John Milton
COMPLETE
POETRY AND SELECTED PROSE
The
Nonesuch Library
(En la gráfica: un empleado de la Revista Sur, doña Victoria Ocampo, la madre del escritor Jorge Luis Borges y en primer plano Borges).
Ninguna
de las ediciones de Milton es del todo satisfactoria. Las del siglo
diecinueve corrigen la puntuación y la ortografía de los textos del
diecisiete, las más recientes las conservan; todas (que yo sepa)
reducen el aparato crítico a un lacónico censo de latinismos y a un
prefacio biográfico-laudatorio. La mejor de cuantas he manejado, la
del profesor David Masson, proporciona asimismo varios diagramas
circulares de la cosmogonía miltónica, pero vierte ninguna o escasa
luz sobre la teología de los poemas. Pese a las advertencias de
Macaulay, es habitual asimilar esa teología a la pura ortodoxia (o
heterodoxia) calvinista. Esa atribución es errónea. Milton, al
morir, dejó un tratado manuscrito —Johannes Miltoni Angli de
Doctrina Christiana libri dúo— que hasta 1825 no se imprimió. En
esos libros postumos y polémicos, "Milton, inglés" niega
en sesenta mil palabras la inmortalidad de las almas, niega la
generación eterna del Hijo, niega la Trinidad, niega que Dios haya
creado el mundo material y concluye (con argumentos derivados de la
Escritura) por vindicar el divorcio y la poligamia. Uno de sus
biógrafos, Mark Pattison, considera que ese volumen es el preciso
duplicado prosaico de Paradise Lost. Ningún editor, sin embargo, ha
recurrido a él para ilustrar las muchas oscuridades de la epopeya.
Tampoco el editor de este libro; E. H. Visiak.
Milton,
contra la opinión general, hace que Adán y Eva consuman su boda
paradisíaca antes de la comisión del pecado (P. L., IV, 740).
Ejecutan con inocencia el acto carnal; después, con malicia:
There
they their fill of love and love's disport
Took
largely, of their mutual guilt the seal,
The
solace of their sin, till dewy sleep
Oppressed
them, wearied with their amorous play.
San
Agustín (De civitate Dei, libro catorce, capítulos
dieciocho-venticuatro) razona largamente ese parecer y opina que
antes del pecado "las partes del varón y de la mujer eran
movidas por la voluntad, no estimuladas por el torpe apetito".
El Doctor Angélico (Summa, cuestión 98, segundo artículo) confirma
esa opinión verosímil y agrega que el placer, aunque sujeto a la
voluntad, tiene que haber sido más vivo en cuerpos no mellados por
el pecado.
Como
en el Sánin de Arzibáshef, como en algunas aventuras de Chaplin,
como en el Martín Fierro, la última escena de Paradise Lost es una
partida.
They,
hand in hand, with wandering steps and slow,
Through
Edén took their solitary way.
Addison
condenó ese final de carácter cíclico y propuso que lo tacharan;
Bentley, que lo substituyeran estos dos versos, impíamente
manufacturados por él:
Then
hand in hand with social steps their way
Through
Edén took, with heavenly comfort cheered.
Sur,
Buenos Aires, Año IX, N° 63, diciembre de 1939.
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