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viernes, 13 de septiembre de 2013

Vicente Leñero. Premio Xavier Villaurrutia 2000.


Novelista, narrador, dramaturgo, guionista de cine, reportero, articulista, crítico e ingeniero civil, son las facetas de Vicente Leñero quien este 9 de junio celebra su cumpleaños 80.

• En el marco de este festejo colegas suyos hablan de su obra.
La característica fundamental de la obra de Vicente Leñero es que ha hecho un retrato muy cabal de la sociedad mexicana, además de que sabe recoger de forma excelsa el lenguaje cotidiano del pueblo a través de una escritura muy coloquial y accesible a la mayor parte de la gente, expresó en entrevista con Conaculta el director de la Academia Mexicana de la Lengua, Jaime Labastida, a propósito de que este 9 de junio Vicente Leñero cumple 80 años.


Amor y crítica serían las palabras que definirían su obra: amor por lo que describe y por sus personajes, los cuales a veces quiere transformar y cambiar porque no está de acuerdo con su forma de ser, pero los respeta, ama y comprende. Crítica, porque cuestiona el ámbito de la prensa en México y la forma de escribir en el periodismo, además de su interés por hablar de la corrupción, agregó el también poeta, periodista, ensayista, filósofo y académico mexicano Jaime Labastida.

Vicente Leñero Otero nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de junio de 1933. Estudió ingeniería y periodismo. Se recibió de ingeniero en la Escuela Nacional de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1959 y de periodista en la Escuela Carlos Septién García en 1956.

Es novelista, narrador, dramaturgo, guionista de cine, reportero, articulista, crítico e ingeniero civil que se dio a conocer en el mundo de las letras en 1959 como cuentista con La polvareda y otros cuentos, un texto que de forma magistral retrató temas de la ciudad y del campo.

"Sin embargo son tres las facetas en las que ha destacado fundamentalmente: primero como novelista de tipo realista, casi, casi de no ficción, tipo Truman Capote. Después la de dramaturgo y finalmente la de guionista y adaptador, ya que toma una novela y la convierte en una película mexicana exitosa", detalló también en entrevista el novelista, cuentista, ensayista, editor y catedrático mexicano Hernán Lara Zavala.


Del cuento a la novela; de la novela al teatro; del teatro al periodismo y del periodismo al cine
A pesar de que los inicios de Vicente Leñero se dieron en el cuento, el escritor ha comentado que en algún momento renegó de este género y pensó que ya no escribiría más. Entonces se lanzó a escribir novela. Su primera obra fue La voz adolorida (1961) una pieza importante en su carrera literaria porque en ella Leñero encontraría su propio estilo: dejar paso abierto a la voz de su personaje que narra, vive, sueña.

"Esta obra fue la que permitió a Leñero descubrir la que para mí ha sido su mejor faceta: novelista, con una ágil prosa suelta, que en sus obras da vida a personajes populares, que escribe con pulcritud y sentido del humor, y que maneja una línea temática: la crítica a la sociedad contemporánea en sus diversos aspectos", reveló en entrevista el escritor, dibujante, pintor, diplomático y académico mexicano Fernando del Paso.

Entre las obras de Vicente Leñero se encuentran: El Cordoncito (1997); Los Pasos de Jorge Ibargüengoitia (2009); Teatro completo II (2011); Vivir del teatro (2012) y Más gente así (2013). Pero también: Los albañiles (1963); Estudio Q (1965); El garabato (1967); Redil de ovejas (1972); Los periodistas (1978); El evangelio de Lucas Gavilán (1979) y Asesinato (1985).

Para el director de la Academia Mexicana de la Lengua, de estas obras la más importante es Los albañiles, "que lo marcó para siempre ya que fue con la que le dijo al público mexicano la clase de magnífico escritor que es y mostró que era un hombre preocupado por los problemas sociales. Además de que en ella reflejó con mucha exactitud y con sentido crítico la vida cotidiana y su profesión inicial: ingeniero civil".

Mientras que para Hernán Lara Zavala, son obras que muestran cómo Vicente Leñero "es el autor de novelas periodísticas de no ficción que dan cuenta de aspectos importantes en nuestra vida política, cultural y social de México de una manera muy sabrosa, en donde con sus personajes y lo que dicen te involucra en la lectura de forma profunda que te dan ganas de leerlo sin parar".

Otro de los intereses de Vicente Leñero es escribir teatro, ya que siempre tuvo ese "cosquilleo" porque su padre era "muy de teatro" y lo llevaba a ver Don Juan Tenorio, obra de la que se sabía el primer acto de memoria. A partir de ese gusto empezó una carrera exitosa de dramaturgo en donde abordó el teatro histórico y de denuncia, el drama testimonial y urbano, y el de adaptación de sus propias novelas o de obras de otros autores.

Para Estela Leñero, hija del escritor, dramaturga, crítica, docente y directora teatral, esta faceta de dramaturgo de Vicente Leñero es la que más lo asemeja, porque retrata dos aspectos que siempre lo han identificado como persona: su generosidad y honestidad. Además de que es un género que le ha permitido expresarse y exponer los temas que le interesan: la realidad política y social que le ha tocado vivir, las relaciones humanas y los principios éticos.

"Es una faceta en donde vemos cómo ha sido un escritor que destaca en la experimentación, en la investigación y en la construcción de propuestas basadas en la creatividad y en la precisión en el lenguaje. Estos elementos me han inspirado, porque veo que dan vida a un trabajo intensivo y apasionado. Cuando hablo de ellos con mi padre tengo una relación enriquecedora que me ha abierto muchos caminos para poder investigar en mi dramaturgia", expresó Estela Leñero.

Entre sus trabajos en esta área se encuentran: La noche de Hernán Cortés, Los albañiles, La Carpa, Estudio Q, Los hijos de Sánchez del libro homónimo de Oscar Lewis; Las noches blancas de la novela de Dostoievski; Compañero basada en la vida, actuación política y muerte de Ernesto Che Guevara; El juicio, síntesis de las versiones sobre el juicio popular seguido a José de León Toral y a Concepción Acevedo de la Llata, acusados del asesinato de Álvaro Obregón.

"Estas son obras –añade Estela Leñero– en donde se muestra la pluralidad de sus propuestas que lo hacen un hombre importante, con un lugar en la literatura. Pero también ver cómo su mayor aportación sería la posibilidad de experimentación desde lo más arriesgado y formal, hasta lo más profundo y personal".

A las anteriores obras se añaden: La mudanza; Martirio de Morelos, Nadie sabe nada, censurada por el gobierno ya que aborda el tema de la relación prensa-poder y de la corrupción en el medio periodístico, El Infierno una versión de la Divina Comedia hecha como homenaje a Dante y Pueblo rechazado, obra que Vicente Leñero comentó en diversas entrevistas, fue el inicio titubeante de su carrera teatral.

"Al final es una obra fallida, de estructura indecisa. La estrenamos el 12 de octubre, poco después de Tlatelolco, cuando había un hervidero muy grande. Armó mucho escándalo: el papa, la autoridad eclesiástica, imponiéndose y prohibiendo el psicoanálisis", comentó en diversas entrevistas Vicente Leñero.

"Son obras –añade Jaime Labastida– en donde el escritor aborda los temas que desde entonces ha desarrollado en sus trabajos: la crítica de las costumbres y de la vida del periodismo en México, sobre los valores religiosos, el amor y la amistad. También son obras en donde vemos que lo que ha aportado a la literatura mexicana es ese vigor de las clases bajas del pueblo y ha hecho un retrato muy cabal de la sociedad mexicana".

Hace unos meses Vicente Leñero reveló a Christopher Domínguez Michael autor del texto Entrevista a Vicente Leñero. El realista en el mundo publicado en la revista Tierra Adentro que comenzó a estudiar periodismo porque pensaba que ahí le enseñarían a escribir.

"Me costaba un gran esfuerzo escribir, siempre me ha costado, no soy un escritor aunque he escrito muchas cosas, la mitad debí no haberlas escrito. Y sí, aprendí a escribir porque había clases de redacción y fui autodidacta, me esforcé por aprender los secretos del lenguaje escrito".

De esta manera comenzó su carrera como periodista, en la cual comenta Hernán Lara Zavala "ha destacado porque tiene un oído y un ojo muy agudo que le ha permitido encontrar y retratar los elementos dramáticos de nuestra sociedad".

Esta faceta de Vicente Leñero lo ha llevado a colaborar en publicaciones del país y del extranjero, entre los que destacan: los diarios El Heraldo de México y Excélsior, y en las revistas Claudia y Revista de Revistas, de las que fue director de 1969 a 1972 y de 1973 a 1976, respectivamente, y subdirector del semanario Proceso desde su fundación en 1976 hasta hace unos años en que se retiró del ejercicio periodístico diario.

Para el escritor, investigador literario y periodista Alejandro Toledo, Vicente Leñero ha hecho aportaciones importantes al periodismo, "con esos juegos en los que aplica a la información la libertad imaginativa, como en aquella crónica sobre Pátzcuaro o el relato de un concierto del cantante español Raphael en la Alameda.

"En el fondo, me parece, son textos en donde están inmersas una serie de preguntas sobre la condición mexicana, pues reincide en señalar aquello que nos define para mal, como la corrupción, que es hermana de la malicia como rasgo oscilante, positivo a veces y negativo casi siempre".

Vicente Leñero ha realizado varios guiones para televisión y cine, entre los que destacan: Los de abajo (1976); Cadena perpetua (1978); El callejón de los milagros (1995); La ley de Herodes (1999), El crimen del padre Amaro y La habitación azul (2002).

"Ha destacado como creador de guiones cinematográficos –añade Hernán Lara– porque tiene un buen oído para retratar cómo habla la gente, algo que también es parte de su formación periodística, y luego, su habilidad para crear argumentos cinematográficos ya que tiene una concepción muy clara de la estructura interna, es decir, de porqué o cómo una novela puede funcionar en términos de una película".

Reconocimientos a una larga trayectoria

Vicente Leñero Otero fue becado a España por el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid en 1956. Fue también becario del Centro mexicano de Escritores (1961-1962, 1963-1964) y de la Fundación Guggenheim (1967-1968). En 1958 obtuvo el primer y segundo lugar en el Concurso Nacional del Cuento Universitario.

Ha recibido diversas distinciones; Premio Seix Barral en 1963 por su novela Los albañiles; Premio Juan Ruiz de Alarcón a la mejor obra estrenada en 1969 por Los albañiles y en 1979 por La mudanza.

El primer premio otorgado por la Agrupación de Periodistas Teatrales de México por Nadie sabe nada (1988); el Premio Manuel Buendía en 1994 por su trayectoria periodística; el Premio Xavier Villaurrutia (2000) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura (2001).

Fue nombrado miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y tomó posesión de la silla XXVIII el 12 de mayo de 2011 con el discurso "En defensa de la dramaturgia" y el 21 de septiembre de 2011 fue galardonado, junto a José Agustín, con la Medalla Bellas Artes que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes.

Estos reconocimientos permiten ver que Vicente Leñero es "un hombre amable –añade Alejandro Toledo– un espíritu crítico y autocrítico; hay quien no entiende ese sentido suyo de la sinceridad y la honradez, el modo como observa su propia escritura, por ejemplo, pues estamos acostumbrados a los autores que todo el tiempo son promotores de sí mismos.

"Leñero no es así, y acepta sus desvíos narrativos, en la época en que se contagió del ‘conductismo’ y el ‘nouveau roman’, como también reconoce con humildad sus logros, que son muchos", apuntó Alejandro Toledo.

LCL
México / Distrito Federal


Fuente: http://www.conaculta.gob.mx/detalle-nota/?id=27448#.UjKnFy2jljo

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Juan Villoro. Premio Xavier Villaurrutia 1999. Novela.


 


 

Juan Villoro.

BIOGRAFÍA

 
Juan Villoro nació en México, en el Distrito Federal, el 24 de septiembre de 1956. Estudió Sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Iztapalapa.

Condujo el programa de Radio Educación, "El lado oscuro de la luna" de 1977 a 1981 y fue agregado cultural en la Embajada de México en Berlín Oriental, dentro de la entonces República Democrática Alemana, de 1981 a 1984.

Ha ejercido como director del suplemento "La Jornada Semanal" de 1995 a 1998, además de impartir talleres de creación y cursos en instituciones como el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Universidad Nacional Autónoma de México.

Como redactor ha colaborado en las revistas Cambio, Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Universidad de México, Crisis, La Orquesta, La Palabra y el Hombre, Nexos, Vuelta, Siempre!, Proceso y Pauta, de la cual fue jefe de redacción, así como en los periódicos y suplementos La Jornada, Uno más uno, Diorama de la Cultura, El Gallo Ilustrado, Sábado, entre otros.

De 1976 a 1977 fue becario del INBA en el área de narrativa y del Sistema Nacional de Creadores Artísticos de 1994 a 1996.

Villoro ha sido profesor en la Universidad Autónoma de Madrid , en Yale y en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. También ha traducido, entre otras obras, 'Memorias de un antisemita', de Gregor von Rezzori, y 'Un árbol de noche', de Truman Capote, publicadas en Anagrama, y 'Aforismos', de Georg Christoph Lichtenberg.




BIBLIOGRAFÍA

Juan Villoro nació en México, en el Distrito Federal, el 24 de septiembre de 1956. Estudió Sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana, campus Iztapalapa.

Condujo el programa de Radio Educación, "El lado oscuro de la luna" de 1977 a 1981 y fue agregado cultural en la Embajada de México en Berlín Oriental, dentro de la entonces República Democrática Alemana, de 1981 a 1984.

Ha ejercido como director del suplemento "La Jornada Semanal" de 1995 a 1998, además de impartir talleres de creación y cursos en instituciones como el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Universidad Nacional Autónoma de México.

Como redactor ha colaborado en las revistas Cambio, Gaceta del Fondo de Cultura Económica, Universidad de México, Crisis, La Orquesta, La Palabra y el Hombre, Nexos, Vuelta, Siempre!, Proceso y Pauta, de la cual fue jefe de redacción, así como en los periódicos y suplementos La Jornada, Uno más uno, Diorama de la Cultura, El Gallo Ilustrado, Sábado, entre otros.

De 1976 a 1977 fue becario del INBA en el área de narrativa y del Sistema Nacional de Creadores Artísticos de 1994 a 1996.

Villoro ha sido profesor en la Universidad Autónoma de Madrid , en Yale y en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. También ha traducido, entre otras obras, 'Memorias de un antisemita', de Gregor von Rezzori, y 'Un árbol de noche', de Truman Capote, publicadas en Anagrama, y 'Aforismos', de Georg Christoph Lichtenberg.


PREMIOS

Premio Cuauhtémoc de traducción, 1988

Premio Xavier Villaurrutia, 1999.

Premio Mazatlán 2001

Premio del International Board on Books for the Young,

Premio Herralde, 2004


Fuente: https://www.escritores.org/biografias/190-juan-villoro

La casa pierde

Juan Villoro


¿Hasta qué punto desconocemos a quienes nos rodean y hasta qué punto es mejor no saber quiénes son?

La casa pierde es una reunión de diez historias cuya trama, sencilla y directa, conduce a un complejo sistema de intercambios personales que se resuelven en una inquietante sugerencia: todos los que nos rodean, tanto los amigos y las parejas, como los extraños, nos resultan igualmente desconocidos. Cada historia explora esos meandros donde la duda secreta, el rencor fielmente guardado o el dolor punzante y eterno obligan a crear situaciones tensas, a enfrentar rechazos y a ejercer una violencia desarmada contra los otros y contra sí mismos.

¿Acaso un secreto revelado haría perder la intimidad y el afecto de una persona? Los personajes de La casa pierde se preguntan: ¿qué milagro, qué tragedia conduce a cualquiera a una situación desesperada? La respuesta queda oculta bajo la certeza de que aquello que para uno es sólo un dato sin referencia o un simple gesto vejatorio, para otro es el impulso que determina, al menos por el momento, su completa existencia.

Diez historias que exponen, sin concesiones aunque con delicado sentido del humor, la condición de estos hombres que súbitamente han dejado de ser jóvenes y se encuentran frente a frente con el progresivo fracaso y el amplio coto de su soledad.

Fuente: http://www.alfaguara.com/es/libro/la-casa-pierde/

lunes, 9 de septiembre de 2013

IGNACIO SOLARES. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1998. NOVELA.



El sitio, Ignacio Solares, Alfaguara, México D.F., 1998, 290 pp.

En su tendencia de capturar la provisionalidad que dinamiza la sociedad moderna, el escritor mexicano Ignacio Solares (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1945) postula en El sitio una realidad interferida –y regulada– por sueños, miedos y extrañezas.

Este modo de pensar lo social se vale de metáforas en tomo al metabolismo de los lazos humanos, articuladas literariamente en el centro de la ciudad de México, dentro de un edificio sitiado.

Para percatamos de la turbiedad relacional que propone Solares, no hay que caer en la idea de un sistema cerrado, pues el entramado propuesto es un sistema vivo, y un sistema de estas características nunca resulta estático, por más que los protagonistas del encierro se vean involucrados en un proceso donde los intercambios de información tienden a fragmentarse.

Además, nada puede existir si no es observado, y estas imágenes nos llegan a través de un sacerdote alcohólico que inicia, como único camino transitable, un viaje fantasmal donde su catolicismo se deja sentir tanto como los mecanismos imaginarios de la embriaguez.

El horizonte clausurado favorece las pesadillas de semejante narrador, contradictorio, zambullido en el extrañamiento que le proponen sus espectros.

Como el trágico pater–whisky de El poder y la gloria, este cura vive la experiencia de Dios allí donde se muestra su enemigo, y a partir de esta premisa, cabe definir su conflicto de acuerdo con el epígrafe que abre la novela de Greene, quien a su vez lo toma de Dryden: «El cerco se estrecha; el poder sagaz de los sabuesos y de la muerte amenaza de hora en hora».

Así es como, en su ironía, Solares plantea la intervención de lo sobrenatural para destacar a través de su narrador las disidencias entre lo demostrable y lo interpretativo.

De una parte, la confianza en Dios lo empuja hacia la consumación personal, pero de otra, sirve de nexo a sus confusiones.

El sentido de esta obra no es único y el cura explicador verifica en qué medida difiere de los dictados de la Iglesia, recortando de paso una lectura política sobre la crisis de otras instituciones que ordenan la convivencia.

De hecho, atrapados en la insularidad del edificio, los vecinos extreman sus cautelas y, al cabo, refinan lo peor de sí mismos: su monótona opacidad y lo trivial de sus querellas.

No es ocioso recordar en este punto que El sitio es la reelaboración de un cuento semejante, inspirado además en sueños del autor.

Todo esto parece muy explicable.

Hablando de fantasmas o nocturnidades, encaja en su escritura la contigüidad biográfica, pues Ignacio Solares entiende el alcoholismo de su padre y además prueba, por fermento educativo, una vocación sacerdotal que acaba enlazando con su preferencia por curas literarios como los de Bernanos y el mentado Greene.

Hecha esta salvedad y puestos a matizar el perfil, concluiremos este comentario con la gracia de otro creador de clérigos, Chesterton, citado por Solares en una reciente charla; y es que, según el británico, el cristianismo no es un club de santos, sino un sanatorio de enfermos.

Fuente:
http://www.thecult.es/Cronicas/el-sitio-de-ignacio-solares.html

domingo, 8 de septiembre de 2013

JORGE RUIZ DUEÑAS. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1997.



Jorge Ruíz Dueñas nació en Guadalajara en 1946, pero arraigado desde su infancia a Baja California, es poeta y narrador. Hizo estudios de posgrado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha sido secretario técnico del CONACULTA; director de Tierra Adentro (nueva época), del IMER y de Talleres Gráficos; gerente general del FCE y director general del Archivo General de la Nación. Es Autor y coautor de quince obras de carácter académico y del libreto Tierra final (cantata para soprano y orquesta de Daniel Catán). Mereció distintos reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía Manuel Torre Iglesias 1980 por Tierra final, Premio Nacional de Periodismo en divulgación cultural 1992, otorgado por el Gobierno de la República. Premio Xavier Villaurrutia 1997 por Habitaré tu nombre y Saravá. Ha publicado el volumen de cuento Las noches de Salé, los libros de ensayo Tiempo de ballenas, Cultura, ¿para qué? Un examen comparado, la novela El reino de las islas y los poemarios: Espigas abiertas, Tierra final, El pescador del sueño, Tornaviaje, Antología pessoal, El desierto jubiloso, Guerrero negro, Habitaré tu nombre, Saravá, Carta de rumbos 1968-1998, Celebración de la memoria, Cantos de Sarafán.

Fuente: http://circulodepoesia.com/nueva/2010/01/foja-de-poesia-no-138-jorge-ruiz-duenas/


Poema Habitaré Tu Nombre de Jorge Ruiz Dueñas



Cuando la ruina y el silencio lleguen
como la sombra maléfica
y la respiración se prolongue en el viento
cuando el desastre corporal
sea dueño de lo incierto
y aun de la última hoja
caída como ángel en desgracia:
habitaré tu nombre
refugio final
convicto ya por mi entusiasmo
bajo el signo del perdón
y la gratitud festiva de tus ojos
atrio de la lluvia incinerada
Entonces el sentimiento dormirá
como mendigo
y desde tu nombre mismo
en busca de indulgencia
reconstruiremos pasajes no advertidos
y el sustento de nuestra magra carne
será una sábana limpia
zona de encuentro de la
existencia fallida
en el siseo de los segundos
prolongado por la agonía animal
sobre una tierra yerma
y un mar cenizo y desafortunado.

Será en el ocaso cuando ese refugio de tus letras
anime la voluntad final
frente a cantores ebrios
en medio del desastre inevitable
y de la prosperidad de la hiedra
sobre mi escalfada conciencia
como muros tutelares
o baluartes cedidos al enemigo
será
que los signos de tu nombre
como alabanza de maitines
en la emoción de nuestro presidio
muden de forma y voz
lapidando mi cuerpo
ensordecido por la proximidad de himnos
que prometen el renacimiento.

Pero nada importará sino tu nombre
residencia de mi nombre y de mi cuerpo
después de la última alborada
después del llanto reprimido
después de tanta minúscula batalla
arropados de follaje
de pinares
centinelas deformes donde la luz trasciende
donde el trino del ave martirizada
después de los riesgos de mi debilidad
después de tanta sangre desbordada de ti
después de la inmisericordia
y de la luz anegando las espigas tribales
de nuestra descendencia
después de tanta molicie
prendida en los clavos del olvido
importará sólo tu nombre
tu alabanza fértil como los granos jóvenes
importará la intensidad de los recuerdos en las cosas
y la lectura perdida de la noche bíblica
importará la mano fortuita
sobre tu carne agotada
plena de sabor y lustre
tu sonrisa en busca de leves comisuras
a quien heredar el gesto de la ternura
y la apertura oral de la satisfacción confesable.

Importará tu nombre
como la mar habitó mis entelequias.

Importará porque sí
y ese estallido en el último hilván
esa caída al dolor
entumecida provincia
disolverá mi espacio
amedrentado por la expiación
y entonces sí
no será tarde ni temprano
será el momento
ni será todo ese amor
sino el Amor
el vértigo añil de los días totales
rendido tributo al sol y a la vida
a la postrer melancolía
a la inútil percepción de los actos olvidados
a la complicidad de las palabras
será tu nombre ropaje amoroso
será otra vez
sólo una vez más
el agotamiento ascendente como maleza
será la sensación del nuevo arpegio
será la basílica o su reflejo
en las aguas de genciana
como invernal anuncio
en el último vibrato de tu cuerpo
en el espejo brumoso al registrar el vuelo
de impensables palomas
restos bruñidos del último sol
será tu desnudez
habitando mi morada que es tu nombre
tutelado por el deseo insomne
que entonces ya será lacayo viejo.

Sólo un nombre habitar
sólo un silencio
sólo un grito desgarrado y enfermo
sólo saber que llegó el momento
sólo eso pedir
y estar ahí
habitando aún
tibio el cuerpo
con la lenta agonía que recorre humillante
las torturas finales
y desear y tener
una navegación postrera
una bruma entre los seres
aparecidos en las esquinas
vagarosos y silentes
un beso desvanecido
bajo la elipse del tiempo
y tu nombre y tu abrazo
soportando la levedad de mis vestigios
sin más nada que el retorno
y el lamento fugaz
y el nombre
y el arcano
y de nuevo el nombre
y mi quejido prolongado
perplejo bajo mar
quedo murmullo
el nombre
invadido de ti
ahí
en tu nombre
habitado por ti o por mi muerte.




http://circulodepoesia.com/nueva/wp-content/uploads/2010/01/Jorge-Ruiz-Dueñas.jpgA continaución un atisbo a la poesía de Jorge Ruiz Dueñas (Guadalajara, 1946). Sobre su poesía ha dicho Juan Domingo Argüelles: "Toda la obra del autor es un tornaviaje; ese tornaviaje que se inicia al nacer y que sigue el curso de las mareas interiores de la memoria y su celebración."

De Cantos de Sarafán


Sombra de eucalipto
(8)

Qué embeleso colmó tu existencia

preguntaba la Señora de los llanos

mientras mi potro discutía con las verjas

Cómo la almendra cotidiana

inoculó su presencia

su hábito cubierto de flores comestibles

en valles donde los equinos coitan

y el trapiche exhuma la violencia del alcohol

Cuándo la perversidad pasó sin lastimarte

acompañado de canes dispuestos a tu defensa

Dónde los suntuosos panes

celebraron tu premura

y con las fibras cordiales

alabaste su masa nutricia

Para quién desenvainaste tu espada de madera

y desplazaste los aros

la gendarmería de pájaros

el tizne de la noche estallada por bengalas

Por qué aún huele a canela

a clavo y a pimienta

a café molido

en la víspera de los quinqués

mientras el horno mantiene su infierno

y la tahona alivia la purificación de las pastas

Qué embeleso colmó entonces tu existencia


Hojas

(1)
Fue algún domingo inglés en los senderos

bajo el domo de los árboles

Ignoraba si la última llamada del verano es el otoño

y los humos de las carboneras

diluían su tizne en la giba del cielo

Todo era pulcro en el otoño inglés:

la hora sexta sobre el Carfax de Oxford

el arroyo que cruza el jardín del becario americano

las simétricas nalgas de una falda breve

Para entonces

no estaban los amigos

ni rondaban pacifistas en St.-Martin in-the-Fields

Kostas no decía los prodigios de Plaka

en un tabuco de Queens

ni las dependientas esmeraban su sonrisa

Protestaban



los obreros en Trafalgar Square

reacios a la modernidad ajena

y Theodorakis padecía con la mirada en el Egeo

No sé cuánto duró en mi alma aquel otoño

pero ya vuelca su miel sobre mis ojos

y en el embarcadero

un murmullo repite algunas noches:

Let’s forget any acquaintance!


Evángelos
para Niki, nuestra cronista en Creta
Evángelos murió en septiembre


como la palabra en la tinta
El mensaje nubló la sonrisa de mis hijos

Les digo que no le conocí

y la geometría del azar me contradice

Quizá mojamos nuestros dedos

en la fuente Morozini

alguna tarde camino de la Fortaleza

Acaso le escuché a hurtadillas

hablar del Taurocéfalo bajo el sol de la historia

o seguí sus pasos en el Megaron de la reina

No lo sé

Les digo que no le conocí

pero tampoco puedo asegurarlo

porque el otoño sella la memoria

Les digo también

que pudimos sentarnos

en medio de alguna callejuela

No hablaríamos mucho

rodeados por el vocerío de los niños y el busuki

Señalaríamos

sin azoro

alguna nube

sobre el mar incandescente

Insisto en que no le conocí

pero

ambos podríamos decir

que la pasión es el silencio

Ahora lo sé

Evángelos no murió en septiembre


como la palabra en la tinta
lo digo para mí

que espero

Y él

probablemente me susurra:

el mundo es icono de sí mismo


como la palabra en la tinta

desnuda y sola
Calibán
(10)

He aquí el futuro

que no responde a la ansiedad

ni da lugar a la neblina del olvido

He aquí lo que nos dejaste

Señor

en los reflejos de tu vastedad

sin dar motivo para recordarte

o considerar tu presencia en la silla de la montaña

Diste a uno más de lo necesario

Consistencia para las enfermedades

el polvo que descansa en sus objetos

Medraste a otro la oferta

El rendimiento de su manada

la autonomía del vuelo

su interés en la vileza

He aquí el futuro

nos dijiste

y no sé si te conocí entre los ingenuos

tendido en la playa como un padre de familia

a la espera de los rayos benignos

y de embarcaciones donde transportas emigrantes

Quizá elegiste un número para la fortuna

o bebías café

aparentando escuchar

en los estuarios donde flotan los fieles

ante tu elaborado caos

Ofreciste tareas y empleaste una legión

para cuidar la exactitud de las estaciones

la obesidad del ecuador

y la pulcritud del templo

He aquí el futuro

decías con arrogancia

cuando llegaste sin manos

De Las restricciones del cuerpo

(Fragmentos)


Ahora digo que ánimo y ánima conjuntos se tienen

entre sí, y por sí, forman una sola natura (…)
Lucrecio


Para Lêdo Ivo
*
Los límites

el contorno

los bordes de la piel al escalar la fiebre

la ceniza

entre los miembros y su eje

El movimiento

cartílago nutriente

sube en la bruma del recuerdo

y la agilidad del párvulo o del simio

es emoción para el trapecio

Pero la incertidumbre y la vida

determinan el visado

Aquel mozo que ansiaba el periplo asido al mástil

no permuta más poemas

ni recorre senderos cubiertos de hojarasca

Entonces

una alfombra sembrada de castañas

el esplendor arbóreo

y en el fondo de sus brazos el azoro

Entonces

el tiempo era futuro

con el mensaje de los mancos y los ciegos

o las llagas del crucificado

y la astilla del hueso

y el trance de mi sacrificio

Antes

en el camino al universo de las gasas

más allá del urinal

y los vapores de amoniaco

la certeza de lo impuro abrió su pasmo

las cofias y las batas

el cuerpo colmado de platino

la miseria personal tan abrumante

sin alivio ni resurrección

Mas

en el cuarto

donde el paso de las nubes

sólo era receptivo a la desdicha

los órganos se entrenaban para consultar a los augures

medir los fluidos

sopesar los alimentos

y navegar con la palabra

Después

hablé de las cartas amorosas de un profeta

al amparo de custodios

Del vagar untuoso de los cuerpos

De callejones eternos

y cadáveres al sol

No era el caso de esperar en los túneles

donde la turba gritaba camino de batallas dominicales

Tampoco de curar la herida del caído

o reprimir la violencia derramada

si la marea ocultaba a los sicarios

En aquel tiempo el agua cortaba los puentes

y veía el ciervo del parque

por entornadas ventanas donde moraron los poetas

En aquel tiempo ascendí a la Torre

por párrafos descritos

como no la vieron invasores

y la cerveza podrida corría en las catedrales

al dejar a su suerte una postal del mundo

Los edificios decrépitos

los domos con verdín

apenas otra pradera para cuervos

habituados a colgar sus excrementos

en las lianas del voltaje

Después volvía



al jardín de tulipanes

donde la perfección impedía ver los pederastas

en su labor sobre la vulva de las niñas

y los perros corrían liberados de correa

y las madres leían revistas cuidando las carriolas

alejadas del canto de los agentes de bolsa

*

Ahora

una emoción inicia el recorrido

y el calosfrío pone en movimiento los músculos drenados

Ahora

a la espera del zarpazo en la ribera corporal

arponeado en nosocomios

Ahora

sé que el cuerpo tenía límites

y la temperatura interior seguía leyes rigurosas

Las bragas que tanto inquietaban al banquero

cuando la doncella servía el té

y distribuía copas de jerez ahumado

Sus piernas que tanto endurecían nuestra vulgaridad

mientras ganaba el alquiler

y la madre sucumbía

eran pilares de placer y ocaso

El mayordomo aspiraba al pago puntual de la ginebra

los tutores se envolvían con lana

y ella iniciaba el preinfarto de los viejos profesores

saciados por la turgencia de sus senos

Sin embargo aquella muchacha también tenía límite

La linfa que fluía en la aurora

y el pecado escurrido de los pies a la cabeza

apenas le auguraban su derrame

Un venero desbordado

en el fondo de la dorada testa

*

Cómo olvidarnos del ciego y de su eco

que advertía tropiezos al chasquear la lengua

No lució desaliñado

No hizo nada impropio

Veía sin ver y una luz quebró su apócrifa mirada

mas las mujeres escondían los muslos

que él adivinaba

De los colores recordaba todo

De los sonidos

el del piano fue la infancia

Lleno era de conocimientos

y nadie resentía su juicio de la divinidad

Entonces

transitaba los territorios del recuerdo

y en las aguas flotaban otras materias residuales

pero

la balsa del profeta llegó a su corazón

Recorrimos las clínicas

los ambulatorios

los bancos de ojos y de sangre

en busca del revelador de imagen

Entre todas

apenas una dispuesta a cooperar

aunque ella misma requería atender su aborto

su cansancio

y el invidente la guió por las tinieblas de la depresión

con palabras de deseo

En la soledad sabatina

camino al dormitorio

yo imaginaba su talante inerte

y el bastón cruzando la alameda

Ahora

cuando paseo por el sendero

en la aglomeración de sombras

ahora

cuando el pasado se funde

en la imperfección de las rutas

ahora

la silueta de caderas recias y senos de manzana

pule las uñas de los académicos

clasificada como caso excepcional y divertido

Ahora los dos se encuentran

en un paso de gato de las nubes

y lanzan acertijos insolubles

*

El antiguo sanatorio se hizo de una santa

Los pasillos no guardan registro de los pasos de mis viejos

asolados por carencias hormonales

y la inconstancia del calcio

En los jardines

rosas antiguas abren los labios al sereno

amagadas por el golpe de gracia del jazmín

Entre camas de metal

atado a barandillas

un paciente se beneficia con el suero

y antibióticos de amplio espectro

No sé si el tomillo ayudará a mis bronquios esquilmados

por el polen y el granito

pero la sombra de la mujer recién llegada

es un rastro de pies que ignoran el camino

Hoy importa la calidad de la muerte

en el terreno de la beata

la posibilidad de los milagros

y mejorar la perspectiva de lo eterno

Camino al patíbulo

los campesinos esperan la sentencia clínica

o responden cuestionarios de salud

Entonces la santa vigila y pone todo en su sitio

la carrera del polvo

el perfume de la noche

la sonrisa del Capitán del cielo

y el hedor del contribuyente involuntario

recordado en el tiempo de los vivo

*

La putrefacción nocturna llega al cuerpo

Las entrañas se doblan en sí mismas

y la cólera también

No alcanzo la majestad de la bestia

tampoco su furor

El cuerpo tolerante

busca a tientas

el placer

Ahora le interrogo si valió la pena el goce

y responde que sólo eso le mantuvo

Ahora recuerdo el timbre de su voz

en el redoble

que acomete el gran suceso

Ahora le insisto en la pesquisa interna

y en la idea

Por las ascuas del sueño

la memoria baja del torrente

pierde los pasos

y observa las membranas infectadas

Así vuelve al silencio

y al amanecer

el óxido opaca la vidriera de los ojos

Esta es la frontera de mi carne

le respondo

y el muro sostiene la existencia

y la imaginación avanza a la estación de invierno

*

Cuánta aflicción puede mancillarnos

Cansa la espera en el portal

la multitud donde no ocurre el encuentro

Cansa al cuerpo la vigilia

la flama insatisfecha por tanto mandamiento

la singladura cotidiana

y cansa el misterio del clima

su asfixia

o la voluntad del manto níveo

Cansan los fallos

la hilvanada casualidad

y la muerte por iniciativa personal

Cuánta tortura

no es asunto de suicidas

es fábula tozuda

porque la verdad se nubla

Casi al abordar

en el último andén

o en la antesala

los obreros terminales alivian el peso

pulen su memoria

para eludir la ira de sus beneficiarios

Luego

esa descarga en los párpados viene con el fresco

esa tranquilidad de los rayos vesperales

ese delirio social de la filantropía

ese pulso extraviado

diferente al bullir de la palabra

Pero están allí

la curiosidad y el guiño

vistos tras las gafas

en butacas de teatros vacíos

Otros labios

quizá

son añorados

y apenas queda tiempo para deletrear

y esa restricción no es de los huesos

ni de la esponja cerebral en riesgo

ni del rigor de las extremidades

sino de la intemperancia del tiempo

*

Qué te impide matar

preguntó el padre al cazador bisoño

al golpear la aguja el percutor

y el proyectil silbaba dentro del cañón

y el plomo atravesaba el viento estanco

y la carne reventaba con pérdidas irremediables

al entrar la muerte a saco

y tomar por asalto al animal

Después

una sensación de finitud invadía el cuerpo del joven

Qué te impedía aceptar el consejo de los dioses

eficaces en dosis frecuente hasta la llegada del vahído

Y después de tantos años

la interrogante sigue suspendida

No se alarme

ilustra el consejero

al reducirse el ritmo cordial

donde las fibras rugen por el asma

Pero es el recuerdo del disparo

alojado en la gaviota

el que vuelve

como la frase de mi padre apoyado en el encino

en tanto el humo de las hojas aromatiza un sueño

y él parte

otra vez

con su abrigo grueso bajo el relente de diciembre

en la oscuridad de mi mente

*

Ha perdido las vénulas

dijo el mendigo culto a los padres del herido

El riesgo es alimento

aunque las causas de la mancha azul en el anémico

y la estadística de la vida

son insuficientes

concluyó el disertador

Los polos del planeta eran los brazos de la madre

y el niño se limitaba a respirar sin convicción

Fue el momento de ver señales en el iris

cíngulos y meteoros nimios

al fundirse el marcapaso con voces en el cuarto blanco

y ya no sintió nada

y se desentendió del cuerpo

sólo en el atrio

el harapiento aún daba consuelo a los transeúntes

y merecía la gracia del Todopoderoso

Hablemos por ello de cuánto resiste la materia

siempre sujeta al pronóstico de los hechiceros

y al tratamiento de las mujeres sabias

Pensemos en los malestares

en la pena incontenible del silencio

Pensemos en nosotros mismos

si se quiere

en el vecino de cama

vacío de secretos vesicales

apesadumbrado por constante gozo

llevado hasta su lecho de sábanas rotas

donde las cuitas le corroen

y nada dice para no aceptar presencias parcas

Hablemos de los mensajeros de la ciencia

al llegar disimulados sacerdotes y óleos

para reconfortar la atrofia

en la despedida que hace de las vísceras un circo

Por qué no hablamos de eso

*

Uno puede imaginar de quién es la voluntad

si la higiene solar llega a la piel

De quién

el impulso para abarcar la hora

y los presagios

De quién

la vehemencia de los cuerpos juveniles

atados a sí mismos

en medio de la tormenta

De quién la voluntad al ver tus ojos

el propósito de no enmendar pasiones

y el hambre de tu esencia declinante

De quién

el desasosiego

Y esa ansiedad que cruje en el pecho

en la cuaderna antigua

de quién es

De quién la soledad de aquel estío

prolongado hasta el otoño

con la misma percepción del tiempo bonancible

apenas limitado por la realidad de piedra

De quién la aventura

la sordidez del sueño

la tentación y los ultrajes

Dónde los límites del espíritu

inquiría el navegante

y sin respuesta regresó a mal puerto

marchito por la ausencia del océano

*

Era una mañana de domingo

y el día atracaba pudoroso en la ventana

No preguntamos por el alma

preguntamos por nosotros

Todo lo poseído estaba allí

ignorados por el Espíritu Santo

Entraron las campanas

con el árbol del vecino

porque éramos dueños de la arcilla

Los ritos domésticos se amotinaron

mas no restringimos el acceso a nuestro ser

ni apareció la Segunda persona

Luego

vino la vaguada

y fue vista el alma

caminando por la playa

Con un canto

el sol se puso al centro

Así lo supimos

la disputa iba a venir

en la semilla

y los vicios consumados

Acaso la mente es el ánima

aludiste presurosa

mientras tu cuerpo tierno caía en cama

Un aire narcótico bajó

y se disolvían los bienes y entornabas los párpados

Yo te veía igual a la primera vez

cubierta por la ferocidad del verde

y las naos a vela surcaron de nuevo la corriente

Después

anticipamos el mordisco del tiempo

a nuestros cuerpos

antes del óbito y la caída

*

Confiesa que temes perder el cuerpo

por vagar en la orilla de los ríos

Confiesa que dejas huella en las baldosas

y el miasma desciende al remolino

en una dualidad

Confiesa que la perla de la ostra

conserva el grano primigenio

Confiesa cómo el susurro del aliento

silba en la textura del espanto

Confiesa haber oteado la grieta

para avistar el avance del olvido

el corto pabilo que incinera las alas

entre rayos clavados en la pupila de los santos

Confiesa que nunca hubo tal revelación

y expandir la conciencia es tu forma de sanar

y sustraer la emoción en el contrario

Confiesa el recorrido

y aguarda humillado la llegada del perdón

No te despiertes más


Poemas dispersos

Albamar
a la memoria de Fernando Ferreira de Loanda
Albamar es sitio conveniente

para hacerse de moneda antigua

y verla circular en nuestros sueños

Hay figas

herrajes de una puerta imaginaria

clavos de la Santa Cruz

y ganas de hacer nada alrededor del kiosco

Arriba

con el fragor de platos en cascada

los comensales trinchan frutos

Armados crustáceos enfurecen

sobre valvas

y la tinta de los pulpos se hacen oda

Coleccionistas de domingo yerguen la testa

en busca de arroces y mandioca

mientras

ojos de pescado en las neveras

testimonian la pureza de los tragos

la marea creciente de un gol del Fluminense

la sonrisa imaginada por Vinicius

Apenas perceptibles en el hemisferio sur

cuando octubre completo

arroja su entraña en la Bahía de Guanabara

Apenas la memoria desliza un verso

escalera abajo hasta la plaza

donde aguarda una nostalgia

sin interés compuesto

segmentada con equidad

en treinta más un gajos


El sabor de Dios
para Gonzalo Rojas
Provisiones para el cuerpo

y la ración de luz

llegan como la malicia

desde el centro de nuestro corazón

Baja el jugo de malvas

por tu pecho

y ejercitas en él palabra y cólera

Una sandalia en la arena

un siseo que nos recorre

pero ignoramos si toda estación tiene manjares

Sabemos



de la desolación de dos mujeres

de sus alforjas con plata

Sabemos de caracolas

arrancadas con barreta

de insectos adobados sobre salsa de hoja santa

y sabemos del bronce

al abrir paso en las entrañas

mientras un vino del color del mundo

cae en el cuenco de tus manos

Sabemos del aliento misericordioso

que hace la marea de las ciudades

y sabemos tanto de lo no importante

"Hábleme usted seriamente"

reclama el emigrante

para extender manojos de cilantro

sobre el lecho

Luego

la cópula de las especies

sobre la tarde escarnecida

tiñe la mesa de sangre y la llena de sabores

"Traiga pan de muerto"

demando

"Por supuesto"

se escucha decir en el María Sabina

y vuelves tus ojos de bosque sobre mis heridas

y preguntas si tienen algo con el sabor de Dios:

"Por supuesto"

te responden

"Por supuesto"


25 de noviembre
Cuando el año quiebra la cintura

y los desastres interiores

ilustran nuestras vidas

la familia Tanaka recorre el estero

y todo el 25 de noviembre

Mishima preparó su muerte el mismo día

Para ello:

abrió obsesiones por el bajo vientre

y entregó su inteligencia a la decapitación

La familia Tanaka cumple con sus tradiciones:

rescata las pequeñas especies

respeta la vejez

y no aspira al coraje del séppuku

Adopta fábulas menos terribles

y duraderas

Procura leer poco a Mishima


Datos vitales
Jorge Ruíz Dueñas nació en Guadalajara en 1946, pero arraigado desde su infancia a Baja California, es poeta y narrador. Hizo estudios de posgrado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha sido secretario técnico del CONACULTA; director de Tierra Adentro (nueva época), del IMER y de Talleres Gráficos; gerente general del FCE y director general del Archivo General de la Nación. Es Autor y coautor de quince obras de carácter académico y del libreto Tierra final (cantata para soprano y orquesta de Daniel Catán). Mereció distintos reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía Manuel Torre Iglesias 1980 por Tierra final, Premio Nacional de Periodismo en divulgación cultural 1992, otorgado por el Gobierno de la República. Premio Xavier Villaurrutia 1997 por Habitaré tu nombre y Saravá. Ha publicado el volumen de cuento Las noches de Salé, los libros de ensayo Tiempo de ballenas, Cultura, ¿para qué? Un examen comparado, la novela El reino de las islas y los poemarios: Espigas abiertas, Tierra final, El pescador del sueño, Tornaviaje, Antología pessoal, El desierto jubiloso, Guerrero negro, Habitaré tu nombre, Saravá, Carta de rumbos 1968-1998, Celebración de la memoria, Cantos de Sarafán.


lunes, 2 de septiembre de 2013

JAIME LABASTIDA. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1996. POESÍA.

Jaime Labastida nació en Los Mochis, Sinaloa, el 15 de junio de 1939. Es Poeta y ensayista. Doctor en filosofía. Miembro numerario y actualmente presidente de la Asociación Filosófica de México y de la Academia Mexicana de la Lengua, donde ocupa el cargo de tesorero. Socio Honorario de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Miembro de número de El Colegio de Sinaloa. Miembro del grupo "La Espiga Amotinada". Ha merecido reconocimientos como los siguientes: Premio Jaime Sabines 1980 y Premio Internacional de Poesía Ciudad de la Paz 1981 por Las Cuatro estaciones. Premio José Joaquín Fernández de Lizardi 1985 otorgado por el Club de Periodistas por artículos de fondo publicados en Excélsior. Premio José Fuentes Mares 1987 por Obsesiones con un tema olvidado y Las cuatro estaciones. Premio Nacional de Periodismo 1992 por artículos de fondo. Premio Xavier Villaurrutia 1996 por Animal de silencios y La palabra enemiga. En 1999 recibió del gobierno francés la Orden de las Letras y las Artes en grado de Caballero, por su carrera literaria y su trayectoria como promotor de la cultura y las ciencias. Premio Ocho Columnas de Oro 2000. Recibió la Cruz al mérito de la República Federal de Alemania, otorgada por el Presidente de esa República. Doctor honoris causa por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y por la UAS.
Algunos de sus poemarios son El descenso, FCE, Letras Mexicanas, 1965; La feroz alegría, FCE, Letras Mexicanas, 1965; A la intemperie, Joaquín Mortiz, 1970; Obsesiones con un tema obligado, Siglo XXI, 1975; Las cuatro estaciones, Siglo XXI, 1981; Plenitud del tiempo, SEP, Lecturas Mexicanas, 1986; Toda la muerte (grabados de Francisco Moreno Capdevila), Ciclonte, 1989; Dominio de la tarde, Siglo XXI, La Creación Literaria, 1991; Animal de silencios, FCE, 1996; Elogios de la luz y la sombra, Aldus, 1999.


Los dejamos con un poema de Jaime Labastida y una muy interesante crónica fotográfica del evento, cortesía de Pascual Borzelli Iglesias.


EL JÚBILO SE ENCIENDE
La memoria es una piel que tu recuerdo llaga,
una herida de torpe geometría,
es una carne, un nervio vivos.
Lacerada memoria donde el fuego
es la violenta agua apaciguada.
Miro así tu jadeo,
en ese mar, en esas olas me hundo.
Qué hermosa sed que nunca más se sacia,
qué agua: no apagas sino incendias.
Tu cuerpo resplandece con mi yesca;
tallo tu imagen de carbón
y es fósforo, sol, óxido el que brota
de esta chispa de luz.
Rescoldo quedan nuestros cuerpos y aluzamos
todo cuanto habita la pieza.
El júbilo se enciende.
De los cuerpos que se besan
viene este parto de la brasa.
Los objetos adquieren sus perfiles de gracia
y desdeñan la sombra.


FUENTE: http://circulodepoesia.com/nueva/2009/06/portarretratos-no-10-jaime-labastida/

viernes, 30 de agosto de 2013

CARLOS MONSIVÁIS. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1995. CRÓNICA. LOS RITUALES DEL CAOS.

En Los rituales del caos, de
Carlos Monsiváis (1938), queda revelada la imagen más fiel de este
autor mexicano: manías, obsesiones, delirios, tributos y ritos se
concentran. Los rituales...
significan una fotografía, una radiografía (el caso sería el mismo,
pues lo que la primera pone en evidencia, la segunda lo revela tal
cual, concretando en el conocimiento siempre) en donde Monsiváis
propone, respecto de la sociedad mexicana de fin de milenio ?y tal vez
no tan lejana de otras nacionalidades: posmoderna, vertiginosa y
violenta?, en donde las multitudes que la conforman explotan por todos
lados, identificándose como pertenencientes al clan consumidor y
variopinto de la Virgen de Guadalupe, Julio César Chávez, el niño
Fidencio o Santo, el enmascarado de Plata, sin olvidar ?por supuesto? a
Luis Miguel, Madonna y Gloria Trevi. No basta, al parecer, ser un
número más en la especie, sino que se requiere de una etiqueta extra en
la frente.Monsiváis en este libro se desvive por ordenar y
?taxonomizar? a los seres afectos a otro tipo de mercancías: desde el
coleccionismo y sus vaivenes en México, hasta el sexo en la joven
sociedad de masas, sin olvidar a los fanáticos admiradores de Satán y
los brujos de Catemaco, Veracruz, pasando lista también a los que hacen
del mexicano un ser teledivertido, non pensante y atrapado por el
control remoto (adviértase que el nombre corresponde al objeto) o la
enferma afición del mexicano por las estatuas y monumentos nacionales,
mismos que amenazan con crecer ad infinitum conforme los sexenios
presidenciales se suceden. El autor de Amor Perdido
expone una radiografía de las demencias, aficiones, vicios, y
diversiones de ?la gleba?, ?el pópolo?, ?la grey astrosa?, situando su
campo de acción, encuentro, batalla, donde se concentran los bandos: el
California Dancing Club, el Palacio de los Deportes, el Zócalo
Capitalino, la Basílica Guadalupana, un vagón del Metro, el Salón
México o el Estadio de la Ciudad Universitaria. Los hijos del
consumismo parafernalio, de la diversión a la hora ?que usted mande?,
junto con sus padres y madres (entiéndase Los Protagonistas que motivan
el tumulto y provocan el movimiento de la masa a todas Horas) conforman
el caos geo/demográfico que es la Ciudad de México: el único lugar
donde la gente pulula, más que habitar; sobrevive, más que respirar y
disfruta, más que cualquier otra cosa. Ante el evento que inmortalice
su existencia, el espectador consume los 15 minutos que Warhol
ofreciera para alcanzar la fama y la gloria entre los mortales, pues
qué otra cosa sino el don divino es el asistir a cantar ?¡Ay Jalisco,
no te rajes!? con Sting o ?New York, New York? con Sinatra, lo mismo
que ir a celebrar al Ángel de la Independencia, acto que reafirma el
orgullo patriótico y continental; o salir sano, salvo y sin mancha
alguna de la aventura moderna que es llegar a tiempo al trabajo, tras
abordar una ?pesera? o el Metro en la Ciudad que no descansa nunca y
que siempre tiene auditorio suficiente para cuanto evento se realice,
por insólito que resulte: la asistencia está asegurada.En todas las
actitudes antes mencionadas estaría comprendida la personalidad de
Monsiváis, pues si se quiere identificar al Cronista sería con la
música, la historia, la política y el cine, obsesiones que lo han
llevado lo mismo a cantar y grabar un cd con Las mañanitas que a participar en una película y ganar, por su desempeño en el cuadro, un Ariel. Carlos
Monsiváis ambienta en este libro deseos y obsesiones en su discurso
ensayístico, ordenándolo en parábolas que más que moralizar apelan tan
sólo a las multitudes y su atención valiosa y de las cuales formamos
parte alguna vez, pues lo mismo aceptamos cantidades y productos como
resultado de la explosión demográfica que nos aletarga en el infinito
juego del somos..., mueren..., eran..., seremos..., habrán...



Fuente: http://www.netsaber.com.br/resumos/ver_resumo_c_54969.html

 

 

Carlos Monsiváis es justamente célebre por sus indagaciones, tan ingeniosas como conocedoras, en las múltiples y complejas realidades de la cultura mexicana: la que conocemos como cultura popular y la "alta cultura. En este volumen el autor desmenuza, con su humor y saber acostumbrados, distintos rituales de la ciudad de México y de la sociedad mexicana en general: rituales religiosos, cívicos, mercantiles, musicales e instantáneos; antros y basílicas, estadios y coliseos, mallsy puestos, bares y estatuas, y se interesa por ídolos de los mexicanos como El Santo y Julio César Chávez. Por si fuera poco, Monsiváis ofrece aquí un ensayo lleno de recovecos sobre las minucias del ritual del coleccionismo.


Fuente: http://www.edicionesera.com.mx/index.php?page=shop.product_details&product_id=571&option=com_virtuemart&Itemid=3



 

jueves, 22 de agosto de 2013

FRANCISCO HERNÁNDEZ. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1994. POESÍA: "Moneda de tres caras".




Archivo.
El poeta veracruzano Francisco Hernández presentó, dentro de la Feria Universitaria del Libro UANLeer 2013, su obra 'Moneda de tres caras'.

Mediante una nueva forma de representar el retrato en el arte literario, el poeta veracruzano Francisco Hernández presentó, dentro de la Feria Universitaria del Libro UANLeer 2013, su obra 'Moneda de tres caras', en donde enmarca la historia de tres grandes literatos.

En dicha obra, según explicó, convergen elementos como pasiones prohibidas, la locura, la soledad y el miedo a la muerte, que desencadenan en el lector el desencanto de la realidad en la que se vive.

El escritor Rodrigo Alvarado señaló que para esto el autor tiene que salir a la búsqueda del otro para reconocerse y con ello realizar la identificación del Yo y así formar una identidad poética que da vida a los personajes de 'Moneda de tres caras': el compositor Robert Schuman y los poetas Friedrich Hölderlin y George Trakl.

Según explicó Margarito Cuellar, integrante del presidio, este factor se vuelve una herramienta vital para que el lector pueda encontrar poemas sorprendentes y llenos de magia en las obras de Hernández, debido a que "su poética apunta hacia extremos que el lector tiene que unir en una parte".

Además, comentó que rutas desconocidas y una galería de fantasmas son parte del camino que tienen que recorrer las personas que leen a este autor.

Hernández aprovechó para dar lectura a algunos fragmentos de su obra, como también recordó las anécdotas que lo llevaron a darle valor poético a su 'Moneda de tres caras'.

Añadió que para ser artista se necesita de locura y refirió que "ésta es un ingrediente muy socorrido en la poesía porque tiene que ver mucho con la hipersensibilidad y no se puede ser artista sino estás un poco loco".
FUENTE: http://www.elporvenir.com.mx/notas.asp?nota_id=654007



Los textos de Francisco Hernández suelen ser breves. Los temas abordados en su obra son el desencanto por el mundo, el amor-erotismo y la violencia, sobre todo, además del tiempo, la muerte, la palabra y, más raramente, la poesía. Estos temas se articulan por medio de motivos recurrentes en la obra: agua (mar, lluvia, río), sueño-enfermedad (delirio), cuerpo-mujer, el viaje, la luz. También pueden destacarse el empleo del humor, así como de estrategias y lenguaje importados de campos como la publicidad, el cine y la televisión, en una parte de su obra, ya que otra parte (los libros premiados, de corte "neo-romántico") se caracterizan por una visión trágica de la existencia.

Asimismo es notable su cultivo del "retrato poético" de personas, paisajes, obras plásticas, visuales o musicales, que parece no tener parangón en la literatura mexicana. Este ejercicio que privilegia la vista ha dado como resultado un tipo particular de texto cuya estructura es fija: las poetografías. Se trata de textos ecfrásticos muy breves que no llegan a la página de extensión, escritos en endecasílabos asonantes dispuestos como si fuesen prosa, y lo normal es que partan de alguna fotografía.


Algo de la producción de Francisco Hernández se halla publicado bajo el nombre de Mardonio Sinta, supuesto heterónimo. Éste es un jaranero veracruzano que escribe coplas octosilábicas en estrofas rimadas. Entre los libros atribuidos a Mardonio Sinta están: Coplas a barlovento (1993), Una roja invasión de hormigas blancas (1994) y ¿Quién me quita lo cantado? (1999)

Fuente: wikipedia.

miércoles, 21 de agosto de 2013

JORGE LÓPEZ PÁEZ. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1993. NOVELA.

Nacido en Huatusco, Veracruz, en 1922, Jorge López Páez se trasladó a la ciudad de México desde muy joven, donde estudió Derecho. El dato, que podría parecer insustancial, se vuelve importante al leer su obra narrativa: los espacios principales de las historias que cuenta suceden en ambas latitudes y, algo aún más notable, tal ubicación determina la personalidad y actitudes de los actores; es decir, no son escenarios gratuitos, accidentales, sino elementos indispensables en los cuentos y novelas del autor: sin esa determinación geográfica, la literatura de López Páez sería otra. O no sería.

Aunque, según noticias, Jorge incursionó en la dramaturgia con La última visita (1951), su vocación se decidió por la narrativa, y así dio a conocer en 1955 el breve volumen de cuentos titulado Los mástiles. Pero fue su primera novela El solitario Atlántico (1958), la que le atrajo la atención de los lectores especializados, quienes la consideraron una de las mejores piezas de su especie en mucho tiempo.

La consideración no es gratuita, pues además de su belleza formal y narrativa contiene una suerte de primicia en la literatura nacional: la asimilación de los niños como figuras protagónicas de primer orden. Aunque a estas alturas el hecho pueda parecer nimio y hasta inverosímil, basta revisar la producción narrativa para encontrar que la presencia de infantes en cuentos y novelas era meramente circunstancial, aparecían sólo como comparsas, como elementos decorativos, nunca como figuras centrales y definitivas. Andrés, protagonista narrador de El solitario Atlántico debe figurar por ese solo hecho entre lo más notable de nuestra historia literaria. Y la novela en sí anuncia lo que sería una de las obras más prolíficas, intensas e inquietantes de cuantas hay en México.

Es necesario volver al tema de la infancia: es uno de los asuntos más entrañables para López Páez: la mayoría de sus relatos tiene que ver con ello, y si se hiciera una necesaria selección de esos textos nos toparíamos con una galería impresionante de infantes-personaje, vistos desde las perspectivas más disímbolas y a la vez enriquecedoras: los hay llenos de ternura, pero también de desesperanza, de indefensión y hasta de maldad: cada uno representa distintos estadios del alma y el espíritu humanos en su forma embrionaria pero fundamental, esos que devendrán personalidades tal vez inmodificables y que el escritor retrata con sobrada exactitud en sus novelas, sobre todo las del periodo más reciente.

En efecto, la novelística del veracruzano contiene tipos en plena adultez cuyo comportamiento no puede desligarse un ápice de su experiencia infantil. Tal es el caso de Hacia el amargo mar, Mi hermano Carlos (estimada por Emmanuel Carballo como una de las mejores novelas mexicanas) y Pepe Prida (todas ellas publicadas en 1965). Mas es en lo que podría llamar obras de madurez donde Jorge concreta su conocimiento del siempre convulso y conflictivo interior del Hombre y lo vuelca al papel con mayor profundidad: La costa (1980), Silenciosa sirena (1988), Los cerros azules (1993) y Ana Bermejo (1996).

Jorge López Páez posee una virtud poco común en nuestro ámbito: de gente en apariencia común y corriente y hasta anodina, de situaciones a simple vista irrelevantes, es capaz de extraer los rasgos más desconcertantes, los pliegues más secretos y oscuros, y de ese modo da vida —gran vida— a lo inane. Así, un cantinero, un agricultor, un comerciante; un ama de casa, una secretaria, un estudiante, etcétera, son sacados de la modorra existencial gracias al agudísimo ojo del escritor: como un alquimista, Jorge se mete en el cuerpo y en el alma de sus personajes y los moldea a su arbitrio, para beneplácito de los lectores: descubrimos oro donde antes sólo mirábamos arcilla; fuego, donde antes percibíamos apenas cenizas. Por eso, luego de conocer a gente como los protagonistas de Los cerros azules (para mí uno de los mayores trabajos del huatusqueño), o de Ana Bermejo, uno aprende a ver la gente, las cosas, el mundo, de otro modo: sabe uno que detrás de cualquier gesto, de todo hecho, por nimios que puedan parecer, hay torrentes de vida, cascadas de experiencia humana. Uno aprende, en suma, a leer de otra forma el universo.

A lo largo de sus cuentos y novelas, a Jorge López Páez le inquietan tópicos como la fidelidad y su contraparte la traición; la soledad en medio del tumulto; la incomprensión de la gente ante hechos que les parecen lejanos no obstante estar casi frente a sus narices; y sobre todo, la muerte. Ésta es, junto con el mundo infantil, una de las constantes en su literatura. ¿Es que ambas, niñez y muerte, van de la mano, son sombra una de la otra, forman un trazo inescindible, sin remedio?

Y todo ese complejo sistema de relaciones humanas, de indudable tono filosófico, se da en la narrativa de este autor con una naturalidad pasmosa, porque sabe atemperar lo dramático con un cierto aire poético, porque atenúa lo esencialmente trágico con su preciso e implacable sarcasmo, con su sentido del humor fino y, a veces, demoledor. Es por eso que muchas de sus criaturas más castigadas por la vida pueden parecer en ocasiones cantantes de opereta; y al contrario: personajes de oropel se convierten de pronto en paradigmas de la catástrofe interior más severa. Y es quizá por lo mismo —el sarcasmo, el humor— que algunos críticos acusan a Jorge López Páez de algún desaliño prosístico; yo creo que más bien se trata de la naturalidad puesta al servicio de lo que ha de contarse: ¿para qué complicarse la vida —y complicársela al lector— cuando se están bordando asuntos de lo más complejo, acaso irresolubles? (Y aquí vale la pena destacar la fidelidad de los diálogos construidos por el autor: es una de sus armas narrativas más importantes. Debe observarse también su capacidad para cambiar de voz: hombres maduros, jóvenes, mujeres, niños... son bien correspondidos en el retrato que Jorge hace de ellos: por ejemplo, cuando "escuchamos" a Andrés, en El solitario Atlántico, jamás dudamos de su autenticidad: estamos frente a él. Somos él.)

Diré, por último, que en la literatura de Jorge López Páez hay siempre una propuesta en favor de la felicidad, aun a sabiendas de que ésta suele ser un arma caliente.

Otros libros del autor son Los invitados de piedra (1961); In memoriam, tía Lupe (1974); Doña Herlinda y su hijo y otros hijos (1993); Los cerros azules (1993, Premio Xavier Villaurrutia); y Lolita, toca ese vals (1994, Premio Internacional de Cuento "La palabra y el hombre").

Advertencia: Jorge López Páez parece tener preferencia por la narrativa de largo aliento, por lo que la mayoría de sus cuentos son muy largos, y alcanzan a veces las dimensiones de la noveleta; eso impide incluir en esta selección los que me parecen sus mejores relatos: rebasarían las proporciones establecidas por el editor. Sin embargo, en los textos —que no desmerecen en modo alguno respecto de los más logrados— el lector hallará varios de los rasgos característicos del mundo alucinante del veracruzano que he destacado, como su inclinación por el tema de la niñez y la muerte y, también, su sarcasmo y sentido del humor.


Ignacio Trejo Fuentes

FUENTE: http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=259&Itemid=31&limit=1&limitstart=1

martes, 20 de agosto de 2013

DANIEL SADA. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1992. CUENTO.

 
 


Daniel Sada
Poeta y narrador. Nació en Mexicali, México, el 25 de febrero de 1953; y falleció en la Ciudad de México, el 18 de noviembre del 2011. Estudió la Licenciatura en Periodismo, en la Escuela "Carlos Septién García". Publicó los libros de relatos Un rato (1985), Juguete de nadie y otras historias (1985), Los siete pecados capitales (Colectivo, 1989), Registro de causantes (1992, Premio Xavier Villaurrutia), Tres historias (1991), Antología presentida (1993), El límite (1996), Todo y la recompensa (2002) y Ese modo que colma (2010); las novelas Lampa vida (1980), Albedrío (1988), Una de dos (1994), llevada al cine en 2002, Porque parece mentira la verdad nunca se sabe (1999, Premio Nacional de Literatura "José Fuentes Mares"), Luces artificiales (2002), Ritmo Delta (2005, Premio Nacional de Narrativa Colima), La duración de los empeños simples (2006), Casi nunca (2008, Premio Herralde de Novela) y Ese modo que colma (2010); y los poemarios Los lugares (1977), El amor es cobrizo (2005) y Aquí (2008). El18 de noviembre del 2011, el día de su muerte, le otorgaron el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011, en la categoría de Lingüística y Literatura.

FUENTE: http://arteycultura.uanl.mx/2012/03/20/presentacion-del-libro-de-poemas-el-amor-es-cobrizo-de-daniel-sada/

lunes, 19 de agosto de 2013

VICENTE QUIRARTE. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1991. POESÍA: "El ángel es vampiro".

Vicente Quirarte (Ciudad de México, 19 de julio de 1954- ) es un poeta y escritor mexicano. Obtuvo el doctorado en Letras Mexicanas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en 1998. Fue elegido miembro de la Academia Mexicana de la Lengua en el año 2002, tomó posesión de la silla XXXI el 19 de junio de 2003.1 Ha sido director de la Biblioteca Nacional de México del 2004 al 2008.2
 
 
Nació en la ciudad de México el 19 de julio de 1954. Poeta, narrador y ensayista. Estudió la maestría en lengua y literaturas hispánicas y en letras mexicanas, y el doctorado en letras en la FFyL de la UNAM. Ha sido profesor de la UIA, la ENEP-Acatlán, la UAM-Azcapotzalco, el Austin College, Texas (profesor visitante), la División de Estudios de Posgrado y la FFyL de la UNAM; investigador del IIFL de la UNAM; director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas; miembro de la comisión consultiva del CONACULTA; director general de publicaciones de la UNAM; fundador de la colección El Ala del Tigre; fundador y miembro del consejo de redacción de Sin Embargo; miembro del consejo de redacción de Vaso Comunicante; secretario de redacción de Revista Universidad de México, y de Amatlacuilo; director de la Biblioteca Nacional. Colaborador de Amatlacuilo, El Economista (columnista de Geografía Literaria), Revista Universidad de México, Sin Embargo, Unomásuno y Vaso Comunicante. Miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua desde 2003. Becario del INBA/FONAPAS, 1977. Miembro del SNCA en 1997 y 2000. Miembro del SNI desde 2004. X Premio Punto de Partida 1977. Premio Nacional de Poesía Joven de México Elías Nandino 1979 por Vencer a la blancura. Medalla Gabino Barreda 1989 para estudios de posgrado. Premio Nacional de Ensayo Literario José Revueltas 1990 por El azogue y la granada: Gilberto Owen en su discurso amoroso. Premio Xavier Villaurrutia 1991 por El ángel es vampiro. En 1994 recibió la Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos en el área de Creación Artística y Extensión de la Cultura. Premio Sergio Magaña 2000. Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde 2011.

Obra publicada

Crónica: Enseres para sobrevivir en la ciudad, Conaculta/ICA, Los Cincuenta, 1994. || Nuevos viajes extraordinarios, Colibrí/Secretaría de Cultura de Puebla, Aguamarina, 2004. || Un paraguas y una máquina de coser, Terracota (La escritura invisible), 2012.
Cuento: Plenilunio de la muñeca (plaquette), Oasis, Los Libros del Fakir, 1984. || El amor que destruye lo que inventa, UAM, 1988. || El amor que destruye lo que inventa. Historia de la Historia, Conaculta (Lecturas Mexicanas), Tercera Serie, núm. 96, 1995.
Ensayo: La poética del hombre dividido en la obra de Luis Cernuda, UNAM-IIF, 1985. || Perderse para reencontrarse. Bitácora de Contempóraneos, UAM, 1985. || El azogue y la granada. Gilberto Owen en su discurso amoroso, UNAM, Biblioteca de Letras, 1990. || Peces del aire altísimo. Poesía y poetas en México, UNAM/El Equilibrista, Manatí, 1993. || Tras las huellas del niño centenario (sobre Jean-Arthur Rimbaud), IMC, Cuadernos de Malinalco, 1995. || Sintaxis del vampiro. Una aproximación a su historia natural, Verdehalago, 1996. || La ciudad como cuerpo, ISSSTE, ¿Ya LeÍSSSTE?, 1999. || Vergüenza de los héroes. Armas y letras de la guerra entre México y Estados Unidos, Umbral, El Tule, 1999. || Elogio de la calle. Biografía literaria de la Ciudad de México (1850-1992), Cal y Arena, 2001.
Novela: La invensible, Planeta, 2012.
Poesía: Teatro sobre el viento armado, UV, Cuadernos del Caballo Verde, 1980. || Fra Filippo Lippi. Cancionero de Lucrezia Buti, UNAM, 1982. || Puerta del verano, Cuarto Menguante, Guadalajara, 1982. || Vencer a la blancura, Premiá, 1982. || Bahía Magdalena, UV, Luna Hiena, 1985. || Fragmentos del mismo discurso, UAM, Correo Menor, 1986. || La luz no muere sola, Gernika/SEP, El Nigromante, 1987. || El cuaderno de Aníbal Egea, IMC, Cuadernos de Malinalco, 1990. || El ángel es vampiro, Ediciones Toledo, 1991. || Luz de mayo, Toque, Poesía, Guadalajara, 1994. || Desde otra luz, DDF, 1996. || El dolorido sentir (en colaboración con Rubén Bonifaz Nuño), CONACULTA/CECUT/UNAM, Ars Amandi, 1998. || Vicente Quirarte (antología), UNAM, Material de Lectura, Serie Poesía Moderna, 1998. || El peatón es asunto de la lluvia, FCE, Letras Mexicanas, 1999. || Aníbal Egea, Brevedad, 2000. || Como a veces la vida (antología), Pre-Textos, Valencia, 2000. || Razones del samurai (1979-1999), UNAM, Poemas y Ensayos, 2000. || Zarabanda con perros amarillos, Colibrí/Secretaría de Cultura de Puebla, As de Oros, 2002; Écrits des forges poésie/Plan C, (edición bilingüe), 2004.
Teatro: La hija de Rapaccini, Era, 1990.
Antología: Cicatrices de varias geografías, Fundación Lola Buberek, Bogotá, Colombia, 1992. || Dramaturgia de las guerras civiles e intervenciones (1810-1867), CONACULTA, Teatro Mexicano Historia y Dramaturgia, 1994. || Republicanos en otro imperio. Viajeros mexicanos a Nueva York (1830-1895), UNAM/Coordinación de Humanidades/Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Ida y Regreso al Siglo XIX, 2009.

Recursos electrónicos

Noticias: "Recibe Vicente Quirarte Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde", zacatesonline.com.mx, 19 de junio de 2011.
Semblanza: César Gándara: "Vicente Quirarte: el elogio de la memoria".
FUENTE: http://www.literatura.bellasartes.gob.mx/acervos/index.php/catalogo-biobibliografico/1039?showall=1

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