martes, 25 de junio de 2013

Carlos Montemayor


Carlos Montemayor (n. Parral, Chihuahua, 13 de junio de 1947, m. México, D.F., 28 de febrero de 2010) fue un escritor y traductor mexicano, activista social en defensa de las comunidades indígenas y de los grupos más vulnerables de su país, miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua (elegido el 30 de agosto de 1984 (XX, 2), tomó posesión el 14 de marzo de 1985),1 de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas y cantante de ópera aficionado.


 

LAS PALABRAS CON LAS QUE SE HA CONSTRUIDO ESTE LIBRO SON DE TAL NATURALEZA QUE FLUYEN CON UNA LENTITUD EXTREMA. EN LA MÚSICA, LOS SILENCIOS POSEEN EL MISMO VALOR QUE LAS NOTAS A LAS QUE ACOMPAÑAN. OTRO TANTO SUCEDE EN "LAS LLAVES DE URGELL": LOS SUAVES INTERVALOS DE LAS PALABRAS QUE LO COMPONEN LO ACERCAN A LA MÚSICA, ACASO AL SILENCIO. LOS TEXTOS DE "LAS LLAVES DE URGELL" NO SON NARRACIONES EN EL SENTIDO CLÁSICO DEL TÉRMINO; POR LO MISMO, NO ASUMEN EL CARÁCTER DE RELATOS LINEALES: SON IMÁGENES FIJAS, DETENIDAS, SIN TIEMPO. EN TODOS ELLOS TIENE UNA IMPORTANCIA DECISIVA EL SILENCIO. SE TRATA DEL SILENCIO QUE ENVUELVE A LOS PEQUEÑOS PUEBLOS MINEROS, EL SILENCIO DE LAS SIERRAS ALTAS, EL SONIDO APENAS AUDIBLE DEL VIENTO EN LAS RAMAS DE LOS ENCINOS. "LAS LLAVES DE URGELL" FUE EL PRIMER LIBRO DE CARLOS MONTEMAYOR. YA MOSTRABA AL ESCRITOR EXIGENTE EN QUE HABRÍA DE CONVERTIRSE. SIGLO XXI LO REPRODUCE AHORA EN FORMA FACSIMILAR, COMO UN MÍNIMO HOMENAJE A SU MEMORIA
Fuente: http://www.gandhi.com.mx/index.cfm/id/Producto/dept/Libros/pid/415872

lunes, 24 de junio de 2013

Eduardo Lizalde: El tigre en la casa. /La poesía del resentimiento/.



Eduardo Lizalde: El tigre en la casa. /La poesía del resentimiento/.
por Mario Bojórquez

Cuando leemos un poema estamos leyendo toda la poesía universal, este trabajo en colaboración implica al idioma y a la experiencia vital del hombre sobre la tierra. Cuando leemos a un poeta, leemos también a aquellos otros que dieron testimonio de su vida y, aún más, los poemas que aún no han sido escritos por autores que aún no nacen. En la poesía de Eduardo Lizalde encontramos rasgos inequívocos de la obra del poeta mexicano Ramón López Velarde, esta influencia ha sido analizada y comentada por la crítica a partir de la publicación de El tigre en la casa y confirmada en Caza Mayor, La zorra enferma y otros libros. La figura del tigre se ha dicho, le ha llegado a Borges por William Blake y a Lizalde por Rubén Darío, esto puede ser cierto, de Jorge Luis Borges sabemos su gusto por el trocaico tigre que "en las selvas de la noche es un brillo ardiente" y en Lizalde recordamos su diálogo con Darío en "las fieras se acarician, Rubén, / bajo las vastas selvas primitivas" que nos remiten al poema "Estival"; sin embargo, nosotros creemos que es del texto "Obra maestra" de Ramón López Velarde que viene su final filiación. Vicente Quirarte ha apuntado a principios de la década de los noventas al respecto de la poesía de Eduardo Lizalde: "El tigre es el gran mendigo cósmico, el solterón lopezvelardeano, el de la inaudita belleza que atrae y que repugna" y en otro momento Ramón Xirau se refiere así a El tigre en la casa: "Nace, ahora cercana a López Velarde —nuevamente punto de partida— "la amada", pero surge en el "resentimiento" —¿se trata de un re-sentimiento, un nuevo sentir?". Sí, nos parece que se trata de un nuevo sentir, pensamos que la poesía de Eduardo Lizalde ha renovado el discurso amoroso en la poesía española contemporánea, ha logrado inyectarle esa fiereza que viene de "Obra maestra", esa desesperación que en el vértigo se abisma, ese girar sobre el signo del infinito. Desesperado, furioso, colérico, conocedor de la potencia que la naturaleza ha dispuesto en su semilla pero al mismo tiempo excedido por no lograr la perfección, la indigencia espiritual que en racimos de ira, de odio en peso, en vilo, lacera las paredes del alma, injerta garras de amargo y dorado odio. Ya la perra enorme ha dado, al dogo fiel, vástagos de puerca en El tigre en la casa, en Caza Mayor la tigra destruirá a la camada y compartirá, con el tigre real, el amo, el sol, el solo, el soltero, las tiernas carnes del filicidio. En López Velarde leemos "El tigre medirá un metro. Su jaula tendrá algo más de un metro cuadrado. La fiera no se da punto de reposo. Judío errante sobre sí mismo, describe el signo del infinito con tan maquinal fatalidad, que su cola, a fuerza de golpear contra los barrotes, sangra de un solo sitio. El soltero es el tigre que escribe ochos en el piso de la soledad". He aquí retratada la fiereza del tigre de Eduardo Lizalde, su descarnada furia, que destruye porque la piedad no es un atributo de la belleza, aquí su maquinal fatalidad, su engrasada maquinaria de odio y de placer rencoroso, aquí el retrato del tigre-soltero: "El tigre en celo, es como un pozo de semen, como un brazo de río; más de cincuenta veces en un día, copula y se descarga largamente en la hembra, como un cielo extendido en éxtasis perpetuo, una tormenta de erecciones."

Un poeta romántico mexicano casi desconocido para las nuevas generaciones, un autor digamos de culto, es quizá, una de las fuentes del lenguaje injuriante en la poesía mexicana. Muchos poetas nuestros han establecido una suerte de diálogo con la obra de Antonio Plaza, pero será sin duda, el poeta Eduardo Lizalde quien mejor reflejará esta influencia literaria, su libro El tigre en la casa, conserva rasgos definitivos de la escritura de "A una ramera", el tema de la amada como el ser más vil y vicioso: en Plaza, la ramera, en Lizalde, la perra: "La perra más inmunda /Es noble lirio junto a ella / Se vendería por cinco tlacos a un caimán / Es prostituta vil, artera zorra / Y ya tenía podrida el alma a los cuatro años. / Pero su peor defecto es otro: / Soy para ella el último de los hombres."

Mientras que en Antonio Plaza reconocemos la devoción del amor por un ser manchado en el desprecio social, en Eduardo Lizalde esta visión se ha modernizado, incide en el destino de un hombre que ha tenido que sutilizar su amorosa entrega a alguien por quien él mismo siente ese desprecio: "¡Ámame tú también! seré tu esclavo, / tu pobre perro que doquier te siga. / Seré feliz si con mi sangre lavo / tu huella, aunque al seguirte me persiga / ridículo y deshonra; al cabo, al cabo, / nada me importa lo que el mundo diga. / Nada me importa tu manchada historia / si a través de tus ojos veo la gloria."

En sus poemas "Lamentación por una perra" y "La ciudad ha perdido su Beatriz", Eduardo Lizalde consigue ir más allá en el uso violento del lenguaje con expresiones que causan pasmo en el sorprendido lector: "También la pobre puta sueña. / La más infame y sucia / y rota y necia y torpe, / hinchada, renga y sorda puta, / sueña." Con expresiones de amargo y ácido desencanto va colocando el repertorio de injurias "despreciable perra", "cloaca ambulante" "perra innoble" "perra sin límites" "perra impune" y aún las prostitutas al lado de esa "perra" se ven como decentes señoritas: "¡Grandes hetairas, / qué pequeñas sois junto a ella! / qué despreciables, / qué puras." En tanto que en Antonio Plaza se logra una mezcla agridulce de injurias y devoción enferma evidenciado en el uso del contraste, tal como en Petrarca reconocemos el tema de los contrarios en el amor con su Pace non trovo…, donde a cada proposición positiva en el discurso se alterna una proposición negativa en sus valores más eminentemente morales: "Mujer preciosa para el bien nacida, / Mujer preciosa por mi mal hallada, / Perla del solio del Señor caída / y en albañal inmundo sepultada; / Cándida rosa en el Edén crecida / Y por manos infames deshojada; / Cisne de cuello alabastrino y blando / En indecente bacanal cantando."

Una de las figuras plásticas más impresionantes en la obra de Eduardo Lizalde, es la de la mutilación y el desgarramiento, en el poema 3, del "Retrato hablado de la fiera", dice: "Recuerdo que el amor era una blanda furia / no expresable en palabras / y mismamente recuerdo / que el amor era una fiera lentísima: / mordía con sus colmillos de azúcar/ y endulzaba el muñón al desprender el brazo", y en el poema "Bellísima" de La zorra enferma afirma: "Si fuera usted un poco menos bella / si tuviera un defecto en algún sitio / un dedo mutilado y evidente." Y más adelante insiste: "Y desespera comprender / que aun la mutilación la haría más bella / como a ciertas estatuas." La referencia mexicana a este uso poético donde se unen belleza y mutilación la podemos encontrar en un hermoso poema, "Delicta Carnis" de Amado Nervo, donde el poeta nayarita se duele en oración por su alma que se pierde entre los tormentos de la pasión carnal, rechaza a la Afrodita impura para alcanzar el sosiego de los justos, pero en sueños temibles, la Venus de Milo lo persigue y desea: "Y no encuentro esperanza, ni refugio ni asilo, / y en mis noches, pobladas de febriles quimeras, / me persigue la imagen de la Venus de Milo, / con sus lácteos muñones, con su rostro tranquilo / y las combas triunfales de sus amplias caderas."

Cuando leemos un poema, leemos también de nuevo al hombre en su simpleza, en la modesta convencionalidad no heroica de sus ínfimos actos, leemos en ese verso la misma pulsión que gobernó el latido del aeda, y leemos al poeta futuro, aquel que volverá a cantar con nuevos acentos las melodías antiguas. Cuando nos acercamos a la obra de un poeta verdadero, como Eduardo Lizalde, nos acercamos a la historia del alma humana.

 

El tigre en la casa. POEMAS

Recuerdo que el amor era una blanda furia

no expresable en palabras.

Y mismamente recuerdo

que el amor era una fiera lentísima:

mordía con sus colmillos de azúcar

y endulzaba el muñón al desprender el brazo.

Eso sí lo recuerdo.

Rey de las fieras,

jauría de flores carnívoras, ramo de tigres

era el amor, según recuerdo.

Recuerdo bien que los perros

se asustaban de verme,

que se erizaban de amor todas las perras

de sólo otear la aureola, oler el brillo de mi amor

como si lo estuviera viendo.

Lo recuerdo casi de memoria:

los muebles de madera

florecían al roce de mi mano,

me seguían como falderos

grandes y magros ríos,

y los árboles aun no siendo frutales

daban por dentro resentidos frutos amargos.

Recuerdo muy bien todo eso, amada,

ahora que las abejas

se derrumban a mi alrededor

con el buche cargado de excremento.

***

Que tanto y tanto amor se pudra, oh dioses;

que se pierda

tanto increíble amor.

Que nada quede, amigos,

de esos mares de amor,

de estas verduras pobres de las eras

que las vacas devoran

lamiendo el otro lado del césped,

lanzando a nuestros pastos

las manadas de hidras y langostas

de sus lenguas calientes.

Como si el verde pasto celestial,

el mismo océano, salado como arenque,

hirvieran.

Que tanto y tanto amor

y tanto vuelo entre unos cuerpos

al abordaje apenas de su lecho, se desplome.

Que una sola munición de estaño luminoso,

una bala pequeña,

un perdigón inocuo para un pato,

derrumbe al mismo tiempo todas las bandadas

y desgarre el cielo con sus plumas.

Que el oro mismo estalle sin motivo.

Que un amor capaz de convertir al sapo en rosa

se destroce.

Que tanto y tanto, una vez más, y tanto,

tanto imposible amor inexpresable,

nos vuelva tontos, monos sin sentido.

Que tanto amor queme sus naves

antes de llegar a tierra.

Es esto, dioses, poderosos amigos, perros,

niños, animales domésticos, señores,

lo que duele.

***

También la pobre puta sueña.

La más infame y sucia

y rota y necia y torpe,

hinchada, renga y sorda puta, sueña.

Pero escuchen esto,

autores,

bardos suicidas

del diecinueve atroz,

del veinte y de sus asesinos:

sólo sabe soñar

al mismo tiempo

de corromperse.

domingo, 23 de junio de 2013

José Revueltas. PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1967


(Durango, 1914-México, 1976) Escritor mexicano. Militó en el Partido Comunista Mexicano, que abandonó para fundar la Liga Leninista Espartaco (1961). Sus novelas están centradas en problemas sociales y en experiencias personales (Los muros de agua, 1941; Los días terrenales, 1949; Los motivos de Caín, 1957). Es autor también de ensayos, relatos y obras teatrales.

***
José Revueltas Sánchez (Durango, 20 de noviembre de 1914Ciudad de México, 14 de abril de 1976) fue un escritor, guionista, activista político y teórico marxista mexicano.


 


Biografía.

José Revueltas nació en la ciudad de Durango el 20 de noviembre de 1914 y murió en la Ciudad de México el 14 de abril de 1976. Sus restos se encuentran en el Panteón Francés de la Piedad. Perteneció a una familia de talentosos artistas que destacaron en diversos ámbitos de la vida cultural mexicana. Su hermano Silvestre (1899-1940) fue un importante compositor, perteneciente a la etapa del "nacionalismo"; Fermín (1901-1935) fue un pintor prolífico, perteneciente al movimiento pictórico conocido como estridentismo, a pesar de su temprana muerte. Rosaura Revueltas (1910-1996) fue actriz, bailarina y escritora. Su participación más destacada en el cine fue en la película Salt of the earth (La sal de la tierra) de 1954, del director Herbert J. Biberman. Cuando José Revueltas tenía seis años, la familia se muda a la ciudad de México. Era el año de 1920. Llegan a la colonia Roma, primero, y después pasan a la Doctores. José estudia en el Colegio Alemán hasta el cuarto grado; después lo hace en una primaria pública: la familia padece una crisis económica debido al fallecimiento del padre, José Revueltas Gutiérrez, en 1923. En 1925, antes de concluir el primer año de secundaria, Revueltas abandona los estudios y se educa de manera autodidacta en la Biblioteca Nacional. Cuatro años después, participa en un mitin en el Zócalo. Es apresado y, acusado de sedición y motín, enviado a una correccional. Es liberado bajo fianza seis meses después.

José Revueltas sufre, aparte de su primer encierro en la correccional, tres encarcelamientos más en su vida. En 1932 es enviado de julio a noviembre a las Islas Marías; en 1934, después de organizar una huelga de peones agrícolas en Camarón, Nuevo León, vuelve a ser enviado allí, donde permanece hasta febrero de 1935. El encarcelamiento más conocido es el de 1968. Con motivo del movimiento estudiantil Revueltas es detenido en noviembre de ese año y posteriormente condenado a 16 años de prisión en Lecumberri; es liberado bajo palabra después de dos años de encierro.

Una vez concluida su condena y con problemas de salud se dedicó a dictar conferencias, impartir clases de cine en Estados Unidos, ofrecer entrevistas, y a seguir escribiendo. La recopilación de cuentos Material de los sueños ofrece un caleidoscopio de lo más variados temas, que abordan profundamente la condición humana desde la particular perspectiva del autor.

La literatura revueltiana abarcó la novela, el cuento, el drama y también (aunque en menor escala) la poesía. Acerca de ella afirmó:

Practico la poesía, pero muy en privado, y me parece un arte muy elevado para que pretenda uno siquiera poderlo hacer.1



Sobre la literatura ofreció infinidad de opiniones, así como teorías para el análisis literario. En una ocasión dijo:

mi vida literaria nunca se ha separado de mi vida ideológica. Mis vivencias son precisamente de tipo ideológico, político y de lucha social.2

El corpus literario revueltiano inicia en 1941 con la publicación de Los muros de agua; en 1943 sigue El luto humano, con el que gana el premio nacional de literatura. Con respecto a estas novelas, en entrevista con María Josefina Tejera, quien le pregunta si había recibido autorización del partido comunista y cuál fue la reacción del mismo ante éstas,Revueltas contesta:

La primera novela no era suficientemente ideológica o política, y por lo tanto no llamó mucho la atención. La segunda sí estaba muy cargada de contenido ideológico, o político, pero porque tuvo cierto éxito me fue perdonada por los del partido. 3

A las obras anteriormente citadas siguen Dios en la tierra de 1944 y Los días terrenales, de 1949. En ese año también presenta su obra de teatro El cuadrante de la soledad. Ambas obras reciben fuertes críticas, mismas que obligan a Revueltas a retirar Los días… de las librerías:

Como el ataque de los marxistas era muy violento—le dice a María Josefina Tejera—, la reacción guardaba silencio, esperando que yo fuera a entregarme, puesto que me estaban considerando como suyo. Pero para mostrar que se confundían y evitar equívocos, retiré mis obras de la circulación. No abdiqué. El propósito que me hice fue el de estudiarme a mí mismo, lo cual me resultó muy bueno, porque me volví más antiestalinista y más antidogmático. 4

En 1956 publica En algún valle de lágrimas. Al año siguiente sale a la luz Los motivos de Caín. De 1960 es Dormir en tierra. En 1964 publica Los errores. Su encarcelamiento en Lecumberri, en el año 1968, le inspira para escribir El apando, publicado en 1969. En 1974 escribe Material de los sueños, su última obra literaria.

De su producción teórico-política son tres las obras que enmarcan su pensamiento. En 1958 escribe México: una democracia bárbara, libro donde denuncia al cerrado y contradictorio sistema político mexicano. En 1962 publica Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, donde argumenta la necesidad de que el proletariado cuente con un partido que verdaderamente represente sus necesidades de clase. Por último, en México 68: juventud y revolución, Revueltas nos ofrece las vivencias, cartas y manifiestos que produjo el movimiento estudiantil que desembocó en la tristemente célebre matanza del 2 de octubre en la Plaza de las tres culturas. A esta producción se suman, además, tres tomos de sus escritos políticos, así como Cuestionamientos e intenciones, colección de ensayos donde habla acerca de la teoría literaria, la teoría estética y la teoría marxista del conocimiento.

José Revueltas se casó tres veces. En 1937 con Olivia Peralta, en 1947 con María Teresa Retes y en 1973 con Ema Barrón Licona. Finalmente, el 14 de abril de 1976, a la 1:30, fallece de una "asistolia, decorticación cerebral post-paro cardiaco". Es inhumado el 16 en el panteón francés de la Piedad.



 
 
Opiniones acerca de José Revueltas

Octavio Paz


Octavio Paz, en su Posdata, escribió acerca del movimiento estudiantil de 1968 y el parteaguas que llegaría a significar la matanza del 2 de octubre. A propósito de los cientos de muertos y aprehendidos por el gobierno, escribió en nota a pie de página:

Todavía están en la cárcel 200 estudiantes, varios profesores universitarios y José Revueltas, uno de los mejores escritores de mi generación y uno de los hombres más puros de México.6

Vicente Leñero


Entrevistado por Armando Ponce en 2001, Vicente Leñero refirió las influencias intelectuales de su generación. Entre otros autores, mencionó a Revueltas, de quien afirmó:

Revueltas aparece como una figura constante, presente, no tan suficientemente valorada, pero que se permitía hacer ensayos políticos dentro de las novelas como Los errores, se echaba unos rollos terribles pero que funcionaban muy bien. Revueltas es una figura también como de puente, por lo menos lo leíamos mucho, lo admirábamos mucho. 7

Carlos Monsiváis


Carlos Monsiváis, al hablar de la literatura de Revueltas, afirma:

La vida de Revueltas es casi la de uno de sus personajes, probablemente el más poderoso. Atado siempre a la idea de la militancia, convencido de que la revolución es la meta imposible y necesaria, Revueltas padece cárceles (dos veces en las Islas Marías), vive en circunstancias muy difíciles, se incorpora en 1968 al movimiento estudiantil y va a la prisión de Lecumberri. Siempre, se niega a transigir."8

Jorge Ruffineli


Jorge Ruffineli, en la "introducción" a Conversaciones con José Revueltas, nos dice:

Aunque la palabra intelectual tal vez no le gustara, a él puede aplicársela en su mejor acepción: un escritor que racionaliza la experiencia y la obra, un hombre de opiniones sobre la realidad circundante, un hombre que logra penetrar la opaca malla de lo real para encontrar sus más reveladores movimientos, causas, motivos. Y al mismo tiempo, desde adolescente, un militante del marxismo, primero en el Socorro Rojo, luego en el partido, más tarde en grupos creados por él cuando el partido lo expulsó de sus filas9

Obra[]


Novelas y cuentos[]


  • Los muros de agua (1941)
  • El luto humano (1943)
  • Dios en la tierra (1944)
  • Los días terrenales (1949)
  • En algún valle de lágrimas (1957)
  • Los motivos de Caín (1958)
  • Dormir en tierra (1961)
  • Los errores (1964)
  • El apando (1969)
  • Material de los sueño (1974).
  • La palabra sagrada. (Antología; prólogo y selección de José Agustín).
  • Lo que sólo uno escucha
  • Mi papa

Ensayos políticos[]




  • Cuestionamientos e intenciones
  • Dialéctica de la conciencia
  • Ensayo sobre un proletariado sin cabeza
  • Ensayos sobre México
  • Escritos políticos I
  • Escritos políticos II
  • Escritos políticos III
  • México: una democracia bárbara
  • México 68: juventud y revolución

Otros[editar]




  • El conocimiento cinematográfico y sus problemas
  • El cuadrante de la soledad
  • Las cenizas. (Obra póstuma)
  • Las evocaciones requeridas. Tomo 1
  • Las evocaciones requeridas. Tomo 2
  • Tierra y libertad [guion cinematográfico], 1955
  • Zapata [guion cinematográfico].
  • Visión del Paricutín (y otras crónicas y reseñas).


Fuente: Wikipedia en español.

sábado, 22 de junio de 2013

FERNANDO DEL PASO



PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1966.
NOVELA: JOSÉ TRIGO.

"JOSÉ TRIGO (novela) por Fernando del Paso. Partiendo de una reestructura radical del lenguaje y de sus posibilidades expresivas, usando con riqueza y libertad absolutas las dimensiones temporales y espaciales, del Paso nos cuenta la vida de José Trigo y con ella la de los trenes que  salían y llegaban a la estación de Nonoalco-Tlateolco. Pero sobre la anécdota misma su personaje, simultánea con la recreación del ambiente ferrocarrilero en un momento determinado de la vida de México, el autor ha construido una evocación total de la historia de su país, desde sus orígenes hasta el tiempo presente. "José Trigo", como muy  pocas obras en la literatura universal, está concebida dentro de una ambición de expresar en forma absoluta, con todas sus ramificaciones, con toda la fecundidad expresiva del mito milenario, un instante del tiempo sobre la tierra. Cada hecho, cada accidente en la vida de los personajes de esta novela está referido a una inconmensurable dimensión histórica, tiene un amplio econ en las entrañas mismas del mito que nutre y define la presencia de México en el mundo. Fernando del Paso nace en 1935; publica en 1958 "Sonetos de lo diario" en Cuadernos del Unicornio. Fue becario del Centro Mexicano de Escritores. Durante más de siete años toda su tarea se concentra en esta novela que inicia la serie "La creación literaria" del siglo XXI"

***
¿Fernando del Paso? La primera vez que oí hablar de él (de Fernando del Paso) fue por medio de un amigo mío que a su vez es amigo de su sobrino Joaquín Rodríguez del Paso. Al final - y como sucede en nuestra pequeña patria- su sobrino Joaquín se hizo amigo mío. La curiosidad aumentó cada vez que Joaquín nos hablaba de su tío escritor. Y sí... desde el principio me gustó su prosa. El primer libro que leí fue JOSÉ TRIGO. Su sobrino me contó algunas anécdotas del cómo su tío escribía en un sótano en su casa en Inglaterra cuando fue locutor de la BBC y Joaquín estuvo con él un año viviendo. Y de ahí en adelante me he hecho un FANÁTICO de su prosa, su erudición y su formación poética. JOSÉ TRIGO, es claro ejemplo de lo anterior. Es cierto, también que JOSÉ TRIGO es un texto o una novela difícil pero,  que hechiza. La forma de narrar en JOSÉ TRIGO rompe con las estructuras clásicas de la narrativa tradicional y también es un HITO en las LETRAS MEXICANAS. Pienso, que no existe otro escritor mexicano con la fuerza narrativa y poética de don Fernando.
Del Paso es personalísimo, inimitable, de ahí que no tenga discípulos - al menos con José Trigo- o escritores jóvenes que hayan querido emular su prosa.
La edición que tengo en mi pequeña biblioteca es de SIGLO XXI EDITORES en su sétima edición de 1982.

J. MÉNDEZ- LIMBRICK.

***

BIOGRAFÍA: FUENTE WIKIPEDIA.

Fernando del Paso Morante (Ciudad de México, 1 de abril de 1935 - ) es un escritor, dibujante, pintor, diplomático y académico mexicano.



Como primera aspiración tuvo ser médico, sin embargo, como uno de sus personajes, Palinuro, sufrió por la sangre y terminó efectuando estudios de Economía y literatura en la UNAM. Ha trabajado como publicista, locutor y periodista, además de ser dibujante y pintor. Fue un conocido amigo del escritor francés Maurice Blanchot.

En 1955 comienza a trabajar como escritor de textos para varias agencias publicitarias. Es la época en que, influido por William Faulkner, James Joyce, Juan Rulfo y Lewis Carroll, del Paso empieza Sonetos de lo diario, libro que publicará en 1958.

Para terminar José Trigo, recibe la beca del Centro Mexicano de Escritores en 1965. Al año siguiente publica la novela, que recibe el Premio Xavier Villaurrutia.1 Se demoró 7 años en finalizar esta obra y le ocurrirá lo mismo en con sus dos siguientes obras.

Becado por la fundación Ford, del Paso viaja a Iowa en 1969 para participar en el "International Writing Program", en donde reside 3 años.

En 1971 se muda nuevamente, esta vez a Londres, debido a que recibe la Beca Guggenheim, que se le volverá a otorgar en 1981.

Es aquí en donde comienza a trabajar en su siguiente novela, misma que publica en 1977. Palinuro de México obtiene el Premio Rómulo Gallegos 1982. Durante su estancia en Londres, a la par de sus proyectos literarios, trabaja como productor de programas de radio, escritor y locutor en la BBC.

Después de vivir 14 años en la capital británica, se traslada en 1985 a París donde se desempeña como consejero cultural en la embajada de México —cargo que ejercerá 3 años—, a la vez que trabaja en Radio France Internationale como escritor y productor. Ese mismo año Palinuro de México se tradujo al francés; recibe el reconocimiento de la crítica francesa y el Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia. En 1986 gana el premio Radio Nacional de España al mejor programa en español de carácter literario por su Carta a Juan Rulfo.

En 1988 publica Noticias del Imperio, que se cuenta entre las "nuevas novelas históricas" escritas en América Latina. Basada en la vida de los emperadores Maximiliano I de México y su consorte Carlota de México, esta novela enciclopédica no se conforma con una descripción monológica de "lo que sucedió". Al contrario, del Paso mismo insiste en ofrecer, de forma historiográfica, todas las versiones posibles de los incidentes importantes en la vida de los protagonistas y de la intervención francesa en México. Esta obra tuvo decisiva influencia en otras de generaciones posteriores, sobre todo en escritores cubanos como Leonardo Padura en La novela de mi vida y sobre todo influencia testilística en Fernando Velázquez Medina y su novela experimental Última rumba en La Habana.

En 1989 es nombrado cónsul general de México en París, cargo en el que permanece hasta 1992.

En 1992 regresa a México y asume el cargo de director de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz de la Universidad de Guadalajara. En esta ciudad comienza a trabajar en su siguiente novela, en la que explora el género de la literatura de suspenso, y que se publica en 1995: Linda 67.

En mayo del 2007 la citada universidad le hace un homenaje público al nombrar a la mayor de sus bibliotecas, ubicada en el Centro Universitario de la Ciénega, como Biblioteca Mediateca Fernando del Paso.

Entre los reconocimientos que ha obtenido, además de los ya citados, destacan: el premio Novela México 1975, Mazatlán de Literatura 1988, Nacional de Lingüística y Literatura 1991,2 y Premio FIL de Literatura 2007. En 1993 fue nombrado Creador Emérito. En octubre de 2006, fue elegida miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua.3 Es miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana.4 El 12 de febrero de 1996 ingresó a El Colegio Nacional con el discurso "Yo soy un hombre de letras", el cual fue contestado por el doctor Miguel León-Portilla.5

Además de su labor literaria, Fernando del Paso ha incursionado en el dibujo y la pintura: ha presentado sus obras en Londres, Madrid, París y varias ciudades de Estados Unidos. En la ciudad de México ha expuesto en el Museo de Arte Moderno y el Museo de Arte Carrillo Gil, y en Guadalajara, en el Hospicio Cabañas.

viernes, 21 de junio de 2013

Salvador Elizondo Alcalde




Salvador Elizondo Alcalde (Ciudad de México; 19 de diciembre de 1932- 29 de marzo de 2006) fue un escritor, traductor y crítico literario mexicano, autor de novelas como Farabeuf o la crónica de un instante, El hipogeo secreto y Narda o el verano, y de reputados relatos breves, como El grafógrafo. Fue considerado el escritor más original y vanguardista de la generación de los años 60 en México. Desarrolló un estilo literario cosmopolita, al margen de las corrientes realistas y nacionalistas que imperaban en la época, con importantes influencias de autores como James Joyce o Ezra Pound.


Salvador Elizondo
Farabeuf o la crónica de un instante (fragmento)

" "-¿Ve usted? Esa mujer no puede estar del todo equivocada. Su inquietud, maestro, proviene del hecho de que aquellos hombres realizaban un acto semejante a los que usted realiza en los sótanos de la Escuela cuando sus alumnos se han marchado y usted se queda a solas con todos los cadáveres de hombres y mujeres. Sólo que ellos aplicaban el filo a la carne sin método. En ello descubrió usted una pasión más intensa que la de la simple investigación, y es por eso que valido de su uniforme azul y sus polainas blancas, abriéndose paso a codazos y a empellones se colocó usted frente al "hecho" para crear en medio de él un espacio de horror después de haber colocado pacientemente su enorme aparato fotográfico.
(…)
Todas aquellas filosísimas navajas y aquellos artilugios, investidos de una crueldad necesaria a la función a la que estaban destinados, adquirían una belleza dorada, como orfebrerías barrocas brillando en un ámbito de terciopelo negro, fastuosos como los joyeles de un príncipe oriental que se sirviera de ellos para provocar sensaciones voluptuosas en los cuerpos de sus concubinas, o para provocar torturas inefables en la carne anónima y tensa de un supliciado.
(…)
La mirada todo lo invadiría con una sensación de amor extremo, con el paroxismo de un dolor que está colocado justo en el punto en que la tortura se vuelve un placer exquisito y en que la muerte no es sino una figuración precaria del orgasmo.
(…)
No pensaste jamás que ese espejo eran mis ojos, que esa puerta que el viento abate era mi corazón, latiendo, puesto al desnudo por la habilidad de un cirujano que llega en la noche a ejercitar su destreza en la carroña ansiosa de nuestros cuerpos.
"





 

Farabeuf o la crónica de un instante
Rebeca Becerra
 


Salvador Elizondo (1932-2006) es uno de los principales renovadores de la narrativa mexicana contemporánea, que antes de los años 50 se encontraba inmersa en la técnica del realismo y era espacio donde primaba un mundo desolado, desesperado e introspectivo. En sus obras (El hipogeo secreto, El retrato de Zoe y otras mentiras, Narda o el verano, El grafógrafo) se mezcla lúdicamente la perspectiva erudita con la genuina preocupación filosófica.
Pero, ¿qué es Farabeuf? En este libro, Elizondo va a la búsqueda o, mejor dicho, al encuentro de las fuerzas oscuras de la naturaleza del ser humano. Es un libro oscuro, perturbador, y no terrorífico sino siniestro. Para comprenderlo, si de eso se trata −y no solamente de impresionar, incomodar e inquietar−, es necesario entender o descifrar la fábula, de la cual el lector bebe a cuentagotas. La componen varias oposiciones: recuerdo-olvido, dolor-placer, vida-muerte, noche-día, sueño-realidad..., oposiciones cuya dinámica rige la novela. Farabeuf es "una cita concertada a través de las edades", donde los personajes tratan de evocar a través de los recuerdos un tiempo primordial, porque sólo así pueden saber quiénes o qué son. Esto remite al concepto de mito-creencia como "espacio simbólico por excelencia, en el cual se recrea el tiempo primordial; ese tiempo en el que los seres adquirieron sus características inmutables surgidas del mundo sagrado de los dioses" . En Farabeuf, ese tiempo primordial de los personajes está asentado en la oposición polar "recuerdo-olvido". Los recuerdos, al igual que en el mito-creencia, están conectados a través de símbolos. El símbolo, elemento indispensable para comprender la fábula, es el ideograma chino, el mismo que aparece dibujado en la ventana y evocado a través de un personaje femenino. Los símbolos son polisémicos, es decir portadores de diferentes significados. Son elementos que han perdido su significado cotidiano y pasan a formar parte de un plano simbólico. El ideograma representa la muerte y el suplicio-placer, pero también el número seis. El escritor se vale de este objeto para rompernos la mente en mil pedazos. "El mito, además de ser creencia, es una creación narrativa que se refiere a la historia del proceso de incorporación de las esencias y la aparición de seres mundanos en el tiempo primigenio. "El texto mítico si es ubicable en el tiempo y en el espacio, es mensurable, posee formas canónicas de expresión" . Sin embargo, esta novela no es ubicable en el tiempo −me refiero al tiempo textual−, pero sí en el espacio. El espacio de acción del mito-creencia son los rituales. En ellos se conjugan diferentes tiempos en un solo plano: pasado, presente y futuro. En Farabeuf se están evocando recuerdos del tiempo primordial, aquel donde los personajes adquirieron ciertas características que hoy tratan inútilmente de recordar; tales recuerdos se traen a un presente narrativo: en él tendrá lugar un rito donde placer y suplicio son la misma cosa; dicho ritual va a ser representado como lo ha hecho el Dr. Farabeuf, en algún momento y en algún tiempo, en "el Teatro Instantáneo del Maestro Farabeuf". Empleando artilugios, se supliciará a una mujer (la amante) que ha sido seducida por medio de la fotografía de un supliciado en China, hombre que ha conocido el Leng Tch’é o suplicio de los cien cortes, que consiste en el desmembramiento. La mujer es utilizada como objeto de deseo y llevada a la vieja casa para realizarle el mismo rito.

Elizondo es un mito en sí mismo, y con esta novela hace de la escritura un mito. "En Farabeuf se combinan los elementos que han estimulado la sensibilidad artística de Elizondo: el interés que naciera en Europa por las técnicas cinematográficas; el estudio profundo de la cultura y los ideogramas chinos; la curiosidad por el mundo científico decimonónico en general y el Précis de Manuel Opératoire del Dr. Farabeuf en particular"
. Farabeuf remite al nouveau roman, entre cuyas líneas características destaca la propuesta de un mundo narrativo caótico, en el que no hay una solución narrativa ni imaginativa de la fábula. Además, cabe recordar la complejidad que ve tejerse entre el espacio-tiempo. La del nouveau roman era una literatura de ruptura que abogaba por la muerte del narrador y el cambio total del referente literario, o sea pasar de ser la realidad a algo totalmente irreal o ficticio; en resumidas cuentas, el relato en sí es el que crea el mundo y no al revés. En una primera lectura, Farabeuf produce la impresión de un caos; sin embargo, tras una segunda lectura o una relectura más atenta, es indudable que existe una coherencia interna. La estructura narrativa desconcierta y aterroriza al lector, pues no se sabe a ciencia cierta quién narra. Se habla desde la tercera persona (de él), así como de tú, de usted, de nosotros, inclusive desde la primera persona, el yo, y a veces pareciera que alguien, algo o una fuerza oculta narrara por encima de nuestros hombros. Es una estructura fragmentada en muchos pedazos que emula el suplicio chino de los cien cortes, o el reflejo infinito de un espejo dentro de otro espejo. Al igual que los personajes, las voces narrativas son fantasmagóricas. Hay una mezcla inexplicable de voces femeninas y masculinas, de narradores intra y extradiegéticos, y no hay una voz que unifique las demás; sin embargo, todas tienen el mismo nivel de importancia y de presencia. En alguna parte de la narración, estamos frente a narradores que se cuestionan; en otra, frente a narradores que explican algunos hechos al lector; en otra más, varios narradores relatan al mismo tiempo y también se cuestionan la narración del otro. Para enmarañar más la historia, el autor recurre a mecanismos expositivos tales como fragmentos de cartas, un extracto de la condena al Leng T'ché y la fotografía de dicho acto. De igual forma, a elementos paratextuales: el epígrafe del Breviario de podredumbre de Cioran, los iconos de una pierna cortada con una sierra y un fragmento del libro del propio maestro Farabeuf sobre la tortura.

Al parecer Farabeuf y la Enfermera, personajes principales de la novela, se desdoblan en el tiempo y en el espacio, como el reflejo del cuadro de Tiziano Amor Sagrado y Amor Profano en el espejo, presentándonos las posibilidades de diferentes mundos. Los personajes buscan ser, buscan un tiempo y un espacio, un lugar que han olvidado, que se les ha negado; buscan la respuesta a su olvido, a sus recuerdos. Son personajes "sin identidad" que nadan en medio de una narración que sale de sus propias bocas. Entidades que se cuestionan esa falta de "ser":

"¿Somos la materialización del deseo de alguien que nos ha convocado, de alguien que nos ha construido en sus recuerdos, con sombras que nada significan?" ¿Es que somos acaso una mentira?... Personajes de un relato fantástico que han cobrado vida, sueños que están siendo soñados por seres diversos en diferentes lugares del mundo. Somos el sueño de otro. ¿Por qué no? O una mentira. O somos la concreción, en términos humanos, de una partida de ajedrez cerrada en tablas, somos una película cinematográfica que dura apenas un instante. O la imagen de otros, que no somos nosotros en un espejo. Somos el pensamiento de un demente. Alguno de nosotros es real y los demás somos su alucinación. Esto también es posible. Somos una errata que ha pasado inadvertida que hace confuso un texto, por lo demás, muy claro; el trastocamiento de las líneas de un texto que nos hace cobrar vida de esta manera prodigiosa; o un texto que por estar reflejado en un espejo cobra un sentido totalmente diferente del que en realidad tiene. Somos una premonición; la imagen que se forma en la mente de alguien mucho antes de que los acontecimientos, mediante los cuales nosotros participamos en su vida, tengan lugar; un hecho fortuito que aún no se realiza, que apenas se está gestando en los resquicios del tiempo; un hecho futuro que aún no acontece. Somos un signo incomprensible trazado sobre un vidrio empañado en una tarde de lluvia: Somos el recuerdo, casi perdido, de un hecho remoto. Somos seres y cosas invocadas mediante una fórmula de nigromancia. Somos algo que ha sido olvidado. Somos una acumulación de palabras, un hecho consignado mediante una escritura ilegible; un testimonio que nadie escucha. Somos parte de un espectáculo de magia recreativa. Una cuenta errada. Somos la imagen fugaz e involuntaria que cruza la mente de los amantes cuando se encuentran, en el instante en que se gozan, en el momento en que mueren. Somos un pensamiento secreto..."


Se buscan en sus propios recuerdos, y esos recuerdos evocan otros, y todo se vuelve una cadena infinita, como un sueño dentro de otro sueño, pero no se sabe quién sueña esos sueños ni quién recuerda. Pero cuántas veces nos hemos planteado las mismas preguntas: ¿somos nosotros esos personajes sin respuestas a su "ser"? Y es que, de repente, nos descubrimos insertos en la narración de una forma misteriosa. Los personajes crean mundos irreales para encontrar un significado de sí mismos.

Farabeuf
es una serie de instantes o epifanías, como las llamaba Joyce, que permiten ver lo poético en el objeto, o la materia en el momento preciso en que esta produce una ensoñación. Es decir que escritor y epifanía deben coincidir en el espacio y en el tiempo para interconectarse. Los instantes resumen hechos contemplativos, y por ello Farabeuf es modelo de novela contemplativa: surge y resurge de de un modo de contemplar no una materia original o pura, sino un elemento material conductor que transfiere emociones, pasiones, terror, horror, etc.; como de la contemplación de la fotografía del supliciado en China los personajes extraen pensamientos, deseos, sadismo y obsesión. Se contempla, además, un cuadro de Tiziano (Amor Sagrado y Amor Profano), el inagotable reflejo de esta misma pintura en un espejo, el ideograma en la ventana y elementos de origen natural (la estrella de mar, por ejemplo); habría que agregar la imagen de sí mismos en la limpia superficie, donde las identidades desaparecen. Estas contemplaciones se vinculan diversamente con situaciones, instantes y personajes, caracterizando de una manera oscura la narración y ensombreciendo su atmósfera. De este enmarañamiento resurge con arrolladora fuerza el olvidado sentido de viejas preguntas: ¿quiénes somos?, ¿qué hacemos?, ¿dónde estamos?
Dentro de los instantes aparecen, con recurrencia, dos personajes que representan diferentes papeles, pero son siempre un hombre y una mujer; o puede ser Farabeuf y la Enfermera, o él y ella, o usted y nosotros, inclusive tú y yo. Los personajes femeninos no evolucionan en el tiempo, solamente se desdoblan en diferentes voces (ella, la enfermera Melanie Dessaignes, la señora Farabeuf y Sor Paulina) o en el pronombre personal tú. Farabeuf es el único personaje que envejece en el tiempo. Esto se percibe ya desde el inicio de la narración, cuando sube las escaleras, cansado y arrastrando los pies, para llevar a cabo el encuentro. Más adelante se le nombrará como a un anciano. La presencia femenina es la encarnación del deseo y el principio masculino está representado, efectiva e indistintamente, por el Dr. Farabeuf, el Maestro y Paul Belcour: amante y victimario, personificación de la muerte y, a todas luces, el personaje más complejo de la narración. ¿Es él quien toma la fotografía del supliciado?, ¿es el hombre de la playa?, ¿es el mismo que lleva a cabo el teatro instantáneo? ¿Quién es realmente Farabeuf? Es todos y cada uno al mismo tiempo, la cara de la muerte.

El libro es decididamente experimental. Decidida y exquisitamente, habría que decir. Una obra de laboratorio donde el escritor teje y desteje personajes e historia. Se presta para conjeturar y encontrar múltiples interpretaciones, e invita a ello. Lanza a su lector a la caza de respuestas que no existen en su imaginación, aunque las mismas permanezcan agazapadas dentro del texto y por eso pasen inadvertidas. Y no importa que, al final, la desesperación de los personajes no encuentre ninguna respuesta, ninguna salida. Farabeuf es un rompecabezas que se arma y desarma, una experiencia mental que, como se enuncia en las últimas páginas:
"está concebida para hacerte comprender todas las posibilidades de la multiplicidad del mundo: trata de concebir este cuadro reflejado en el espejo"


El carácter visual de la novela hace pensar en una película que rueda ante nuestros ojos, y a la cual tenemos que seguir hacia donde vaya. Es un libro complejo y de complejidad probada durante cuarenta años. Imposible hablar de él en pocas páginas y aun en bastantes, ya que su posibilidad multiplicadora se dispara desde que entramos en la materia narrativa; y por mucho que calemos en reflexión e intelección, siempre nos dejará con una pregunta lista en los labios.





La Autora, Rebeca Becerra:
Rebeca Becerra nació en Tegucigalpa, en 1970. Licenciada en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y egresada de la Academia Nacional de Arte Dramático En 1992 recibió el Premio Único Centroamericano de Poesía "Hugo Lindo" en San Salvador, El Salvador. Es socia-fundadora de la editorial Ixbalam y tiene a su cargo la revista del mismo nombre. Ha publicado Sobre las mismas piedras (2004, poesía) y está en proceso de edición Las palabras de aire.

_ftnref1Elizondo, Salvador. Farabeuf. México, 1965. p. 13

_ftnref2López, Alfredo: en María Ana Portal. Ciudadanos desde el pueblo. 1997. p. 60.

_ftnref3(López, Alfredo. En Op.Cit. p. 5.

_ftnref4Zavala, Daniela. "Salvador Elizondo: la conversación como autobiografía", Tranvía. Revista de Literatura, núm. 5, 2002

_ftnref5Elizondo, Salvador. Op. cit., p. 121.

_ftnref6Ibid, pp. 93-94.

_ftnref7Ibid, p. 151.

jueves, 20 de junio de 2013

HOMERO ARIDJIS.


Poeta mexicano nacido en Michoacán en 1940.
Es uno de los escritores más prolíficos de México. Periodista, novelista y catedrático, fue becario de varias
instituciones mexicanas, y profesor de literatura mexicana en varias universidades norteamericanas. En 1993
la Universidad de Indiana le otorgó el doctorado Honoris Causa. Ha desempeñado diversos cargos diplomáticos
a través de su carrera: en 1972 fue agregado cultural de México en Holanda, y posteriormente,  fue embajador
de México en Suiza. También dirigió el Instituto Michoacano de Cultura.
Su antología incluye sus obras más conocidas:
«Los ojos desdoblados», «Antes del reino», «Los espacios azules», «Tiempo de ángeles»  y «Antología Poética». Fuente: http://www.amediavoz.com/aridjis.htm

Mirándola dormir  ( fragmento )

Cálida ahí donde te toco.
Grupa vaporosa.
Radiante en cualquiera de sus poros.
Cabalgando.
Y sobre lo espléndido va lo irrepetible.
Y reproduciremos toda vida, y toda melancolía será
ahogada con zumo de tus manos.
situado el cuerpo hasta las nubes para que llueva
enorme, consternado, sobre las pequeñas voces y el
medio movimiento.
En la pulsable ostentación de ser en dos un solo verbo.
Traídos y llevados y atentos.
Y ella bien oculta.
Máscara de siete ojos.
Tendida, vaporosa, suya, mirándose leve sobre la
inclinación de su cuello, de su desplazamiento.
Regocijada entre los números inexactos de su memoria.
Niña loca, joven de burdel.
Adelante de los pequeños verbos y de los caballos que
tremolan.
Desnuda de tiempo en horas anormales.
Vaporosa bruta.
Dormida satisfecha en su abundancia.
Los senos esféricos sobre el cuerpo horizontal.
Apuntando, y atravesados por venas azules.
Qué murmurar sanguíneo.
Sueltos y desnudos: apuntando a fantasmas espesos y
erectos; libres.
Muy de Berenice. Terráqueos y afectuosos. Muy en ella.


***

Perséfone   (fragmento)

Un río carnal abre los muslos.
Perséfone se abre como una escalera estrecha y empinada.
Perséfone ríe al borde sus fibras nerviosas.
Navegan barcos por mar desconocido. Navega un dios en
          sí mismo enlazado.
El cuello de los cisnes en un solo cuello.
Perséfone me mira como yesca que acecha el fuego.
Pone los codos sobre las rodillas, mete la cabeza entre las manos.
Se sienta en sus cojines suaves. Se sienta sobre un lecho que
          por las arrugas de las mantas parece un trono rudo.
Mis manos friccionan con ardor sus miembros. En sus miembros
          se confunde lo blanco de su piel, lo rojo de su ardor.
A sus miembros que fricciono llegan su silencio, su emoción, sus gestos.
Un mismo calor anima su corazón, sus pies, sus dedos.
El fuego le abre el cuerpo, igual que un incendio descubre
          en una casa muchas ventanas, muchos ojos.
Igual que si se hubiera vuelto su interioridad hacia afuera,
y un color propio la recorriera matizando sus rasgos.
Me adentra.
No pienso.
Mis sentidos despiertan.
Oigo mi cuerpo, oigo su cuerpo enredarse en el mío. Crecen
          los dos, enmudecen, maduran, se avejentan, mueren.
Oigo el eco de su desaparición, de su nacimiento. Oigo.
Que no están, que llegan, que se van.
Siento su cuerpo. Toca con mil poros abiertos a mi piel.
Me roza con mil manos y muslos. Me roza con pedazos de
          carne que se labia, se hiende.
Mojándome. Huelo su origen. Su deseo. Su deseo. Su ceniza.
Sus cabellos húmedos de mis cabellos. Su roce que es mi roce.
Veo la palabra que no dice en su lengua curvada, alargada
hasta mi lengua. Su sexo que entraña mi sexo. Sus pies extendidos.
Su movimiento sacando chispas de las sábanas con las caderas.
Su hundimiento en el colchón. Su levantarse y caer y sonar.
La oscuridad momentánea de su boca, de sus axilas, de
          su cuello y sus brazos.
Llena mi ver una rodilla. Un brazo. Un ojo. Un cabello entre
         mis labios. Un trozo de muslo. Un pedazo de vientre.
El ombligo. Sus cabellos. Su ombligo.
Su cara vuelta a la derecha. Su cara vuelta a la izquierda.
Su mentón apuntando hacia arriba y hacia abajo. Su cuerpo
         recogido. Su cuerpo diagonal.
Su ombligo. Su oreja. Sus cabellos. Su sexo.
Su boca que se ahonda y se ahonda, que se sumerge por adentro de ella,
que cae y cae, toca mi sexo, sube por mi cuerpo,
se convierte en mi boca que la besa en su boca que se ahonda,
y cae en mí, y cae en ella.

martes, 18 de junio de 2013



JUAN JOSÉ ARREOLA.
PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA 1963. Novela: "La feria".

Jaliciense, como Juan Rulfo y miembros ambos de la generación de escritores que transformó la literatura mexicana y puso dentro del panorama mundial, Juan José Arreola fue el escritor que con mayor libertad permitió que la imaginación se desbordara de su causes y consiguió una escritura que se apropia de las convenciones genéricas para trastocarlas y dar vida a una literatura novedosa y sorprendente. Borges dijo que "desdeñoso de las circunstancias históricas, geográficas y políticas, Juan José Arreola, en una época de recelosos y obstinados nacionalismos, fijó su mirada en el universo y en sus posibilidades fantásticas"; también dijo que aunque nació en México en 1918, "pudo haber nacido en cualquier lugar y en cualquier tiempo". En una época que nuestro país se decidía por el realismo y las tendencias la literatura de la tierra, Arreola, sin desdeñar realmente esos temas, construyó alegorías universales de la vida nacional.

La narrativa de Arreola fue durante un largo tiempo un problema para los especialistas en literatura. Sin afiliarse a un movimiento, ni siquiera a una vanguardia específica, fue una apuesta por la imaginación y el ludismo. Por otra parte, el sentido del humor y las formas de la ficción breve que cultivó Arreola condicionaron durante un tiempo que su literatura fuera vista con recelo. Sin embargo, en cuentos como "El guardagujas", "La migala", "El miligramo prodigioso", "Baby H.P.", "Botella de Klein" es posible encontrar las huellas que dieron origen a una nueva tradición de literatura mexicana. De hecho, la importancia de Arreola en el campo de la legitimación de la ficción breve para el canon de la gran literatura apenas se empezó a reconocer hace unos diez años.

Otro de los terrenos en que Arreola se apartó de la práctica usual de la literatura mexicana fue en asumir los retos que plantea hacer literatura de imaginación. En la narrativa de Arreola el absurdo, lo fantástico, lo alegórico se unen en estructuras entretejidas de ironía y simbolismo. El compromiso de escribir literatura mimética pude ser representar adecuadamente el mundo, pero el de escribir literatura fantástica es representar adecuadamente los sueños, dejar entrever por las fisuras que la realidad ofrece un mundo más terrible o más brillante, pero menos monótono. Es también permitir que la realidad deje de ser para que signifique. En "El guardagujas", horrible y festiva caricatura de una realidad nacional sin rumbo, se han querido ver las huellas de Kafka. Puede ser verdad, el absurdo y la aceptación monocorde del destino, la falta de sorpresa y de reacción ante una realidad que nos rebasa y nos destruye están presentes, pero creo que Kafka nos hace llorar y Arreola sonreír.

Y, para todos aquellos que aún creen que la literatura fantástica es una forma de evasión, existe la respuesta de "El prodigioso miligramo" en el que un objeto, al parecer completamente inútil, se convierte en el eje del mundo, donde la fe y la humildad son suficientes para justificar la transmutación y conmocionar los cimientos del mundo y donde, al olvidarse los fundamentos de esa misma fe, las formas más espúrias de la imitación destruyen toda posibilidad de subsistencia.

Hay quienes recordaran a Juan José Arreola cómo quien rompió con las estructuras tradicionales de la literatura mexicana; hay quienes lo pensaran como un escritor del boom latinoamericano (otros, haciéndose eco de él mismo, como un insubordinado del boom; Borges lo consideró un no afiliado a los "ismos"), pero todos lo recordaremos como un gran escritor, tal vez el mejor escritor de ficción breve de México.
Hay recuerdos que no pueden apagarse pasé lo que pasé. Arreola ya no es una presencia o una señal, pero sigue siendo una luz en la memoria. Lo recordaremos como uno de los tres grandes escritores de Jalisco, como el último juglar, o como el primero que le abrió las puertas de la imprenta a escritores Carlos Fuentes o a Elena Poniatowska; lo recordaremos por sus intervenciones, afortunadas o no, en la televisión, lo recordaremos por las no por eruditas menos entretenidas charlas que sostenía con Antonio Alatorre, pero, sobre todo lo recordaremos como aquel vario y prodigioso ingenio capaz de alegrar la visión de Kafka.


Fuente:

http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/biblioteca/literatura/special/arreola/biografia.htm

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