domingo, 23 de junio de 2013

José Revueltas. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1967


(Durango, 1914-México, 1976) Escritor mexicano. Militó en el Partido Comunista Mexicano, que abandonó para fundar la Liga Leninista Espartaco (1961). Sus novelas están centradas en problemas sociales y en experiencias personales (Los muros de agua, 1941; Los días terrenales, 1949; Los motivos de Caín, 1957). Es autor también de ensayos, relatos y obras teatrales.

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José Revueltas Sánchez (Durango, 20 de noviembre de 1914Ciudad de México, 14 de abril de 1976) fue un escritor, guionista, activista político y teórico marxista mexicano.


 


Biografía.

José Revueltas nació en la ciudad de Durango el 20 de noviembre de 1914 y murió en la Ciudad de México el 14 de abril de 1976. Sus restos se encuentran en el Panteón Francés de la Piedad. Perteneció a una familia de talentosos artistas que destacaron en diversos ámbitos de la vida cultural mexicana. Su hermano Silvestre (1899-1940) fue un importante compositor, perteneciente a la etapa del "nacionalismo"; Fermín (1901-1935) fue un pintor prolífico, perteneciente al movimiento pictórico conocido como estridentismo, a pesar de su temprana muerte. Rosaura Revueltas (1910-1996) fue actriz, bailarina y escritora. Su participación más destacada en el cine fue en la película Salt of the earth (La sal de la tierra) de 1954, del director Herbert J. Biberman. Cuando José Revueltas tenía seis años, la familia se muda a la ciudad de México. Era el año de 1920. Llegan a la colonia Roma, primero, y después pasan a la Doctores. José estudia en el Colegio Alemán hasta el cuarto grado; después lo hace en una primaria pública: la familia padece una crisis económica debido al fallecimiento del padre, José Revueltas Gutiérrez, en 1923. En 1925, antes de concluir el primer año de secundaria, Revueltas abandona los estudios y se educa de manera autodidacta en la Biblioteca Nacional. Cuatro años después, participa en un mitin en el Zócalo. Es apresado y, acusado de sedición y motín, enviado a una correccional. Es liberado bajo fianza seis meses después.

José Revueltas sufre, aparte de su primer encierro en la correccional, tres encarcelamientos más en su vida. En 1932 es enviado de julio a noviembre a las Islas Marías; en 1934, después de organizar una huelga de peones agrícolas en Camarón, Nuevo León, vuelve a ser enviado allí, donde permanece hasta febrero de 1935. El encarcelamiento más conocido es el de 1968. Con motivo del movimiento estudiantil Revueltas es detenido en noviembre de ese año y posteriormente condenado a 16 años de prisión en Lecumberri; es liberado bajo palabra después de dos años de encierro.

Una vez concluida su condena y con problemas de salud se dedicó a dictar conferencias, impartir clases de cine en Estados Unidos, ofrecer entrevistas, y a seguir escribiendo. La recopilación de cuentos Material de los sueños ofrece un caleidoscopio de lo más variados temas, que abordan profundamente la condición humana desde la particular perspectiva del autor.

La literatura revueltiana abarcó la novela, el cuento, el drama y también (aunque en menor escala) la poesía. Acerca de ella afirmó:

Practico la poesía, pero muy en privado, y me parece un arte muy elevado para que pretenda uno siquiera poderlo hacer.1



Sobre la literatura ofreció infinidad de opiniones, así como teorías para el análisis literario. En una ocasión dijo:

mi vida literaria nunca se ha separado de mi vida ideológica. Mis vivencias son precisamente de tipo ideológico, político y de lucha social.2

El corpus literario revueltiano inicia en 1941 con la publicación de Los muros de agua; en 1943 sigue El luto humano, con el que gana el premio nacional de literatura. Con respecto a estas novelas, en entrevista con María Josefina Tejera, quien le pregunta si había recibido autorización del partido comunista y cuál fue la reacción del mismo ante éstas,Revueltas contesta:

La primera novela no era suficientemente ideológica o política, y por lo tanto no llamó mucho la atención. La segunda sí estaba muy cargada de contenido ideológico, o político, pero porque tuvo cierto éxito me fue perdonada por los del partido. 3

A las obras anteriormente citadas siguen Dios en la tierra de 1944 y Los días terrenales, de 1949. En ese año también presenta su obra de teatro El cuadrante de la soledad. Ambas obras reciben fuertes críticas, mismas que obligan a Revueltas a retirar Los días… de las librerías:

Como el ataque de los marxistas era muy violento—le dice a María Josefina Tejera—, la reacción guardaba silencio, esperando que yo fuera a entregarme, puesto que me estaban considerando como suyo. Pero para mostrar que se confundían y evitar equívocos, retiré mis obras de la circulación. No abdiqué. El propósito que me hice fue el de estudiarme a mí mismo, lo cual me resultó muy bueno, porque me volví más antiestalinista y más antidogmático. 4

En 1956 publica En algún valle de lágrimas. Al año siguiente sale a la luz Los motivos de Caín. De 1960 es Dormir en tierra. En 1964 publica Los errores. Su encarcelamiento en Lecumberri, en el año 1968, le inspira para escribir El apando, publicado en 1969. En 1974 escribe Material de los sueños, su última obra literaria.

De su producción teórico-política son tres las obras que enmarcan su pensamiento. En 1958 escribe México: una democracia bárbara, libro donde denuncia al cerrado y contradictorio sistema político mexicano. En 1962 publica Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, donde argumenta la necesidad de que el proletariado cuente con un partido que verdaderamente represente sus necesidades de clase. Por último, en México 68: juventud y revolución, Revueltas nos ofrece las vivencias, cartas y manifiestos que produjo el movimiento estudiantil que desembocó en la tristemente célebre matanza del 2 de octubre en la Plaza de las tres culturas. A esta producción se suman, además, tres tomos de sus escritos políticos, así como Cuestionamientos e intenciones, colección de ensayos donde habla acerca de la teoría literaria, la teoría estética y la teoría marxista del conocimiento.

José Revueltas se casó tres veces. En 1937 con Olivia Peralta, en 1947 con María Teresa Retes y en 1973 con Ema Barrón Licona. Finalmente, el 14 de abril de 1976, a la 1:30, fallece de una "asistolia, decorticación cerebral post-paro cardiaco". Es inhumado el 16 en el panteón francés de la Piedad.



 
 
Opiniones acerca de José Revueltas

Octavio Paz


Octavio Paz, en su Posdata, escribió acerca del movimiento estudiantil de 1968 y el parteaguas que llegaría a significar la matanza del 2 de octubre. A propósito de los cientos de muertos y aprehendidos por el gobierno, escribió en nota a pie de página:

Todavía están en la cárcel 200 estudiantes, varios profesores universitarios y José Revueltas, uno de los mejores escritores de mi generación y uno de los hombres más puros de México.6

Vicente Leñero


Entrevistado por Armando Ponce en 2001, Vicente Leñero refirió las influencias intelectuales de su generación. Entre otros autores, mencionó a Revueltas, de quien afirmó:

Revueltas aparece como una figura constante, presente, no tan suficientemente valorada, pero que se permitía hacer ensayos políticos dentro de las novelas como Los errores, se echaba unos rollos terribles pero que funcionaban muy bien. Revueltas es una figura también como de puente, por lo menos lo leíamos mucho, lo admirábamos mucho. 7

Carlos Monsiváis


Carlos Monsiváis, al hablar de la literatura de Revueltas, afirma:

La vida de Revueltas es casi la de uno de sus personajes, probablemente el más poderoso. Atado siempre a la idea de la militancia, convencido de que la revolución es la meta imposible y necesaria, Revueltas padece cárceles (dos veces en las Islas Marías), vive en circunstancias muy difíciles, se incorpora en 1968 al movimiento estudiantil y va a la prisión de Lecumberri. Siempre, se niega a transigir."8

Jorge Ruffineli


Jorge Ruffineli, en la "introducción" a Conversaciones con José Revueltas, nos dice:

Aunque la palabra intelectual tal vez no le gustara, a él puede aplicársela en su mejor acepción: un escritor que racionaliza la experiencia y la obra, un hombre de opiniones sobre la realidad circundante, un hombre que logra penetrar la opaca malla de lo real para encontrar sus más reveladores movimientos, causas, motivos. Y al mismo tiempo, desde adolescente, un militante del marxismo, primero en el Socorro Rojo, luego en el partido, más tarde en grupos creados por él cuando el partido lo expulsó de sus filas9

Obra[]


Novelas y cuentos[]


  • Los muros de agua (1941)
  • El luto humano (1943)
  • Dios en la tierra (1944)
  • Los días terrenales (1949)
  • En algún valle de lágrimas (1957)
  • Los motivos de Caín (1958)
  • Dormir en tierra (1961)
  • Los errores (1964)
  • El apando (1969)
  • Material de los sueño (1974).
  • La palabra sagrada. (Antología; prólogo y selección de José Agustín).
  • Lo que sólo uno escucha
  • Mi papa

Ensayos políticos[]




  • Cuestionamientos e intenciones
  • Dialéctica de la conciencia
  • Ensayo sobre un proletariado sin cabeza
  • Ensayos sobre México
  • Escritos políticos I
  • Escritos políticos II
  • Escritos políticos III
  • México: una democracia bárbara
  • México 68: juventud y revolución

Otros[editar]




  • El conocimiento cinematográfico y sus problemas
  • El cuadrante de la soledad
  • Las cenizas. (Obra póstuma)
  • Las evocaciones requeridas. Tomo 1
  • Las evocaciones requeridas. Tomo 2
  • Tierra y libertad [guion cinematográfico], 1955
  • Zapata [guion cinematográfico].
  • Visión del Paricutín (y otras crónicas y reseñas).


Fuente: Wikipedia en español.

sábado, 22 de junio de 2013

FERNANDO DEL PASO



PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1966.
NOVELA: JOSÉ TRIGO.

"JOSÉ TRIGO (novela) por Fernando del Paso. Partiendo de una reestructura radical del lenguaje y de sus posibilidades expresivas, usando con riqueza y libertad absolutas las dimensiones temporales y espaciales, del Paso nos cuenta la vida de José Trigo y con ella la de los trenes que  salían y llegaban a la estación de Nonoalco-Tlateolco. Pero sobre la anécdota misma su personaje, simultánea con la recreación del ambiente ferrocarrilero en un momento determinado de la vida de México, el autor ha construido una evocación total de la historia de su país, desde sus orígenes hasta el tiempo presente. "José Trigo", como muy  pocas obras en la literatura universal, está concebida dentro de una ambición de expresar en forma absoluta, con todas sus ramificaciones, con toda la fecundidad expresiva del mito milenario, un instante del tiempo sobre la tierra. Cada hecho, cada accidente en la vida de los personajes de esta novela está referido a una inconmensurable dimensión histórica, tiene un amplio econ en las entrañas mismas del mito que nutre y define la presencia de México en el mundo. Fernando del Paso nace en 1935; publica en 1958 "Sonetos de lo diario" en Cuadernos del Unicornio. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores. Durante más de siete años toda su tarea se concentra en esta novela que inicia la serie "La creación literaria" del siglo XXI"

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¿Fernando del Paso? La primera vez que oí hablar de él (de Fernando del Paso) fue por medio de un amigo mío que a su vez es amigo de su sobrino Joaquín Rodríguez del Paso. Al final - y como sucede en nuestra pequeña patria- su sobrino Joaquín se hizo amigo mío. La curiosidad aumentó cada vez que Joaquín nos hablaba de su tío escritor. Y sí... desde el principio me gustó su prosa. El primer libro que leí fue JOSÉ TRIGO. Su sobrino me contó algunas anécdotas del cómo su tío escribía en un sótano en su casa en Inglaterra cuando fue locutor de la BBC y Joaquín estuvo con él un año viviendo. Y de ahí en adelante me he hecho un FANÁTICO de su prosa, su erudición y su formación poética. JOSÉ TRIGO, es claro ejemplo de lo anterior. Es cierto, también que JOSÉ TRIGO es un texto o una novela difícil pero,  que hechiza. La forma de narrar en JOSÉ TRIGO rompe con las estructuras clásicas de la narrativa tradicional y también es un HITO en las LETRAS MEXICANAS. Pienso, que no existe otro escritor mexicano con la fuerza narrativa y poética de don Fernando.
Del Paso es personalísimo, inimitable, de ahí que no tenga discípulos - al menos con José Trigo- o escritores jóvenes que hayan querido emular su prosa.
La edición que tengo en mi pequeña biblioteca es de SIGLO XXI EDITORES en su sétima edición de 1982.

J. MÉNDEZ- LIMBRICK.

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BIOGRAFÍA: FUENTE WIKIPEDIA.

Fernando del Paso Morante (Ciudad de México, 1 de abril de 1935 - ) es un escritor, dibujante, pintor, diplomático y académico mexicano.



Como primera aspiración tuvo ser médico, sin embargo, como uno de sus personajes, Palinuro, sufrió por la sangre y terminó efectuando estudios de Economía y literatura en la UNAM. Ha trabajado como publicista, locutor y periodista, además de ser dibujante y pintor. Fue un conocido amigo del escritor francés Maurice Blanchot.

En 1955 comienza a trabajar como escritor de textos para varias agencias publicitarias. Es la época en que, influido por William Faulkner, James Joyce, Juan Rulfo y Lewis Carroll, del Paso empieza Sonetos de lo diario, libro que publicará en 1958.

Para terminar José Trigo, recibe la beca del Centro Mexicano de Escritores en 1965. Al año siguiente publica la novela, que recibe el Premio Xavier Villaurrutia.1 Se demoró 7 años en finalizar esta obra y le ocurrirá lo mismo en con sus dos siguientes obras.

Becado por la fundación Ford, del Paso viaja a Iowa en 1969 para participar en el "International Writing Program", en donde reside 3 años.

En 1971 se muda nuevamente, esta vez a Londres, debido a que recibe la Beca Guggenheim, que se le volverá a otorgar en 1981.

Es aquí en donde comienza a trabajar en su siguiente novela, misma que publica en 1977. Palinuro de México obtiene el Premio Rómulo Gallegos 1982. Durante su estancia en Londres, a la par de sus proyectos literarios, trabaja como productor de programas de radio, escritor y locutor en la BBC.

Después de vivir 14 años en la capital británica, se traslada en 1985 a París donde se desempeña como consejero cultural en la embajada de México —cargo que ejercerá 3 años—, a la vez que trabaja en Radio France Internationale como escritor y productor. Ese mismo año Palinuro de México se tradujo al francés; recibe el reconocimiento de la crítica francesa y el Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia. En 1986 gana el premio Radio Nacional de España al mejor programa en español de carácter literario por su Carta a Juan Rulfo.

En 1988 publica Noticias del Imperio, que se cuenta entre las "nuevas novelas históricas" escritas en América Latina. Basada en la vida de los emperadores Maximiliano I de México y su consorte Carlota de México, esta novela enciclopédica no se conforma con una descripción monológica de "lo que sucedió". Al contrario, del Paso mismo insiste en ofrecer, de forma historiográfica, todas las versiones posibles de los incidentes importantes en la vida de los protagonistas y de la intervención francesa en México. Esta obra tuvo decisiva influencia en otras de generaciones posteriores, sobre todo en escritores cubanos como Leonardo Padura en La novela de mi vida y sobre todo influencia testilística en Fernando Velázquez Medina y su novela experimental Última rumba en La Habana.

En 1989 es nombrado cónsul general de México en París, cargo en el que permanece hasta 1992.

En 1992 regresa a México y asume el cargo de director de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz de la Universidad de Guadalajara. En esta ciudad comienza a trabajar en su siguiente novela, en la que explora el género de la literatura de suspenso, y que se publica en 1995: Linda 67.

En mayo del 2007 la citada universidad le hace un homenaje público al nombrar a la mayor de sus bibliotecas, ubicada en el Centro Universitario de la Ciénega, como Biblioteca Mediateca Fernando del Paso.

Entre los reconocimientos que ha obtenido, además de los ya citados, destacan: el premio Novela México 1975, Mazatlán de Literatura 1988, Nacional de Lingüística y Literatura 1991,2 y Premio FIL de Literatura 2007. En 1993 fue nombrado Creador Emérito. En octubre de 2006, fue elegida miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua.3 Es miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana.4 El 12 de febrero de 1996 ingresó a El Colegio Nacional con el discurso "Yo soy un hombre de letras", el cual fue contestado por el doctor Miguel León-Portilla.5

Además de su labor literaria, Fernando del Paso ha incursionado en el dibujo y la pintura: ha presentado sus obras en Londres, Madrid, París y varias ciudades de Estados Unidos. En la ciudad de México ha expuesto en el Museo de Arte Moderno y el Museo de Arte Carrillo Gil, y en Guadalajara, en el Hospicio Cabañas.

viernes, 21 de junio de 2013

Salvador Elizondo Alcalde




Salvador Elizondo Alcalde (Ciudad de México; 19 de diciembre de 1932- 29 de marzo de 2006) fue un escritor, traductor y crítico literario mexicano, autor de novelas como Farabeuf o la crónica de un instante, El hipogeo secreto y Narda o el verano, y de reputados relatos breves, como El grafógrafo. Fue considerado el escritor más original y vanguardista de la generación de los años 60 en México. Desarrolló un estilo literario cosmopolita, al margen de las corrientes realistas y nacionalistas que imperaban en la época, con importantes influencias de autores como James Joyce o Ezra Pound.


Salvador Elizondo
Farabeuf o la crónica de un instante (fragmento)

" "-¿Ve usted? Esa mujer no puede estar del todo equivocada. Su inquietud, maestro, proviene del hecho de que aquellos hombres realizaban un acto semejante a los que usted realiza en los sótanos de la Escuela cuando sus alumnos se han marchado y usted se queda a solas con todos los cadáveres de hombres y mujeres. Sólo que ellos aplicaban el filo a la carne sin método. En ello descubrió usted una pasión más intensa que la de la simple investigación, y es por eso que valido de su uniforme azul y sus polainas blancas, abriéndose paso a codazos y a empellones se colocó usted frente al "hecho" para crear en medio de él un espacio de horror después de haber colocado pacientemente su enorme aparato fotográfico.
(…)
Todas aquellas filosísimas navajas y aquellos artilugios, investidos de una crueldad necesaria a la función a la que estaban destinados, adquirían una belleza dorada, como orfebrerías barrocas brillando en un ámbito de terciopelo negro, fastuosos como los joyeles de un príncipe oriental que se sirviera de ellos para provocar sensaciones voluptuosas en los cuerpos de sus concubinas, o para provocar torturas inefables en la carne anónima y tensa de un supliciado.
(…)
La mirada todo lo invadiría con una sensación de amor extremo, con el paroxismo de un dolor que está colocado justo en el punto en que la tortura se vuelve un placer exquisito y en que la muerte no es sino una figuración precaria del orgasmo.
(…)
No pensaste jamás que ese espejo eran mis ojos, que esa puerta que el viento abate era mi corazón, latiendo, puesto al desnudo por la habilidad de un cirujano que llega en la noche a ejercitar su destreza en la carroña ansiosa de nuestros cuerpos.
"





 

Farabeuf o la crónica de un instante
Rebeca Becerra
 


Salvador Elizondo (1932-2006) es uno de los principales renovadores de la narrativa mexicana contemporánea, que antes de los años 50 se encontraba inmersa en la técnica del realismo y era espacio donde primaba un mundo desolado, desesperado e introspectivo. En sus obras (El hipogeo secreto, El retrato de Zoe y otras mentiras, Narda o el verano, El grafógrafo) se mezcla lúdicamente la perspectiva erudita con la genuina preocupación filosófica.
Pero, ¿qué es Farabeuf? En este libro, Elizondo va a la búsqueda o, mejor dicho, al encuentro de las fuerzas oscuras de la naturaleza del ser humano. Es un libro oscuro, perturbador, y no terrorífico sino siniestro. Para comprenderlo, si de eso se trata −y no solamente de impresionar, incomodar e inquietar−, es necesario entender o descifrar la fábula, de la cual el lector bebe a cuentagotas. La componen varias oposiciones: recuerdo-olvido, dolor-placer, vida-muerte, noche-día, sueño-realidad..., oposiciones cuya dinámica rige la novela. Farabeuf es "una cita concertada a través de las edades", donde los personajes tratan de evocar a través de los recuerdos un tiempo primordial, porque sólo así pueden saber quiénes o qué son. Esto remite al concepto de mito-creencia como "espacio simbólico por excelencia, en el cual se recrea el tiempo primordial; ese tiempo en el que los seres adquirieron sus características inmutables surgidas del mundo sagrado de los dioses" . En Farabeuf, ese tiempo primordial de los personajes está asentado en la oposición polar "recuerdo-olvido". Los recuerdos, al igual que en el mito-creencia, están conectados a través de símbolos. El símbolo, elemento indispensable para comprender la fábula, es el ideograma chino, el mismo que aparece dibujado en la ventana y evocado a través de un personaje femenino. Los símbolos son polisémicos, es decir portadores de diferentes significados. Son elementos que han perdido su significado cotidiano y pasan a formar parte de un plano simbólico. El ideograma representa la muerte y el suplicio-placer, pero también el número seis. El escritor se vale de este objeto para rompernos la mente en mil pedazos. "El mito, además de ser creencia, es una creación narrativa que se refiere a la historia del proceso de incorporación de las esencias y la aparición de seres mundanos en el tiempo primigenio. "El texto mítico si es ubicable en el tiempo y en el espacio, es mensurable, posee formas canónicas de expresión" . Sin embargo, esta novela no es ubicable en el tiempo −me refiero al tiempo textual−, pero sí en el espacio. El espacio de acción del mito-creencia son los rituales. En ellos se conjugan diferentes tiempos en un solo plano: pasado, presente y futuro. En Farabeuf se están evocando recuerdos del tiempo primordial, aquel donde los personajes adquirieron ciertas características que hoy tratan inútilmente de recordar; tales recuerdos se traen a un presente narrativo: en él tendrá lugar un rito donde placer y suplicio son la misma cosa; dicho ritual va a ser representado como lo ha hecho el Dr. Farabeuf, en algún momento y en algún tiempo, en "el Teatro Instantáneo del Maestro Farabeuf". Empleando artilugios, se supliciará a una mujer (la amante) que ha sido seducida por medio de la fotografía de un supliciado en China, hombre que ha conocido el Leng Tch’é o suplicio de los cien cortes, que consiste en el desmembramiento. La mujer es utilizada como objeto de deseo y llevada a la vieja casa para realizarle el mismo rito.

Elizondo es un mito en sí mismo, y con esta novela hace de la escritura un mito. "En Farabeuf se combinan los elementos que han estimulado la sensibilidad artística de Elizondo: el interés que naciera en Europa por las técnicas cinematográficas; el estudio profundo de la cultura y los ideogramas chinos; la curiosidad por el mundo científico decimonónico en general y el Précis de Manuel Opératoire del Dr. Farabeuf en particular"
. Farabeuf remite al nouveau roman, entre cuyas líneas características destaca la propuesta de un mundo narrativo caótico, en el que no hay una solución narrativa ni imaginativa de la fábula. Además, cabe recordar la complejidad que ve tejerse entre el espacio-tiempo. La del nouveau roman era una literatura de ruptura que abogaba por la muerte del narrador y el cambio total del referente literario, o sea pasar de ser la realidad a algo totalmente irreal o ficticio; en resumidas cuentas, el relato en sí es el que crea el mundo y no al revés. En una primera lectura, Farabeuf produce la impresión de un caos; sin embargo, tras una segunda lectura o una relectura más atenta, es indudable que existe una coherencia interna. La estructura narrativa desconcierta y aterroriza al lector, pues no se sabe a ciencia cierta quién narra. Se habla desde la tercera persona (de él), así como de tú, de usted, de nosotros, inclusive desde la primera persona, el yo, y a veces pareciera que alguien, algo o una fuerza oculta narrara por encima de nuestros hombros. Es una estructura fragmentada en muchos pedazos que emula el suplicio chino de los cien cortes, o el reflejo infinito de un espejo dentro de otro espejo. Al igual que los personajes, las voces narrativas son fantasmagóricas. Hay una mezcla inexplicable de voces femeninas y masculinas, de narradores intra y extradiegéticos, y no hay una voz que unifique las demás; sin embargo, todas tienen el mismo nivel de importancia y de presencia. En alguna parte de la narración, estamos frente a narradores que se cuestionan; en otra, frente a narradores que explican algunos hechos al lector; en otra más, varios narradores relatan al mismo tiempo y también se cuestionan la narración del otro. Para enmarañar más la historia, el autor recurre a mecanismos expositivos tales como fragmentos de cartas, un extracto de la condena al Leng T'ché y la fotografía de dicho acto. De igual forma, a elementos paratextuales: el epígrafe del Breviario de podredumbre de Cioran, los iconos de una pierna cortada con una sierra y un fragmento del libro del propio maestro Farabeuf sobre la tortura.

Al parecer Farabeuf y la Enfermera, personajes principales de la novela, se desdoblan en el tiempo y en el espacio, como el reflejo del cuadro de Tiziano Amor Sagrado y Amor Profano en el espejo, presentándonos las posibilidades de diferentes mundos. Los personajes buscan ser, buscan un tiempo y un espacio, un lugar que han olvidado, que se les ha negado; buscan la respuesta a su olvido, a sus recuerdos. Son personajes "sin identidad" que nadan en medio de una narración que sale de sus propias bocas. Entidades que se cuestionan esa falta de "ser":

"¿Somos la materialización del deseo de alguien que nos ha convocado, de alguien que nos ha construido en sus recuerdos, con sombras que nada significan?" ¿Es que somos acaso una mentira?... Personajes de un relato fantástico que han cobrado vida, sueños que están siendo soñados por seres diversos en diferentes lugares del mundo. Somos el sueño de otro. ¿Por qué no? O una mentira. O somos la concreción, en términos humanos, de una partida de ajedrez cerrada en tablas, somos una película cinematográfica que dura apenas un instante. O la imagen de otros, que no somos nosotros en un espejo. Somos el pensamiento de un demente. Alguno de nosotros es real y los demás somos su alucinación. Esto también es posible. Somos una errata que ha pasado inadvertida que hace confuso un texto, por lo demás, muy claro; el trastocamiento de las líneas de un texto que nos hace cobrar vida de esta manera prodigiosa; o un texto que por estar reflejado en un espejo cobra un sentido totalmente diferente del que en realidad tiene. Somos una premonición; la imagen que se forma en la mente de alguien mucho antes de que los acontecimientos, mediante los cuales nosotros participamos en su vida, tengan lugar; un hecho fortuito que aún no se realiza, que apenas se está gestando en los resquicios del tiempo; un hecho futuro que aún no acontece. Somos un signo incomprensible trazado sobre un vidrio empañado en una tarde de lluvia: Somos el recuerdo, casi perdido, de un hecho remoto. Somos seres y cosas invocadas mediante una fórmula de nigromancia. Somos algo que ha sido olvidado. Somos una acumulación de palabras, un hecho consignado mediante una escritura ilegible; un testimonio que nadie escucha. Somos parte de un espectáculo de magia recreativa. Una cuenta errada. Somos la imagen fugaz e involuntaria que cruza la mente de los amantes cuando se encuentran, en el instante en que se gozan, en el momento en que mueren. Somos un pensamiento secreto..."


Se buscan en sus propios recuerdos, y esos recuerdos evocan otros, y todo se vuelve una cadena infinita, como un sueño dentro de otro sueño, pero no se sabe quién sueña esos sueños ni quién recuerda. Pero cuántas veces nos hemos planteado las mismas preguntas: ¿somos nosotros esos personajes sin respuestas a su "ser"? Y es que, de repente, nos descubrimos insertos en la narración de una forma misteriosa. Los personajes crean mundos irreales para encontrar un significado de sí mismos.

Farabeuf
es una serie de instantes o epifanías, como las llamaba Joyce, que permiten ver lo poético en el objeto, o la materia en el momento preciso en que esta produce una ensoñación. Es decir que escritor y epifanía deben coincidir en el espacio y en el tiempo para interconectarse. Los instantes resumen hechos contemplativos, y por ello Farabeuf es modelo de novela contemplativa: surge y resurge de de un modo de contemplar no una materia original o pura, sino un elemento material conductor que transfiere emociones, pasiones, terror, horror, etc.; como de la contemplación de la fotografía del supliciado en China los personajes extraen pensamientos, deseos, sadismo y obsesión. Se contempla, además, un cuadro de Tiziano (Amor Sagrado y Amor Profano), el inagotable reflejo de esta misma pintura en un espejo, el ideograma en la ventana y elementos de origen natural (la estrella de mar, por ejemplo); habría que agregar la imagen de sí mismos en la limpia superficie, donde las identidades desaparecen. Estas contemplaciones se vinculan diversamente con situaciones, instantes y personajes, caracterizando de una manera oscura la narración y ensombreciendo su atmósfera. De este enmarañamiento resurge con arrolladora fuerza el olvidado sentido de viejas preguntas: ¿quiénes somos?, ¿qué hacemos?, ¿dónde estamos?
Dentro de los instantes aparecen, con recurrencia, dos personajes que representan diferentes papeles, pero son siempre un hombre y una mujer; o puede ser Farabeuf y la Enfermera, o él y ella, o usted y nosotros, inclusive tú y yo. Los personajes femeninos no evolucionan en el tiempo, solamente se desdoblan en diferentes voces (ella, la enfermera Melanie Dessaignes, la señora Farabeuf y Sor Paulina) o en el pronombre personal tú. Farabeuf es el único personaje que envejece en el tiempo. Esto se percibe ya desde el inicio de la narración, cuando sube las escaleras, cansado y arrastrando los pies, para llevar a cabo el encuentro. Más adelante se le nombrará como a un anciano. La presencia femenina es la encarnación del deseo y el principio masculino está representado, efectiva e indistintamente, por el Dr. Farabeuf, el Maestro y Paul Belcour: amante y victimario, personificación de la muerte y, a todas luces, el personaje más complejo de la narración. ¿Es él quien toma la fotografía del supliciado?, ¿es el hombre de la playa?, ¿es el mismo que lleva a cabo el teatro instantáneo? ¿Quién es realmente Farabeuf? Es todos y cada uno al mismo tiempo, la cara de la muerte.

El libro es decididamente experimental. Decidida y exquisitamente, habría que decir. Una obra de laboratorio donde el escritor teje y desteje personajes e historia. Se presta para conjeturar y encontrar múltiples interpretaciones, e invita a ello. Lanza a su lector a la caza de respuestas que no existen en su imaginación, aunque las mismas permanezcan agazapadas dentro del texto y por eso pasen inadvertidas. Y no importa que, al final, la desesperación de los personajes no encuentre ninguna respuesta, ninguna salida. Farabeuf es un rompecabezas que se arma y desarma, una experiencia mental que, como se enuncia en las últimas páginas:
"está concebida para hacerte comprender todas las posibilidades de la multiplicidad del mundo: trata de concebir este cuadro reflejado en el espejo"


El carácter visual de la novela hace pensar en una película que rueda ante nuestros ojos, y a la cual tenemos que seguir hacia donde vaya. Es un libro complejo y de complejidad probada durante cuarenta años. Imposible hablar de él en pocas páginas y aun en bastantes, ya que su posibilidad multiplicadora se dispara desde que entramos en la materia narrativa; y por mucho que calemos en reflexión e intelección, siempre nos dejará con una pregunta lista en los labios.





La Autora, Rebeca Becerra:
Rebeca Becerra nació en Tegucigalpa, en 1970. Licenciada en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y egresada de la Academia Nacional de Arte Dramático En 1992 recibió el Premio Único Centroamericano de Poesía "Hugo Lindo" en San Salvador, El Salvador. Es socia-fundadora de la editorial Ixbalam y tiene a su cargo la revista del mismo nombre. Ha publicado Sobre las mismas piedras (2004, poesía) y está en proceso de edición Las palabras de aire.

_ftnref1Elizondo, Salvador. Farabeuf. México, 1965. p. 13

_ftnref2López, Alfredo: en María Ana Portal. Ciudadanos desde el pueblo. 1997. p. 60.

_ftnref3(López, Alfredo. En Op.Cit. p. 5.

_ftnref4Zavala, Daniela. "Salvador Elizondo: la conversación como autobiografía", Tranvía. Revista de Literatura, núm. 5, 2002

_ftnref5Elizondo, Salvador. Op. cit., p. 121.

_ftnref6Ibid, pp. 93-94.

_ftnref7Ibid, p. 151.

jueves, 20 de junio de 2013

HOMERO ARIDJIS.


Poeta mexicano nacido en Michoacán en 1940.
Es uno de los escritores más prolíficos de México. Periodista, novelista y catedrático, fue becario de varias
instituciones mexicanas, y profesor de literatura mexicana en varias universidades norteamericanas. En 1993
la Universidad de Indiana le otorgó el doctorado Honoris Causa. Ha desempeñado diversos cargos diplomáticos
a través de su carrera: en 1972 fue agregado cultural de México en Holanda, y posteriormente,  fue embajador
de México en Suiza. También dirigió el Instituto Michoacano de Cultura.
Su antología incluye sus obras más conocidas:
«Los ojos desdoblados», «Antes del reino», «Los espacios azules», «Tiempo de ángeles»  y «Antología Poética». Fuente: http://www.amediavoz.com/aridjis.htm

Mirándola dormir  ( fragmento )

Cálida ahí donde te toco.
Grupa vaporosa.
Radiante en cualquiera de sus poros.
Cabalgando.
Y sobre lo espléndido va lo irrepetible.
Y reproduciremos toda vida, y toda melancolía será
ahogada con zumo de tus manos.
situado el cuerpo hasta las nubes para que llueva
enorme, consternado, sobre las pequeñas voces y el
medio movimiento.
En la pulsable ostentación de ser en dos un solo verbo.
Traídos y llevados y atentos.
Y ella bien oculta.
Máscara de siete ojos.
Tendida, vaporosa, suya, mirándose leve sobre la
inclinación de su cuello, de su desplazamiento.
Regocijada entre los números inexactos de su memoria.
Niña loca, joven de burdel.
Adelante de los pequeños verbos y de los caballos que
tremolan.
Desnuda de tiempo en horas anormales.
Vaporosa bruta.
Dormida satisfecha en su abundancia.
Los senos esféricos sobre el cuerpo horizontal.
Apuntando, y atravesados por venas azules.
Qué murmurar sanguíneo.
Sueltos y desnudos: apuntando a fantasmas espesos y
erectos; libres.
Muy de Berenice. Terráqueos y afectuosos. Muy en ella.


***

Perséfone   (fragmento)

Un río carnal abre los muslos.
Perséfone se abre como una escalera estrecha y empinada.
Perséfone ríe al borde sus fibras nerviosas.
Navegan barcos por mar desconocido. Navega un dios en
          sí mismo enlazado.
El cuello de los cisnes en un solo cuello.
Perséfone me mira como yesca que acecha el fuego.
Pone los codos sobre las rodillas, mete la cabeza entre las manos.
Se sienta en sus cojines suaves. Se sienta sobre un lecho que
          por las arrugas de las mantas parece un trono rudo.
Mis manos friccionan con ardor sus miembros. En sus miembros
          se confunde lo blanco de su piel, lo rojo de su ardor.
A sus miembros que fricciono llegan su silencio, su emoción, sus gestos.
Un mismo calor anima su corazón, sus pies, sus dedos.
El fuego le abre el cuerpo, igual que un incendio descubre
          en una casa muchas ventanas, muchos ojos.
Igual que si se hubiera vuelto su interioridad hacia afuera,
y un color propio la recorriera matizando sus rasgos.
Me adentra.
No pienso.
Mis sentidos despiertan.
Oigo mi cuerpo, oigo su cuerpo enredarse en el mío. Crecen
          los dos, enmudecen, maduran, se avejentan, mueren.
Oigo el eco de su desaparición, de su nacimiento. Oigo.
Que no están, que llegan, que se van.
Siento su cuerpo. Toca con mil poros abiertos a mi piel.
Me roza con mil manos y muslos. Me roza con pedazos de
          carne que se labia, se hiende.
Mojándome. Huelo su origen. Su deseo. Su deseo. Su ceniza.
Sus cabellos húmedos de mis cabellos. Su roce que es mi roce.
Veo la palabra que no dice en su lengua curvada, alargada
hasta mi lengua. Su sexo que entraña mi sexo. Sus pies extendidos.
Su movimiento sacando chispas de las sábanas con las caderas.
Su hundimiento en el colchón. Su levantarse y caer y sonar.
La oscuridad momentánea de su boca, de sus axilas, de
          su cuello y sus brazos.
Llena mi ver una rodilla. Un brazo. Un ojo. Un cabello entre
         mis labios. Un trozo de muslo. Un pedazo de vientre.
El ombligo. Sus cabellos. Su ombligo.
Su cara vuelta a la derecha. Su cara vuelta a la izquierda.
Su mentón apuntando hacia arriba y hacia abajo. Su cuerpo
         recogido. Su cuerpo diagonal.
Su ombligo. Su oreja. Sus cabellos. Su sexo.
Su boca que se ahonda y se ahonda, que se sumerge por adentro de ella,
que cae y cae, toca mi sexo, sube por mi cuerpo,
se convierte en mi boca que la besa en su boca que se ahonda,
y cae en mí, y cae en ella.

martes, 18 de junio de 2013



JUAN JOSÉ ARREOLA.
PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1963. Novela: "La feria".

Jaliciense, como Juan Rulfo y miembros ambos de la generación de escritores que transformó la literatura mexicana y puso dentro del panorama mundial, Juan José Arreola fue el escritor que con mayor libertad permitió que la imaginación se desbordara de su causes y consiguió una escritura que se apropia de las convenciones genéricas para trastocarlas y dar vida a una literatura novedosa y sorprendente. Borges dijo que "desdeñoso de las circunstancias históricas, geográficas y políticas, Juan José Arreola, en una época de recelosos y obstinados nacionalismos, fijó su mirada en el universo y en sus posibilidades fantásticas"; también dijo que aunque nació en México en 1918, "pudo haber nacido en cualquier lugar y en cualquier tiempo". En una época que nuestro país se decidía por el realismo y las tendencias la literatura de la tierra, Arreola, sin desdeñar realmente esos temas, construyó alegorías universales de la vida nacional.

La narrativa de Arreola fue durante un largo tiempo un problema para los especialistas en literatura. Sin afiliarse a un movimiento, ni siquiera a una vanguardia específica, fue una apuesta por la imaginación y el ludismo. Por otra parte, el sentido del humor y las formas de la ficción breve que cultivó Arreola condicionaron durante un tiempo que su literatura fuera vista con recelo. Sin embargo, en cuentos como "El guardagujas", "La migala", "El miligramo prodigioso", "Baby H.P.", "Botella de Klein" es posible encontrar las huellas que dieron origen a una nueva tradición de literatura mexicana. De hecho, la importancia de Arreola en el campo de la legitimación de la ficción breve para el canon de la gran literatura apenas se empezó a reconocer hace unos diez años.

Otro de los terrenos en que Arreola se apartó de la práctica usual de la literatura mexicana fue en asumir los retos que plantea hacer literatura de imaginación. En la narrativa de Arreola el absurdo, lo fantástico, lo alegórico se unen en estructuras entretejidas de ironía y simbolismo. El compromiso de escribir literatura mimética pude ser representar adecuadamente el mundo, pero el de escribir literatura fantástica es representar adecuadamente los sueños, dejar entrever por las fisuras que la realidad ofrece un mundo más terrible o más brillante, pero menos monótono. Es también permitir que la realidad deje de ser para que signifique. En "El guardagujas", horrible y festiva caricatura de una realidad nacional sin rumbo, se han querido ver las huellas de Kafka. Puede ser verdad, el absurdo y la aceptación monocorde del destino, la falta de sorpresa y de reacción ante una realidad que nos rebasa y nos destruye están presentes, pero creo que Kafka nos hace llorar y Arreola sonreír.

Y, para todos aquellos que aún creen que la literatura fantástica es una forma de evasión, existe la respuesta de "El prodigioso miligramo" en el que un objeto, al parecer completamente inútil, se convierte en el eje del mundo, donde la fe y la humildad son suficientes para justificar la transmutación y conmocionar los cimientos del mundo y donde, al olvidarse los fundamentos de esa misma fe, las formas más espúrias de la imitación destruyen toda posibilidad de subsistencia.

Hay quienes recordaran a Juan José Arreola cómo quien rompió con las estructuras tradicionales de la literatura mexicana; hay quienes lo pensaran como un escritor del boom latinoamericano (otros, haciéndose eco de él mismo, como un insubordinado del boom; Borges lo consideró un no afiliado a los "ismos"), pero todos lo recordaremos como un gran escritor, tal vez el mejor escritor de ficción breve de México.
Hay recuerdos que no pueden apagarse pasé lo que pasé. Arreola ya no es una presencia o una señal, pero sigue siendo una luz en la memoria. Lo recordaremos como uno de los tres grandes escritores de Jalisco, como el último juglar, o como el primero que le abrió las puertas de la imprenta a escritores Carlos Fuentes o a Elena Poniatowska; lo recordaremos por sus intervenciones, afortunadas o no, en la televisión, lo recordaremos por las no por eruditas menos entretenidas charlas que sostenía con Antonio Alatorre, pero, sobre todo lo recordaremos como aquel vario y prodigioso ingenio capaz de alegrar la visión de Kafka.


Fuente:

http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/biblioteca/literatura/special/arreola/biografia.htm

lunes, 17 de junio de 2013

Una biografía de Elena Garro por Elena Poniatowska



Una biografía de Elena Garro
PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1963. NOVELA: Los recuerdos del porvenir.
Elena Poniatowska

¡Qué escritor no quisiera tener un biógrafo tan enamorado de su personaje como Patricia Rosas Lopátegui! Su capacidad de entrega no tiene límites. Su admiración se desborda en cada página. Que Elena Garro era una seductora absoluta, queda comprobado en este libro que lleva el escandaloso título de El Asesinato de Elena Garro.

Elena Garro y Helena Paz, foto tomada del libro Yo soy memoria

Elena Garro fue un ser lleno de contradicciones y enigmas. Para ella nunca hubo medias tintas. ¿Se comió el personaje a la escritora? Elena es un icono, un mito, una mujer fuera de serie, con un talento enorme. A nadie deja indiferente. Impresionó a todos los que la conocieron, marcó con una huella indeleble a quienes la trataron; imposible para su hija Helena Paz vivir y "ser" sin ella. Sin embargo, con su muerte, no ha crecido su leyenda. Quien la sostiene con lealtad admirable es Patricia Rosas Lopátegui, que la envuelve en libros como caricias e insiste en que la recordemos y le rindamos tributo.

Este tercer tomo, El asesinato de Elena Garro que le dedica, Patricia recoge artículos dispersos en revistas y diarios. Sin embargo, habría que asentar que Elena no tiene identidad periodística, es decir, quienes la tratamos la considerábamos una extraordinaria escritora, pero no una periodista. El periodismo no fue su profesión, la literatura sí, y la ejerció en forma maestra. Además de escribir esporádicamente en revistas de poca monta, salvo Siempre! (Sucesos y Revista de América no circulaban), Elena solo escribía (y muy bien) cuando algún acontecimiento suscitaba su indignación. El reparto de la tierra, la miseria de los campesinos, el líder de la cnc, Javier Rojo Gómez y Carlos Madrazo, el ingeniero Norberto Aguirre Palancares, el coprero César del Ángel, fueron sus temas. También escogió escribir sobre Régis Debray y Roberto Fernández Retamar, entre otros. Estos artículos, sin embargo, no añaden un centímetro a su estatura de novelista, cuentista y autora teatral.

Patricia Rosas Lopátegui, profesora de la Universidad de Nuevo México, estudia la vida y obra de Elena Garro y la encumbra. Ningún biógrafo más apasionado por su sujeto que ella. Idolatra a Elena Garro, no le cuestiona nada. Le reza, la convierte en santa. Después de dos libros, Yo solo soy memoria y Testimonios de Elena Garro, nos da a conocer el último tomo de la trilogía, El asesinato de Elena Garro. Nos avienta de cabeza al mundo ardiente y peligroso del periodismo de la Garro, del que se sabía poco o nada, ya que publicó primero en Presente, un periódico de Cuernavaca desconocido en el Distrito Federal, y más tarde sólo lo hizo de vez en cuando en revistas como Sucesos y Siempre! Quizá en los primeros años, en 1941 en la revista Así, pudo considerársele una periodista de vanguardia, porque habló de la situación de la mujer cuando pocos lo hacían en una sociedad misógina y sexista. Las abnegadas mujercitas mexicanas debían bordar pañuelos con orillas de llorar y sonar la nariz de sus hijos. Nada mejor que el confinamiento para esos seres débiles y pasivos que paren con dolor. Elena Garro salió de su casa dando un portazo, y sólo con ese acto se convirtió en una amenaza para el statu quo.

En los cuarenta, Elena entrevistaba a quien se le daba la gana y como se le daba la gana. Ningún jefe de redacción a quien rendirle cuentas, ninguna orden de trabajo como la recibimos todos los reporteros. Así, Elena escoge a la cantante de ópera Lolita González de Reachi (¿quién será?), le pregunta si su marido se opone a su carrera y le señala que "de Reachi" significa ser propiedad de un hombre. También dialoga con la actriz Isabela Corona (a quién Juan Soriano le pintó un fabuloso retrato) y con la pintora Frida Kahlo, tres mujeres que luchan por destacar (bueno, Frida Kahlo luchó por sobrevivir). Ninguna de las entrevistas es memorable, en cambio un reportaje en la cárcel de mujeres sí lo es. "Mujeres perdidas" es una excelente crónica y, para hacerla, Elena convivió con las presas.

Elena Garro tampoco se consideró feminista: "El día en que manejemos ideas propias, entonces seré feminista, pero mientras manejemos intelecto masculino, no soy feminista. [...] No. No hay mujer que haya tenido una sola idea." ¿Y Marie Curie? ¿Y Simone Weil? ¿Y Simone de Beauvoir? ¿Y Marguerite Yourcenar? ¿Y, en México, Sor Juana Inés de la Cruz, Frida Kahlo o Rosario Castellanos, su contemporánea?

Arturo Ripstein bailando con Elena Garro Foto: tomada del libro Yo soy memoria

En las páginas que siguen abundan los comentarios de Patricia Rosas Lopátegui basados en la información de Elena Garro. Como Patricia no vivió los acontecimientos, sólo puede verlos a través de Elena. La información que Elena le da es un amasijo de contradicciones, cuando no de falsedades, lo cual hace que su trabajo sea sesgado y tendencioso porque las inexactitudes se vuelven imposturas. Parcial, Patricia Rosas Lopátegui afirma que su periodismo no es constante porque Octavio Paz la limita. Nos dice que en 1957 Octavio "accede" a que Elena se dé a conocer como dramaturga, cuando es vox populi que fue Octavio Paz quién, loco de entusiasmo, presentó al grupo Poesía en Voz Alta las obras Andarse por las ramas, Los pilares de doña Blanca y Un hogar sólido. Si viviera todavía Juan Soriano lo corroboraría.

Un hogar sólido fue un prodigio al que tuve el privilegio de asistir. Elena, vestida de terciopelo negro, subió al escenario a recibir un prolongado aplauso al lado de Guillermo Dávila, gran amigo de Carlos Pellicer, Juan Soriano, Juan José Gurrola y otros, y Octavio no cabía en sí del orgullo. Sonreía aun más que Elena. Para esto, la mujer de teatro había escrito, según ella desde 1958, el espléndido drama histórico Felipe Ángeles que Coatl, de Ernesto Flores, publicó en Guadalajara en 1967, y otra obra maestra, Los recuerdos del porvenir, cuyo manuscrito extravió. Elena hablaba de un baúl mágico lleno de obras prodigiosas que se extraviaba en los países en los que residía. La semana de colores, publicado en 1958, es un libro maravilloso. Octavio Paz admiró a su mujer que no dejaba de asombrarlo, mejor dicho, de inquietarlo y desazonarlo hasta despeñarlo al fondo del infierno. Ella es la que brilla, la estrella, la de los propósitos que Paz festeja y necesita. La escucha arrobado, ríe de sus ocurrencias y concuerda con ella cuando ataca a éste y a otro. Discuten y él se rinde. ¡Qué hermosa pareja! Elena lo estimula y le rinde pleitesía. "Tus ojos son los ojos fijos del tigre y un minuto después son los ojos húmedos del perro./ Siempre hay abejas en tu pelo. […]/ Patria de sangre,/ única tierra que conozco y me conoce,/ única patria en la que creo,/ única puerta al infinito." Elena fascina no sólo a su marido, sino a quienes la cortejan. Es una mujer de mundo. También Octavio es un hombre de mundo. Enamoran, ríen, se burlan de pretendientes y pretendientas, son los reyes de la noche. Encandilado por todos los sentimientos encontrados que le provoca su mujer, Octavio Paz llevó el manuscrito de Los Recuerdos del Porvenir a Joaquín Diez Canedo, quien lo lanzó en 1963. Un año después, Octavio de nuevo se enorgulleció de que le dieran el Premio Xavier Villaurrutia, en 1964, aunque ya estaban separados. "Es la mejor escritora de México" declaró. Según Patricia, para Elena el trabajo de creación estaba prohibido y le era difícil escribir. Sin embargo, la misma Elena contaba que pasaba muchas horas sola y que podía vivirlas a su antojo. ¿Quién le prohibía qué? Otra vez, según Patricia, Octavio Paz.

Las contradicciones y las falsedades se van acumulando a lo largo de las páginas porque Elena es la única fuente de información y Patricia Rosas Lopátegui le cree a pie juntillas. A finales de la década de los cincuenta, Elena se preocupa por los campesinos de Ahuatepec, Morelos, y se enfrenta al banquero Agustín Legorreta. Convertida en luchadora social, fustiga al pri y alaba a Javier Rojo Gómez, que dirige la cnc. Nada le importa más que el reparto de tierras y la suerte de los indios, como ella los llama. "Me crié entre ellos y para mí son tan queridos como mi familia española. Aparte de esta razón sentimental los indios son las personas cultas del país […] Los indios son muy inteligentes, han sufrido mucho. Se les ha prohibido hasta tener memoria, porque la Conquista de México les quitó hasta la memoria, entonces ellos existen casi de contrabando y a escondidas... Me parece que lo que les sucede es un pecado terrible. ¡Y los quiero mucho y me produce mucha pena que los exploten de esa manera, que los maten de esa manera y que no tengan derechos!" Elena aparece en las reuniones campesinas en Morelos, a las que puede acceder gracias al líder campesino Cristóbal Rojas, director del periódico Presente, y causa sensación. También llega despampanante y furiosa al despacho del gobernador, al del procurador de justicia y todos los ujieres le ceden el paso. Ir vestida con prendas de Dior, de Chanel o de Jacques Fath es una estrategia para impresionar, como lo son los abrigos de piel y las suaves chalinas color beige o palo de rosa o verde pistache, los favoritos de Elena. Sorprende a todos, la reciben y su reacción ante ella oscila entre el miedo y el deslumbramiento.

Ataca a los intelectuales: "Yo creo que todos están más o menos ligados con el gobierno, o tienen una chamba en el gobierno, o la han tenido. ¿No te parecen entonces una farsa sus gritos y sus grandes escritos?" A Octavio Paz le hace la vida de cuadritos, teme sus escándalos, nada peor que se le aparezca y le grite en cualquier restaurante. Todavía años después de su divorcio, cuando a Octavio lo hacen miembro del Colegio Nacional, en 1967, su máximo temor es que llegue Elena a sabotear el acto. "Elena es de armas tomar, es tremenda." También, como nos lo informa Patricia, desenmascara a la política cultural mexicana, su totalitarismo, la sociedad patriarcal, las "cabezas pensantes" que la mantienen marginada. Siempre que puede le pega a los intelectuales, cualquier ocasión es buena. Escribe en Sucesos para todos: "La Revolución careció de un sistema filosófico. Los intelectuales mexicanos acostumbrados a pensar poco y a disfrutar de muy buenas prebendas, se abstuvieron de ejercer el pensamiento y antes y después del asesinato de Francisco I. Madero prefirieron las carteras de ministro a la incertidumbre del desempleo." "Los intelectuales han jugado a todas las barajas", acusó en 1968.

Según Patricia Rosas Lopátegui, mientras Garro hacía pública la barbarie de funcionarios, caciques y empresarios mexicanos, la obediencia de Octavio Paz al régimen era premiada con el puesto de embajador en India, en septiembre de 1962. ¿Cómo explicarse entonces la renuncia pública de Octavio Paz, en 1968, a raíz de la matanza de Tlatelolco?

Elena Garro convivió con líderes campesinos y padeció el asesinato de Rubén Jaramillo. Lo conoció y trató a su familia: "Los intelectuales usaron la bandera de Rubén Jaramillo, pero jamás se ocuparon de él. Yo lo conocí, yo lo traté, ellos no." Años más tarde, gracias a otro líder campesino, Florencio Medrano Mederos, el fraccionamiento Villa de las Flores, que pertenecía al hijo del gobernador de Morelos, Felipe Rivera Crespo, se convirtió en la colonia Rubén Jaramillo. En 1973 (Elena andaba huyendo), cuando fui a la colonia a hacer un reportaje que habría de publicarse en el libro de crónicas Fuerte es el silencio, los campesinos me preguntaron si no conocía "a otra güerita como usted", y resultó ser Elena Garro. "Quería enseñarnos a leer y a escribir para que pudiéramos defendernos." Lo cierto es que la cercanía de Elena con los campesinos es el fundamento de su mejor obra. Su preocupación es auténtica. Elena, católica, lucha contra el mal que se les inflige a los más pobres, le indigna el despojo de que son víctimas. Al defenderlos escribe sus mejores páginas y hace gran literatura. A Sergio Pitol le entusiasma "La culpa es de los tlaxcaltecas". "¡Es un cuento magistral!", exclama.

Todo lo que escribió Elena fue más o menos autobiográfico: "Yo no puedo escribir nada que no sea autobiográfico; en Los recuerdos del porvenir narro hechos en los que no participé, porque era muy niña, pero sí viví –le confía a Roberto Páramo–. Asímismo en las dos últimas novelas, Reencuentro de personajes y Testimonios sobre Mariana, trato las experiencias y sucesos que me acontecieron en la multitud de países donde he vivido. Y como creo firmemente que lo que no es vivencia es academia, tengo que escribir sobre mí misma."

Elena decía cosas muy buenas: "Cualquier experiencia o experimento es una aventura y la aventura es la cualidad superior del hombre. Una obra de arte es una aventura." "No me considero original; me ha interesado sobre todo tratar el tema del tiempo, porque creo que hay una diferencia entre el tiempo occidental que trajeron los españoles y el tiempo finito que existía en el mundo antiguo mexicano." "En la política se condena a la belleza cuando ésta interfiere con el poder." "Los políticos, como los escritores, pueden permitirse todo menos aburrir al público." "El miedo es el peor consejero, no aconseja sino crímenes. Detrás de cada dictador hay un potencial de miedo infinito." "El presidente no es más que un empleado del pueblo: no es Dios. Yo creo que Dios no dura seis años ¿sabes? Si un administrador no satisface las necesidades, que se vaya. Puede haber otro más apto." "Estamos en el tiempo de matar: se empieza matando en el nombre de una idea y se termina asesinando en el nombre de un jefe. ¡Y un jefe es una mentira!" "El fin de todo acto político es la toma del poder. Y el fin del poder es conservarlo. Toda política está fundada en una filosofía o ideología. La monarquía sostenida por la filosofía espiritualista y religiosa se fundó en el derecho divino. La gran burguesía arrebató el poder a la nobleza fundándose en los derechos humanos y la abolición del derecho divino. A su vez, la pequeña burguesía representada por Marx y Lenin, carente de poder económico y de poder divino, fundamentó su derecho al poder político en la intelectualidad. Y de hecho la gran revolución comunista no es sino el asalto al poder de la clase más ávida: la pequeña burguesía." Contestataria y coqueta a la vez, Elena le asegura a Carlos Landeros: "Si fuera castrista lucharía por el castrismo y yo sólo peleo por la Constitución mexicana. Yo soy agrarista guadalupana, porque soy muy católica. Devota del Arcángel San Miguel y de la Virgen de Guadalupe, patrona de los indios."

A partir de 1963, los acontecimientos se precipitan y a Elena, anticastrista, la involucran en las investigaciones de la cia sobre el asesinato de John F. Kennedy. Ya no sólo le preocupan los asuntos campesinos, Elena conoce al presunto asesino (desde luego, ligado a Cuba) y lo denuncia. A partir de entonces cobra vida su novela aún no escrita, Andamos huyendo Lola, porque, acorralada por sí misma y por las intrigas, se acentúa su delirio de persecución, su paranoia.

En 1965, Madrazo, presidente del pri, intentó reestructurar al partido oficial. Elena publicó una entrevista con él de casi cien páginas en que lo elogia demasiado y lo convierte en un héroe. Cita a Carlos Madrazo: "Creo en la rebeldía como una forma viva del pensamiento. Creo que es una de las formas más vivas de expresión. Los grandes sabios, los grandes escritores, los descubridores, no han sido otra cosa que rebeldes." "El amor es un método de conocimiento y creo que fue el método empleado por Balzac." "Porque el hombre confronta su estatura pequeña con los valores superiores por los que debe vivir y morir. La lucha es eso: un riesgo y esto no debe aceptarse si uno no está dispuesto a llevarla hasta su final. Los hombres nos dividimos en dos grupos: los que aprendemos a morir y los que aprenden a vivir.". "La izquierda mexicana ha creado, a través de la historia del país, un clima de combate civil, y de ella han surgido todos nuestros grandes hombres." "El hombre es falible, pero para mí vale igual quien se equivoca actuando en pos de una idea generosa, que aquel que teóricamente es perfecto pero que nunca ha hecho nada." Elena asegura que el pri es una empresa privada y no un partido político, y es muy buena su crítica a Lauro Ortega, "hombre enormemente rico y actual dirigente del pri, que representa en México a la empresa japonesa Mitsubitsi y trabaja para ella obteniendo desde el poder todos los contratos que la favorezcan aunque resulten onerosos para el país". En todas partes, Elena suelta el nombre de Madrazo, cualquier ocasión es buena para hacer la apología de su ídolo. Lo apoyó hasta ir con Gregorio Ortega (director de la Revista de América a quienes todos llamaban Orteguita) a pedirle que encabezara el movimiento estudiantil que terminó en la masacre del 2 de octubre de 1968. Madrazo, como buen político, se negó. Elena siguió yendo a las asambleas en Ciudad Universitaria a gritar: "Madrazo, Madrazo, Madrazo." Él iba a llevar a cabo la Reforma agraria, él haría justicia, él combatiría el racismo, él, que ya despertaba pasiones, controversias, discusiones; él, sólo él, que leía a Balzac, que tenía cifras y datos en la punta de la lengua, el informado, el activista, el gran lector, el hombre pensante decía la verdad al igual que Churchill. Madrazo superhombre desbancaría a los protagonistas de la historia universal. Activista, Elena decía de sí misma que era una partícula revoltosa. También el Distrito Federal estaba revuelto. Elena iba y venia, argumentaba, denunciaba y volvía a denunciar. "La mujer de Octavio Paz", comentaban a pesar de la separación. Su hija Helenita, aun más airada, arrebataba la palabra: era muy evidente la presencia de las dos Elenas en actos públicos que invariablemente causaban sensación. Dos mujeres rubias y guapas, impecablemente vestidas, sobre sus altos tacones, abanderaban a Madrazo. (Para ser un poco frívola, habría que recordar que Elena tenía piernas tan hermosas, o más, como las de Marlene Dietrich). En todas partes se les reconocía, en algunas corrían a recibirlas, en otras, huían. "Mucha gente me ha dicho que si no tengo miedo de señalar a los que violan las leyes –le dijo a Carlos Landeros–, pero por qué voy a tener miedo, si yo no hago más que repetir lo que dicen las cabezas del gobierno."

Quien habría de huir con su hija tomada de la mano fue la propia Elena. El 17 de agosto publicó en la Revista de América "El complot de los cobardes" acusando a los intelectuales de mandar a los jóvenes al matadero. Todavía el 22 de agosto de 1968 la Chata encabezó una manifestación frente a la Embajada de la urss contra la invasión de Checoslovaquia. "Helena, la hija del poeta Octavio Paz" consignan los periódicos. A propósito de la actitud antiintelectual de Elena, Archibaldo Burns habría de decirle a Patricia Vega: "Mira, en el ’68 vi poco a Elena, pero ella tenía la obsesión de siempre: Octavio Paz, y quería fastidiar a los amigos intelectuales de Octavio –lo fueran o no, esto es importante, porque ella los veía como los amigos de Paz–, por eso decía que todas esas gentes estaban mandando a los estudiantes de carne de cañón, que los iban a matar y que iban a dar a la cárcel, mientras ellos estaban muy cómodamente instalados en sus casas. Ella pensaba que los amigos de Octavio estaban haciendo eso; además Elena detestaba a los comunistas, les tenía un odio feroz." El 7 de octubre de 1968 culpó a quinientos intelectuales y los madracistas se equivocaron al decirle que fuera a esconderse. La propia Elena, ya muy acelerada, llamaba a la Dirección de la Federal de Seguridad: "Habla Elena Garro. Insisto en que vengan a aprehenderme. Que me fusilen si soy culpable." ¿La ayudaron después los políticos que tanto había ensalzado? Rojo Gómez, Madrazo y Palancares, le aconsejaron prudencia. Las cosas se habrían calmado y nada le habría pasado si hubiera permanecido en México. Su propio delirio la empujó a denunciar a quien se le dio la gana. Barrió con quinientos intelectuales. (No sabía yo que había tantos). Incluyó, por ejemplo, a Leonora Carrington (quién no tenía nada que ver) simplemente porque la gran pintora era amiga de Octavio. Ninguno de los acusados le habría hecho daño. ¿Para qué? Ella se bastaba sola. "Fue cuando decidí huir para escapar a mi asesinato que aquellos estudiantes, que nunca supe si lo eran, me vinieron a comunicar." ¿Y la Chata? Ninguna mención a su hija. ¿A poco a ella iban a dejarla viva? A partir de entonces se agudizó su delirio en el que introdujo malamente a su hija, la Chatita. Octavio Paz alguna vez exclamó: "Lo que no puedo perdonarle es lo que le ha hecho a nuestra hija." A Octavio debió dolerle la carta que Helenita, su hija, le escribió a cambio de su poema rechazando asistir a la Olimpiada Cultural que se iniciaría el 12 de octubre de 1968. Juan Soriano resume con inteligencia la situación de Elena Garro en el ’68, y Elena lo cita: "Juan Soriano me dijo mucho después: ‘Actuaste siempre como una persona libre, sin grupo o partido y eras el blanco ideal.’ Por eso digo que no tengo lugar ni a izquierda, derecha o medio centro. Soy una outcast, una indeseada."

Estigmatizada por Octavio Paz, crucificada por Octavio, obsesionada por Octavio, hablaba de él cuando Octavio ya no la mencionaba. O apenas y en función de su hija. A Gabriela Mora le dijo: "Yo vivo contra él, estudié contra él, hablé contra él, tuve amantes contra él, escribí contra él y defendí a los indios contra él. Escribí de política contra él, en fin, todo, todo, todo lo que soy es contra él. Mira, Gabriela, en la vida no tienes más que un enemigo y con eso basta. Y mi enemigo es Paz."

 

Que Elena Garro sedujo hasta los últimos años de su vida, lo dicen sus entrevistadores, que terminaban arrodillados a sus pies. Así le pasó al reportero Luis Enrique Ramírez, que quería enviarle su sueldo a París. "¡Pero Luis Enrique, las condiciones de Elena son mucho mejores que las suyas!" Luis Enrique gastó lo que no tenía para llamarla por teléfono a París. Una Elena de casi ochenta años lo había subyugado en la casa de Devaki, en Cuernavaca. También Patricia Vega quedó prendada. La voz baja y delgadita de Elena, apenas el susurro de una voz, embrujaba. Había que acercarse mucho para no perder una sola de sus mágicas palabras y los oyentes se quemaban. Elena resultó ser un veneno muy poderoso, pero la primera que se envenenó fue ella misma. Muchos años antes, cuando Carlos Fuentes supo que Elena Garro estaba en el Festival de Cine de Cannes con Archibaldo Burns y que se había metido a bañar en Eden Roc, comentó: "Se han de haber envenenado hasta los que se bañaban en el mar de Mármara."

¿Quién mató a Elena Garro si no la propia Elena Garro? A cinco años de su muerte, es posible descubrir que el verdadero asesino de Elena fue su vida alejada de la realidad, incluso de sí misma. Su paranoia no tuvo límites. En cada esquina se fraguaba un complot en contra suya. Helenita, la Chatita como le decían, y ella, corrían el máximo peligro. Las seguían por la calle, su teléfono estaba intervenido, querían acabar con ellas. ¿Quiénes? ¿Quién podría matarlas? ¿Los estudiantes? ¿Los campesinos? ¿Los empresarios? ¿El gobierno? ¿Quiénes eran los autores de las maquinaciones? Aunque aseguró que el ex presidente Adolfo López Mateos, durante su sexenio, le ordenó a Octavio Paz sacarla del país, lo cierto es que también le dijo a Carlos Landeros, en 1965, que el gobierno la quería: "A mí el gobierno me quiere muchísimo. La prueba de que hay la máxima libertad de prensa soy yo." Por fin, ¿me quieres o no me quieres, como dice la canción?

Para documentar la mala situación económica de las dos Elenas, Patricia Rosas Lopátegui comenta que Elena le dice al poderoso y temido secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, que ella ya sabe que él se la quiere echar al plato, pero en México, en lenguaje popular "echar al plato" significa hacer el amor, y Patricia le da una connotación trágica. Elena no tiene qué comer, no tiene nada en su plato. "Elena representa el signo de su desamparo, y al encontrarse en una situación vulnerable, se representa como una figura sometida y postrada a través del símbolo del alimento que yace en un plato y puede ser ingerido, o un cuerpo extendido con el que se puede hacer lo que se quiera." ¡Nada más irreal y absurdo! Elena coqueteó con casi todos los personajes sobre quienes escribió, incluso con aquellos a quienes atacó como Titino Agustín Legorreta, o Norberto Aguirre Palancares, a quién consideraba guapísimo. "Se parece a Robert Oppenheimer", o César del Ángel, el líder coprero a quien escondió en su casa durante días, y Carlos Madrazo, que para ella fue Dios sobre la Tierra. Todos le correspondieron. Era una hechicera. Cuando no la veía, Carlos Madrazo le enviaba con su chofer estuches con brazaletes y collares a su casa de Alencastre, y ella sacaba a bailar al chofer. A Fernando Gutiérrez Barrios, Elena le escribió una carta francamente lacayuna llamándolo "D’Artagnan", guapo, inteligente, leal, benevolente, impartidor de justicia, y se comenta que con él hizo un pacto secreto ligado al Movimiento Estudiantil.

Elena se echaba a la bolsa a quién se le antojaba. Por ejemplo, le cayó muy en gracia a su casero, el abogado Raúl Cárdenas, quien venía a cobrarle la renta de la casa de Alencastre (que casi nunca pagaba), pero salía encandilado después de varias horas de conversación prodigiosa. Durante toda su estancia en México, el poeta cubano Roberto Fernández Retamar no salió de Alencastre, embrujado por las dos Elenas. "Es guapísimo, parece un príncipe italiano." Exaltada, Garro escribe cinco artículos sobre Régis Debray, y asiste a una manifestación callejera frente a la Embajada de Bolivia donde se hace notar (siempre se hacía notar). De Régis escribe: "Militares que chorrean sangre de pobre, no pueden hablar en el nombre de los pobres para atacar a un joven que piensa que esos pobres son defendibles."

Rodeada de gatos franceses y gatos mexicanos que no se llevaban entre sí y necesitaban dos piezas para no pelearse, una para los franceses y otra para los mexicanos, en un mísero departamento de Cuernavaca, sentada en un sillón con sus inseparables cigarros Lucky Strike, la atmósfera en la que vivió sus últimos días fue deplorable. El olor a amoniaco descendía hasta la calle, pero ni una ni otra de las dos Elenas parecía notarlo. Al contrario, le cedían su espacio a los gatos. Elena, en los huesos, se nutría de café, Coca Cola y cigarros. La Chata y ella peleaban. Quienes la visitaban regresaban deprimidos, pero todavía subyugados por su encanto. "Están muy mal, de veras sus circunstancias no podrían ser más adversas." Se hacían colectas, el dinero desaparecía en un santiamén.

 

No hubo complot, ni confabulación, ni conspiración en contra suya. Las novelas y los cuentos de Elena eran leídos y comentados. Muchos universitarios querían hacer su tesis sobre su obra, no sólo en México sino también en Estados Unidos. Jóvenes entusiastas deseaban verla, "no seas mala, me muero por conocerla", y varios periodistas andaban tras una entrevista con ella. Su traición (porque la llamaron traidora) sólo acentuó el mito que empezó a fabricarse en torno a ella. Su teatro seguía llevándose a escena, no sólo en foros universitarios sino en Oxolotan, Tabasco. En 1991, durante el primer viaje, María Alicia Martínez Medrano montó con niños y ancianos en el campo tabasqueño varias de sus obras, entre otras Perfecto Luna, El árbol. Elena prefirió quedarse en Cuernavaca con Devaki, su hermana, en vez de acudir a ver esta función que mucho la habría gratificado. Monterrey, la primera ciudad en invitarla, le rindió un magno homenaje antes de su regreso definitivo a México, en 1993. (Desde el hotel llamó todos los días por teléfono al cuidador de sus gatos. ¿Sería Albano, su hermano bien amado?). Puebla la hizo hija predilecta y le dio las llaves de la ciudad. En varias ciudades de la República la recibieron con emoción, y Elena encontró lectores fervientes. También en Bellas Artes se hicieron mesas redondas en las que participaron decenas de admiradores. Imposible decir: "Me roban, me atacan, no reconocen mis méritos, me odian, me quieren eliminar, me atosigan."

El desplome final se debió a la confusión, la falta de realismo que la hizo actuar en contra suya. Cuando la invitaron a regresar a México, creyó que el gobierno le iba a poner casa. No fue así. La verdad, el gobierno habría podido hacerlo. Conaculta, sin embargo, trajo a siete gatos franceses en sus debidas jaulas. A Elena le fue otorgada la beca de creadores eméritos, y a su hija, poeta, otra beca. A lo largo de los años, Octavio Paz nunca dejó de enviarles su pensión. Sari Bermúdez, al frente del Conaculta, se convirtió en su hada madrina y cuidó de su salud, pero Elena tuvo que arreglárselas sola en el departamento de su hermana Estrella, recién muerta. ¡Qué tristeza todo! Las dos Elenas querían regresar a París. Así las vio Patricia Rosas Lopátegui, solas y desconsoladas, y por eso el homenaje que les rinde y el fervor con el que se los rinde es doblemente valioso. Les tiende la mano a las caídas, a las abandonadas, a las que equivocaron el camino, a las del regreso a la "penitenciaría", como llama Elena al feo edificio cubierto de barrotes negros. "No reconozco a México, todo ha cambiado para mal."

Vieja y enferma, Elena Garro volvió al principio de sus Recuerdos del porvenir: "Aquí estoy, sentado(a) sobre esta piedra aparente. Sólo mi memoria sabe lo que encierra [...] estoy y estuve en muchos ojos, yo sólo soy memoria y la memoria que de mí se tenga"... "Quisiera no tener memoria o convertirme en el piadoso polvo para escapar a la condena de mirarme."

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