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domingo, 8 de abril de 2012

Noticia: Fernando Pessoa.


Cultura |7 Abr 2012 - 8:00 pm

Poesía que inspira a grandes escritores

Las resurrecciones de Pessoa

Por: Nelson Fredy Padilla

¿Por qué detrás de las monumentales obras literarias de Antonio Tabucchi, muerto la semana pasada, y del Nobel José Saramago están los versos del poeta portugués? ¿Por qué leerlos?

Fernando Pessoa, el incomprendido, siempre con el borrador de un poema en la mano, caminando por Baixa. Fernando Pessoa, el incomprendido, siempre con el borrador de un poema en la mano, caminando por Baixa.
Ahora que Antonio Tabucchi murió, se cumplió uno de sus sueños: descansar en paz, hecho cenizas, en el mismo Cementerio de los Placeres que recibió los restos de Fernando Pessoa en 1935. También pidió cremación y volver a la tierra en Lisboa, bajo las raíces de un olivo, el Nobel de Literatura José Saramago. Los tres unidos por la poesía del primero y la poética común a sus obras.
Pessoa murió a los 47 años de edad (1888-1935) a causa de una cirrosis generada por el aguardiente Águila Real. En vida sólo publicó Mensaje y dejó una monumental obra inédita que discípulos como Saramago y Tabucchi se encargaron de universalizar. El mejor Saramago está en El año de la muerte de Ricardo Reis, novela en la que lleva al exiliado heterónimo de Pessoa de regreso a la capital portuguesa para hacerle un homenaje a su poesía en el preludio de la muerte; al hombre que “hizo versos como los versos se hacen, como si fuese la primera vez”; el Fernando que “nunca llegó a tener verdaderamente la certeza de quién era, aunque esa duda hace que nosotros vayamos consiguiendo saber un poco más quiénes somos”.
Tabucchi fue aún más apasionado con el Pessoa que descubrió en la Sorbona en el poema Tabaquería (“No soy nada./ Nunca seré nada./ No puedo querer ser nada…”): tradujo toda su obra al italiano, se hizo portugués, encontró en María José de Lancastre amor y, cómplice de esa nacionalidad, escribió en esa lengua Réquiem, su alucinante búsqueda del fantasma de Pessoa. Eso sin olvidar Un baúl lleno de gente: Escritos sobre Pessoa y Pessoana mínima. Con ese humor que lo caracterizaba, con esa dulce voz ronca de fumador empedernido, sostenía Tabucchi: “Me lo ha enseñado todo/ me ha enseñado a mirar las cosas/ me señala lo que hay en las flores/ me muestra la belleza de las piedras…”.
Como a Pessoa el licor, Tabucchi intuyó que lo mataría un cáncer producido por el cigarrillo y gran parte de su obra la escribió para explorar la muerte, desde los relatos de Los volátiles del Beato Angélico hasta Tristano muere; la muerte en Lisboa como la reconstruyó en Los últimos tres días de Fernando Pessoa, afeitado, huyéndole al dolor junto a tantos heterónimos que los estudiosos de Pessoa han revivido por cien.
La muerte de Saramago hace casi dos años fue una resurrección de Pessoa. La de Tabucchi la semana pasada, otra. Bien dijo el secretario de Estado de Cultura de Portugal, el escritor y editor Francisco José Viegas: “Tabucchi no era sólo el amigo íntimo de Lisboa, el amigo íntimo de nuestra literatura, el gran divulgador de Pessoa, era el más portugués de todos los italianos”.
No dependemos de un tratado sobre heteronimia ni de uno sobre psicoanálisis freudiano para acercarnos a la obra de Pessoa. Basta que volvamos sobre sus versos para que su espíritu resucite. El porqué lo explicó el Departamento de Literatura de la Universidad de los Andes en una bella exposición a finales del año pasado: “porque es el mayor mito literario de Portugal... Pessoa fue el único escritor del siglo XX que desplazó en el imaginario lusitano al escritor por excelencia de la nación portuguesa, Luís de Camões, equiparable a Dante, Goethe, Cervantes o Shakespeare en la historia literaria de sus respectivos países. Alcanzó, así, una verdadera proeza: darle un carácter fundacional a su obra, moderna, ampliamente fragmentaria y que abarca todos los géneros”. Fernando Pessoa se llama la Cátedra de Estudios Portugueses creada en esa universidad con el apoyo del Instituto Camões.
Para Pessoa la muerte no era más que “la curva del camino”, “morir es sólo no ser visto…”, en su caso para ser leído. “El desconocido de sí mismo”, como lo llamó Octavio Paz, es cada vez más el conocido de todos —como Borges—, así los “más pessoanamente pessoanos en Pessoa” hayan sido Saramago y Tabucchi.
Sobre ‘Alberto Caeiro’
“8 de marzo de 1914... me acerqué a una cómoda alta
y, tomando un papel, comencé a escribir, en pie, como escribo siempre que puedo. Y escribí treinta y tal poemas sin interrupción, en una especie de éxtasis cuya naturaleza no conseguiré definir. Fue el día triunfal de mi vida, y nunca
podré tener otro así. Abrí con un título, ‘El guardador de rebaños’. Y lo que vino después fue la aparición de alguien en mí, a quien di de inmediato el nombre de Alberto Caeiro”.
Fernando Pessoa en carta a Adolfo Casais Monteiro (13-I-1935).
Sobre ‘Ricardo Reis’
“Tras la aparición de Alberto Caeiro, de inmediato traté de descubrirle —instintiva y subconscientemente— unos discípulos. Arranqué de su falso paganismo al Ricardo Reis latente, cuyo nombre descubrí y lo ajusté a él mismo, porque a esta altura ya lo podía ver […] nació en 1887 en Porto, es médico y actualmente está en Brasil”.
ODA
Para ser grande, sé entero: nada tuyo exageres o excluyas. Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres En lo mínimo que hagas. Así en cada lago la luna entera brilla, porque alta vive.
Ricardo Reis
Sobre ‘Álvaro de Campos’
“Y, de repente... como una derivación contraria a la de Ricardo Reis, me surgió impetuosamente un nuevo individuo. De un golpe, y a máquina de escribir, sin interrupción ni enmienda, surgió la ‘Oda Triunfal’ de Álvaro de Campos... Nació en Tavira, el día 15 de octubre de 1890 (a la 1:30 de la tarde, según Ferreira Gomes; y es verdad, pues, hecho el horóscopo para esa hora, está correcto). Como sabe, Campos es ingeniero naval (por Glasgow), pero ahora está aquí en Lisboa, inactivo”.
Pessoa en carta a Casais Monteiro (13-I-1935).
Ulises
El mito es la nada que es todo./ El mismo sol que abre los cielos/ es un mito brillante y mudo./ El cuerpo muerto de Dios,/ vivo y desnudo./ Éste, que aquí arribó,/ fue por no ser existiendo./ Sin existir nos bastó./ Por no venir fue viniendo/ y nos creó./ Así el mito se desliza/ entrando en la realidad,/ y fecundándola pasa./ Abajo, la vida, mitad/ de nada, muere.
‘Libro del desasosiego’
“Veo los paisajes soñados con la misma claridad con que observo los reales. Si me asomo a mis sueños es a cualquier cosa que me asomo. Si veo la vida pasar, sueño cualquier cosa. De alguien alguien dijo que para él las figuras de los sueños tenían el mismo relieve y perfil que las figuras de la vida. Para mí, aunque comprendiera que se me aplicara tal frase, no la aceptaría. Las figuras de los sueños no son para mí iguales a las de la vida. Son paralelas. Cada vida —la de los sueños y la del mundo— tiene una realidad igual y propia, pero diferente. Como las cosas próximas y las cosas remotas. Las figuras de los sueños están más próximas de mí, pero…”.
Opinan los discípulos del poeta
"La importancia de Pessoa en la obra de Saramago es tal que escribió un libro de casi 500 páginas: ‘El año de la muerte de Ricardo Reis’. Ahí queda todo dicho”.
Pilar del Río, periodista y traductora al español de la obra del Nobel de Literatura portugués.
"Pessoa es un poeta lleno de aristas y matices. Las ‘multánimes almas’, como diría De Greiff, que se plasman en sus heterónimos, permiten al lector adentrarse en un complejo mundo donde se mezcla la reflexión filosófica con la emotividad sentimental o la lucidez desencantada del hombre moderno. Pessoa cuenta con un universo de apasionados de su obra, entre los que se contó Tabucchi”.
Piedad Bonnett, poetisa y novelista colombiana, ganadora del XI Premio Casa de América de Poesía.
"Conozco de sus heterónimos y ‘El libro del desosiego’, esa bella colección de textos sobre la multiplicidades del yo y que, creo, lo llevó a vivir solo pero en función de sus diversos personajes”.
Luz Mary Giraldo, poetisa colombiana que acaba de publicar ‘Llévame como un verso –Canciones del exilio–’.
"Esa actitud dialogante que ocurre en el adentro de todo creador, como si lo habitara una Babel, fue algo que señaló para siempre a Fernando Pessoa. El poeta portugués estaba habitado. Una multitud de seres lo habitaba”.
Juan Manuel Roca, autor de la antología ‘Los cinco entierros de Fernando Pessoa’ y listo a publicar ‘Galería de espejos. Una mirada a la poesía colombiana del siglo XX’.
"La vida y la obra de Pessoa son un permanente desafío a la lógica formal. A mí, por ejemplo, Álvaro de Campos me interesa muy poco, pero amo la poesía de Alberto Caeiro sobre todas las cosas. Un gran escritor, como Shakespeare o Pessoa, no es uno, es muchos, es múltiple, es hombre y es mujer, es todos”.
Héctor Abad. Su libro ‘El olvido que seremos’ recibió en Portugal el Premio Casa de América Latina. Acaba de lanzar el poemario ‘Testamento involuntario’ (Alfaguara).
"Pessoa escribió que el misterio más alto de un hombre era la creación de mitos. Por eso en su caso nada es más difícil que separar el objeto del sujeto, ya que Pessoa se presenta unas veces como creador y otras veces como creación, para así reconocer el carácter soberano de la ficción y, al mismo tiempo, enmascararse de manera más absoluta y sutil”.
Jerónimo Pizarro, profesor del Departamento de Literatura de la Universidad de los Andes, autor de ‘Pessoa, el guardador de papeles’ (Texto Editores) y coordinador del equipo que digitalizó la biblioteca personal del poeta, con el apoyo de la Casa Pessoa.
Consulte la biblioteca personal de Pessoa en  http://casafernandopessoa.cm-lisboa.pt
  • Nelson Fredy Padilla | Elespectador.com

lunes, 2 de abril de 2012

DE LOS CAFÉS LITERARIOS A LAS REDES SOCIALES.



Hoy por hoy siento y no siento nostalgia por los "desaparecidos" cafés literarios en el ámbito universitario y algunos centros de la capital. ¿La razón? Las redes sociales han ocupado ese espacio y  lo han ocupado con creces. Es cierto, que ya no se puede oler el café del vecino de al lado en la tertulia de las 4 pm, ni estar envuelto en un humo constante de los cigarros que nos fumábamos, ni escuchar como una música de fondo a los demás comensales pero, es innegable que la inmediatez de las redes sociales han encontrado un campo fértil para los escritores y los amantes de la LITERATURA.  
¿Razones? Muchos escritores o amigos literarios por múltiples ocupaciones no pueden sentarse con nosotros a platicar sobre la LITERATURA pero, con las Redes Sociales lo hacen a distancia. 
También es innegable que las Redes Sociales han hecho un  acercamiento posible de generaciones nuevas y viejas de escritores que se dá con la red. Antes lo anterior era imposible.
Y esa interacción necesaria hace que nuestra literatura sea más viva, más lúcida.  El intercambio de información de noticias literarias actualmente nos enriquece a todos.
Lo acepto: la nostalgia del pasado por momentos me abruma - digo por momentos- porque si no fuera por las redes sociales la vida de muchos escritores- y me incluyo- fuera más lineal, monocromática y sin discusiones como las que enfrentamos en ocasiones en la Red. Además, así es la vida: un continuo cambio, un renovar constante, nada está quieto, todo gira en la realidad, la literatura también.
Es por tal razón que  deseo compartir este artículo que me encontré en la red. Es un artículo sobre los cafés literarios ya hoy prácticamente desaparecidos. Es un artículo interesante, ojalá que lo disfruten como lo he disfrutado yo.
J.Méndez-Limbrick.

Literatura y decadencia del café

Los establecimientos que antaño albergaban tertulias literarias y artísticas se han visto sustituidos por bares donde lo que interesa son transeúntes desleídos que ocupen el menor tiempo posible las mesas

 03:43  
El Café de Flore, de París, que se inauguró a finales del siglo XIX. / la opinión
El Café de Flore, de París, que se inauguró a finales del siglo XIX. / la opinión 

George Steiner escribió en su obra 'La idea de Europa' que "Europa está hecha de cafés. Dibujad un mapa de los cafés y tendréis uno de los indicadores esenciales de lo que es Europa. La idea de Europa tendrá contenido mientras haya cafés". Estos locales donde se cultivó la mejor literatura en los siglos pasados han languidecido con el paso del tiempo y finalmente han ido desapareciendo, víctimas de la aceleración de la vida moderna. Los cafés de hoy solo quieren transeúntes desleídos y ambulantes, aves de paso: ya no hay tiempo para hacer estancia en el local y se han impuesto esos bares con una larguísima barra donde pasar el menos tiempo posible

MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ | A CORUÑA El café ha sido uno de los temas más fértiles que ha tenido la literatura moderna. De la relación del café con la ciudad, con la bohemia y, por supuesto, con la literatura, se podrían escribir cientos de páginas y el asunto no se agotaría. Si me perdonan la redundancia, diría que no pocas páginas sobre el café, se han escrito en el café tomándose el escritor una taza de café. La homofonía no debería confundirnos porque se trata de tres cafés absolutamente distintos. El arranque de la saga cafetera estuvo naturalmente en el brebaje, en la negra infusión oriental que se extendió por todo nuestro continente a lo largo del siglo XVII, pero aquel café-infusión -y esto es lo que aquí nos importa- dio luego paso a todo el fantástico universo del café-lugar que, haciéndose cultura y civilidad, nos deja después magníficas páginas en ensayos, poesías y novelas.

El viejo café ha sido un magnífico paisaje literario, posiblemente por su inequívoca condición metafórica. El café era un lugar de sedimentación. Y como un espejo que reproducía -en ocasiones distorsionado, pero se contaba con ello- todo lo que sucedía de puertas afuera.

El pago de una modesta consumición legitima la ocupación de una mesa que casi siempre será la misma y que así deviene despacho precario pero propio o, más precisamente, apropiado, estimulante, un lugar que a determinadas horas puede ser luminoso, tranquilo y caldeado. También es cierto que para escribir en el café es imprescindible mantener una cierta complicidad con el dueño del local, para que no nos desalojen por la permanente ocupación de la mesa como hace doña Rosa en La Colmena celiana, novela que tiene su epicentro en el café. Autores como Pla, Sender, Baroja, Larra, Umbral, Benet, Camba, Cunqueiro, Ridruejo, Delibes, Perucho, Gil de Biedma y Gómez de la Serna, entre muchos otros, han confesado su inveterada costumbre de apalancarse en un café para escribir. Y también lo hicieron personajes más sesudos como Roland Barthes, Zweig, Walter Benjamin, Habermas o George Steiner. La relación sería interminable.

El viejo café era de los pocos sitios en los que se podía estar a solas y, sin embargo, sentirse acompañado. Era un lugar privativo y compartido, un ámbito intersticial entre lo público y lo privado. El café era un escenario de rituales y tipologías humanas, en el que cada parroquiano interpretaba su papel que, aunque no tenía guión, era absolutamente predecible en sus apariciones, en sus gestos, en lo que decía y dejaba de decir. En el viejo café todos o casi todos se conocían, circunstancia que creaba una cálida familiaridad y camaradería. Y el café era, también, un mundo de continuas paradojas: en el café pasaba de todo, pero, por otra parte, nunca pasaba nada. En el café todo cambiaba para seguir igual. Estaba siempre en movimiento y, sin embargo, daba la impresión de una absoluta calma. Los rostros cambiaban según las horas, pero se mantenían los corrillos alrededor de las mismas mesas y persistía una base fija de parroquianos que eran como el común denominador, el nexo que daba continuidad y ligadura a una pluralidad siempre necesaria, porque nada era peor que el café endogámico y exclusivo, el casino de una sola tribu. El viejo café era, en fin, como un puerto de mar: mientras unos llegaban, otros se iban.

Aquel viejo café, sin embargo, a pesar de sus méritos, fue languideciendo y finalmente desapareció, víctima de la aceleración que nos ha impuesto la vida de hoy. El café sufrió las mismas transformaciones que la ciudad de la que era parte sustantiva. A partir de la segunda mitad del siglo XX, el café degeneró en bar y cafetería. Walter Benjamin, asiduo del café Prinzess de Berlín, donde escribió buena parte del Origen del drama del barroco alemán, comenta que su trabajo se vio abortado cuando el Prinzess se convirtió en una cervecería-restaurante. Confiesa que vivió aquel cambio como un desahucio. En toda Europa, el café se fue convirtiendo en algo meramente atópico y epilogal, en un ámbito anacrónico. El café quedó demodé. Resulta curioso, sin embargo, que aunque el viejo café no ha encontrado sustitución, a los lugares en los que chateamos les llamamos cibercafés y reproducen virtualmente la función socializadora del viejo café. También hemos intentado reproducir la atmósfera del viejo café o rehabilitar los que quedaban en pie -el Florián en Venecia, el Central en Viena o el Zúrich en Barcelona-, pero sólo hemos conseguido una penosa museización, una fetichización caricaturesca, un escenario para turistas. Burdas copias. Cafés sin alma porque les falta lo esencial, la atmósfera que creaban sus parroquianos, los asiduos personajes del café. Y nada es ya lo mismo. Los cafés de hoy sólo quieren transeúntes desleídos y ambulantes, aves de paso. Hoy no tenemos tiempo para hacer estancia en el café y ésta es la razón de que se haya impuesto ese bar tubular que apenas tiene mesas y en los que todo se reduce a una larguísima barra con taburetes para que la incomodidad nos haga levantar las posaderas. Tampoco se trata de lamentar la desaparición del viejo café que, por lo que decimos, resulta inviable. Al fin y al cabo, es algo que ya predijo Gómez de la Serna con su tajante afirmación: "Los cafés son humanos, demasiado humanos, así que mueren porque son mortales". 

domingo, 25 de marzo de 2012

NOTICIA.


Aparece una novela inédita escrita por Emilia Pardo Bazán a los 13 años, 'Aficiones peligrosas'


Dedicada a su amante Lázaro Galdiano, se publicó por entregas en 'El progreso' de Pontevedra
ANA MENDOZA (EFE) / MADRID | ACTUALIZADO 25.03.2012 - 05:00
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Con sólo 13 años, Emilia Pardo Bazán, nombre esencial de la literatura española del XIX,
demostró su madurez narrativa en la novela Aficiones peligrosas,
publicada originariamente por entregas en El Progreso de Pontevedra y cuyo manuscrito
 se había traspapelado entre los fondos de la Fundación Lázaro Galdiano.
 En la obra, que ahora recupera la editorial Analecta la autora refleja su concepción de la literatura
y el derecho de las mujeres a formarse y a crear.
Por aquella época mantenía una relación con Benito Pérez Galdós,
y su romance amoroso con Lázaro Galdiano
 (a quien conoció en la Exposición Universal de Barcelona de 1888,
y al que le regaló el manuscrito diez años después), fue de dominio público.

Aunque se conocía parcialmente (en 1989 un volumen recogió algunos capítulos),
 es la primera vez que ve la luz el manuscrito íntegro, de 76 páginas.
Reunir esta obra, según Juan Antonio Yeves, presidente de la Fundación Lázaro Galdiano,
 ha sido como "hacer un puzle", una "laboriosa" tarea que comenzó 2004,
 cuando los documentos de la escritora gallega pasaron a formar parte de la Biblioteca de la entidad.
"De muy mala gana, por santa obediencia,
entrego este manuscrito de mi primera novela escrita por mí a la edad de 13 años",
 reza la dedicatoria de esa obra, en la que la autora revela ya,
 según los estudiosos, su dominio del "arte de construir una novela y
los diálogos", amén de anticipar algunas de las inquietudes que aparecerían
 en trabajos posteriores, por ejemplo el reflejo de "la lectura como forma
 de liberación pero también como arma peligrosa" o el "ninguneo" a su figura en el que
 "insistirá a lo largo de toda su vida".

martes, 20 de marzo de 2012

Nuestra literatura, mitos y cultura


Nuestra 
Lunes 19 de Marzo, 2012
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literatura, mitos y cultura


Hace pocos días una amiga queridísima y sumamente joven, a propósito de una conversación sobre los Premios Nacionales, me preguntó quién era Aquileo Echeverría. Me sorprendió su desconocimiento de tan célebre literato y, como podría ser mi hija, la regañé.
Cuando llegué a Costa Rica tenía casi 12 años y entré a sexto grado en el Liceo Franco Costarricense. La profesora de español hizo con algunos compañeros una escenificación de “Mercando leña” y yo, que desconocía el lenguaje popular costarricense de cualquier época, me enamoré de esa historia tan simpática.
Incentivada por mi colegio, leí “El Sitio de las Abras”, “Marcos Ramírez”, “Cuentos de Angustias y Paisajes” y “Cocorí”. Tuve además el honor de conocer personalmente a Fabián Dobles y a Joaquín Gutiérrez.
A los años volví a leer la novela de Calufa, porque las aventuras de aquel chiquillo travieso me fascinaron, y adquirí un ejemplar bellísimo de las “Concherías” de Aquileo ilustradas con acuarelas de Ana Griselda Hine.
Si el máximo galardón nacional en las áreas de poesía, cuento, novela, ensayo, dramaturgia, historia, libro no ubicable, artes plásticas y música llevan el nombre de este gran exponente de las letras costarricenses, ¿no deberíamos saber todos quién es?
Afortunadamente el viernes pasado la Compañía Nacional de Teatro, en alianza con la de Danza, estrenó un gran espectáculo basado en Las Concherías de Aquileo Echeverría. Es una excelente oportunidad para que todos los jóvenes que no conocen a este gran poeta disfruten con su lírica y descubran un lenguaje costarricense ya casi perdido.
Pocos días después de mi desconcierto ante la ignorancia de mi pequeña amiga sobre don Aquileo, me sorprendí nuevamente. Hablando en una clase de personajes míticos costarricenses mencioné al doctor Moreno Cañas y un alumno jovencísimo admitió que no lo conocía. Tal vez otros tampoco, pero él fue el único valiente en preguntarme. Brevemente le conté la historia de don Ricardo y en la noche le comenté a mi hija Manuela (que debe tener la misma edad de mi estudiante) la anécdota. Por su cara noté de inmediato que ella también ignoraba quién era el célebre doctor. Me sentí culpable. Yo que tuve una relación personal con doña Graciela Moreno, hija del doctor, que soy colega de uno de sus nietos y amiga de otro, que he admirado la legendaria historia de ese personaje y conocí sus míticas anécdotas… ¿nunca se lo transmití a mi hija? ¿Es que acaso nos olvidamos de relatar nuestra propia historia?
Andrés Heindenreich dirigió una interesante película titulada “La región perdida: Dr. Moreno Cañas”, que refleja la vida, obra y posterior conversión en mito del célebre galeno. Se la recomiendo a todos los que conocen la historia de este santo popular, pero más aún a los que no saben nada de él.
La historia personal o colectiva sirve para no cometer los mismos errores. El conocimiento de nuestros pequeños o grandes héroes nos enseña un camino a seguir. La cultura general nunca está de sobra.


Claudia Barrionuevo
claudia@barrionuevoyasociados.com

viernes, 16 de marzo de 2012

NOTICIA DE LA SEMANA


Homenajeará FILG a clásicos de la literatura en Día Mundial del Libro

CULTURA • 
La feria propuso a “El Hobbit”, de John Ronald Reuel Tolkien; “Drácula”, de Bram Stoker, y “Grandes esperanzas”, de Charles Dickens, para que los lectores elijan a uno y éste sea el homenajeado el próximo 23 de abril.
Guadalajara  • La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara propone tres clásicos de la literatura universal para que los lectores elijan al autor que será homenajeado el próximo 23 de abril, durante la celebración del Día Mundial del Libro.
“El Hobbit”, de John Ronald Reuel Tolkien; “Drácula”, de Bram Stoker, y “Grandes esperanzas”, de Charles Dickens, son los candidatos para la lectura en voz alta que se efectuará en la Rambla Cataluña y en diversos municipios de Jalisco y otros estados de la República Mexicana.
La votación estará abierta a partir de hoy y hasta el viernes 23 de marzo, a través del sitio electrónico de la FIL Guadalajara, así como una urna ambulante que visitará diversos espacios y medios de comunicación de la ciudad.
Los resultados se darán a conocer el lunes 26 de marzo. Ese día se abrirá el registro en línea para quienes quieran inscribirse al maratón de lectura en voz alta.
El 23 de abril, en la Rambla Cataluña, cada uno de los lectores recibirá un libro y una rosa, cortesía del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara, como lo marca la tradición catalana de Sant Jordi, que inspiró el festejo del Día Mundial del Libro.
La jornada de lectura en voz alta tendrá lugar en la Rambla Cataluña de 10:00 a 21:00 horas. En ese espacio habrá también una muestra de libros con la participación de editoriales y librerías locales.
Estarán presentes la Dirección de Publicaciones de la Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco, algunas de las grandes editoriales, grupos independientes y cadenas libreras.
El Día Mundial del Libro fue instituido en 1995 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
En Jalisco es organizado desde 2002 por la Feria Internacional del Libro y el Ayuntamiento de Guadalajara. En sus 10 anteriores ediciones, el maratón ha sumado las voces de 48 mil 730 lectores en cien sedes de Jalisco, Aguascalientes, Chihuahua, Colima, Distrito Federal, Guanajuato, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tamaulipas, Zacatecas y Montreal (Canadá).
http://www.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/82e40cb7b2f9779a08b92eae3da974d3

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