sábado, 8 de septiembre de 2018

El CONDE DE MONTECRISTO O LA OBSESIÓN POR UNA VENGANZA. ALEJANDRO DUMAS. LECTURA: EL CONDE DE MONTECRISTO. DÍA #1- La conjura. La envidia.


¿Quién no ha oído hablar del Conde de Montecristo? Las ediciones, reimpresiones y hasta los famosos "comics" se han encargado de ir proyectando la obra a una fama insospechada quizá, hasta para el mismo autor Alejandro Dumas. 
J. Méndez-Limbrick.


El CONDE DE MONTECRISTO O
LA OBSESIÓN POR UNA VENGANZA.
ALEJANDRO DUMAS.
LECTURA: EL CONDE DE MONTECRISTO. DÍA #1- La conjura. La envidia.
Fragmento.
"pero ahora el señor Dantés no necesitará de nadie, pues va a ser capitán.
‑Pero aún no lo es -observó Danglars.
‑Mejor que no lo fuese ‑dijo Caderousse‑, porque entonces, ¿quién lo toleraba?
‑De nosotros depende ‑dijo Danglars‑ que no llegue a serlo, y hasta que sea menos de lo que es.
‑¿Qué dices?
‑Yo me entiendo. ¿Y sigue amándole la catalana?
‑Con frenesí; ahora estará en su casa. Pero, o mucho me engaño, o algún disgusto le va a dar ella.
‑Explícate.
‑¿Para qué?
‑Es mucho más importante de lo que tú lo imaginas.
‑Tú no le quieres bien, ¿es verdad?
‑No me gustan los orgullosos.
‑Entonces dime todo lo que sepas de la catalana.
‑Nada sé de positivo; pero he visto cosas que me hacen creer, como lo dije, que esperaba al futuro capitán algún disgusto por los alrededores de las Vieilles‑Infirmeries.
‑¿Qué has visto? Vamos, di.
‑Observé que siempre que Mercedes viene por la ciudad, la acompaña un joven catalán, de ojos negros, de piel tostada, moreno, muy ardiente, y a quien llama primo.
‑¡Ah! ¿De veras? Y ¿te parece que ese primo le haga la corte?
‑A lo menos lo supongo. ¿Qué otra cosa puede haber entre un muchacho de veintiún años y una joven de diecisiete?
‑¿Y Dantés ha ido a los Catalanes?
‑Ha salido de su casa antes que yo.
‑Si fuésemos por el mismo lado, nos detendríamos en la Reserva, en casa del compadre Pánfilo, y bebiendo un vaso de vino, sabríamos algunas noticias...
‑¿Y quién nos las dará?
‑Estaremos al acecho, y cuando pase Dantés adivinaremos en la expresión de su rostro lo que haya pasado.
‑Vamos allá ‑dijo Caderousse‑, pero ¿pagas tú?
‑Pues claro ‑respondió Danglars.
Los dos se encaminaron apresuradamente hacia el lugar indicado, donde pidieron una botella y dos vasos. El compadre Pánfilo acababa, según dijo, de ver pasar a Dantés diez minutos antes. Seguros de que se hallaba en los Catalanes, se sentaron bajo el follaje naciente de los plátanos y sicómoros, en cuyas ramas una alegre bandada de pajarillos saludaba con sus gorjeos los primeros días de la primavera". Páginas 11-12- Editorial. Capricornio. Bogotá. 1954.

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