Borges en su casa: una entrevista
Si tuviera que nombrar a un
escritor de lengua española de nuestro tiempo cuya obra vaya a perdurar, a
dejar una huella profunda en la literatura, citaría a ese poeta, cuentista y
ensayista argentino que le prestó su apellido a Graciela Borges, a Jorge Luis
Borges.
El puñado de libros que ha
escrito, libros siempre breves, perfectos como un anillo, donde uno tiene la
impresión que nada falta ni sobra, han tenido y tienen una enorme influencia en
quienes escriben en español. Sus historias fantásticas, que suceden en la
Pampa, en Buenos Aires, en China, en Londres, en cualquier lugar de la realidad
o la irrealidad, muestran la misma imaginación poderosa y la misma formidable
cultura que sus ensayos sobre el tiempo, el idioma de los vikingos… Pero la
erudición no es nunca en Borges algo denso, académico, es siempre algo
insólito, brillante, entretenido, una aventura del espíritu de la que los
lectores salimos siempre sorprendidos y enriquecidos.
La entrevista que Borges nos
concedió tuvo lugar en el modesto departamento del centro de Buenos Aires donde
vive, acompañado de una empleada que le sirve también de lazarillo, pues Borges
perdió la vista hace años, y de un gato de angora al que ha bautizado con el
nombre de Beppo porque, nos dijo, así se llamaba el gato de un poeta inglés que
admira: Lord Byron.
MVLL: Me ha impresionado mucho al
ver su biblioteca no encontrar libros suyos, no hay ni uno solo. ¿Por qué no
tiene libros suyos en su biblioteca?
JLB: Cuido mucho mi biblioteca.
Quién soy yo para nombrarme con Schopenhauer…
MVLL: Y tampoco libros sobre
usted, veo que tampoco hay ninguno de los muchos libros que se han escrito
sobre usted.
JLB: Yo leí el primero que se
publicó durante la dictadura, en Mendoza.
MVLL: ¿Cuál dictadura, Borges?
Porque desgraciadamente ha habido tantas…
JLB: La de aquel…, de cuyo nombre
no quiero acordarme.
MVLL: Ni mencionarlo.
JLB: No, tampoco, no. Algunas
palabras es bueno evitarlas. Bueno, pues se publicó el libro Borges, enigma y clave, escrito por Ruiz
Díaz, un profesor mendocino, y por un boliviano, Tamayo. Y yo leí ese libro a
ver si encontraba la clave ya que el enigma lo conocía. Después no he leído
ningún otro. Alicia Jurado escribió un libro sobre mí. Yo le agradecí, le dije:
«Sé que es bueno, pero el tema no me interesa o quizás me interesa demasiado,
conque no voy a leerlo».
MVLL: Y tampoco ha leído entonces
esa voluminosa biografía que ha publicado Rodríguez Monegal sobre usted.
JLB: ¿Y qué me dices, que es muy
buena?
MVLL: Por lo menos muy
documentada y hecha realmente con una gran reverencia, un gran afecto por usted
y un gran conocimiento, creo, de su obra.
JLB: Sí, somos amigos. Él es de
Melo, ¿no?, de la República Oriental.
MVLL: Sí, y además aparece en uno
de sus cuentos como personaje.
JLB: De Melo yo recuerdo unos
versos muy lindos de Emilio Oribe, que empiezan de un modo trivial y luego se
exaltan, se ensanchan: «Yo nací en Melo, ciudad de coloniales casas»… Bueno,
eso no está muy…, «coloniales casas», «casas coloniales» ligeramente diversas…
«Yo nací en Melo, ciudad de coloniales casas, en medio de la pánica llanura
interminable», y ahora se agranda, «en medio de la pánica llanura interminable
y cerca del Brasil». Cómo va creciendo el verso, ¿eh? Cómo va ampliándose.
MVLL: Sobre todo como lo dice
usted.
JLB: No, pero… «Yo nací en Melo,
ciudad de coloniales casas» no es nada; «en medio de la pánica llanura
interminable y cerca del Brasil», y ya ves un imperio al final del verso. Es
lindísima. Emilio Oribe.
MVLL: Es muy bonito. Dígame,
Borges, hay una cosa que hace muchos años que quiero preguntarle. Yo escribo
novelas, y siempre me he sentido dolido por una frase suya muy linda pero muy
ofensiva para un novelista, una frase que es más o menos la siguiente:
«Desvarío empobrecedor el de querer escribir novelas, el de querer explayar en
quinientas páginas algo que se puede formular en una sola frase».
JLB: Sí, pero es un error, un error
inventado por mí. La haraganería, ¿no? O la incompetencia.
MVLL: Pero usted ha sido un gran
lector de novelas y un maravilloso traductor de novelas.
JLB: No, no. Yo he leído muy
pocas novelas.
MVLL: Sin embargo, las novelas
aparecen en su obra, son mencionadas o incluso inventadas.
JLB: Sí, pero yo he sido
derrotado por Thackeray. En cambio, Dickens me gusta mucho.
MVLL: Vanity Fair (La feria de las vanidades) le resultó muy aburrida.
JLB: Pendennis lo pude leer, haciendo un esfuerzo, con Vanity Fair no, no pude.
MVLL: Conrad, por ejemplo, que es
un autor al que usted admira, ¿no le importaban las novelas de Conrad?
JLB: Pero claro que sí, por eso
le digo que con escasas excepciones. Por ejemplo, el caso de Henry James, que
era un gran cuentista y un novelista, digamos, de otro calibre.
MVLL: Pero, entre los autores más
importantes para usted, ¿no hay ningún novelista?
JLB: …
MVLL: ¿Mencionaría algún
novelista entre los autores que considera más importantes o son sobre todo
poetas y ensayistas?
JLB: Y cuentistas.
MVLL: Y cuentistas.
JLB: Porque no creo que Las mil y una noches sea una novela,
¿no? Una infinita antología.
MVLL: La ventaja de la novela es
que todo puede ser novela. Creo que es un género caníbal, que se traga todos
los géneros.
JLB: A propósito de «caníbal»,
¿usted conoce el origen de la palabra?
MVLL: No, no lo conozco, ¿cuál
es?
JLB: Muy linda. Caribe, que dio caríbal, y caníbal.
MVLL: O sea que es una palabra de
origen latinoamericano.
JLB: Bueno, sin «latino». Eran
una tribu de indios, los caribes, una palabra indígena, y de ahí surgió caníbal y Calibán, de Shakespeare.
MVLL: Curioso aporte de América
al vocabulario universal.
JLB: Hay tantos. Chocolate, que era xocoatl, creo, ¿no? Se perdió la tl, desgraciadamente. Papa,
también.
MVLL: ¿Cuál diría usted que ha
sido el mejor aporte en el campo de la literatura de América? De toda América:
América hispana, portuguesa… ¿Algún autor, algún libro, algún tema?
JLB: Yo diría más bien el
modernismo en general. Era obra de la literatura en lengua castellana, y eso
surge de este lado, según lo hace notar Max Henríquez Ureña. Hablé con Juan
Ramón Jiménez y él me dijo de la emoción con la cual había recibido un ejemplar
de Las montañas del oro, año 1897. Y
su influjo en grandes poetas en España. Pero eso surge de este lado. Y
curiosamente, estamos aquí —no geográficamente— mucho más cerca de Francia que
los españoles. Yo me di cuenta en España que podía alabar a Inglaterra, alabar
a Italia, alabar a Alemania, alabar incluso a Norteamérica, pero que si hablaba
de Francia ya se sentían incómodos.
MVLL: El nacionalismo es algo muy
difícil de erradicar en cualquier parte.
JLB: Uno de los grandes males de
nuestra época.
MVLL: Quisiera hablar un poco de
eso, Borges, porque… Le puedo hablar con toda franqueza, supongo.
JLB: Sí, y además quiero decirle
que es un mal que corresponde a las derechas y a las izquierdas.
MVLL: Algunas declaraciones
políticas suyas a mí me provocan desconcierto, pero hay un aspecto en el que
cuando usted habla merece toda mi admiración y todo mi respeto, y es el asunto
del nacionalismo. Creo que usted siempre ha hablado con gran lucidez sobre ese
tema o, mejor dicho, contra el nacionalismo.
JLB: Y sin embargo yo he
incurrido en él.
MVLL: Pero ahora, en estos
últimos…
JLB: El hecho de haber hablado de
las orillas de Buenos Aires, el hecho de haber conocido payadores, de haber
conocido cuchilleros, de haberlos usado en mi literatura. Yo he escrito
milongas… Todo es digno de la literatura, ¿por qué no también los temas
vernáculos?
MVLL: Yo me refería al
nacionalismo político.
JLB: Eso es un error, porque si
uno quiere una cosa contra otra es que no la quiere realmente. Por ejemplo, si
yo quiero Inglaterra contra Francia es un error, tengo que querer ambos países,
dentro de mis posibilidades.
MVLL: Usted ha hecho muchas
declaraciones en contra de toda posible ruptura de hostilidades entre Argentina
y Chile.
JLB: Más aún. Yo actualmente, a
pesar de ser nieto y bisnieto de militares y más lejanamente de conquistadores,
que no me interesan, soy pacifista. Creo que toda guerra es un crimen. Además,
si se admiten guerras justas, que sin duda las hubo —la guerra de los Seis
Días, por ejemplo—, si admitimos una guerra justa, una sola, eso ya abre la
puerta a cualquier guerra y nunca faltarán las razones para justificarla, sobre
todo si se las inventan y encarcelan como traidores a quienes piensan de otro
modo. De antemano, yo no me había dado cuenta de que Bertrand Russell y Gandhi
y Alberdi y Romain Rolland tenían razón al oponerse a la guerra, y quizás se
precise más valor ahora para oponerse a la guerra que para defenderla o
participar en ella, incluso.
MVLL: Ahí yo estoy de acuerdo con
usted. Creo que es muy exacto eso que dice. ¿Cuál es el régimen político ideal
para usted, Borges? ¿Qué le gustaría para su país y para América Latina? ¿Qué
régimen le parecería el más adecuado para nosotros?
JLB: Yo soy un viejo anarquista
spenceriano y creo que el Estado es un mal, pero por el momento es un mal
necesario. Si yo fuera dictador renunciaría a mi cargo y volvería a mi
modestísima literatura, porque no tengo ninguna solución que ofrecer. Yo soy
una persona desconcertada, descorazonada, como todos mis paisanos.
MVLL: Pero usted se considera un
anarquista, básicamente un hombre que defiende la soberanía individual en
contra del Estado.
JLB: Sí, sin embargo no sé si
somos dignos. En todo caso, no creo que este país sea digno de la democracia o
de la anarquía. Quizás en otros países pueda hacerse, en Japón o en los países
escandinavos. Aquí evidentemente las elecciones serían maléficas, nos traerían
otro Frondizi u otros…, etcétera.
MVLL: Ese escepticismo no está
reñido con algunas declaraciones suyas optimistas que hace sobre la paz,
justamente en contra de la guerra, últimamente en contra de las torturas y de
toda forma de represión.
JLB: Sí, ya sé. Pero no sé si eso
puede ser útil. He hecho esas declaraciones por motivos éticos pero no creo que
sean serviciales, no creo que puedan ayudar a nadie. Pueden ayudarme a
tranquilizar mi conciencia, nada más. Pero si yo fuera gobierno, no sé qué
haría, estamos en un callejón sin salida.
MVLL: Yo le hice una entrevista
hace casi un cuarto de siglo en París y una de las cosas que le pregunté…
JLB: Cuarto de siglo… Pará. Qué
triste si vamos a hablar de cuarto de siglo…
MVLL: … una cosa que le pregunté
fue qué opina de la política, ¿y usted sabe qué me respondió? «Es una de las
formas del tedio»:
JLB: Ah, bueno, está bien.
MVLL: Es una bonita respuesta y
no sé si la repetiría ahora: ¿sigue pensando que es una de las formas del
tedio?
JLB: Bueno, yo diría que la
palabra tedio es un poco mansa. En
todo caso fastidio, digamos. Tedio es demasiado… Es un understatement…
MVLL: ¿Hay algún político
contemporáneo que usted admire, que respete?
JLB: Yo no sé si uno puede
admirar a políticos, personas que se dedican a estar de acuerdo, a sobornar, a
sonreír, a hacerse retratar y, discúlpenme ustedes, a ser populares…
MVLL: ¿Qué tipos humanos admira
usted, Borges? Aventureros…
JLB: Sí, los he admirado mucho
pero ahora no sé. Tienen que ser aventureros individuales.
MVLL: ¿Cuál, por ejemplo?
¿Recuerda algún aventurero que le hubiera gustado ser?
JLB: No, a mí no me gustaría ser
otra persona.
MVLL: Usted está contento con el
destino de Borges.
JLB: No, no estoy contento, pero
sé que con otro destino sería otra persona. Y como dice Spinoza, «cada cosa
quiere la soledad de su ser». Yo insisto en ser Borges, no sé por qué.
MVLL: Recuerdo una frase suya:
«Muchas cosas he leído y pocas he vivido», que por una parte es muy bonita y
por otra parece nostálgica…
JLB: Muy triste.
MVLL: Parece que usted lo
deplorara.
JLB: Yo escribí eso cuando tenía
treinta años y no me daba cuenta de que leer es una forma de vivir también.
MVLL: Pero ¿no hay una nostalgia
en usted de cosas no hechas por haber dedicado tanto tiempo a la vida puramente
intelectual?
JLB: Creo que no. Creo que a la
larga uno vive esencialmente todas las cosas y lo importante no son las
experiencias, sino lo que uno hace con ellas.
MVLL: Supongo que eso le ha dado
un gran desprendimiento por las cosas materiales. Uno lo descubre al llegar a
su casa. Vive usted prácticamente como un monje, su casa es de una enorme
austeridad, su dormitorio parece la celda de un trapense, realmente es de una
sobriedad extraordinaria.
JLB: El lujo me parece una
vulgaridad.
MVLL: ¿Qué ha significado el
dinero para usted en la vida, Borges?
JLB: La posibilidad de libros y
de viajes y de desarrollarlos.
MVLL: Pero ¿nunca le ha
interesado el dinero?, ¿nunca ha trabajado usted para ganar dinero?
JLB: Bueno, si lo he hecho parece
que no lo he conseguido. Desde luego es mejor la prosperidad, superior a la
indigencia, sobre todo en una zona pobre, donde estás obligado a pensar en
dinero todo el tiempo. Una persona rica puede pensar en otra cosa. Yo es que
nunca he sido rico. Mis mayores lo fueron, hemos tenido estancias y las hemos
perdido, han sido confiscadas, pero bueno, no creo que tenga mayor importancia
eso.
MVLL: Usted sabe que buena parte
de los países de esta tierra hoy día viven en función del dinero, la prosperidad
material es su estímulo.
JLB: Natural que sea así sobre
todo si hay esta pobreza. En qué otra cosa puede pensar un mendigo sino en el
dinero o en comida. Si usted es muy pobre tiene que pensar en dinero. Una
persona rica puede pensar en otra cosa, pero un pobre, no. De igual modo que un
enfermo sólo puede pensar en la salud. Uno piensa en lo que le falta, no en lo
que tiene. Cuando yo tenía vista no pensaba que eso fuera un privilegio, en
cambio daría cualquier cosa por recobrar mi vista y no saldría de esta casa.
MVLL: Borges, una cosa que me ha
sorprendido en la modesta casa en la que usted vive, sobre todo en el
austerísimo dormitorio que es el suyo, es ver que uno de los pocos objetos que
hay en su dormitorio es la condecoración de la Orden del Sol que le dio el
gobierno peruano.
JLB: Esa condecoración volvió a
la familia al cabo de cuatro generaciones.
MVLL: ¿Y cómo así, Borges?
JLB: La obtuvo mi bisabuelo, el
coronel Suárez, que aunó una carga de caballería peruana en Junín. Obtuvo esa
Orden y fue ascendido de capitán a coronel por Bolívar. Luego esa Orden se
perdió en la guerra civil. Aunque mi familia era unitaria yo soy lejanamente
pariente de Rosas —bueno, todos somos parientes en este país casi deshabitado—.
Al cabo de cuatro generaciones volvió, por razones literarias, y yo fui con mi
madre a Lima y ella lloró porque recordaba haber visto esa condecoración en los
retratos de mi bisabuelo y ahora la tenía en las manos y era para su hijo.
Estaba muy, muy emocionada.
MVLL: O sea, que la relación de
usted con el Perú se remonta a muchas generaciones.
JLB: Sí, a cuatro generaciones.
No, es anterior, le voy a decir, yo estuve… Ah, no, no, espere… Sí, yo estuve
en el Cuzco y vi una casa con un escudo con cabeza de cabra, y de ahí salió
Jerónimo Luis de Cabrera hace cuatrocientos años para fundar una ciudad que se
llama Ica, que no sé dónde está, y la ciudad de Córdoba, en la República
Argentina. Es decir, es una vieja relación.
MVLL: Así que usted, de alguna
manera, es también peruano.
JLB: Sí, desde luego que sí.
MVLL: ¿Qué idea se hacía del Perú
antes de ir a Lima?
JLB: Una idea muy vaga que creo
que estaba basada sobre todo en Prescott.
MVLL: En la Historia de la conquista del Perú de Prescott. ¿Cuándo leyó esa
historia?
JLB: Debo haber tenido siete u
ocho años, tal vez. El primer libro de historia que yo leí en mi vida. Después
leí Historia de la República Argentina
de Vicente Fidel López, y luego las historias romanas y griegas. Pero el primer
libro que yo leí, throughout, es
decir, del principio hasta el fin,
fue ese.
MVLL: Y qué idea tenía del Perú,
¿la de un país tal vez mítico?
JLB: Un poco mítico, sí. Y luego
yo fui muy amigo de un escritor sin duda olvidado entre ustedes, el peruano
Alberto Hidalgo, de Arequipa.
MVLL: Que vivió mucho tiempo en la
Argentina, ¿no es verdad?
JLB: Sí, y él me reveló un poeta
del que yo sabía muchas composiciones de memoria.
MVLL: ¿Qué poeta, Borges?
JLB: Eguren.
MVLL: José María Eguren.
JLB: Sí, exactamente. ¿El libro
se llamaba «La niña de la lámpara azul», o no?
MVLL: Es un poema, uno de los
poemas más conocidos de Eguren.
JLB: Sí. Y había otro… Tengo una
vaga imagen de un barco y de un capitán muerto que recorre el barco. No
recuerdo los versos.
MVLL: Es un poeta simbolista de
una gran ingenuidad y delicadeza.
JLB: Una gran delicadeza. No sé
si ingenuidad. Yo creo que era deliberadamente ingenuo.
MVLL: Digo ingenuidad no en el
sentido peyorativo.
JLB: No, no. La ingenuidad es un
mérito, claro.
MVLL: No salió nunca del Perú y
creo que nunca de Lima y escribió buena parte de su obra sobre un mundo
nórdico, de hadas escandinavas y temas especialmente exóticos para él.
JLB: Es que la nostalgia es muy
importante.
MVLL: Quizá eso establece alguna
afinidad entre ustedes dos, entre Eguren y usted.
JLB: Sí. Es cierto que yo estoy
pensando en países que no conozco o que he conocido mucho después. Me gustaría
tanto conocer la China o la India…, aunque conozco literariamente mucho ya.
MVLL: ¿Qué país lo conmovió más
conocer, Borges?
JLB: Yo no sé, yo diría el Japón,
Inglaterra y…
MVLL: ¿Islandia, por ejemplo?
JLB: Islandia, desde luego,
porque yo estoy estudiando el idioma nórdico, que es la lengua madre del sueco,
del noruego, del danés y parcialmente del inglés también.
MVLL: Es un idioma que se dejó de
hablar ¿hace cuántos siglos?
JLB: No, no, se habla
contemporáneamente en Islandia. Yo tengo ediciones de los clásicos, obras del
siglo XIII, y esas ediciones, que me fueron regaladas o compré en Reikiavik, no
tienen glosario, ni prólogo ni notas.
MVLL: O sea que es un idioma que
no ha evolucionado, que sigue siendo el mismo a lo largo de ocho siglos.
JLB: Es que yo sospecho que la
pronunciación ha cambiado. Ellos pueden leer a sus clásicos como si un inglés
pudiera leer por ejemplo a Dunbar, a Chaucer, o como si nosotros pudiéramos
leer, no sé, el Cantar de Mio Cid o
los franceses La chanson de Roland.
MVLL: O los griegos a Homero.
JLB: Sí, exactamente. Ellos
pueden leer a sus clásicos en ediciones sin notas, sin glosarios,
pronunciándolos sin duda de un modo distinto. Pero, por ejemplo, la
pronunciación inglesa también ha cambiado mucho. Nosotros decimos To be or not to be y parece que
Shakespeare, en el siglo XVII decía aún, conservando las vocales abiertas
sajonas: «Tou be or nat tou be». Esto es mucho más sonoro, completamente distinto,
y resulta casi cómico ahora.
MVLL: Borges, esta curiosidad o,
más que curiosidad, esta fascinación suya por las literaturas exóticas…
JLB: Es que no sé si exóticas…
MVLL: Me refiero a su interés por
la literatura nórdica o anglosajona.
JLB: Bueno, la anglosajona es la
antigua literatura inglesa.
MVLL: … usted cree que tiene algo
que ver con…
JLB: ¿Con la nostalgia?
MVLL: Con Argentina, con el hecho
de que Argentina sea un país totalmente moderno, casi sin pasado.
JLB: Yo creo que sí, y que quizás
una de nuestras riquezas es la nostalgia. La nostalgia de Europa, sobre todo,
que un europeo no puede sentir porque un europeo no se siente europeo sino,
digamos, inglés, francés, alemán, español, italiano, ruso…
Buenos Aires, junio de 1981
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