".
Para el también escritor José Luis Ferris, "es una manera de hacer lectores; hay mucha gente que ha entrado en la literatura por los microrrelatos que son pequeñas cucharadas de lo que es la literatura, pero cucharadas intensas". En su opinión, responden a la sociedad actual "que tiene como factor esencial la prisa, y estos textos los puedes leer en el autobús".

Microescritores
Una de las puertas que abre el microrrelato es la de la socialización de la tarea del escritor. Todo el mundo se siente como tal porque parece un género fácil de elaborar. Ríos Carratalá afirma que "tengo la sospecha de que hay más escritores que lectores ahora mismo; todo el mundo puede escribir, que tenga más o menos difusión es lo de menos, lo importante al final es que la gente tenga contacto con la literatura y que cree algo, en un microrrelato, en un tuit o en una novela". Sin embargo, "lo que observo es que bajo el epígrafe de microrrelatos hay frases, greguerías, anécdotas y para que sea un microrrelato tienen que tener una historia, con planteamiento, nudo y desenlace".
Para Lozano, "eso ha pasado siempre porque yo me he encontrado gente que se pone a escribir poesía y es un fracaso, aunque él no lo crea, pero no es eso lo que constituye su sentido". El hecho es que "al ser breve puede parecer que la escritura es más fácil y eso puede incitar a que la gente lo haga".
"Esto también pasa con la poesía o el teatro express o los monólogos cortos", afirma González. "Para escribir una novela de 300 páginas no todo el mundo se siente capacitado, pero un microrrelato todo el mundo cree que puede hacerlo, aunque es más una moda".
Sánchez Soler se muestra a favor de que la gente "lea y escriba". Otra cosa es "ir más allá en la literatura, algo que conlleva mucho esfuerzo". "Cuando se democratizan determinadas ocupaciones, se masifica y luego hay que distinguir entre lo bueno y lo malo". "Lo que es cierto es que nunca se ha escrito tanto como ahora, gracias a Internet, los mail, Facebook y Twitter, lo que ocurre es que una cosa es escribir como pasatiempo y otra que te lo plantees como algo complejo porque a escribir se aprende escribiendo y leyendo".
"Gente que sabe que en su vida no va a publicar una novela tiene la oportunidad de ser escritor por un día", afirma Ferris, "aunque no todo el mundo que escribe tiene que ser escritor", pero ahora "hay una democratización absoluta de la expresión literaria, luego serán los lectores los que mostrarán si eres bueno o no".

El tamaño no importa
Uno de los temas de debate en torno al microrrelato se centra en su calidad literaria y la dificultad de su escritura. "La brevedad a veces es más exigente que la extensión", dice el profesor Ríos Carratalá. "En este género, un escritor necesita autoexigirse mucho, es como cuando un director de cine tiene que hacer un anuncio, hay que ser muy preciso".
Miguel Ángel Lozano destaca la utilidad de este género para mejorar el uso del lenguaje. "Tienes que expresar un pensamiento y para ello tienes que buscar las palabras exactas y eso es un trabajo de habilidad, de conjugar unas palabras con unas ideas". Al escritor, "le obliga a pensarlo, a releerlo, a retocarlo... es un ejercicio literario muy meritorio para su desarrollo".
Carnero asegura que "si hay poemas en prosa ¿por qué no va a haber microrrelatos? En la medida en que la brevedad signifique intensidad me parece que está bien porque eso aproxima este género al poema en prosa". Considera que "puede ser una convergencia de la poesía hacia la prosa, es una cuestión de extensión y el concepto de literatura no está relacionado con la extensión porque puede haber literatura en una línea y no haberla en 20 volúmenes".
Para Rafael González este género no es fácil, "porque quintaesenciar algo y causar una emoción es lo más difícil que se puede hacer, por eso no hay tan buenos poetas como poetas dicen que son, ni tampoco tan buenos autores de microrrelatos como ellos creen". Y es que "para el autor es un ejercicio de estilos y de síntesis literaria, cuando está bien hecho claro, porque incluso Monterroso tiene algunos buenos y otros no. Casi me parece más complicada y laboriosa la síntesis que la extensión".
Sánchez Soler cree que "es muy difícil porque tienes que coger la esencia literaria" y destaca que "una cosa es escribir y otra hacer literatura, que es la propia opción del autor de leer y escribir mucho, de complicarse la vida, de investigar y de querer transmitir algo", porque un microrrelato "no es una cosa cortita con pocas palabras, tiene que contar una historia y tener ese aspecto de incluir lo que se dice pero sin decirlo".
"Es un macroesfuerzo para hacer una microhistoria porque es muy difícil condensarla en tan poco espacio, incluso hay grandes escritores que no saben hacerlo", afirma José Luis Ferris. En su opinión, "la lengua se ha degradado mucho, pero es verdad que en el momento en que cuelgas algo en la red te van a bombardear si tienes fallos y eso hace que la gente esté aprendiendo mucho a nivel lingüístico".

La red como editorial
La proliferación de blogs y la ventana "editorial" de Internet ha facilitado sin duda la difusión y proliferación de autores y de lectores. En este sentido, Ríos Carratalá considera que es un género ligado a las redes sociales. "Es muy fácil difundir los textos y publicarlos, pero no hay que ser apocalíptico en este sentido sino admitirlo como algo del presente porque se puede hacer una novela de 500 páginas y al mismo tiempo escribir microrrelatos; también el lector tiene ahora esa opción de elegir qué quiere o qué puede leer, el problema sería si la gente dejará de leer normales en el estilo clásico por leer microrrelatos, pero creo que eso no sucederá".
Lozano coincide en la facilidad de publicar en la red. "Ahora es muy fácil tener la difusión de un microrrelato y la eficacia está en que lo lees en un golpe de vista, lo abarcas enseguida y como acto de espontaneidad psicológica pues hace que se lea".
Las redes sociales, para Rafael González, "democratizan mucho pero el talento por desgracia lo tienen unos pocos y nada más, y con el tiempo quedarán los microrrelatos, novelas o poemas que sean buenos, las que no lo son, pasarán al olvido".
Sobre este tema, el escritor Mariano Sánchez Soler afirma que es la revolución tecnológica "la que ha propiciado esto" porque influye en su proliferación la facilidad con que se puede "publicar" en la red. "Ahora la literatura se ha hecho movimiento, rapidez y eso tiene mucho que ver con la juventud y su forma de entenderla".

Archivo del blog

POESÍA CLÁSICA JAPONESA [KOKINWAKASHÜ] Traducción del japonés y edición de T orq uil D uthie

   NOTA SOBRE LA TRADUCCIÓN   El idioma japonés de la corte Heian, si bien tiene una relación histórica con el japonés moderno, tenía una es...

Páginas