CARTILLA ELECTRÓNICA DEL ESCRITOR J MÉNDEZ-LIMBRICK. Premio Nacional de Narrativa Alberto Cañas 2020. Premio Nacional Aquileo j. Echeverría novela 2010. Premio Editorial Costa Rica 2009. Premio UNA-Palabra 2004.
miércoles, 16 de abril de 2014
Paul Celan
Paul Celan (Cernauti, Rumanía, 23 de noviembre de 1920 - París, 20 de abril de 1970) fue un poeta alemán de origen judío rumano y habla alemana, considerado por la crítica el más grande lírico en alemán de la segunda posguerra. Su nombre era Paul Pésaj Antschel o Ancel (Celan es anagrama de Ancel, su apellido en rumano), judío asquenazí, nacido en Czernowitz (o Cernovitsi o Cernauti), en la región de Bucovina, entonces parte de Rumanía. La ciudad, que dependía del Imperio austrohúngaro hasta la Primera Guerra Mundial, fue anexionada por la Unión Soviética y se encuentra en nuestros días en Ucrania bajo el nombre de Chernivtsi. En total, su obra poética, compuesta entre 1938 y 1970, abarca unos 800 poemas. Su estética, influida por el surrealismo, rica en imágenes bíblicas y de difícil traducción, especialmente en su última época, expresa el sentimiento existencial de lo absurdo de la vida moderna y la imposibilidad de la comunicación, y se enfrenta con angustia a la paradoja de expresar la agonía judía en la lengua del exterminador. Al fin de su vida, sus versos se vuelven cada vez más crípticos, quebrados y monosilábicos, comparándose en cierto sentido a la música de Anton Webern. Toda su obra sostiene un diálogo intelectual implacable con la obra de varios filósofos como Martin Heidegger, Walter Benjamin y Theodor Adorno, autor éste último de la famosa frase según la cual no es posible escribir poesía después de Auschwitz. Adorno, aunque se interesó por su obra, no le prestó la atención que el poeta esperaba. Se suicidó arrojándose al río Sena desde el puente Mirabeau (París) en la noche del 19-20 de abril de 1970.
Fuente:N.N.
A M A P O L A Y M E M O R I A
[MOHN UND GEDÄCHTNIS!
(1952)
LA A R E N A DE LAS URNAS
UNA CANCIÓN EN EL DESIERTO
Se trenzó una corona de negruzca fronda en la región de Acra:
allí revolví el caballo peceño y acometí hacia la muerte con la espada.
También bebí en cuencos de madera la ceniza de los pozos de Acra
y al encuentro partí de las ruinas del cielo con la visera bajada.
Pues muertos están los ángeles y ciego quedóse el Señor en la región de Acra,
y no hay ninguno que me cuide en el sueño a los que aquí entraron al reposo.
Molida a golpes quedó la luna, la florecilla de la región de Acra:
así florecen las que imitan a los espinos, las manos con anillos mohosos.
Así tengo pues que encorvarme al final para el beso cuando oran en Acra...
¡Oh, mala fue la malla de la noche, la sangre gotea a través de las hebillas!
Así llegué a ser para aquella su hermano risueño, el férreo querube de Acra.
Así pronuncio el nombre todavía y aún siento el incendio en las mejillas.
DE NOCHE, por la fiebre de Dios, tu cuerpo es moreno:
con mi boca sobre tus mejillas antorchas blando.
No sea mecido aquel a quien nana no cantaron.
Hacia ti he ido yo llena de nieve mi mano,
DER SAND AUS DEN URNEN
EIN LIED IN DER WÜSTE /// Ein Kranz ward gewunden aus schwärzlichem Laub in der Gegend
von Akra: / dort riß ich den Rappen herum und stach nach dem Tod mit dem Degen. / Auch trank
ich aus hölzernen Schalen die Asche der Brunnen von Akra / und zog mir gefülltem Visier den
Trümmern der Himmel entgegen. // Denn tot sind die Engel und blind ward der Herr in der Gegend
von Akra, / und keiner ist, der mir betreue im Schlaf die zur Ruhe hier gingen. / Zuschandcn gehaun
ward der Mond, das Blümlein der Gegend von Akra: / so blühn, die den Dornen es gleichtun, die
Hände mit rostigen Ringen. // So muß ich zum Kuß mich wohl bücken zuletzt, wenn sie beten in
Akra... / O schlecht war die Brünne der Nacht, es sickert das Blut durch die Spangen! / So ward ich
ihr lächelnder Bruder, der eiserne Cherub von Akra. / So Sprech ich den Namen noch aus und fühl
noch den Brand auf den Wangen.
NACHTS ist dein Leib von Gottes Fieber braun: /mein Mund schwingt Fackeln über deinen Wangen.
/ Nicht sei gewiegt, dem sie kein Schlaflicd sangen. / Die Hand voll Schnee, bin ich zu dir gegangen,//
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A M A P O L A Y MEMORIA
EN VANO pintas corazones en la ventana:
el duque del silencio,
abajo,' cn el patio del castillo, enrola soldados.
Su estandarte iza cn el árbol - una hoja que se le vuelve azul cuando otoñea;
los tallos de la melancolía los reparte a la tropa y las flores del tiempo;
con pájaros en el cabello se dirige a deponer las espadas.
F.n vano pintas corazones cn la ventana: hay un dios entre las huestes,
envuelto cn el capote que antaño cayó de tus hombros, por la escalera, cuando
[era noche,
antaño cuando el castillo estaba en llamas, cuando tal los hombres dijiste:
[amada...
lil no conoce el capote y no invocó la estrella y sigue aquella hoja que va delante
[en vilo.
'Oh tallo', cree oír, 'oh flor del tiempo'.
MARIANNF.
Sin lilas, tu cabello, tu cara, cristal de espejo.
De ojo en ojo pasa la nube, como Sodoma hacia Babel:
como fronda destroza la torre y brama cn redor del zarzal de azufre.
//und ungewiß, wie deine Augen blaun / im Stundcnrund. (Der Mond von einst war runder.) /
VcTschlucli/i in leeren Zelten ist das Wunder. / vereist das Krüglcin Traums - was tuts? // Gedenk:
ein schwärzlich Bl.nt hing im Holunder - / das schöne Zeichen für den Hcchcr Bluts.
UMSONST malst du Herzen ans Fenster: / der Herzog der Stille / wirbt unten im Schloßhol Solda-
ten. / Sein Banner hißt er im Baum - ein Blatt, das ihm blaut, wenn es herbstet; / die Halme der
Schwermut verteilt er im Heer und die Blumen der Zeit; / mit Vögeln im Haar geht er hin zu
versenken die Schwerter. // Umsonst malst du Herzen ans Fenster: ein Gott ist unter den Scharen, /
gehüllt in den Mantel, der einst von den Schultern dir sank auf der Treppe, zur Nachtzeit, / einst,
als in Flammen das Schloß stand, als du sprachst wie die Menschen: Geliebte... / Er kennt nicht den
Mantel und rief nicht den Stern an und folgt jenem Blatt, das vorausschwebt. / 'O Halm', vermeint
er zu hören, 'o Blume der Zeit*.
MAKIANNK /// l'licdcrlos ist dein Haar, dein Antlitz aus Spiegelglas. / Von Auge zu Aug zieht die
Wolke, wie Sodom nach Babel: / wie Blattwerk zerpflückt sie den Turm und tobt um das Schwefel-
gestriiueh. //
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c indeciso, como tus ojos azules van siendo
cn la ronda de las horas. (La luna de antaño era más redonda.)
En tiendas vacías el milagro su fin solloza,
el cántaro de los sueños está helado - ¿que nos atañe?
Piensa: del saúco colgaba negruzca una hoja -
el bello signo para la copa de sangre.
LA A R E N A DE L A S U R N A S
Entonces te brinca un relámpago en torno a la boca - esa cañada con los restos
[del violín.
¡Con niveos dientes alguien mueve el arco: Oh más bellas se oyeron las cañas!
Amada, también tú eres la caña y nosotros la lluvia;
un vino sin par tu cuerpo y nosotros copeamos los diez;
una barca en el cereal tu corazón, la bogamos noche adelante;
un cantarito de cielo, así retozas ligera sobre nosotros que dormimos...
Delante de la tienda desfila la centuria y entre copas te llevamos al sepulcro.
Entonces tintinea sobre las losas del mundo el duro tálero de los sueños.
LUZ DE SEBO
Los monjes con dedos vellosos abrieron el libro: septiembre.
Jasón lanza ahora nieve sobre la siembra nacida.
Un collar de manos te dio el bosque, así avanzas muerta sobre la cuerda.
Un azul más oscuro se asigna a tu cabello y yo hablo de amor.
Conchas hablo y ligero nublado y una barca brota bajo la lluvia.
Un potro pequeño galopa sobre los dedos hojeadores -
Negro se abre el portal de pronto, yo canto:
¿Cómo vivíamos aquí?
LA MANO LLENA DE HORAS, así viniste a mí - yo dije:
tu cabello no es castaño.
Así lo alzaste leve a la balanza de la pena, más pesado era entonces que yo...
//Dann zuckt dir ein Blitz um den Mund - jene Schlucht mit den Resten der Geige. / Mit schneeigen
Zähnen rührt einer den Bogen: O schöner tönte das Schild // Geliebte, auch du bist das Schilf und
wir alle der Regen; / ein Wein ohnegleichen dein Leib, und wir bechern zu zehnt; / ein Kahn im
Getreide dein Herz, wir rudern ihn nachrwärts; / ein Krüglein Bläue, so hüpfest du leicht über uns,
und wir schlafen... // Vorm Zelt zieht die Hundertschaft auf, und wir tragen dich zechend zu
Grabe. / Nun klingt auf den Fliesen der Welt der harte Taler der Träume.
TALGLICHT// Die Mönche mit haarigen Fingern schlugen das Buch auf: September. / Jason wirft
nun mit Schnee nach der aufgegangenen Saat. / Ein Halsband aus Händen gab dir der Wald, so
schreitest du tot übers Seil. / Ein dunkleres Blau wird zuteil deinem Haar, und ich rede von Liebe. /
Muscheln red ich und leichtes Gewölk, und ein Boot knospt im Regen. Ein kleiner Hengst jagt über
die blätternden Finger - / Schwarz springt das Tor auf, ich singe: / Wie lebten wir hier?
DIE HAND voi.l.FR STUNDEN, so kamst du zu mir - ich sprach: / Dein Haar ist nicht braun. /So hobst
du es leicht auf die Waage des Leids, da war es schwerer als ich... //
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A M A P O L A T MEMORIA
Vienen en barcos a ti y lo cargan, lo ponen en venta en los mercados del placer-
tú me sonríes desde abajo, yo te lloro desde el platillo que queda leve.
Lloro: tu cabello no es castaño, ellos ofrecen el agua del mar y tú les das rizos...
Susurras: ¡ya llenan ellos el mundo conmigo y yo para ti sigo siendo una cañada
[en el corazón!
Dices: ¡pon junto a ti la fronda de los años - ya es hora de que vengas y me
[beses!
La fronda de los años es de color castaño, tu cabello no lo es.
MEDIA NOCHE
Media noche. Con los puñales de los sueños prendida en ojos chispeantes.
No grites de dolor: cual paños flamean las nubes.
Una alfombra de seda, así fue tendida entre nosotros, para que se dance de
[oscuro en oscuro.
La flauta negra nos la tallaron de viva madera, y ya llega la danzarina.
Dedos hilados de espuma de mar nos sume en los ojos:
¿Quiere aquí uno llorar todavía?
No, ninguno. Así girando se aleja feliz y fogoso resuena el timbal.
Anillos nos lanza, que al vuelo prendemos con los puñales.
¿Así nos desposa? Tal cascos resuena y ahora lo vuelvo a saber:
tú no moriste
la muerte color de malva.
// Sie kommen auf Schiffen zu dir und laden es auf, sie bieten es feil auf den Märkten der Lust - /
Du lächelst zu mir aus der Tiefe, ich weine zu dir aus der Schale, die leicht bleibt. / Ich weine: Dein
Haar ist nicht braun, sie bieten das Wasser der See, und du gibst ihnen Locken... / Du flüsterst: Sie
füllen die Welt schon mit mir, und ich bleib dir ein Hohlweg im Herzen! / Du sagst : Leg das
Blattwerk der Jahre zu dir - es ist Zeit, / daß du kommst und mich küssest! //Das Blattwerk der Jahre
ist braun, dein Haar ist es nicht.
HALBE NACHT // Halbe Nacht. Mit den Dolchen des Traumes geheftet in sprühende Augen. /
Schrei nicht vor Schmerz: wie Tücher flattern die Wolken. / Ein seidener Teppich, so ward sie
gespannt zwischen uns, / daß getanzt sei von Dunkel zu Dunkel. / Die schwarze Flöte schnitzten sie
uns aus lebendigem Holz, / und die Tänzerin kommt nun. / Aus Meerschaum gesponnene Finger
taucht sie ins Aug uns: / eines will hier noch weinen? / Keines. So wirbelt sie selig dahin, und die
feurige Pauke wird laut. / Ringe wirft sie uns zu, wir fangen sie auf mit den Dolchen. / Vermählt sie
uns so? Wie Scherben erklingts, und ich weiß es nun wieder: / du starbst nicht / den malvenfarbenen
Tod.
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LA A R E N A DE LAS U R N A S
TU CABELLO SOBRE EL MAR
También tu cabello vuela sobre el mar con el enebro dorado.
Con él se vuelve blanco, entonces lo tino de azul-piedra:
el color de la ciudad donde al final fui arrastrado hacia el sur...
Con jarcias me amarraron y a cada una ataron una vela
y me escupieron con sus bozos brumosos y cantaron:
«¡Oh atraviesa la mar!».
Yo sin embargo pinté como una barca mis alas con púrpura
y con mi estertor dime brisa y antes que durmieran me hice a la mar.
Tus rizos, ahora, debía teñírtelos en rojo, pero me gustan azul-piedra:
¡Ay, ojos de la ciudad, donde caí y fui arrastrado hacia el sur!
Con el enebro dorado vuela también tu cabello sobre el mar.
ÁLAMO TEMBLÓN, tu follaje es blanco en lo oscuro.
El cabello de mi madre nunca llegó a ser blanco.
Diente de león, tan verde es la Ucrania.
Mi rubia madre no volvió a casa.
Nube de lluvia, ¿te demoras en los pozos?
Mi dulce madre llora por todos.
Estrella redonda, tú enroscas la cola dorada.
El corazón de mi madre fue herido con plomo.
Puerta de roble, ¿quién te sacó de los goznes?
Mi tierna madre no puede venir.
DEIN HAAR ÜBERM MEER // Es schwebt auch dein Haar überm Meer mit dem goldncn Wachol-
der. / Mit ihm wird es weiß, dann färb ich es stcinblau: / die Farbe der Stadt, wo zuletzt ich geschleift
ward gen Süden... / Mit Tauen banden sie mich und knüpften an jedes ein Segel / und spieen mich
an aus nebligen Mäulern und sangen: / «O komm übers Meer!» / Ich aber malt als ein Kahn die
Schwingen mir purpurn / und röchelte selbst mir die brise und stach, eh sie schliefen, in See. / Ich
sollte sie rot dir nun färben, die Locken, doch lieb ich sie steinblau: / О Augen der Stadt, wo ich
stürzte und südwärts geschleift ward! /Mit dem goldnen Wacholder schwebt auch dein Haar überm
Meer.
Esi'F.NKAUM, dein Laub blickt weiß ins Dunkel. / Meiner Mutter Haar ward nimmer weiß. // Löwen
zahn, so grün ist die Ukraine. / Meine blonde Mutter kam nicht heim. // Regenwolke, säumst du an
den Brunnen? / Meine leise Mutter weint für alle. // Kunder Stern, du schlingst die goldne Schleife.
/ Meiner Mutter Herz Ward wund von Blei. // Kichnc Tür, wer hob dich aus den Angeln? / Meine
sanfte Mutter kann nicht kommen.
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A M A P O L A Y MEMORIA
C I N E R A R I A
Venablo, ave ele paso, ha tiempo que el muro fue sobrevolado,
la rama sobre el corazón ya es blanca y la mar sobre nosotros,
la loma del abismo frondosa está de estrellas del mediodía -
un verde sin veneno como del ojo que ella abrió en la muerte...
Ahuecamos las manos para recoger el reguero del torrente:
el agua del lugar donde oscurece y a nadie se le alcanza el puñal.
Tú entonaste también una canción y nosotros trenzamos una reja cn la niebla:
tal vez venga aún un verdugo y nos vuelva a latir un corazón;
tal voz una torre ruede sobre nosotros y alcen una horca entre el júbilo;
tal vez una barba nos desfigure y enrojezca su pelo rubio...
La rama sobre el corazón ya es blanca, el mar sobre nosotros.
EL SECRETO DE LOS HELÉCHOS
En la bóveda de las espadas se mira el corazón verdefrondoso de las sombras.
Relucientes son las hojas: (quien cn la muerte no demoraría ante los espejos?
También se escancia aquí cn jarros la viva melancolía:
cn flor que sube entenebrece, antes de que beban, como si no fuera agua,
como si fuera aquí una margarita, preguntada por más oscuro amor,
por una almohada más negra para el lecho, por una más grave cabellera...
Aquí sin embargo sólo se teme por el brillo el relumbre del hierro,
y si destella una cosa aquí todavía, sea pues una espada.
Vaciamos el jairo de la mesa sólo porque somos huéspedes de los espejos:
¡que uno salte en dos, donde somos verdes como fronda!
ASCHENKRAUT // Zugvogel Speer, die Mauer ist längst überflogen, / der Ast überm Herzen schon
weiß und das Meer über uns,/ der Hügel der Tiefe umlaubt von Siemen des Mittags -/ein giftleeres
Grün wie des Augs, das sie aufschlug im Tode... // Wir höhlten die Hände zu schöpfen den sickern-
den Sturzhnch: / das Wasser der Stätte, wo's dunkelt und keinem gereicht wird der Dolch. / Du
sangst auch ein Lied, und wir flochten ein Gitter im Nebel: / vielleicht, dal? ein Henker noch kommt
und uns wieder ein Herz schlägt; / vielleicht, daß ein Turm sich noch wälzt über uns, und ein Galgen
wird johlend errichtet; / vielleicht, daß ein Hart uns entstellt und ihr Blondhaar sich rötet... // Der
Ast überm Herzen ist weiß schon, das Meer über uns.
DAS GEHEIMNIS DER HARNE/// Im Gewölbe der Schwerter besieht sich der Schatten laubgrünes
Herz. / Blank sind die Klingen : wer säumte im Tod nicht vor Spiegeln? / Auch wird hier in Krügen
kredenzt die lebendige Schwermut: / blumig finstert sie hoch, eh sie trinken, als war sie nicht
Wasser, / als war sie ein Tausendschön hier, das befragt wird nach dunklerer Liebe, / nach schwär-
zerem Pfühl für das Lager, nach schwererem Haar... // Hier aber wird nur gebangt um den Schim-
mer des Eisens, / und leuchtet ein Ding hier noch auf, so sei es ein Schwert. / Wir leeren den Krug
nur vom Tisch, weil uns Spiegel bewirten: / einer springe entzwei, wo wir grün sind wie Laub!
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LA A R E N A DE L A S U R N A S
LA ARENA DE LAS URNAS
Verde de moho es la casa del olvido.
Ante cada una de las puertas al viento azulea tu juglar decapitado.
Él te toca el tambor de musgo y amargo vello de pubis;
con supurante dedo del pie pinta tu ceja en la arena.
Más larga la dibuja que ella era, y el rojo de tu labio.
Tú llenas aquí las urnas y nutres tu corazón.
LA ÚLTIMA BANDERA
Cazan un venado color de agua en las marcas al crepúsculo.
Así pues átate la máscara y píntate de verde las pestañas.
El cuenco con los plomos soñolientos lo pasan sobre mesas de ébano:
de primavera en primavera espuma aquí el vino, tan corto es el año,
tan flamante el premio de estos tiradores - la rosa de la extranjería:
tu barba en extravío, la vana bandera del troncón.
¡Nublado y ladridos! ¡Cabalgan el delirio a los heléchos!
¡Tal pescadores echan las redes tras fuegos fatuos y aliento!
¡Rodean de una cuerda las coronas e invitan a la danza!
Y lavan los cuernos en el manantial - así aprenden el reclamo.
¿Es tupido lo que elegiste de capote y oculta el fulgor?
Ellos rondan como sueño en torno a los troncos, tal si ofreciesen soñar.
Lanzan al cielo los corazones, las bolas musgosas del delirio:
¡Oh vellocino color de agua, nuestro estandarte en la torre!
DER SAND AUS DEN URNEN /// Schimmelgrün ist das Haus des Vergessens. / Vor jedem der
wehenden Tore blaut dein enthaupteter Spielmann. / Er schlägt dir die Trommel aus Moos und
bittcrem Schamhaar; / mit schwärender Zehe malt er im Sand deine Braue. / Länger zeichnet er sie
als sie war, und das Rot deiner Lippe. / Du füllst hier die Urnen und speisest dein Herz.
DIE LETZTE FAHNE /// Ein wasserfarbenes Wild wird gejagt in den dämmernden Marken. / So
binde die Maske dir vor und färbe die Wimpern dir grün. / Die Schüssel mit schlummerndem Schrot
wird gereicht über Ebenholztischc: / von Frühling zu Frühling schäumt hier der Wein, so kurz ist
das Jahr, /so feurig der Preis dieser Schützen - die Rose der Fremde: / dein irrender Bart, die müßige
Fahne des Baumstumpfs. // Gewölk und Gebell! Sie reiten den Wahn in den Farn! / Wie Fischer
werfen sie Netze nach Irrlicht und Haucht / Sie schlingen ein Seil um die Kronen und laden zum
Tanz! / Und waschen die Horner im Quell - so lernen sie Lockruf. // Ist dicht, was du wähltest als
Mantel, und birgt es den Schimmer? / Sie schleichen wie Schlaf um die Stämme, als böten sie Traum.
/ Die Herzen schleudern sie hoch, die moosigen Bälle des Wahsinns: / o wasserfarbenes Vlies, unser
Banner am Turm!
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A M A P O L A Y MEMORIA
UN CRUJIR de férreos zapatos en el cerezo.
Desde yelmos te espuma el estío. El negruzco cuco
con diamantino espolón pinta su imagen en las puertas del cielo.
Destocado se destaca de la fronda el caballero.
En el escudo lleva tu sonrisa en crepúsculo,
clavada en el acerado sudario del enemigo.
El jardín de los soñadores le fue prometido,
y lanzas tiene prestas para que la rosa trepe...
Descalzo sin embargo viene por el aire el que más te asemeja:
férreos zapatos abrochados a las frágiles manos,
pasa durmiendo batalla y estío. Para él sangra la cereza.
EL FESTÍN
Apurada sea la noche de las botellas en el alto maderamen de la tentación,
el umbral arado con dientes, antes de la mañana la cólera sembrada:
nos despunta sin duda un musgo todavía, antes de que lleguen aquí los del
[molino
a encontrar en lo nuestro un cereal silente para su lenta rueda...
Bajo los cielos venenosos hay otras espigas sin duda más pálidas,
el sueño todavía viene acuñado de otra forma que aquí, donde nos jugamos a
[los dados el placer,
que aquí donde en la oscuridad se trueca olvido y portento,
donde todo vale sólo por una hora y disipadamente es escupido por nosotros,
al agua ávida de las ventanas lanzado en cofres lucientes-:
¡Estalla en la ruta de los hombres, para gloria de las nubes!
EIN KNIRSCHEN von eisernen Schuhn ist im Kirschbaum. / Aus Helmen schäumt dir der Sommer.
Der schwärzliche Kuckuck / malt mit demantenem Sporn sein Bild an die Tore des Himmels. //
Barhaupt ragt aus dem Blattwerk der Reiter. / Im Schild trägt er dämmernd dein Lächeln, / genagelt
ans stählerne Schweißtuch des Feindes. / Es ward ihm verheißen der Garten der Träumer, / und
Speere hält er bereit, daß die Rose sich ranke... // Unbeschuht aber kommt durch die Luft, der am
meisten dir gleichet: / eiserne Schuhe geschnallt an die schmächtigen Hände, / verschläft er die
Schlacht und den Sommer. Die Kirsche blutet für ihn.
DAS GASTMAHL /// Geleert sei die Nacht aus den Flaschen im hohen Gebälk der Versuchung, / die
Schwelle mit Zähnen gepflügt, vor Morgen der Jähzorn gesät: / es schießt wohl empor uns ein Moos
noch, eh von der Mühle sie hier sind, / ein leises Getreide zu finden bei uns ihrem langsamen Rad...
// Unter den giftigen Himmeln sind andere Halme wohl falber, / wird anders der Traum noch
gemünzt als hier, wo wir würfeln um Lust, / als hier, wo getauscht wird im Dunkel Vergessen und
Wunder, / wo alles nur gilt eine Stunde und schwelgend bespien wird von uns, / ins gierige Wasser
der Fenster geschleudert in leuchtenden Truhen -: / es birst auf der Straße der Menschen, den
Wolken zum Ruhm! //
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LA A R E N A DE LAS U R N A S
Así pues envolveos en los capotes y subid conmigo a las mesas:
(cómo si no de pie ha de dormirse, en medio de las copas?
¿Por quién brindamos sueños todavía, sino por la lenta rueda?
OJO OSCURO EN SEPTIEMBRE
Tiempo: celada de piedra. Y más copiosos se derraman
los bucles del dolor en torno al rostro de la tierra,
la ebria manzana, bronceada por el aliento
de un proverbio perverso: precioso y reacio al juego,
al que se libran en el maligno
reflejo de su futuro.
Por segunda vez florece el castaño:
un signo de la míseramente encendida
esperanza del pronto
retorno de Orion: de los ciegos
amigos del cielo el fervor de claras estrellas
lo llama a la altura.
No celado a las puertas del sueño
combare un ojo solitario.
Lo que a diario sucede,
le basta saber:
en la ventana oriental
se le aparece de noche la enjuta
figura andante del sentimiento.
En la humedad de su ojo hundes tú la espada.
// So hüllet euch denn in die Mäntel und steiget mit mir auf die Tische: / wie anders sei noch
geschlafen als stehend, inmitten der Kelche? / Wem trinken wir Träume noch zu, als dem langsamen
Rad?
DUNKLES AUG IM SEPTEMBER /// Steinhaube Zeit. Und üppiger quellen/ die Locken des Schmer-
zes ums Antlitz der Erde, / den trunkenen Apfel, gebräunt von dem Hauch / eines sündigen Spru-
ches: schön und abhold dem Spiel, / das sie treiben im argen / Widerschein ihrer Zukunft. // Zum
zweitenmal blüht die Kastanie: / ein Zeichen der ärmlich entbrannten / Hoffnung auf Orions /
baldige Rückkunft: der blinden / Freunde des Himmels sternklare Inbrunst / ruft ihn herauf. //
Unverhüllr an den Toren des Traumes / streitet ein einsames Aug. / Was täglich geschieht, / genügt
ihm zu wissen: / am östlichen Fenster / erscheint ihm zur Nachtzeit die schmale / Wandergcstalt des
Gefühls. // Ins Nafi ihres Auges tauchst du das Schwert.
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A M A P O L A Y MEMORIA
I.A PIEDRA DEL MAR
F.l corazón blanco de nuestro mundo, perdido lo hemos hoy sin combate a la
[hora de la hoja de maíz amarillenta:
un ovillo redondo, así fácil rodó de nuestras manos.
Así nos quedó por hilar la nueva, la roja lana del sopor cn la arenosa sepultura
[del soñar:
un corazón ya no era, pero sí la cabellera de la piedra del fondo,
el pobre adorno de su frente, que medita sobre cencha y ola.
Tal vez a las puertas de aquella ciudad al aire lo eleve un ímpetu nocturno,
sobre la casa cn que yacemos un ojo oriental le abra
la negrura del mar cn redor de la boca y los tulipanes de Holanda cn el cabello.
I.o llevan, lanzas delante, así nosotros antaño llevamos los sueños, así se nos fue
[rodando el blanco
corazón de nuestro mundo. Así se le formó la rizada hilaza sobre
su cabeza: una lana extraña, bella
cn lugar del corazón.
¡Oh latir que vino y se fue! F.n lo finito ondean los velos.
DER STEIN AUS DEM MEER /// Das weiße Herz unsrer Welt, gewaltlos verloren wirs heut um die
Stunde des gilbenden Maisblatts: / ein runder Knäuel, so rollt* es uns leicht aus den Händen. / So
blieb uns zu spinnen die neue, die rötliche Wolle des Schlafs an der sandigen Grabstatt des Traumes:
/ ein Herz nicht mehr, doch das Haupthaar wohl des Steins aus der Tiefe, / der ärmliche Schmuck
seiner Stirn, die sinnt über Muschel und Welle. // Vielleicht, daß am Tor jener Stadt in der Luft ihn
erhöhet ein nächtlicher Wille, / sein östliches Aug ihm erschließt überm Haus, wo wir liegen, / die
Schwärze des Meers um den Mund und die Tulpen aus Holland im Haar. / Sie tragen ihm Lanzen
voran, so trugen wir Traum, / so entrollt uns das weiße / Herz unsrer Welt. So wird ihm das krause
/ Gespinst um sein Haupt: eine seltsame Wolle, / an Herzens Statt schön. // O Pochen, das kam und
das schwand! Im Endlichen wehen die Schleier.
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LA A R E N A DE L A S U R N A S
RECUERDO DE FRANCIA
Piensa conmigo: el cielo de París, el gran cólquico otoñal...
Compramos corazones a las floristas:
eran azules y se abrían en el agua.
Comenzó a llover en nuestra habitación
y nuestro vecino llegó, Monsicur Le Songe, un hombrecillo enjuto.
Jugamos a las cartas, perdí mis pupilas;
me prestaste tu cabello, lo perdí, él nos abatió.
Salió por la puerta, seguido por la lluvia.
Estábamos muertos y podíamos respirar.
CANCIÓN DE UNA DAMA EN LA SOMBRA
Cuando la taciturna llega y decapita los tulipanes:
¿Quién gana?
¿Quién pierde?
¿Quién sale a la ventana?
¿Quién pronuncia primero el nombre de ella?
Es uno que lleva mi cabello.
Lo lleva en las manos como se llevan los muertos.
Lo lleva como el cielo llevó mi cabello el año en que amé.
Lo lleva así por vanidad.
Ése gana.
Ése no pierde.
Ése no sale a la ventana.
Ése no pronuncia el nombre de ella.
ERINNERUNG AN FRANKREICH /// Du denk mit mir: der Himmel von Paris, die große Herbst-
zeitlose... / Wir kauften Herzen bei den Blumenmädchen: / sie waren blau und blühten auf im
Wasser. / Es fing zu regnen an in unserer Stube, / und unser Nachbar kam, Monsieur Le Songe, ein
hager Männlein. / Wir spielten Karten, ich verlor die Augensterne; / du liehst dein Haar mir, ich
vcrlors, er schlug uns nieder. / Er trat zur Tür hinaus, der Regen folgt' ihm. / Wir waren tot und
konnten atmen.
CHANSON EINER DAME IM SCHATTEN /// Wenn die Schweigsame kommt und die Tulpen
köpft: / Wer gewinnt? / Wer verliert? / Wer tritt an das Fenster? / Wer nennt ihren Namen zuerst?
// Es ist einer, der trägt mein Haar. / Er trägts wie man Tote trägt auf den Händen. / Er trägts wie
der Himmel mein Haar trug im Jahr, da ich liebte. / Er trägt es aus Eitelkeit so. // Der gewinnt. /
Der verliert nicht. / Der tritt nicht ans Fenster. / Der nennt ihren Namen nicht. //
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A M A P O L A T MEMORIA
Es uno que tiene mis ojos.
Los tiene desde que se cierran las puertas.
Los lleva en el dedo como anillos.
Los lleva como trozos de placer y zafiro:
ya era mi hermano en el otoño;
ya cuenta los días y las noches.
Ése gana.
Ese no pierde.
Ese no sale a la ventana.
Ese pronuncia por último el nombre de ella.
Es uno que tiene lo que he dicho.
Lo lleva bajo el brazo como un hatillo.
Lo lleva como el reloj su peor hora.
Lo lleva de umbral en umbral, no lo tira.
Ese no gana.
Ese pierde.
Ése sale a la ventana.
Ése pronuncia primero el nombre de ella.
lísc será decapitado con los tulipanes.
HAYO DE NOCHE
Más luciente que ninguno ardió el cabello de mi amada de la tarde:
a ella le envío el ataúd de la más liviana madera.
Hstá mecido por las olas como la cama de nuestros sueños en Roma;
lleva una peluca blanca como yo y habla ronco:
habla como yo, cuando dejo entrar a los corazones.
Sabe una copla de amor francesa que yo cantaba cn otoño,
cuando lustraba por el país de la tarde y escribía cartas a la mañana.
// I
1 '* ¡si einer, ilcr huí incinc Лицеи. / Кг hat sie, seit Ture sich schließen. / Er trägt sie am Finger
wie Kinge. / Kr trägt sie wie Scherben vun Lust und Saphir: / er war schon mein Bruder im Herbst;
/ er zählt schon die Tage und Nächte. // Der gewinnt. / Der verliert nicht. / Der tritt nicht ans
Fenster. / Der nennt ihren Namen zuletzt. // Es ist einer, der hat, was ich sagte. / Er trägts unterm
Arm wie ein Bündel. / Er trägts wie die Uhr ihre schlechteste Stunde. / Er trägt es von Schwelle zu
Schwelle, er wirft es nicht fort. // Der gewinnt nicht. / Der verliert. / Der tritt an das Fenster. / Der
I U ' I I I I I ihren NIIIIIL'II /unst. // Der wird mil den Tulpen geküpft.
NACHTSTRAHL // Am lichtesten brannte das Haar meiner Abendgelicbten: / ihr schick ich den
Sarg aus dem leichtesten Holz. / Er ist wcllenumwogr wie das Bett unsrer Träume in Rom; / er trägt
eine weiße Perücke wie ich und spricht heiser: / er redet wie ich, wenn ich Einlaß gewähre den
Herzen. / Er weiß ein französisches Lied von der Liebe, das sang ich im Herbst, / als ich weilte auf
Reisen in Spätland und Briefe schrieb an den Morgen. //
58
LA A R E N A DE L A S U R N A S
Una hermosa barca es el ataúd, tallado en la madera de los sentimientos.
También yo bogué sangre abajo con él, cuando yo era más joven que tu ojo.
Ahora eres tú joven como un pájaro muerto en la nieve de marzo,
ahora llega hasta ti y canta su copla francesa.
Vosotros sois livianos: dormís hasta el final mi primavera.
Yo soy más liviano:
yo canto ante extraños.
LOS AÑOS DE TI A MÍ
De nuevo se ondula tu cabello cuando lloro. Con el azul de tus ojos
cubres la mesa de nuestro amor: un lecho entre verano y otoño.
Bebemos lo criado por alguien que no era yo, ni tú, ni un tercero:
saboreamos algo vacío y último.
Nos vemos en los espejos del mar profundo y nos pasamos más deprisa las
[viandas:
la noche es la noche, comienza con la mañana,
me tiende junto a ti.
ELOGIO DE LA LEJANÍA
En la fuente de tus ojos
viven las redes de los pescadores de la mar del extravío.
En la fuente de tus ojos
el mar cumple su promesa.
Aquí arrojo yo,
un corazón que se detuvo entre los hombres,
mi ropa y el esplendor de un juramento:
// Ein scliüncr Kahn ist der Sarg, geschnitzt im Gehölz der Gefühle. / Auch ich fuhr blutahwärts mit
ihm, als ich jünger war als dein Aug. / Nun bist du jung wie ein toter Vogel im Märzschnce, / nun
kommt er zu dir und singt sein französisches Lied. / Ihr seid leicht: ihr schlaft meinen Frühling zu
Ende. / Ich bin leichter: / ich singe vor Fremden.
DIE JAHRE VON DIR ZU MIR//Wieder wellt sich dein Haar, wenn ich wein. Mit dem »lau deiner
Augen / deckst du den Tisch unsrer Liebe : ein Bett zwischen Sommer und Herbst. / Wir trinken,
was einer gebraut, der nicht ich war, noch du, noch ein dritter: / wir schlürfen ein Leeres und
Letztes. // Wir sehen uns zu in den Spiegeln der Tiefsee und reichen uns rascher die Speisen: / die
Nacht ist die Nacht, sie beginnt mit dem Morgen, / sie legt mich zu dir.
LOB DER FERNE/// Im Quell deiner Augen / leben die Garne der Fischer der Irrscc. / Im Quell
deiner Augen / hält das Meer sein Versprechen. // Hier werf ich, / ein Herz, das geweilt unter
Menschen, / die Kleider von mir und den Glanz eines Schwures: //
5 9
A M A P O L A T MEMORIA
Más negro en lo negro, más desnudo voy.
Sólo infidente soy fiel.
Yo soy tú si yo soy yo.
En la fuente de tus ojos
desvarar suelo y sueño un rapto.
Una red prendió una red:
nos separamos enlazados.
En la fuente de tus ojos
un ahorcado estrangula la soga.
T O D A I.A VIDA
l.os soles del sueño ligero son azules como tu cabello una hora antes del
[amanecer.
También ellos crecen rápido como la hierba sobre la tumba de un pájaro.
También los cautiva el juego que jugamos como ensueño en los barcos del
[placer.
En las rocas calcáreas del tiempo también los encuentran los puñales.
Los soles del sueño profundo son más azules: así fue tu cabellera sólo una vez:
Yo, viento nocturno, demoraba en el seno venal de tu hermana;
tu cabello colgaba en el árbol sobre nosotros, pero tú allí no estabas.
Nosotros éramos el mundo y tú eras un zarzal ante las puertas.
Los soles de la muerte son blancos como el cabello de nuestro hijo:
se elevó de las aguas cuando armaste una tienda en la duna.
Alzó sobre nosotros el cuchillo de la dicha con ojos apagados.
// Schwärzer im Schwär/., bin ich nackter. / Abtrünnig erst bin ich treu. / Ich bin du, wenn ich ich bin.
// Im Quell deiner Augen / treib ich und träume von Raub. // Ein Garn fing ein Garn ein: / wir
scheiden umschlungen. // Im Quell deiner Augen / erwürgt ein Gehenkter den Strang.
DAS GANZE LEBEN /// Die Sunncn des Halbschlafs sind blau wie dein Haar eine Stunde vur
Morgen./ Auch sie wachsen rasch wie das Gras überm Grab eines Vogels./Auch sie lockt das Spiel,
das wir spielten als Traum auf den Schiffen der Lust. / Am Kreidefelsen der Zeit begegnen auch
ihnen die Dolche. // Die Sonnen des Ticfschlafs sind blauer: so war deine Locke nur einmal: / Ich
weilt als ein Nachtwind im käuflichen Schoß deiner Schwester; / dein Haar hing im Baum über uns,
doch warst du nicht da. / Wir waren die Welt, und du warst ein Gesträuch vor den Toren. // Die
Sonnen des Todes sind weiß wie das Haar unsres Kindes: / es stieg aus der Flut, als du aufschlugst
ein Zeh auf der Düne. / Er zückte das Messer des Glücks über uns mit erloschenen Augen.
6 0
LA A R E N A DE L A S U R N A S
TARDÍO Y PROFUNDO
Malvada como arenga de oro comienza esta noche.
Comemos las manzanas de los mudos.
Hacemos una obra que de buen grado se confía a su estrella;
nos tenemos en el otoño de nuestros tilos como un rojo de bandera pensativo,
como ardientes huéspedes del sur.
Juramos por Cristo el Nuevo desposar el polvo con el polvo,
los pájaros con el zapato caminero,
nuestro corazón con una escalera en el agua.
Prestamos ante el mundo los sagrados juramentos de la arena,
los juramos de buen grado;
los juramos en voz alta desde los techos del sueño sin sueños
y agitamos la blanca cabellera del tiempo...
Ellos gritan: ¡Vosotros blasfemáis!
Tiempo ha que lo sabemos.
Tiempo ha que lo sabemos, ¿pero qué importa?
Vosotros moléis en los molinos de la muerte la blanca harina de la promesa,
vosotros la ofrecéis a nuestros hermanos y hermanas -
Nosotros agitamos la blanca cabellera del tiempo.
Vosotros nos amonestáis: ¡Blasfemáis!
Bien lo sabemos,
que venga la culpa sobre nosotros.
IQue venga la culpa sobre todos nuestros signos premonitorios,
que venga la mar gorgogeante,
la ráfaga acorazada de la conversión,
el día de medianoche,
¡que venga lo nunca sido!
¡Que venga un hombre de la tumba!
SPÄT UND TIEF /// Boshaft wie goldene Rede beginnt diese Nacht. / Wir essen die Äpfel der
Stummen. / Wir tuen ein Werk, das man gern seinem Stern OberliSt; / wir stehen im Herbst unsrer
Linden als sinnendes Fahnenrot, / als brennende Gäste vom Süden. / Wir schwören bei Christus dem
Neuen, den Staub zu vermählen dem Staube,/die Vögel dem wandernden Schuh, / unser Herz einer
Stiege im Wasser. / Wir schwören der Welt die heiligen Schwüre des Sandes, / wir schwören sie gern,
/wir schwören sie laut von den Dächern des traumloscn Schlafes/und schwenken das Weißhaar der
Zeit... // Sic rufen : Ihr lästert! // Wir wissen es längst. / Wie wissen es längst, doch was tuts? / Ihr
mahlt in den Mühlen des Todes das weiße Mehl der Verheißung, / ihr setzet es vor unsem Brüdern
und Schwestern -//Wir schwenken das Weißhaar der Zeit. //Ihr mahnt uns: Ihr lästert! / Wir wissen
es wohl, / es komme die Schuld über uns. / Es komme die Schuld über uns aller warnenenden
Zeichen, / es komme das gurgelnde Meer, / der geharnischte Windstoß der Umkehr, / der mitter-
nächtige Tag, / es komme, was niemals noch war! // Es komme ein Mensch aus dem Grabe.
61
A M A P O L A Y MEMORIA
CORONA
En mi mano come el otoño su hoja: somos amigos.
Descascaramos el tiempo de las nueces y le enseñamos a andar:
El tiempo retorna a la cascara.
En el espejo es domingo,
en el soñar se duerme,
la boca dice verdad.
Mi ojo desciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos lo oscuro,
nos amamos uno al otro como amapola y memoria,
dormimos como vino en las conchas,
como la mar en el rayo de sangre de la luna.
Estamos abrazados en la ventana, nos miran desde la calle:
¡Ya es tiempo de que se sepa!
Ya es tiempo de que la piedra se avenga a florecer,
que a la inquietud le palpite un corazón.
Ya es tiempo de que sea tiempo.
Ya es tiempo.
CORONA/// Aus der Hand frißt der Herbst mir sein Blatt: wir sind Freunde. / Wir schälen die Zeit
aus den Nüssen und lehren sie gehn: / die Zeit kehrt zurück in die Schale. // Im Spiegel ist Sonntag,
/ im Traum wird geschlafen, / der Mund redet wahr. // Mein Aug steigt hinab zum Geschlecht der
Geliebten: / wir sehen uns an, / wir sagen uns Dunkles, / wir lieben einander wie Mohn und
Gedächtnis, / wir schlafen wie Wein in den Muscheln, / wie das Meer im Blutstrahl des Mondes. //
Wir stehen umschlungen im Fenster, sie sehen uns zu von der StraSe: / es ist Zeit, daß man weiß!
/ Es ist Zeit, daß der Stein sich zu blühen bequemt, / daß der Unrast ein Herz schlägt./ Es ist Zeit,
daß es Zeit wird. // Es ist Zeit.
6 2
FUGA DE LA M U E R T E
NEGRA leche del alba la bebemos de tarde
la bebemos a mediodía de mañana la bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus mastines
silba a sus judíos hace cavar una fosa en la tierra
nos ordena tocad a danzar
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana a mediodía te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
Tu pelo de ceniza Sulamit cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho
Grita hincad los unos más hondo en la tierra los otros cantad y tocad
agarra el hierro del cinto lo blande son sus ojos azules
hincad los unos más hondo las palas los otros seguid tocando a d a n z a r
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía de mañana te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamit juega con las serpientes
TODESFUGE
SCHWARZI-: Milch der Frühe wir trinken sie abends / wir trinken sie mittags und morgens wir trinken
sie nachts / wir trinken und trinken / wir schaufeln ein Grab in den Lüften da liegt man nicht eng. /
Ein Mann wohnt im Haus der spielt mit den Schlangen der schreibt / der schreibt wenn es dunkelt
nach Deutschland dein goldenes Haar Margarete / er schreibt es und tritt vor das Haus und es
blitzen die Sterne er pfeift seine Rüden herbei / er pfeift seine Juden hervor läßt schaufeln ein Grab
in der Erde / er befiehlt uns spielt auf nun zum Tanz // Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich
nachts / wir trinken dich morgens und mittags wir trinken dich abends / wir trinken und trinken /
Ein Mann wohnt im Haus der spielt mit den Schlangen der schreibt / der schreibt wenn es dunkelt
nach Deutschland dein goldenes Haar Margarete / Dein aschencs Haar Sulamith wir schaufeln ein
Grab in den Lüften da liegt man nicht eng // Er ruft stecht tiefer ins Erdreich ihr einen ihr andern
singet und spielt / er greift nach dem Eisen im Gurt er schwingt« seine Augen sind blau / stecht tiefer
die Spaten ihr einen ihr andern spielt weiter zum Tanz auf//Schwarze Milch der Frühe wir Trinken
dich nachts/ wir trinken dich mittags und morgens wir trinken dich abends/ wir trinken und trinken
/ ein Mann wohnt im Haus dein goldenes Haar Margarete / dein aschencs Haar Sulamith er spielt
mit den Schlangen //
63
A M A P O L A Y MEMORIA
Grita que suene más dulce la muerte la muerte es un Maestro Alemán
grita más oscuro el tañido de los violines así subiréis como humo en el aire
así tendréis una fosa en las nubes no se yace allí estrecho
Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos ni mediodía la muerte es un Maestro Alemán
te bebemos de tarde y mañana bebemos y bebemos
la muerte es un Maestro Alemán su ojo es azul
él te alcanza con bala de plomo su blanco eres tú
vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
azuza sus mastines a nosotros nos regala una fosa en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un Maestro Alemán
tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamit
// Er ruft spielt süßer den Tod der Tod ist ein Meister aus Deutschland / er ruft stteicht dunkler die
Geigen dann steigt ihr als Rauch in die Luft / dann habt ihr ein Grab in den Wolken da liegt man'
nicht eng// Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich nachts / wir trinken dich mittags der Tod
ist ein Meister aus Deutschland/wir trinken dich abends und morgens wir trinken und trinken /der
Tod ist ein Meister aus Deutschland sein Auge ist blau / er trifft dich mit bleierner Kugel er trifft dich
genau / ein Mann wohnt im Haus dein goldenes Haar Margarete / er hetzt seine Rüden auf uns er
schenkt uns ein Gtab in det Luft / er spielt mit den Schlangen und träumet der Tod ist ein Meister
aus Deutschland // dein goldenes Haar Margarete / dein aschenes Haar Sulamith
6 4
C O N T R A L U Z
DE VIAJE
Hay una hora que hace del polvo tu escolta,
de tu casa en París, lugar de sacrificio de tus manos,
de tu ojo negro, el más negro ojo.
Hay una estancia donde un tiro de caballos se detiene para tu corazón.
Tu cabello quisiera ondear en el viento cuando te vas - eso le está prohibido.
Los que se quedan y hacen signos de adiós no lo saben.
EN EGIPTO
Tú debes decir al ojo de la extranjera: sé el agua.
Tú debes buscar en el ojo de la extranjera a las que sabes en el agua.
Tú debes llamarlas, que salgan del agua: ¡Rut! ¡Noemí! ¡Miriam!
Tú debes adornarlas cuando yaces con la extranjera.
Tú debes adornarlas con el cabello de nubes de la extranjera.
Tú debes decir a Rut, a Miriam y a Noemí:
¡Mirad, yo duermo con ella!
Tú debes adornar a la extranjera que está contigo mejor que a ninguna.
Tú debes adornarla con el dolor por Rut, por Miriam y Noemí.
Tú debes decir a la extranjera:
¡Mira, yo dormí con ellas!
GEGENLICHT
AUF REISEN /// Es ist eine Stunde, die macht dir den Staub zum Gefolge, / dein Haus in Paris zur
Opferstatt deiner Hände, / dein schwarzes Aug zum schwärzesten Auge. // Es ist ein Gehöft, da hält
ein Gespann für dein Herz. / Dein Haar mochte wehn, wenn du fährst - das ist ihm verboten. / Die
bleiben und winken, wissen es nicht.
IN ÄGYPTEN /// Du sollst zum Aug der Fremden sagen: Sei das Wasser. / Du sollst, die du im Wasser
weißt, im Aug der Fremden suchen. / Du sollst sie rufen aus dem Wasser: Ruth! Noemi! Mirjam! /
Du sollst sie schmücken, wenn du bei der Fremden liegst. / Du sollst sie schmücken mit dem
Wolkenhaar der Fremden. / Du sollst zu Ruth und Mirjam und Noemi sagen: / Seht, ich schlaf bei
ihr! / Du sollst die Fremde neben dir am schönsten schmücken. / Du sollst sie schmücken mit dem
Schmerz um Ruth, um Mirjam und Noemi. / Du sollst zur Fremden sagen: / Sieh, ich schlief bei
diesen!
65
AMAPOLA Y MEMORIA
EN LA BOCINA DE NIEBLA
Boca en el espejo escondido,
rodilla ante la columna del orgullo,
mano con el barrote de la reja:
ofreceos la oscuridad,
pronunciad mi nombre,
llevadme ante él.
DEL AZUL que aún busca su ojo bebo el primero.
Bebo de la huella de tu pie y veo:
ruedas entre mis dedos, perla, ¡y creces!
creces como todos los que están olvidados.
Ruedas: el negro granizo de la melancolía
cae en un pañuelo, todo blanco de decir adiós.
QUIEN COMO TÚ y todas las palomas día y noche bebe de la oscuridad,
pica la pupila de mis ojos antes de que destelle,
arranca el césped de mis cejas antes de que sea blanco,
da un portazo en las nubes antes dé que yo caiga.
Quien como tú y todos los claveles usa la sangre por moneda y la muerte por
[vino,
sopla el vidrio para su cáliz de mis manos,
le da color con la palabra que no dije, rojo,
lo hace añicos con la piedra de la lágrima lejana.
INS NEBELHORN /// Mund im verborgenen Spiegel, / Knie vor der Säule des Hochmuts, / Hand
mit dem Gitterstab: / reicht euch das Dunkel, / nennt meinen Namen, / führt mich vor ihn.
VOM Blau, das noch sein Auge sucht, trink ich als erster. / Aus deiner Fußspur trink ich und ich
seh: / du rollst mir durch die Finger, Perle, und du wächstI / Du wächst wie alle, die vergessen
sind. / Du rollst: das schwarze Hagelkorn der Schwermut / fällt in ein Tuch, ganz weiß vom
Abschiedwinken.
WER WIE DU und alle Tauben Tag und Abend aus dem Dunkel schöpft, / pickt den Stern aus meinen
Augen, eh er funkelt, / reißt das Gras aus meinen Brauen, eh es weiß ist, / wirft die Tür zu in den
Wolken, eh ich stürze. // Wer wie du und alle Nelken Blut als Münze braucht und Tod als Wein, /
bläst das Glas für seinen Kelch aus meinen Händen, / färbt es mit dem Wort, das ich nicht sagte,
rot, / schlägts in Stücke mit dem Stein der fernen Träne.
6 6
C O N T R A L U Z
ESTIGMA
No dormimos más, pues yacíamos en el árbol de ruedas del reloj de la melancolía
y arqueábamos las agujas como vergas,
y volvían disparadas y fustigaban el tiempo hasta sangrarlo,
y tú hablabas un crepúsculo creciente,
y doce veces dije tú a la noche de tus palabras,
y ella se abrió y quedó desplegada,
y le puse un ojo en el seno y te trencé el otro en el pelo
y enlacé entre ambos la mecha, la vena abierta -
y un joven rayo llegó nadando.
QUIEN SU CORAZÓN del pecho arranca de noche, ése intenta asir la rosa.
Suya es su hoja y su espina,
a él le pone la luz en el plato,
a él le llena los vasos de aliento,
para ése susurran las sombras del amor.
Quien su corazón del pecho arranca de noche y lo arroja a lo alto:
ése no yerra el blanco,
ése apedrea a la piedra,
a ése le pulsa su sangre el reloj,
a ése su hora le bate el tiempo de la mano:
él puede jugar con bolas más bellas
y hablar de ti y de mí.
BRANDMAL /// Wir schliefen nicht mehr, denn wir lagen im Uhrwerk der Schwermut / und bogen
die Zeiger wie Ruten, / und sie schnellten zurück und peitschten die Zeit bis aufs Blut, / und du
redetest wachsenden Dämmer, / und zwülfmal sagte ich du zur Nacht deiner Worte,/ und sie tat sich
auf und blieb offen, / und ich legt ihr ein Aug in den Schoß und flocht dir das andre ins Haar / und
schlang zwischen beide die Zündschnur, die offene Ader - / und ein junger Blitz schwamm heran.
WliK SlilN nr.ua. aus der Brust reißt zur Nacht, der langt nach der Rose. / Sein ist ihr Blatt und ihr
Dorn,/ihm legt sie das Licht auf den Teller, / ihm füllt sie die Gläser mit Hauch, / ihm rauschen die
Schatten der Liebe. // Wer sein Herz aus der Brust reißt zur Nacht und schleudert es hoch: / der trifft
nicht fehl, / der steinigt den Stein, dem läutet das Blut aus der Uhr, / dem schlägt seine Stunde die
Zeit aus der Hand: / er darf spielen mit schöneren Bällen / und reden von dir und von mir.
6 7
A M A P O L A Y MEMORIA
CRISTAL
No busques en mis labios tu boca,
ni ante la puerta al forastero,
ni en el ojo la lágrima.
Siete noches más alto pasa lo tojo a lo rojo,
siete corazones más hondo bate la mano en la puerta,
siete rosas más tarde murmura la fuente.
M O R T A J A
Lo que tejiste de lo más leve
lo llevo en honor de la piedra.
Cuando en lo oscuro los gritos
despierto, aquello los ondea.
A menudo, si tengo que barbotar,
hace olvidados pliegues
y el que yo soy perdona
a aquel que yo fui.
Pero el dios de las laderas
toca su más sordo tambor
y así que el pliegue se pliega
frunce el Lúgubre la frente.
KRISTALL /// Nicht an meinen Lippen suche deinen Mund / nicht vorm Tor den Fremdling, / nicht
im Aug die Träne. //Sieben Nächte höher wandert Rot zu Rot,/sieben Herzen tiefer pocht die Hand
ans Tor, / sieben Rosen später rauscht der Brunnen.
TOTENHEMD/// Was du aus Leichtem wobst, /trag ich dem Stein zu Ehren. /Wenn ich im Dunkel
die Schreie / wecke, weht es sie an. // Oft, wenn ich stammeln soll, / wirft es vergessene Falten, / und
der ich bin, verzeiht / dem, der ich war. // Aber der Haldengott / rührt seine dumpfeste Trommel,
/ und wie die Falte fiel, / runzelt der Finstre die Stirn.
6 8
C O N T R A L U Z
EN ALTA MAR
París, el barquito, está anclado en el cristal:
así comparto contigo la mesa, bebo en tu honor.
Bebo hasta que te reluce oscuro para ti mi corazón,
hasta que París navega en su lágrima,
hasta qué toma rumbo hacia el lejano velo
que nos oculta el mundo donde cada tú es una rama
de la que cuelgo como una hoja suspendida y silente.
ESTOY SOLO, coloco la flor de ceniza
en el vaso lleno de negrura en sazón. Hermana boca,
tú dices una palabra que sobrevive ante las ventanas,
y silente trepa por mí lo que soñé.
Mi florecer se da en la hora marchita
y reservo una resina para un pájaro tardío:
lleva el copo de nieve en su pluma rojo-vida;
el grano de hielo en el pico, atraviesa el verano.
LOS JARROS
Para Klaus Demus
En las largas mesas del tiempo
trincan los jarros de Dios.
Dejan vaefos los ojos de los videntes y los ojos de los ciegos,
los corazones de las sombras que imperan,
la hundida mejilla de la tarde.
Son los mäs poderosos bebedores:
llevan a la boca lo vaefo y lo Ueno
y no derraman la espuma como tü o yo.
AUF HOHER SEE /// Paris, das Schifflein, liegt im Glas vor Anker: / so halt ich mit dir Tafel, trink
dir zu. / Ich trink so lang, bis dir mein Herz erdunkclt, / so lange, bis Paris auf seiner Träne
schwimmt,/so lange, bis es Kurs nimmt auf den fernen Schlcier,/der uns die Welt verhüllt, wo jedes
Du ein Ast ist, / an dem ich hänge als ein Blatt, das schweigt und schwebt.
ICH BIN ALLEIN, ich stell die Aschenblume / ins Glas voll reifer Schwärze. Schwestermund, / du
sprichst ein Wort, das fortlebt vor den Fenstcrn,/und lautlos klettert, was ich träumt, an mir empor.
// Ich steh im Flor der abgeblühten Stunde / und spar ein Harz für einen späten Vogel: / er trägt die
Flocke Schnee auf lebensroter Feder; / das Kömchen Eis im Schnabel, kommt er durch den Sommer.
DIE KRÜGE // Für Klaus Demus II An den langen Tischen der Zeit / zechen die Kiügc Gottes. / Sic
trinken die Augen der Sehenden leer und die Augen der Blinden, / die Herzen der waltenden
Schatten, / die Sohle Wange des Abends. / Sie sind die gewaltigsten Zecher: / sie führen das Leere
zum Mund wie das Volle / und schäumen nicht Ober wie du oder ich.
69
A M A P O L A Y M E M O R I A
DE NOCHE, cuando el péndulo del amor oscila
entre siempre y nunca,
tu palabra bate en las lunas del corazón
y tu ojo azul de tormenta
alcanza a la tierra el cielo.
Desde la lejana floresta, de soñar
ennegrecida, nos llega lo exhalado,
y lo extraviado ronda, grande como los espectros del futuro.
Lo que ahora se hunde y se alza
incumbe a lo escondido en lo más íntimo:
ciego, como la mirada que cruzamos,
besa al tiempo en la boca.
DUERME PUES y mi ojo quedará abierto.
La lluvia llenó el cántaro, nosotros lo vaciamos.
La noche hará brotar un corazón y el corazón un tallito -
para segar, segadora, es muy tarde sin embargo.
¡Tan blanco de nieve son, viento nocturno, tus cabellos!
¡Blanco lo que me queda y blanco lo que he perdido!
Ella cuenta las horas y yo los años cuento.
Nosotros bebimos lluvia. Lluvia bebimos.
Asi PUES te has vuelto
como nunca pude verte:
tu corazón late abierto
por todo un país de fuentes,
NACHTS, wenn das Pendel der Liebe schwingt / zwischen Immer und Nie, / stößt dein Wort zu den
Monden des Herzens / und dein gewitterhaft blaues / Aug reicht der Erde den Himmel. // Aus
fernem, aus traumgeschwärztem / Hain weht uns an das Verhauchte, / und das Versäumte geht um,
groß wie die Schemen der Zukunft. // Was sich nun senkt und hebt,/ gilt dem zuinnerst Vergrabnen:
/ blind wie der Blick, den wir tauschen, / küßt es die Zeit auf den Mund.
So SCHIMFE, und mein Aug wird offen bleiben. / Der Regen füllt' den Krug, wir leerten ihn. / Es wird
die Nacht ein Herz, das Herz ein Hälmlein treiben- / Doch ists zu spät zum Mähen, Schnitterin. //
So schneeig weiß sind, Nachtwind, deine Haare! / Weiß, was mir bleibt, und weiß, was ich verlier! /
Sie zählt die Stunden, und ich zähl die Jahre. / Wir tranken Regen. Regen tranken wir.
So BIST DU denn geworden / wie ich dich nie gekannt: / dein Hetz schlägt allerorten / in einem
Brunnenland, //
70
C O N T R A L U Z
donde ninguna boca bebe,
ni figura las sombras bordea,
el agua no brota, lo parece,
y el parecer tal agua espumea.
En toda fuente estás dentro,
por cada apariencia has volado.
Has imaginado un juego
que quiere ser olvidado.
LA FORTALEZA
Sé de la más vespertina de todas las casas: un
ojo más profundo que el tuyo es allí el vigía.
En el frontón flamea la gran bandera de la pena:
su paño verde - tú no sabes que lo tejiste.
Y vuela tan alto como si tú no lo hubieras tejido.
La palabra a la que dijiste adiós te da la bienvenida en la puerta,
y lo que aquí te ha rozado, tallo, corazón y flor,
ha tiempo es allí huésped y nunca más te roza.
Pero si en aquella casa te pones ante el espejo
entonces te miran tres, te miran flor, corazón y tallo.
Y aquel ojo más profundo bebe tu profundo ojo.
LA PALOMA MÁS BLANCA levantó el vuelo: ¡puedo amarte!
En la ventana suave oscila la puerta suave.
El árbol cn calma entró cn la sala cn calma.
Estás tan cerca como si aquí no demoraras.
// wo kein Mund trinkt und keine / Gestalt die Schatten säumt, / wo Wasser quillt zum Scheine / und
Schein wie Wasser schäumt. // Du steigst in alle Brunnen, / du schwebst durch jeden Schein. / Du hast
ein Spiel ersonnen, / das will vergessen sein.
DIE FESTE BURG/// Ich weiß das abendlichste aller Häuser: ein / viel tiefres Aug als deines hält dort
Ausschau. / Vom Giebel weht die große Kummerfahne: / ihr grünes Tuch - du weißt nicht, daß du's
webtest. Auch fliegts so hoch, als hältst nicht du's geweht. / Das Wort, von dein du Abschied nahmst,
heißt dich am Tor willkommen, und was dich hier gestreift hat, Halm und Herz und Blume, / ist
längst dort Gast und streift dich nimmermehr. / Doch trittst in jenem Haus du vor den Spiegel, / so
sehen drei, so sehen Blume, Herz und Halm dich an. / Und jenes tiefre Aug, es trinkt dein tiefes
Auge.
DlH TAimi.N \vr.li;i:STl" flog auf: ich darf dich lieben! / Im leisen Fenster schwankt die leise Tür. / Der
stille Baum trat in die stille Stube. / Du bist so nah, als weiltest du nicht hier. //
7 1
A M A P O L A Y MEMORIA
// Aus meiner Hand nimmst du die große Blume: / sie ist nicht weiß, nicht rot, nicht blau - doch
nimmst du sie. / Wo sie nie wat, da wird sie immer bleiben. / Wir waren nie, so bleiben wir bei ihr.
7 2
De mi mano tomas la gran flor:
no es blanca, ni roja, ni azul - pero la tomas.
Donde nunca estuvo se quedará siempre.
Nosotros nunca estuvimos, por eso nos quedamos donde ella.
TALLOS DE LA N O C H E
SUEÑO Y SUSTENTO
El aliento de la noche es tu sábana, la tiniebla se echa a tu lado.
Te roza tobillo y sien, te despierta a la vida y al sueño,
te ventea la palabra, en el deseo, en el pensamiento,
duerme con cada uno de ellos, a su encanto sales.
Te peina la sal de las pestañas y la sirve en tu mesa,
escruta la arena de tus horas y te la ofrece.
Y lo que ella tenía de rosa, sombra y agua,
te lo escancia.
EL COMPAÑERO DE VIAJE
El alma de tu madre va en vilo delante.
El alma de tu madre ayuda a capear la noche, escollo a escollo.
El alma de tu madre fustiga a los tiburones delante de ti.
Este vocablo es pupilo de tu madre.
El pupilo de tu madre comparte tu lecho, piedra a piedra.
El pupilo de tu madre se inclina sobre la migaja de luz.
OJOS:
brillantes por la lluvia a cántaros,
cuando Dios me ordenó beber.
HALME DER NACHT
SCHLAF UND SPEISE /// Der Hauch der Nacht ist dein Laken, die Finsternis legt sich zu dir. / Sie
rührt dir an Knöchel und Schläfe, sie weckt dich zu Leben und Schlaf, / sie spürt dich im Wort auf,
im Wunsch, im Gedanken, / sie schüft bei jedem von ihnen, sie lockt dich hervor. / Sic kämmt dir
das Salz aus den Wimpern und tischt es dir auf, / sie lauscht deinen Stunden den Sand ab und setzt
ihn dir vor. / Und was sie als Rose war, Schatten und Wasser, / schenkt sie dir ein.
DER REISEKAMERAD // Deiner Mutter Seele schwebt voraus. / Deiner Mutter Seele hilft die
Nacht umschiffen, Riff um Riff. / Deiner Mutter Seele peitscht die Haie vor dir her. // Dieses Wort
ist deiner Mutter Mündel./ Deiner Mutter Mündel teilt dein Lager, Stein um Stein. / Deiner Mutter
Mündel bückt sich nach der Krume Lichts.
AUGEN: / schimmernd vom Regen, der strömte, / als Gott mir zu trinken befahl. //
73
A M A P O L A Y MEMORIA
Ojos:
oro que la noche en mis manos contó,
cuando recogí ortigas
y roturé las sombras de los proverbios.
Ojos:
tarde que sobre mí se encandeció cuando abrí de golpe la puerta
e invernado por el hielo de mis sienes
a través de los caseríos de la eternidad galopaba.
LA ETERNIDAD
Corteza del árbol de la noche, cuchillos nacidos del moho
te susurran los nombres, el tiempo y los corazones.
Una palabra que dormía cuando la oímos
se desliza bajo la fronda:
elocuente será el otoño,
más elocuente la mano que lo recoja,
fresca como la amapola del olvido la boca que la besa.
MAR ROMPIENTE
Tú, hora, aleteas por las dunas.
El tiempo, fina arena, canta en mis brazos:
yazgo a su lado, un cuchillo en la diestra.
Augen: / Gold, das die Nacht in die Hände mir zählt', / als ich Nesseln pflückt' / und die Schatten
der Sprüche reutet'. // Augen: / Abend der Uber mir aufglomm, als ich aufriß das Tor / und durch-
wintert vom Kis meiner Schläfen / durch die Weiler der Ewigkeit sprengt'.
DIE EWIGKEIT /// Rinde des Nachtbaums, rostgeborene Messer / flüstern dir zu die Namen, die
Zeit und die Herzen. Ein Wort, das schlief, als wirs hörten, / schlüpft unters Laub: / beredt wird der
Herbst sein, / beredter die Hand, die ihn aufliest, / frisch wie der Mohn des Vergessens der Mund,
der sie küSt.
BRANDUNG /// Du, Stunde, flügelst in den Dünen. // Die Zeit, aus feinem Sande, singt in meinen
Armen: / ich lieg bei ihr, ein Messer in der Rechten. //
74
T A L L O S DE L A N O C H E
¡Encréspate, ola! ¡Pez, atrévete a salir!
Donde hay agua se puede vivir otra vez,
otra vez invocar al mundo al cantar a coro con la muerte,
otra vez gritar desde el desfiladero: mirad,
estamos al abrigo,
mirad, la tierra era nuestra, mirad,
¡cómo cortamos el camino a la estrella!
DE CORAZONES Y CEREBROS
brotan los tallos de la noche,
y una palabra, por guadañas pronunciada,
los inclina a la vida.
Mudos como ellos
vamos en vilo hacia el mundo:
nuestras miradas,
cruzándose para el consuelo,
avanzan a tientas,
nos hacen signos sombríos.
Sin mirada
se silencia ahora tu ojo en mi ojo,
caminando
alzo tu corazón a los labios,
alzas mi corazón a los tuyos:
lo que bebemos ahora
sacia la sed de las horas;
lo que ahora somos
lo escancian las horas al tiempo.
¿Le somos de buena boca?
Ningún sonido, ninguna luz
se desliza entre nosotros para decirlo.
// So schäume, Welle! Fisch, trau dich hervor! / Wo Wasser ist, kann man noch einmal leben, / noch
einmal mit dem Tod im Chor die Welt herübersingen, / noch einmal aus dem Hohlweg rufen:
Seht, / wir sind geborgen, / seht, das Land war unser, seht, / wie wir dem Stern den Weg vertraten!
AUS HlUZüN UND HIRNI:N / sprießen die Halme der Nacht,/und ein Wort, von Sensen gesprochen, /
neigt sie ins Leben. // Stumm wie sie / wehn wir der Welt entgegen: / unsere Blicke, / getauscht, um
getröstet zu sein, / tasten sich vur, / winken uns dunkel heran. // Blicklos / schweigt nun dein Aug in
mein Aug sich,/wandernd/heb ich dein Herz an die Lippen,/ hebst du mein Herz an die deinen: /
was wir jetzt trinken, / stillt den Durst der Stunden; / was wir jetzt sind, / schenken die Stunden der
Zeit ein. // Munden wir ihr? / Kein Laut und kein Licht / schlüpft zwischen uns, es zu sagen. //
7 5
A M A P O L A Y MEMORIA
Oh tallos, vosotros, tallos.
Vosotros, tallos de la noche.
CORAZÓN INQUIETO, al que la landa la ciudad construye
en medio de los cirios y las horas,
tú subes
con los chopos hacia los estanques:
allí en lo nocturno talla
la flauta ni amigo de su silencio
y lo enseña a las aguas.
Por la orilla
va embozado el pensamiento y escucha:
pues nada
aparece en su propia figura,
y la palabra que sobre ti reluce
cree en el escarabajo del helécho.
F.l.l.A PEINA SU i'iil.O como se le peina a los muertos:
ella lleva el añico azul debajo del camisón.
Ella lleva el añico mundo en un cordón.
Ella sabe las palabras pero sólo sonríe.
Ella mezcla su sonrisa en el vaso de vino:
tú tienes que beberlo para estar en el mundo.
Tú eres la imagen que el añico le muestra,
cuando pensativa sobre la vida se inclina.
//O Halme, ihr Halme. / Ihr Halme der Nachr.
UNSTETES H Kitz, dem die Heide die Stadt baut / inmitten der Kerzen und Stunden, / du steigst / mit
den Pappeln hinan zu den Teichen: / im Nächtlichen schnitzt dort /die Flöte den Freund ihres
Schweigens/und zeigt ihn den Wassern. / Am Ufer / wandelt vermummt der Gedanke und lauscht: /
denn nichts / tritt hervor in eigner Gestalt, / und das Wort, das über dir glänzt, / glaubt an den Käfer
im Farn.
Sil: KÄMMT IHR HAAH, wie mans den Toten kämmt: / sie trägt den blauen Scherben unterm
Hemd. // Sic trägt den Scherben Welt an einer Schnur. / Sie weiß die Worte, doch sie lächelt
nur. // Sie mischt ihr Lächeln in den Becher Wein: / du mußt ihn trinken, in der Welt zu sein. // Du
bist das Bild, das ihr der Scherben zeigt, / wenn sie sich sinnend übers Leben neigt.
7 6
T A L L O S DE L A N O C H E
PUES DESLUMBRADO DE PALABRAS
sacas de la noche
al árbol cuya sombra antes le florece:
vuela hacia él el párpado de ceniza; debajo el ojo de la hermana
rehiló nieve en pensamiento -
Ahora es la fronda suficiente
para adivinar brisa y proverbio,
y las estrellas, amontonadas,
se tienen ahora en el espejo del tiempo.
Posa tu pie en la hondonada, arma la tienda:
ella, la hermana, te sigue hasta allí,
y la muerte, saliendo de la hendidura del párpado,
os parte el pan de la bienvenida,
alcanza la copa como vosotros.
Y vosotros aderezáis su vino.
PAISAJE
Altos chopos - ¡hombres de esta tierra!
Negros estanques de la dicha - ¡los espejeáis a muerte!
Te vi alzada, hermana, en este esplendor.
DA DU GEBLENDET VON WORTEN / ihn stampfst aus der Nacht, / den Baum, dem sein Schatten
vorausblüht: / fliegt ihm das Aschenlid zu, / darunter das Auge der Schwester / Schnee zu Gedanken
verspann - // Nun ist des Laubes genug, / Windhauch und Spruch zu erraten, / und die Sterne,
gehäuft, / stehn jetzt im Spiegel der Zeit. // Setze den FuB in die Mulde, spanne das Zelt: / sie, die
Schwester, folgt dir dahin, / und der Tod, aus der Lidspalte tretend, / bricht zum Willkomm euch
das Brot, / langt nach dem Becher wie ihr. // Und ihr würzt ihm den Wein.
LANDSCHAFT /// Ihr hohen Pappeln - Menschen dieser Erdel / Ihr schwarzen Teiche Glücks - ihr
spiegelt sie zu Tode! // Ich sah dich, Schwester, stehn in diesem Glänze.
77
A M A P O L A Y MEMORIA
¡SILENCIO!
¡Silencio! Hinco la espina en tu corazón,
pues la rosa, la rosa
se riene con las sombras en el espejo, ¡sangra!
Ya sangraba cuando mezclamos el sí y el no,
cuando lo sorbimos,
porque un vaso que cayó de la mesa, tintineó:
anunciaba una noche que se entenebreció más tiempo que nosotros.
Bebimos con bocas ansiosas:
sabía a hiél,
pero espumaba como vino -
Seguí el rayo de tus ojos,
y la lengua nos balbuceó dulzura...
(Así balbucea, así balbucea todavía.)
¡Silencio! La espina se te ahonda más en el corazón:
está aliada con la rosa.
AGUA Y FUEGO
Asi pues te arrojl a la torre y dije una palabra a los tejos,
de all! saliö una llama que te hizo un traje a tu medida, tu traje de novia:
iClara es la noche,
clara es la noche que nos inventö corazones,
clara es la noche!
Ella alumbra lejos sobre el mar,
despierta las lunas en el estrecho y las alza sobre mesas espumanres
ella me las deja limpias de tiempo:
iplata muerta, revive, s6 cuenco y escudilla como la concha!
STILLE! /// Stille! Ich treibe den Dom in dein Herz, / denn die Rose, die Rose / stehe mit den
Schatten im Spiegel, sie blutet! / Sie blutete schon, als wir mischten das Ja und das Nein, / als wirs
schlürften, / weil ein Glas, das vom Tisch sprang, erklirrte: / es läutete ein eine Nacht, die finstertc
länger als wir. // Wir tranken mit gierigen Mündern: / es schmeckte wie Galle, / doch schäumt' es
wie Wein - / Ich folgte dem Strahl deiner Augen, / und die Zunge lallte uns Süße... / (So lallt sie, so
lallt sie noch immer.) // Stille! Der Dorn dringt dir tiefer ins Herz: er steht im Bund mit der Rose.
WASSER UND FEUER /// So warf ich dich denn in den Turm und sprach ein Wort zu den Eiben, /
draus sprang eine Flamme, die maß dir ein Kleid an, dein Brautkleid: // Hell ist die Nacht, / hell ist
die Nacht, die uns Herzen erfand, / hell ist die Nacht! // Sie leuchtet weit übers Meer, / sie weckt die
Monde im Sund und hebt sie auf gischtende Tische, / sie wäscht sie mir rein von der Zeit: / Totes
Silbet, leb auf, sei Schüssel und Napf wie die Muschel! //
78
T A L L O S DE LA N O C H E
La mesa oscila hora arriba, hora abajo,
el viento llena las copas,
el mar arroja la vianda:
el ojo vagabundo, el oído tormentoso,
el pez y la serpiente -
¡La mesa oscila noche afuera y noche adentro,
y sobre mí ondean las banderas de los pueblos,
y junto a mí bogan los hombres los ataúdes a tierra,
y debajo de mí es el cielo y cstrellca como en casa por San Juan!
Y yo alzo la vista hacia ti,
soleada de fuego:
recuerda el tiempo cuando la noche con nosotros subió a la montaña,
recuerda el tiempo,
recuerda que yo era lo que soy:
un maestro de mazmorras y de torres,
un aire en los tejos, un bebedor en el mar,
una palabra a la que tú ardiendo desciendes.
CUENTA LAS ALMENDRAS,
cuenta lo que era amargo y te mantuvo en vela,
cuéntame con ellas:
Yo busqué tu ojo cuando lo abriste y nadie te miraba,
hilé aquel hilo secreto
por el que el rocío que pensaste
resbaló hasta los cántaros
que protege un proverbio que de nadie encontró el corazón.
// Der Tisch woge stundauf und stundab, / der Wind füllt die Becher, / das Meer wälzr die Speise
heran: / das schweifende Aug, das gewitternde Ohr, / den Fisch und die Schlange - // Der Tisch wogt
nachtaus und nachtein, / und ühcr mir fluten die Fahnen der Völker, / und neben mir rudern die
Menschen die Särge an Land, / und unter mir himmelts und Sterins wie daheim um Johanni! // Und
ich blick hinüber zu dir, / Fcucrumsonntc: / Denk an die Zeit, da die Nacht mit uns auf den Berg
stieg, / denk an die Zeit, / denk, daß ich war, was ich bin: / ein Meister der Kerker und Türme, / ein
Hauch in den Eiben, ein Zecher im Meer, / ein Wort, zu dem du herabbrennst.
ZÄHLE DIE MANDELN,/zähle, was bitter war und dich wach hielt, /zähl mich dazu:// Ich suchte
dein Aug, als du's aufschlugst und niemand dich ansah, / ich spann jenen heimlichen Faden, / an dem
der Tau, den du dachtest, / hinunterglitt zu den Krügen, / die ein Spruch, der zu niemandes Herz
fand, behütet. //
7 9
A M A P O L A Y MEMORIA
Sólo allí entraste enteramente en esc nombre que es el tuyo,
avanzaste con píe firme hasta ti,
libres batieron los mazos en la cabeza de campana de tu silencio,
llegó a tu encuentro lo bien oído,
también lo muerto ciñó con su brazo,
y los tres os fuisteis a través de la tarde.
Hazme amargo.
Cuéntame con las almendras.
// Dort erst tratest du ganz in den Namen, der dein ist, / schrittest du sicheren Fußes zu dir, /
schwangen die Hämmer frei im Glockcnstuhl deines Schweigens, // stieß das Erlauschte zu dir, /
legte das Tote den Arm auch um dich, / und ihr ginget selhdritt durch den Abend. // Mache mich
bitter. / Zähle mich zu den Mandeln.
lunes, 14 de abril de 2014
José Emilio Pacheco visto por Miguel Ángel Zapata. Revista Alforja Número 38.
Revista de poesía Alforja número 38. Otoño del 2006.
M IGUEL Á NGEL Z APATA
José Emilio Pacheco: toda ciudad se funda en la violencia
—Las imágenes de la memoria se borran una vez
atrapadas en palabras—dijo Marco Polo.
—Quizás tengo miedo de perder a Venecia si hablo de ella.
O quizás, al hablar de otras ciudades, la he ido perdiendo poco a poco.
Italo Calvino
Desde su primer libro —Los elementos de la noche (1963)— José Emilio Pacheco (México, 1939) ha venido
escribiendo una obra sólida y coherente. En este libro se manifestaban algunos de los temas fundamentales de
su obra poética: el transcurso irremediable del tiempo, una visión crítica de la historia de México, el lenguaje
(la reflexión sobre la poesía, su tradición y forma) y las ciudades, cuya visión apocalíptica se encuentra
expresada a lo largo de toda su obra. En Los elementos de la noche se observa la preocupación del poeta por
el lenguaje y su relación con la tradición de la poesía española. En esta edición figuran cuatro sonetos
tradicionales: una “Égloga octava”, “Estancias”, y dos poemas en prosa. La preocupación por el paso del
tiempo se expresa ya en la “Égloga”: “Vivimos el presente / en función del mañana y el pasado. / Porque
seguramente no estaré ya a tu lado / en otro tiempo que nació arrasado.” Esta angustia por el devenir del
tiempo se concentra en un lenguaje contenido y moderado, que es una de las características de la poesía de
Pacheco. Mario Vargas Llosa señala algunas particularidades esenciales del primer libro del poeta mexicano:
En Los elementos de la noche son ensayadas […] con igual sabiduría formas métricas clásicas y modernas, y
se emplean los procedimientos expresivos con idéntico rigor. Desde el poema en prosa hasta el soneto de ley
rígida, Pacheco pasa de una forma de construcción, y su desenvoltura y su destreza formales son semejantes
en el verso libre o el rimado, en la poesía consonante y asonante. El conocimiento del lenguaje y la vasta
poética que su libro manifiesta, permiten a Pacheco una asombrosa libertad de movimiento en el dominio de
la forma. [ JEP , pp. 18-19]
En El reposo del fuego (1966) se continúa presentando como tema el paso del tiempo. El tiempo y la ciudad
son temas centrales en este libro, conjuntamente con una visión crítica de la historia de México. Aquí se
presiente un futuro lleno de muerte, y el tiempo aparece avanzando hacia su ocaso final, devorado por un
fuego que todo lo destruye. Esto lo vemos más claramente cuando el hablante dice: “Contempla tu dominio:
este es tu reino, / una triste ciudad de agua y aceite que sin unirse flotan.” La ciudad arquetípica de Pacheco
es inhabitable, triste, un lugar donde el progreso acaba con el aire y deja como herencia un aceite inútil. Por
otro lado, el fuego como símbolo de la destrucción seguirá apareciendo en su obra posterior. En No me
preguntes cómo pasa el tiempo (1969) el tema del tiempo y de la historia son recurrentes. El pasado y el
presente se confunden en un mismo caos, el poeta es testigo de la historia y del tiempo que vive. Por ejemplo,
en el poema “Manuscrito de Tlatelolco” se denuncia la masacre de Tlatelolco en 1968. Pacheco llama a este
texto “poema colectivo”, ya que, según declara a pie de página, fue “hecho con frases entresacadas de las
narraciones orales y, en menor medida, de las noticias periodísticas que Elena Poniatowska recoge en La
noche de Tlatelolco (1971)” [Tarde o temprano, p. 66].
A pesar de su protesta contra los estragos del progreso, de su rechazo de la versión heroica de la conquista
española y su visión desencantada de la sociedad, no podríamos hablar estrictamente de un “poeta social” —
pues no hay un programa de denuncia y acción—, sino de un poeta que es testigo de su tiempo, como lo
fueron antes, en ciertas circunstancias, Vallejo y Neruda. En los posteriores libros de Pacheco seguimos
encontrando la presencia de la ciudad. En Irás y no volverás (1973) encontramos poemas como “Tres poemas
canadienses”, donde se describe la naturaleza de Vancouver, pero al mismo tiempo se interrrelaciona la
descripción con recuerdos de la historia de los aztecas, tratándose de establecer un paralelo entre un paisaje
del presente que el poeta está mirando, con otro del pasado que reaparece en la memoria mientras observa un
nuevo entorno.
José Emilio Pacheco es un poeta que reflexiona sobre el poema y su práctica sonora, y la ve como una miseria
que va a terminar en las bibliotecas donde nadie se molestará en leerla para despertarla. El poeta cree que la
poesía “es la sombra de la memoria” y la percibe como algo que sí estremece pero solamente por un instante,
para luego volverse “brizna / polvo”. Esto se puede corroborar en los poemas “Miseria de la poesía”, “Al
terminar la clase” y “Escribo con tinta roja”. En Desde entonces (1980) hay una sección de poemas en prosa
donde se vuelven a presentar las mismas preocupaciones del poeta por el tiempo, la miseria de la poesía y la
ciudad vista como un caos de confusión y muerte. El lenguaje que se utiliza es controlado y, en este caso, es
un logro si se considera a la narratividad —que generalmente emplea el verso largo de gran aliento— como
uno de los peligros donde el poeta puede caer vencido ante los excesos del lenguaje, sobre todo en el abuso de
los adjetivos y los a veces interminables encabalgamientos. Pacheco controla las palabras haciendo
descripciones, desarrollando pensamientos en oraciones no tan largas. En este tipo de poemas el punto
seguido es usado constantemente para evitar la sobreabundancia de palabras.
La presencia de la ciudad, en medio de una naturaleza hostil, es un tema recurrente en la poesía de Pacheco.
El poeta reflexiona sobre cómo la ciudad contemporánea y sus habitantes influyen en la sensibilidad del
sujeto poético que ve y escribe. El crecimiento horizontal de la ciudad, acompañado por la construcción de
enormes autopistas, centros comerciales, galerías y trenes subterráneos produce —aparte de su aparente
progreso— un ambiente de desorden y caos al que viene a añadirse el crecimiento acelerado de la población.
La confusión y el caos posible lo podemos observar en “México: vista aérea”:
Costras
pesadas cicatrices de un desastre
Sólo montañas de aridez
arrugas
de una tierra antiquísima
volcanes
Muerta hoguera
tu tierra es de ceniza.
[Tarde o temprano, p. 165]
Esta mirada no delínea las calles, los puentes o los edificios, no se deleita en los prodigios del urbanismo, sino
que muestra la ciudad como un cuerpo estragado. Otro poema de Pacheco que enmarca las consecuencias del
crecimiento horizontal de la ciudad (autopistas, centros comerciales) es “Shopping Center” (Tarde o
temprano, pp. 231-232), donde encontramos algunos contrastes específicos entre el denominado progreso y el
aumento de la pobreza en parte de la población:
Imagina el porvenir de los colores deslumbrantes.
Contempla la plaza como un inmenso proyecto de basurero.
Y en vez de quienes comprando tratan de ajustar su imperfección
humana al imposible ente plastificado que la publicidad exige de
ellos, mira a los niños que buscan sustento en la basura.
Esta imagen representa un ambiente desolador en el cual la basura funciona como símbolo del desgaste y
derroche que propicia el consumo descontrolado. Ni el porvenir del país ni los niños son vistos por los
consumidores, que persiguen un ideal imposible. Los niños, en cambio, están en lo real, en lo básico: la
comida que acaso no se encuentra. La basura, por lo tanto, es aquí un ambiente totalizador que ocupa el
presente y el futuro de la ciudad. El poeta inscribe el costo humano de las avenidas, los automóviles y la
tecnología: al otro lado de la producción, la distribución y el consumo, está el reciclaje siniestro de la basura.
José Emilio Pacheco escribe sobre los desheredados del progreso y sus sueños incumplidos. En sus poemas
urbanos se ve un devenir sin mayor esperanza para la humanidad. Pacheco se convierte en un poeta visionario
debido a que trata de prevenir al mundo sobre lo que podría ser la destrucción de su tiempo y de su espacio.
C. G. Jung habla de la relación de la poesía con lo que él denomina la “conciencia de su época”:
Una época es como el alma de un individuo, tiene sus situaciones de conciencia especiales, y específicamente
limitadas y necesita, por tanto, de una compensación, que se procura de lo inconsciente colectivo, en la
medida en que un poeta, un vidente o un caudillo sepan asimilar lo tácito que flota en la época y hagan surgir
en la imagen o en la acción lo que la necesidad incomprendida de todos esperaba, sea para bien o para mal la
salvación de una época o para su perdición.
Pacheco es este vidente jungiano que recoge lo tácito que flota en la época que le ha tocado vivir y lo registra
en sus poemas. De esta manera trata de encontrar alguna salida a la problemática de la ciudad de México.
Escribir sobre la ciudad es estar inmerso en un mundo complejo que va camino a la barbarie: para el poeta la
ciudad se vuelve la cumbre y el abismo de la civilización actual. En esta ciudad encontramos flores y asfalto,
voces que penan y se alegran en las calles en medio del humo y la confusión de la muchedumbre. La voz
poética encuentra en el poema y su lenguaje, el lugar apacible para calmar sus miedos y premoniciones. Su
visión está centralizada en la ciudad de México, la cual recorre con la mirada crítica del lenguaje. En
“Ciudades” se perciben algunas características de su poesía más notable, y representan la temática que va a
ser la continuidad en su obra, especialmente la violencia que crea el caos y el desconcierto:
Las ciudades se hicieron de pocas cosas:
madera (Y comenzó la destrucción)
lodo piedra agua pieles
de las bestias cazadas y devoradas
Toda ciudad se funda en la violencia
y en el crimen de hermano contra hermano
[Tarde o temprano, p. 207]
Este texto podría ser el punto de partida de la poética urbana de Pacheco. La violencia es el eje central del
poema, la cual se remonta hasta los orígenes del hombre y su afán por sobrevivir ante la naturaleza. Este ser
humano tiene que destruir para construir. Entre los textos más notables que tratan este tema de la destrucción
y la muerte destaca el extenso poema “Alturas de Machu Picchu” de Pablo Neruda: “La ciudad como un vaso
se levantó en las manos / de todos, vivos, muertos, callados, sostenidos / de tanta muerte, un muro, de tanta
vida un golpe / de pétalos de piedra: la rosa permanente, la morada: / este arrecife andino de las colonias
glaciales” [p. 337]. Aquí el poeta alude a una fuerza incontenible, llena de furia: una piedra que viene de la
piedra y también de los hombres. Este texto se refiere específicamente a un lugar: la construcción de la ciudad
de Machu Picchu, construida sobre un banco de rocas entre una espesa ceja de selva. Es una ciudad levantada
con una mezcla de fuerzas, para construir los “pétalos de piedra” en lo alto de un arrecife andino. El poeta nos
habla de un viraje entre la vida y la muerte: vivos y muertos, todas las fuerzas y las sangres unidas en una sola
empresa: levantar una ciudad de piedra en medio de una naturaleza hostil. La ciudad surge como prolongación
de la naturaleza —es piedra y flor—, pero es también resultado de la labor humana que envuelve dominación
y violencia. Walter Benjamin ha escrito que “violence is a product of nature, as it were a raw material, the
use of which is in no way problematical, unless force is misused for injust ends” [p. 278]. El uso de elementos
naturales como la madera, el agua, las pieles de los animales y su carne, requieren de un cierto grado de
violencia para ser utilizados productivamente en la vida diaria. En “Ciudades”, Pacheco generaliza la
problemática de la destrucción y dice que el mundo fue creado desde el lado oscuro de la violencia. Neruda,
en cambio, se refiere a un caso específico: Machu Picchu y su museo de piedras estelares. Aun cuando ambos
textos hablan de la destrucción y la muerte, en el poema de Neruda se puede ver la labor solidaria entre los
seres humanos para construir su rosa permanente, su morada de piedra. También Neruda trata de transmitir el
sufrimiento de los oprimidos en esa ciudad, de los esclavos y los olvidos enterrados:
Machu Picchu, pusiste
piedras en la piedra, ¿y en la base harapo?
Carbón sobre carbón, ¿y en el fondo la lágrima?
Fuego en el oro, ¿y en él, temblando el rojo
goterón de la sangre?
¡Devuélveme el esclavo que enterraste!
[p. 341]
Estas asociaciones entre el rojo del carbón y la sangre muestran el sufrimiento que experimentaron muchos
hombres para levantar la ciudad. Hernán Loyola ha escrito que “la estructura de piedra acusa ante la
sensibilidad de Neruda la presencia aguda del hombre que trabajó y sufrió en la construcción de las
escalinatas” [p. 198]. La morada en el poema de Pacheco anuncia “el crimen de hermano contra hermano”. El
poeta elige para fundar la genealogía de la ciudad la línea de Caín contra Abel, hermano contra hermano, y no
la de Freud en “Totem and Taboo”, en donde la cultura se funda en la destrucción del padre. Freud se remonta
a las costumbres de algunas tribus primitivas de Australia para probar su tesis. Estas tribus poseen leyes
estrictas que castigan severamente a los que las desobedecen. Por ejemplo, los que pertenecen a un “totem”
determinado (un animal específico de los antepasados de esta raza) no pueden tener relaciones sexuales con
miembros de la misma familia, ya que son considerados consanguíneos, aun cuando biológicamente no lo
sean. Si un hombre transgrede esta ley (a través de relaciones incestuosas) “[he] is hunted down and killed by
his clansmen” [p. 810]. Es también curioso, por otro lado, que Freud, en el mismo artículo descubre que estos
mismos aborígenes australianos “do not build houses or permanent huts. They do not cultivate the soil or keep
any domestic animals except dogs; and they do not even know the art of pottery. They live exclusively on the
flesh of all sorts of animals which they kill in the chase, and on the roots which they dig” [p. 807]. Esto nos
muestra los distintos niveles de violencia y destrucción en el hombre primitivo. Algunas tribus no emplean el
lodo ni la madera destruyendo los bosques y sus árboles. La violencia se manifiesta a través de la caza de
animales para sobrevivir. Por otro lado, el tipo de violencia que nos presenta Pacheco de hermano contra
hermano es castigada por Dios al decirle a Caín que “aunque trabajes la tierra, no volverá a darte frutos.
Andarás vagando por el mundo, sin poder descansar jamás” [Génesis 5]. Caín emprende un viaje por el
mundo y, posteriormente, “Caín se unió con su mujer, y ella quedó embarazada y dio a luz a Enoc. Luego
Caín fundó una ciudad, a la que pudo por nombre Enoc, como a su hijo” [Génesis 6]. Esta ciudad, la primera
fundada en la Tierra, tuvo como antecedente la violencia y el crimen. Caín y sus descendientes tuvieron que
trabajar la tierra, cazar y talar los bosques para poder sobrevivir. Este tópico es tratado nuevamente en otro
poema de Pacheco titulado “Caín” [City of Memory, p. 180]: “Su nombre es testimonio de la caída. / Caín el
can de la corrupción, / el perro rabioso / que la tribu mata a pedradas […] Caín, nuestro padre. / El fundador
de las ciudades” [p. 184]. En este constante enfrentamiento, la naturaleza es la que pierde y, con el tiempo, la
civilización se erige sobre las ruinas de la naturaleza. El ser humano, como ser social, nace de un encuentro,
de una cooperación, tanto como de una violencia. Estos poemas de Pacheco, con su afirmación tajante —
“Toda ciudad se funda en la violencia / y en el crimen de hermano contra hermano” y “Caín, nuestro padre. /
El Fundador de las ciudades”— nos da una idea profunda de lo que es su arte poética urbana.
Desde sus primeros poemas José Emilio Pacheco avizora el desastre. En El reposo del fuego (1963) se lee:
“Pero los ritmos, imperiosos ritmos, los latidos secretos del desastre, / arden en la extensión de la
mansedumbre / que es la noche de México” [p. 51]. El poeta escoge la noche para simbolizar la aparente
tranquilidad de sus horas y para enmarcar la oscuridad en las esferas de la desolación. Según José Miguel
Oviedo, “Pacheco estaba dando un testimonio desgarrado de su preocupación humana e intelectual por la
crisis del México moderno […] Esa inquietud y esa convicción de que la urbe moderna es, en sí misma, una
ruina” [Verani, p. 29]. Esta imagen de la urbe como ruina va a servir de apoyatura a la serie de propuestas que
Pacheco desarrolla en sus poemas. Octavio Paz se ha referido a esta incidencia diciendo que la poesía de
Pacheco “se inscribe no en el mundo de la naturaleza sino en el de la cultura y, dentro de éste en su mitad en
sombra” [Verani, p. 13]. Esta ruina y esta sombra adquieren una señal premonitoria en sus versos: el
aniquilamiento parece indetenible, y su signo de destrucción está en las entrañas de una ciudad sin salida. En
“A las puertas del Metro” [Tarde o temprano, p. 221], se muestra un cuadro patético de la ciudad, y en
especial el de un sujeto que ha sido despiadadamente arrojado del paraíso de los que duermen bajo techo. En
este texto se describe a un hombre que se encuentra tirado sin conocimiento, tal vez por el excesivo consumo
de drogas o alcohol. Este ser lleva puesta una camiseta con la inscripcción “Have a Pepsi”, aludiendo a uno de
los anuncios más populares en Estados Unidos, cuyo mensaje es que el que beba “Pepsi” siempre se sentirá
bien en la vida. Mientras tanto, esta persona yace sin sentido en las puertas del Metro de la ciudad de México.
Estas imágenes descubren una profunda división de clases sociales: por un lado están “las señoras de bolso y
los señores de traje, que casi no se ven por el Metro” y, por el otro, los pobres representados por este sujeto
que también representa “cuatro siglos de hambre, violencia y opresión; pero también el genio que construyó
las pirámides e hizo posibles Macchu Picchu, el calendario maya, los códices nahuas…”. Este poema no
reduce su tema a lo personal, sino que extiende su alcance, convirtiéndose en una voz testigo de su tiempo y
de su historia. Jung ha señalado que “la esencia de la obra de arte [del poema] no consiste en hallarse preñada
de particularidades personales […] sino en elevarse por encima de lo personal y en hablar por y para el
espíritu y el corazón de la humanidad […] porque el artista es objetivo, impersonal en el más alto grado” [p.
10]. De esta manera, el poeta rescata lo tácito de su época, la conciencia que flota y se vive en la ciudad,
recuperando con imágenes vívidas el trance de la humanidad.
En poemas como “México: vista aérea” [p. 165] la mirada viene desde un avión en pleno vuelo. Burton Pike
ha estudiado este tipo de perspectiva:
When a writer looks at the city from above, he is placing himself (or his narrator) and the reader in a attitude
of contemplation rather than involvement. The elevated observer is within the city but above it at the same
time, removed from the daily life taking place on the streets and within buildings.
[p. 35]
“México: vista aérea” deja ver “las montañas de aridez” que es la visión de la ciudad desde la altura, una
hoguera recubierta de ceniza. La actitud contemplativa, en este caso, es mayor que la actitud de
involucramiento, perceptible en aquellos poemas donde el hablante se confunde con la multitud y es parte de
su flujo. La ciudad, a pesar de haber sido contemplada desde lo alto, es percibida como un caos. Este caos se
manifiesta con menos detalles descriptivos, pero condensando en la mirada la confusión y el desorden. El
hablante puede alejarse del plano de la superficie pero llega a detectar el caos, la ceniza de su historia y del
presente.
La poesía de Pacheco ofrece una variedad de temas que no se reducen obviamente sólo al de la ciudad. Pero
es en relación a la ciudad donde se presentan algunas constantes principales en su poesía. El paso del tiempo,
el amor y la muerte son la sombra de la ciudad que se consume. El poeta siente que el mundo perece:
Todo el mundo está en llamas:
lo visible
arde
y el ojo en
llamas lo interroga
[“Las palabras de Buda”, p. 57]
El fuego representa la destrucción progresiva de la humanidad y pareciera no haber esperanza, pero el poeta
mantiene una actitud interrogante desde la cual manifiesta su existencia desafiante a pesar del holocausto en
que está inmerso.
Hay otros textos donde la ciudad es vista desde otras perspectivas. Estos son: “El alba de Montevideo”,
“Amanecer en Buenos Aires” y “La lluvia en Copacabana”. En ellos late una mirada fugitiva que se maravilla
con algunos tonos (cielo celeste, luces, agua limpia) de algunas ciudades sudamericanas, al contrario de los
textos escritos sobre su ciudad natal donde el tema central es el horror y la muerte. Estos poemas son postales
que proponen un recorrido cinemático, donde el poeta es el centro rector de todas las imágenes. En “Alba de
Montevideo” se lee: “la noche lentamente se deshace ante la luna / que avanza llena de eternidad” [p. 135]. En
este caso, la luna vence a la noche (oscuridad, temor) y avanza dando en su movimiento continuo, aunque
veleidoso, señales de esperanza en el futuro. En “Amanecer de Buenos Aires”: “Rompe la luz el azul celeste /
Amanece en la Plaza San Martín” [p. 135]. Aquí los colores claros (luz, claridad, azul celeste) del cielo se
complementan con elementos naturales de la tierra (la flor), para luego crear una unión permanente entre
ambos hemisferios. Y en “La lluvia de Copacabana”: “Como cae la lluvia sobre el mar / al ritmo aunque sin
pausa se desploma / así vamos fluyendo hacia la muerte” [p. 135]. El agua y el mar forman otro contexto en
las descripciones: hay ecos de Jorge Manrique, pero en este caso es la lluvia (y no los ríos) la que nos lleva
hacia la muerte. Así se reformula el descenso hacia la muerte desde una imagen aérea representada por la
lluvia. En estos breves poemas el paisaje del cielo predomina sobre la noche que pudiera representar la
desesperanza. José Emilio Pacheco casi no intercala natura y cultura en un solo poema —como lo hacía
Baudelaire—; en cambio, desarrolla estos elementos en poemas originales, como lo comprueban estos textos
breves. Aquí no encontramos la presencia de la muchedumbre caminando por las calles, ni tampoco sentimos
aquel horror por el aire contaminado que trae la invasión incontenible del tránsito urbano. El poeta parece
encontrar, excepcionalmente (en el aire, en el cielo celeste), alguna esperanza que contrarresta su pesimismo
con relación a las grandes urbes como el Distrito Federal. Pero la mayoría de los poemas urbanos están
relacionados con la capital mexicana, la cual emite señales apocalípticas. La palabra del poeta se convierte en
una voz visionaria al someter a juicio las fallas de una urbe en constante crecimiento, y anticipando las más
funestas consecuencias. Sirva otra vez como ejemplo el poema “Shopping Center”, donde se descubre el
cuadro de confusión de las autopistas y la ansiedad de los consumidores que nunca se satisfacen:
La carretera irrespirable sirve doblemente a los fines del consumo
superfluo que no se propone satisfacer necesidades reales sino
calmar la ansiedad. Oasis y espejismo, el shopping center da la
ilusión, a quien pueda costearla, de alcanzar por un momento el
nivel que si se propagara a todos los países acabaría en una
semana con la tierra herida de muerte.
[pp. 231-232]
El ambiente que se describe está contaminado. La carretera está unida, como vía de acceso, a los centros
comerciales donde se satisface una necesidad psicológica, un modo de vida falso, tal vez consecuencia del
lavado de cerebro de los medios masivos de comunicación. Aquí lo falso son los espejismos que produce el
acelerado consumo de productos y que no satisfacen necesidades vitales. Así se comprueba que desde Los
elementos de la noche (1963), su primer libro de poemas, Pacheco ha venido escribiendo una obra coherente
donde destaca esta visión apocalíptica que avizora el desastre en cada metáfora urbana.
José Emilio Pacheco se circunscribe dentro de la tradición de los poetas visionarios, como habíamos señalado
anteriormente. Sus poemas acechan el desastre en medio de una naturaleza perpleja, la cual trata de sobrevivir
ante el desconcierto de la destrucción urbana. Hay dos poemas donde se concentran independientemente estos
elementos de natura y cultura: “La gota” y “La bola de hierro” forman parte de un libro más reciente: El
silencio de la luna (México, 1994). El primer texto dice: “La gota es un modelo de concisión: / todo el
universo / encerrado en un punto de agua […] La gota estuvo allí en el principio del mundo. / Es el espejo, el
abismo, / la casa de la vida y la fluidez de la muerte” [p. 86]. La gota, como partícula esférica representa en su
cristalinidad el origen del mundo, y también el retorno al origen del mundo, al primer universo, la casa, donde
habita la muerte. La gota es la concisión del lenguaje y la transparencia por la que el poeta rememora frente a
su espejo. En “La bola de hierro” la imagen que sugiere es la de una gota rellena de hierro (gota metálica), la
cual destruye o es empleada para destruir edificios antiguos y levantar lo que será el inicio de la post-ciudad,
una nueva masa de torres y edificios que comienzan precipitadamente a recubrir el planeta después de una
“saludable” destrucción de los antiguos cimientos. La bola de hierro dice: “Como un rayo redondo / o un
perdigón de Dios acabo con todo” [p. 87]. La fuerza que impera en esta bola está relacionada con la dureza de
la naturaleza, en este caso representada por el rayo. Aquí la furia también puede ser enviada desde los cielos:
una altura inalcanzable, un castigo que arrasa con la tierra. El modelo circular une geométricamente las
columnas del poema, dando como resultado intensidades dispares. Estas fuerzas secretas son las que rigen la
mejor poesía de José Emilio Pacheco. En algunos casos las fuerzas se contraponen y, al mismo tiempo, se
intra-alimentan.
Hay una luz que matiza los contornos de los objetos observados: esta luz permanece en casi todos sus
poemas; de alguna manera los textos son globos de luz, lluvia de sílabas que caen a tierra para volar entre la
vida y la muerte. “La gota es un modelo de concisión” se me ha quedado en la memoria. Esta concisión le
viene desde sus primeras publicaciones, en las cuales da fe de su preocupación por el lenguaje y sus
troquelaciones más diversas. Thomas Hoeksema dice que Pacheco “está fundamentalmente preocupado por el
papel del poeta y el significado de la poesía en un mundo de guerra cruel, sufrimientos e injusticias
universales. Pacheco siempre ha sido un poeta muy autoconsciente: abundan las alusiones al arte del poeta o
su presencia en el poema” [Verani, p. 94]. Esta miseria fértil es la que ha venido acechando a Pacheco desde
sus inicios. Los resultados son óptimos para el poeta y sus lectores. Desde su ventana de neblina y cielo
celeste ha penetrado la selva del lenguaje y la ciudad. Estos viajes han sido continuos y practicados hasta el
hastazgo: viajes interiores de la razón, viajes al aire libre, viajes donde el hablante vuela y mira hacia abajo
sorprendido por las luces que no ve: viajes de la duda y el reencuentro con la memoria del presente. Dante fue
acaso el primer poeta que viajó por esa selva, dudando y reconstruyendo, tentado por la metáfora del infierno.
Sin embargo, la poesía de José Emilio Pacheco continúa —en un texto urbano distinto— la huella dejada por
Charles Baudelaire. En “Shopping Center” retoma uno de los tópicos de Baudelaire: el de la pobreza de los
niños. Baudelaire escribe sobre una memoria pertinaz, sobre la experiencia pasada de un contacto con la
naturaleza que pervive radiante en la memoria. Su voz se llena de júbilo al describir los aspectos naturales de
la tierra: el sol y el cielo, siempre presentes —como un gran ojo abierto en la memoria— con su calor y
luminosidad. Al igual que Baudelaire, Pacheco reconfirma su desazón ante el progreso de su ciudad, su
desprendimiento de un progreso que no le toca. El poeta mexicano habla de la ciudad en ruinas, no sólo por el
caos y la multitud, sino por el caos que ocasiona un movimiento telúrico que todo lo destruye. Justamente en
el poema “Las ruinas de México (Elegía del retorno)” emplea el siguiente epígrafe: “Y entonces sobrevino de
repente un gran terremoto. —Hechos de los Apóstoles 16: 26”. Aquí se describe la destrucción de la materia
que se desploma y se hace polvo: “El día se vuelve noche. / el polvo es el sol / y el estruendo lo llena todo” [p.
104]. Todo el paisaje ha cambiado: el polvo se convierte en el elemento destructor que sobrevive a la muerte.
El polvo es el símbolo del sacrificio de los caídos, la muerte danzando bajo los escombros de los edificios, es
el sol derretido en el aire. Al final del desastre el triunfo pertenece a la naturaleza: ella reverdecerá en la
primavera, de manera natural, pero la ciudad ya no volverá a vestir sus antiguas formas de rascacielos
infinitos: “Lo que ayer fue jardín es hoy tumulto de hojas […] La ciudad / jamás renacerá como estas hojas”
[p. 140].
Así, José Emilio Pacheco encuentra su poética visionaria en el viaje por el mundo de la multitud y su
impecable soledad. El poeta se eleva por temporadas al paraíso y desciende al infierno en medio de una
naturaleza que se resiste a sucumbir en la hoguera de las ciudades. Sus poemas no nos cuentan una historia ni
tratan de reconstruir la historia de México, valiéndose de datos, fechas o acordes bibliográficos. Por el
contrario, esta voz se comunica por medio de un lenguaje transparente, el cual retorna al origen para
mostrarnos el desgarramiento del mundo y su santuario de promesas incumplidas. Sus textos son la caja de
resonancia de ciudades decapitadas que deambulan por el planeta: voces, gritos, calamidades, deseos, aire
negro, luz y cuerpos que sobreviven al fuego en su viaje por la luz y la ceniza. En medio de este caos y
confusión urbanos, el poeta se da tiempo para observar y transmitir su encuentro con la naturaleza del cuerpo
femenino que se confunde con la luz del mundo, creando con su encuentro una nueva fuerza, una luz que nos
sobrecoge: “La luz nació para que el resplandor de este cuerpo / le diera vida. / Un día más / sobrevive la
tierra gracias a ella / que sin saberlo / es el sol / entre el rumor de las frondas” [“Lluvia de sol”, City of
memory, p. 48].
La naturaleza es un segmento esencial en su poética, aparece como la luz que sube y baja en el paisaje y que
abre la comunicación entre lo “alto” y lo “bajo” (cielo, aire, niebla, tierra, frondas de hierba), creando una
fusión determinante con los elementos urbanos que se describen. El breve poema “Bogotá” ratifica esta
afirmación: “Dura ciudad entre las dos montañas. / La niebla / hace más real lo que sucede aquí abajo” [City
of memory, p. 20]. Aun cuando es difícil delimitar la poesía de Pacheco a una sola temática, su mirada
visionaria relacionada con los elementos urbanos y la naturaleza, reaparecen en forma concisa a lo largo de su
obra poética. Natura y cultura sobreviven ante un lenguaje que se niega a sucumbir en las cenizas del tiempo.
La ciudad y su aire negro se estremecen con las frondas de hierba; mientras tanto, el poeta sigilosamente la
acecha con el fulgor y la materialidad de su lengua transparente.
Obras citadas
Walter Benjamin, “Critique of violence”, en Reflections, essays, aohorisms, autobiographical writings,
Harcourt Brace Jovanovich, Nueva York, 1978, pp. 277-300.
Casiodoro de Reina (trad.), La Santa Biblia, Sociedades Bíblicas Unidas, Lima, 1960.
Sigmund Freud, “The savage’s dread of incest”, en The basic writings of Sigmund Freud, Random House,
Nueva York, 1938, pp. 807-820.
Carl Gustav Jung, Filosofía de la ciencia literaria, Fondo de Cultura Económica, México, 1943.
Hernán Loyola, “Poema-síntesis”, en Aproximaciones a Pablo Neruda, simposio dirigido por Ángel Flores,
Libres de Sinera, Barcelona, 1974, pp. 190-199.
Pablo Neruda, Obras completas, Lozada, Buenos Aires, 1973.
José Emilio Pacheco, Tarde o temprano, Fondo de Cultura Económica, México, 1980.
——, El silencio de la luna, Era, México, 1995.
——, City of Memory and other poems, City Lights Books, San Francisco, California, 1997 [edición bilingüe
que contiene Ciudad de la memoria y Miro la tierra, publicados anteriormente en español por Era, México,
1986 y 1989 respectivamente].
Burton Pike, The image of the city in modern literature, Princeton University Press, Princeton, New Jersey,
1981.
Hugo Verani, José Emilio Pacheco ante la crítica, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 1987.
Moradas de la voz. Notas sobre la poesía hispanoamericana contemporánea, Universidad Nacional Mayor de
San Marcos, Lima, 2002. José Emilio Pacheco, Tarde o temprano, Fondo de Cultura Económica, México,
1980.
Karl Stig-Erland Larsson
Karl Stig-Erland Larsson, conocido simplemente como Stieg Larsson (Skelleftehamn, Condado de Västerbotten, 15 de agosto de 1954 - Estocolmo, 9 de noviembre de 2004) fue un periodista y escritor sueco.
Saltó a la fama tras su muerte, con la publicación de la trilogía de novelas policiacas Millennium:
- Los hombres que no amaban a las mujeres.
- La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina.
- La reina en el palacio de las corrientes de aire.
Larsson creció en el campo, en la pequeña comunidad de Norsjö, unos 100 km al norte de Umeå. (Norsjö aparece en uno de los capítulos de Los hombres que no amaban a las mujeres). Vivió con sus abuelos hasta la muerte de su abuelo en 1962. Entre 1977 y 1999 trabajó como diseñador gráfico para la agencia de noticias Tidningarnas Telegrambyrå (TT).
Militó en la Kommunistiska Arbetareförbundet (Liga Comunista de Trabajadores). Profundamente comprometido en la lucha contra el racismo y la ultraderecha antidemocrática, participó a mediados de los 80 en la fundación del proyecto antiviolencia Stop the Racism. En 1995 fue uno de los promotores de la Fundación Expo, dedicada a `estudiar y cartografiar las tendencias antidemocráticas, de extrema derecha y racistas en la sociedad`.
Desde 1999 fue director de la revista de la fundación, también llamada Expo. Escribió varios libros de investigación periodística acerca de los grupos nazis de su país y de las conexiones entre la extrema derecha y el poder político y financiero.
Larsson sentía también un gran interés por la ciencia ficción. Era presidente de la sociedad escandinava de dicho género.
La serie Millennium:
Larsson comenzó a escribir novelas policíacas por las noches, como diversión, en el año 2001. En un primer momento, se planteó, junto con el periodista Kenneth A., de la agencia de noticias TT, escribir una historia sobre los personajes Hernández y Fernández, de Las aventuras de Tintín. Más tarde se propuso imaginar cómo se desenvolvería en la sociedad actual la célebre Pippi Calzaslargas creada por la escritora sueca Astrid Lindgren: así creó a uno de los protagonistas de sus ficciones, la investigadora Lisbeth Salander.
Como contrapunto, creó a otro personaje más equilibrado, el periodista de investigación Mikael Blomkvist (cuyo nombre evoca también el de otro personaje de Lindgren, el niño detective Kalle Blomkvist). A partir de ahí creó al resto de los personajes de la denominada serie `Millennium`, por el nombre de la revista en que trabaja Blomkvist.
Cuando finalizó el segundo volumen de la serie, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, teniendo el diseño de la trama del tercero cerrado, pasó su manuscrito a un amigo editor.
Falleció en 2004, a los 50 años, de un ataque al corazón, días después de haber entregado a su
editor el tercer volumen de la serie, La reina en el palacio de las corrientes de aire, y poco antes de que se publicara el primero (Los hombres que no amaban a las mujeres). No llegó a ver publicada la obra que le llevaría a la fama, y su temprana muerte truncó el plan de continuar la serie, como algunos de sus allegados afirman.
Su compañera durante 32 años, la arquitecta sueca Eva Grabrielsson, asegura que cuando Larsson falleció ya había comenzado a escribir la cuarta novela de la serie. Recientemente, una página web francesa muy influyente (www.evene.fr) calificó a Larsson de «figura legendaria, cuyo extraordinario genio literario ha creado una de las obras literarias más importantes del siglo XXI... Las tres novelas constituyen un auténtico fresco de la sociedad moderna que no puede compararse a lo que ningún escritor de novela criminal ha hecho nunca antes.».
En 2009 se ha estrenado una adaptación cinematográfica de la primera novela de la serie, una película dirigida por Niels Arden Oplev con los actores suecos Michael Nyqvist y Noomi Rapace en los papeles protagonistas.
Harriet Vanger desapareció hace treinta y seis años en una isla sueca propiedad de su poderosa familia. A pesar del despliegue policial, no se encontró ni rastro de la muchacha. ¿Se escapó? ¿Fue secuestrada? ¿Asesinada? El caso está cerrado y los detalles olvidados. Pero su tío Henrik Vanger, un empresario retirado, vive obsesionado con resolver el misterio antes de morir. En las paredes de su estudio cuelgan cuarenta y tres flores secas y enmarcadas. Las primeras siete fueron regalos de su sobrina, las otras llegaron puntualmente para su cumpleaños, de forma anónima, desde que Harriet desapareció. Mikael Blomkvist acepta el extraño encargo de Vanger de retomar la búsqueda de su sobrina.
Periodista de investigación y alma de la revista Millennium, dedicada a sacar a la luz los trapos sucios de la política y las finanzas, Blomkvist está vigilado y encausado por una querella por difamación y calumnia presentada por un gran grupo industrial que amenaza con arruinar su carrera y su reputación.
Contará con el regalo inesperado de Lisbeth Salander, una peculiar investigadora privada, socialmente inadaptada, tatuada y llena de piercings, pero con extraordinarias e insólitas cualidades.
Fuente: N.N.
(Fragmento).
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domingo, 13 de abril de 2014
Alice Munro.
Alice Munro nació en Wingham, Ontario, en julio de 1931. Vivió primero en una granja al oeste de esa provincia canadiense, en una época de depresión económica, esta vida tan elemental fue decisiva como trasfondo en una parte de sus relatos. Conoció muy joven a James Munro,se casó en 1951, y se instalaron en Vancouver. Tuvo su primera hija a los 21 años. Luego, ya con sus tres hijas, en 1963 se trasladó a Victoria, donde manejó con su marido una librería. Se divorció en 1972, y al regresar a su estado natal se convirtió en una fructífera escritora-residente en su antigua universidad. Volvió a casarse en 1976, con Gerald Fremlin. A partir de entonces, consolidó su carrera de escritora, ya bien orientada.
Se había iniciado de joven con cuentos (escritos desde 1950), escritos en el poco tiempo que había tenido hasta entonces, así como había publicado dos recopilaciones de relatos y una novela. Antes de 1976, escribió Dance of the Happy Shades (1968), sus primeros cuentos, algunos muy tempranos en su vida1 , pero también la importante novela Las vidas de las mujeres (1971), y los relatos entrelazados Something I’ve Been Meaning to Tell You (1974).Luego, publicó nuevas colecciones de relatos The Beggar Maid (1978), Las lunas de Júpiter, The Progress of Love (1986), Amistad de juventud y Secretos a voces (1994). Ya había sido traducida al español en esa década, pero empezó a ser conocida definitivamente en nuestro siglo, con los relatos de Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio (2001) y luego con los de Escapada (2004). Se había mantenido como una escritora algo secreta.2En La vista desde Castle Rock, 2006, hizo un balance de la historia remota de su familia, en parte escocesa, emigrada al Canadá, y describió ampliamente las dificultades de sus padres.Por entonces, habló de retirarse, pero la publicación del excelente Demasiada felicidad (nuevos cuentos, aparecidos en 2009), lo desmintió. Además, en 2012 ha publicado otro libro de relatos —con el rótulo Dear Life (Mi vida querida)—, son cuentos más despojados y más centrados en el pretérito.3 En su última sección se detiene en un puñado de recuerdos personales, que pueden verse como una especie de confesión definitiva de la autora, pues son `las primeras y últimas cosas -también las más fieles-, que tengo que decir sobre mi propia vida`. Munro, que no se ha prodigado en la prensa, ha reconocido el influjo inicial de grandes escritoras —Katherine Anne Porter, Flannery O`Connor, Carson McCullers o Eudora Welty—, así como de dos narradores: James Agee y especialmente William Maxwell. Sus relatos breves se centran en las relaciones humanas analizadas a través de la lente de la vida cotidiana. Por esto, y por su alta calidad, ha sido llamada `la Chéjov canadiense`. Sus libros más recientes son Demasiada felicidad (2010), La vida de las mujeres (2011) y Mi vida querida , publicado este año en la Argentina. Éste último está compuesto por catorce relatos, donde se mezclan la ficción y la autobiografía.
El 10 de octubre de 2013 la Real Academia Sueca de Estocolmo le otorgó el Premio Nobel de Literatura
Fuente: N.N.
***
DIMENSIONES.
Doree está tratando de rehacer su vida. Ahora se hace llamar Fleur,
lleva el pelo teñido y corto, y trabaja de camarera en un pueblo
bastante alejado de donde vivía antes. A pesar de sus esfuerzos, no
puede evitar seguir visitando a su exmarido en la cárcel. Un día de la
manera menos pensada recibe un consuelo inesperado.
En Dimensiones, la premio Nobel de literatura hace gala de su maestría a la hora de describir la vida interior de sus personajes y nos sumerge de lleno en una historia psicológica subyacente más profunda que va más allá de la anécdota.
En Dimensiones, la premio Nobel de literatura hace gala de su maestría a la hora de describir la vida interior de sus personajes y nos sumerge de lleno en una historia psicológica subyacente más profunda que va más allá de la anécdota.
(Fragmento).
Dimensiones
Doree tenía que coger tres autobuses, uno hasta Kincardine, donde esperaba el de London, donde volvía a esperar el autobús urbano que la llevaba a las instalaciones. Empezaba la excursión el domingo a las nueve de la mañana. Debido a los ratos de espera entre un autobús y otro eran casi las dos de la tarde cuando había recorrido los ciento sesenta y pocos kilómetros. Sentarse en los autobuses o en las terminales no le importaba. Su trabajo cotidiano no era de los de estar sentada.
Era camarera del Blue Spruce Inn. Fregaba baños, hacía y deshacía camas, pasaba la aspiradora por las alfombras y limpiaba espejos. Le gustaba el trabajo, le mantenía la cabeza ocupada hasta cierto punto y acababa tan agotada que por la noche podía dormir. Rara vez se encontraba con un auténtico desastre, aunque algunas de las mujeres con las que trabajaba contaban historias de las que ponen los pelos de punta. Esas mujeres eran mayores que ella y pensaban que Doree debía intentar mejorar un poco. Le decían que debía prepararse para un trabajo cara al público mientras fuera joven y tuviera buena presencia. Pero ella se conformaba con lo que hacía. No quería tener que hablar con la gente.
Ninguna de las personas con las que trabajaba sabía qué había pasado. O, si lo sabían, no lo daban a entender. Su fotografía había aparecido en los periódicos, la foto que él había hecho, con ella y los tres niños: el recién nacido, Dimitri, en sus brazos, y Barbara Ann y Sasha a cada lado, mirándolo. Entonces tenía el pelo largo, castaño y ondulado, con rizo y color naturales, como le gustaba a él, y la cara con expresión dulce y tímida, que reflejaba menos cómo era ella que cómo quería verla él.
Desde entonces llevaba el pelo muy corto, teñido y alisado, y había adelgazado mucho. Y ahora la llamaban por su segundo nombre, Fleur. Además, el trabajo que le habían encontrado estaba en un pueblo bastante alejado de donde vivía antes.
Era la tercera vez que hacía la excursión. Las dos primeras, él se había negado a verla. Si se negaba otra vez, ella dejaría de intentarlo. Aunque aceptara verla, a lo mejor no volvería durante una temporada. No quería pasarse. En realidad, no sabía qué haría.
En el primer autobús no estaba muy preocupada; se limitaba a mirar el paisaje. Se había criado en la costa, donde existía lo que llamaban primavera, pero aquí el invierno daba paso casi sin solución de continuidad al verano. Un mes antes había nieve, y de repente hacía calor como para ir en manga corta. En el campo había charcos deslumbrantes, y la luz del sol se derramaba entre las ramas desnudas.
En el segundo autobús empezó a ponerse un poco nerviosa, y le dio por intentar adivinar qué mujeres se dirigían al mismo sitio. Eran mujeres solas, por lo general vestidas con cierto esmero, quizá para aparentar que iban a la iglesia. Las mayores tenían aspecto de asistir a iglesias estrictas, anticuadas, donde había que llevar falda, medias y sombrero o algo en la cabeza, mientras que las más jóvenes podrían haber formado parte de una hermandad más animada, que permitía los trajes pantalón, los pañuelos de vivos colores, los pendientes y los cardados.
Doree no encajaba en ninguna de las dos categorías. Durante el año y medio que llevaba trabajando no se había comprado ropa. En el trabajo llevaba el uniforme, y en los demás sitios, vaqueros. Había dejado de maquillarse porque él no se lo consentía, y ahora, aunque podría hacerlo, no lo hacía. El pelo de punta de color maíz no pegaba con su cara lavada y huesuda, pero no importaba.
En el tercer autobús encontró un asiento junto a la ventanilla e intentó mantener la calma leyendo los rótulos, los de los anuncios y los de las calles. Tenía un truco para mantener la cabeza ocupada. Cogía las letras de cualquier palabra en la que se fijara e intentaba ver cuántas palabras nuevas podía formar con ellas. De «cafetería», por ejemplo, le salían «te», «té», «fea», «cara», «cafre», «rifa», «cate» y…, un momento…, «aire». Las palabras no escaseaban a la salida de la ciudad, pues el autobús pasaba por delante de vallas publicitarias, tiendas gigantescas, aparcamientos e incluso globos amarrados a los tejados con anuncios de rebajas.
Doree tenía que coger tres autobuses, uno hasta Kincardine, donde esperaba el de London, donde volvía a esperar el autobús urbano que la llevaba a las instalaciones. Empezaba la excursión el domingo a las nueve de la mañana. Debido a los ratos de espera entre un autobús y otro eran casi las dos de la tarde cuando había recorrido los ciento sesenta y pocos kilómetros. Sentarse en los autobuses o en las terminales no le importaba. Su trabajo cotidiano no era de los de estar sentada.
Era camarera del Blue Spruce Inn. Fregaba baños, hacía y deshacía camas, pasaba la aspiradora por las alfombras y limpiaba espejos. Le gustaba el trabajo, le mantenía la cabeza ocupada hasta cierto punto y acababa tan agotada que por la noche podía dormir. Rara vez se encontraba con un auténtico desastre, aunque algunas de las mujeres con las que trabajaba contaban historias de las que ponen los pelos de punta. Esas mujeres eran mayores que ella y pensaban que Doree debía intentar mejorar un poco. Le decían que debía prepararse para un trabajo cara al público mientras fuera joven y tuviera buena presencia. Pero ella se conformaba con lo que hacía. No quería tener que hablar con la gente.
Ninguna de las personas con las que trabajaba sabía qué había pasado. O, si lo sabían, no lo daban a entender. Su fotografía había aparecido en los periódicos, la foto que él había hecho, con ella y los tres niños: el recién nacido, Dimitri, en sus brazos, y Barbara Ann y Sasha a cada lado, mirándolo. Entonces tenía el pelo largo, castaño y ondulado, con rizo y color naturales, como le gustaba a él, y la cara con expresión dulce y tímida, que reflejaba menos cómo era ella que cómo quería verla él.
Desde entonces llevaba el pelo muy corto, teñido y alisado, y había adelgazado mucho. Y ahora la llamaban por su segundo nombre, Fleur. Además, el trabajo que le habían encontrado estaba en un pueblo bastante alejado de donde vivía antes.
Era la tercera vez que hacía la excursión. Las dos primeras, él se había negado a verla. Si se negaba otra vez, ella dejaría de intentarlo. Aunque aceptara verla, a lo mejor no volvería durante una temporada. No quería pasarse. En realidad, no sabía qué haría.
En el primer autobús no estaba muy preocupada; se limitaba a mirar el paisaje. Se había criado en la costa, donde existía lo que llamaban primavera, pero aquí el invierno daba paso casi sin solución de continuidad al verano. Un mes antes había nieve, y de repente hacía calor como para ir en manga corta. En el campo había charcos deslumbrantes, y la luz del sol se derramaba entre las ramas desnudas.
En el segundo autobús empezó a ponerse un poco nerviosa, y le dio por intentar adivinar qué mujeres se dirigían al mismo sitio. Eran mujeres solas, por lo general vestidas con cierto esmero, quizá para aparentar que iban a la iglesia. Las mayores tenían aspecto de asistir a iglesias estrictas, anticuadas, donde había que llevar falda, medias y sombrero o algo en la cabeza, mientras que las más jóvenes podrían haber formado parte de una hermandad más animada, que permitía los trajes pantalón, los pañuelos de vivos colores, los pendientes y los cardados.
Doree no encajaba en ninguna de las dos categorías. Durante el año y medio que llevaba trabajando no se había comprado ropa. En el trabajo llevaba el uniforme, y en los demás sitios, vaqueros. Había dejado de maquillarse porque él no se lo consentía, y ahora, aunque podría hacerlo, no lo hacía. El pelo de punta de color maíz no pegaba con su cara lavada y huesuda, pero no importaba.
En el tercer autobús encontró un asiento junto a la ventanilla e intentó mantener la calma leyendo los rótulos, los de los anuncios y los de las calles. Tenía un truco para mantener la cabeza ocupada. Cogía las letras de cualquier palabra en la que se fijara e intentaba ver cuántas palabras nuevas podía formar con ellas. De «cafetería», por ejemplo, le salían «te», «té», «fea», «cara», «cafre», «rifa», «cate» y…, un momento…, «aire». Las palabras no escaseaban a la salida de la ciudad, pues el autobús pasaba por delante de vallas publicitarias, tiendas gigantescas, aparcamientos e incluso globos amarrados a los tejados con anuncios de rebajas.
viernes, 11 de abril de 2014
José Saramago

No obstante, la celebridad y el reconocimiento a escala internacional le llegan con la aparición en 1982 de su ya legendaria novela Memorial del convento, a la que siguió El año de la muerte de Ricardo Reis. En esta última, su precisa y sentimental indagación del universo de Fernando Pessoa -a través de uno de sus heterónimos- se convierte casi de inmediato en una obra «de culto», que cruza todas las fronteras. El trabajo narrativo de José Saramago goza desde entonces de una admiración sin límites, que cada nuevo título va confirmando: La balsa de piedra (1986), Historia del cerco de Lisboa (1989), El evangelio según Jesucristo (1991), Casi un objeto (1994), Viaje a Portugal (1995) o Ensayo sobre la ceguera (1996). Todos estos textos -que suscitan tantos elogios como reñidos debates- consagran a José Saramago como una de las principales figuras de la literatura de este siglo.
Distinguido por su labor con numerosos galardones y doctorados honoris causa (por las Universidades de Turín, Sevilla, Manchester, Castilla-La Mancha y Brasilia), José Saramago ha logrado compaginar sus viajes y su labor literaria con su amor a Lisboa y sus estancias en Lanzarote, lugares en los que reside alternativamente y donde lleva adelante su búsqueda artística de todo aquello que la historia no recoge, sustrayéndolo al conocimiento del hombre. Algo que señala con justificada reiteración en Cuadernos de Lanzarote, verdadera autobiografía espiritual donde Saramago subraya las líneas maestras que guían su escritura.
Ha recibido el Premio Camoes, equivalente al Premio Cervantes en los países de lengua portuguesa.
***
Un hombre parado ante un semáforo en rojo se queda ciego súbitamente. Es
el primer paso de una `ceguera blanca` que se expande de manera
fulminante. Internados en cuarentena o perdidos en la ciudad, los ciegos
tendrán que enfrentarse con lo que existe de más primitivo en la
naturaleza humana: la voluntad de sobrevivir a cualquier precio. Ensayo sobre la ceguera es la ficción de un autor que nos alerta sobre la `responsabilidad de tener ojos cuando otros los perdieron`. José Saramago traza en este libro una imagen aterradora y conmovedora de los sombríos tiempos que estamos viviendo y se pregunta sobre la posibilidad de sostener la esperanza. El lector conocerá una experiencia imaginativa única. En un mundo donde se cruzan literatura y sabiduría, esta novela nos obliga a parar, cerrar los ojos y `ver`. Recuperar la lucidez y rescatar el afecto son dos propuestas fundamentales de esta obra que es, también, una reflexión sobre la ética del amor y la solidaridad. `Hay en nosotros una cosa que no tiene nombre, esa cosa es lo que somos`, declara uno de los personajes. Tal vez el deseo más profundo del ser humano sea poder darse a sí mismo, un día, su nombre verdadero.
Fuente:N.N.
jueves, 10 de abril de 2014
Carlos Fuentes: "Vlad".
Termino de leer “Vlad” de Carlos Fuentes. Una novela corta. Un final inesperado. “Vlad” es una historia bien entretenida, con lenguaje coloquial, y que a partir de la mitad de la historia el ritmo narrativo se incrementa.
“Vlad” es un vampiro, “Vlad” es el vampiro típico que llega de Europa a la ciudad de México con sed de sangre pero, ¿qué secreto más macabro que su mismo vampirismo esconde? Vladimir Radu llega a México acompañado de un grupo de personas que le asisten y otras más al final de la novela se le unirán por siempre.
Navarro (notario y abogado) es el encargado de dar seguimiento a la compra de la mansión del enigmático Vladimir Radu quien señala del cómo deberá de ser remodelada para su gusto particularísimo cada habitación incluyendo un pasadizo subterráneo.
No es difícil obtener la propiedad y complacer al conde porque, la esposa de Navarro, la joven Asunción es corredora de Bienes Raíces.
La obra de Carlos Fuentes posee la originalidad de que, si bien es cierto, toma prestada parte de la línea argumental de la mítica novela de Bram Stoker “Drácula”, los argumentos secundarios son diferentes.
Un clásico de la Literatura Universal como “Drácula”, en manos de otro ya “clásico” escritor latinoamericano: Carlos Fuentes quien reinventa la historia del vampiro en ciudad de México.
J.Méndez-Limbrick.
VLAD.
Fragmento.
"...Las divagaciones de mi cliente volvían difícil la conversación. Me di cuenta de que el small talk no cabía en la relación con el conde y las sentencias metafísicas sobre la vida y la muerte no son mi especialidad. Agudo, Vlad («Llamadme Vlad», «Soy Vlad para los amigos») se levantó y se fue al piano. Allí empezó a tocar el más triste preludio de Chopin, como una extraña forma de entretenerme. Me pareció, de nuevo, cómica la manera como la peluca y el bigote falsos se tambaleaban con el movimiento impuesto por la interpretación. Mas no reía al ver esas manos con uñas transparentes acariciando las teclas sin romperse.
Mi mirada se distrajo. No quería que la figura excéntrica y la música melancólica me hipnotizaran. Bajé la cabeza y me fasciné nuevamente con algo sumamente extraño. El piso de mármol de la casa contaba con innumerables coladeras, distribuidas a lo largo del salón.
Empezó a llover afuera. Escuché las gotas golpeando las ventanas condenadas. Nervioso, me incorporé otorgándome a mí mismo el derecho de caminar mientras oía al conde tocar el piano. Pasé de la sala al comedor que daba sobre la barranca. Las ventanas, también aquí, habían sido tapiadas. Pero en su lugar, un largo paisaje pintado —lo que se llama en decoración un engaño visual, un trompe l’oeil— se extendía de pared a pared. Un castillo antiguo se levantaba a la mitad del panorama desolado, escenas de bosques secos y tierras yermas sobrevoladas por aves de presa y recorridas por lobos. Y en un balcón del castillo, diminutas, una mujer y una niña se mostraban asustadas, implorantes".
miércoles, 9 de abril de 2014
William Seward Burroughs
(EEUU, 1914-1997)
William Seward Burroughs escritor estadounidense y artista experimental. Nació en Saint Louis (Missouri), y terminó sus estudios en la Universidad de Harvard en 1936. Durante un breve periodo estudió medicina en Viena y antropología de nuevo en Harvard. Burroughs desempeñó diversos oficios y pasó un tiempo en el Ejército antes de establecerse en Nueva York, en 1943. En 1944 conoció a Allen Ginsberg y Jack Kerouac, con quienes colaboró en la fundación del movimiento literario conocido como Beat generation. En esta misma ciudad conoció a Joan Vollmer Adams, con quien contrajo matrimonio civil. Las amistades de Burroughs, su adicción a las drogas y la muerte accidental de su mujer en 1951 configuraron sus primeros escritos literarios. En 1949 abandonó su país y llevó una vida de artista exiliado en México, Tánger, París y Londres. Regresó a Nueva York en 1974 y en 1981 se estableció en Lawrence (Kansas). La experimentación literaria está presente en todas las novelas de Burroughs, donde la fuerza visionaria se combina con la sátira social y el uso del montaje, el collage y la improvisación. Fue el inventor de la rutina (una fantasía satírica improvisada), el corte (una técnica de collage aplicada a la prosa que consiste en cortar y mezclar el texto) y las mitologías pop (creadas a partir de la cultura popular). Entre sus novelas destacan Yonqui (1953), El almuerzo desnudo (1959), El aparato blando (1961), El billete que explotó (1962), Nova Express (1964), Los chicos salvajes (1971), Exterminador (1973), Port of Saints (1975), Ciudades de la noche roja (1981), El lugar de los caminos muertos (1984), Queer (1985) y Tierras del occidente (1987). El almuerzo desnudo, basada en sus experiencias con las drogas, está considerada una obra clave. El explícito lenguaje sexual de la novela, así como la evocación de imágenes grotescas, provocaron la prohibición del libro en Boston (Massachussetts). Esta prohibición se levantó tras un juicio que tuvo lugar en 1965 y 1966 y que supuso el fin de la censura en Estados Unidos. Burroughs escribió también prosa experimental, relatos, novelas cortas y ensayos. Colaboró con otros escritores y artistas en proyectos literarios, cinematográficos, musicales y multimedia. En la década de 1980 se dedicó a la pintura y realizó diversas exposiciones. En 1995 publicó un libro de memorias titulado Mi educación: un libro de sueños.
***
“Yonqui” 1949, publicada en EEUU en 1953, gracias a las incansables
gestiones y correcciones de Allen Ginsberg. No olvidemos que este fue un
libro muy incómodo para el mundo editorial estadounidense de principios
de los cincuenta, tanto por su temática como por su estilo. Por esta
razón sale en un formato “pulp” y firmado con el pseudónimo William Lee ,
dentro de la editorial Ace Books de Carl Solomon , quien obliga a
BURROUGHS a escribir una nota introductoria con tono moralista para
cubrirse las espaldas ante la moral bienpensante de la época. La novela retrata la cotidianidad del adicto y la lucha constante contra las resistencias de los médicos y farmacéuticos a dispensar narcóticos (algo impensable tan sólo veinte años antes, cuando estos mismos profesionales eran el principal grupo social de adictos y/o difusores de la adicción yatrogénica). Diversos historiadores de las sustancias psicoactivas ( Antonio Escohotado , Richard Rudgley, Sadie Plant ...) han destacado la influencia determinante de esta novela de Burroughs en la aparición del concepto de yonqui como estereotipo sociológico, muy diferenciado del adicto a opiáceos de siglos anteriores (tanto del morfinómano sanitario como del fumador de opio), cuyo ocaso queda reflejado en la novela autobiográfica “Diary of a drug fiend” (1922) de Aleister Crowley .
(Fragmento)YONQUI.
UNO
Mi primera experiencia con droga fue durante la guerra, en 1944 o 1945. Había conocido a un hombre llamado Norton que por entonces traba-jaba en unos astilleros. Norton, cuyo verdadero nombre era Morelli o algo así, había sido expul-sado del Ejército antes del comienzo de la guerra por falsificar cheques, y fue clasificado 4-F debido a su mal carácter. Se parecía a George Raft, aun-que era más alto. Norton estaba intentando me-jorar su inglés y adquirir unos modales afables, educados. Sin embargo, en él la afabilidad no re-sultaba natural. En calma, su expresión era hosca y sombría, y se daba uno cuenta de que siempre tenía ese aspecto sórdido en cuanto le dabas la espalda.
Norton era un ladrón empedernido, y no se sentía bien si no robaba algo todos los días en los astilleros donde trabajaba. Alguna herramien-ta, unas latas de conservas, un par de monos de mecánico, cualquier cosa. Un día me llamó y me dijo que había robado una metralleta Thompson. ¿Sabía de alguien que quisiera comprarla? Yo le dije:
—Es posible. Tráela.
&■-. ■
La escasez de viviendas estaba en pleno apo-geo. Yo pagaba quince dólares a la semana por un asqueroso apartamento que daba a la escalera y jamás veía la luz del sol. El empapelado estaba desgarrado porque el radiador dejaba salir el agua cuando había agua que pudiera salir de él. Tenía las ventanas forradas con papel de periódi-co para protegerme del frío. Todo estaba lleno de cucarachas y ocasionalmente mataba alguna chin-che.
Estaba sentado junto al radiador, un tanto mojado por el vapor, cuando oí llamar a Norton. Abrí la puerta y allí estaba en el oscuro vestíbulo con un enorme paquete envuelto en papel de es-traza bajo el brazo. Sonrió y dijo:
—Hola.
Yo dije:
—Entra, Norton, y quítate el abrigos
Desenvolvió la metralleta y nos acercamos a ella y apretó el gatillo.
Dije que encontraría alguien que la comprara.
Norton dijo:
—Mira, aquí tengo otra cosa que me he pu-lido.
Se trataba de una caja amarilla con cinco ampollas de medio grano de tartrato de morfina.
—Esto es sólo una muestra —dijo señalando la morfina—. Tengo otras quince cajas en casa y puedo conseguir muchas más si te deshaces de éstas.
—Veré lo que puedo hacer —le dije.
En aquella época yo nunca había tomado dro-gas y tampoco se me había ocurrido probarlas. Empecé a buscar alguien que quisiera comprar las dos cosas y fue entonces cuando entré en contacto con Roy y Hermán.
Yo conocía a un joven maleante de la zona norte de Nueva York que trabajaba de cocinero en Jarrow, «para disimular», como él decía. Le llamé y le dije que tenía algo que colocar y nos citamos en el bar Angle de la Octava Avenida, cer-ca de la calle 42.
Este bar era el lugar de reunión de los malean-tes de la calle 42, un grupo de fanfarrones y cri-minales en potencia. Siempre estaban buscando alguien que les invitara a una copa, alguien que planeara un asunto y les dijera exactamente lo que tenían que hacer. Como nadie que planeara algo serio se arriesgaba a contar con tipos tan evidentemente ineptos, cenizos y fracasados, ellos seguían buscando, fabricando mentiras dispara-tadas sobre golpes fabulosos y trabajando ocasio-nalmente de lavaplatos, camareros, pinches, ligan-do de vez en cuando a un borracho o a un marica tímido; buscando, siempre buscando quien les propusiera un buen asunto, alguien que les di-jera:
—Te he estado buscando. Eres la persona que necesito para este asunto. Escucha bien...
Jack —a través del cual conocí a Roy y Her-mán— no era una de estas ovejas perdidas en busca de un pastor con sortija de diamantes y pistola en la sobaquera y voz firme y segura que sugiere contactos, sobornos, planes que hacen que cualquier atraco suene a cosa fácil y de éxito se-guro. A Jack le iban bien las cosas de vez en cuan-do y se le podía ver con ropa nueva y hasta con coches nuevos. También era un mentiroso impeni-tente que parecía mentir más para sí mismo que para cualquier auditorio visible. Tenía buen aspecto, rostro saludable de campesino, aunque ha-bía algo extrañamente enfermizo en él. Era un tipo que sufría súbitas fluctuaciones de peso, co-mo un diabético o un enfermo del hígado. Estos cambios de peso solían ir acompañados de incon-trolables arrebatos de inquietud que le hacían desaparecer durante unos cuantos días.
Era algo realmente misterioso. Unas veces se le podía ver con aspecto de niño sano. Una semana o así después podía volverse delgado, macilento y envejecido, y era preciso mirarle atentamente un par de veces antes de reconocerle. Su cara estaba recorrida por un sufrimiento en el que sus ojos no participaban. Eran sólo sus células las que su-frían. El mismo —el ego consciente reflejado en la mirada tranquila y alerta de sus ojos de ma-leante— no tenía nada que ver con ese sufrimien-to de su otro yo, un sufrimiento del sistema nervioso, de carne y vísceras y células.
Se deslizó en el diván en que yo estaba y pi-dió un whisky. Se lo bebió de golpe, dejó el vaso y me miró con la cabeza ligeramente inclinada a un lado y dijo:
—¿Qué es lo que tienes?
—Una metralleta Thompson y unos treinta y cinco granos de morfina.
—La morfina puedo colocarla inmediatamente, pero la metralleta quizá me lleve algún tiempo.
Entraron dos policías de paisano, y se apoya-ron en la barra hablando con el barman. Jack hizo un gesto cor la cabeza en su dirección.
—La pasma. Vamos a dar un paseo.
Le seguí fuera del bar. Se deslizó a través de la puerta con disimulo.
—Voy a llevarte a ver a alguien que querrá la morfina —dijo—. Debes olvidar su dirección.
Bajamos al andén inferior del metro. La voz de Jack, dirigiéndose a su invisible auditorio, se-guía y seguía. Tenía la habilidad de lanzar su voz directamente a la conciencia del otro. Ningún rui-do exterior la apagaba.
—Sólo tienen que darme un treinta y ocho. Con acariciar el percutor basta. Soy capaz de tumbar a cualquiera a doscientos metros. Da igual lo que pienses. Mi hermano tiene dos ametrallado-ras del calibre 30 escondidas en Iowa.
Salimos del metro y empezamos a caminar por aceras cubiertas de nieve.
—El tío me debía dinero desde hacía tiempo. Sabía que lo tenía pero que no quería pagarme, así que le esperé a la salida del trabajo. Yo sólo tenía un puñado de monedas. Nadie puede acu-sarte de nada por llevar dinero de curso legal. Me dijo que estaba sin blanca. Le rompí la mandíbu-la y le quité el dinero que me debía. Dos de sus amigos estaban delante, pero se mantuvieron aparte. Les había amenazado con una navaja.
Subíamos las escaleras de una casa. Los esca-lones eran de metal negro muy gastado. Nos para-mos ante una pequeña puerta metálica, y Jack golpeó la puerta de un modo especial inclinando la cabeza hacia el suelo como un ladrón de cajas fuertes. La puerta fue abierta por un marica de media edad, alto, blando, con tatuajes en los bra-zos e incluso en las manos.
—Este es Joey —dijo Jack.
Y Joey dijo:
—Hola.
Jack se sacó del bolsillo un billete de cinco dólares y se lo dio a Joey.
—Tráenos un litro de Schenley, ¿quieres, Joey?
Joey se puso un abrigo y salió.
En muchos apartamentos la puerta da direc-tamente a la cocina. Eso pasaba en este aparta-mento y por tanto estábamos en la cocina.
Cuando Joey salió vi que había otro hombre allí que me estaba mirando. Ondas de hostilidad y desconfianza salían de sus grandes ojos casta-ños como una especie de emisión televisada. El efecto casi era como un impacto físico. El hombre era bajo y muy delgado; su cuello se perdía entre el jersey. Su tez iba del marrón al amarillo, y se había aplicado maquillaje en un vano intento de disimular una erupción de la piel. La boca se le estiraba por los lados con una mueca de aburrimiento petulante.
—¿Quién es ése? —dijo. Su nombre, como supe más tarde, era Hermán.
—Es amigo mío. Tiene algo de morfina y quie-re deshacerse de ella.
Hermán encogió y estiró los brazos y dijo:
—Me parece que no tengo muchas ganas de molestarme.
—Bien —dijo Jack—, se la venderemos a otro. Vamos, Bill.
Nos fuimos a la habitación delantera. Había una radio pequeña, un Buda de porcelana con una vela encendida delante, algunos otros trastos. Un hombre estaba tumbado en una cama. Cuando entramos en la habitación se sentó y dijo hola y sonrió de modo agradable mostrando unos dien-tes amarillos. Su voz era del sur, con un ligero acento del este de Texas.
Jack dijo:
—Roy, éste es un amigo mío. Tiene algo de morfina y quiere venderla.
El hombre se sentó más derecho y bajó las piernas de la cama. Su mandíbula pendía sin fuer-za, dando a la cara una expresión vacía. La piel de la cara era blanda y oscura. Los pómulos eran altos y parecía un oriental. Las orejas formaban ángulo con un cráneo asimétrico. Los ojos eran castaños y tenían un brillo especial, como si hu-biera un punto de luz tras ellos. La luz de la habitación centelleaba sobre los puntos de luz de sus ojos como un ópalo.
—¿Cuánta tienes? —me preguntó.
—Setenta y cinco ampollas de medio grano.
—El precio corriente es dos dólares el grano —dijo—, pero las ampollas valen un poco menos. La gente quiere tabletas. Las ampollas tienen mu-cha agua y hay que abrirlas y calentar el líquido. —Se calló y la cara se le puso blanca—. Puedo pagarte a uno cincuenta el grano —dijo final-mente.
—Supongo que estará bien —dije.
Me preguntó cómo podíamos estar en contacto y le di mi número de teléfono.
Joey volvió con el whisky y todos bebimos. Hermán señaló con la cabeza hacia la cocina y dijo a Jack:
—¿Puedo hablar contigo un momento?
Les oí discutir sobre algo. Después Jack vol-vió y Hermán siguió en la cocina. Todos bebimos unos tragos y Jack empezó a contarnos una his-toria.
—Mi socio limpiaba el cuarto. El tipo estaba dormido y yo le vigilaba pegado a él con un trozo de cañería de baño. La cañería tenía un grifo al final. De pronto, el tío se despierta y salta de la cama y echa a correr. Le hice una caricia con el grifo y siguió corriendo hasta la otra habitación, arrojando sangre por la cabeza a tres metros de distancia con cada latido del corazón. —Hizo un movimiento de bombeo con la mano—
Se le veían los sesos y la sangre que le caía de ellos. —Jack se echó a reír de modo incontrolable—. Mi chica estaba esperándome en el coche. Me llamaba, ¡ ja, ja, ja!, me llamaba, ¡ja, ja, ja!, asesino de san-gre fría. Se rió hasta que la cara se le puso morada.
Unas noches después de mi entrevista con Roy y Hermán, utilicé una de las ampollas, lo que constituyó mi primera experiencia con droga. Las ampollas que yo tenía eran de un tipo especial: parecían un tubo de pasta de dientes con una aguja al final. Pinchando con un alfiler a través de la aguja se abría el conducto y la ampolla que-daba lista para pinchar.
La morfina pega primero en la parte de atrás de las piernas, luego en la nuca, y después se ex-tiende una gran relajación que despega los múscu-los de los huesos y parece que uno flota sin lími-tes, como si estuviera tendido sobre agua salada caliente. Cuando esta relajación se extendió por mis tejidos, experimenté un fuerte sentimiento de miedo. Tenía la sensación de que una imagen ho-rrible estaba allí, más allá de mi campo de visión, moviéndose en cuanto volvía la cabeza de modo que nunca podía verla. Sentí náuseas; me tumbé y cerré los ojos. Pasaron una serie de imágenes, como si estuviera viendo una película: un enorme bar con luces de neón que se hacía más y más grande hasta que calles y tráfico quedaron incluidos en él; una camarera traía una calavera en una bandeja; estrellas en el cielo claro. El impacto físico del miedo a la muerte; el corte de la respira-ción; la detención de la sangre.
Me adormilé y desperté con un principio de miedo. A la mañana siguiente vomité y me sentí mal hasta el mediodía.
Roy me llamó aquella noche.
—Con respecto a lo que estuvimos hablando la otra noche —me dijo—, puedo darte cuatro dó-lares por caja y llevarme cinco cajas ahora mis-mo. ¿Estás ocupado? Me acercaré hasta tu casa. Llegaremos a un acuerdo, ya verás.
Pocos minutos después llamaba a la puerta. Llevaba una chaqueta a cuadros y una camisa co-lor café. Miró a su alrededor y dijo:
—Si no te molesta, me pondré una.
Abrí la caja. Cogió una ampolla y se la inyectó en la pierna. Se bajó los pantalones y sacó veinte dólares del bolsillo. Puse cinco cajas sobre la mesa de la cocina.
—Creo que sacaré las ampollas de las cajas —dijo—. Ocupan demasiado.
Se metió las ampollas en los bolsillos de la chaqueta. Luego dijo:
—No creo que se rompan. Oye, te volveré a lla-mar mañana o así, cuando haya colocado éstas y tenga dinero para más. —Se puso el sombrero y dijo—: Hasta la vista.
Al día siguiente volvió. Se pinchó otra ampo-lla y sacó veinte dólares. Le di diez cajas y me quedé con dos.
—Estas son para mí —le dije.
Me miró sorprendido:
—¿También tú te picas?
—De vez en cuando.
—Es mal asunto —dijo moviendo la cabeza—. Es lo peor que puede sucederle a un hombre. Todos creemos al principio que podremos contro-larlo. Luego ya dejamos de querer controlarlo —sonrió—. Te compraré todo lo que consigas a este precio.
Al día siguiente volvió. Preguntó si no había cambiado de idea y quería venderle las dos cajas. Le dije que no. Me compró dos ampollas a dólar cada una, y se las pinchó. Luego se marchó diciéndome que estaría de viaje un par de meses.
Título original: YONQUI
Traducción: Martín Lendínez
1ª. edición: septiembre, 1980
La presente edición es propiedad de Editorial Bruguera, S. A.
Mora la Nueva, 2. Barcelona (España)
Traducción: © Editorial Bruguera, S. A. 1980
Diseño cubierta: Soulé-Spagnuolo
Printed in Spain
ISBN 84-02-07420-0 / Depósito legal: B. 24.774 - 1980
Impreso en los Talleres Gráficos de Editorial Bruguera, S. A.
Carretera Nacional 152, km 21,650. Parets ael Valles (Barcelona) - 1980
martes, 8 de abril de 2014
Maurice Maeterlinck
Maurice Maeterlinck
(Gante, 1862- Orlamonde, 1949) Escritor belga de
expresión francesa, que perteneció al movimiento simbolista. Miembro de
una vieja familia flamenca, se educó en un colegio de jesuitas. La
naturaleza y la poesía ocuparon un lugar importante en su adolescencia y
más tarde lo llevaron a renunciar a la profesión de abogado para
consagrarse a la literatura.
Maurice Maeterlinck
Vinculado a los jóvenes poetas belgas,
especialmente a Grégoire Le Roy, en París conoció a A. Villiers de
lIsle-Adam, y participó en el movimiento simbolista. Ingresó en el mundo
de las letras con Serres chaudes (1889), y en el transcurso del mismo año publicó un drama, La Princesa Maleine, muy elogiado por O. Mirbeau.
Sus piezas teatrales siguientes, Los ciegos (1890), Les Sept Princesses (1891), pero sobre todo La intrusa (1890) y Pelleas y Melisande (1892), lo convirtieron en el mayor representante del simbolismo en la escena. Continuó escribiendo dramas, entre ellos Interior (1894), Ariadna y Barba Azul (1902), y publicó poemas líricos como Douze chansons (1896).
Durante
este período, estudió a Jan van Ruysbroeck, F. Novalis y Ralph Waldo
Emerson, lo que propició en él una inclinación al pesimismo y a la
aceptación del dolor, de lo que se consoló con la contemplación de la
naturaleza. De allí los libros sobre el destino humano que escribió a
partir de 1896: Le Trésor des humbles (1896), La Sagesse et la Destinée (1898), así como sobre la organización de los animales: La vida de las abejas (1901). En su teatro se reflejaron tendencias análogas, sobre todo en Sor Beatriz (1900), Monna Vanna (1902) y, más abiertamente, en El pájaro azul (1908).
En 1896 dejó Bélgica y se instaló en París, donde vivió
durante veinte años con Georgette Leblanc, admirable intérprete de sus
obras. En 1911 obtuvo el premio Nobel por el conjunto de su obra.
Apasionado de la metafísica y el ocultismo, retomó en El gran secreto (1921) las tesis ya bosquejadas en La Mort (1913), en donde abordaba la existencia desde un punto de vista contrario a la dogmática católica.
En
1937 ingresó en la Academia de ciencias morales y políticas como
miembro extranjero. Durante la Segunda Guerra Mundial se refugió en
Estados Unidos, donde continuó escribiendo y publicando. Otras de sus
obras, tras el éxito mundial de su investigación sobre las abejas,
fueron La vida de los termes, comejenes u hormigas blancas (1926) y La vida de las hormigas (1930).
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/maeterlinck.htm
LA MUERTE ENSAYO:
(Fragmento).
He ahí dónde nos hallamos. En nuestra vida y en nuestro universo no hay más que un hecho importante: nuestra muerte. En ella se reúne y conspira contra nuestra felicidad todo aquello que escapa a nuestra vigilancia. Cuanto más nuestros pensamientos pugnan por apartarse de ella, más se acercan a ella. Cuanto más la tememos, más se hace temer, pues sólo se alimenta con nuestros temores. El que desea olvidarla no hace más que pensar en ella y el que la huye, la encuentra a cada paso. Con su sombra lo ensombrece todo. Pero si pensamos en ella sin cesar, lo hacemos sin darnos cuenta de ello y por eso no aprendemos a conocerla. Nos contentamos con volverle la espalda en vez de ir a ella con el rostro levantado. Nos esforzamos en alejar de nuestra voluntad todas aquellas fuerzas que podrían servirnos para plantar la cara. La dejamos en las manos sombrías del instinto y no le concedemos ni una hora de nuestra inteligencia. ¿No es asombroso que la idea de la muerte que por ser la más asidua y la más inevitable entre todas debería ser la más perfecta y la más luminosa de todas nuestras ideas, sea en cambio la más vacilante y la más anticuada? ¿Y cómo íbamos a conocer la única potencia que nunca observamos cara a cara? ¿Cómo iba esa fuerza a aprovecharse de las claridades que sólo se produjeron para huir de ella? Para sondear sus abismos, esperamos los minutos más fugaces y los más sobresaltados de nuestra vida. No pensamos en ella más que cuando ya no tenemos fuerza, no diré para pensar, sino para respirar. Un hombre de otro siglo, que volviese repentinamente entre nosotros, no reconocería sin pena, en el fondo de nuestra alma, la imagen de sus dioses, de su deber, de su amor o de su universo; pero la imagen de la muerte, la encontraría intacta casi, poco más o menos, como lo esbozaron nuestros antepasados con todo y haber cambiado todo en torno de ella y que, hasta lo que la compone y aquello de lo cual depende, se ha desvanecido del todo. Nuestra inteligencia, que llega a ser tan audaz, tan activa, no ha trabajado en ello ni ha hecho, por así decirlo, ningún retoque en ella. Aunque no creamos en los suplicios de los condenados, todas las células vitales del más incrédulo de nosotros, permanecen aún en el misterio espantoso del Cheol de los hebreos, de los hados de los paganos o del infierno cristiano. Aunque él no esté iluminado con luces muy precisas, el abismo sigue abriéndose al final de la existencia y por eso no deja de ser menos conocido ni temido. De esa manera, cuando viene el desenlace de la última hora que pesaba sobre nosotros y hacia el cual no osamos levantar nunca los ojos, todo nos falta a la vez. Los dos o tres pensamientos o ideas, inciertos, vagos, sobre los cuales creíamos apoyarnos, sin haberlos examinado, ceden al peso de los postreros instantes como si fueran débiles juncos. Entonces, buscamos vanamente un refugio entre diversas reflexiones que circulan alocadas o que no son extrañas y que, desde luego, no saben cómo llegar a nuestro corazón. Nadie nos espera en esa última orilla, donde nada está a punto y donde sólo el espanto es lo que ha quedado en pie.
***
MAETERLINCK,
Maurice: La mort de Tintagiles, 1894
1. Médico,
escritor, premio Nobel de Literatura en 1911. A partir de la lectura de Ruysbroeck,
de Novalis y de Emerson, se interesó por los problemas filosóficos, alejándose
del pesimismo radical —reflejado en sus obras literarias—, para refugiarse en
una "consolante sabiduría", entendida como superación del dolor y
aceptación de la vida en la contemplación de la naturaleza (escribió también
otros libros sobre biología-filosófica).
2. El
autor emprende en este ensayo la investigación de las diversas opiniones
referentes al "más allá". No es realmente "la muerte" lo
que le preocupa, sino lo que puede venir después de ella; por este motivo,
afirma que la muerte en sí no es temible y que el horror que nos produce es
debido a que le achacamos injustamente los sufrimientos que la preceden.
Dedica
unas pocas líneas a la doctrina cristiana —que, según dice, repugna a su
inteligencia por no estar apoyada en ningún testimonio o prueba convincente—, y
discute acerca de las otras soluciones imaginables para el problema de saber si
lo desconocido adonde hemos de ir después de la muerte es o no temible.
3. Dichas
soluciones o hipótesis, que estudia por separado y detalladamente, son:
a) el
aniquilamiento total, que considera imposible, porque somos prisioneros de un
infinito sin salida en el que nada perece, todo se dispersa y nada se pierde;
b) la
supervivencia con nuestra conciencia actual, es decir, la supervivencia del yo
liberado del cuerpo, pero conservando plena e intacta la conciencia de su
identidad. Considera esta hipótesis como poco probable, y nada deseable, aunque
enlaza con la hipótesis de la conciencia universal de la que habla más
adelante;
c) la
supervivencia sin ningún tipo de conciencia. Esta hipótesis le parece más
aceptable que la del aniquilamiento, aunque para nosotros equivaldría a él;
d) la
supervivencia en la conciencia universal, que supone que a la muerte hemos de
encontrarnos frente a un infinito inmóvil, inmutable, perfecto desde la
eternidad, ante un Universo sin objeto en el que la ilusión de movimiento y de
progreso que vemos desde el fondo de esta vida se desvanecerá bruscamente;
e) la
supervivencia con una conciencia que no sea la misma que aquélla de que nos
servimos en este mundo. Esta solución no exigiría la pérdida de la pequeña
conciencia adquirida en nuestro cuerpo, y aunque torna a éste casi
despreciable, la arroja y la disuelve en el infinito; pero un infinito en el
que se nos revelará que la ilusión de progreso que poseemos no se encuentra en
nuestros sentidos, sino en nuestra razón, y que en el Universo, a pesar de la
eternidad anterior a nuestro nacimiento, no han sido hechas todas las
experiencias; es decir, que el movimiento y la evolución continúan y no se
detendrán en ninguna parte jamás.
Esta
última hipótesis le parece a Maeterlinck la más verosímil —"si cabe hablar
de verosimilitud cuando nuestra única verdad es que no vemos la verdad"— y
dice que es a la que conduce el espiritismo, la teosofía y todas las religiones
que fijan la felicidad suprema en la absorción por la divinidad. Es un fin
incomprensible —añade—, pero al menos es vida.
La
conclusión de esta primera parte es que, sea la que fuere la hipótesis que se
acepte entre las expuestas, en ningún caso le parece temible lo que nos espera
después de la muerte.
4. Por la
íntima relación que guarda con las materias y teorías tratadas, el autor se
ocupa ahora, con bastante extensión, de las creencias teosóficas y espiritistas
en la supervivencia de espíritus desencarnados y en las transmigraciones,
mostrando sus reservas para admitir como incontestables los testimonios
ofrecidos por los adeptos a dichas creencias.
El autor
no oculta la simpatía que le inspira la doctrina de la reencarnación,
"aceptada por la religión de seiscientos millones de hombres, la más
próxima a los orígenes misteriosos, la única que no es odiosa y la menos
absurda de todas". Tan sólo se lamenta de que los partidarios de tal
doctrina no aporten pruebas y argumentos perentorios, pues "no hay
creencia más bella, más justa, más pura, más moral, más fecunda, más
consoladora y hasta cierto punto más verosímil", porque "ella sola,
con su doctrina de las expiaciones y purificaciones sucesivas, explica todas
las desigualdades físicas e intelectuales, todas las iniquidades sociales y
todas las abominables injusticias del destino".
5. En
suma, el autor acaba su obra sin expresar su adhesión expresa a ninguna de las
hipótesis estudiadas, pues, según dice, ha intentado simplemente separar lo que
puede ser cierto de lo que ciertamente no lo es; porque, si bien ignoramos
dónde se encuentra la verdad, podemos aprender a conocer dónde no se encuentra.
En este último apartado quedaría incluida la doctrina cristiana.
En las
últimas líneas del libro, Maeterlinck muestra su agnosticismo, asegurando que
no solamente tenemos que resignarnos a vivir en lo incomprensible, sino que
debemos regocijarnos por ello, pues lo desconocido y lo incognoscible son y
serán siempre necesarios para nuestra felicidad.
http://www.opuslibros.org/Index_libros/NOTAS/MAETERLINCK.htm
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