Fragmento. Capítulo XVII.
El calabozo del Abate Faria.
"En
este período, y al mismo tiempo que trabajaban, el abate seguía
instruyendo a Dantés, hablándole ora en una lengua, ora en
otra, enseñándole la historia de los pueblos y la de los
grandes hombres que dejan en pos de sí de siglo en siglo una de
esas estelas brillantes que llaman la gloria. Hombre de mundo,
Faria, y del gran mundo, tenía además en sus maneras una como
grandeza melancólica que Dantés, gracias al espíritu de
asimilación de que le había dotado la naturaleza, supo convertir en
la finura elegante que le faltaba, y en esas maneras aristocráticas
que no se adquieren sino con las costumbres y el continuo trato de
las clases elevadas o de los hombres distinguidos".
Editorial PORRÚA.
Nota: Es evidente que sin una instrucción y sin una cultura universal, Edmundo Dantés (aparte de sus dotes naturales para asimilar una educación), no hubiera podido urdir un plan de venganza como el trazado. El Abate Faria, sin proponérselo le otorga a Edmundo Dantés, todos los medios tanto materiales como intelectuales para urdir su venganza. Desde el inicio de la narración Alejandro Dumas, va concatenando TODAS las historias: en este capítulo y los anteriores como los posteriores con una gran maestría.
J.Méndez-Limbrick.
El calabozo del Abate Faria.
"En este período, y al mismo tiempo que trabajaban, el abate seguía instruyendo a Dantés, hablándole ora en una lengua, ora en otra, enseñándole la historia de los pueblos y la de los grandes hombres que dejan en pos de sí de siglo en siglo una de esas estelas brillantes que llaman la gloria. Hombre de mundo, Faria, y del gran mundo, tenía además en sus maneras una como grandeza melancólica que Dantés, gracias al espíritu de asimilación de que le había dotado la naturaleza, supo convertir en la finura elegante que le faltaba, y en esas maneras aristocráticas que no se adquieren sino con las costumbres y el continuo trato de las clases elevadas o de los hombres distinguidos".
J.Méndez-Limbrick.
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