domingo, 24 de enero de 2010

LITERATURA DE RESCATE.





El presente espacio es para recordar excelentes obras literarias y que no son publicadas o al menos son de dificil obtencion. Ejemplo de lo anterior son: El obsceno pajaro de la noche de Jose Donoso, Novela con cocaina de Agueev, Insaciabilidad de STANISLAW-IGNACY WITKIEWICZ entre otras.
STANISLAW-IGNACY WITKIEWICZ

INSACIABILIDAD. NOVELA.
Por: Witold Gombrowicz

Ya lo he dicho: Witkiewicz, Bruno Schulz y yo éramos los tres mosqueteros de la vanguardia polaca de entreguerras. Ahora está claro que esa vanguardia no fue una efemérides cualquiera. Hoy, veintisiete años después de la muerte de “Witkacy” (así le decíamos), que se suicidó en septiembre de 1939, Schulz (muerto en un campo de concentración alemán) es traducido a varios idiomas y yo, después de permanecer muchos en el anonimato, finalmente he sido descubierto.

Sólo Witkacy está aun por descubrirse: recibo cartas de editores o de profesores que me preguntan sobre su persona: si algo se ha escrito sobre él, si es posible encontrar esa información, etc.

Pero no sé nada. No soy un especialista en Witkacy. Ni un lector apasionado de su obra. Tampoco fuimos amigos en Polonia en aquella época. Pero me doy cuenta con asombro del creciente interés por este escritor… yo, entonces, no podía preverlo. Witkacy me parecía una personalidad muy fuerte, hasta dominante. Aunque lúgubre e inquieto, era un espíritu lúcido, un artista dotado de extraordinario talento; pero estaba poseído, en cierto sentido, de una perversión o un manierismo, tanto en sus relaciones humanas como sus escritos, que lo hacían más repulsivo que atrayente.

En consecuencia, creo que después de tantos años, el espíritu de la época está cada vez más próximo a este espíritu trágico. Por lo menos es necesario reconocer que se había adelantado a su tiempo y que sólo ahora el tiempo ha podido alcanzarlo.

Si fuera historiador de la literatura diría muchas cosas sobre Witkiewicz; el precursor, el pionero.

Detengámonos un momento en sus teorías, teniendo en cuenta que fueron elaboradas inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial. Con un atrevimiento nada despreciable para esos días, Witkiewicz introduce la forma pura en el teatro: el drama, dice, no debe contener ninguna sustancia, sólo debe ser un acumulador de efectos “puros” (como la música, donde no nos preguntamos cuáles son los contenidos que expresa una sinfonía, nos basta simplemente que al pianissimo de los violones suceda el fortíssmo de la percusión), estos efectos, pues, tienen como fin exclusivo “provocar el estremecimiento metafísico”. Los dramas absurdos de Witkacy constituyen, por así decirlo, uno de los experimentos más radicales realizados en el teatro. ¿Por qué no han sido aun representados en occidente?

Según él la novela no es una Forma, en consecuencia no es un Arte. Es más bien un saco en el que pueda caber todo: psicología, confesiones íntimas, política, filosofía… Insaciabilidad, escrita en 1927, está en perfecto acuerdo con esta teoría. Witkacy, por tanto, hace estallar la forma de la novela –y con qué intransigencia- mucho antes que las innovaciones contemporáneas.

Pero como no soy ningún historiador de la literatura, los hallazgos de Witkacy para mí son menos importantes. Lo mismo sus profecías y anticipaciones, como por ejemplo, aquella visión que se refiere al dominio político de China, de esa China que amenaza desde el trasfondo de Insaciabilidad, como si surgiera del seno mismo de la Historia, y que actualmente ocupa las primeras páginas de los diarios. No, no pienso que esto sea lo más importante en la herencia de Witkacy. ¿Y qué puede ser entonces? ¿qué lo une tan fuerte e íntimamente a la contemporaneidad? En mi opinión, el demonismo.

Hay que calentar al rojo vivo ciertos caracteres despiadados del hombre civilizado. Por principio, su frialdad de hielo y su intelecto tan penetrante como el hierro al rojo.

En Insacibialidad el intelecto hace pensar en un cirujano que opera en frío: casi se siente la hoja del bisturí, el olor del éter, el terror de la mesa de operaciones y las máscaras sobre los rostros. Pero en Witkacy este objetivismo inhumano se transforma inmediatamente en otra cosa muy humana: el cinismo.

Curiosamente, el cinismo intelectual de Witkacy, en su progresiva transformación, se convierte en el cinismo de un macho. La brutalidad objetiva se torna brutalidad sexual; en consecuencia, este machismo termina por desempeñar un papel muy importante en sus obras. Algo subsiste en Witkiewicz del oficial ruso (educado, como lo fue, en la Rusia zarista). ¿Acaso no le escuché contar por su propia boca cómo los oficiales de guardia, sentados completamente ebrios alrededor de una mesa redonda, ataban sus miembros viriles con un cordel, agarrando cada uno bajo la mesa el cordel del vecino, que jalaban hasta que gritaba el primero que no resistía más, pagando en consecuencia la cuenta del consumo? Pido disculpas por esta anécdota que siempre me ha parecido una introducción perfecta al arte de Witkacy. Viril como es, detesta en sí mismo al macho, deseando deshonrarlo, ridiculizarlo, humillarlo…, hundido en la abominación.

Si no quiere ser un hombre ¿qué pretende ser entonces? Un ángel. Está ante nosotros alguien sensible y humano que por eso lo “inhumano” asume en él una apariencia tan macabra.

A estas monstruosidades: el cinismo del intelecto y la brutalidad del sexo, agreguemos una tercera: la monstruosidad del absurdo. Impotente frente al absurdo del mundo, desesperado e indignado, Witkacy lleva el absurdo hasta el absurdo: si todo es idiota, entonces también haré de mí otro idiota, esta será mi venganza humana, mi protesta de hombre. Aquí Witkacy parece estar muy próximo de un Lautrémont, de un Jarry y de otros grandes clowns de nuestra época.

Finalmente, una cuarta monstruosidad: la metafísica. Es el tema central de Insaciabilidad como también de todo el arte de Witkacy. Alcanzar ese “estremecimiento metafísico”, que emerge de lo cotidiano y sitúa al hombre en contacto directo con su enigma impenetrable, es justamente el problema que existe en la demencia grotesca de Genesipe, en las discusiones caóticas sobre el arte, en el surgimiento sombrío y somnoliento de la Historia en alguna parte de los confines ruso-chinos. Esta metafísica, sin embargo, en lugar de exaltar al hombre lo humilla. En su excitación convulsiva queda paralizado frente a su propio abismo. El frío sadismo con que este autor trata las criaturas de su imaginación en ningún momento decrece, para él la metafísica es una orgía a la que se entrega con la misma voracidad del fuego.

Estos demonios no son ajenos a nuestra contemporaneidad… Insaciabilidad es tan categórica en su lúcida locura como las obras igualmente trágicas de Joyce, de Céline, de Lautréamont o de Kafka, que abrieron las puertas a los demonios de nuestra época. El hombre actual puede identificarse con esta novela que fue escrita hace cuarenta años, en cierto modo –debemos confesarlo-, “pour épater les bourgeois”. Hoy ya nadie puede asombrarse, por el contrario, la esencial excentricidad de esta novela consiste en golpearnos con más violencia… el envilecimiento de esas mujeres fatales, de esos artistas, de esos oficiales e intelectuales que han roto con sus cadenas, que chillan, que gritan… ¡Bah!

¡Si Witkacy hubiera trabajado un año más en esta novela…! No es, sin embargo, ni el primero ni el último de los autores contemporáneos que fue víctima de su teoría tan cuidadosamente elaborada y con la que se identificó plenamente: la novela no es una obra de arte, no vale la pena, pues quebrarse la cabeza para perfeccionar o purificar estos torrentes de palabras.

He aquí por qué Insaciabilidad es un guiso donde los trozos de carne suculenta, como las escenas suntuosas, naufragan en un palabrerío estéril, en un chachareo maniático. La insuficiencia en la selección, la falta de distinción entre hombres, situaciones y tramas -¡qué irritante es esto!-, todo este “farfulleo metafísico” nos parece un palabreo a la vez exuberante y demasiado modesto. Pues en definitiva, esta novela es más un caos que la erupción de un volcán.

Se ha acusado a Witkacy de ser un “grafómono de genio”. Por supuesto, pues es fácil escribir una novela que reúna tanto talento y tanta pesadez. Witkacy, en cierto modo, es hijo de uno los períodos menos afortunados de la literatura polaca (y mundial), de esa época de principios de siglo, cuando los artistas de barba y capa, paladeando peligrosas mixturas, se entregaban a refinadas iniciaciones y practicaban el culto del “alma desnuda” y el de la “lujuria eterna”, contemplando la ropa íntima de las mujeres. En el caso de Witkiewicz, supervivencia de este manierismo de “fin de siecle”, es lo que puede desanimar al lector actual de su obra. peor hay que reconocer que este grafómano logra sacar de su debilidad los efectos de una comicidad casi cósmica. Su risa fría, cruel, gigantesca, es la expresión de su miseria y de su triunfo.

1967

Traducción de Mario Muñoz.

La Palabra y el Hombre. México. Universidad Veracruzana. Julio-Septiembre. 1979. Nro 31. Págs. 44-46.



JOSE DONOSO. Nacio en Santiago de Chile en 1924.
El Obsceno Pajaro De La noche
484 páginas

En esta novela, considerada la obra cumbre de José Donoso, la voz que narra fluye infatigable de los labios del Mudito, como en un viaje desde el ser hacia la nada, elaborando un mundo destinado, por la maldición intrínseca de la existencia, al deterioro, la pérdida o la confusión de cualquier identidad posible. Las viejas que pueblan la Casa de la Encarnación de la Chimba y los monstruos de la Rinconada ilustran cada matiz de la desesperación y cada uno de los ínfimos placeres cotidianos, anudando siempre al ciego instinto de la vida un inextinguible terror ante lo oscuro, lo innombrable, lo que ya no tiene forma.

Autor: José Donoso
Género: Chilenas
ISBN: 9562394638
Editorial: Punto De Lectura ()

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