sábado, 1 de julio de 2023

TITO LIVIO PERÍOCAS

 




TITO LIVIO
 
 PERÍOCAS

 

de su obra ab vrbe condita (Historia de Roma desde su fundación)




PRÓLOGO

 


         El texto de las periochae (en latín e inglés), desde el que se ha efectuado la traducción al castellano que se presenta en este sitio, se encuentra en www.livius.org, al que agradecemos su autorización para emplear el material de su web.


         Titus Livius o Tito Livio (59 adC - 17): Historiador romano nacido en Padua sobre el 59 adC y fallecido en la misma ciudad el 17 dC, encargado de la educación del que luego sería el emperador Claudio y autor de la Historia de la República Romana. Fue gran amigo de Augusto, quien ejerció como su mecenas, y a cuyo sistema político, pese a todo, a veces critica. Muchos de los 142 libros de la Historia de Roma desde su fundación se han perdido; sin embargo, tenemos un resumen del siglo IV, las Períocas (periochae, en latín).

Las Períocas no son el único resumen de la Historia de Livio: En la ciudad egipcia de Oxirrinco se halló un sumario parecido, de los libros 37 a 40 y 48 a 55, en un rollo de papiro que ahora está en el Museo Británico. No obstante, el resumen de Oxirrinco está dañado e incompleto. Esto nos deja con las Períocas como nuestra herramienta más importante para reconstruir el aspecto general de la monumental obra de Livio (ab urbe condita: Historia de Roma desde su fundación).

Los libros empleados por el compositor de las Períocas parecen haberse encontrado en malas condiciones. Cuando podemos confrontar el texto completo de libro con el del sumario (por ejemplo, los Libros 1 al 10 y 21 al 45), la secuencia de eventos, a veces, no es idéntica entre la indicada por las Períocas y la que efectivamente se refleja en el libro. Cerca del final, el resumen de dos libros (136 y 137) se ha perdido, aunque es posible que hayan sido integrados en el sumario del libro 141.

Otro aspecto reseñable de las Períocas es que tienden a ser cada vez más cortas. No hay explicación para esto; puede que el redactor del resumen, simplemente, estuviese cansado, aunque no podemos excluir que en la mayor brevedad del resumen se refleje el hecho de que los libros escritos por Tito Livio tendían a ser cada vez más cortos, como se evidencia en los libros 30 al 45.

En esta traducción, se han castellanizado los nombres propios de personas. Por ejemplo, Marcus se traduce como Marco, Caius como Cayo o Quintus como Quinto. En cuanto a las ciudades, se ha procurado emplear el nombre moderno en castellano, excepto cuando se trata de ciudades en ruinas (que ya no existen) o cuando su nombre antiguo es tan conocido o más que el actual. Por el contrario, se ha evitado emplear los nombres de naciones actuales (Francia, España) y se usa el habitual en la época romana (Galia, Hispania, Italia).

Se ha seguido la norma de la Real Academia de la Lengua Española sobre el uso de las minúsculas (Casos en que no debe usarse la mayúscula inicial) en su "Diccionario Panhispánico de dudas", punto 6.7: Los nombres de tribus o pueblos y de lenguas, así como los gentilicios: el pueblo inca, los mayas, el español, los ingleses. Por lo tanto, en lo referente a la grafía de los pueblos que aparecen en las períocas se escribirá "celtíberos", "galos", "cimbrios", "ambrones", etcétera.

De la traducción original al inglés se han respetado las acotaciones entre corchetes del traductor, señor Lendering; hemos añadido las nuestras en aquellos casos que nos ha parecido de interés para clarificar algún punto de nuestra propia traducción al castellano, tal vez en alguna futura ampliación se procederá a imitar la clase de referencias con hipertexto que hacen del sitio original (www.livius.org) un lugar absolutamente recomendable si se domina la lengua inglesa. Hay que reseñar que cuando el escriba que resumió el texto de Livio para hacer las períocas habla de "urbe": "la ciudad", como es natural, siempre se refiere a Roma.

El texto en Latín está basado en el de The Latin Library, que ha sido corregido por comparación con la edición Budé de Paul Jal, publicada en 1984. El sitio original (www.livius.org) advierte que la ortografía latina ha sido armonizada. Para el texto inglés, la traducción gratuita ha sido efectuada por Jona Lendering. Para el texto castellano, la traducción gratuita ha sido efectuada por Antonio Diego Duarte Sánchez.


         Para la presente edición en formato fb2 para lectores electrónicos, se ha colocado el texto latino a continuación del castellano para completar con él la curiosidad de cualquier lector que desee una edición bilingüe.


          La presente traducción puede emplearse libre y gratuitamente siempre que se cite el sitio de procedencia http://tlivio.iespana.es y su autor.


         © 2009 - Antonio Diego Duarte Sánchez - 27428747 - Murcia (España)

Cronología Varroniana

Los romanos no tenían una era común como nosotros. En vez de eso, denominaban a sus años en función de sus dos magistrados superiores, los cónsules. El año que corresponde a nuestro 59 adC era para ellos "el año en que Cayo Julio César y Marco Calpurnio Bíbulo fueron cónsules". Mientras uno tenga una lista de los cónsules, podrá fechar sucesos pasados. Empleando una lista parecida, podemos convertir los nombres de los años romanos a nuestros números de año.

Originalmente, el pontífice máximo era responsable del mantenimiento de la versión oficial de esta lista, que se publicó al final del segundo siglo antes de Cristo. Sin embargo, hay dos problemas, que a veces son ignorados por los historiadores modernos.

1º.- El año romano no empezaba el 1º de enero, sino el 1º de septiembre (en el siglo V) o el 1º de julio (el siglo IV). Un nombre de año romano puede, tras su conversión, abarcar partes de 2 de nuestros años (por ejemplo: 300/299). Si sólo tiene una cifra, resultará casi con seguridad impreciso.

2º.- La lista parece estar incompleta. Probablemente, cuatro parejas de cónsules se han perdido. Éste es el principal problema.

Se pude mencionar, de paso, un tercer problema cronológico. A causa de la intercalación irregular de meses, las fechas exactas mencionadas en nuestras fuentes no tienen por qué corresponder con nuestras fechas actuales. Por ejemplo, el poeta Ennio escribe que "la Luna bloqueó el sol el quinto día de junio". Lo que es una descripción del eclipse de Sol que tuvo lugar el 21 de junio del 400 adC.

Volviendo al problema principal, que ya había sido detectado en la antigüedad y para el que se propusieron 3 soluciones:

La primera consistía en aceptar un periodo de anarquía de varios años en 360. No era una mala solución, porque es cierto que hubo al menos un año en el cual los tribunos Licinio y Sexto prohibieron la elección de magistrados. La hipótesis de que este periodo duró más de un año no se puede alterar y esta puede ser la razón por la que el gran historiador romano Tito Livio (59 adC - 17 dC) aceptó esta solución.

La segunda solución era introducir 3 parejas ficticias de magistrados tras un año de anarquí en 360 adC. Los nombres de los seis cónsules ficticios son Papirio y Vivio, Sacraviense y Caeliomontano y Prisco y Cominio; son mencionados en un documento de la antigüedad tardía conocido como "La Crónica del año 354".

La tercera solución es la del anticuario romano Marco Terencio Varro (116 adC-27 adC), un contemporáneo de Julio César. Él introdujo cuatro años, en la segunda mitad de nuestro siglo IV adC, durante los cuales Roma estuvo gobernada por dictadores. Tales años fueron, en la cronología varroniana, el 333, 324, 309 y 301.

No hay un único argumento para corroborar este absurdo constitucional, que no es más que un claro intento de inventar precedentes históricos para la dictadura anual de Julio César en el 48 adC. De hecho, hay indicaciones que alteran la idea de Varrón:


         * Plinio el Viejo escribe que la carrera del popular general romano Marco Valerio Corvo duró 46 años, pero en la cronología de Varrón dura 50 años. La diferencia desaparece cuando se ignorar los "años del dictador". Esto significa, también, que el tratado entre Roma y Cartago, normalmente fechado en el año varroniano 348 adC, se firmó, de hecho, en el 344/343 adC; exactamente en el momento en que se sabe que los cartagineses intervinieron en la guerra civil en Siracusa y necesitaban apoyo en Italia.

* Livio escribe que en el año varroniano 351, los romanos y los habitantes de Tarquinia firmaron un tratado de paz por cuarenta años. La guerra se declara otra vez el año varroniano 308, de lo que obtenemos realmente los cuarenta años si ignoramos los "años del dictador".


         Desafortunadamente, la lista de Varrón contiene un segundo error. No contento con la introducción de 4 años adicionales, añadió cuatro años de anarquía. En otras palabras, volvó a resolver el mismo problema y el resultado es que todas sus fechas anteriores al 300 adC son erróneas. No obstante, las cronología varroniana fue canonizada. El emperador Augusto la hizo inscribir en su arco triunfal (los fragmentos, llamados Fastos Capitolinos, pueden verse en los Museos Capitolinos de Roma) y la mayor parte de los eruditos modernos emplean el único sistema cronológico romano que es demostrablemente incorrecto. Algunos errores comunes son:


         * Fechar la invasión de los galos en el 390 adC; la fecha real se puede deducir del historiador griego Polibio de Megalópolis y resulta ser el 387/386 adC (Historia del Mundo, 1.6.1-2). Hay una confirmación independiente en Diodoro de Sicilia. (El ejército romano fue derrotado el 18 de julio. Como hemos visto más arriba, ésa fecha no se puede identificar con nuestro "18 de julio", pero podemos estar casi seguros de que la invasión tuvo lugar en el verano/otoño de 387 adC, aunque 386 adc no puede excluirse.)

* La fecha de la expulsión del último rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, en 510 adC. A Varrón le debió gustar esta fecha, porque ofrece un bello sincronismo con la expulsión del tirano Hippias de Atenas. (Y esto debe haber sido apreciado más extensamente. Escribiendo un siglo después, Plinio el Viejo está al tanto de ello). Sin embargo, está simplemente equivocado. Un fragmento de la crónica de la ciudad griega de Cumas, mencionado por el erudito griego Dionisio de Halicarnaso (Antigüedades Romanas, 5.36), demuestra que la batalla de Aricia, en el segundo o tercer año de la República Romana, tuvo lugar el 505/504 adC; esto significa que la república fue instaurada en 507/506 adC ó 506/505 adC.

* La fecha de la fundación de Roma en el 754/753 adC. Varrón obtuvo este año multiplicando el número de reyes conocidos, siete, por 35 años de reinado cada uno. Debe tenerse en cuenta que aún hay eruditos italianos que ignoran el radiocarbono y mantienen que las aldeas en lo alto de las colinas de Roma fueron unitas (el equivalente de fundar una ciudad) en la mitad del siglo octavo, lo que resulta un siglo demasiado tarde.

Aunque las fechas varronianas son claramente erróneas, se pueden encontrar en casi cualquier publicación sobre la historia antigua de Roma.

La cronología de Livio es mejor. Su Historia de Roma desde su Fundación contiene la lista más completa de magistrados disponible. Podemos emplearla para convertir los años romanos a nuestros números de año, y podemos ver dónde se deben situar las cuatro parejas perdidas de cónsules.

Para empezar, en la Historia de Livio, la carrera de Marco Valerio Corvo duró 46 años y la paz con los Tarquinios duró 40 años. Esto significa que podemos confiar en su lista de emagistrador para los años comprendidos entre 347/346 adC (351, según Varrón) y 299/298 adC. Esto puede incluso ser corroborado, en lo que escribe Livio en 7.28, de que en el consulado de Cayo Marcio Rutilio y Tito Manlio Torcuato el cielo se oscureció, como una referencia a un eclipse solar; en la cronología de Livio, ése año corresponde a nuestro 340/339 adC y es correcto, pues hubo un eclipse de Sol al comienzo de la mañana del 15 de septiembre de 340 adC. (Varrón y sus modernos epígonos quieren hacernos creer que el eclipse ocurrió en 344).

Para resumir: podemos estar seguros de las fechas de Livio para los años posteriores al 347/346 adC. Todas las fechas varronianas pueden ser convertidas a nuestra era.

Sin embargo, no hay una referencia externa para el periodo precedente. La invasión de los galos ofrece el punto donde podemos reiniciar nuestro análisis. Como ya hemos visto, Polibio declara que esto sucedió en 387/386 adC. Livio menciona 34 grupos de magistrados y 5 años de anarquía para los años hasta 347/346 adC, lo que significa que su cronología relativa es un año demasiado corta.

Contando hacia atrás desde el 387/386 adC, el problema desaparece. Livio y Varrón están más o menos de acuerdo sobre los colegas de los magistrados. Empleando 387/386 adC como punto inicial (en vez del 390 adC de Varrón), llegamos al 506/505 adC como el primer año de la República de Roma, lo que está de acuerdo con la fecha mencionada arriba.

Esto sugiere quese puede confiar en la lista de magistrados del siglo V y que podemos contar hacia atrás desde el 387/386 adC. Dos argumentos pueden corroborar esto:

1. Empleando este sistema, el año en el cual Marco Fabio Vibulano, Marco Folio Flacinator y Lucio Sergio Fidenas fueron tribunos militares con poder consular, coorresponde al 430/429 adC (y no al 433 adC de Varrón). La plaga que menciona Livio para ese año es idéntica a la descrita por el historiador ateniense Tucídides para el año 429 adC.


         2. El general siciliano Dionisio se convirtió en el único gobernante de Siracusa en el 409 adC; hasta entonces, Siracusa había sido una democracia. Según la cronología de Varrón, los romanos compraron grano al tirano el 411 adC, lo que sería imposible. Según Livio, fue el 408/407 adC, lo que coincide de modo excelente.

Todo esto sugiere que la cronología de Livio es esencialmente veraz, excepto para los años comprendidos entre 387/386 adC y 347/346 adC. Faltan cuatro parejas de cónsules y Livio ha optado por una larga anarquía para compensar este hecho.

Es posible ser un poco más preciso acerca de la datación de los colegas persidos. Fabio Pictor dice que el primer plebeyo fue cónsul en el vigésimom segundo año tras la invasión de las galos. Esto tuvo lugar el 390 adC (Varrón) o el 366 adC (Varrón). De hecho, solo diecinueve colegas son conocidos para este periodo, lo que estrecha la localización de los colegas perdidos al intervalo entre el 390-366 (según Varrón).

Finalmente, debe advertirse que Livio no es el único que emplea una larga anarquía. Varrón también lo hace y debió hallarla en fuentes que no podía ignorar. Más aún, las tres parejas de magistrados de la Crónica de 354 dC (ver arriba), debieron haberla inventado para rellenar un hueco en una lista consular. Esto sugiere que la tradición de un periodo largo de anarquía en la década de 360 adC estaba bien establecida. De hecho, la solución más sencilla para todos los problemas cronológicos es, simplemente, aceptar la lista de Livio como está, incluyendo el largo periodo de anarquía y un margen impreciso de aproximadamente un año. Esto no resuelve todos los problemas, pero resulta ser una cronología mejor que la de Varrón.

© Jona Lendering for Livius.Org, 2008

Revision: 1 January 2008

©2009 - Traducción de Antonio Diego Duarte Sánchez (27428747M) - Murcia (España)

©2009 - Translation by Antonio Diego Duarte Sánchez (27428747M) - Murcia (Spain)




PERÍOCAS

 


         Del Libro 1

 

Llegada de Eneas a Italia; sus hechos. Reinado de Ascanio en Alba y de los Silvianos tras él. Rómulo y Remo nacen de una hermana de Numitor, raptada por Marte. Amulio es asesinado. La Ciudad es fundada por Rómulo. Creación del Senado. Guerra con los sabinos. El botín se ofrece a Júpiter Feretrius Supremo. El pueblo es dividido en curias. Veyes y Fidenas derrotadas. Consagración de Rómulo.

Numa Pompilio organiza los ritos sagrados. La puerta de Jano se cierra.

Tulio Hostilio captura parte de la tierra de los albanos. Duelo de tripletes (de hermanos: horacios contra curiacios). Castigo de Metio Fufetio. Tulio muerto por un rayo.

Anco Marcio derrota a los latinos, fundación de Ostia.

Tarquinio Priso vence a los latinos, fundó el Circo [Máximo], dominó los pueblos vecinos, construyó las murallas y las cloacas.

Llamas en la cabeza de Servio Tulio. Servio Tulio derrota a los veyentinos, dividió el pueblo en clases y dedicó el santuario de Diana.

Habiendo asesinado a Tulio, Tarquinio el Soberbio se hace con el reino. Crimen de Tulia contra su padre. Turno Herdonio asesinado por Tarquinio. Guerra contra los volscos. Con una estratagema, Sexto Tarquinio capturó Gabii. Comienza la construcción del Capitolio. No se pueden mover los altares de Terminus y Juventus. Lucrecia se suicida. Expulsión del Soberbio [510 CV]. La monarquía ha durado 255 años.

Del Libro  2

[509 CV] Bruto hace jurar al pueblo que nunca más tolerará que haya un rey de Roma. Obligó a su colega, Tarquinio Colatino, que era sospechoso por su relación con los Tarquinios, a renunciar al consulado y la ciudadanía. Ordenó la destrucción de las posesiones del rey y dedicó su tierra a Marte, llamándola Campo de Marte. Ordenó la decapitación de jóvenes nobles, entre los que se encontraban su propio hijo y sobrino, por haber conspirado para la vuelta de la monarquía. Al esclavo que había denunciado la conspiración, cuyo nombre era Vindicio, se le concedió la libertad (De su nombre deriva la palabra usada para liberar "vindicta").

Cuando Bruto mandaba un ejército contra los reyes, que habían empezado una guerra aliados con tropas veyentinas y de los Tarquinios, murió en un duelo con Arrunto, el hijo del Soberbio; las matronas guardaron un año de luto.

El cónsul Publio Valerio Publícola garantiza al pueblo el derecho de apelación. Se dedica el Capitolio.

[508 CV] Cuando el rey Porsenna de Clusium, siguiendo con la guerra a favor de los Tarquinios, llegó al Janículo, no pudo cruzar el Tíber por el valor de Horacio Cocles, quien, cuando los demás destruyeron el puente de madera, resistió él solo a los etruscos y, al romperse el puente, saltó con sus armas al río y nadó hasta sus camaradas. Otro ejemplo de valor fue el de Mucio Escévola, quien entró en el campamento enemigo para matar a Porsena, pero mató a su escriba (a quien confundió con el rey), fue arrestado y colocó su mano sobre un altar, que se usaba para sacrificios, dejó que se quemara y declaró que había trescientos hombres como él. Impresionado por su valor, Porsena negoció y puso fin a la guerra tras recibir rehenes. Uno de ellos era una mujer joven llamada Cloelia quien engañó a sus guardianes, nadó hasta sus familiares y, cuando hubo sido enviada de vuelta, fue honorablemente liberada por Porsena y recibió una estatua ecuestre.

[496 CV] El dictador Aulo Postumio luchó con éxito contra Tarquinio el Soberbio, que continuó la guerra con el ejército de los latinos.

[504 CV] Apio Claudio emigró a Roma desde Sabinia. Por esta causa, se creó la tribu Claudia, se añadió al resto y se amplió su número hasta 21.

[494 CV] Cuando, a causa de la esclavitud de los deudores, la plebe se separó al Monte Sacro, volvieron de su rebelión tras ser aconsejados por Menenio Agripa. Cuando murió, recibió un funeral de estado, pues era pobre. Se crearon los cinco tribunos de la plebe.

[492 CV] Corioli, una ciudad volsca, fue capturada por el ingenio y talento del Gneo Marcio, llamado Coriolano.

[491 CV] Cuando Tito Latinio, un plebeyo, hubo sido advertido, en una visión, de que tenía que informar al Senado sobre cierto asunto religioso, y faltó a su deber, perdió a su hijo y quedó cojo; pero cuando fue llevado al Senado en una camilla y le informó, recuperó el andar normal y volvió a casa.

[488 CV] Cuando Gneo Marcio Coriolano, que había sido exiliado, fue nombrado jefe de los volscos y mandó un ejército enemigo contra la Ciudad, se le enviaron primero mensajeros, luego sacerdotes, rogándole que no atacase su propio país; pero él no se retiró hasta que su madre Veturia y su esposa Volumnia le pidieron lo mismo.

[486 CV] Se aprueba la primera ley agraria.

El consular Spurio Casio fue condenado por intentar declararse rey y fue ejecutado.

[484 CV] La virgen Vestal Opilia fue enterrada viva por falta contra la castidad.

[479 CV]Cuando los vecinos veyentinos se volvieron más irritados que peligrosos, se propuso a la familia Fabia cargar con el peso de la guerra y enviaron trescientos seis hombres armados, fueron muertos por los enemigos cerca del río Cremera, excepto uno.

[470 CV]El Cónsul Apio Claudio luchó sin éxito contra los volscos al no obedecerle su ejército; por ello ordenó que uno de cada diez soldados fueran golpeados [ejecutados] con fustas.

También contiene cosas de la guerra contra los volscos, hernicianos y veyentinos y las disensiones entre patricios y plebeyos.

Del Libro

3

[462 CV] Hubo alborotos a causa de las leyes agrarias. El Capitolio, que había sido ocupado por exiliados y esclavos, se recuperó tras una masacre.

Se realiza dos veces el censo. Durante el primero se censan 108 714 ciudadanos (sin contar viudas y huérfanos). En el siguiente se censan 117 219.

[458 CV] Tras un combate sin éxito contra los equos, Lucio Quinto Cincinato es nombrado dictador; al estar en el campo, trabajando en sus tierras, fueron allí a preguntarle si quería conducir la guerra. Envió a los enemigos derrotados bajo el yugo.

[457 CV] Treinta y seis años tras el nombramiento de los primeros tribunos de la plebe, su número se elevó a 10.

[451 CV] Tras haber enviado legados a Atenas para consultar y proponer las leyes, un grupo de diez hombres, con atributos de cónsul y sin otros magistrados, fue creado en el tricentésimo segundo año desde la fundación de la ciudad, y el poder se transfirió de los cónsules a los diez como una vez lo fue de los reyes a los cónsules. Durante la publicación de las primeras diez tablas de leyes, se comportaron con moderación y se decidió que permanecerían en su puesto durante otro año [450 CV], pero tras añadir dos tablas a las otras diez comenzaron a cometer excesos, rechazaron renunciar a sus magistraturas y se hubieran proclamado por un tercer mandato si la lujuria de Apio Claudio no hubiera puesto fin a su detestable poder. Estando apasionadamente enamorado de una muchacha llamada Virginia, envió a uno para reclamarla como su esclava, lo que forzó a su padre a una medida desesperada. De una tienda cercana tomó un cuchillo y mató a su hija, pues no tenía otro modo de impedir su deshonor. Tras este ejemplo de suprema injusticia, la plebe hambrienta ocupó el Aventino y forzó la abdicación de los Diez. Apio, que mereció la pena máxima, fue puesto en prisión; los otros fueron exiliados.

Contiene además un relato de la guerra victoriosa contra los sabinos y los volscos y otro sobre el juicio deshonesto del pueblo romano sobre un trozo de tierra, llevado ante ellos por los pueblos de Ardea y Aricia, y que se quedaron para sí.

Del Libro  4

[445 CV] Tras gran disputa, causada por los tribunos, y a pesar de la oposición de los patricios, se revocó la ley sobre el matrimonio entre patricios y plebeyos.

Los tribunos [laguna] de la plebe. Durante varios años, los asuntos internos y militares del pueblo de Roma fueron administrados por esta clase de magistrados. [443 CV] Y por primera vez, se crearon los censores.

La tierra de los ardeatinos, que se habían apropiado en el juicio popular, se devolvió a sus colonos.

[440 CV] Cuando el pueblo de Roma sufrió hambre, un caballero romano llamado Spurio Maelio pagó para entregar gran cantidad de grano a la plebe, pero cuando se hizo popular entre los pobres y quiso hacerse rey, fue asesinado por Gayo Servilio Ahala, jefe de la caballería, a quien se lo ordenó el dictador Lucio Quinto Cincinato. A Lucio Minucio, que denunció a Maelio, se le concedió una estatua de un toro dorado.

[437 CV] Cuando los enviados romanos fueron muertos por los fidenatinos, se erigieron sus estatuas sobre la plataforma de oradores, pues habían muerto sirviendo al Estado.

[436 CV] Después que el tribuno militar Cornelio Coso hubo matado al rey Tolumnio de Veio, volvió con gran botín.

[434 CV] El dictador Mamerco Emilio limitó la censura, que hasta entonces había durado cinco años, a un año y seis meses; fue multado por los censores.

Fidena fue tomada y se asentaron colonos. Cuando éstos fueron muertos por los rebeldes fidenenses, el dictador Mamerco Emilio los derrotó y Fidena fue capturada.

Se reprimió una conjuración de esclavos.

[414 CV] Por su crueldad, el tribuno militar Postumio fue muerto por sus propias tropas.

[406 CV] Por primera vez, los soldados recibieron un sueldo del tesoro.

También contiene cosas sobre las guerras contra los volscos, los fidentinos y los faliscos.

Del Libro  5

Durante el asedio de Veio, se construyeron campamentos de invierno. Esto fue algo nuevo y los tribunos de la plebe se quejaron de que el pueblo no tendría descanso del servicio militar ni siquiera durante el invierno.

Los hombres de la Caballería comenzaron a servir con sus propios caballos.

[398 CV] Cuando el lago Albano se desbordó, un adivino, capaz de interpretar tal presagio, fue capturado por el enemigo.

[396 CV] El dictador Marco Furio Camilo capturó Veio tras un asedio de diez años, trasladó la estatua de Juno a Roma y envió una décima parte del botín a Apolo, en Delfos. [394 CV] Cuando el mismo hombre, como tribuno militar, sitió a los faliscos, devolvió los hijos de los enemigos, que le habían enviado a traición, a sus padres y su justicia inmediatamente causó la rendición y la victoria sobre los faliscos.

Cuando Cayo Julio, uno de los censores, murió, Marco Cornelio le sucedió. Esto no se había hecho nunca antes, porque durante su periodo de ejercicio Roma fue capturada por los galos.

[391 CV] Cuando Marco Furio Camilo fue acusado por el tribuno Lucio Apuleyo, se le envió al exilio.

[390 CV = 387/386 adC] Cuando los galos senones asediaron Clusium, y el Senado envió legados para negociar la paz entre ellos y los clusianos, los legados lucharon en la batalla de Clusium contra los halos; los denones, insultados por su comportamiento, marcharon sobre Roma con un ejército dispuesto a la batalla, derrotaron a los romanos cerca de Alia, y capturaron la ciudad, excepto el Capitolio, que fue el refugio de los jóvenes; los ancianos, sentados a la entrada de sus casas con las insignias de honor que habían ganado, fueron asesinados. Y cuando los galos escalaron a la cima de la colina enfrente del [templo de Júpiter] Capitolio, su aproximación fue traicionada por los graznidos de las ocas y fueron forzados a bajar, sobre todo por el esfuerzo de Marco Manlio. Obligados por el hambre, los romanos descendieron, para pagar mil libras de oro y comprar el fin del asedio; pero Furio Camilo, que había sido nombrado dictador en absentia, llegó durante las negociaciones de paz con un ejército, expulsó a los galos que habían estado en la ciudad durante seis meses y les masacró.

Por haber sido quemada y saqueada la ciudad, se habló sobre emigrar a Veio, pero el proyecto se abandonó por la intervención de Camilo. Un presagio guió al pueblo cuando escucharon la voz de un centurión que llegó al Foro y dijo a su portaestandarte: "Párate, soldado, éste es el mejor lugar para quedarse".

Se dedicó un santuario a Júpiter Capitolino porque, antes de ser capturada la ciudad, se había oído una voz que alertaba contra los galos.


         Del Libro 6

Contiene cosas sobre la guerra victoriosa contra los volscos, ecuos y prenestinos.

[387 CV] Se añaden cuatro tribus, Stellatina, Tromentina, Sabatina, Arniense.

[384 CV] Cuando Marco Manlio, que había defendido el Capitolo contra los galos, liberó a los que sufrían por sus deudas y pagó sus deudas, fue condenado por el crimen de aspirar a coronarse y despeñado desde la roca. Un decreto del senado determinó que ningún miembro de la familia de los Malios llevase otra vez el nombre de Marco.

[376 CV] Dos tribunos de la plebe, Cayo Licinio y Lucio Sexto, propusieron una ley para que uno de los cónsules fuera un plebeyo (hasta entonces, habían sido elegidos entre los patricios); esta ley, tras muchas discusiones y con la oposición de los patricios, se aprobó tras haber sido los tribunos los únicos magistrados durante cinco años. [366 CV] El primer cónsul plebeyo fue Lucio Sextio.

Se aprobó otra ley por la que no se permitía a nadie poseer más de 500 yuguera de tierra.

Del Libro 7

[366 CV] Se crearon dos nuevas magistraturas, la pretura y la edilidad curul…

El pueblo sufrió una plaga (peste) y el más insigne de los muertos fue Marco Furio Camilo. El mejor remedio y fin de la plaga se halló en nuevas prácticas religiosas; por vez primera se organizó un festival de teatro.

[362 CV] Cuando Lucio Manlio fue citado a juicio por el tribuno de la plebe Marco Pomponio por haber recaudado con serveridad los tributos y haber enviado a su propio hijo, Tito Manlio al campo, aunque no había hecho nada malo; el propio joven, cuya relegación por su padre había sido empleada contra éste, entró en la habitación del tribuno empuñando la espada y le obligó a jurar con sus propias palabras que no seguiría la acusación.

[362 CV] Por este tiempo, muchos objetos preciosos fueron arrojados en una gran sima en la ciudad de Roma. Armado y sentado en su caballo, Curtio saltó dentro y se cerró de nuevo.

[361 CV] El joven Tito Manlio, que apoyó a su padre contra la persecución de los tribunos, luchó contra un galo que había desafiado a cualquier soldado romano a combate singular; habiendo superado a su oponente, Manlio tomó su torque de oro, que llevaría desde entonces y por ello fue llamado Torcuato.

[357 CV] Se añaden dos tribus, Pomptina y Publilia.

Licinio Estolo fue condenado por quebrantar la ley que prohibía poseer más de quinientas yuguera de tierra.

[350 CV] El tribuno militar Marco Valerio mató a un galo, que le había desafiado, mientras un cuervo atacó a su enemigo con el pico y las garras; así pues, Valerio aceptó el sobrenombre de Corvo [el cuervo]. Por su valor, se le hizo cónsul el año siguiente, cuando tenía veintirés.

[348 CV] Se firmó un tratado de amistad con Cartago.

[343 CV] Los campanos, que habían sido combatidos por los samnitas, pidieron ayuda al Senado contra éstos y, al no recibirla, rindieron sus ciudades y país al pueblo romano. Por esto, y para defender lo que era romano, se decidió ir a la guerra contra los samnitas. Cuando el cónsul Aulo Cornelio dirigió su ejército a una posición difícil y lo puso en gran riesgo, fue salvado por el valor del tribuno militar Publio Decio Mure, que ocupó una colina sobre el paso que habían bloqueado los samnitas y permitió al cónsul retirarse a una posición más favorable; y aunque Decio fue rodeado por el enemigo, rompió el cerco.

[342 CV] Cuando los soldados romanos que habían sido dejados de guarnición en Capua conspiraron para hacerse con la ciudad, temiendo el castigo cuando se descubriera su crimen, se rebelaron contra el pueblo romano; fueron calmados por el dictador Marco Valerio Corvo que les devolvió a su país.

También contiene cosas sobre las guerras victoriosas contra los hernicianos, galos, tiburtinos, privertanes, tarquinianos, samnitas y volscos.

Del Libro  8

[340 CV] Los latinos y la Campania se retiran y envían mensajeros al Senado para decir que si los romanos querían la paz, uno de los cónsules había de ser latino. cuando esta embajada expuso su objetivo, su jefe Annio cayó del Capitolio y murió.

El cónsul Tito Manlio [Torcuato] castigó a su hijo, quien combatió contra los latinos sin permiso, y le hizo, aunque combatió con éxito, ejecutar con un hacha. El ejército romano luchó con gran dificultad y Publio Decio, que era cónsul junto a Manlio, se ofreció a los dioses para salvar su ejército; a lomos de su caballo, se lanzó en medio de sus enemigos, fue muerto y su muerte dió la victoria a los romanos. Los latinos se rindieron. Ningún hombre joven vino a saludar a Tito Manlio cuando volvió a la ciudad.

[337 CV] La virgen Vestal Minucia fue condenada por un delito contra la castidad.

[328 CV] Cuando los ausonios fueron derrotados y su capital Calvi capturada, se fundan colonias en ella y en Fregellas.

[331 CV] Varias mujeres casadas fueron condenadas por envenenamiento, y muchas perecieron inmediatamente al beber su propio veneno. Por vez primera, se aprobó una ley sobre el envenenamiento.

[328 CV] Los privernates, que se habían rebelado, recibieron la ciudadanía. [326 CV] Se aceptó la rendición de los napolitanos, que habían sido derrotados en la guerra y tras un asedio. Quinto Publilio, que les había asediado, fue el primero en ver sus poderes prolongados y recibió un triunfo como procónsul.

Los pobres fueron liberados de la esclavitud por deudas por la pasión libidinosa de un acreedor llamado Lucio Papitio, quien requirió un acto deshonorable de su deudor Cayo Publilio.

[325 CV] Cuando el dictador Lucio Papirio Cursor dejó el ejército para regresar a la ciudad para renovar los auspicios, su jefe de caballería, Quinto Fabio, viendo una oportunidad favorable, luchó con éxito, aunque sin permiso, contra los samnitas. Por esto, el dictador quiso ejecutar al jefe de la caballería, pero Fabio escapó a Roma y recibió el perdón tras que el pueblo hubiera rogado por él.

También cuenta cosas sobre la guerra victoriosa contra los samnitas.

Del Libro 9

[321 CV] Cuando los cónsules Tito Veturio y Espurio Postumio hubieron maniobrado con su ejército hasta una posición difícil en las Horcas Caudinas, y ya no hubo esperanza de huida, concluyeron un tratado con los samnitas y entregaron a seiscientos caballeros romanos como rehenes para que pudieran guiar al ejército fuera del cerco, aunque se les hizo pasar bajo el yugo. Por iniciativa del cónsul Espurio Postumio, los cónsules fueron, junto con dos tribunos de la plebe y varios otros que habían garantizado el tratado, entregados a los samnitas, pues eran responsables del más desgraciado tratado y de esta manera el Senado no quedaría obligado a ratificarlo. Los samnitas rechazaron aceptarlos. [320 CV] No mucho después, fueron derrotados por Papirio Cursor y pasados bajo el yugo, y los seiscientos caballeros que sirvieron de rehenes fueron recuperados; así, la verguenza de la primera desgracia fue borrada.

[318 CV] Se añadieron 2 tribus, Oufentina y Falerna. [313 CV] Se fundaron colonias en Suessa y Pontia.

[312 CV] El censor Apio Claudio construyó un acueducto y una carretera llamada Via Apia; Aceptó a los hijos de los libertos como senadores. Por esto, el orden senatorial pareció haber sido contaminado por gente indigna, y los cónsules del año siguiente citaron al senado como si hubiera estado bajo los censores siguientes.

Contiene cosas sobre las guerras victoriosas contra los apulianos, etruscos, umbros, pelignos, ecuos y samnitas, con los que se renovó el tratado.

[304 CV] El escriba Gneo Flavio, nacido hijo de un liberto, fue nombrado edil curul por la facción forense, que indujo a confusión en las elecciones en el Campo de Marte y las controló con su enorme fuerza. Por todo esto, el censor Quinto Fabio dividió la ciudad en cuatro tribus, que fueron llamadas urbanas. Por esto, fue llamado Fabio Máximo [el grande].

Este libro también menciona a Alejandro Magno, quien vivió por esos tiempos [336 adC-323 adC], y una estimación del poder del pueblo romano en esos momentos; concluyéndose que si Alejandro hubiera cruzado a Italia, no habría podido superar al pueblo romano de la misma manera en que lo hizo con los pueblos del Este.

Del Libro 10

[303 CV] Son fundadas las colonias de Sora, Alba y Casioli. [302 CV] Se aceptó la rendición de Marsi.

[300 adC] Se amplía el colegio de augures, y serían nueve en adelante, cuando antes habían sido cuatro.

Murena, cónsul por tercera vez, proclama la ley de invocación al pueblo. [299 adC] Son añadidas dos tribus, Aniense y Terentina.

[298 adC] Se declara la guerra a los samnitas y se les derrota con frecuencia.

[295 adC] Con Publio Decio y Quinto Fabio como jefes, el ejército romano luchó contra los etruscos, umbros y galos; estuvo en gran peligro, pero Publio Decio, siguiendo el ejemplo de su padre, se sacrificó a los dioses, buscando salvar su ejército, y le dió la victoria al pueblo romano.

[293 adC] Papirio Cursor cayó sobre un ejército samnita, y lo derrotó, aunque habían jurado luchar hasta sus últimas fuerzas.

Se hizo un censo, en la celebración del lustro. Fueron censados 232 320 ciudadanos.

viernes, 30 de junio de 2023

MARGUERITE DURAS EL AMANTE Traducción de Ana M.a Moix FRAGMENTO





 Marguerite Duras, hija de franceses, nace en Indochina en 1914. Su padre, profesor, muere cuando ella tiene cuatro años, y la familia vive en la estre­chez. En 1932. se traslada a París donde estudia De­recho, Matemáticas y Ciencias Políticas. En 1943 publica la primera de sus veinte novelas. A partir de entonces, no abandona ya ninguna de las vías de expresión en las que hace incursión: la escritura, el cine, el teatro. De su inagotable producción narrativa, siempre especulativa, destacamos, por ejemplo, Moderato cantabile. El vicecónsul. El arrebato de Lol V. Stein, Los ojos azules pelo negro, Emily L., Los caballitos de Tarquinia, El amor, Destruir, dice y El amante de la China del Norte (Andanzas 19. 26, 43, 45, 67, 95, 118, 147 y 153). Tras una profunda crisis psíquica marcada por el alcoholismo, tres obras maestras, en las que afina defi­nitivamente su escritura, nacida toda ella del deseo: El hombre sentado en el pasillo, El mal de la muerte (La sonrisa vertical 34 y 40) y El amante, su novela más conocida sobre la que el célebre cineasta francés Jean-Jacques Annaud se basó para realizar la película que lleva el mismo título.

 

 



El amante

 

 



Marguerite Duras,

 adolescente, en el período que ella reconstruye en este libro.

 

 

Marguerite Duras se convierte de la noche a la mañana, con El amante, en una autora solicitada por todos los públicos. Y, además, recibe poco después, en noviembre de 1984. el prestigioso Premio Goncourt. A todos emociona sin duda esta narración autobiográfica en la que la autora expresa, con la intensidad del deseo, esa historia de amor entre una adolescente de quince años y un rico comer­ciante chino de veintiséis. Esa jovencita bellísima, pero pobre, que vive en Indochina, no es otra que la propia escritora quien, hoy, recuerda las relaciones apasionadas, de intensos amor y odio, que desgarra­ron a su familia y, de pronto, grabaron prematura­mente en su rostro los implacables surcos de la ma­durez. Pocas personas —y en particular mujeres— permanecerán inmunes a la contagiosa pasión que emana de este libro.




MARGUERITE DURAS

EL AMANTE

Traducción de Ana M.a Moix

 

 TUSQUETS

EDITORES

Título original: L'amant

 

 

 

 

 

 

1.a edición: diciembre 1984

15.a edición: marzo 1992

16.a edición: abril 1992

17.a edición: mayo 1992

 

 

 

 

©   1984 by Les Editions de Minuit

 

 

 

 

Traducción de Ana M.a Moix

Diseño de la colección: Guillemot-Navares

 

Reservados todos los derechos de esta edición para

Tusquets Editores, S.A.  Iradier, 24, bajos - 08017 Barcelona

ISBN: 84-7223-215-8

Depósito legal: B. 16.858-1992

Impreso sobre papel Offset-F Crudo de Leizarán, S.A. - Guipúzcoa

Libergraf, S.A. - Constitución, 19-08014 Barcelona

Impreso en España

 

Para Bruno Nuytten

Un día, ya entrada en años, en el vestí­bulo de un edificio público, un hombre se me acercó. Se dio a conocer y me dijo: "La conozco desde siempre. Todo el mundo dice que de joven era usted hermosa, me he acercado para decirle que en mi opinión la considero más hermosa ahora que en su ju­ventud, su rostro de muchacha me gustaba mucho menos que el de ahora, devastado".

 

 

 

Pienso con frecuencia en esta imagen que sólo yo sigo viendo y de la que nunca he hablado. Siempre está ahí en el mismo silencio, deslumbrante. Es la que más me gusta de mí misma, aquélla en la que me reconozco, en la que me fascino.

 

 

 

Muy pronto en mi vida fue demasiado tarde. A los dieciocho años ya era demasiado tarde. Entre los dieciocho y los veinti­cinco años mi rostro emprendió un cami­no imprevisto. A los dieciocho años enve­jecí. No sé si a todo el mundo le ocurre lo mismo, nunca lo he preguntado. Creo que me han hablado de ese empujón del tiem­po que a veces nos alcanza al transponer los años más jóvenes, más gloriosos de la vida. Ese envejecimiento fue brutal. Vi cómo se apoderaba de mis rasgos uno a uno, cómo cambiaba la relación que exis­tía entre ellos, cómo agrandaba los ojos, cómo hacía la mirada más triste, la boca más definitiva, cómo grababa la frente con grietas profundas. En lugar de horrorizar­me seguí la evolución de ese envejeci­miento con el interés que me hubiera to­mado, por ejemplo, por el desarrollo de una lectura. Sabía, también, que no me equivocaba, que un día aminoraría y em­prendería su curso normal. Quienes me conocieron a los diecisiete años, en la épo­ca de mi viaje a Francia, quedaron impre­sionados al volver a verme, dos años des­pués, a los diecinueve. He conservado aquel nuevo rostro. Ha sido mi rostro. Ha envejecido más, por supuesto, pero relati­vamente menos de lo que hubiera debido. Tengo un rostro lacerado por arrugas se­cas, la piel resquebrajada. No se ha deshe­cho como algunos rostros de rasgos finos, ha conservado los mismos contornos, pero la materia está destruida. Tengo un rostro destruido.

Diré más, tengo quince años y medio.

El paso de un transbordador por el Me-kong.

La imagen persiste durante toda la tra­vesía del río.

Tengo quince años y medio, en ese país las estaciones no existen, vivimos en una estación única, cálida, monótona, nos ha­llamos en la larga zona cálida de la tierra, no hay primavera, no hay renovación.

 

 

 Estoy en un pensionado estatal, en Saigón. Duermo y como ahí, en ese pensiona­do, pero voy a clase fuera, a la escuela francesa. Mi madre, maestra, desea ense­ñanza secundaria para su niña. Para ti ne­cesitaremos la enseñanza secundaria. Lo que era suficiente para ella ya no lo es para la pequeña. Enseñanza secundaria y después unas buenas oposiciones de mate­máticas. Desde mis primeros años escola­res siempre oí esa cantinela. Nunca imagi­né que pudiera escapar de las oposiciones de matemáticas, me contentaba relegán­dolas a la espera. Siempre vi a mi madre planear cada día el futuro de sus hijos y el suyo. Un día ya no fue capaz de planear grandezas para sus hijos y planeó miserias, futuros de mendrugos de pan, pero lo hizo de manera que también tales planes si­guieron cumpliendo su función, llenaban el tiempo que tenía por delante. Recuerdo las clases de contabilidad de mi hermano menor. De la escuela Universal, cada año, en todos los niveles. Hay que ponerse al corriente, decía mi madre. Duraba tres días, nunca cuatro, nunca. Nunca. Cuando cambiábamos de destino abandonábamos la escuela Universal. Volvíamos a empezar en el nuevo. Mi madre aguantó diez años. Todo era inútil. El hermano menor se con­virtió en un simple contable en Saigón. Al hecho de que la escuela Violet no existiera en la colonia debemos la marcha de mi hermano mayor a Francia. Durante algu­nos años permaneció en Francia para estu­diar en la escuela Violet. No terminó. Mi madre no debió hacerse ilusiones. Pero no podía elegir, era necesario separar a aquel hijo de los otros dos hermanos. Durante algunos años no formó parte de la familia. En su ausencia, la madre compró la conce­sión. Terrible aventura, pero para noso­tros, los niños que nos quedamos, menos terrible de lo que hubiera sido la presencia del asesino de los niños de la noche, de la noche del cazador.

 

 

 

Con frecuencia me han dicho que la causa era el sol demasiado intenso durante toda la infancia.  Pero  no  lo he  creído. También me han dicho que era el ensimis­mamiento en el que la miseria sume a los niños. Pero no, no es eso. Los niños-viejos del hambre endémica, sí, pero nosotros, no, no teníamos hambre, nosotros éramos niños blancos, nosotros teníamos vergüenza, nosotros vendíamos nuestros muebles, pero no teníamos hambre, nosotros tenía­mos un criado y comíamos, a veces, es cierto,   porquerías,   zancudas,   caimanes, pero  tales porquerías  estaban  cocinadas por un criado y servidas por él y a veces incluso no las queríamos, nos permitíamos el lujo de no querer comer. No, algo suce­dió cuando tenía dieciocho años que moti­vó que ese rostro fuera como es. Debió de suceder por la noche. Tenía miedo de mí, tenía miedo de Dios. Cuando amanecía, tenía menos miedo y menos grave parecía la muerte. Pero el miedo no me abandona­ba. Quería matar, a mi hermano mayor, quería matarle, llegar a vencerle una vez, una sola vez y verle morir. Para quitar de delante de mi madre el objeto de su amor, ese hijo, castigarla por quererle tanto, tan mal, y sobre todo para salvar a mi herma­no pequeño, mi niño, de la vida llena de vida de ese hermano mayor plantada enci­ma de la suya, de ese velo negro ocultando el día, de la ley por él representada, por él dictada, un ser humano, y que era una ley animal, y que a cada instante de cada día de la vida de ese hermano menor sembra­ba el miedo en esa vida, miedo que una vez alcanzó su corazón y lo mató.

 He escrito mucho acerca de los miem­bros de mi familia, pero mientras lo hacía aún vivían, la madre y los hermanos, y he escrito sobre ellos, sobre esas cosas sin ir hasta ellas.

 

 La historia de mi vida no existe. Eso no existe. Nunca hay centro. Ni camino, ni lí­nea. Hay vastos pasajes donde se insinúa que alguien hubo, no es cierto, no hubo nadie. Ya he escrito, más o menos, la his­toria de una reducida parte de mi juven­tud, en fin, quiero decir que la he dejado entrever, me refiero precisamente a ésta, la de la travesía del río. Con anterioridad, he hablado de los períodos claros, de los que estaban clarificados. Aquí hablo de los períodos ocultos de esa misma juventud, de ciertos ocultamientos a los que he sometido ciertos hechos, ciertos sentimien­tos, ciertos sucesos. Empecé a escribir en un medio que predisponía exageradamen­te al pudor. Escribir para ellos aún era un acto moral. Escribir, ahora, se diría que la mayor parte de las veces ya no es nada. A veces sé eso: que desde el momento en que no es, confundiendo las cosas, ir en pos de la vanidad y el viento, escribir no es nada. Que desde el momento en que no es, cada vez, confundiendo las cosas en una sola incalificable por esencia, escribir no es más que publicidad. Pero por lo general no opino, sé que todos los campos están abiertos, que no surgirá ningún obs­táculo, que lo escrito ya no sabrá dónde meterse para esconderse, hacerse, leerse, que su inconveniencia fundamental ya no será respetada, pero no lo pienso de ante­mano.

 

 Ahora comprendo que muy joven, a los dieciocho, a los quince años, tenía ese ros­tro premonitorio del que se me puso lue­go con el alcohol, a la mitad de mi vida. El alcohol suplió  la función  que  no  tuvo Dios, también tuvo la de matarme, la de matar. Ese rostro del alcohol llegó antes que el alcohol. El alcohol lo confirmó. Esa posibilidad estaba en mí, sabía que existía, como las demás, pero, curiosamente, antes de tiempo. Al igual que estaba en mí la del deseo. A los quince años tenía el rostro del placer y no conocía el placer. Ese rostro parecía muy poderoso. Incluso mi madre debía notarlo. Mis hermanos lo notaban. Para mí todo empezó así, por ese rostro evidente, extenuado, esas ojeras que se an­ticipaban al tiempo, a los hechos.

 

 Quince años y medio. La travesía del río. Al llegar a Saigón, viajo, sobre todo cuando cojo el autocar. Y esa mañana cogí el autocar en Sadec donde mi madre dirige la escuela femenina. Es el final de las vaca­ciones escolares, ya no sé cuáles. Fui a pa­sarlas a la casita de funcionaría de mi madre. Y ese día regreso a Saigón, al pensio­nado. El autocar de los indígenas salió de la plaza del mercado de Sadec. Como de costumbre mi madre me acompañó y me confió al conductor, siempre me confía a los conductores de los autocares de Sai­gón, por si acaso hay un accidente, un in­cendio,  una violación,  un  asalto  pirata, una avería mortal del transbordador. Como de costumbre el conductor me colocó cer­ca de él, delante, en el lugar reservado a los viajeros blancos.

 

 Debió de ser en el transcurso de ese viaje cuando la imagen se destacó y alcan­zó su punto álgido. Pudo haber existido, pudo haberse hecho una fotografía, como otra, en otra parte, en otras circunstancias. Pero no existe. El objeto era demasiado insignificante para provocarla. ¿Quién hu­biera podido pensar en eso? Sólo hubiera podido hacerse si se hubiera podido pre­sentir la importancia de ese suceso en mi vida, esa travesía del río. Pues, mientras tenía lugar, aún se ignoraba incluso su existencia. Sólo Dios la conocía. Por eso, esa imagen, y no podría ser de otro modo, no existe. Ha sido omitida. Ha sido olvida­da. No ha destacado, no ha alcanzado su punto álgido. A esa falta de haber sido to­mada debe su virtud, la de representar un absoluto, de ser precisamente el artífice.

miércoles, 28 de junio de 2023

BA I L E D E M Á S C A R A S M I J A I L L E R M O N T O V INTRODUCCIÓN




 BA I L E D E M Á S C A R A S

M I J A I L L E R M O N T O V

Ediciones elaleph.com

Editado por

elaleph.com

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Todos los Derechos Reservados

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MIGUEL YUREVÍCH LERMONTOV

(1814-1841)

Años fecundos e inmortales debió vivir Rusia

cuando simultáneamente escribían geniales poetas como

Gogol, Pushkin, Lermontov, críticos como Belinski y

apuntaba el genial adolescente Fedor Dostoievski.

La gratitud, sentimiento poco común entre los

hombres, fue una de las cualidades preciosas de Miguel

Lermontov. Los que vemos con qué facilidad los

escritores saquean o desmedran a sus colegas sin tener la

gratitud de dar a conocer las fuentes inspiradoras, nos

admiramos de la valiente gratitud de Lermontov,

discípulo y continuador de Pushkin, que supo casi

jugarse la vida por defender su bandera civil y poética.

Talento fecundo y precoz, Lermontov no podía

adquirir un volumen independiente mientras Pushkin

como un astro absorbía la fama y el odio de sus

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contemporáneos. Cuando el autor de Boris Godunov

cae herido en el trágico duelo-asesinato, Lermontov sale

a defender la gloria del poeta y acusar a los asesinos.

En copias manuscritas reparte una elegía que fue

publicada en Rusia mucho más tarde, pero que se

transmite en seguida de mano en mano. Llega hasta el

conde Benkendorf, virtual jefe de policía del zar, que la

califica de «incitación a la revuelta».

En una de sus estrofas dice:

Vosotros, orgullosos descendientes

De antepasados conocidos por su cobardía.

Vosotros, cuyo servil talón ha hollado los restos

de familias maltratadas por el capricho de la fortuna.

¡Vosotros, que en ávida turba rodeáis al trono,

Verdugos de la Libertad, del genio y de la gloria,

Amparados a la sombra de la ley!

Vuestra turbia sangre no alcanzará siquiera

A lavar la justa sangre del poeta.

Con estos versos retadores que le cuestan el

confinamiento y que decidieron tal vez su trágico

destino, entra el poeta en el corazón de Rusia como el

heredero inmediato de Alejandro Pushkin.

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ELEMENTOS DE SU BIOGRAFÍA

De brevedad inverosímil, los veintisiete años de su

vida comienzan de esta manera.

Su madre: María Mijailovna Arséniev, perteneciente

a una opulenta familia aristocrática, se casa con el militar

retirado de escasos bienes Yuri Petrovich Lermontov, a

pesar de la oposición de su madre. Al poco tiempo nace

en la ciudad de Moscú, el 2 de octubre de 1814, Mijail

Yurevich Lermontov. El niño pierde la madre a los tres

años de edad y como el padre no gozara de la buena

voluntad de la abuela, que ama apasionadamente al

nieto, queda éste bajo su influencia y educación.

Desde niño crece en la residencia de su abuela, cerca

de la aldea de Tarjan. Asiste a los continuos roces

enemistosos entre su padre y su abuela, que dividen su

cariño y atormentan su niñez, reflejada más tarde en su

obra literaria.

Preparado por preceptores ingleses y franceses, que

le dieron múltiple instrucción, ingresa en el año 1828 a

los estudios regulares. Pero sus conocimientos son

superiores a los de sus profesores, y después de dos

años de choques continuos, en que manifiesta su

temprana y brillante erudición, abandona los estudios.

Intenta trasladarse a la Universidad de San Petersburgo,

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pero no obtiene éxito y decide elegir la carrera militar,

ingresando en 1832 a la escuela de los Caballeros de la

Guardia. Igual que Pushkin, comienza a escribir versos

desde muy temprano. Pronto es autor de El prisionero del

Cáucaso, Los Corsarios y otras obras que reflejan la vida y

las pasiones de los hombres del Cáucaso, ambiente que

conoció durante su infancia. Ya desde sus primeros

estudios el poeta adolescente demostró tener un gran

sentido moral de la vida, de la sinceridad de los

hombres, y reaccionó siempre con gran sensibilidad ante

la hipocresía y la bajeza de sus compañeros.

Los choques con sus maestros afinaron y

fortalecieron la conciencia de su talento. Muy temprano

escribe poemas, dramas, encendidas protestas en contra

de la esclavitud, llamados a la acción, motivos sobre el

dolor castrador de la soledad, temas que ocupan el

primer período de su creación y preocupan su corazón y

su mente.

El talento del lírico inglés, romántico y rebelde, que

entusiasma a todos los poetas de su tiempo, encuentra

en Lermontov, como encontró en Pushkin, a uno de sus

más fieles admiradores. El credo revolucionario de

Byron atrae a la juventud liberal revolucionaria de su

época; pero Lermontov, tanto como Pushkin, dueños

de una personalidad muy propia, no aparecen en las

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letras como simples imitadores del romántico inglés.

Conociendo la diferencia que lo separaba de Byron,

Miguel Yurevich afirma en un poema, al que pertenecen

estas estrofas:

No, yo no soy Byron, yo soy otro

Elegido también por fuerzas desconocidas,

Y, como él un vagabundo perseguido por el mundo,

Pero con el alma rusa...

El joven corneta del regimiento de Húsares de la

Guardia adquiere fama como poeta recién en el año

1837, con sus poemas acusadores de la sociedad en que

vivía, y penetrados de desprecio por la ruindad que lo

circunda. Su poema dedicado a Pushkin, La muerte del

poeta, terminó por inquietar a la corte del zar y

decidieron que su sospechoso autor debía ser confinado

a un regimiento de castigo del Cáucaso.

Allí se pone en contacto con los revolucionarios

liberales confinados después del fracaso de la revolución

decembrista de 1825 y traba amistad con A. Odoievski.

Ese año de permanencia en el Cáucaso es fecundo y

tiene una importancia decisiva en su obra. Las

vinculaciones de su abuela con figuras de la Corte le

permiten, después de varios pedidos, volver a San

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Petersburgo, en cuya sociedad vuelve a hallarse a

disgusto, pues cada vez es mayor el odio que le inspiran

los círculos del zar.

Anatematiza en sus poemas a esa multitud

interesada que rodea al trono, deseando con cada verso

romper la alegría frívola que lo rodea y arrojarle a los

ojos, valientemente, "poemas de hierro» templados de

amarguras y de odio.

En los años treinta y nueve y cuarenta escribe su

célebre trilogía novelada, El héroe de nuestro tiempo.

En 1840, tres años después que Pushkin fuera

retado a duelo por un contrarrevolucionario francés

refugiado en Rusia, Lermontov es retado también a

duelo por el hijo del embajador francés, acusado de

divulgar calumnias sobre su persona. Durante el duelo,

Lermontov tira al aire y su contrincante no pega en el

blanco. Aunque el entredicho pareció concluir

felizmente, las consecuencias fueron harto penosas para

el poeta. Después de analizar el duelo, un tribunal

militar decide condenar a Lermontov a un regimiento de

castigo. La intervención de su abuela nuevamente hace

que el confinamiento no sea tan riguroso, pero, con

todo, es trasladado a un regimiento del Cáucaso.

Allí vuelve a encontrarse con los revolucionarios de

su tiempo y conoce personalmente al que sería entonces

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el primer crítico de Rusia. El encuentro de Belinski con

el poeta fue inolvidable para ambos. En una carta que

escribió después de esta visita, Belinski dice:

«Hace poco estuve en la reclusión de Lermontov y

por primera vez hablamos de corazón a corazón. ¡Qué

profundo y poderoso espíritu tiene! ¡Con qué justeza

trata los problemas vinculados al arte y qué gusto puro y

profundo tiene... !»

Durante su permanencia en el Cáucaso, Lermontov

se ve obligado a participar en los choques de las tropas

zaristas en contra de los pueblos montañeses oprimidos.

Pero su conducta es rebelde y le gana el odio del zar

Nicolás I, que trata de deshacerse del poeta, ordenando

que lo ubiquen en la primera línea del frente. Rodeado

de intrigas y de persecusiones que van cercando su vida,

termina por ser ofendido y burlado por uno de sus

compañeros que lo reta a duelo y lo mata el 15 de julio

de 1841.

OBRA DEL POETA

La Revolución Francesa, saludada jubilosamente por

su pluma en varios poemas, como también el

movimiento revolucionario de julio de 1830, no

alcanzan a reponerlo de la desesperación motivada por

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la derrota de los decembristas de 1825. La generación de

los liberales revolucionarios no ve la posibilidad de una

nueva ofensiva en contra de la Rusia de la servidumbre

feudal. Un clima de depresión y de calumnia asfixiante

lo rodea y le inspira aquellos versos inolvidables:

Adiós, Rusia,

País de esclavos, país de señores.

Y adiós a ustedes, uniformes celestes,

Y a vosotros, pueblo obediente.

Tal vez, tras la cordillera del Cáucaso

Me libraré de vuestros pajes,

De vuestros ojos vigilantes

Y de vuestras orejas siempre alertas.

Su odio no puede transformarse en acción y por ello

sufre. Vive en años cuando la reacción impone otros

caminos de lucha

y la historia exige un largo período preliminar para

crear las fuerzas de una nueva etapa de lucha.

Lermontov comprende con claridad su situación trágica

y exclama:

Y como el delincuente ante la condena,

Miro el futuro con temor,

B A I L E D E M Á S C A R A S

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Miro el pasado con angustia,

Busco a mi alrededor un alma hermana.

Destinado históricamente a actuar en un período

que no le permitía la solución de los conflictos sociales,

penetrado de esa imposibilidad, a menudo se

preguntaba si el futuro comprendería el horror de la

existencia de su generación que en los momentos de

mayor júbilo no podía olvidar la angustia de su tiempo.

Su generación es, como decía Lunatcharski, «el eco

sincero y profundo de la insurrección de los

decembristas».

La obra múltiple de Lermontov ha dejado para la

literatura rusa poemas, dramas y novelas, de las cuales

El héroe de nuestro tiempo es tal vez su obra fundamental.

La novela consta de tres partes y su personaje principal

es Pechorin.

Escrita casi al mismo tiempo que la novela en verso

de Pushkin Eugenio Onéguin, su personaje central tiene

ciertas características comunes que lo unen sin que el

personaje de Lermontov sea de ninguna manera la

imitación del héroe pushkiniano. Pechorin es el joven

representante de la sociedad dirigente, con las

características y enfermedades sociales y psicológicas de

su tiempo. Simboliza la culta juventud de la nobleza con

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todas sus contradicciones. Lermontov presenta al

personaje con este retrato: “tenía una pequeña mano

aristocrática, una alta y noble frente despejada, cabello

claro y cejas y bigotes oscuros". Además describe su

vestuario, presentando su resplandeciente y blanca ropa,

su elegante chaqueta de terciopelo. Cuando describe su

psicología lo hace con brevedad, señalando que sus ojos

«sonreían burlonamente, mientras él no sonreía, pues su

mirada penetrante y pesada parecía atrevida si no fuera

por su aspecto general tan indiferente». Su figura es de

complexión recia y de cintura fina, capaz de sufrir los

cambios de clima y una vida de trajín. Por otra parte,

sufría del sistema nervioso y según expresión del propio

Lermontov tiene similitud con algunos personajes de

Balzac. Su fortaleza le permite permanecer largas horas

de caza, le sobra coraje para enfrentar un jabalí, y al

mismo tiempo es de los que se resfrían a la menor

corriente de aire o palidecen cuando golpean las puertas

y ventanas.

Lermontov pone en boca de su personaje estas

palabras: «En mí viven dos personas al mismo tiempo.

Una actúa y otra la juzga... » «Toda mi vida -reconoce el

propio Pechorin- fue un eslabonamiento de

contradicciones lamentables entre el corazón y la

razón».

B A I L E D E M Á S C A R A S

13

La dualidad de la enfermedad espiritual que aqueja al

personaje se manifiesta en su actitud frente a la vida.

Pechorin es un desencantado con apariencias de

indiferente. El pesimismo de Pechorin tiene un sentido

profundamente escéptico. Pechorin dice de sí mismo

que su alma «está arruinada por la sociedad»; «la

imaginación siempre inquieta, el corazón insatisfecho;

todo es poco, me acostumbré a la tristeza con la misma

facilidad que al goce y mi vida se torna cada vez más

vacía». Y más adelante agrega: «mi juventud descolorida

transcurrió en lucha con la sociedad y los mejores

sentimientos debí guardarlos en la profundidad de mi

corazón temiendo la burla. Y allí ocultos murieron... Al

conocer bien la sociedad y sus resortes me hice hábil en

el manejo de esta ciencia de la vida... Y entonces en mi

pecho nació la desesperación fría, impotente, cubierta

de amabilidades y sonrisas bondadosas. Yo me he

vuelto moralmente un inválido; la mitad de mi alma dejó

de existir secándose, evaporándose, y muerta yo la

arranqué para arrojarla y me quedé con la otra parte

dispuesta a vivir al servicio de cada uno, y nadie sabía

siquiera de su existencia». Este estudio psicológico es

acusador. Es la sociedad cruel de la tercera década del

siglo XIX que en Rusia deformaba y mutilaba las

mejores energías de la intelectualidad joven. El camino

M I J A I L L E R M O N T O V

14

penoso de los Pechorin fue abriendo la ruta para las

nuevas fuerzas que más tarde actuarían en Rusia. De

aquí que, en efecto, la imagen de Pechorin fuera la

imagen del héroe de la sociedad dominante de su país.

La composición de esta novela, las imágenes y el

idioma son brillantes, teniendo en cuenta especialmente

que, hasta Lermontov, Pushkin apenas había abordado

el relato o la novela corta y casi no existían traducciones

al ruso de las primeras novelas francesas. Gogol

consideraba que nadie «había escrito en Rusia con una

prosa tan perfecta y perfumada como Lermontov».

Sus obras de teatro El baile de máscaras, Los españoles,

El hombre raro, Los dos hermanos, lo han consagrado en la

literatura rusa como dramaturgo de primera agua. El

camino abierto en el teatro mundial por el insuperado

genio dramático de Shakespeare encontró en el espíritu

de Pushkin y Lermontov a sus continuadores más

respetuosos.

El baile de máscaras, que por su título podría creerse

que sólo encierra la conocida intriga de carnaval, es en

realidad el mero marco para desarrollar una tragedia

profunda de sentimientos universales. Además de

reflejar con maestría diferentes tipos de la sociedad,

Lermontov aborda un carácter humano aun no reflejado

B A I L E D E M Á S C A R A S

15

en literatura. Arbenin, el personaje central, encarna la

tragedia de los celos.

Podría decirse que después de Otelo, el escritor ruso

no podía aportar ninguna novedad psicológica a las

características del celoso marido de Desdémona. Sin

embargo, la diferencia entre Otelo y Arbenin es enorme

como la que hay entre el general moro y un hombre de

la alta sociedad rusa. Si bien es cierto, en ambos existe el

mismo prejuicio sobre la dependencia emocional

absoluta de la esposa al marido y el sentimiento de los

celos es universal, las condiciones históricas, la situación

y sobre todo las características raciales y nacionales

imprimen rasgos propios a la tragedia de Lermontov. A

diferencia del general moro, primitivo, inculto y

colérico, Arbenin es escéptico, culto, fino y frío.

Hombre acostumbrado a vencer los corazones

femeninos, de postura wildeana como la mayoría de los

personajes de Lermontov, Arbenin ama, sufre, cela y

mata a su manera.

Su calculada aparente frialdad y autodominio

desafiante, esconden un subsuelo volcánico que se

manifiesta de otra manera. La elegancia y el

individualismo, sumados a un egoísmo implacable,

hacen que la figura de Arbenin sea una creación. El

diálogo antes de la muerte de Nina, que perece

M I J A I L L E R M O N T O V

16

envenenada por su celoso marido, es de un dramatismo

que pasma la sangre. La indeclinable decisión del

asesino es fría e inalterable, a pesar de las palabras de

inocencia de la víctima. La locura, castigo final que da el

autor al personaje por su crimen, continúan esa

atmósfera de misterio que tiene la enigmática psicología

rusa, sobria, trágica y convulsiva hasta el extremo.

Es realmente asombroso que el autor haya podido

escribir este drama a los veinticuatro años de edad,

creando personajes cuya comprensión requiere la

sabiduría de los grandes dolores.

Otros sentimientos universales aparecen tratados en

la obra dramática de Lermontov. Y si bien es cierto que

su obra El demonio no pertenece exactamente a este

género, es un poema dramático de profundo contenido

filosófico, de gran vuelo, al que tal vez no fue ajena la

lectura en alemán del Fausto de Goethe.

Imágenes gigantescas se debaten en la acción

buscando el bien y la belleza.

El demonio vivía para sí mismo, aburriéndose de sí

mismo, y su egoísmo le pesaba fatalmente. La vida sin

objeto, la falta de ideal, la penosa soledad, le hacen

exclamar:

B A I L E D E M Á S C A R A S

17

Qué amargura angustiosa

Vivir todo este siglo,

Sólo para gozar o sufrir...

Vivir para uno mismo,

Aburrirse de sí mismo

Y en esta eterna lucha

No encontrar la victoria.

Compadecer siempre y no desear.

Ver, sentir y saberlo todo,

Tratar de odiar todo lo que existe

Y despreciar todo en el mundo.

Este pesimismo satura toda la obra de Lermontov,

pero no es un pesimismo descorazonador, es un

pesimismo acusador. Sus personajes están condenados a

la inacción por las condiciones históricas en que viven y

sufren de ello. También revelan las causas que

disminuyen su energía y crean esa postura psicológica

que ha denominado muy bien Máximo Gorki: .

«El pesimismo de Lermontov es un sentimiento

real: en ese pesimismo vibra claramente el desprecio a la

sociedad que lo origina y lo condena; manifiesta una sed

de lucha como también de angustia y la desesperación,

al tener conciencia de la soledad y la impotencia. Su

M I J A I L L E R M O N T O V

18

pesimismo está dirigido íntegramente en contra de la

sociedad dominante.»

En los poemas líricos de sus primeros años,

Lermontov afirmaba:

Yo debo actuar todos los días.

Yo debo hacer que cada día sea inmortal;

Como la sombra de un gran héroe, no puedo

comprender

Qué significa descansar

Con este espíritu, esta energía y voluntad de acción,

al poeta le toca vivir la dramática derrota de los

decembristas y la condena personal del confinamiento

riguroso. Todo esto explica la amargura de sus

personajes, «condenados a la soledad en un país de

esclavos y señores».

En su desafío a la Rusia de Nicolás I, Mijail

Yurevich usa el tono lírico-social que le confiere el

derecho de ser uno de los precursores del lirismo

combativo en la poesía rusa. En uno de sus poemas dice

que su generación «envejecerá por falta de acción»; «ante

el peligro, los jóvenes vergonzosamente mezquinos, y

ante el poder, simples esclavos despreciables».

B A I L E D E M Á S C A R A S

19

La nobleza quedó reflejada en sus estrofas con sus

pequeñas pasiones e intenciones míseras, «clase que no

dejará al futuro ni ideas fecundas ni el genio de trabajos

comenzados».

Este poeta ruso quería salir del círculo que lo

rodeaba. Lermontov comprendió el papel humano, civil

y no sólo literario del poeta. El lirismo de sus poemas El

profeta, El poeta y otros, lo demuestra. Al romper con esa

sociedad caduca, al despreciarla, marcha por el

verdadero camino y, como Pushkin, encuentra en el

pueblo, en los revolucionarios liberales de vanguardia, a

sus verdaderos amigos. En la descripción de ciertos

personajes de Mziri, La canción sobre el zar Iván Vasilievitch

y otros de su novela El héroe de nuestro tiempo, aparecen

hombres del pueblo, montañeses o caucasianos, dotados

de la psicología opuesta a la de los héroes de la sociedad

dominante. Sanos, viriles, audaces, tal vez más

primitivos pero llenos de vitalidad optimista e imbuidos

de un amor pagano. Ya no son figuras cansadas y

anémicas. Son hombres temperamentales, apasionados y

resueltos, sensuales y pintorescos como la maravillosa

tierra del Cáucaso, grandiosa y virgen, leal y voluptuosa.

Cuando el talento de Lermontov recién subía al

cenit, su vida fue quebrada definitivamente, dejando

para la literatura rusa una herencia sugestiva y

M I J A I L L E R M O N T O V

20

perdurable. Una serie de personajes de Turgueniev y de

Chejov ahondaron más tarde los rasgos de los «hombres

inútiles» de la sociedad y tienen raíz en la psicología del

héroe de su obra.

Junto con Pushkin y Gogol, Lermontov afirmó la

orientación crítica de la literatura de su tiempo,

educando al pueblo en el amor y el respeto de los

mejores sentimientos, en una prosa o verso de sutil

encanto y elegancia.

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